Long-fic de Pokémon - El Culto al Placer. Hasta pronto y gracias por los reviews.

Tema en 'Hall de la fama' iniciado por Edmund Daltonic, 23 Abril 2016.

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    J.Nathan Spears

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    La conversación entre Madame de Valois y Palermo la sentí bien trabajada y aparte, son dos villanas que no se llevan perfectamente pero que tienen su "química" particular. Es como decir "miren allá, son la desgraciada y su perra" xP. Y es cierto, Lysandre está 110% concentrado en su propia meta y poco y nada le interesan los tiquismiquis que tengan ese par de putas. (Y que me perdonen las trabajadoras sexuales honradas)

    Luego pasamos a la operación dirigida por Clint. Mi instinto me dice que algo saldrá muy mal. Ash al parecer ha sido incapacitado por una melodía que hace que el parásito excrete una sustancia que relaja a nuestro prota. Elesa da la impresión de que está distraida... Bonnie se aburre como ostra y decidió llevar a Dedenne (y a Pikachu, quien las vigila a fuerzas) a investigar por su cuenta. Uy, no pinta nada bonito...

    En tanto, Serena y Clemont se enteran de que Philip no tiene nada que ver con el Culto al Placer... al menos el chico es hombre de ciencias. Vamos a ver qué ondas sucede luego con él... en el fondo, seguramente él querrá frenar los lascivos esfuerzos de su madre. Uh, con madres así mejor ser huérfano (?)

    Nos vemos en otro episodio. No tengo nada que reclamar...salvo quizás la casi nula participación de los Pokémon en los últimos dos episodios, pero eso ya es nitpicking mío xD

    Nath was in Tapatalk xP
     
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    Edmund Daltonic

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    El Culto al Placer. Hasta pronto y gracias por los reviews.
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    Jajajaja. Si, son bien perras. Y ya verás después.

    Eso ya está a punto de cambiar.

    Al demonio. Partí en dos el capítulo.

    Tengan su bote de uñas para morder a la mano, pues las cosas se ponen canijas a partir de aquí.



    CAPÍTULO 17. Primera sangre.

    Fue el crepúsculo de la inocencia y la ingenuidad ante un enemigo impredecible.

    El humeante rastro etéreo de un acto cobarde cubría con su negrura las ruinas del colosal baluarte de sabiduría, bloqueando la luz que emanaba en lo que alguna vez fue el resguardo de uno de los bastiones del desarrollo científico más importantes de todo el mundo.

    En las afueras, solo un puñado de vehículos de rescate lograba abrirse paso entre la muchedumbre que ya se había reunido ahí para atestiguar al moribundo instituto sin poder hace mucho más que auxiliar al personal del edificio que había logrado escapar de un destino fatal. No obstante, la falta de personal de salud en el siniestro evidenciaba un casi nulo plan de contingencia contra estos actos tan extremos, pues nunca en la historia de Kalos; o en ninguna otra región, el “terrorismo” había formado parte de su historia social.

    Entre aquel caos e incredulidad, una chica cuyo título solo podría relacionarse con la pesadilla que estaba viviendo en este mundo ahora retorcido, sollozaba sin consuelo entre los brazos de aquel quien había prometido instruirla para combatir a los responsables de este y otros actos de horror indescriptibles. Pero que, en tan solo unos segundos, la confianza que ella había adquirido en los últimos días resultó ser frágil y fácilmente quebrantada con el simple roce de una perversa y desalmada mujer.

    Para Clint, ocho años de múltiples fracasos lo habían hecho creer que estaba preparado para enfrentar cualquier decepción y salir adelante después de un momento de reflexión que preparara su mente hacia el siguiente blanco, reforzado por la experiencia obtenida y su motivación renovada. Sin embargo, por primera vez en muchos años él se cuestionaba si lo que él conocía como fracaso podía tan siquiera abarcar lo que había sucedido aquí en su mera presencia.

    Para cualquiera que hubiera visto la seria expresión en sus ojos, no se necesitaba que ya lo conociera de antemano o ser un experto en lenguaje corporal como para deducir que Clint realizaba un esfuerzo titánico para no dejarse llevar por la conmoción de haber permitido que las cosas se salieran de control hasta las más graves consecuencias.

    Finalmente, aquel cuerpo inerte cubierto con una sábana blanca; la única víctima fatal de todo este desastre, era depositado inmediatamente al interior de una de las ambulancias para trasladarlo al lugar donde se realizaría el procedimiento forense pertinente antes de depositar sus restos en su último lugar de reposo.

    Clint echo un vistazo al cuerpo cubierto por la sábana y vio en aquella mancha color carmín a la altura del pecho de la víctima, la primera de mucha sangre inocente derramada en esta guerra que ingenuamente creía esperar con ansias.


    . . . .​


    Hace dos horas.

    “¡Ash! ¡Ash! ¡Reacciona!”

    Los gritos desesperados de Bonnie hacían un eco en el bosque que alteraba la paz del lugar con el frenético sonido del miedo sobrenatural por el que pasaba, mientras ella y Pikachu sacudían con fuerza el brazo de Ash con la esperanza de hacerlo regresar al mundo real del que se había desconectado por al menos cinco minutos. Presa de un susurro melodioso e hipnótico que lo había puesto en un estado entre la serenidad y la calma absoluta, sin capacidad realizar la tarea que Clint le había encomendado.

    No había otra forma.

    “¡Pikachu, impactrueno!”

