El secreto del mundo

Tema en 'Historias Abandonadas Originales' iniciado por Hyuuga, 25 Enero 2011.

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    El secreto del mundo
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    Hola a todos. Este es mi primer escrito original, espero que les guste, aunque este primer capítulo realmente hace alusión a su nombre, pues la verdadera historia comienza en el segundo capítulo.

    Autor: hyuggaTenTen
    Título: El secreto del mundo.
    Tipo: Original.
    Cantidad de palabras: 742.
    Advertencias: ninguna.

    El secreto del mundo.

    Capítulo 1: La historia antes de la historia.

    Fue en una época donde la luz y la oscuridad se enfrentaban constantemente. ¿Pero quién puede decir cuál es el lado correcto? Una cuestión así se inmiscuía en la mente de todos los habitantes de un mundo más antiguo que el de los dinosaurios.

    El hombre era carente de la tecnología, pero a cambio de eso desarrolló su cerebro a una capacidad que sobrepasa los límites de la inteligencia actual. La magia, como nosotros lo denominamos, era algo común.

    Toda persona estaba ligada a un elemento, y sólo podía hacer uso del mismo para elaborar algún hechizo o conjuro. Los más comunes eran los principales: Aire, Tierra, Fuego y Agua; pero existían personas dotadas, las cuales tenían lienzo con elementos más poderosos, y fue precisamente ese poder superior lo que causó la guerra entre ambos lados.

    La oscuridad era gobernada por un hombre mitad humano y mitad demonio cuyo nombre, proveniente del griego, era Achlus. Su piel era pálida, sus pupilas se tornaron rojizas por el fuego que podía lanzar al mirar fijamente y su cabello rubio cubría sus orejas y colgaba hasta su barbilla. Era un ser sumamente poderoso, era capaz de controlar los cuatro elementos principales; además tenía a sus servicio a hombres desterrados del reino de la luz por traidores, pues aprendieron e hicieron uso de la magia negra.

    La luz era encabezada por un una mujer escogida por los ángeles, su nombre era Leukós, igualmente proveniente del griego. Su piel desprendía un suave brillo y sus cabellos plateados crecieron hasta sus tobillos. Ella era una mujer muy generosa y llena de bondad. Podía controlar la luz y la electricidad a su antojo, y por medio de una flauta producía hermosas melodías ante los oídos de sus seguidores, pero en contrario, la música torturaba los tímpanos de sus enemigos.

    Los orígenes de ambos líderes eran totalmente desconocidos. Incluso muchos pensaron que esos no eran sus verdaderos nombres y que quizás hubiera una gran historia detrás de todo. Pero nunca nadie tuvo el valor de preguntar, por lo que el misterio de Leukós y Achlus permaneció siempre.

    El tiempo de la verdadera batalla llegó. La oscuridad ganó gran poder cuando su líder raptó a la hija de Leukós, una joven de dieciséis años. Le cortó los brazos y las piernas, le sacó los ojos y agonizante la ofreció al demonio supremo a cambio de fuerza. La luz se debilitó pues su reina decayó ante la muerte de Lumen. Estaban apunto de perder, Achlus tenía todas las cartas necesarias para triunfar, pero un desafortunado suceso le dio un giro al resultado final.

    El propio hijo de Achlus, Tebras, se levantó en contra de él, pues estaba profundamente enamorado de Lumen. Ellos dos llevaron durante mucho tiempo una relación secreta, solían verse a escondidas todas las noches de luna llena en los montes que marcaban la frontera entre ambos reinos.

    Fue quizás la batalla más caótica que el mundo presenció. Leukós recuperó su voluntad y sus deseos de luchar al enterarse de la traición de Tebras. El amor de él hacia su difunta hija le hizo creer que todavía quedaba una posibilidad de triunfar, por lo que le prestó su fuerza y juntos lanzaron el hechizo de sellado más peligroso que se conocía. Lograron encerrar a Achlus en un hoyo negro dentro del universo, pero aquél hechizo tenía sus consecuencias.

