El grupo más extraño de la era antigua estaba festejando su gran victoria. Habian podido derrotar a Naraku y destruido la Shikon No Tama. Ahora ya victoriosos en la aldea, todos era divercion y los antiguos recolectores de la perla podian respirar en paz. Inuyasha, después de no estar la mayor parte de la noche en la fiesta, se encamino hasta estar junto a la miko del futuro quien tomaba una soda junto a Kirara. —Aome, ven conmigo... —dijo la seca voz de Inuyasha, la azabache asintio viendolo extrañada. Caminaron a paso lento hasta el Goshimboku, justo donde comenzó toda esta gran historia. Aome, al llegar, no pudo evitar tocar su corteza. Sintiendo la paz que ese árbol le transmitia, Inuyasha solo la veia en silencio, mirando él tambien fijamente a ese árbol al que tuvo sellado por la primera mujer a la que amo. La sacerdotisa dejo el árbol para ver a su compañero. —¿Porque me has traido aqui, Inuyasha? —pregunto extrañada la joven. Inuyasha aun seguia mirando el árbol, pero cuando bajo su mirada hasta los chocolates de ella, Aome se impreciono al ver su mirada tan fría. —Aome, Naraku por fín a muerto y la perla de Shikon a sido destruida... Creo que es más que obvio el porque te traje aqui —dijo su voz indiferente y seca. Aome le vio nerviosa y un temblor recorrio su cuerpo. —¿De qu-que estas... habl-hablando, Inu-Inuyasha? —dijo tartamudeando y sintiendo un nudo en su garganta. Inuyasha gruño por lo bajo asustandola. —No te hagas la tonta, Aome —le dijo mordaz— Tu sabes bien de lo que te estoy hablando y es mejor que no lo alarguemos más... —dijo secamente, Aome sintio que pronto sus lagrimas saldrian. —No... se de... que es-estas... hablando —dijo tratando de no llorar, tratando de no creer que realmente Inuyasha estuviera a punto de decir lo que ella creia. —¡Eres una imbecil!... ¡Tu vida aquí se terminó!—le rugio de forma cruel, Aome retrocedio un paso asustada— Te estoy diciendo que vuelvas a tu época y nunca más vuelvas, aqui ya nadie te necesita... Lo mejor es que vuelvas con tu familia ya que aqui ya no eres necesaria... Mejor vete, ya no quiero volver a ver tu horrible rostro —dijo tan friamente que la miko no pudo evitar llorar. —¿Porque?... —gimio en un sollozo— ¿Porque me echas de tu lado después de lo que vivimos juntos, Inuyasha? ¡Después de haber hecho el amor vas a echarme como si nada! ¡¿Es que no significo nada para ti las veces que tuvimos juntos?! —grito con dolor, Inuyasha miro al árbol sagrado y luego a ella. Aome se tuvo que llevar la mano al pecho por la angustia. —No seas tonta, no compares amor con instinto... —Inuyasha se dio media vuelta y apenas volteo a verla— Ojala nunca más vuelva a verte... —dicho esto Inuyasha se marcho de alli. Aome no lo soporto más y echo a correr hacia el pozo, sabiendo que una vez que ella lo cruzara, nunca más volveria al Sengoku. Ya habian pasado 8 años desde la muerte de Naraku y la destruccion de la perla de Shikon. 8 años de muchos cambios en la era Sengoku y 8 años desde que Aome fue a su época por peticion de Inuyasha. Después de eso el hanyou quedo estancado en el tiempo, pero lo que habia echo años atrás. Lo que nunca supo Aome, fue que Inuyasha siempre la amó y aun la amaba. Que todo lo que habia dicho en el pasado habia sido porque sabia que la muchacha no tendria ningun futuro a su lado, después de todo él era un hanyou y Aome hubiese sido tratada igual o peor que su querida madre... y eso era lo que menos deseaba él. Por eso, sacrificando su propia felicidad, Inuyasha le habia dicho esas crueles palabras para que Aome lo odiase y se fuera a su época. Porque queria que ella fuera feliz y estuviera a salvo... —¡Inuyasha!... —dijo la voz de Miroku bajo el Goshimboku, Inuyasha le vio desde la rama en la que estaba— ¿Me acompañarias a exterminar a un demonio en una aldea cercana? —dijo este semi amable, sonriendo de forma compradora. —Khe, que molesto eres monje... —Inuyasha bajo del árbol hasta aterrizar a un lado de su amigo—De acuerdo, pero trata de no volver hacer el mismo escandalo igual al de la otra vez... —dijo el hanyou y Miroku le miro sorprendido. —¡Pero si ese hombre queria estafarnos, no podia permitirlo! —exclamo el monje, Inuyasha le vio molesto. — Aqui el unico estafador eres tu (¬¬)...