Long-fic El Rezagado [The Last Of Us]

Tema en 'Fanfics sobre Videojuegos y Visual Novels' iniciado por TheSerj, 29 Junio 2020.

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    TheSerj

    TheSerj Iniciado

    Acuario
    Miembro desde:
    29 Junio 2020
    Mensajes:
    3
    Pluma de
    Escritor
    Título:
    El Rezagado [The Last Of Us]
    Clasificación:
    Para adolescentes maduros. 16 años y mayores
    Género:
    Aventura
    Total de capítulos:
    2
     
    Palabras:
    862
    La Fiesta (Prólogo)

    La música de la taberna de Seth sonaba amortiguada, donde la gente continuaba bebiendo y bailando. Incluso podían distinguirse las voces y las risas desde la valla de madera donde Jeff se encontraba sentado, fumando medio porro. Había bebido lo suficiente, ya se notaba con el puntillo y supo cuándo parar. La puerta de la taberna se abrió y una figura fue caminando por el camino. Dado a la forma y la dirección que tomó - más o menos hacia el propio Jeff -, además de ese pelo, se figuró que se trataba de Jesse. Caminaba con las manos metidas en los bolsillos de su cazadora y la mirada clavada en el suelo.

    Jeff le pegó otra calada al porro antes de silbar un poco para llamar la atención de Jesse, que se percató y fue al encuentro de Jeff. Estando ya cerca, comenzó a olfatear el aire.

    - ¿Te estás fumando un porro aquí? Pensaba que lo habías dejado. - Comentó Jesse cuando llegó a su altura, aunque no se sentó en la valla que daba al invernadero junto a su amigo.

    - Es el primero en... ¿tres semanas? Es de lo de Eugene... - no podía evitar acordarse de Eugene, que había muerto hacía poco. Jeff le ofreció lo que quedaba del porro -. ¿Vas a dormirla?

    - Sí, me voy a la cama. -Rechazó el porro con la mano-. Mañana hay patrulla.

    - Ni que un par de caladas te fueran a dar resaca. O achinarte más los ojos... - bromeó. Jesse rió levemente y accedió, dándole una sola calada, pero profunda. Sostuvo el humo unos instantes y lo soltó poco a poco, aguantando las ganas de toser mientras se lo pasaba de vuelta a Jeff.

    - Me largo antes de que me termines liando. Tienes más peligro que Tommy.

    Jeff se rió negando con la cabeza y le mostró el dedo corazón mientras Jesse se iba. Volvió la mirada al suelo, cubierto de nieve, y se terminó el canuto con tranquilidad. Lo tiró y se quedó allí unos minutos, disfrutando la nube de hormigueo en la que estaba envuelto. Ni si quiera notaba el frío.

    No pasó mucho rato antes de que la puerta de la taberna se abriera nuevamente y alguien abandonara el interior con paso raudo, casi agresivo. Jeff frunció el ceño, tratando de distinguir quién era. Cuando estuvo más cerca se percató de que era Joel, y de que le pasaba algo. Jeff volvió a silbar, de manera similar a la de antes. Joel lo miró y lo saludó con la cabeza, pero siguió su camino sin detenerse. Jeff resopló y bajó de la valla de un salto para ir trotando en su busca.

    - ¡Joel! Espera, joder. ¿Dónde vas con esa cara tan larga? - Dijo al unirse a su marcha.

    - Ahora no, Jeff. - respondió Joel, cortante. Al momento supo que debía tratarse de Ellie. Sólo se ponía así por ella. No era un tema del que hablaran. Sin embargo, Jeff clavó la mirada en sus botas mientras caminaba y suspiro.

    - Es muy mala edad... dale tiempo. Yo también te odié por lo de mi hermana. - Al decir eso, Joel pareció estremecerse. Se detuvo y miró a Jeff, esta vez no había rabia en su rostro. - Eres toda su familia, igual que la mía. En algún momento... lo terminará entendiendo. - La voz de Jeff era apenas un susurro. Le dolía ver así a Joel. El hombre mayor guardó silencio unos instantes.