    Tanta energía y poder fue concentrado que se rompió el equilibrio estacional, lo que originó una explosión en el universo que siglos más tarde fue denominada como “el big bang”.

    La luz ganó la batalla, pero inevitablemente la explosión eliminaría todo, por lo que la reina Leukós con lo que le quedaba de fuerzas lanzó un último hechizo...

    —Todos renacerán en un nuevo mundo, uno donde predominará la luz... Pero Achlus no está muerto, el mal irá invadiendo poco a poco a la Tierra y estoy segura que con el tiempo él hallará el modo de salir de su prisión. Tebras... Cuando ese momento llegue tú y Lumen serán los responsables de acabar con él... Búscala, ella también renacerá.

    Esas fueron las últimas palabras de Leukós.

    Y tal y como se predicó, el mundo volvió a nacer. Muchas épocas pasaron para que el planeta llegara a la fecha predestinada... Aquella donde el caos empezó a ser más notorio y llevó de la mano la tecnología: Un abril del 2015.
     
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    Sinceramente no esperaba que alguien comentara xD subo esta historia por el puro placer de hacerlo, en fin, si alguien lo lee, espero lo disfrute.

    Capítulo 2. Un encuentro destinado.

    Era una fresca mañana de primavera en los Ángeles California. Los pájaros madrugadores canturreaban y revoloteaban por el cielo. Había varias nubes, en su mayoría blancas, pero por lo general llovía en las tardes.

    Una muchacha de veintidós años caminaba sin preocupaciones ni intereses por un barrio bastante descuidado. Ella tenía su cabello castaño todo alborotado, su cara sin maquillaje lucía grandes ojeras y su vestimenta consistía en unos jeans desgarrados, una playera azul con manchas de comida acompañada por una sudadera negra y unos converse que alguna vez fueron blancos.

    —¡Joanna!

    La chica se detuvo en seco al escuchar aquella voz tan familiar. Una mujer de treinta años se acercó. Su cabello era corto y de color negro con rayos azules, lucía piercing en ambas cejas, dos en su labio inferior y uno en el ombligo. Vestía una ombliguera negra pegada al cuerpo, pantalones de cuero del mismo color y botas hasta las rodillas.

    —Espero que hayas traído el dinero.

    —No pude conseguirlo Dora.

    Joanna recibió una fuerte cachetada. Se quedó atónita y con una mano cubriendo su enrojecida mejilla.

    —¡Eres una inútil! —Dora la tomó por las ropas y la acorraló en un callejón—. Se te ha brindado más tiempo, pero ya se te terminó.

    Sus ojos se abrieron al vislumbrar un cuchillo que su agresora sacó de entre sus ropas. Sintió el filo reposar en su vientre; un nudo se formó en su garganta y su cuerpo se estremeció por completo.

    —Si gritas... será mucho peor para ti.

    La joven castaña gimió de dolor cuando Dora incrustó un poco el cuchillo. Lentamente lo movió y empezó a desgarrar su piel.

    —D... detente —pidió entre dientes.

    El dolor que sentía la obligó a empujarla, le dio un puñetazo en la cara y salió corriendo. Su cuerpo empezó a sudar y sus fuerzas se iban yendo; estaba perdiendo mucha sangre, debía hacer algo con la herida pero primero tenía que buscar un lugar seguro.

    —¡Ah! —gritó al escuchar un tronido.

    Apenas giró la cabeza y pudo distinguir a Dora acompañada de dos sujetos armados. El temor a ser asesinada la hizo mantenerse consciente y seguir corriendo. Escuchaba cómo las balas eran disparadas, no dejaba de correr, pues de hacerlo era más probable que le dieran.

    Los lugares por donde ella estaba eran bastante peligrosos, los balazos ya eran algo común, así que la policía dejó de meterse en esos asuntos, jamás acudían al llamado, y eso ella lo sabía bien, por lo que no podía esperar ayuda de nadie.

    —Mierda —masculló al verse encerrada en una calle vieja.

    —Parece que llegó tu fin —rió uno de los sujetos con un semblante maquiavélico.

