Otro El inocente.

Esto es viejo… y muy obvio. Me daba un poco de vergüenza pero ya qué. Al menos lo he corregido.

(Basado en hechos reales)

Pues esto es para Emmanuel, naturalmente.

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No pasan de las 7:40 a.m. y ya estoy totalmente aburrido. Se supone que estamos en clase de inglés, pero realmente no hacemos ningún trabajo. Pinche Profesor. Pasa lo de Siempre. Mariana, Diana, Jasso y Alondra: cotorreando. Los otros chicos con sus idioteces, Yareli, Ada Luz y Estrella hablando sobre sus coreanos. Amelí está absorta en la revista de Los Beatles que hojea Yo solo estoy leyendo un libro para el programa de becas. Sherlock Holmes es un tipo genial, por cierto.

Como dije, los otros chicos con sus idioteces. Lanzarle cosas a Mariana. ¿Por qué tanta atención para ella? Pues es demasiado fastidiosa, aunque debo admitir que hermosa, más no del tipo que me gusta. Víctor toma una guayaba, ignoro de donde la consiguió, y la arroja en su dirección. Para nuestra mala suerte, por allí pasaba la directora, que es bastante estricta, y además Mariana dio un agudo grito.


La directora dijo de inmediato, con su fuerte voz.


—Díganme niños, ¿Quién fue?

Entonces todo es silencio. Esto la hizo enojar y empezó a sacar del salón a todos los “sospechosos”. También regañó a Mariana por provocar a los chicos de esa manera. Sonreí ligeramente pensando en que por un día no tendría que aguantar a Víctor hablando todo el día. Adiós idioteces. Hola ciencia de la deducción. Antes de poder retomar la lectura, escucho mi nombre.

—Emmanuel, salte tú también.

Eso hace que sienta mi cara se tornarse roja. Le contesté que yo no estaba involucrado, pero todo fue en vano. Pues de igual manera me envío con mi mamá. Empecé a llorar por puro coraje.

Aún con la cara enrojecida y los ojos llenos de lágrimas, empecé a guardar mis cosas. Levanté la mochila con más fuerza de la necesaria y tirando por accidente la preciada revista de Amelí. La coloco sobre su escritorio con delicadeza. Noté la compasión en su mirada. La escucho susurrar, muy por lo bajo.

—Poor baby.


Ella también es linda. Sé que le gusto, pero por alguna extraña razón casi no me habla, sólo me mira. No entiendo porque actúa así. Yo no muerdo a nadie… a no ser que me lo pidan. La miré sin saber que responder y me dirigí hacia el salón de cómputo, donde mi mamá da clases. Al verme así, se acercó a preguntar.

—Ema, ¿Qué te paso?

— ¡FUE LUPITA ME ACUSO DE REVOLTOSO Y NO HICE NADA!

Mi mamá me miro tristemente y me dijo:

—Yo sé que eres un buen chicho. Pero, debes de reconocer que tus amigos no siempre lo son y como dicen por allí. “El que con lobos anda a aullar se enseña.”

Asentí con cierta resignación y la abracé con fuerza, como cuando era niño. Nos quedamos así un rato. Después, mi mamá salió para hablar con la directora. Luego de cuarenta y cinco minutos, ya estaba de regreso en el salón. Listo para la clase de historia.

Todos seguían en lo mismo. Esta vez, decidí no abrir la boca por el resto del día. E ignorar a los chicos Y trataré hacerlo el resto del ciclo. En los libros encontraré compañía. Una por la cual la directora no puede juzgarme. Le haré entender que soy un buen chico, como los héroes literarios. Y quien sabe, hasta podría invitar a Amelí al cine, o algo así


No quiero aullar más.
No quiero ser un lobo.
No más lágrimas y caras enrojecidas.
No más “Poor Baby “
Y sobre todo, que mi madre no sufra por mí