Colección En el bosque [LoL]

Annie & Warwick.
El lobo feroz.

La luna brillaba en un cielo oscuro y despejado, aunque su luz no lograba traspasar los árboles tupidos, altos y viejos.

—Lalalala —canturreaba la niña alegremente, mientras sus cortas piernas infantiles se abrían paso entre las enredaderas del bosque, nublado y oscuro. El eco de los animales y las pisadas era algo tenebroso, pero la niña cantaba alegremente mientras avanzaba sin pausa y sin prestar la mínima atención a su alrededor, mientras sostenía su oso de peluche que se balanceaba a medida que la niña caminaba—. ¿Quién teme al lobo feroz, al lobo, al lobo? Lalalala.

Warwick elevó su hocico lleno de sangre de la presa que devoraba para olisquear el aire, el viento había traído una canción consigo, captando su atención. Dejó caer el cuerpo sin vida echándolo a un lado, mientras se relamía los rastros de sangre en su hocico. Su fino olfato lo guío a través del bosque, siguiendo el cálido y vaporoso olor infantil. Carne de una niña, ¿había un festín mejor que ese? Salió al camino, de pie en sus dos patas con tranquilidad, haciendo que la pequeña pelirroja se detuviese.

—¿Estás perdida, querida niña? El bosque no es lugar para alguien como tú, dicen por ahí... que hay un lobo feroz. —Comentó con seriedad. La niña parpadeó hacia él sonriendo.... sin una pizca de miedo en sus orbes esmeralda.

—¿Conoces a mi osito Tibbers? —Hizo un puchero antes de lanzar el peluche hacia el cielo. El lobo saltó sorprendido, donde segundos antes había estado cayó un enorme oso prendido en fuego. Aulló con emoción.

Se hizo la luz en el bosque.

 

Lux & Garen. (Mención Jarvant IV)
Hermanos.

La rubia giró frente al espejo, haciendo que el imponente vestido dorado girara con ella. La puerta se abrió y sonrió al ver quién ingresaba a la habitación.

—¿Te gusta? —Dio un giro más. El castaño soltó la empuñádura de su espada para acercarse a ella. Le sonrió cálidamente y le arregló la tiara en el cabello para que estuviese centrada.

—Si sigues girando, llegarás toda despeinada. —La reprendió.

Ella colocó los ojos en blanco y se giró nuevamente hacia el espejo de cuerpo completo. Estaba imponente, hermosa, una verdadera emperatriz.

—Se me olvidaba que lo de girar era cosa tuya, algo tenía que aprender de ti —bromeó, aporvechando los últimos momentos de soledad con su hermano.

—Espero que Jarvant te haga feliz... —Le deseó, antes de abrazarla con fuerza.