Transformers El heredero del trono [transformers 4: la era de la extinción]

El siguiente relato es una pre-secuela que se sitúa entre la tres y la película actual. Este producto puede contener spoiler y restos de chocolate.



El rechinar de las ruedas en un vaivén violento de un Lamborghini vampiro color plateado que corría a toda velocidad a través de un camino que emergía de la selva Sudamericana por donde se levantaban olas de fango, contrastando con la naturalidad y pasividad del lugar, destrozada por completo por la detonación de una granada de mano lanzada detrás de él, el vehículo se levantaba por instantes con una fuerza brutal golpeando con fuerza el suelo terroso, derrapó por unos segundos y buscó arrancar de nuevo justo en el momento en que una lluvia de balas de M88 perforaban su carrocería.

Se escuchaba un chasquido metálico, seguido por cientos de murmullos robóticos continuos de toda su maquinaria al transformarse en un gigantesco hombre férreo corpulento y gigantesco con una mirada decidida, lleno de rencor, arrebato y fuerza de voluntad resplandeciendo en un brillante azul eléctrico.

—¡Humanos traidores!, ¡Mi raza ha peleado a su lado y así lo pagan! —Sus exclamaciones eran interrumpidas por un misil que al pasar silbando por su hombro destrozando algunos fragmentos de metal— ¡Éramos aliados!, ¡Soy un Autobot! — esto último fue más de una súplica lastimera, sabía que sin sentido.

Ahora solo les llaman invasores.

Un segundo disparo ocurrió y lo impactó de lleno en el costado derecho arrebatándole un grito de dolor. Dos rugidos de un motor surgieron de la maleza, dos motocicletas surgían a toda veolicidad. Eran dos Ducati monster 696 2014, una de color negro y otra de color blanco, antropofomorfizandose instantes después en dos seres que con algo de imaginación parecerían unos chicos de unos doce años de edad. Ambos tenían cuerpos esbeltos, el de color negro portaba los manubrios de forma característica como dos matas de cabello sobre su frente y la chica de color blanco con los propios portándolos como coletas.

—Rock Gun, ¿te encuentras bien? —dijo la chica.

—Maiden Blade, Shoot Break, ¿¡Qué hacen aquí?!, les dije que mantuvieran ocultos—el miedo se materializaba en su voz.

Su plan era claro, el sería la distracción para que ellos escaparan, costara lo que costara. Plan que se había venido abajo.

Una lluvia de proyectiles arremetía de nuevo contra ellos. Rocket Gun sin dudar se interponía con su cuerpo entre los disparos, aunque respondía al fuego no aminoraba ni un poco la oleada de disparos que ya comenzaban a herirlo de gravedad.

—¡Váyanse de aquí! —gritaba desesperado el Autobot dirigiéndose a sus protegidos mientras caía al piso de rodillas, forzándose a no ser abatido.

A kilómetros de allí, por medio del hackeo de una las cámaras de vigilancia que portaban los hombres armados, otro grupo de Autobots forajidos observaban todo lo que ocurría.

—¡Bastardos carnosos! —prorrumpía con rabia Hound, un humanoide rechoncho de barba larga y con una especie de puro en la boca—Crosshair podríamos acabar a todos ellos si quisiéramos.

—Hound, las ordenes de Optimus, sus enseñazas, nos profesan el no dañar a ninguno de ellos. Su corazón está alimentando con rabia y rencor, eso guía su andar—señaló Drift, otro de ellos que asimilaba un samurái.

—¿Hablas del mismo Optimus que terminaron erradicando cuando lograron alcanzarlo en la ciudad de México gracias a esa actitud tan crédula? —cuestionó Crosshair acomodando sus googles.

—Desde que se fue somos guerreros sin rumbo ni propósito esperando que nuestra existencia llegue a nuestro fin—concluyó Hound.

