Los Simpsons El mejor regalo

Tema en 'Fanfics sobre TV, Cine y Comics' iniciado por Fénix Kazeblade, 18 Diciembre 2020.

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    Fénix Kazeblade

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    Escritor
    Título:
    El mejor regalo
    Clasificación:
    Para niños. 9 años y mayores
    Género:
    Aventura
    Total de capítulos:
    1
     
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    2988
    Este escrito participa para la actividad "¿El mejor o peor regalo de navidad?" de ManaWYsalm. No se me ocurrió bien un titulo, pero espero que les guste.



    Seymour Skinner intentó moverse a toda velocidad, pero en sus ojos aún había una masa densa y viscosa de harina y huevos, caminó a trompicones por su casa buscando desesperadamente llegar hacia la puerta trasera hacia donde su mamá caminaba molesta. Unos segundos antes dormía una siesta, pero el ruido de afuera la despertó, la anciana gruñona caminaba hacia la calle dispuesta a arremeter contra cualquiera que fuera el responsable.


    — Mamá, no… no salgas a la calle— le advirtió el director escolar interrumpido por una mesa de café que golpeaba con su pantorrilla produciéndole un molesto dolor y provocando que lo que estaba sobre ella trastabillara hasta caer.


    — Por eso, esos niños no te respetan Seymour— espetó la anciana, tienes que enseñarles quien manda— esas tacitas de porcelana que acabas de romper saldrán de tu mesada.— le sentenció.


    — Awww….— le lamentó bajando los brazos como como un niño regañado— espera mamá ¡no!.— exclamó mientras miraba cómo giraba el picaporte y abría la puerta.


    Fue un ruido seco y silbante, instantes después la columna de humo blanco se alzaba alrededor de ella y esta comenzaba a gritar, Skinner sentía el golpe del terrible olor unos momentos después, provocando que le picaran los ojos y le ardiera la nariz.


    Sus palabras palabras antes de ser arremetido por un ataque de tos fueron similares a un alarido de un gato cuando intentas mojarlo, dirigidas al único probable responsable.


    — ¡Simpson!


    Sobre la colina, a varios metros de allí Bart se tomaba con las manos el estómago y reía a carcajadas observando cómo se concretaba la última pieza en su obra máxima de caos y destrucción en Hallowen, estaba seguro que nadie en ninguna parte de la ciudad se había librado de ello.


    — Espera, una cosa más, Milhouse ¿me escuchas?— preguntó Bart por un radio de onda corta.


    — Aqui Milhouse, los bravucones aún están intentando quitar la sopa de su cabello, buen trabajo Bart.— le indicó su fiel patiño.


    — Milhouse, mi leal y asustadizo Milhouse, nada de esta obra maestra hubiera sido posible sin ti— señalaba Bart mientras escuchaba la explosión de petardos a lo lejos y tomaba unos binoculares que colgaban de su cuello para ver.—¿Por qué no tomas tu regalo de hallowen de tu puerta para compensar todos tus esfuerzos?


    — ¡Wow Bart! ¿de verdad?— preguntó el ingenuo muchacho entusiasmado— ¿será una nueva perrita con olores frutales?


    — Ya lo verás, te sorprenderá.— indicó el Simpson conteniendo su risa.


    —Es un paquete grande, con un listón...vaya se puede abrir por…¡Ay mis anteojos!...


    Bart cortó la transmisión y comenzó a reír de nuevo, se tiró al piso revolcándose, pensando que aquella noche había sido la mejor de todas, en su vida.


    ************************************


    El pequeño diablillo, pensó que su travesura máxima pasaría a la historia como un chascarrillo y al día siguiente todo seguiría igual, pero no pudo estar más equivocado, ya transcurrían los finales del mes de noviembre y la ciudad entera parecía seguir molesta con él por las bromas pesadas que le había gastado a cada habitante de Springfield y desde entonces más que para lo esencial y de una forma cortante le dirigían la palabra.