    Los tres atacantes la acorralaron y soltaron leves risillas para intimidar más a la pobre chica. Ella no mostró temor en su rostro pese a que lo tenía, pues sabía que de hacerlo les causaría más satisfacción, y definitivamente ella no les daría el gusto.

    —Debiste pensarte las cosas antes de meterte con nosotras Joanna —balbuceó Dora—. Así hubieras tenido una vida más larga, ¡a no!... Espera, hubieras muerto de hambre.

    Estallaron en carcajadas. Joanna apretó los dientes y los puños, sintió que su sangre hervía del coraje que sentía, pero por más que quisiera hacer algo no podía... Aquella herida le estaba matando del dolor.

    —Mátenla.

    Los hombres a sus costados sacaron una pistola, apuntaron y...

    —Ah...

    Dispararon.

    Cayó desplomada al piso, soltó una gran bocanada de sangre y empezó a respirar violentamente.

    —Muere como la cucaracha insignificante que eres.

    Se retiraron. Quizás nadie notó el crimen que se acababa de cometer, o tal vez sí, de cualquier forma por esos rumbos nadie prestaba ayuda; vivían con temor, ninguna persona se quería involucrar en asuntos ajenos.

    Ahora tenía más de una herida. Tres balas se incrustaron en su cuerpo; la primera en su abdomen, la segunda en su pierna derecha y la tercera en su hombro izquierdo. Empezó a arrastrarse, su corazón estaba latiendo incontrolablemente y ya le costaba trabajo respirar.

    —Que... Alguien me ayude...

    Sus ojos se empañaron y salieron a relucir lágrimas que limpiaron su sucio rostro. Era un dolo inmenso el que sentía, y no me refiero al físico, no... El dolor que ella sentía era emocional. Odiaba su vida, siempre lo hizo... No sabía lo que hizo para que le tocara una posición en el mundo tan deplorable.

    —Oliver... ¿Por qué no puedo ir contigo? —se preguntó al borde del desmayo.

    Empezó a sentir sus ojos muy pesados. Con muchos esfuerzos logró acostarse bocarriba para poder mirar el cielo. Su mente era un mar de bombas; tenía miles de recuerdos horribles, y los buenos... Escaseaban, no podía recordar cuándo fue la última vez que sonrió.

    —¡Señorita! —escuchó un grito—. ¿Está bien?

    No prestó atención a la voz; no tenía la suficiente fuerza ni interés. Ya deliraba cosas que ni siquiera vivió, sus inútiles intentos por respirar desaparecieron, ya no le importaba el aire, tan sólo... quería irse con aquella persona.

    —O...liver.

    Perdió el conocimiento, su desangrado cuerpo no pudo mantenerla más despierta.

    Un joven de buen porte se acercó corriendo hasta ella. Él poseía una cabellera azabache y unos ojos oscuros asemejados a los de un depredador. Notó que la joven estaba herida de bala, así que rápidamente se quitó su saco, lo rasgó y empezó a cubrir las heridas para evitar que derramara más sangre.

    —¡Alguien ayúdeme, ella necesita ir a un hospital!

    Nadie respondió a su llamado, todos pasaban de largo sin mirarle. Claramente aquél caballero no pertenecía a esa zona, no estaba consciente de la falta de humanismo de las personas. Al ver que estaba solo decidió actuar por su cuenta. La subió a su auto y la llevó tan rápido como pudo a un hospital.

    Una vez allá la pasaron de inmediato a urgencias. No entendía bien porqué tenía una sensación de angustia si no conocía a aquella chica, pero algo dentro de él lo frenó a permanecer allí y a estar pendiente de su situación.

    Pasaron un par de horas. EL muchacho estaba desesperado, dando de vueltas como león enjaulado y comiéndose las uñas. Pronto las puertas se abrieron y salió una enfermera con una tablilla de notas en la mano.

    —¿Es usted Santiago Angelo?

    —Sí, ¿Qué pasó? —preguntó con serenidad.

    —Es un caso extraño, una de las balas le perforó el estómago.

    El joven abrió los ojos y se quedó trabado por unos segundos.

