Long-fic El sentido de observar [Masuyo&Murai|S.S]

Tema en 'Mesa de Fanfics' iniciado por Kaisa Morinachi, 1 Febrero 2021.

  1.  
    Kaisa Morinachi

    Kaisa Morinachi Crazy goat

    Tauro
    Miembro desde:
    20 Julio 2015
    Mensajes:
    6,296
    Pluma de

    Inventory:

    Escritora
    Título:
    El sentido de observar [Masuyo&Murai|S.S]
    Clasificación:
    Para adolescentes maduros. 16 años y mayores
    Género:
    Amistad
    Total de capítulos:
    2
     
    Palabras:
    1458
    Amelie uwu <3


    夜のヒス
    Siseo nocturno


    —Tienes fuerza, pequeña Kobayashi —comentó en un momento, mientras nos trasladaba por el oscuro y sinuoso pasadizo. Yo me encontraba en una silenciosa y sepulcral seriedad, sí no fuera por su alto sentido del oído y que lo sostenía con firmeza, bien podría creer que se encontraba solo.

    —Es inevitable —respondí concisa, a esas alturas y con el sueño ganando terreno lo último que deseaba era charlar, pero tampoco lo dejaría en un silencio perpetuo; eso sería cruel, y yo no sería más cruel que todo lo que ya cargaba ahora. Los hitodama... Murai cargaba con demasiados hitodama.

    Almas.​

    —¿No estás cansada? —preguntó tiempo después, a lo que yo negué con la cabeza, aún centrada en la oscuridad que cada vez se me hacía más visible; las paredes, las leves curvaturas, la bifurcaciones. Sugita no Murai estaría ciego, pero las cosas importantes las tenía gravada a fuego: Él me guiaba a mi, y yo lo sostenía a él. Básicamente, a falta del mapa que me entregó Takano y dejé en el cuarto utilizado por mí estas tres noches... Murai se había vuelto mi mapa, y leerlo era distinto en demasía a visualizarlo.

    Una sonrisa sin gracia salió de mi boca ante aquel pensamiento. Los dos andábamos a tientas, ciegos, ¿no? Vaya chiste estábamos hechos. La risa aumentó un poco, y él se rió bajo de vuelta, ambos terminamos sonrientes. Era increíble como, entre todas las combinaciones, resultara que entre nosotros dos las risas eran en verdad un alivio en ese momento innecesario.

    —No se preocupe, Murai —hablé con seriedad sin perder la sonrisa—. Estoy más acostumbrada de lo que imaginas.

    Lo miraría de reojo, pero sabía que no había caso en ello a esas alturas. Aunque mi sonrisa se amplió y mis ojos se entornaron con compasión.

    >>He tenido que cargar un par de veces a Kenzaburo... Nunca fue fácil viajar con él.

    Soltó otra risa fresca, siempre ambos en un contexto sinuoso, tentando a nuestra desgracia, abusando de la decorosa suerte que poseíamos.

    —Ya veo —dijo con simpleza.

    —Si, ya veo que vez —comenté en el mismo tono, y esta vez nos reímos al audiosono, poco preocupados de nuestro alrededor, aunque fue efímero; al par de segundos ya éramos otra vez una presencia intangible a la distancia.

    Así anduvimos, entre risas desafiantes y comentarios compasivos. Fue un alivio para mi cuando nos adentramos bien hondo en el bosque, contrario a lo que, probablemente, pensarian los demás: Un bosque siempre me sería más grato que la ciudad que lo custodia. El bosque es libre, siempre será libre de nosotros.

    Murai y yo por fin éramos libres, a tientas y ciegas, pero libres.

    Amábamos la libertad, por eso detestábamos a los Taira. Diría que ninguno anhelaba la vida, más bien Murai la atesoraba, yo la custodiaba; como Kato custodiaba Kamakura, y sus discípulos el bosque. Era atemorizante, pero yo y Murai ya no temíamos su persona. Es más, puede que Murai Sugita en ningún momento haya sentido miedo, como el miedo que sentí yo al momento de casi perder a Kenzaburo en Tsu.