    En ese momento se encontraba en el patio de la escuela, sentado solo y cabizbajo en la mesa del patio escolar con su bolsa del almuerzo a su lado y la mirada cabizbaja. Entonces escuchó que alguien se acercó, era sencillo percatarse, el resto de los niños actuaba como si este tuviera la peste, quien estaba a su lado comenzó a masticar, parecía deleitarse con los sabores de su desayuno, Bart no se giró hacia este hasta que una crayola color naranja cayó con marcas de dientes junto a él y se dio cuenta que quien estaba a su lado no podía ser otro que Rafa Gorgory.


    El niño con mirada vaga le aproximó un trozo de su nutritivo sándwich de crayones y jalea de fresa, Bart estaba tan desesperado por compañía que le dio un mordisco.


    — Lo preparé yo mismo, tiene todos los mejores colores de mi caja— señaló orgulloso.


    Bart resistió las arcadas y pasó con demasiado esfuerzo el bocado por su garganta.


    — ¿Tu no estas molesto conmigo Rafa?— preguntó el niño de diez años.


    Aquella noche de Hallowen le había dado al hijo del jefe de policía un susto de muerte, el niño había terminado haciéndose en sus pantalones por esto, más de lo habitual.


    — Estoy molesto con el señor dedo, lo dirijo a mi nariz, pero este termina atacando mi ojo—señaló Gorgory con la mirada vaga, dirigió su dedo hacia su orificio nasal pero este terminó picando su ojo— ¿lo ves? me has traicionado por última vez — sentenció mordiendolo.


    Bart lo miró con extrañeza y algo de preocupación.


    — No era mi intención que todo terminara así, creo que debí entender que debía detenerme cuando hice a Nelson llorar— meditó Bart.


    — Solo tenía muchas basuras en mis ojos Simpson, callate o las pondré en los tuyos— amenazó el bravucón que había escuchado del otro lado del campo.


    —¡Murciélagos!— exclamó Bart


    Nelson Muntz se cubrió la cabeza con su chaleco y salió corriendo.


    — Rafa, mejor¿ no quieres un poco de mi almuerzo?— preguntó abriendo su bolsa. — debe haber algo bueno por aquí.— dijo indagando.


    Tomó en sus manos una esfera desuniforme que con esfuerzo comenzó a desenvolver.


    — Mi mamá sigue envolviendo mis almuerzos con ira, al menos es mejor que Homero, solo me enviaba cartas amenazantes escritas con capsup.— explicó mientras separaba el emparedado casi fundido en una caja de jugo y una manzana.


    Le ofreció esta última a Rafa que por fortuna la encontró más apetitosa que su mano y comenzó a mascarla.


    — Cuando papá se molesta con mi mamá, papá le compra obsequios y cuando se molesta con Rafa, el duendecillo que vive en mi mente, lo observa fijamente.—indicó el niño abriendo más sus ojos.


    Algo entre las palabras incoherentes resonó en la mente del Simpson: Obsequios.


    Willy el jardinero arrastraba desde su cabaña varios anuncios publicitarios mal recortados que buzz cola había empleado en su campaña navideña el año pasado, servirían como adornos navideños de la escuela de Sprinfield de acuerdo al presupuesto con el que podían contar. La figura del viejo del norte sentado en el sofá con una soda en la mano y una barriga que emulaba la de su padre trajo a Bart una idea. No importa que tan molesto estuviera con sus padres, no había importado cuando Homero lo había olvidado en Krusty Burger, cuando había faltado a sus partidos de fútbol, el calvo siempre se las arreglaba para obsequiarle justo lo que quería compénsadolo todo, allí estaba la solución para que sus travesuras fueran olvidadas y todos estuvieran en paz con él: un regalo de navidad.


    Una vez que se convenció que era la mejor solución acudió a buscar a mano derecha el niño Van Houten, cuando llegó hasta la última mesa del comedor donde se encontraba tuvo que contener su risa al maximo, iba a pedir su ayuda, para ser más exacto lo llevaría consigo por si todo salía mal, culparlo, pero lo necesitaba y burlarse en su rostro no sería un inicio.


    — ¿Qué quieres Bart?— preguntó Milhouse con cierto deje de rencor en su voz.


    Del pelo azulado peinado de lado del niño no quedaba nada, en casi un mes su cabeza aún continuaba sin un solo vello.


