The Hunger Games Ella o Yo

Tema en 'Fanfics sobre Libros' iniciado por Kohome, 9 Mayo 2013.

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    Kohome

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    Escritora
    Título:
    Ella o Yo
    Clasificación:
    Para niños. 9 años y mayores
    Género:
    Drama
    Total de capítulos:
    1
     
    Palabras:
    993
    Ella o Yo.

    En aquel valle donde dos representantes por distrito se reunían para jugar como el capitolio lo demandaba, solo se oían cañonazos tan fuertes, que lograban alterar los sentidos de cada uno de los participantes.
    Corría a todo lo que daban mis pies, buscando quizá un refugio en donde pudiese salvarme del tiroteo y las constantes apariciones de rostros, en lo que podría llamarse el cielo.

    Comenzaba a desesperarme, ¿en qué momento terminamos todos encontrándonos en un mismo sitio? Ahora todo era sangre derramada en el suelo, al igual que cadáveres; algunos irreconocibles, otros con apenas un disparo, pero cadáveres.

    ―Eh, mira lo que me encontré ―dijo de repente una chica del distrito tres, su sonrisa no me daba buena espina, y no era para más, su hacha de buen filo tampoco lucía amigable.

    ―N-no… no me toques ―susurré con voz temblorosa, mis pupilas estaban dilatadas y ahora me temblaban las manos.

    ― ¡Jah! ¿Acaso me estás exigiendo? ¡Jajaja! No me digas ―sostuvo el arma de buen filo con ambas manos y se acercó con la misma sonrisa cínica.

    Me estremecí y retrocedí tres pasos, a una distancia cercana a una rama que esperaba por mi caída. Volví a sentir un frío tenaz recorrer mis venas, saqué la pistola que tenía a disposición, el arma temblaba y me pesaba tenazmente, en la vida me habían entrenado para matar a alguien, eso no es sencillo, además, únicamente las palabras “sé fuerte y tira del gatillo cuando la situación lo amerite” no son de mucha ayuda.

    ―Vamos preciosa, ¿no te considerabas con la fuerza para ordenarme? ¿¡Qué esperas!? ¡Mátame! ―rió con fuerza y otro cañonazo distorsionó mis pensamientos. Tenía miedo, pero no el miedo que sientes al oír un ruido raro en tu casa, o el miedo a lanzarte a un acantilado aun sabiendo que habrá una cuerda sosteniéndote. No. Este miedo era más fuerte, desbordando mi razonamiento a la posible locura.

    Los cañonazos continuaron hasta que ya no escuché nada, absolutamente nada. Respiré realmente agitada, ¿quería eso decir que solo quedábamos las dos? ¿Los demás habían muerto? ¿Simplemente habían muerto?

    ―Ow mira, ya no queda nadie ―dijo sin borrar aquella curva desagradable de su rostro.

    ―Eso… veo ―seguí retrocediendo. La rama resultó siendo paciente, ya que di duro contra el suelo tras tropezar con ella. Apenas y gemí sin dejar de verla, sabía que si centraba mi atención lejos de ella, me mataría o se ocultaría, lo que complicaría las cosas.

    Hubo un silencio fúnebre; aquel bosque artificial esperaba la muerte de alguna de las dos. La cosa no pudo tornarse peor, yo, una chica de doce años, flácida, anémica y débil, contra una chica que me aseguraba una muerte lenta, sádica y terrorífica. De seguro eso le gustaría al público, ya que no muchos habían apostado a mi favor; básicamente fui un cero a la izquierda, en comparación con mi compañero de distrito y todos los demás participantes. Claro, en este momento todos debían desear que muriera, ya que fue por mí que murió Lyan, mi compañero, quien se atravesó entre una daga y yo al momento de recoger las armas. Todos lo veían como el ganador, pero en aquel instante se dieron cuenta de que debían poner sus ojos en otra persona.

    Dios, cómo quería que me tragara la tierra. Me espantaba la idea de morir, y me valía poco si pensaban que era egoísta y cobarde.

    ―Por el amor de Dios, ¿vas a suplicar de una buena vez, o prefieres que simplemente te mate? ―no me había fijado en lo cerca que se encontraba el hacha con su filo ensangrentado a mi cuello. Mis músculos se tensaron y reforcé el agarre con el que sujetaba mi única forma de salvación. Tan solo me quedaba una bala, un tiro, una última oportunidad de vivir, la cual debía manejar con cuidado.

    “¡Tienes que centrarte! Eres tú o tu oponente”

    Maldije por lo bajo la hora en que me escogieron entre tantos para ir a los juegos del hambre, en verdad deseé que acabara de una buena vez, pero alguien debía morir para ello, y ese alguien… no sería yo.

    ―Bien, pues será por el camino corto ―dijo simplemente levantando el hacha con fiereza.

    ―No… ―vi el hacha bajar con velocidad hacia mí, tenía miedo.

    ― ¡Muere!

    ― ¡No!

    Y entonces, pum, un disparo certero entre sus cejas. Lo vi tan lentamente, que creí que no acabaría.
    El cuerpo de aquella salvaje cayendo despacio sobre el mío, con los brazos extendidos y el hacha aún en sus manos.

    ― ¡Bien, señoras y señores, les presentamos a la ganadora de los Decimo octavos juegos del hambre! ―aquellas palabras llegaron como mi punto de paz en aquel infierno, finalmente había acabado, finalmente podría volver a casa.
    Quizá no con Lyan, pero volvería.
     
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    Shani

    Shani Maestre Comentarista empedernido Usuario VIP

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    Muevo al foro de Los Juegos del Hambre :)
    Por cierto, el escrito tiene más de 500 palabras, lo que lo convierte en un one-shot. Cambio el prefijo
     
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