El mundo exterior...

Tema en 'Relatos' iniciado por Hyuuga Erina, 17 Junio 2012.

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    Hyuuga Erina

    Hyuuga Erina Entusiasta

    Escorpión
    Miembro desde:
    19 Diciembre 2011
    Mensajes:
    58
    Pluma de
    Escritora
    Título:
    El mundo exterior...
    Clasificación:
    Para todas las edades
    Género:
    Romance/Amor
    Total de capítulos:
    1
     
    Palabras:
    1032
    Un original para una actividad! espero qe les guste!
    El mundo exterior...
    El mundo... Nuestro mundo... El mundo que todos conocemos, en el que todos habitamos. Si tuviera que describirlo, para mí, este mundo apesta. Hay discriminacion en todas partes, la naturaleza se esta vengando de nosotros, los vagabundos por todas partes, maltratos en nuestras propias casas, entre muchas otras cosas. Pero lo peor de todo, por lo menos desde mi punto de vista, son los malos conductores, a quienes les dan la licencia para conducir, y que despues se las quitan por haber matado a alguien con el coche. Yo, soy una de esa victimas: A los cinco años, decidí crusar sola la calle, esperé a que el semaforo estuviera en verde para los peatones, y cruzé, llegué hasta la mitad de la calle cuando mis pequeños ojos azules divisaron la silueta de un auto a toda velocidad que se dirigía a mí. Mi mente de cinco años no pudo reaccionar, y no se dió cuenta de que el auto no iba a frenar, causando así, un accidente mas. Lograron salvarme, más mis pies y mis brazos no reaccionaron nunca más. Desde entonces estoy aquí, en este hospital, en esta habitación, en esta cama. Mi única conexión con el mundo exterior, era una pequeña ventana a un lado de la habitación, y una televisión a pocos pasos delante de mi cama. Todos los días lo único que hago el mirar la pantalla, los dibujos en ella, las personas, como se mueven.... los envidiaba, los envidiaba mucho... Y siempre, siempre que quería escapar de ese mundo cruel, cerraba los ojos, y me despertaba en otro... en otro mundo mejor. Y hoy, después de 9 años en la cama, no fue una exepción. Yo me encontraba en mi cama, como siempre, mirando la televisión, mi larga cabellera rubia me caía por los hombros, estaba del todo aburrida. Cerré los ojos, y me fuí de este mundo.
    Estaba en la cima de una montaña, parada mirando el paisaje, era de noche, podia ver el bosque debajo, y el pueblo. Mi alas, una blanca y una negra, se extendían por mi espalda. Escuche el batido de otras alas a mi derecha.
    –¡Ey, Angelique! –dijo una voz masculina que reconocí.
    Volteé a mirarlo. Ojos negros como la noche, y cabello del mismo color. Batía sus halas negras en el aire para mantenerse a flote. Sonreí al mirarlo.
    –Es bueno verte de nuevo Jack. – respondí.
    Éste sonrió arrogante, y extendió una mano hacia mí.
    –¿Vamos? –dijo.
    Comenzé a batir mis alas, y sujeté su mano. Volamos por el cielo, pasando un par de montañas, la tierra de A. N. gel, como me gustaba decirle a este mundo, con sus respectivas criaturas, con sus leyes y ordenes.
    Seguímos volando, cuando divisé un castillo blanco y negro. Aterrisamos en uno de los balcones del lado izquierdo. El balcón de una habitación que tenía las puertas abiertas. Era la habitación de Jack. Me invitó a entrar, más yo insistí en quedarnos afuera.
    –¿Porqué tienes tantas ganas de estar afuera? –dijo apoyandose en el barandal al lado mío.
    –Es una noche hermosa. –dije mirando el cielo.
    –Pues, tu lo eres más. –dijo rodeandome la cintura con el brazo. –¿Estás segura? Recuerda que no podras estar mucho tiempo más... – dijo cambiando de expreción. – Tendrías que esperar hasta mañana...
    Eso último lo susurró a mi oído.
    Tenía razón... cada dia, podia ir menos tiempo, y menos veces a este mundo...por más que lo intentara, solo podía estar una vez al día en A. N gel. Además, solo podía estar un par de horas... a veces, no más de dos horas... Eso no me alcanzaba, y menos para estar con Jack. Tenia miedo... de que si seguia asi, llegaria el dia en que no podria volver. Sentía pena por él, siempre me preguntaba como podía alguien tan perfecto como él, enamorarse de alguien como yo.
    –Me enamoré de tí por todo lo que eres. –dijo susurandome al oído.
    Si, él podía leerme la mente. Se acercó más a mí y me depositó un tierno beso. Me estrechó entre sus brazos, yo me aferré a su pecho.
    –Lo siento... – dije.
    –Shhh.... –dijo. –No es necesario que digas nada.. Tampoco necesito que te disculpes...
    –Gracias por todo... –dije. –Te amo.
    –Y yo a tí. –dijo.
    Empezé a sentierme mareada. Me separé de él bruscamente. Miré mis manos, comenzaba a desaparecer.
    –Creo que ya tienes que irte. – dijo con tristeza.
    Negué con la cabeza. No quería irme de allí, no quería irme de su lado...
    Me tomó la cara entre las manos, obligandome a mirarlo a los ojos... esos hermosos ojos suyos...
    –No quiero irme. – dije.
    –Tienes que hacerlo. –dijo. –Tu no perteneces a este lugar.
    Negué con la cabeza, y apreté los ojos.
    –No importa, tú estas aquí. –dije.
    Sonrió con tristeza.
    –También estoy allí. –Me susurró al oído.
    Abrí los ojos de par en par.
    –Aunque aún no nos hemos conocido, yo también estoy allí.– dijo.
    –Pero... allí no me puedo mover... no soy capaz de hacer nada... no me amarías como aquí...
    –Si lo haré. – dijo. –No importa lo que pase, ni en qué lugar estemos, yo te amaré, te lo prometo.
    Terminé desapareciendo.
    Abrí los ojos, una lágrima recorrió mi rostro.
    –¿En donde estas? –susurré.
    Alguien tocó a mi puerta.
    –Adelante. –dije.
    La puerta se abrió, volteé a ver quien era. No solía tener visitas. No creía lo que mis ojos estaban viendo. Era él...era Jack...
    –Oh, lo siento, me equivoqué de habitación, yo... – dijo, se interrumpió a sí mismo. –Disculpa, ¿te conozco de alguna parte?
    Abrí la boca para hablar, pero no sabía que decir. Negué con la cabeza.
    –No lo creo... no he salido de esta habitación desde hace 9 años. –dije.
    Se sorprendió con mi respuesta.
    –Espera un momento. –dijo.
    Salió de la habitación, y regrezo al cabo de unos minutos, había traído consigo una silla de ruedas.
    –Hace un lindo tiempo afuera, ¿Vamos a dar un paseo? –dijo.
    –Eso me gustaría. –dije.
    Esa, fue la primera vez en nuevo años que veía el mundo exterior con mis propios ojos... y él, fue la persona que me llevó a verlo.
     
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