    — Milhouse, amigo mío ¿sigues aún molesto?— preguntó intentando sentarse cerca de él.


    — Que no te engañe mi expresión permanentemente sorprendida Bart, estoy muy molesto.— indicó el niño indignado.


    Y es que sus cejas se alzaba en manera antinatural casi alcanzando la mitad de su frente, el causante había sido un detonador con superpegamento, había tenido que perder de manera definitiva todo su cabello, pero la historia con las cejas, es que si se las retiraba de igual manera lo haría con todo su cabello, sus ojos terminarían como los de un pug por su extraña alergia a la excesiva luz solar.


    — Pero Milhouse tengo una idea que lo cambiará todo y tienes que ayudarme— insistió el niño.


    —Ya lo hice una vez Bart y ahora estoy más calvo que mi papá.


    El niño se paró de la mesa y se alejó, Bart observó a lo lejos a Rafa Gorgory que hurgaba en su nariz.


    — Salieron bastante bien las cosas esa vez de la prisión, además es la única persona a la que ahora mismo le agrado.— concluyó Bart.


    ******************************************


    Cuando Lisa entró a la habitación Bart se encontraba acostado en su cama con la cabeza saliendo hacia el borde suspirando, Rafa Gorgory tenía su mirada vaga mientras que chupaba una de sus figuras de acción del Simpson.


    La niña de ocho años miró Rafa con algo de desagrado por lo que hacía y dirigió la vista a su hermano.


    — ¿Qué es lo que quieres Bart?— preguntó aún mostrando cierta hostilidad. — recibí tu mensaje en la cena. — señaló mostrando un papel.


    — Sé que no quieres hablar conmigo Lisa, pero estoy intentando hacer las cosas mejor— respondió el chico rubio con cierta vergüenza.


    — Era un concierto muy importante— espetó con rabia hubiera significado una oportunidad para tocar para los grandes, había un representante Orquesta Sinfónica de Oregón y en mi solo terminó escuchando el sonido estridente flatulencia ¡qué creyó que provenía de mi!— exclamó furiosa Lisa.


    Bart contuvo su risa al recordar ese momento, remorando que su intención principal era redimirse de su actos. Puso sus manos en actitud defensiva y retrocedió; escudriñó en uno de sus cajones y le entregó un papel doblado.


    — Quiero comenzar con eso precisamente— dijo Bart mientras le otorgaba el papel a su hermana.


    Lisa lo tomó con desconfianza, pero al abrirlo su gesto cambió a uno desconcierto.


    — ¿Qué es esto?


    — Es un número de esas personas, te darán una nueva oportunidad— indicó el niño sonriendo.


    —¿De verdad?— preguntó Lisa emocionada— ¡Bart! ¿cómo lo lograste?— preguntó abrazándolo con fuerza.


    — Me encargué de poner a los otros candidatos a tu mismo nivel en ese momento, cada una de sus presentaciones tuvo el mismo nivel de desastre, para que tengan una competencia justa— explicó encogiéndose en hombros.


    Conociendo a su hermano, su forma de ser, así como su percepción de la vida, esto era un acto de extrema bondad y estaba tan conmovida que se concentraría por ver los resultados y no los métodos.


    — Dices que quieres hacer lo mismo con todos ¿verdad?— cuestionó Lisa mientras se quitaba a Rafa de la pierna pues este se había unido al abrazo de esta manera.


    — Lo haces igual que mis mascotas, que luego han escapado— señaló Rafa en el piso riendo.


    —Si Lis, quiero cambiarlo con todo, empezando por nuestros papás.— confesó Bart.


    Lisa entonces pudo ver la tristeza en sus ojos, pensó en lo duro que podía ser para él a pesar de todas sus travesuras estar tan aislado de todos a su alrededor en ese momento.


    — Pobre Bart— se compadeció Lisa— mis papás no están molestos contigo, creo que están más bien desilusionados.


    Homero iba subiendo la escalera en ese momento, dirigió su mirada hacia su cuarto y se encontró con los ojos de Bart, como un búfalo embravecido corrió hacia él con las manos en alto.


    — ¡Gran demonio!— gruño Homero.