— //Época actual.// En el patio trasero de la Escuela Furinka, un profesor tomaba lista a sus alumnos por igual. Ya que era un campo deportivo mixto. —Kiseki... —dijo la gruesa voz del morrudo profesor. —!Aqui!... —dijo el chico pelinegro levantando su mano. El profesor asintio anotando el presente. —Saotome...—siguio con el listado, mirando su libreta y a sus alumnos. —¡Aqui estoy! —se escucho la voz del muchacho atrás de todo, el profesor lo anoto después de divisarlo. —Takahashi Rumiko...—dijo el profesor con una gran sonrisa en su rostro, viendo a su hija frente a él. —Aqui... (u/u)—dijo avergonzada extendiendo inutilmente el brazo. —Higurashi...—pero esta vez nadie contesto, el profesor dejo de ver la libreta para ver a los alumnos— ¡Higurashi! —grito esta vez, todos se vieron entre si. —¡Alli viene, Takahashi-semapai!—dijo Ranma, señalando en direcion a la entrada de la escuela. El prosefor de mirada plateada nego con firmesa, era todo un caso. Higurashi siempre le llegaba tarde a las clases, pero debia admitir que era el mejor de sus alumnos y siempre sacaba buenas notas en su materia. —Lo lamento mucho Takahashi-sempai...—se disculpo al estar a su lado—Pero es que tuve que ayudar al abuelo en una de sus reliquias... —explico el porque de su tardanza, es señor Hiroshi asintio levemente. —De acuerdo, Higurashi... Mejor sientate—le ordeno, mostrando con su lapiz el suelo. —¡Si! —afirmo con entuciasmo mientras se sentaba junto a sus amigos. Durante el listado, Rumiko no dijo nada. Solo miraba a Kiseki y Kiseki a ella, ambos sabiendo que iban a interrogar al azabache apenas si tuvieran la oportunidad. Cuando el profesor ordeno trotar alrededor de la cancha, los chicos sonrieron complice y una vez que todos corrian ellos se acercaron a su amigo. —Hola muchachos... —saludo el oji-azul al ver a sus dos amigos a su lado. Rumiko y Kiseki lo tomaron de ambos brazos— ¡Pero que estan haciendo torpes! —les dijo molesto ante la actitud de ambos. —Vamos Inuko, no grites o Takahashi-sempai va a regañarnos... —dijo Kiseki en voz baja, soltando a Inuko pero trotando a su lado. El niño resoplo con fastidio. —¿Y, que dijo tu mamá al respecto Inuko? —pregunto Rumiko con una sonrisa en su rostro, Inuko le vio confuso y la castaña se lo quedo mirando ofendida— ¿No me digas que te olvidaste de preguntarle, tonto? —pregunto la niña e Inuko aun la miraba algo perdido hasta que... —¡Oh, claro!... —dijo de repente, Kiseki y Rumiko cayeron al estilo anime— Mamá dijo que si podian quedarse a dormir en casa... —dijo el azabache alegre, el oji verde asintio efusivo. —¡Que bien!... Entonces llevare las golosinas—dijo Kiseki y sus dos compañeros asintieron. Luego de correr, el profesor Takahashi les ordeno jugar un partido de voleyball mixto. Los grupos eran: Haruno, Takahashi, Kiseki, Saotome, Higurashi y Yuii (equipo rojo) y Tatewaki, Susaku, Takenaka, Noguno, Menomaru y Sotarhu (equipo azul). Cuando cada equipo estuvo en su propia area de la cancha y bien poscicionados, empezó el partido. Inuko, ya despues del primer partido, estaba aburrido. Sus contrincantes no eran nada para él ya que sus lanzamientos eran muy debiles y el azabache con solo un golpecito los mandaba a volvar. Era por eso que su equipo iba ganando, claro que Inuko no hacia todo el trabajo, él solo quitaba las pelotas dificiles, ya que tanto Rumiko y Kiseki eran unos muy buenos jugadores, asi que Inuko no se preocupaba del todo en el partido. Pero por estar distraido, nunca noto la bola rapida que aproposito Tatewaki hizo y le dio con fuerza al rostro de Kiseki mandandolo fuertemente al suelo. —¡Kiseki! ¿Estas bien, amigo? —pregunto preocupado Inuko, pero al ver a su amigo en buenas condiciones se alivio, pero vio de forma amenazante a el pelinegro frente a él— ¡Idiota mira lo que hiciste, me las vas a pagar caro! —rugio de forma enojada el oji-azul. Tatewaki sonrio de forma engreida, aunque por dentro se moria de miedo. —¡Mire lo que esta haciendo profesor, me esta amenazando! además fue sin querer... —mintio el niño e Inuko se dio cuenta de eso, asi que miro de forma amenazante a Kuno, haciendo que este temblase de miedo al ver un ligero cambio