Érase una vez en... El Lazo

Tema en 'Partidas Inacabadas' iniciado por rapuma, 4 Agosto 2022.

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    rapuma

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    El Lazo es conocida como la cuna de los forajidos por excelencia. Oculta entre peñascos naturales, la ciudad se mantiene viva con un fluido comercio de distintos materiales; piezas mecánicas, armas experimentales, oro, prostitutas y esclavos; y aunque se piense que la anarquía reina en las calles de la ciudad, el poder se mantiene en vilo por una jerarquía marcada; el clan Sanabria, conocidos por sus prácticas de vudú, controla la mayor parte de las cuadrillas del Lazo, beneficiándose a costa de los trabajos de cualquier forajido que quiera ganarse un renombre.


    El Lazo cuenta con los siguientes establecimientos para poder interactuar:

    -Saloon La Gacela (taberna local)

    -Saloon El Mordisco (taberna local)

    -Saloon El Peñasco (taberna local)

    -Clínica médica (se pueden curar heridas de distinto índole y comprar distintos medicamentos en cierto precio)

    -Establos (compra o venta de caballos o mulas y/o venderlos)

    -Forja (se puede comprar distintos artefactos mecánicos)

    -Casa señorial (reside el clan Sanabria)

    -Distrito comercial (hay distintos puestos de comercios)

    -Tablón de anuncios (una lista de distintos trabajos que se ofrecen)

    -Peletería (venta de pieles de animales y/o huesos)

    -Armero (compra o venta de distintos tipos de armas)

    -Iglesia (templo de Fe)

    -Doma de toros (se pueden domar toros y ganar algo a cambio)


    Distrito comercial
    (Halrac)


    Aquél mediodía la ciudad estaba descontrolada; la gente estaba eufórica, ya que decían que el hombre, el mito, la leyenda: Harper "Brazo Mecánico" Crow, estaba en el Lazo. A pesar de lo que se decía de él, era un hombre agradecido con los olvidados del Lazo; los que eran considerados la escoria de la sociedad, la basura abandonada y pateada que puebla las calles de la ciudad. Harper había iniciado desde el fondo de la miseria del Lazo y ahora era uno de los criminales más temidos del Oeste. La pueble de aquella ciudad desterrada y olvidada, asesinos, forajidos y criminales, lo adoraban como a un héroe.

    Halrac caminaba observando todo aquello: era la primera vez desde que tenía consciencia que la ciudad estaba tan despierta y alegre: todos los puestos comerciales explotaban en colores, herramientas nunca antes vista, todos los puestos rebosaban de materia prima con el fin de poder mostrar sus mejores artilugios en un día tan especial como lo era ése. El movimiento de tanta gente despierta también era algo nuevo, ya que la ciudad siempre se mantenía en un nivel de vida muy poco social; sólo los líderes de las cuadrillas que trabajaban para el clan Sanabria patrullaban las calles pero ése día era distinto: toda la ciudad estaba allí, atestando los saloones y las calles.

    Una docena de muchachos que promediaban entre catorce a dieciséis años aparecieron junto a un puesto que vendía frutas exóticas y herramientas de vapor que permitían cortar las sandías con más facilidad. Los muchachos parecían hablar entre ellos, muy atentos a las miradas indiscretas.

    A un costado de los puestos de comercio había un hombre enjuto, vestido todo de negro de pies a cabeza con varios ataúdes puestos de modo vertical para que el cuerpo pudiera verse como si se estuviera en pie. Un cadáver estaba en el primer ataúd y los otros cuatro que había permanecían vacíos. Varios borrachos practicaban puntería tiro al blanco con el cadáver. El encargado de aquella... ¿feria? era el desagradable Mike "Cadáver" Nigromante. Miraba a todos con una sonrisa diabólica.

    Un hombre estaba a un costado con un pañuelo rojo colgando sobre su cuello y con una mano siempre muy cerca de su revólver enfundado en su pierna derecha. El pañuelo rojo era una señal de que retaba a cualquier patán a batirse a duelos contra él. Había gente que de este modo conseguían renombre, al matar a mucha gente con muchos testigos.