    —En circunstancias normales ella debería estar muerta, realmente es un milagro, aparte ella perdió mucha sangre debido a que tiene una herida de cuchillo en el abdomen.

    —¿Cuándo podré verla?

    —En estos momentos será transferida a una habitación, además requerimos ciertos documentos de la paciente y una identificación de usted.

    Calló de inmediato, una sensación de estar atrapado le invadió, pero no podía quedarse quieto.

    —Lo que sucede es que ella es mi prima y viene de un pueblo en México. Pero en el camino la asaltaron y le robaron todo lo que traía, incluyendo sus papeles.

    —Ya veo, en ese caso la policía empezará una investigación, tendrá que dar testimonio, hasta entonces por favor permanezca en la sala de espera.

    Santiago sabía que tarde o temprano descubrirían que todo lo dicho fue una gran mentira, pero no podía decir la verdad, ya que si lo hacía iría de inmediato a la cárcel, pues al haber traído a una chica herida de bala y no poseer ninguna prueba de no haber sido él quien disparó, lo encerrarían hasta hacer una investigación minuciosa.

    Siguió a los doctores para ver la habitación donde la meterían y esperó cerca de quince minutos para que todos salieran, una vez verificado todo esto se inmiscuyó en el cuarto sin ser detectado.

    Ella estaba con suero y muchos cables conectados a su cuerpo. El lugar era silencioso, sólo se escuchaba un sonidito proveniente de un aparato. Instintivamente se acercó y se quedó pasmado contemplando su pálido rostro.

    —¿Qué es este sentimiento que tengo? —se preguntó en susurros.

    Una punzada en su pecho le informaba que algo no andaba bien. Era un presentimiento que le clavaba dudas que ni siquiera comprendía, pero de alguna manera sentía conocer a la muchacha de alguna parte.

    —¿Dónde... estoy?

    Se estremeció cuando ella abrió sus irritados ojos, parecía como si hubiese dormido una eternidad. No supo que contestar, las palabras no le salían de su boca.

    Joanna lo miró un par de segundos, luego sin decir palabra alguna, se quitó la mascarilla de aire, se sentó y empezó a retirar todos los cables que tenía en su cuerpo.

    —¡Oye espera! —exclamó el joven ante tal acción—. No hagas eso.

    —Cállate.

    Quedó sorprendido por su apatía, pero más que eso, su asombro se debía a lo que estaba haciendo.

    —Mierda... Este va a doler.

    Notó que tenía incrustado por debajo de la piel el cable del suero, pero sin más remedio lo tomó y lo jaló violentamente.

    —No entiendo... ¿Cómo puedes levantarte?

    Ella no le respondió, simplemente se levantó y empezó a buscar su ropa.

    —Al menos podrías contestar.

    Encontró lo que buscaba y sin importarle la presencia del masculino, se despojó de la bata y se colocó sus prendas.

    —¡Espera! —balbuceó apenado y tapándose los ojos.

    —Eres demasiado escandaloso, cállate de una buena vez.

    Terminó de vestirse y rápidamente empezó a buscar algo en la habitación.

    —¿Por qué me ayudaste?

    —Porque estabas en problemas.

    Le clavó la mirada. Él se sintió algo tenso, pues sus ojos eran bastante profundos y no parecían dedicarle ninguna mirada agradable. Un sonido peculiar sacó a la chica de sus pensamientos; rápidamente echó un vistazo por la ventara para encontrarse con algo que la obligó a fruncir el ceño.

    —No puede ser... La policía.

    —¿Te importa mucho?

    Joanna comenzó a ponerse nerviosa, caminaba de un lado a otro con desesperación.

    —¿Te das cuenta en la posición en la que estamos?

    —La verdad no —contestó él sin lograr entender.

    —Piénsalo de esta forma. Me trajiste al hospital herida de bala, lo que te convierte automáticamente en un sospechoso, te involucrarás en trámites legales, y como yo no tengo papeles irás directo a la cárcel hasta que se compruebe tu inocencia, además ¿qué van a pensar cuando vengan y vean que mis heridas están básicamente recuperadas?