    - Puede que tengas razón... - clavó la mirada en la de Jeff y sonrió levemente-.

    - ¿Y esa cara de viejo verde? - Jeff se rió, contento de haber animado un poco al vejestorio.

    - Tienes la fiereza de Tess en la mirada. - Respondió Joel casi con ternura. Jeff también sonrió. - Estaría muy orgullosa de ti, chaval...

    - Sí... eso espero. La echo de menos...

    El hombretón suspiró y apretó afectuosamente el brazo del joven.

    - Yo también, chico... - añadió Joel con la voz casi quebrada-. Yo también...

    Joel siguió andando y Jeff se quedó mirándolo mientras se iba. Se ajustó la pseudocoleta, muchos mechones de su pelo se escapaban y casi siempre había alguno que le molestaba en el rostro. Caminó de vuelta a su casa, se le había pasado el ciego con la conversación y también el sueño.

    De vuelta en su casa - era poco más que un garaje, similar al hogar de Ellie - se quitó la cazadora verde y sacudió la nieve de la parte baja antes de colgarla en el perchero junto a la entrada. Se acercó al tocadiscos junto al sofá, tomando uno de los vinilos que había amontonados tras el tocadiscos y bajo la mesa sobre la que reposaba. Sonrió un poco mientras sostenía uno de los discos de Johnny Cash y lo colocó en la máquina, sonando The Man Comes Around. Ese disco se lo había regalado Joel, y a Tess le encantaba.

    Se dejó caer en el sofá escuchando la música y se quedó dormido antes de que la canción terminara.
     

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    Escritor
    Título:
    El Rezagado [The Last Of Us]
    Clasificación:
    Para adolescentes maduros. 16 años y mayores
    Género:
    Aventura
    Total de capítulos:
    2
     
    Palabras:
    2291
    Capítulo 1: Boston


    El sonido de un taburete al caerse hizo que Jeff apartase al vista de sus propias uñas, que estaba limpiando con la punta de su navaja. Junto a la barra había un tipo tirado, inicialmente pensó que habría pelea, pero solo se trataba de una buena borrachera. Ahí abajo servían auténtico veneno, siempre de forma clandestina. En la Zona de Cuarentena de Boston casi todo el ocio se llevaba de forma ilegal. Volvió la mirada a Phil, el tipo que había sentando en la mesa con Jeff, que estaba terminando su copa.

    - Me voy ya. Te veo mañana, no te olvides de avisar a Mark. - Comentó mientras plegaba su navaja con un par de giros de muñeca y se levantaba. - Seguro que no se lo quiere perder.

    - Segurísimo, vaya. Le tiene ganas al hijo de puta. - Respondió Phil y alzó su copa, con apenas unos restos de whisky, a modo de despedida-. Hasta mañana, tío.

    Se despidió con un gesto del barman y de los presentes conocidos mientras caminaba hacia la salida. Al traspasar la puerta metálica se encontraba en un pasillo lleno de escombros y totalmente oscuro, que pertenecía al sótano de cualquier sitio. Lo suficientemente cerca de la ZC como para que fuera seguro de infectados, y lo suficientemente escondida para estar a salvo de militares, FEDRA y cualquier otra persona sin hongos que no fuera de fiar. Avanzó por el pasillo sin encender la linterna, ya que más o menos se conocía el recorrido. Subió por unos escombros y levantó un palé que ocultaba el agujero por el que estaba saliendo. Se aseguró de volver a tapar el agujero con el palé y siguió avanzando por el edificio hasta que se topó unas escaleras que llevaban a la siguiente planta en dos tramos. Los subió, abrió una puerta de emergencia y se encontró en otro pasillo donde había un tipo sentado en un sofá tocando una guitarra. Jeff lo saludó al pasar y al fin llegó al exterior.