    Monpoke

    Como verás, dentro de la introducción de tu personaje te proporcioné tres escenarios posibles para que puedas seguir tu historia: habrá quizá mensajes ocultos cuando se requiera pero estará todo plasmado en la redacción de la interacción del GM para que puedas decidir qué hacer a continuación según tu criterio. Cada decisión tendrá sus consecuencias.


    Entrada al Lazo
    (Eddie)

    Nunca habías visto tanta gente reunida en un mismo punto: la visión desde tu posición, mientras te acercabas poco a poco a la ciudad, era fascinante. Casi había un atasco de animales, que coceaban al sentir tantas respiraciones juntas. Podías sentir una vibra electrizante entre las personas que veías a tu alrededor. Al parecer el encargo sería sencillo si prestabas atención.


    Ayeah
    Como verás, dentro de la introducción de tu personaje te proporcioné un único escenarios posible para que puedas seguir tu historia. Esto es porque te doy libre acción en elegir el punto de la ciudad que quieras visitar. Habrá quizá mensajes ocultos cuando se requiera pero estará todo plasmado en la redacción de la interacción del GM para que puedas decidir qué hacer a continuación según tu criterio. Cada decisión tendrá sus consecuencias.


    Tablón de anuncios
    (Dave)

    El tablón estaba atiborrado de papeles clavados con clavos, algunos pegados con cinta adhesiva sobre otros; había muchos colores y los trabajos eran tan diversos que tendrías trabajo asegurado para conseguir dinero o fama.

    Y al parecer mucha gente pensaba lo mismo, porque se detenían ante el cartel y se quedaban leyendo los encargos. Unos arrancaban el papel y se lo llevaban bajo un brazo; otros lo anotaban en pequeñas libretas personales y seguían su camino. Una mujer pasó caminando frente al tablón, con un cigarro entre sus labios y se detuvo para leer un papel mientras echaba la cabeza hacia atrás y lanzaba una carcajada.

    Un hombre que estaba sentado en la calle de enfrente al tablón de anuncios, observaba a los que se detenían frente los trabajos y seguían. Al parecer buscaba algo o a alguien, ya que se mantenía con el ceño fruncido y jugaba con su Colt 45, girándola sobre su mano derecha.


    Bruno TDF
    Como verás, dentro de la introducción de tu personaje te proporcioné tres escenarios posibles para que puedas seguir tu historia: habrá quizá mensajes ocultos cuando se requiera pero estará todo plasmado en la redacción de la interacción del GM para que puedas decidir qué hacer a continuación según tu criterio. Cada decisión tendrá sus consecuencias.
     
    Última edición: 4 Agosto 2022
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    Halrac

    Me moví a un paso moderado por el Distrito e incluso mirando sorprendido la vida y atracciones que hay en la ciudad.

    Lo fingí.

    Fingir ser alguien más de la multitud, mezclandome en las masas y buscándome un objetivo explotable.

    Pero... Tanta gente. Tanta vida. Tanto todo...

    Trague, apenas audible en los ruidos. Controle mí fachada externa, el pulso y el sudor que busco fluir por toda mí frente.

    Seguí moviéndome, explorando, llevando a segundo plano el propio descontrol de mí cuerpo. Pero sigue ahí, presente. El miedo, terror e inseguridad que trae este nuevo ambiente en la ciudad.

    Continúe mirando alrededor en fingida sorpresa, armando alguna idea o oportunidad que me apoye en, por lo mínimo, el robo de unas pocas monedas.

    Finalmente, encontré un objetivo. Diciendo sin demaciado control de mis acciones, hice una movida que podría llamarse atrevida.

    Me cambié a una postura agachada al moverme, aparentando ser más pequeño de lo que soy. Un niño entre muchos, temeroso de la multitud.

