Microrrelato El otoño me recuerda a ella

El otoño me recuerda a ella


Nadie podría haber sido como ella lo fue.

Por que nadie lo complementaría como ella lo hizo.​

La vio durante un verano, cuando jalaba de la correa a su perro que deseaba con todas sus fuerzas perseguir una ardilla. Este se soltó, y terminó corriendo por todo el parque, mientras trataba de perseguirlo.

―Hola bonito, ¿te escapaste?

Se apoyó en sus rodillas mientras recuperaba el aire, y al alzar la mirada vio a una chica de cabello rojizo, casi naranja, llena de pecas, arrodillada acariciando al animal, que movía la cola contento, habiendo olvidado por completo a la ardilla.

Se podría decir que lo demás es historia, pero hay tantas lagunas en su mente en este momento.

No se presentaron aquella vez, sino que, cada tarde se veían y coqueteaban un poco, al principio iba con el perro, como excusa, pero luego no fue necesario, sabían que iban allí a verse. Se sentía como aquél niño que iba todos los días al arenero, a construir el castillo más bonito que pudiera, para al final derrumbarlo.

No quería nada duradero, o eso creyó.

Pero cada día, mientras el calor se iba yendo y debían ir más abrigados, sabía en su interior que la quería para algo más. Caminaban por el sendero, con sus manos en los bolsillos, y cuando volteó a mirarla la besó, un casto beso en los labios. Ella enrojeció tanto que quería competir con su cabello.

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Y todos los días siguientes no la vio más, hasta que llegó el otoño, y aceptó que aquél había sido el amor más puro que había tenido, y que había sido un romance de verano de jamás olvidar.

Pero siempre pensaba en ella cuando llegaba el otoño, e iba al parque cuando las hojas caían, quizás su sendero había sido corto, pero lo recordaría siempre.