    Pronto anochecería, así que no había demasiada gente en las calles. Se encontraba en el Área 1 y tenía que ir a la 3 pasando por uno de los puntos de control. Cuando lo tuvo a la vista, sacó su documentación del bolsillo trasero de sus vaqueros y se la tendió a uno de los guardias. Este le enseñó la ID a su compañero. Jeff frunció el ceño, eso no era habitual y por lo tanto, algo no iba bien. El guardia asintió a su compañero y apuntó con su fusil a Jeff.

    - Las manos detrás de la cabeza. - Ordenó el guardia que le apuntaba.

    - ¡Eh, eh! Pero, ¡¿qué cojones?! - Exclamó Jeff dando un respingo hacia atrás.

    - ¡Obedece, niñato! ¡No lo hagas difícil!

    - ¡¿Pero de qué va esto?! - Jeff ya tenía las manos detrás de la cabeza y por su cabeza pasaban imágenes de cómo podía resolver eso a toda pastilla. No tenía tiempo para sacar su navaja y había dejado su arma en su habitación. ¿Usar el propio fusil con el que le apuntaban? El uniformado le había quitado el seguro y tenía el dedo sobre el gatillo, parecía una malísima opción. En ese momento, el otro soldado, que parecía no estar conforme con que tuviese las manos detrás de la cabeza le propinó un culatazo a Jeff en la sien.

    No fue bastante para derribarle. Aturdido, se giró hacia los militares y contuvo el impulso de lanzarse hacia ellos, todavía con las manos en alto. Recibió otro culatazo del fusil del otro guardia y acabó en el suelo. Con el rostro lleno de barro y empapándose de sangre, recibió una patada y tras la fuerte sacudida todo se volvió negro.

    Cuando despertó, estaba sentado y sentía que la cabeza le iba a estallar y que palpitaba, acentuando el dolor. La boca le sabía a sangre, paseó la lengua torpemente por sus dientes, comprobando que estuvieran todos. Apenas podía abrir los ojos por la sangre que tenía en el rostro y cuando intentó frotárselos, se percató de que tenía las manos atadas a una silla de madera. Examinó su alrededor. Estaba en una habitación con una ventana con rejas y papel pegado al cristal, de modo que no podía ver el exterior. No había nada más destacable, a parte de una mesa en una esquina en la que habían unas velas, otra silla vacía delante de Jeff y algo de sangre seca en el suelo.

    - Genial. - Murmuró con dificultad al tener la boca seca, dándose cuenta de que estaba en una sala de interrogatorios. La cabeza todavía le palpitaba, pero sentía curiosidad. ¿Por qué le habían atrapado? Mark no lo habría delatado, y mucho menos Phil. Por no hablar de Tess, que daría la vida por él. Tampoco tenían forma de saber los planes que tenían para el día siguiente; iban a darle el palo a un traficante que, además, había estafado a Mark. Cosa que habían terminado de planear hacía apenas unas horas antes de que lo apresaran... Entonces, ¿qué cojones estaba pasando? Levantó la cabeza con dificultad para mirar hacia la puerta que tenía delante. - ¡Agua... cabrones...!

    Escuchó algo de movimiento fuera y al poco entró un tipo fornido, de pelo corto y algunas canas salpicadas en el pelo castaño. Iba uniformado, pero sin chaleco y sin pistola en la funda del muslo. Entró cerrando la puerta tras de sí y se acercó a Jeff con calma hasta situarse tras la silla vacía que el joven tenía delante.

    - Así que tú eres Jeff... tu nombre se menciona mucho en el mercado negro y en los bajos fondos, ¿lo sabías? - Jeff se rió un poco - No tanto como el de tu hermana Tess, claro. Una mujer con carácter... aunque claro, te ha tenido que criar, ¿no? ¿Qué tienes, dieciocho, diecinueve años?