    Estire la mano y tire, inocentemente, de la camisa y por la espalda de un borracho para llamar su atención. Previamente, asegurándome de que no tenga un dardo en la mano por seguridad.

    "Disculpe, señor". Le llame, temblando la voz. "Pero ese hombre de ella...". Señalé al hombre de pañuelo rojo, evitando caer en su mirada. "Lo escuché decir que va decorar uno de esos ataúdes con tu cadáver si no sacas tu fea cara del Distrito".

    Me aleje al entrenar el mensaje, una provocación que podría terminar en cualquier cosa. Esperando no acabar en el medio.

    ¿Demaciado llamativo? Si, creo que si...

    Tanta gente...

    Y que hambre...
     
    Última edición: 4 Agosto 2022
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    Eddie

    El cielo brillaba en un azul intenso allá arriba donde la garganta de roca se separaba para filtrar los calurosos rayos del sol de la mañana. Una solitaria gota de sudor resbalaba por la sien de Eddie mientras oteaba el horizonte con una amplia sonrisa bonachona, haciendo pantalla con la palma de su mano para proteger sus ojos claros de la intensa luz.

    La aglomeración de gente era impresionante pero aquel gigante sobresalía varios centímetros por encima de la multitud, que se agolpaba a su alrededor como una marea de insectos tratando de aprovechar el camino que abría con sus enormes pasos.

    Inclinaba su cabeza aquí y allá captando fragmentos de conversaciones a su paso por los puestos comerciales, pero su rumbo estaba ya fijado pues, después de todo, tenía una sed atroz.

    Sus sonrisa se ensanchó cuando vislumbró la forma de un Saloon a lo lejos y sus pasos se tornaron impacientes. Si quería escuchar algo interesante ¿Qué mejor lugar que aquel donde corre el whisky?

    Su pierna metálica arrancó ecos sobre el suelo de El Mordisco cuando la silueta de aquel sediento y desaliñado individuo hizo su entrada triunfal.

    ¿Quién me invita a un whisky?— Bramó en tono alegre, echando un rápido vistazo a su alrededor.
     
    Última edición: 4 Agosto 2022
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    Distrito comercial
    (Halrac)

    El borracho observó a Halrac y luego al pistolero que aguardaba con el pañuelo rojo atado sobre su cuello, repitió el movimiento unas cinco veces antes de reaccionar; caminó hacia el pistolero con decisión, con su barba sucia y desprolija, con un pie dentro de una bota y el otro descalzo, apenas con jirones de un calcetín. El pistolero levantó la vista para ver al borracho acercarse a él y desenfundó, haciendo que el ebrio parezca sobrio de golpe, reculando dos pasos.

    —El... muchacho... el niño me dijo...

    —¿Qué niño, imbécil?

    El borracho giró sus talones, asustado, esperando encontrar a la pequeña sabandija que le había engañado. Señaló el grupo de niños que se encontraban a un lado del puesto de herramientas.

    —¡Ésos niños! ¡Esos de ahí!

    Los gritos atrajeron la atención de los adolescentes, que rápidos como una parva de aves, desaparecieron de la escena, mezclándose entre el gentío que iba y venía sin un orden propio, algo cotidiano en el caos de la ciudad.

    Halrac no llegó muy lejos, un niño le cortó el paso y pronto el corro de niños le rodeó con tanta rapidez como si estuvieran entrenados para ellos. Habían crecido en las calles y se valían por su superioridad numérica y sabían aprovecharse de ello.

    Por tu culpa no podremos robar en este día de mercado. —dijo el que parecía ser el cabecilla; casi todos le sacaban una cabeza de altura a Halrac o le llegaban a la frente. —Te daremos la paliza de tu vida, mierdecilla.

    Todos se lanzaron al mismo tiempo contra Halrac y se formó un caos de polvo, piernas y brazos y golpes.

    —¿Qué pasa aquí?