Rocket Gun y los dos pequeños autobots se encontraban ya sometidos, él yacía en el piso casi inmóvil y los dos pequeños paralizados del miedo, si ellos tuvieran la capacidad de llorar en ese momento lo harían. Próximos a su fin inminente se evocaban a su mente gratos recuerdos que habían pasado ese año y medio con la familia yucateca que los habían alojado y de los que habían tenido que abandonar para no ponerlos en peligro.

—No tengan miedo, yo estoy con ustedes—susurró Rocket.

Un sorpresivo estallido detonó detrás de ellos.

—¡No se rindan! —exclamó una voz que parecía provenir de una estación de radio—aunque sea en las sombras, los protegeré…—agregó otra voz que sin embargo parecía venir en secuencia y del mismo lugar.

Dos disparos de plasma, destrozaron los últimos vehículos de ataque y aunque los mercenarios buscaban responder al fuego, aquel adversario invisible parecía estar en todos lados.



—¿Alguien los esta rescatando? —preguntó Hound acercándose en la pantalla con cierta esperanza en la voz—¡Aaaaa jaja!, ¡Tomen eso! —gritó con emoción.

—Alguien de nosotros aún mantiene la voluntad suficiente para hacerlo, sea quien sea, tiene un alma de un guerrero—dijo Drift tamborilenado con sus dedos en mango de la espada que portaba entre sus manos.

—La pregunta es ¿Quién?...



Los soldados al verse acorralados se replegaban alrededor de los tres cautivos, los dos más chicos miraban todo esto con una impresión de alegría.

En este momento vieron surgir a todo de ellos. Era de un amarillo brillante que emergía entre las tramas negras que cubrían su cuerpo, una especie de mascara que solo dejaba a su vista sus dos ojos con dos líneas verticales. Con un golpe de su antebrazo derribo a la primera línea y con un rápido movimiento giratorio de tus pies mando volando al resto.

—Ven conmigo si quieres vivir—dijo este con la voz inconfundible del conocido actor en aquella segunda parte de la película extendiendo su mano.

Los tres autobots se levantaron, su salvador ayudó a ayudó a Rocket Gun a hacerlo. Se adentraron en la selva mientras que algunos soldados continuaban el ataque pero ya sin el mismo efecto.

—Gracias, gracias por ayudarnos, espera, tu sistema de habla está dañado, ya lo recuerdo… ¡Eres Bubleebee! ¡Estuviste en la batalla de Chicago! —exclamó Rocket—no sabía que alguien de ustedes siguiera vivo.

—Ya saben lo que dicen, lo que no te mata te vuelve más fuerte—respondió—¡Yo no me dejaré vencer!...

—Podrías venir con nosotros—dijo Maiden Blade—nuestra nave está entre las cataratas de Iguazu, ningún humano puede ir allí.

—Buscaremos un planeta seguro en lo que… bueno en lo que pasa todo…—agregó Shoot Break.

—Te considero un buen amigo, salvaste mi vida, sería bueno que vinieras con nosotros—concluyó Rocket Gun.

—Yo lo agradezco,…pero…, no puedo hacerlo, …¡debemos de mantenernos juntos!, existen otros como ustedes perdidos, quiero,¡Salvalos a todos! —con patrones de voces desiguales del radio Bubblebee explicaba su situación.

—Eso, eso es admirable, te deseo suerte…—dijo Rocket gun posando su mano en el hombro con una sonrisa. —yo te ayudaría, pero por el momento mi responsabilidad son estos dos.

—Mantenganse fuertes, esto volverá a ser un hogar algún día…

—Cuídate, me hubiera gustado que vinieras con nosotros—dijo uno de los chicos mientras se despedía de ellos.

—¿Sabes BumbleBee?, tu serías un buen líder…—. Con estas últimas palabras Rocket Gun dio la vuelta y junto con los otros dos Autobots se perdió entre la selva.

Estás últimas palabras retumbaron en los oídos de los otros autobots espectadores que observaban aún desde lejos. Se observaron por unos segundos en silencio.

—Creo lo mismo…—dijo Drift sonriendo mientras veía a sus compañeros.