The Walking Dead El héroe del alma negra [The walking dead~Merle Dixon ]

Tema en 'Fanfics sobre TV, Cine y Comics' iniciado por Fénix Kazeblade, 16 Junio 2014.

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    Fénix Kazeblade

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    Escritor
    Título:
    El héroe del alma negra [The walking dead~Merle Dixon ]
    Clasificación:
    Para adolescentes. 13 años y mayores
    Género:
    Drama
    Total de capítulos:
    1
     
    Palabras:
    1009
    A veces me gusta escribir de anti-héroes y este momento, no podía dejarlo pasar.



    Le gustaba el sonido suavemente segante de la guitarra eléctrica del blues más rebelde y desafiante del rock clásico, le transportaba a un mundo de libertad total, donde personas que se forjaban su destino, el más fuerte sobrevivía haciendo siempre lo necesario sin dudar, un mundo al que él hubiera pertenecido.

    Dando golpecitos en el volante llevaba el ritmo de la melodía, seguía avanzando por aquella terracería, percibiendo como cada vez más se sumaba la intensidad de aquel rasgueo terroso que se producía mientras más caminantes se unían a la horda. Uno de los malditos podridos abría sus fauces asquerosas hacia el vidrio en un intento en vano de devorarlo. Daba un trago más al wiskey que había sacado de una de las tiendas cercanas y se jactaba de aquel desgraciado no muerto, ofreciéndole un poco de su trago, mientras sonreía jactante.

    Las fronteras de Woobory ya se observaban a unos cuantos metros, aquella misión sin retorno que tenía pensado emprender, estaba por comenzar.

    —Esto va por ti, hermanito—murmuraba Merle.

    Diciendo esto daba un último trago a la botella, tomaba el rifle y abriendo las puertas del auto se lanzaba al exterior.

    Daba unas cuantas volteretas en el piso, acechando corría hacia una de las casas cercanas al pueblo, pasando desapercibido para los caminantes que permanecían abstraídos por la música, para que su idea funcionara no debían ser los únicos que fueran hacia ella.

    Por la ventana observó que tres caudillos mercenarios del Gobernador ya corrían hacia el señuelo, para su ironía los tres idiotas habían estado más de una vez bajo su mando.

    Hace unos días, consideraba este lugar su hogar, esas personas sus compañeros y lo que hacia algo que podría realizar de por vida, al menos hasta que una de los caminantes acabara con él. Pero todo cambio al enterarse que su hermano seguía vivo, se había seguido moviendo aparentemente con el mismo grupo que lo había dejado cautivo a su suerte en la azotea. Su obligación era cuidarlo, tenía que volver a él.

    Comenzó su ataque de las fuerzas del Gobernador contra de los caminantes, esperando encontrar del automóvil alguien siendo comido o al menos agonizante. Algunas criaturas eran acribilladas a tiros, algunos muchachillos estúpidos e inexpertos de los batallones recién formados eran devorados por las bestias entre gritos agonizantes.

    Pasaban unos cuantos minutos, ni Rodríguez ni resto se habían percatado que muchos de los que eran comidos en este momento habían caído previamente entre sus balas. Así es como surgía a escena su demente y autoproclamado líder.

    —Bastardo orgulloso… —escupía Merle, dirigiendo la mira de francotirador hacia él.

    Probablemente luego de esto irían tras él, lo atraparían, torturarían, para al final meterle una bala en el cráneo esperando verlo suplicar, pero al menos acabaría con él. Los había obligado a pelear, el malnacido lo había obligado a pelear contra su hermano, ahora destrozaría la prisión y aunque odiara admitirlo a parte de él le importaba.

    Se enfocó en la mira, guardó un poco la respiración, deslizó su dedo en el gatillo y disparó. Habría sido infalible, milésimas de segundo bastaron para que todo se viniera abajo, un niñato impulsado por la absurda adrenalina que lo impulsaba a estar en medio de esta lucha, caía desplomado al piso sin vida por acción de su disparo, no había sido otro factor más que un capricho del destino que se fuese él y no el Gobernador quien muriera.

    Bufó y gruño de impotencia, fracciones de segundo más tarde el maldito observaba hacia donde se escondía, momentos más tarde sin que se hubiese percatado, escuchaba el gemido necrótico de un caminante que ya se hallaba a centímetros de él. En un movimiento rápido lograba acribillarlo en la pared, no había logrado reponerse cuando sentía un golpe en la nuca que lo hacía caer contra el piso, sintió otro más, estaba rodeado, era arrastrado hacia afuera, puntapiés, contusiones con las culatas de las armas que portaban. Justo en medio de este ataque escuchaba la voz, el hombre al que había estado subordinado estaba frente a él para asesinarlo.

    Ojala hubiera podido ofrecerle algo mejor a Daryl, su hermano, buscó desde siempre enseñarle aquello que si bien no era lo más correcto lo haría mantenerse vivo y después de todo, que más podía transmitirle, si era lo único que él había aprendido. Cosas terribles había hecho en su vida, algunos hombres, varios inocentes habían perecido en sus manos, tal vez lo había disfrutado, tal vez estaba condenado.

    Philip, el monarca de aquel pueblo dominado estaba frente a él, lo miraba con cierta obscenidad y desprecio, después de del reciente altercado entre ambos sabía que había quedado lo suficientemente malherido para que no pudiera dar más batalla, se había servido de sus subordinados para asegurarse de ello. Parecía divertirle que fuera él, que estuviera allí para internar acabarlo.

    —¿Y bien, Merle? —cuestionó el Gobernador observándolo a los ojos mientras cargaba su arma.

    Esto que había hecho, era lo único en su vida, que realizaba por entera voluntad, ni su padre, ni el Gobernador, ni el comisario, lo regían en esta ocasión. Las palabras de Michonne le había dicho mientras la tenía cautiva no habías dejado de retumbar en su cabeza “Me estás buscando dar explicaciones por las cuales me haces esto, parece llevar mucho peso sobre ti, los hombres malos y sus acciones son livianos como el aire”.

    —No voy a suplicar, así que hazlo de una vez—exclamó Merle desafiante sonriendo superior ante su adversario.

    Dirigió el Gobernador su arma a su pecho, sabía que lo haría para obligarlo a volver como una de esas cosas. Mientras sentía aquel intenso frío de la sangre derramándose de él. Eligió pensar por un instante, que con esto lo verían redimido, que a quienes les había hecho daño lo perdonarían, que el comisario y los demás entenderían que así agradecía que a su hermano, le hubieran podido dar, algo que jamás él le había podido otorgar, una familia.
     
    Última edición: 16 Junio 2014
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