    Era la voz de un adulto. De alguien veterano. Quién nace con autoridad nunca tiene por qué repetir una pregunta. La figura corpulenta de Harper "Brazo Metálico" Crow, líder de la banda de Pie Grande, rodeado por su cuadrilla personal de hombres, se recortaba como un gigante contra el horizonte del sol del mediodía.

    [​IMG]



    Saloon El Mordisco
    (Eddie)

    Todos giraron el rostro hacia Eddie pero fueron pocos segundos, luego todos volvieron a lo que habían dejado de hacer para curiosear quién gritaba. Había mucho movimiento en la sala y las camareras no daban a basto y muchas tenían las faldas rasgadas, ya que debían escapar de las manos indiscretas cada vez que se dirigían a una mesa.

    El tabernero se encontraba limpiando un vaso con un paño húmedo mientras veía a Eddie.

    Eh, que si la ciudad no estuviera revuelta como se encuentra ahora créeme cuando te digo que tu endiablaba altura sí hubiera llamado la atención. —le sonrió tras unas pequeñas gafas. —Ten, la casa invita. —sirvió un vaso de agua y lo arrastró por la barra hasta su dirección. —Reconocería tu tamaño de algún otro día, eres nuevo entonces en El Lazo, ¿no es verdad? ¿Tú también vienes a ver de cerca a... los de Pie Grande? —esto último lo susurró, como si temiera que una mesa que se encontraba cerca de ellos le escuchara.

     
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    Eddie

    Tomó el vaso que el camarero había deslizado por la barra y lo olisqueó con mal disimulada decepción antes de, con un encogimiento resignado de hombros, dar un gran sorbo al mismo.
    Estaba sediento tras el viaje y apuró el contenido sin apenas darse cuenta.
    Posó el vidrio con sonoridad contra la barra y sonrió abiertamente al camarero, asintiendo con un gesto tan breve que hubiera pasado inadvertido si él no lo hubiera estado observando.
    ¿También?— Susurró, alzando las cejas con genuina curiosidad. ¿Quién más podría haber estado preguntando por Harper?
     
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    Halrac

    Me pare derecho ante el repentino llamado de una autoridad, no de ley, sino de la que desprende alguien superior. Di un paso al frente, diciéndome de los otros niños y dar la apariencia de que no estamos relacionados.

    Le mire fijamente sin pestañear, pero no de manera altiva, sino quien espera por órdenes o permiso incluso para respirar. Por tal, en este momento la pelea con los otros niños dejo de importar, borre totalmente su presencia.

    Acabe limpiandome una línea de sangre que corría por la nariz de la renaciente pelea, más por mejorar la apariencia a su ojos que incomodidad.

    Acabe respondiendo a si pregunta, apenas pasando segundos de ella. "Pelea por el fracaso de un robo, Señor". Respuesta rápida, aquella que llega cuando hablas con sinceridad. "Acabe arruinando sus planes de robar por no considerar debidamente mí intento en otro".

    Luche por no arrastrar la voz y mantener el habla coherente ante la intimidación que muestran estos tipos, pero se hizo. Debe hacerse. Fingir que estás estable y no dudar ante las palabras de quién pertenece a los eslabones superiores, asi me ha entrenado la vida.

    Conozco mí lugar, y ese es permanecer bajos los pies de quienes lideran.
     
    Última edición: 8 Agosto 2022
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    Saloon El Mordisco
    (Eddie)

    El camarero se quedó en silencio, ahora encerando un poco la barra con un paño húmedo; le gustaba mantenerse ocupado mientras charlaba con un cliente.

    Todos preguntan por él y los suyos. —dijo por lo bajo, con la vista atenta en sus quehaceres. —Muchos son los que quieren engrosar sus filas, sobre todo los borrachos y los miserables de la ciudad, que sería la sociedad que habita El Lazo. Pero hay otros que no son tan afanes a las alabanzas. —miró con precisión una mesa cerca de ellos, donde un hombre reía y brindaba con jarras de cerveza con los cuatro hombres que le rodeaban. —Hay cuadrillas que no les gusta nada saber de la presencia de Brazo Metálico por aquí. Cuadrillas afines al clan Sanabria, que rige la ciudad. Algo gordo ocurrirá, ya lo verás.

