El sueño que no fue posible. [NejiTen, NaruHina, ShikaTema]

Hola a todos. Sé que debería estar planeando el final de 'Cupido también se enamora', pero es que por más que le pienso, no logro inspirarme y no puedo lograr es 'final' con el toque que deseo, pero bueno, eso es punto y aparte.

Últimamente andaba frustrada por no poder escribir nada, así que ahora que las ideas han vuelto a surgir a mí, les traigo un Long-fic que creo, no será muy largo. Las principales parejas están en el título, pero también habrá otras clásicas.

El sueño que no fue posible.​

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Capítulo 1. Malas noticias.




Con el pesar de los mares, la doctora Haruno Sakura anunció la terrible noticia a dos familias que esperanzadas, resguardaban un deseo imposible. Hanabi, la más pequeña de los Hyuuga, se quedó atónita y luego de unos momentos se tiró al suelo a gritonear y lloriquear incontrolablemente.

—Por favor, contrólela —pidió al padre una segunda enfermera; Yamanaka Ino.

Hiashi, la cabeza de la familia, sentía un desmesurado pesar y una infinita tristeza, mas debía mostrarse fuerte y serio para dar ánimos a su familia, así que tomó a la niña en brazos y la apretó fuertemente. Neji se mostraba frío y serio como de costumbre; al escuchar la noticia se mordió la lengua y apretó los dientes para ahogar la rabia y tristeza que lo consumía.

—Lo siento —murmuró Sakura expresando su pesar.

Sus pupilas de jade apuntaron a la segunda familia que compartía la misma desdicha que los Hyuuga. Sólo eran dos, uno de ellos, más precisos el castaño, rompió en silenciosas lágrimas al enterarse de las noticias, mientras que el otro, pelirrojo, melancolizó su mirada, mas sus facciones y actitud serena no cambiaron en nada.

—¿Y ellas lo saben? —se animó a preguntar Hiashi.

—No —contestó Ino—. Pero estamos a punto de decirles.

—Lo mejor será que ustedes permanezcan fuera —concluyó Sakura.


La noticia era quizás, una de las más lacerantes, así que lo mejor era que las familias no se involucraran aún. Dándoles condolencias, las dos médicas se retiraron a aquella habitación donde yacían dos jovencitas que sin saberlo, compartían un destino común.

—Ellas son muy chicas —se lamentó Haruno.

—Lo sé —contestó la blonda—. Es increíble que a esa edad tengan...

—Sakura, Ino —interrumpió un tercero.


Se encontraron con su superior, una joven pálida de negruzcos cabellos.

—¿Qué sucede Shizune-san?

—¿Recuerdan a la paciente que llegó hace dos horas en una ambulancia?

Ambas asintieron.

—Ella llegó a urgencias, la pasaron a quirófano —aseguró Ino.

—Así es. Sé que ambas ya tienen mucho trabajo pero Tsunade-sama ha pedido que ustedes se encarguen de ella.


Sakura titubeó un poco, ¡no era broma lo de ‘mucho’ trabajo! Pero las órdenes de su jefa eran incuestionables.

—No sabemos nada de ella —argumentó Ino.

—Aquí tengo su expediente, tomen.


Shizune pasó a retirarse. La doctora Yamanaka abrió el sobre y echó una rápida ojeada a los papeles de su nueva paciente. Sus ojos repasaron con cuidado cada palabra, y mientras más avanzaba su cuerpo se estremecía. Su amiga y compañera notó esto, era claro que la información contenida en ese sobre no era buena.

—¿Q-qué sucede Ino?

La blonda suspiró levemente, bajó la mirada y entregó los papeles a Sakura para que los leyera por sí misma.

El hospital no era un lugar agradable para nadie. La tristeza, el llanto y el dolor nunca faltan, es lo que más abunda. Es un lugar de martirio, de guerra, donde se pelea por la vida... o llegar a la muerte.