    Santiago se quedó perplejo, parpadeó un par de veces y luego corrió hacia la ventana.

    —Entiendo ¡escapemos!

    —¿Pero por dónde? Ellos ya vienen.

    Escucharon pasos presurosos, sin duda alguna se dirigían hacia la habitación, ya no había tiempo de nada, tenían que escapar cuanto antes.

    —¿Por la ventana? —preguntó ella levantando la ceja.

    —¿Tienes una mejor idea.

    El picaporte se giró.

    —No ¡andando!

    La puerta se abrió y tres policías entraron con macanas y rifles. Alcanzaron a ver cómo uno de ellos salía, por lo que rápidamente pidieron refuerzos para acorralarlos y como si fueran viles cucarachas se empezaron a esparcir por todo el lugar.

    —¡Sujétate! —gritó él.

    Lograron subir a la azotea, pero ahora sí estaban atrapados, pues ya no había lugar al cual acudir.

    —¡Ellos subirán aquí en cualquier momento!

    —Tranquila mujer, debemos guardar la calma y buscar una solución.

    —¿¡Qué solución!?... ¡No te das cuenta que estamos en la azotea! ¿A caso quieres saltar?

    Por la puerta que daba al lugar ingresaron tres oficiales y sin dudarlo les apuntaron con sus armas.

    —Pues si eso nos va a sacar de esta... ¡Sí!

    La agarró con fuerza por la cintura y se dejaron caer. Ella gritaba desgarradoramente aferrándose al cuerpo del mozo. Éste agarró sus piernas para cargarla completamente y así lograr que su plan saliera exitosamente.

    Los gritos de la gente no se hicieron esperar, aunque claro que nadie hacía nada, solamente los observaban caer. El aire les pegaba duro en la cara impidiéndoles abrir los ojos, pero Santiago luchaba en contra de eso, pues necesitaba vislumbrar un poco la distancia que les faltaba para llegar al suelo.

    —¡Va a doler! —gritó la joven un metro antes de impactar...

    Un silencio se presentó y una nube de polvo cubrió la escena. Rápidamente la multitud se empezó a acercar y las llamaderas para una ambulancia comenzaron.

    Su respiración era agitada, su pulso estaba más que acelerado y su corazón parecía querer salir.

    —Lo... lo logré.

    Ella abrió sus ojos. ¿¡Cómo podía ser posible!? Habían caído de pie, no tenían ningún sólo rasguño.

    —¿Sabes que detrás de esta cortina polvosa nos espera una muchedumbre que nos acosará con preguntas?

    —Lo sé mujer... ¿Pero cómo escapar?

    Joanna se bajó de los brazos de Santiago y le tomó de la mano, cosa que a él le extrañó.

    —Supongo que esto estará bien, después de todo tú eres un sujeto igual de extraño que yo.

    No entendió sus palabras hasta que en un parpadeo se encontraron en el mismo callejón donde él la encontró tirada.

    —¿Pero qué diablos fue esto?

    —Cállate y sígueme.

    Caminaron un par de cuadrillas. El joven sentía miradas punzantes por parte de todos los habitantes; ellos tenían una mirada drogada, se les veía maldad a simple vista. Llegaron a una casita que más bien era una pocilga, estaba toda desordenada, había polvo por todos lados, pilas de ropa y el lavadero estaba tapado por trastes sucios.

    —¿Qué es este lugar?

    —Aquí vivo yo —contestó secamente quitándose su sudadera manchada de sangre—. Toma asiento.

    Acató la orden y se posó en un sillón que tenía los resortes vencidos.

    —Ambos nos debemos una explicación —comentó con frialdad y mirándolo directo a los ojos—. Pero antes de eso... Al llevarme al hospital debieron preguntarte tu nombre, y ahora eres un sospechoso de la policía al igual que yo, así que ten por seguro que encontrarán tu domicilio.

    Él soltó una leve ricilla y cruzó los brazos, cosa que a ella le irritó.