    Recién ahora, caminando con mi brazo sosteniendo su cintura, y mi mano libre entrelazada con la suya que cruzaba por sobre mis hombros, entendía por qué a esas alturas no teníamos miedo:

    No teníamos ningún enemigo en Kamakura, nunca lo tuvimos, por eso no fuimos controlados por ella. Una sonrisa de confianza plena adornaba mis labios mientras meditaba las cosas, dejándome guiar por las indicaciones concisas de Murai.

    Tal como solía pasar, la huida fue mucho más rápida que la llegada, fue más efímera que los eternos dos días en Kamakura; ni bien pude darme cuenta, ya no estábamos bajo la sombra de los árboles de Kamakura.

    Era sombra de árboles desconocidos para mí, sin significado más que el del compañerismo y afecto por Murai. Estaba aliviada, realmente alegre de haberlo podido sacarlo de ahí.

    Todos se enojarian, Takeda se alarmaría, Takano y Kuroki estarían frustrados al enterarse y yo tendría ganado el odio y desprecio de los Fujiwara; la incomprensión de Kenzaburo, la profunda pena de Taiyo. Pensar en eso me borraba la sonrisa, para volver a mi seriedad perpetua. No importaba qué, hasta para bromear y juguetear era seria:

    Todo tiene una razón, motivo y objetivo, hasta la más inútil e irrelevante cosa.

    Las enseñanzas de mi familia no se quedaron en mi memoria; se quedaron en mis instintos, en mis acciones, en mi voz por sobre las palabras.

    La determinación que poseía no era más que el valor mismo de los Kobayashi; Perseverencia: Un pueblo pesquero, leñador y artístico por sobre práctico. Vivíamos con poco, por lo que no teníamos grandes metas.

    La única gran meta fue enfrentar a los Taira, el labor de mi padre: Proteger a, quienes como nosotros mismos, no se podían protegerse debido a sus carencias. Y de tal forma, gracias a eso, es que a diferencia de los Minamoto, no nos habían aniquilado hasta reducirnos a uno, a pesar de que creí eso desde el primer día: El día de la masacre.

    —A esta hora aparecen Yureis —comenté solemne y la ausencia de risas me dio a entender que tenía mi atención de manera más seria, curioso—. Significa que pronto se hará de día —proseguí al segundo después, y la siguiente acción tras eso, y luego de un tiempo de avanzar, fue detenerme en seco. Murai no tuvo más opción que imitarme.

    Me separé con cuidado de él, nunca dejando de sostener su cintura, una vez frente el se aferró con algo de fuerza a mis hombros, pero lejos de hacerme daño. Ahora tenía una venda sobre los ojos, yo clavé mi mirada en ese elemento que sobresaltaba entre el resto de sus implementos. Le hablé con seriedad.

    —Murai, no podrás seguir haciendo venenos.

    Guardó silencio, serio.

    >>Déjame explicarme, Murai —sostenia con fuerza considerable su cintura, para que no forzara su pierna herida—. Ya no te beneficiará crearlos, no podrás valerte de tu vista para identificar los pigmentos, los detalles, esos que necesitan verse antes de tocarse —hablaba con seriedad y estoicismo, desde la preocupación y respeto—. Cuando sufrimos una baja tan grande como esta, Sugita no Murai, tenemos que acudir a cosas que, ningún bajo otro contexto, acudiríamos. Yo lo sé, Kenzaburo y yo hemos pasado por eso, y aunque no sé los detalles de su caso, soy consciente de que pequeño, irrelevantes y compasivos no fueron. A sufrido un montón, mucho más que yo, por eso es tan fuerte y formidable.

    Hice una pausa, analizando sus silencio, afianzando su agarre en la cintura mientras sentía como tensaba y des-tensaba sus manos sujetas a mis hombros. Seguí hablando tras pocos segundos de silencio, tenía su total atención.