—Por favor trasládenla a la habitación doscientos nueve —pidió Yamanaka.

Decidieron que lo mejor sería juntar a su nueva paciente con las otras dos, ya que... desgraciadamente ella también compartía su destino.

Una vez arreglado el cambio, Sakura e Ino ingresaron a la habitación para soltar de una buena vez la verdad, era su trabajo y sinceramente era lo que más odiaban hacer. Ellas estudiaron medicina para salvar vidas, y por tanto, encontrarse envueltas en aquella situación era sumamente frustrante.

—¿Cómo se sienten? —preguntó Sakura con una dulce sonrisa.

—Bien... Gracias —respondió débilmente una jovencita de preciosos orbes lunares y hebras azuladas.

—¿Y tú Temari-san? —preguntó Ino.

La recién mencionada simplemente asintió despreocupadamente sin quitar la vista de la revista que leía.

Ambas doctoras voltearon a ver a la tercera y última paciente, ella tenía las mejillas coloradas y su sus ojos estaban irritados.

—¿Tenten?

—Creo que bien, la anestesia aún me tiene algo mareada y c-cansada —respondió con trabajo.

—Es natural, pues hace apenas cuarentaicinco minutos que saliste de quirófano.


Un incómodo silencio se formuló. Hinata jugaba con sus dedos, se veía sumamente nerviosa y a la vez triste. Temari seguía sin mostrar algún interés a algo que no fuera su lectura y Tenten luchaba por mantenerse despierta. Sakura apretó los puños, no podía soportar más esa situación, quería liberarse, así que decidió hablar.

—Hay algo muy importante que las tres deben saber.


El tono serio de la doctora ocasionó la atención de todas, incluyendo la de la Sabaku No. En este tipo de casos, Ino era la más fuerte y ella lo sabía, así que decidió tomar la palabra.

—Les hemos hecho análisis, curaciones y muchas pruebas más... Pero nada, no hay respuesta, la situación de cada una es deplorable y... créanos que nos gustaría hacer más, pero ya no hay nada.

Fue entonces que las tres chicas comprendieron lo que les querían decir, era... cómo decirlo, más que dolor.

—Están desahuciadas —concluyó Sakura firmemente.

‘Desahuciadas’, esa palabra resonó en sus mentes. Desolador, así era ese momento; el vacío quedó en las pobres almas de esas tres jóvenes, las ilusiones, las metas y sueños se fueron por la borda. En ellas no quedó más que un gélido anhelo y esperanzas. Las fuerzas y el deseo por respirar se empezaron a desvanecer y a debilitar como lo hacían sus vidas.

—D-discúlpenos —anunció Sakura antes de salir rápidamente de la habitación junto con Ino.


Nuevamente el mutismo quedó en la habitación por un buen rato, de alguna manera el ambiente se volvió frío y afligido, mas aquella torturadora paz se rompió con los sollozos de la Hyuuga.

—No llores —murmulló Tenten.

—¿Eh?

Hinata alzó sus húmedos ojos para mirar a la castaña, quien le sonreía débilmente, se veía que seguía luchando contra los efectos anestésicos.

—Aunque llores no cambiarás las cosas —anexó Temari, quien por fin cerró su revista y miró despreocupadamente a sus compañeras.

—P-pero... Es que esto es muy fuerte, y-yo soy muy débil.

Nuevamente las lágrimas brotaron de sus pupilas; una tras otra caían dejando un rastro salado por sus pálidas mejillas.

—¿Te llamas Hinata verdad?

—Sí... Hyuuga Hinata.

—Yo soy Ama Tenten, y tú T-Temari ¿no?

—Sabaku No Temari.

La rubia desplegó la ventana, dejando que los suaves vientos entraran a refrescarles la cara. Tenten cerró momentáneamente los ojos y dejó que su cuerpo se sumergiera en un abismo de paz.

—Hinata, ¿cuál es tu sueño?

—¿M-mi sueño? Pues...