    - Lo que tengo es sed. - Respondió Jeff con voz pastosa, que mostraba que decía la verdad. Miró al tipo a los ojos en silencio, notaba cómo las pestañas se enganchaban en la sangre seca de las cejas.

    El militar hizo una mueca y salió de la habitación. Volvió al cabo de unos instantes con una cantimplora en la mano, cerró la puerta y esta vez se sentó en la silla frente a Jeff. Se quedó mirándolo y desenroscó el tapón de la cantimplora. Dejó que el joven bebiera algo, apenas un par de sorbos, lo justo para que no le fuera tan difícil hablar.

    - No estoy aquí para hacértelo pasar mal, Jeff. Eres contrabandista y asesino, pero eres un crío. Tienes tiempo de enmendar el daño que hayas hecho, y puedes empezar colaborando. Dime... ¿dónde está la chica? - La voz del soldado era casi amigable y tierna.

    - ¿Qué chica? - Preguntó Jeff haciéndose el interesante, burlón. Si querían información de algo que él desconocía, mejor sería que pensaran que sabía algo, porque si llegaban a la conclusión de que no les sería útil... El rostro del tipo se endureció.

    - La chica por la que tu hermana decidió matar a dos de mis camaradas en el capitolio y morir a tiros. - Respondió con dureza.

    Jeff sintió que se mareaba durante unos segundos. No podía ser verdad, pero algo, quizá la expresión del soldado o su tono, le decía que era cierto. ¿Tess, muerta? Después de la muerte de su padre hacía dos años y medio, solo le quedaba su hermana. Las lágrimas, que amenazaban con salir, empañaron la visión del joven. Como no podía quitárselas al estar atado, apartó la mirada hacia un lado.

    - Y una mierda. Estás mintiendo. - Pero en el fondo sabía que era verdad.

    - Ella y su socio, Joel, pretendían llevar a la niña con los luciérnagas al capitolio. Allí se quedó ella cubriéndolos mientras huían. Al parecer la habían mordido. Dime dónde la lleva, chico... así sabrás por qué tu hermana ha dado la vida por una desconocida. - Añadió el soldado. Y desde luego que Jeff se iba a enterar del por qué, pero no gracias a los militares.

    - Creo que la lleva... - Inclinó la cabeza hacia atrás y parpadeó, tratando de contener las lágrimas y apartar las imágenes de Tess abatida a disparos. - Creo que la lleva a ver al pedófilo de tu padre, gilipollas.

    El militar hizo una mueca, asintió y comenzó a verter el contenido de la cantimplora en el suelo. La sed de Jeff se acentuó, y tras eso, le pegó un fuerte bofetón. Cuando Jeff volvió a girar la cabeza para mirarle, esta vez el soldado le pegó un puñetazo. El joven quedó mirando hacia su derecha, con el pelo en el rostro y una rabia creciente.

    - Deberías ser consciente de la situación en la que te encuentras. Ya es tarde, pero duermo poco, así que voy a dejarte aquí meditando... y sin agua. Piensa en lo que te conviene, chico, en un rato se me habrá acabado lo de ser amable.

    Dejó caer la cantimplora al suelo y salió de la habitación, cerrando la puerta y dejando a Jeff solo. Sentía cómo le hervía la sangre. ¿Habían matado a Tess? Y los muy cabrones se esperaban que encima les ayudase a encontrar a Joel. Engreídos hijos de puta, si Joel le debía respuestas a alguien era a él.

