Saint Seiya El Sacerdote【 Minos x Anna 】

Tema en 'Fanfics de Anime y Manga' iniciado por Rashel Vandald, 11 Enero 2021.

  1.  
    Rashel Vandald

    Rashel Vandald <3 <3 Felices fiestas. <3 <3

    Capricornio
    Miembro desde:
    16 Diciembre 2011
    Mensajes:
    96
    Pluma de

    Inventory:

    Escritora
    Título:
    El Sacerdote【 Minos x Anna 】
    Clasificación:
    Para adolescentes maduros. 16 años y mayores
    Género:
    Fantasía
    Total de capítulos:
    1
     
    Palabras:
    827
    Fandom: Saint Seiya © Masami Kurumada. || “The Lost Canvas” © Shiori Teshirogi.

    Tipo de Fic: Drabble.

    Pareja: Anna & Minos.

    Géneros: Drama. | Dark-fic.

    Advertencias: "Romance" tóxico. | Universo alterno. | Crack!Shipp. | OOC.

    Aclaración: Anna no es un OC, aparece en un especial de Teshirogi; canónicamente, en su universo, ella es una "monja oscura" a los servicios del juez.


    _____________________________

    Oía lluvia. Oía truenos. Oía un llanto.


    —Déjenos solos —pidió él a los padres de la casi muerta joven que se hallaba acostada bocarriba sobre su cama.

    —S-se… se la en-encargamos… padre —sollozó la madre, siendo abrazada por su esposo.

    —Tengan fe en dios —asintió él usando un tono delicado y comprensivo.


    No hace mucho, los doctores le habían dejado volver a casa luego de haberse intentado hasta lo imposible por salvarla; lamentablemente, el que la familia de esta chica tuviese el dinero suficiente para cargar con los costos médicos, no la había salvado. Ahora ya no le quedaba mucho. Ella lo sabía, los padres de ella lo sabían, y por supuesto… él también lo sabía.


    Apenas teniendo un poco de conciencia, aquella joven mujer de apenas 21 años, veía borrosamente la imagen oscura que se acercaba a su cama.


    Sin poder hablar debido a lo mal que se sentía, Anna apenas pudo parpadear un par de veces, cerrando sus ojos como una muestra de su próxima muerte.


    Lo sintió sentándose en la cama a su lado, sin el más mínimo respeto.


    —¿Y cómo te va? —le susurró divertido—. ¿Disfrutaste tu vida humana?


    Él le apartó el fleco rubio y con una fría burla, hizo una cruz sobre su piel.


    —Sabes que tu alma no le pertenece a él. Me pertenece a mí —se rio de forma malsana y hasta seductora.


    Ella lo sabía. Lo sabía bien.


    Él se levantó y se inclinó hacia su oreja para expresarle con cierta impaciencia:


    —Vamos. Anda —le susurró, llevando una de sus grandes manos hacia la de ella—, muere ya. Tú y yo tenemos asuntos pendientes en casa. Te he extrañado mucho.


    Anna sabía a qué se refería.


    Antes de despertar como un bebé en una incubadora de hospital, ella había sido una esclava. No, más bien, una concubina. De nadie más y nadie menos que del juez infernal, Minos.


    En su anterior vida, por allá en 1870 en Grecia, ella había muerto siendo sacrificada por su pueblo para que Minos tuviese misericordia de los hombres del rústico lugar, que osaron de burlarse, en una noche de fiesta, del poder del juez, lo que ocasionó que, con toda su gloria, éste se manifestase y amenazase con levantar una terrible maldición sobre todo ellos si no le daban el alma de una doncella virgen como una muestra de arrepentimiento.


    De entre muchas chicas, Anna había sido la elegida.


    Una noche de mucha lluvia… justo como esta, Anna había muerto debido a un brebaje envenenado entregado por Minos a los hombres (entre ellos el padre de Anna, quién también había participado en aquella osadía) para que la muchacha pasase a ser la propiedad en alma y espíritu del temible juez.


    Ella se resistió. Imploró y lloró porque no se le hiciese tal cosa, pero luego de ser apaleada, fue obligada a beber el veneno que más tarde la haría la puta de Minos.


    Mucho más tarde, Anna se enteró que, de todas formas, Minos destruyó el pueblo quemando a todos sus habitantes; sólo por diversión.


    En cuanto a ella, sin desearlo, luego de morir, él la tomó como su pasatiempo sexual favorito. Jamás la agredió ni la compartió con nadie, pero sus deseos iban más allá de la penetración y simples juegos mortales.


    Eso claro, hasta que, en una de esas noches, a él se le dio por ser generoso y preguntarle a Anna si quería volver al mundo terrenal. Ella, sin pensarlo, le dijo que sí.


    Qué ilusa había sido.


    Para empezar, cada vez que ella se fijaba en un hombre; a este le pasaban cosas horribles; desde morir violentamente hasta el fallecimiento de alguien cercano a éste.


    Si algún hombre cometía el atrevimiento de siquiera hacerle un halago, éste sufría de muy mala suerte por mucho tiempo.


    Bajo la clara amenaza de que aun viva ella seguía perteneciendo a Minos, Anna, nació como una chica humana, de hecho, incluso nació bajo su misma apariencia física; sin embargo, también nació con serios problemas de salud. Lo que le había dado una vida llena de dolor, soledad, decepción y tristeza.


    Ahora, él estaba ahí, disfrazado de sacerdote católico, burlándose de su segundo final.


    —Nos veremos en casa, querida —le dijo besando suave, pero perversamente sus labios.


    Rindiéndose, Anna volvió al inframundo con Minos; su cruel dueño… a quien, de manera desquiciante y lujuriosa, también había extrañado.


    —FIN—
     
    Última edición: 11 Enero 2021
    • Me gusta Me gusta x 1

Comparte esta página

  1. This site uses cookies to help personalise content, tailor your experience and to keep you logged in if you register.
    By continuing to use this site, you are consenting to our use of cookies.
    Descartar aviso