A su mente acudieron cientos de imágenes, cada una de ellas memorables. Recordaba la felicidad que alimentaba a su alma y los motivos por los que su sonrisa se mantuvo tantos años; evocaba todo el amor que poseía y que sus seres queridos le brindaban; ahora que se encontraba en esa situación se daba cuenta de todo lo que tenía... y todo lo que estaba por perder. Cerró sus ojos, juntó las manos en su pecho y sosteniendo el aire dejó que una suave lágrima escurriera.


—M-mi sueño antes era... superar mis miedos al público para poder ser una actriz, pero... —más gotas cristalinas emergieron de sus lunares ojos y apretó más sus manos—. Pero ahora mi sueño... no, más bien mi deseo e-es... vivir.

Sus palabras fueron tan sinceras que penetraron y quebraron los corazones de las otras dos jóvenes. Ellas también se encontraban en la misma situación, pero Hinata realmente lo sufría, ella era diferente, tenía las ganas de vivir, su aura emanaba esa melancolía y desesperación por conseguir un poco más de tiempo, porque sabía que se estaba deteriorando.

—Entonces cumplamos tu sueño.

—¿Q-qué? —preguntó alzando la cara.

La curiosidad de Temari también fue captada ante tal comentario, sinceramente no entendió lo que la Ama quiso decir.

—Dijiste que tu sueño y tu deseo es vivir ¿no?

Hinata asintió levemente aún sin lograr comprender.

—¿Y tú Temari? ¿Cuál es tu sueño?

—Ninguno, ahora que moriré pronto no tengo intereses... Es más, nunca los tuve.

La mirada de la blonda demostraba todo lo contrario, ella irradiaba un malestar y un deseo oculto; cosa que no fue desapercibida por Tenten.

—En ese caso Temari, no te importará acompañarnos ¿verdad?

Nuevamente la castaña dejó confundidas a sus compañeras, cada palabra que decía era más difícil de entender.

—¿Qué quieres decir? —preguntó la Sabaku No.

—Ahora que el efecto de la anestesia se me empieza a pasar me doy cuenta de muchas cosas. Ya que nos queda poco tiempo de vida, deberíamos aprovecharlo al máximo... Hay que cumplir tu deseo Hinata, hay que vivir, hay que vivir al máximo lo que nos queda de tiempo, hay que hacer las cosas que nunca creímos que llegaríamos a hacer, debemos atrevernos a ¡todo!


Un aire extraño se formó. Temari y Hinata miraban a la Ama con los ojos en blanco.

—¿A caso te pusieron sobre dosis? —preguntó la Sabaku No.

—¿¡Qué quieres decir con eso!? —rezongó.

—¡Que estás totalmente loca! ¿No te das cuenta de nuestra situación?... Estamos en el hospital, enfermas y desahuciadas, no creo que te dejen ir a realizarte.

—Es que no lo entiendes Temari, no les vamos a pedir permiso, nos vamos a escapar.


...


—Muy bien, oficialmente Tenten está loca.

—¡Oye!

—T-Tenten... —interrumpió Hinata—. Es totalmente descabellado lo que q-quieres hacer, además... acabas de salir de quirófano, n-no creo que puedas moverte.

La castaña se tiró a su almohada, colocó sus manos en la nuca y soltó un gran suspiro.

—En realidad no me hicieron ninguna operación complicada; sólo me abrieron para examinarme.

Nuevamente un silencio incómodo invadió el área. El viento siguió colándose y armonizó el momento.

—¿Entonces? Yo no sé ustedes, pero no me quiero quedar mis últimos momentos de vida postrada en esta cama siendo sometida a miles de curaciones que para fin de cuenta no servirán de nada.
Esas palabras eran duras pero ciertas. Y pese a todo lo que cada una de ellas ocultaba, el habla de la Ama estaba tuvo un mejor efecto del esperado.

—Y-yo... Quiero ir.