    Bart se apresuró a cerrar la puerta y escuchó el golpe sordo que provocó la cabeza calva de Homero al estrellarse contra esta.


    — Bueno, papá si está molesto, pero lo está casi todo el tiempo.— aclaró Lisa— Pensemos que hacer.


    —Wiiiiii— expresó Rafa a modo de festejo aún recostado en el piso.


    ********************************

    Era la víspera de navidad, entre las calles la gente iba y venía comprando cosas al último momento o trasladándose para poder reunirse con sus familias para la cena familia, en el aire se respiraba una aire de optimismo y paz, algunas personas hablaban de haberse encontrado con sorpresas agradables que les habían alegrado el día, Barney Gomez caminaba con su mamá eruptando los dos al unísono y riendo después.


    Moe arrastraba los pies caminando hacia el bar que administraba que especialmente aquella noche le parecía asfixiante y solitaria, esperando que llegara el día siguiente y más frecuentemente que no lo hiciera, suspiró mientras metía en el picaporte un trozo de alambre que usaba con llaves pues hace tiempo que había extraviado las originales, de una bolsa que llevaba en su mano observó una lata de maíz que era lo que sería su cena aquella nochebuena, lo que le arrugó el corazón e hizo que sus entrañas rugieran.


    Sin embargo al entrar al bar aquella noche nada quedaba de aquel lúgubre establecimiento del que era dueño, estaba lleno de vida y el espíritu de felicidad de la época. Todos sus conocidos estaban allí en un festejo que él no había planeado.


    — Señor Moes, Manjunlas y yo estamos muy agradecidos, aún recordamos cuando cuidó de la pequeña bebe del señor Homeros, gracias por ofrecerse para hacerse cargos— indicó Apu el dependiente del Kwik-E-Mart estrechando la mano de Moe.


    — Pero que rayos…¿de qué están hablando?— preguntó irritado el cantinero.


    La mujer de Apu se acercó a él con varias correas dandoselas en sus manos.


    — Aquí tiene, le estamos tan agradecidos ¡Corre Apu!— indicó su esposa tomándolo de las manos y saliendo de allí— ¡Somos libres!


    Moe molesto observó a los octuples que inquietos corrían enredando sus correas.


    — Yo no soy ninguna niñera ¿Qué están haciendo todos aquí?— preguntó


    — Es mi regalo para ti Moe— indicó Bart detrás de él.


    El cantinero se giró y lo miró negando con la cabeza.


    —¿Por qué yo iba a querer lidiar con un montón de enanos traviesos Bart? ¿Es otra de tus bromas?


    — Solo pensé que todo este tiempo la pasabas muy solo— explicó el niño.


    Los hijos de Apu corrieron todos hacia él y le abrazaron las piernas con total ternura. Moe no mentiría al igual que sucedió con él Grinch, su corazón creció dos tallas ese día.


    — ¡Vengan todos el tío Moe les contará algunas historias!— exclamó con entusiasmo— ¡Sean todos bienvenidos!.


    — Al mismo tiempo, le di a Apu un respiro de sus niños, dijo que por ello me daría un año de malteadas— explicó Bart a Rafa.


    — Me gustan las malteadas.— secundo el niño.


    Bart sonrió y le dio una palmada a ese niño que lo había acompañado fielmente toda esa cruzada, era inevitable no considerarlo su amigo.


    — Con Seymour fue similar, su madre está noqueada en casa con pastillas para dormir— señaló Bart mientras miraba a su director hablando con una chica— espero que vaya todo bien para él.


    — Todo perdonado Simpson— exclamó mientras pasaba frente a él— no he tenido una navidad para celebrar por mi cuenta en toda mi vida.


    — Pensamos lo mismo Bart— indicó Lenny con un retrato de Carl, seguido por Carl con un retrato de sí mismo.


    Milhouse le cortó el paso perseguido por Adolf, Jimbo y Kearny, sin embargo este no se miraba en lo más mínimo aterrado si no hasta por el contrario estaba feliz.


    — Simpson, nunca habíamos tenido una navidad juntos, solo tendrás que darnos la mitad de tu almuerzo el próximo año— declaró Jimbo sin detenerse.


