Microrrelato [12 Deseos] El típico deseo

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Este es el primer drabble de una serie de ellos para la actividad "12 Deseos" de @Pire. ¡Gracias por leer!

EL TÍPICO DESEO​

“Este año deseo que me toque la lotería”.


—¡31283!

—¡Cuatro Millones de Euros!

Estaba en shock, no me lo podía creer, era el gordo, el billete que tenía en mis manos temblorosas en este momento era el premiado. ¿Cómo podría ser cierto eso? La suerte, ¡La maldita suerte!

Agarré el móvil todavía en shock y llamé a mi madre.

—¿Qué pasa cariño?

—Mamá, tengo que contarte algo.

—No me asustes Clara, no me asustes.

—El gordo. ¡Me ha tocado el gordo!

—…

—¿Mamá?

—¿Es una broma? ¿Me estás tomando el pelo Clara?

—No mamá, es cierto.

—¡Santa Bárbara bendita! ¡No me lo puedo creer! ¡Voy a llamar a tu padre! ¡Que salga del trabajo y nos vamos para ahí! Tenemos que planear como cobrarlo... ¡Todo! Muy importante, no se lo cuentes a nadie raro. ¿Vale?

—Vale, vale.

Al descolgar el teléfono me quedé pensando en lo que me estaba pasando. Yo siempre he creído en el equilibrio de las cosas, que si algo muy bueno te pasa, algo muy malo de debe pasar por otro lado para equilibrar la balanza. En ese momento deseaba que ese equilibrio no fuese real. No quería que nada empañase mi felicidad.

Entonces, caí en la cuenta. ¿Necesitaba realmente ese dinero? ¿Me iba a hacer más feliz un montón de miles de euros en el banco? No, desde luego que no. Pero, había a gente que sí le haría muy feliz.

En cuanto mis padres llegaron y les conté que pensaba donar la mitad del premio a los más necesitados mi padre negó efusivamente.

—¡Eso es una locura! Podrás vivir como realmente te mereces, al menos durante un tiempo, no tienes por qué donar nada, no le debes nada a nadie.

Pero mi padre no lo entendía. Sí le debía algo al mundo, le debía todo. A cada uno de los ciudadanos, a cada persona que anónimamente te sonreía en la parada del bus, cómplice de algo que ni siquiera era del todo importante. A cada persona que necesitaba ayuda, se lo debía porque por encima de todas las cosas, por encima de ser Clara, de ser la hija de mis padres, de ser profesora en la escuela infantil del pueblo, por encima de todo eso, era un ser humano. Y eso, mi madre lo entendía. Con solo mirarme sabía lo que pensaba.

—La mitad del premio será suficiente para darnos los caprichos que tanto ansiamos, Manuel, así que no hay más que hablar, el dinero es de la niña, así que ella decidirá qué hacer con él —mi madre me sonrió y me guiñó un ojo.

Al fin y al cabo, quizás eso equilibrase la balanza. O quizás no, pero no era una mala forma de intentarlo.