El Tigre Llora

Esta historia refleja los sentimientos que se llegan a tener en un momento de tristeza...

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El tigre llora, nuevamente ha sido atacado, su cuerpo está lleno de marcas; rasguños y mordidas hechos por su propia familia, los ataques han sido brutales pero aún así, su cuerpo está bien en comparación con su corazón el cual ya no siente latir en su pecho.

Ha huido, corriendo como nunca antes para no ser alcanzado y en el transcurso ha tropezado con una gran piedra que ha lastimado una de sus patas más ignora el dolor, desea alejarse de ahí lo más pronto posible y no regresar nunca más. Se detiene un momento para darse cuenta de que se ha apartado de su manada, los mira desde un punto en la distancia, ya no gruñen ni tampoco muerden, parecen estar mucho mejor sin el estorboso tigre blanco entre ellos. Sonríe de forma amarga, no le sorprende ver que el resto es feliz estando él ausente.

Les da la espalda y continúa caminando siendo acompañado por las lágrimas en todo momento, llorando en silencio. El tigre deambula de aquí a allá, caminando sin rumbo, esperando encontrar alguien que lo acepte.

Siente hambre, mira alrededor buscando una presa fácil pero no encuentra nada. Se siente inútil, nunca aprendió a cazar o siquiera a acechar y eso le enfada.

Dirige su vista hacia el cielo estrellado esperando ver algo, una señal de a donde dirigirse pero ya todo carece de sentido para él, ha pérdido la capacidad de ver la belleza en las cosas más simples. Suspira y reanuda su marcha; el tigre ya no se ve tan imponente como siempre, su cola no se tuerce con felicidad ahora lo hace con tristeza, su andar tampoco es sigiloso y el brillo en su mirada se ha esfumado.

Avanza sin ver el camino y eso le lleva hasta una trampa que apresa su pata delantera. Ruge de dolor y desesperadamente intenta liberarse pero a cada tirón sólo siente como se desgarra su carne, sus lágrimas aumentan, demasiado dolor en un día. Ruge una vez más y repite la acción esperando que alguien vaya en su ayuda pero nadie aparece sin importar cuantas veces les llame.

El tigre llora, se siente impotente ante tal situación, decide rendirse, ya nada vale la pena como para luchar. Se hecha en ese lugar y cierra sus ojos que no han parado de llorar en toda la noche deseando que aquellos dientes metálicos le maten con rápidez...

Amanece, el Sol es abrasador en aquel lugar. Parece haber muerto, sólo se le ve ahí hechado igual que la noche anterior sin hacer mayor movimiento que el provocado por sus pulmones al respirar. Despierta debido al calor, observa su alrededor con confusión y tristeza, regresa a la pocisión en la que estaba y permanece así durante toda la tarde, al final se harta y decide liberarse otra vez. El dolor aumenta, la sangre escurre como si fuera un río salvaje, deja de luchar, respira cansadamente.

El tigre llora, no puede hacer otra cosa, está atrapado y su rugido desapareció junto con sus ganas de vivir.

El manto nocturno vuelve a cubrirlo al igual que a los otros animales. Mira con atención las estrellas, tal vez forme parte de ellas cuando muera, se recuesta sin apartar sus ojos azules del cielo, la vista se le nubla lentamente. Una sonrisa aparece mientras va perdiendo fuerzas, al fin todo terminará, sin embargo le hubiera gustado tener a alguien a su lado, alguien que nunca le olvidara, alguien a quien haberle llamado amigo.

En sus últimos momentos, estando sólo, el tigre llora...