Otro Ella NO Nació Para El Mundo

Tema en 'Relatos' iniciado por Kohome, 25 Junio 2017.

  1.  
    Kohome

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    Escritora
    Título:
    Ella NO Nació Para El Mundo
    Clasificación:
    Para todas las edades
    Género:
    Amistad
    Total de capítulos:
    1
     
    Palabras:
    778
    Antes de leer: Sí, tengo cuenta de Wattpad —en la imagen se lee mi nombre—, y aunque aquí mi usuario sea distinto, sigue siendo mi historia.
    Sin más, espero que la disfruten.

    ~

    El siguiente es un micro relato inspirado por la escritora Gabriela Mistral, quien refleja los temores de una madre. Específicamente, el de soltarle las riendas a una hija para explorar el mundo; algo que sufren muchas mujeres, pero que en el momento en que son hijas no pueden comprender.

    Escogí a Mistral por su fluidez y sencillez a la hora de representar escenarios que muchas mujeres comparten y guardan en secreto, como parte de su intimidad y un claro reflejo de sus sentimientos. Mostrados con escasas palabras y versos cortos, concisos, que no dan pie a la redundancia innecesaria, y que por lo mismo causan impacto.


    Ella no nació para el mundo.
    [​IMG]


    Se quedó observándola, pendiente de cada movimiento del cuerpo pequeño frente a ella, que emitía balbuceos suaves y dulces, escrutando su espíritu tan impuro frente a tan joven y dulce alma que poseía, ladeando la cabeza hacia su costado derecho, de una forma sutil, inocente y, en una medida sin morbo, pícara.

    También veía cómo su sonrisa se enmarcaba por hoyuelos; tan jóvenes y suaves como su piel tersa, sin líneas ni marcas de una vida recorrida. Volátil, abierta a recibir lo que el mundo tuviese para ella, los raspones futuros, los fruncimientos de ceño y sonrisas infinitas que crearían cada uno un recuerdo, uno difuso, imposible de traer a la mente realmente, pero siempre presente.


    Lo imaginó así y no pudo evitar sino sonreír también. Llena de gozo al escuchar el tono agudo y terso de la risa que el cuerpecito emitía, sacudiendo su vientre mientras los músculos de su abdomen empujaban el aire que ella recuperaba de forma torpe, sin detenerse, empujando brazos y piernas sin coordinación aparente, pero más sutil y elegante que una bailarina de ballet ante sus ojos deslumbrados, ciegos a cualquier otra cosa que no fuera la criaturita pequeña entre sus brazos, acomodada sobre su regazo con el cuidado con que se cuida una porcelana familiar, invaluable, tan frágil.


    —Di mamá —pidió con un tono de voz más suave e infantil del que manejaría con cualquiera. Abría la boca y los ojos, alzando las cejas y haciendo el amago de decir algo, la pequeña que cargaba sólo la imitaba, soltando risas espontáneas y desprevenidas.


    —Van a tener que cargar con un bate cuando crezca —se burló de pronto su hermana, apareciendo con una taza de café humeante y negro, donde se leía el nombre borroso de alguna corporación en la que había trabajado antes su marido, tomando un sorbo rápido luego de romper esa burbuja de amor y entrega inocente de una madre primeriza—. Se parece muchísimo a ti, y sabes cómo eras en tu adolescencia.


    Y esa realidad no pudo golpearla más fuerte. Era cierto. Recordaba su etapa rebelde, creyéndose la dueña del mundo, invencible.

    Esas noches en que su hermana le cubría la espalda de sus padres para fugarse a alguna fiesta para tener un romance furtivo y fugaz con algún muchacho que conocería en la discoteca, y que jamás volvería a ver.


    Bajó la mirada hacia su pequeña hija, sintiendo entonces un pequeño pavor al futuro instalándose en su estómago, escuchando luego una tercera voz, más serena y sabionda.


    —No haga esa cara, mija —le pidió su mamá, ya llena de varias de esas líneas que su piel conservaba como momentos que su mente no recordaría, pero que cuidaría con recelo—. Uno se acostumbra. Créame. Usted era tremenda.


    Pero esas palabras, más que tranquilidad, le trajeron mayor nerviosismo. ¿Su hija sería un reflejo suyo? Esperaba que no, que fuera consentida e incapaz de alejarse del seno de su madre hasta los cuarenta si era posible. No le importaba mantenerla si hacía falta.


    La vio de nuevo, y la sonrisa de la bebita sólo le contagió de ternura, reingresando a su burbuja de entrega anterior, pellizcando su mejilla redondita y suave.


    —Qué va. Mi Laurita no va a ser así —buscó convencerse, sin despegarle la vista de encima.


    No. No iba a dejar que fuera así, era suya y no del mundo, no de las discotecas ni los muchachos. Sólo suya.

    ~

    Bibliografía:

    1. Mistral, Gabriela (1998 [1920]): Maternidad en Lecturas para mujeres. México. Editorial Porrúa, pp. 71-72.
    2. “Miedo, Gabriela Mistral” [en línea] Poemas del alma. Disponible en: Miedo - Poemas de Gabriela Mistral (visitada el 11.04.2017).
     
    Última edición por un moderador: 25 Junio 2017
  2.  
    RedAndYellow

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    Escritor
    Buenas.

    Primeramente se nota bastante a leguas, por la forma de escribir, los diálogos pulcros y la situación tan cálida, que el escrito mantiene un fuerte arraigo de nuestro país, Colombia. No está mal y de hecho, es agradable leer.

    Pasando por eso, la historia tiene un toque tan melancólico que llega a centrar toda la atención del lector en los sentimientos y pensamientos de la madre en cuestión. Con pocos momentos donde se pierda el hilo y creando un ambiente que entona perfectamente con la historia.

    Eso sí, debo decir, que hay momentos donde la escritura es tan suelta, flexible e impredecible que se pierden palabras y momentos que pudieron marcar un excelente antes y después de la historia pero que pasan desapercibidos en las primeras lecturas. Principalmente por la escasa, prácticamente nula, cantidad de puntos entre pensamientos. Lo que hace una lectura rápida, que puede apegarse a la historia, pero se sacrifica el tiempo de lectura y parte del disfrute.
     
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