en el color de ojos del azabache. —Higurashi controle. Dejen de jugar y terminemos este partido —dijo el señor Takahashi entregandole la pelota a Menomaru. Y el partido volvio a su curso. Menomaru saco y lanzo la pelota al otro extremo, con un buen pase, Haruno le dio la pelota a Ranma y este la arrojo hacia en otro lado. Noguno fue quien la recibio y dandosela a Takenaka, este la tiro hacia el otro lado... justo donde estaba Inuko que con rabia golpeo la pelota más fuerte que antes y esta le dio a Kuno, mandandolo a volar varios metros. Los alumnos de asustaron con eso (menos Kiseki y Rumiko) y fueron donde el niño caido, mirando que a este le sangraba la nariz. Hiroshi nego varias veces y volteo a ver a Inuko con cansancio. —¡Higurashi a la banca!, ya no jugaras el día de hoy... —dicho esto el profesor se llevo al melodramatico niño a la enfermeria. Inuko gruño por lo bajo y fue a sentarse, Rumiko se le acerco y tomo su hombro. —Vamos Inuko, no es para tanto.. —le dijo la niña, Kiseki sonrio de medio lado y el azabache se quito suavemente la mano de su amiga. —Fhe, no importa... Por lo menos le atine al rostro—dijo el niño con maldad infantil y sus dos amigos rieron ante eso. Ya después de terminar el día y haciendose la tarde, los 3 amigos venian comiendose una paleta helada cada uno. Estaban platicando sobre lo que harian esta noche en casa de Inuko cuando derepente aparecieron 4 jovenes de la nada, de unos 16 años de edad. —Con que tu fuiste el que lastimo a mi hermanito ¿Verdad, mocoso? —dijo el muchacho del medio, con aire de maton. Inuko no respondio, pero sabia que le hablaban a él. —No te hagas el tonto niño, eres igual a la descripcion de Kuno-kun... —dijo el otro muchacho de cabellera gris, apretando sus manos y haciendolas sonar. Rumiko , como no sabia mantener la boca cerrada, encaro a los adolescentes. —¡Pero si fue el tonto de Tatewaki quien empezó todo! —dijo enojada y el muchacho del medio se le acerco amenazante. Rumiko retrocedio un paso asustada, pero antes de que el joven pudiera tocar a la niña, Inuko se le puso delante con su brazo estirado protegiendola y mostrando una fiera mirada. El muchacho primero se sorprendio al ver la actitud protectora del azabache, pero luego rio burlon y señalo a Inuko. —Jaja, pero miren quien quiere hacerse el heroe... Ya veras lo que te pasara mocoso—dijo el muchacho de la derecha, estirando su brazo y sosteniendo a Inuko justo donde tenia su pulsera lila y dientes de dragon, queriendo romperla con el acto. Y ese fue el final para los adolescentes abusones, pues tanto Kiseki como Rumiko sabian que nunca, NUNCA, debian tocar o intentar romper la pulsera sagrada de Inuko. Porque sino podias llegar a pasarla muy mal, cosa que los jovenes descubrieron después de que el oji azul haya dado un salto tras el muchacho que lo sostenia y darle una patada al trasero y estamparlo contra la pared. Luego, se inclino solo un poco hacia su izquierda y tomando de la muñeca al joven de cabello gris lo arrojo hacia arriba, dejandolo colgado peligrosamente de la ultima rama del árbol. Los dos restantes, asustados pero enojados, quisieron atacarlos a la véz. Pero Inuko, llevando su paleta a la boca, salto hacia delante con sus manos en puño, le dio un duro golpe a ambos en la quijada. Dejando a los chicos muertos del dolor en el suelo. —Mejor vamonos, quiero ir a preparar mis cosas... —dijo Kiseki como si nada, pasando sobre los dos chicos tirados en el suelo. Tanto Rumiko como Inuko asintieron y se alejaron del lugar. Escuchando a la lejania, los gritos desesperados del muchacho maton que el azabache habia dejado en el árbol. Después de despedirse de sus amigos, Inuko le dio un gran salto a las infinitas escaleras aterrizando frente al Go-shimboku y como siempre lo hacia, se lo quedo viendo por largo rato. Sintiendo esa sensacion extraña en su pecho. El viento mesio su largo cabello azabache con gracia y pudo sentir nuevamente esa prescencia veniada del árbol. Se le hacia tan familiar, no sabia porque, pero le hagradaba esa sutil presencia. —¿Inuko, sucede algo? —dijo la voz de su abuela, sacandolo del trance. Volteo a verla y sonrio mostrando su colmillo que siempre sobresalia sobre su labio. —No