    —Ahora tendrás que dejar de correr, callarte; tendrás que escuchar, estar atento a lo que dejas tras tu espalda, mientras que miras al frente inquebrantable.

    ... Silencio, agarré valor para soltar lo siguiente.

    >>Yo te enseñaré a ser un Ronin, te brindaré una espada que tomé de un guerrero Taita, una espada que conseguí defendiendo a los Fujiwara. Esa espada, Murai, será desde ahora en adelante tu nuevo juicio, o sí no te dejaré morir en este bosque tras tirarte a un río.

    Sonreí con sorna, sintiendo la leve tensión que antepuso a una risa cínica y sinuosa; siempre melodioso.

    >>Esta espada no tiene nombre, así que la nombraré Oportunidad, y será tu espada desde ahora en adelante. Kikai, Murai, será tu guía en cuanto ya no tengas que depender de la mía, será mi recuerdo en tus manos, mi fe en tu corazón, mi confianza en tu mente; sí le fallas a tu espada, significara una cicatriz más en mi cuerpo, Murai Sugita. Tu no quieres eso, ¿no? Luego de todo el esfuerzo que estoy haciendo por salvarte...

    Guardé silencio, para soltar un pesado suspiro cabizbaja. Volví a alzar la vista, lista para continuar.

    >>De tal forma, yo dejaré atrás mi época como ronin, como Kenzaburo volvió a resurgir con samurái. Sugita no Murai, tú serás mi maestro Shinobi, y yo tú maestra Ronin, porque sé que tengo mucho por enseñarte...

    Y una vez no tengamos nada más que aportarnos, seremos aliados; compañeros, amigos... Familia, Murai; cuando ese momento llegue, te aceptaré como un miembro más de los Kobayashi::
    Porque somos un bosque, y solo los grandes árboles toman presencia en la pequeña arbolada.
    Y son dignos de cargar el apellido...



    >>Piénsalo, ahora hay que apresurarnos en llegar a algún pueblo, pues se está haciendo de día y de noche la gente no es generosa.
     
    • Ganador Ganador x 1
    • Impaktado Impaktado x 1
  2.  
    Amelie

    Amelie Game Master

    Sagitario
    Miembro desde:
    12 Enero 2005
    Mensajes:
    7,801
    Pluma de
    Escritora
    Me encantó Mori!!! En verdad que si.
    [​IMG]
     
    • Fangirl Fangirl x 1
  3.  
    Kaisa Morinachi

    Kaisa Morinachi Crazy goat

    Tauro
    Miembro desde:
    20 Julio 2015
    Mensajes:
    6,296
    Pluma de

    Inventory:

    Escritora
    Título:
    El sentido de observar [Masuyo&Murai|S.S]
    Clasificación:
    Para adolescentes maduros. 16 años y mayores
    Género:
    Amistad
    Total de capítulos:
    2
     
    Palabras:
    805
    Capítulo basado en este post; en especifico esta parte:

    No lo consideraría cannon como tal, pero sí un fiel supuesto.
    Y pos nada, Amelie

    393e6c00da8d437f5c6cee5a4fbf244a.jpg
    Nogageru








    Todo... fue tan rápido y lento a la vez; rápido, el robo; lento, la conversación con Takeda, pudo haber sido tortuosamente lenta, pero más bien fue un gran alivio. Sin él, quién sabe cuanto me habría destruido lo que decidí hacer, lo que permití que hicieran. Bajo mi vista, mi apatía e indiferencia... ¿impostada? Ni idea; la cosa es que bajé con calma hasta las mazmorras. Saludé a Kirara con una simple inclinación de cabeza, para luego entrar a la celda de Murai, con el balde, para hacer... lo que se suponía que debía hacer.