    El corazón le iba a mil. Con los pies en el suelo, se levantó. Ya ni si quiera se acordaba de la paliza de antes; era pura adrenalina y estaba decidido. Miró hacia atrás, localizando la pared, y corrió de espaldas como pudo para hacer chocar la silla contra ella. Una vez, dos veces, y a la tercera, la silla se quebró. Se quedó con los reposabrazos astillados de la silla atados al antebrazo y otros trozos de madera a los pies. Oyó una voz fuera y rápidamente se colocó tras la puerta con pasos furtivos. Cuando se abrió, Jeff la empujó con fuerza. La persona al otro lado pareció perder el equilibrio momentáneamente. Sin pensarlo, rodeó la puerta y fue hacia el soldado, que era el mismo que intentó interrogarle. Mientras trataba de ponerse a la defensiva, Jeff le propinó un golpe de izquierda a derecha con el mango de la silla que tenía atado al antebrazo derecho. El tipo cayó, chocando contra la pared y acabando en el suelo.

    - ¡Joder! ¡Quieto, joder! - Exclamó la voz de otro hombre.

    Jeff se giró rápidamente, topándose con otro soldado más joven en el umbral de la puerta. Estaba echando mano a la funda de su arma torpemente, se le veía asustado e inexperto, de modo que Jeff pateó la rodilla del soldado. Pudo notar cómo la sacaba de su sitio antes de que el soldado cayese al suelo gritando, entonces lo calló con otra patada en el rostro. Se quitó el nudo del brazo derecho y se alegró cuando notó su navaja al palpar su bolsillo. Cacheó a los soldados en busca de algo útil, pero solo el soldado joven iba armado con una vieja glock. Tras comprobar el arma y el cargador, se decidió a salir.

    Abandonó la habitación ligeramente agachado. Daba a una sala grande, con varias puertas y sillas de escritorio. Pudo ver un equipo de radio en una de las mesas al fondo, junto a la que habían unas puertas dobles con un letrero en rojo donde decía 'EXIT'. Jeff se dirigió hacia allí con sigilo, empuñando la pistola. Cuando llegó a la altura de la salida, tratando de percibir si había alguien al otro lado, la radio empezó a emitir un fuerte pitido de forma intermitente. PI-PI-PI-PI. PI-PI-PI-PI. PI-PI-PI-PI. El sonido de varias botas que corrían hacia la sala tras las puertas se sumó al pitido, que se hacía más fuerte. Se retiró de la salida y se ocultó tras uno de los escritorios. Los soldados cada vez estaban más cerca y sentía el pitido como si lo tuviera junto a la oreja.

    Cuando las puertas se abrieron con un estruendo, Jeff abrió los ojos y se despertó sobresaltado.

    Miró a su alrededor, confuso. Tenía la respiración agitada, el corazón a mil y estaba cubierto de sudor, pese al frío. Estaba en su casa, en Jackson. Se había quedado dormido sentado en el sofá y estaba sonando el despertador junto a su cama. Cómo se arrepentía de haber puesto el volumen del cacharro al máximo. Se frotó la cara con las manos y se apoyó en el respaldo.

    - Joder... - Suspiró y se levantó para apagar el despertador, cuyo reloj digital marcaba las 06:27. Sentía agujetas de los entrenamientos los días anteriores.

    Se quitó la camisa, empapada de sudor, y estiró un poco para aliviar los músculos. Rehizo su coleta, de la que se escapaban varios mechones, y se puso una muda de ropa. Casi toda la que tenía era de colores apagados, perfecta para las patrullas, así que cogió una camiseta de algodón negra, sobre la que puso una camisa de leñador que en vez de rojo tenía gris, y sobre todo eso se colocó el abrigo verde con capucha que tenía colgado junto a la puerta.

    Cuando estuvo preparado, salió al exterior. Casi todo el pueblo de Jackson estaba durmiendo, pero de todos modos ya se veía bastante movimiento. Los días que salían casi todas las patrullas a muchas personas de Jackson no le quedaba más remedio que despertarse antes, en especial la gente de la armería, establo, más guardias...

    Incluso la taberna, cosa que Jeff agradecía. Porque tenía las mismas ganas de patrullar que de recibir un puñetazo en la nariz, pero menudo bocadillo se iba a zampar.
     

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