    La clientela del saloon parecía estar compuesta por un hombre que jugaba a las cartas, mesas infinitas con vaqueros borrachos y que fumaban apestosos cigarros. Y claro, la mesa que sobresalía del resto, la cuadrilla que el camarero había señalado.



    Distrito comercial
    (Halrac)

    La muchachada embebida de violencia se detuvo y todos se separaron. Algunos se lamían las heridas, otros se palpaban la cabeza para verificar que aún seguía sobre su sitio. Harper Crow aún esperaba respuesta. La voz de Halrac hizo que el adulto paseara lentamente su mirada que era evitada por los muchachos.

    De modo que te estaban linchando. —se meció la barba un poco, sopesando las opciones hasta que chasqueó la lengua. Miró a Halrac —Tú, como te llames, ven conmigo. O estos salvajes volverán a por ti.

    Los muchachos se tragaron el insulto con la cabeza gacha.

    Al instante, Halrac caminaba tras la estela de Harper Crow rodeado por todos sus veteranos. Caminaban a paso rápido y pronto llegaron al destino.

    Saloon El Peñasco
    (Halrac; Harper)

    Irrumpieron en el más grande y más atestado de todos los saloones de la ciudad; mientras sus hombres le abrían paso por si algún borracho despistado no sabía apartarse a tiempo.

    Harper se detuvo junto a la mejor mesa, la que estaba bajo un ventanal donde se podía observar la calle. La ocupaban varios hombres pero al reconocer al recién llegado y su escolta de forajidos optaron por levantarse rápido, agachar la cabeza y dejar unos billetes para el tabernero.

    Siéntate. —le dijo Harper a Halrac, señalando una silla.

    El tabernero se acercó a la mesa, sonriendo.

    ¡Qué honor, qué honor para mi casa! —exclamó genuinamente feliz.

    Menos palabras, posadero. —dijo Harper con seriedad pero sin enfado. —Y más comida y bebida. Ya sabes lo que quiero.

    Sí, por supuesto, por supuesto... —el hombre dudó al ver a Halrac. —¿Vino y queso para todos?

    Harper comprendió las dudas del tabernero. Miró a Halrac y le preguntó en voz potente.

    —El posadero quiere saber si eres un niño o un hombre.

     
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    Halrac

    Estupefacto cómo estuve de la anterior pregunta, me tomo hasta ahora reconocer quién es la persona que se dirije a mí. Harper Brazo Mecánico Crow.

    Alguien que se debe de encontrar en por muchos escalones sobre mí, sino en la cima, me dirije la palabra. Si pudiera explotar, creo que lo haría.

    No por admiración o el honor, no, solo y simplemente para no existir en este momento. Borrarme. No pertenezco estar cerca de èl.

    Claro...

    Aunque todo mí interior deseaba correr y huir en vez de inculcar su ira o temblar como un gusano, permanecí físicamente estático al caminar. Estático normal, corriente, en vez de aquella rigidez incómoda.

    Sin alejarme o dar segundas miradas a todo el grupo, moviéndome como si perteneciera en entre ellos. Pero sin emitir un aire que diga que estoy a su nivel o falsa grandeza al estar rodeado de gente como poder.

    Varias parte de mí deseo detenerse a las puertas del saloon, temeroso de siquiera dar un paso adentro. Pero él entro. Entonces yo también.

    Tomando asiento cuando señaló a la silla. En vez de mirar asombrado, di leves mirada alrededor, solo para dicimular que no soy totalmente alguien de mirada fija o estoy intimidado para comportarme.

    Y llego la pregunta.

    Niño o hombre, una u otra, pero verdaderamente soy un carroñero. Como lo que acaba en mis manos, sin distinción.

    Pero no puedo responder con eso.