    Pero no lo hice, y todo fue lento; y no hablé, y todo fue rápido. Vi como Murai tiró la primera aguja, de pie por mi parte; como Kirara se resintió ante el dolor, pero no le dio tiempo a reaccionar. Una segunda aguja, y mis ojos se entornaron, observando con frialdad la mirada tan furiosa como desconcertada de la Fujiwara. Debilidad... no se podía mover... ¿por qué no quería? Miré a Murai de reojo, como sonreía maniaco; su risa era desconcertante hasta para mí...

    Claro, las agujas; eso era... y sí te paralizaban por completo... Por todos los dioses Murai, eres un jodido asesino despiadado, ¿no?.

    Otra vez rápida, sinuosa, atona; le saqué la cadena que le quedaba... Entonces, mofándose de una desvalida Kirara; Murai presumió la agilidad de sus dedos al juguetear con la aguja que le sobraba...

    ¿En verdad, Murai?​
    ¿En verdad estabas dispuesto a...

    —Quieto —solté gélida, tras un suspiro pesado que con suerte y se habrá escuchado bajo la sádica risa del vejestorio ciego—, Murai —había dicho ambas palabras con calma, monocorde; solo con el volumen suficiente para que me escuchara, lejos de ser agresiva; estoica, parada con firmeza y la frente en alto, encarándolo a pesar de ser ciego...

    Oh, claro; el filo de mi katana amenazaba su cuello, obligándolo a alzar un poco su mentón. Ese fue el único motivo, según mi percepción, por el cuál no tiró la quinta aguja. Se quedó estático, como mi propio brazo sosteniendo el arma, en la cual sí apoyaba su garganta... Y a pesar de todo, el hombre sonreía con complacencia, por orgullo antes sus acciones.
    >>Guárdala —solté con un acento distinto; orden, amenaza, a pesar de que seguía siendo monocorde y a ojos y sentidos de otros, de seguro tan solo mantenía la misma apatía que me cargaba desde que entré al lugar: Él levantó las manos con falsa inocencia, montándose un teatro de rendido, para luego guardar la aguja en un lugar que ni yo pude discernir.

    Y en un abrir y cerrar de ojos, ya habíamos encadenado a Kirara... Ni siquiera se como podía respirar en esos momentos, con el gran nudo en mi garganta, ese que me impedía siquiera pensar en decir algo.

    ¿Disculparme? Claro que no, nada ahí era perdonable, nada.

    No la miré a la cara en ningún momento mientras la encadenábamos, en realidad solo la observé cuando Murai la estaba atacando... Lo hubiera hecho, ¿no? Claro que sí, cómo hubiera intentado matarla...

    me hubiera interpuesto en nuestro propio plan.
    Porque era esa clase de idiota.

    Una vez dándole la espalda a la chica encadenada, conmigo más calmada, mientras sostenía un costado de Sugita no Murai para que no forzara su pierna; volteé a verla por sobre mi hombro: Apática, solo para comprobar que seguía... Efectivamente, los ojos entreabiertos serían una desagradable tortura sí no podía pestañear. Fue solo un segundo que la miré, tal vez dos.

    —Vámonos, Murai —solté solo con la voz suficiente para que me escuchara; sin emoción alguna, ni siquiera mis gestos reflejaban algo y yo...

    Sentía frío.
    Mucho...
    mucho frío.

    Pero mis ojos ardían con fuerza.

    Si... ahí iba, guiándonos entre las sombras y penumbras...
    Sintiendo, no cediendo...
    Frío, calor...

    Angustia

    Apatía...

    Dolor...
    ¿dolía?

    No, ya no dolía.
    ¿Volvería a doler?
    A veces temía que no.
    Que simplemente iba a dejar de ser yo.
    そして未来はあなたの後ろでささやきます.
     
    Última edición: 17 Febrero 2021

Comparte esta página

  1. This site uses cookies to help personalise content, tailor your experience and to keep you logged in if you register.
    By continuing to use this site, you are consenting to our use of cookies.
    Descartar aviso