Comedia El Tóxico de San Valentín

Con cara seria y jorobado de espalda, un hombre alto y delgado camina por las calles de su ciudad. Ha salida del trabajo y se dirige a su casa, ya casi son las 6pm. Ahora pasa por las ventanas de las tiendas, la decoración ya es de flores y corazones rojos, San Valentín está cerca. El hombre se llamada Randall De La Fuente, y tiene 33 años de edad, pero su energía y aptitud es como la de un hombre de 65 años y uno muy amargado. Al ver la decoración, Randall murmura para sí una queja:

—Otra vez esa cochinada. Que pereza.—

Al llegar a casa, Randall descubre que su sobrino de 14 años, y uno de sus amigos, están en casa. Se sienta lanzándose al sillón tan pesado como un saco de papas. Poco después, una noticia de la televisión inició, como es rutina de todos los días para Randall De La Fuente, un discurso de quejas y maldiciones, que Randall dice frente al televisor para que su sobrino las escuche, aunque él rara vez le replica.

—Ya casi ningún estudio alcanza para tener trabajo. La gente que no tiene alguna de las carreras que si dan trabajo, la tiene difícil y emprender es casi imposible. Los que solo tienen bachillerato y algún cartón más sin mucho peso son los nuevos analfabetos descalzos del siglo 21. Y los que no tienen ni bachillerato son poco más que animales, infelices destinados a ver como les cortan la luz y se quedan a oscuras mientras se limpian el culo con periódico.—

Mientras el quejoso Randall profería sus quejas, su sobrino Jason y su amigo, están en la mesa, están con su celular en mano, lo escuchan pero no replican a nada. Entre tanto Randall continua con su amargado discurso:

—La gente ya sobra y estorba en todas partes. Por todo lado la llegada de la gente no es bien recibida. El único lugar donde somos bienvenidos es en la tienda cuando vamos a comprar. Es una tontería ponerse a tener hijos, el mundo ocupa menos gente. Le hace un gran favor al universo quién se muere de cáncer o se pega un tiro en la cabeza. Y ni que decir de esa tontería de san Valentín, tener novia es perder el tiempo y desperdiciar el dinero.—

Entonces Jason interrumpió para decir:

—San Valentín no le hace daño a nadie.— Dice con voz de reclamo.

—Yo tengo tengo planes para ese día.— Dijo el amigo de Jason, un joven de 15 años de edad quién se sonrojaba porque acariciaba en su mente la idea de dar su primer beso en su cita de San Valentín.

—Arg!!, jóvenes, adolescentes que ya quieren tener su primer noviecilla, háganme caso a mi que soy más viejo, mejor no se desperdicien de esa forma. Mejor jueguen en su celular y no salgan ese día, así se ahorrarán la vergüenza y la bofetada. Mejor ni se acerquen a una mujer, que la gente sobra. Mira nada más las ciudades, todos apiñados en las calles como ratas. Somos una peste, el mundo ocupa menos gente, no más.— Esto lo decía Randall, entre sorbo y sorbo que le daba a una taza de café.

No supieron qué responder aquellos adolescentes, quienes pensaban en ir a comer con sus citas de San Valentín a un restauran de comida rápida y con suerte después al cine, todo antes de que caiga la noche, y ni por la cabeza les pasaba si era buena idea o no tener hijos algún día. Poco después, otra noticia movió a Randall a tirar otra queja, una muy parecida a otras que había dicho ya muchas veces:

—Vean cuanto revendedor de porquería hay, la plaza está llena, solo compran alguna basura para revenderla a los ingenuos y ya se creen gente de negocios, eso no es emprender. Ni la amistad vale la pena celebrarla. ¿Para qué tener amigos? todos son gente falsa, no hay amigos de verdad. Solo hay compañeros y compinches de vicios, y eso no dura mucho. Tener novia es para tontos, las mujeres buscan al guapo con dinero y usted no tiene ninguna de ambas, casi nadie tiene ambas. Y si alguien las tiene ese carajo me cae mal y no quiere conocerlo. Hágame caso sobrino, y sepa que las noviecillas no le convienen.—

Entonces Jason, un poco apenado de que su amigo escuchara las largas retahílas de quejas y consejos tóxicos de su tío, sintió pena, pero no dijo nada. Entre tanto Randall seguí diciendo:

—¿De dónde saco yo una novia? ¿De las 4 divas brujas que me dejan en visto? ¿Qué haría yo con una novia? ¿Traerla a mi casa a ver tele con migo, en este sillón que huele a caca, porque no me alcanza la plata para dos lujosos combos en un mcdonald, no sin comprometer los pases de la semana o la factura del gas?— Lo dice echando una mirada al sofá donde estaba sentado, y luego se hecha otra risa envenenada con natividad.

—Y que se apague el tele porque me cortaron la luz mientras me limpiaba el culo con periódico?— Más risas tóxicas y venenosas.

—No, mejor me ahorro la pena, y también ustedes se la puede ahorrar.—

Días después, cuando ya San Valentín había quedado atrás, Randall estaba con su primo Vinicio en su carro. Vinicio lo vio por casualidad en la acera y le ofreció llevarlo y comer algo en el Taco Bell cercano.

—Mira a esa cabra guapa.— Dijo Vinicio, señalando con disimulo a una de esas mujeres guapas que pasan por la calle. Era una mujer de no más de 25 años, su cabello rubio estaba atado con una cola y se movía mucho porque corría, tenía puesta el tipo de ropa que las mujeres suelen usar para correr, y en su cara había una gran sonrisa.

—No, mejor ni la veo— dijo mientras apartaba la vista de la ventana y la fijaba en la guantera del carro. —Yo ya aprendí a no ver y desear lo que no puede tener. El que sueña con lo imposible solo se tortura, mejor ser budista y aprender a no desear nada.—

—Pero no es tan imposible, con un poco de suerte tal vez algo pase.—

—No, yo ya sé que no va a pasar. Alguien feo y pobre no tiene ninguna posibilidad con una mujer así, ¿Que gano con verla? No nos engañemos, que eso no puede pasar.—

Y ese es Randall, un hombre amargado, negativo y tóxico. Y este fue el cuento de El Tóxico de San Valentín.

 

Hola. Gracias por leer mi relato y por ayudarme con las correcciones. Lo leí después de escribirlo pero simpre se me van errores como estos. Pues si, un tóxico completo, pero en parte así soy yo, este es mi lado más tóxico puesto en un personaje. Y eso de que mejor ser budista y no mirar a las mujeres más atractivas porque son inalcanzables, bueno, eso es algo que yo si suelo decir, a mis amigos y a mis primos, XD.