    "Puedo soportarlo". Respondí mirando posadero con seguridad, pero sin fingir ser mayor, un acto innecesario. Deliberadamente, no use ninguna de las dos palabra que dejó Harper.

    Mentí, o no. Deberá esperarse.

    ... ¿Que querrá conmigo?
     
    Última edición: 10 Agosto 2022
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    Eddie

    Soltó una atronadora carcajada, acompañada de brusco golpe sobre la barra.
    Miserable y borracho ¡Ja!— Repitió.— Sí señor, supongo que encaja conmigo.

    Agradeció al tabernero su colaboración con una inclinación de cabeza y avanzó sin más miramientos hacia el grupo de cuatro hombres que el tipo había señalado. Su figura se alzaba imponente sobre la pequeña y desvencijada mesa y el sonido metálico de su pierna arrancaba ecos al pisar, haciéndose notar sobre el ruido de las conversaciones.

    ¿Hay sitio para uno más?— Inquirió, tomando asiento entre ellos con soltura y dedicando una sonrisa cómplice al que parecía ser el líder de la cuadrilla.— Dicen que es peligroso andar sólo por estos lares, incluso para alguien como yo ¡JA!

    Acompañó sus palabras de una elocuente flexión de músculos y sacudió la cabeza como si no terminara de creer en la peligrosidad de el Lazo.
    Se veía ridículamente grande sentado en aquel pequeño taburete entre dos tipos que llegarían más o menos a la altura de su pecho, pero se veía tan cómodo como si hubiera nacido allí mismo, tamborileando sobre la mesa con las yemas de sus dedos a la espera de algún tipo de respuesta.
     
    Última edición: 11 Agosto 2022
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    Saloon El Peñasco
    (Halrac; Harper)

    Harper dio un puñetazo en la mesa, echó la cabeza hacia atrás y se echó a reír en una sonora carcajada a la que se le unieron sus hombres y varios clientes del saloon, hasta el propio posadero. Brazo Metálico frenó entonces en seco su carcajada y miró a los que seguían riéndose, sentados en las mesas próximas a ellos.

    [​IMG]

    ¿Se burlan del muchacho? —preguntó con una voz agria. Todos callaron de golpe. Harper clavó su mirada en Harlac. —Hoy has luchado como un hombre. Como un hombre estúpido, pero como un hombre. La sangre de tus heridas lo atestigua. —se dirigió al tabernero. —Ya lo has oído: lo aguantará como un hombre. Vino y queso para los dos. Y para mis hombres también.

    El tabernero partió raudo hacia la barra en busca de su mejor vino mientras Harper relajaba su postura mientras hablaba con Halrac; había algo intimidamente en Harper Crow, quizá por sus ademanes decididos, quizá por los hombres que le acompañaban; quizá por todo junto.

    A ver. —continuó Harper inclinando su cuerpo sobre la mesa. —Uno contra, ¿quince?Había más, pero creo que, linchándote, unos veinte. Eso es de idiotas. ¿Cuántos asaltos crees que habría ganado yo con esa estrategia tuya? Nunca entres en batalla si el enemigo te supera diez veces en número. Esto lo saben hasta los cretinos de los hermanos Grayson.

    El tabernero regresó con una jarra de vino y un plato repleto de cuñas de queso bien curado y dos vasos. Iba a servir pero Harper lo despachó a un gesto de la mano. Sirvió abundante vino en ambos vasos.

    —Bebe. A ver si te afloja el habla. —dijo tomando de un trago el contenido de su vaso, volviéndolo a llenar. —Lo mires por donde lo mires, muchacho, has hecho una torpeza, una estupidez. Algo que, cuando no te juegas más que tu cuello, es sólo eso: una idiotez. Pero si entras en una batalla que no puedes ganar al mando de treinta hombres, no eres estúpido, eres un asesino... de tu propia gente.