    — A Milhouse, Lisa le dijo que si sobrevive la noche considerará salir con él, tarde mucho para convencerla— indicó Bart.


    Se sentó a la mesa donde otros de los habitantes de Sprinfield hablaban entre ellos, Krusty presumía un premio de la academia así como Brookman un pulitzer, Smithers le mostraba unos boletos de Hawaii a Burns que le mostraba una cara desconfianza pero al final aceptaba, varios empleados de planta festejaban a la distancia al ser notificados por Homero, dándoles la noticia de que por primera vez en varios años tendrían libres estas fechas.


    Flanders explicaba al otro lado de la mesa con un entusiasmo casi eufórico, su quinto evangelio de la noche a un abstraído Nelson Muntz que probablemente no entendiera una palabra, pero se mantenía allí agradecido de formar parte de una cena de navidad por primera vez en su vida.


    El señor Van Houten y Gil se encargaban de repartir la comida en ese momento, por hora estaban recibiendo de parte de la alcaldía más de lo que recibían de sueldo todo el año además de financiar la adquisición de verdadero equipo de ciencias y recursos para la banda de la escuela de Springfield,así como una nueva y flamante podadora para el jardinero Willie, este movimiento de aparente caridad, le permitiría al alcalde desviar suficientes recursos para una segunda casa, era suficiente regalo.


    — En cuanto a Homero y su papá — bueno, creo que ya están bien— indicó Bart señalando hacia ellos mientras que ambos engullían rosquillas como máquinas trituradoras.


    — Thef amfo hifjo— balbuceó Homero conteniendo su quijada para mantener las donas que tenía dentro.


    — Tuve que palear la nieve del establecimiento de donas todos los días, para que regalaran las que se iban quedando— agregó el niño de diez años mientras extendía su mano con un álbum lleno de varias fotos.


    Su mamá, Marge lo observaba con sus ojos cristalizados conmovida al ver como su hijo había documentado cada una de sus buenas acciones, cada uno de los obsequios que por días se había esforzado por lograr.


    — Mi pequeñin especial— dijo Marge mientras lo envolvía en sus brazos y le besaba la frente— en casa bajo el árbol, te esperan tus obsequios.


    Bart la miró lleno de emoción y entonces le devolvió el abrazo.


    — Pero mamá, con todo lo que había hecho…


    — Confiaba en ti mi pequeño diablillo.


    Bart suspiró aliviado, afirmó con la cabeza sonriéndole a Lisa que levantaba su pulgar en señal de aprobación, se dispuso a probar un bocado de su comida que compartió con Rafa su amigo que estaba sentado a su lado, sonrió plenamente, de alguna manera sentía, que él también había recibido el mejor regalo de todos.
     
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    InunoTaisho

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    Ese mi buen vecino, yo aún no ideo nada para la actividad y tú ya has escrito varias cosas en otras actividades... ☺☺☺

    Fuera de ciertos detallitos en algunos diálogos creo que la calidad de la historia no desmerece, reflejando el espíritu navideño aún en un chico tan problemático como lo puede ser Bart Simpson:

    Aquí quedaría: "─Por eso los niños no te respetan, Seymour, tienes que enseñarles quien manda... ─espetó la anciana algo molesta─. Y esas tacitas de porcelana que acabas de romper saldrán de tu mesada. ─le sentenció al final.


    Y aquí, los sentimientos de Lisa: "─ Ese era un concierto muy importante, hubiera significado una oportunidad para tocar para los grandes ─le espetó con rabia contenida─... había un representante de la Orquesta Sinfónica de Oregon y sólo terminó escuchando el sonido estridente de una flatulencia ¡qué creyó provenía de mí! ─exclamó más que furiosa.

    Y al final: "─ En cuanto a Homero y su papá... bueno, creo que ya están bien contentos ─indicó Bart señalando hacia ellos, donde ambos engullían rosquillas como maquinas trituradoras.


    Son detalles que debemos corregir ya que tienden a dificultar un poco la lectura cuando vienes leyendo con buen ritmo una trama por demás interesante, muy típica de los Simpsons en sus buenos tiempos.
     
    Última edición: 22 Diciembre 2020
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