abuela, estoy bien... —dijo el niño caminando hacia ella. Sonomi sonrio con ternura al ver a su nieto caminar distraido hacia la casa. —Te preparare chocolate y galletas... —dijo la señora, sabiendo como raccionaba Inuko al escuchar cuando le decian algo sobre comida. El niño entonces apuro su paso. —¡Si!, justamente estaba muerto de hambre... —dijo alegre el niño mientras a una gran velocidad sobrehumana entraba a la casa. Sonomi sonrio y dejo escapar una risilla, ella entro tambien y se diriguio a la cocina. Preparo la taza con chocolate y una gran vandeja con galletas para Inuko, quien ya la esperaba impaciente en la mesa de la sala. La señora se lo entrego con una sonrisa y el azabache empezó a comer, Sonomi solo se quedo viendo a su nieto algo nostalgica pero rapidamente cambio al notar a su hija entrar a la sala. —Oh, Aome cariño ¿Quieres que te prepare algo para comera ti tambien? —pregunto cortesmente, la azabache nego y con una gran sonrisa se acerco a su hijo. —Inuko, amor, hoy llegare tarde del trabajo. Acuestate tempreno y no te metas en lios, cualquier cosa que necesites llama al tio Sota ¿Si? —dijo Aome e Inuko aun con la boca llena de galletas asintio dandole un toque adorable. Aome dandole un ultimo beso sobre la frente a Inuko se despidio y salio de la casa para ir a trabajar como enfermera. Camino tranquila por los cenderos hasta que llego al árbol sagrado, le vio con nostalgia y tristeza. Pero como habia estando haciendo desde 8 años, evito ese sentimiento y siguio su camino rumbo al trabajo. Al atardecer. Después llego el momento que los 3 niños habian esperado y que habian planeado desde ya hace mucho tiempo. Pues la "pijamada", que tenian pensado hacer estos traviesos niños solo era mentira, solo ocultaban con eso sus verdaderas intenciones de querer averiguar si el pozo que habia en la casa de Inuko en verdad era magico, tal y como lo decia Aome. Por eso, a la hora en que los mayores se fueron a dormir, Inuko, Rumiko y Kiseki fueron a escondidas hasta el templo de la familia Higurashi y entraron sin que Sonomi o el abuelo despertaran de sus siestas. Pues esto les era prohibido visitar, en especial a Inuko que desde pequeño, su madre lo regañaba si queria entrar a la casona vieja del pozo. —¿Chicos, creen que sea buena idea? —pregunto temeroso Kiseki, mientras miraba la casona fría y oscura al que sus dos amigos entraban. Rumiko le vio dibertida y burlesca. —¿Que, te da miedo entrar? —le pregunto mientras entraba a la casona junto con Inuko. Kiseki inflo su pecho en coraje al escuchar las palabras de su amiga. —¡Claro que no! —y dicho esto él tambien entro, aunque después rapidamente se arrepintio ¡El lugar daba mucho miedo en la oscuridad!—Listo amigos, ya entramos, ya vimos, ya nos vamos...—quizo huir el oji verde pero Inuko lo detuvo tomandole del cuello de su remera. —Vamos, Kiseki. Ahora hay que bajar a ver el interior del pozo... —dijo divertido el azabache. Rumiko asintio contenta mientras Kiseki negaba espantado— ¡Vamos a ver! —dijo mientras que de un salto llego al suelo de tierra. Inuko, solo un poco nervioso asomo su cabeza. Miro de soslayo, luego se asomo un poco más y luego asomo toda su cabeza y al mirar por dentro se asombro al maximo. Abrio su boca tan grande y sus ojos como platos, Rumiko al ver su exprecion bajo ella tambien siendo seguida por Kiseki. Pero al asomarse ellos, no vieron nada. Extrañados, Kiseki se acerco a su amigo y le toco el hombro. —Oye, Inuko ¿Por que la exprecion? —pregunto extrañado. Inuko se asomo mucho más dentro del pozo, sosteniendose de la varandilla y poniendo sus rodillas en la madera vieja, sin darse cuenta que estaba a punto de caer. —Veo... El cielo—dijo con mucho asombro. Hasta podia sentir el calido viento que emanaba el pozo y no entendia bien porque él podia verlo y sus amigos no. Nuevamente el viento lo golpeo suavemente en el rostro, obligandolo a cerrar los ojos... pero haciendo que inevitablemente el cayera dentro. Sus amigos no pudieron más que gritar espantados y cerrar fuertemente sus ojos, pero al pasar los segundos y no escuchar el golpe del impacto se asomaron dentro del pozo, viendo con sorpresa de que Inuko... habia desaparecido magicamente.