    Los hombres alrededor de la mesa miraban al frente y otros afirmaban a las palabras de Harper; eran hombres que le seguían de mucho tiempo, veteranos de confianza que respaldaban las palabras de su líder con sutiles cabeceos afirmativos. Un hombre en especial, el que siempre permanecía con un pie por detrás de Harper, se acercó a la mesa.

    —Señor...

    —Puedes aprender a tragarte el orgullo cuando te llamen cobarde y no puedas hacer nada ante la humillación. Pero espera el momento adecuado, el día perfecto para devolver la humillación pero no con otro insulto, sino con sangre, con un golpe certero y mortal que simplemente aniquile a tu enemigo.

    —¡Jefe! —insistió el hombre que se había acercado. —Lo siento, pero varios informantes han regresado... ya saben de nuestra presencia en la ciudad.

    ¡Que esperen todos! —gritó de malas maneras Harper. —¡Que esperen todos y en especial el maldito clan Sanabria y sus secuaces! ¿No ves que intento enseñalarle una lección al muchacho? ¿No ves que intento inculcarle algo de sentido común? Todos nacimos aquí, muchos han quedado en el camino porque no tenían un maldito líder que los orientara, simplemente tuvieron carniceros como los Sanabria, alimentándose de la pobreza de esta podrida ciudad.

    Se hizo un silencio sepulcral en todo el saloon. Harper suspiró y volvió a mirar a Halrac.

    ¿Sabes que estás en medio de una guerra civil? No habrá sitio seguro en la ciudad, los asesinos del clan están sueltos en cada esquina oscura, esperando una orden. Y esa orden dependerá de lo que suceda dentro de poco. ¿Quieres ser parte de la historia? ¿O quieres volver a la miseria olvidada de los callejones del Lazo?




    Saloon El Mordisco
    (Eddie)

    Los hombres se giraron hacia Eddie al sentir las vibraciones de impacto sobre la madera astillada del saloon; muchos entrecerraron los ojos, atentos a los movimientos del recién llegado que causaba una presencia intimidante por su tamaño. El único que no se mantenía tan impresionado era el líder de aquellos hombres, el que jugaba con unas fichas de póker, observando en silencio los ademanes de Eddie.

    [​IMG]

    Siempre hay sitio para uno más. —confirmó el hombre que poseía rasgos felinos, se le veía alerta y divertido, como si estuviera en su elemento. —¿Por qué estás aquí, eh? Mucha gente al parecer el día de hoy viene para ver al gran Brazo Metálico Crow —hizo ademanes como si fuera gigante. Sus hombres reían. —Porque si fueras un comerciante te reconocería, ya que estas calles son mías. Y créeme, me gusta patrullar. —juntó las fichas de póker a un lado mientras se acomodaba más en la mesa, apoyando sus brazos. —Te diré qué: tengo un trabajo para ti. Nos vienes como un anillo al dedo.

    Los hombres que estaban sentados en la mesa giraron el rostro para ver a Eddie: toda la atención estaba puesta en él.

     
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    Eddie

    Su sonrisa bonachona se ensanchó al escuchar la respuesta del líder de aquella cuadrilla.
    ¡Fantástico!— Exclamó alegremente.— Precisamente vine en busca de algún trabajo... Estoy sin blanca.

    Volteó los bolsillos de su desgastado pantalón tejano para corroborar sus palabras, de donde únicamente cayeron unos pocos granos de arena del desierto y una pelusa especialmente grande.

    Y sin dinero... No hay whisky.

    Rascó sus rizos con aire distraído, y se encogió de hombros alzando su pierna metálica con un movimiento asombrosamente ágil para alguien de aspecto de tan grande y desgarbado.
    En cuanto a Crow, mientras lo metálico no sean sus pelotas, creo que ya tengo esa sección muy vista.— afirmó, dando un suave golpecito donde debería haber estado su gemelo que arrancó un elocuente tintineo.
     
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    Halrac

    Fue intimidante, muchas más a un cuando parecía tener control de todo que se dice y hace en el saloon. Un verdadero hombre.

