Ella no responde.

Ella no responde.

Para la actividad ¡Vamos a pensar!





Ella no responde

Ella estaba allí, sentada en la barra de aquel bar, mirando distraída la estantería del local donde diversas botellas despedían luces multicolores bajo las luces del techo. Se le acercó temeroso por la espalda, con el corazón latiendo apresurado, el pulso acelerado y la lengua trabada. Sophie era la joven de sus sueños, linda, atenta, amable e inteligente; no muchos se habían percatado de su belleza, cegados por su actitud seria y los lentes enormes que solía usar para leer. Pero él había podido ver más allá de los prejuicios, descubriendo a una mujer debajo de aquella melena castaña, un par de hermosos zafiros tras esas gafas horribles, una sonrisa radiante oculta tras su miedo a sociabilizar.

Carraspeó, aferrando la caja de bombones en una mano y el oso de felpa en la otra. Nada. Ella ni se inmutó a voltear.

Sintió el rubor apoderarse de sus mejillas, tratando de planear cómo rompería el hielo. Volvió a carraspear con más fuerza, pero fue inútil, ella seguía sin responder; lentamente se llevaba un maní a los labios, con la vista aún pegada en las botellas multicolores.

Aspiró aire hasta llenar sus pulmones, como si con ello el valor entrara a su cuerpo. Tenía que hablarle.

—Hola, Sophie —saludó con el tono más cordial y amistoso que pudo usar.

La sonrisa que había dibujado en sus labios poco a poco se fue desvaneciendo al ver que nuevamente era ignorado. ¿Pero por qué? No le gustaba alardear, pero sabía que todas las mujeres de la oficina se morían por salir algún día con él, ya varias se le habían insinuado pero las había rechazado a todas porque sólo tenía ojos para Sophie.

—¿Estoy interrumpiendo algo? —intentó de nuevo.

Silencio. Ella seguía sin prestarle atención.
Marcus se mordió el labio con rabia. ¿Por qué era tan difícil? ¿Por qué no sólo le podía decir “vete al diablo” y así dejaría de hacer el ridículo? Tragó saliva con dificultad, para luego respirar pausadamente. Tal vez sólo estaba jugando con él, quizás luego se daría vuelta riendo con aquella sonrisa radiante que tantas veces había visto dirigida a otras personas menos él.

—Sophie, ¿quieres salir conmigo? —preguntó, con una sonrisa de medio lado y una voz seductora. No podría resistirse a eso. ¿Verdad?

Un débil tarareo llegó hasta sus oídos. ¡Ella lo ignoraba por completo! ¡Se ponía a balbucear canciones en lugar de encararlo y decirle que se fuera!

—¡Mejor me largo, tonta!

Se giró sobre sus talones indignado, humillado y dolido. En su rápida huida del lugar derribó un par de sillas que cayeron con estrépito al piso. Sophie dio un respingo ante el ruido y se quitó los auriculares de los oídos. Alcanzó a ver el rostro moreno y molesto de Marcus desapareciendo por la puerta del bar.

Se mordió el labio y suspiró. ¿Quién sería la afortunada a quien le regalaría aquellos chocolates y el osito? ¡Se moría de ganas de que algún día él se fijase en ella!











Tema: Escuchar música
Palabras: 496 + título