    —No me creas tan idiota. Al encontrarte herida en un barrio tan feo y peligroso como este, y al ver el estilo de ropa que usas no pudo fiarme de ti, sospeché que podía meterme en problemas, así que di un nombre falso.

    —¿Cuál nombre?

    —Santiago Angelo.

    —¿Y cómo te llamas de verdad?

    —Lian Lee.

    —¿Puedo creer que ese es tu verdadero nombre?

    —Si quieres te enseño mi acta de nacimiento.

    Ella esbozó una media sonrisa arrogante, dio un golpe en sus rodillas y prosiguió hablando.

    —Muy bien Lian, escupe la sopa.

    —No lo creo, antes de eso tienes que decirme tu nombre.

    —Joanna.

    —Joanna qué.

    —No tengo apellido.

    —Debes tener uno.

    —Lo tuve. Para mí no existe más, no hay ningún papel ni registro donde indique que llevo un apellido.

    El joven entendió que no debía insistir más, pues podría irritarla.

    —Está bien Joanna, pero creo que te corresponde a ti contar primero. Hagámoslo en orden de rarezas.

    Ella levantó una ceja, dándole a entender que no había captado la idea.

    —Tus heridas eran de muerte, la enfermera dijo que tu estómago fue perforado por una bala y aún así estás aquí como si nada.

    Hizo una mueca de desagrado, torció la vista y de brazos cruzados empezó a hablar.

    —No sé porqué, pero desde que nací mi cuerpo se regenera a una velocidad increíblemente rápida. Dependiendo de la herida es el tiempo que se tarda, pero nunca he podido morir debido a esto. Esta no es la primera vez que me intentan matar ni que me disparan, incluso yo misma me he querido suicidar en varias ocasiones, pero nada funciona... Siempre termino recuperándome sin logar matarme.

    La voz de la muchacha se tornó afligida con un deje de irritación. Su mirada estaba marcada con dolor, a simple vista podía distinguir que sus ojos habían visto cosas traumantes que jamás podría superar.

    —Eso es... a mi punto de vista algo muy interesante.

    —Pero no para alguien que quiere dejar de vivir.

    Hubo un momento de silencio. Lian estaba totalmente interesado en oír la historia de Joanna, pero sabía que no era el momento indicado para preguntárselo, pues él para ella era un completo extraño.

    —Y con respecto a la tele-transportación... ¡pues qué jodes! Es obvio que es otra rareza que puedo hacer. Pero basta de mí, es tu turno.

    —No hay mucho qué decir. Desde que tengo memoria he tenido la habilidad de saltar muy alto y aterrizar de pie, como si fuera un gato, incluso me he preguntado si mi genética no fue mezclada con la de algún felino.

    Joanna se soltó a reír en forma de burla.

    —¡Sí que eres un idiota!

    No le dijo nada, ni siquiera se molestó. Sentía que algo enterrado dentro de su corazón brotaba, una sensación que alguna vez sintió... O al menos eso pensaba. Sinceramente, su encuentro con Joanna no lo tomó como una simple casualidad.
     
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    marabu

    marabu Iniciado

    Acuario
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    ajajajajja que me dio risa el final xD
    me encanto la historia esta muy buenaaa!!!
    debo decir que esta es una de las historias originales que mas me a gustado :)
    me gustaría poder tele-transportarme, podria ir a donde quisiera. :O
    bueno ademas de eso me encantaría que siguieras la historia :)

    Chaooo :)
     
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    Wicherk

    Wicherk Entusiasta

    Virgo
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    No esperaba menos de ti :)... Me gusto mucho ojala los estudios te dejen publicar mas...

    Solo una queja que mas bien es sugerencia... El primer capitulo, no debiste contarlo todo asi, debiste guardarte eso para ti :) la mitologia es interesante porque no la entendemos y si sueltas todo eso a la primera pierdes bastante material con el que pudiste trabajar! Mantener al lector interesado y curioso es el objetivo principal

    Pero si decides contarlo de esa forma te toca trabajar asi (tal vez asi lo tenias planedo y yo aca hablando bobadas pero bueno)
     
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