    Lo entendí del todo, el por decidió traerme aquí, cuando dio forma de que solo quería darme un discurso pude ir relajándome.

    Y entre comida nada menos. Ningún nudo en el estómago inducido por miedo evitará que aproveche la situación.

    Asi lo hice, tanto por hambre y mantener la apariencia, el comer trozos de queso y tragos de vino a lo largo del discurso.

    De a varios trozos de grandes a pequeños, para mal de mí estómago que exigua borrar toda comida al instante.

    Pero soy un invitado, o al menos semejante, y debo actuar como tal. Preste atención a cada palabra de mí proveedor, con no fingida admiración a medida que seguía y mostraba la razón del porque es admirado y temido.

    Tanta era la devoción que ponía en cada palabra que fui pasando a segundo plano la situación que fue ocurriendo detrás.

    Seguí cada palabra, escuchando y aprendiendo una lección como si de la boca de mí padre saliese. Tan único este momento en mí vida que por primera vez me encuentre sin ningún protocolo de actuación en mente.

    Cuando deje de ser tratado como un peón, basura, y me hablaron de humano a humano.

    Entonces el discurso llego a su fin, terminando a lo que suena como una oferta de unirme a algo grande. Una invitación.

    Deje el vino a un lado, vaso casi vacío, y considere en mí lengua las próximas palabras. "Quiero sobrevivir". Lo dije simplemente, resumiendo en dos palabras el propósito de mí vida en estos quince años. "Ya sea en las sucias alcantarillas o en el calor de un hogar...".

    ¿Ser parte de la historia? No lo soñaría. No cuando mis propósitos y acciones son tan pequeños, pensados en el día a día. Jamás a un gran futuro.

    "Pero no conozco el calor de un hogar, de uno verdadero". Me desinfle levemente mientras seguía hablando sin mucha conciencia de mis propias palabras. ¿Será por el vino?

    Intoxicado como estaba, perdí toda barrera que por tantos años he logrado forjar a mí alrededor.

    Así, considere por primera realmente el espacio en que estoy. Un gran saloon. Con comida, bebida y compañía.

    Cálido.

    Seguro.

    Agradable.

    Y temporal...

    "Por una vida que puede terminar siendo más de lo que es ahora". Recobre fuerza y me enderece. "Y porque mí vida ya es nada, seguiré el camino a cualquier destino incierto".

    ¿Todo o nada? ¿Historia o podredumbre? Yo ya conozco la podredumbre, y no lamentaré perderla.

    "Quiero ser parte de la historia".
     
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  13.  
    Bruno TDF

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    Escritor

    Dave

    Parado frente al cartel de anuncios, el pálido y enigmático hombre de las montañas llevaba un buen rato leyendo los trabajos que se ofrecían en un mar de clavos y cinta adhesiva. Como cazador que era, tenía bien desarrollado el don de la paciencia, de modo que leía con detenimiento para luego analizar cuál encargo convenía más a sus intereses. Pese a que la carcajada muy sonora de la mujer a su lado lo desconcentró, Dave ya había decidido hace rato que ninguno de los trabajos del tablón de anuncios eran para él. Llevaba unos pocos días recorriendo el Lazo, cubriendo su curiosidad de seguir descubriendo los mundos que lo esperaban más allá de Grizzlies, y había ido al tablón de anuncios con la intención de hacer algo interesante ese día.

    Giró sobre sus talones y se paró bajo el sol, cerca de la calle para embadurnarse de sonidos y aromas dispares, aquellos que flotaban sobre la ciudad de los forajidos. Con su oído agudo pudo percibir los susurros metálicos de alguien que jugaba con un arma, fue entonces cuando Dave reparó en el hombre del otro lado de la calle. En la mano derecha del intrigante personaje giraba una Colt. 45 y sus ojos parecían estar buscando algo. Dave se quedó observándolo fijamente, esperando así llamar su atención; el hombre había despertado su curiosidad porque actuaba cual cazador… aunque quizá algo inexperto.
     
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