    El cuerpo del roedor amarillo brilló con la intensidad de cientos de volteos de los que no dudó ni por un segundo descargar a la vez con la esperanza de recuperar la atención de su mejor amigo. Ash se sacudió con violencia por la energía que impactó directamente con su cuerpo hasta que esta logró hacerlo aterrizar en el mundo real.

    “¿Estás bien?” Preguntó Bonnie aún angustiada mientras Ash respiraba hondo una y otra vez, tratando de poner en orden sus ideas.

    “Está aquí”, dijo por fin, e inmediatamente colocó su mano derecha para enviar un mensaje urgente por el comunicador. “¡Clint, Elesa! ¡Están dentro del instituto!” Gritó con vehemencia ante el peligro que experimentaba una vez más desde esa noche donde fue atacado.



    La mente de Clint activó el sensor de alerta que agudizaba sus sentidos y lo hacía más cauteloso ante el ambiente que lo rodeaba. Cambió el canal hacia el de Serena y Clemont y ordenó una inmediata reagrupación en el sitio que habían acordado, mientras él abandonaba su posición para llegar lo más pronto posible.

    “¡Ash!” Exclamó mientras cambiaba el canal. “¡Ordena a tu Noivern que se lleve a Bonnie inmediatamente de aquí, y encuéntrame en el pasillo principal!”



    Serena quedó en shock al escuchar las palabras de advertencia de Clint, como si lo que Elesa había dicho anteriormente acerca de no preocuparse por el peor escenario posible, hubiese sido una mentira cruel que comenzaba a revivir la pesadilla de la noche de iniciación. Afortunadamente para ella, Clemont pudo reaccionar de inmediato y llevar a cabo la maniobra que habían preparado en este caso.

    “Phillip, siento interrumpir el momento, pero debemos irnos de aquí lo más pronto posible”, dijo con una seriedad que denotaba la gravedad del asunto.

    El joven investigador pudo leer en las expresiones de ambos chicos la sinceridad y seriedad del asunto, asintiendo con su cabeza y dirigiéndose a su ordenador para teclear un par de palabras antes de partir.

    “Son ellos, ¿verdad?” Preguntó, recibiendo una respuesta positiva con la mirada de ambos. “Pues vámonos, me explicarán todo en el camino”.

    Justo al momento de salir, Serena recordó algo muy importante que debían recoger antes.

    “Espera. Nuestros Pokémon”

    “¿En dónde los dejaron?” Preguntó Phillip, extrañado de que ambos chicos no tuviesen a sus compañeros a su lado.

    “¿De qué hablas?” Dijo Clemont con la misma mirada escéptica. “El recepcionista los retuvo debido a que no podíamos pasar a este lugar con ellos”.

    Phillip guardó silencio por un par de segundos mientras una mezcla de sorpresa y terror describía perfectamente la realidad del engaño al que habían sido expuestos.

    “Chicos… no hay recepcionistas en esta área”.

    Serena cubrió su boca con ambas manos mientras docenas de ideas macabras pasaban por su mente al no saber del destino de sus queridos compañeros, haciendo lo posible por rechazar la idea de que ahora el Culto estaba en posesión de ellos y que probablemente no los volvería a ver.

    Clemont tuvo que mantener la cordura y tomar una muy difícil decisión acerca de lo que debían de hacer. La odiaba, pero ya habían discutido con anterioridad de que, en el peor de los casos, garantizar la seguridad de Phillip era la mayor prioridad en caso de que las cosas salieran terriblemente mal.

    “Los recuperaremos”, dijo con optimismo un tanto forzado, pero suficiente para que él y Serena llevaran a cabo la orden.

    Serena, un poco más tranquila, fue la primera en accionar el sensor que permitía la apertura de la puerta deslizable. Pero tan pronto como esta les había permitido seguir con su recorrido, una espesa niebla entró rápidamente dentro del despacho como un voraz espíritu que llenaba hasta el más mínimo espacio disponible.

    Sin poder ver más allá que la niebla, y junto con la extraña idea de que quizá había adentrado a una nueva dimensión, Serena dio unos cuantos pasos y extendió sus brazos tratando de encontrar cualquier vestigio que le indicara que seguía en ese edificio. De pronto, una sensación de soledad finalmente se manifestó en ella cuando se dio cuenta que los dos chicos que la acompañaban habían desaparecido.

    “¿C-Clemont? ¿Ph-Phillip?” Tartamudeó mientras cada vez se le hacía más complicado mantener la calma. “¿D-Dónde están?”

    Sus piernas temblaban como débiles castillos de cartas a punto de derrumbarse con el peso del horror que poco a poco la consumía como aquella noche donde su cuerpo y su espíritu estuvieron a punto de ser profanados. Un susurro extremadamente débil como el sonido de un grillo moribundo llamó su atención mientras giraba su cabeza a la izquierda, notando una silueta que se acercaba hacia a ella.

    Conforme la figura tomaba forma con cada paso que daba, la mente de Serena se divagaba entre la posibilidad de que esta persona pudiera ser cualquiera de sus amigos que habían venido a su auxilio… O algo totalmente diferente del que se negaba a pensar.

    Serena quedó totalmente paralizada al ver que su peor miedo se manifestó por fin con la figura de la hermosa mujer quien, hasta hace unos momentos, habían confirmado de su siniestra alianza con el enemigo.

    “Dios salve a la reina”, dijo con blasfemia para después soltar una risita burlona y seductora como la que Serena recordaba haber escuchado en la horripilante noche de iniciación. “Pues el diablo ha venido por ella”.



    La prodigiosa fuerza y agilidad, resultado de años de entrenamiento, eran explotados al límite mientras Clint se dirigía al punto de encuentro antes de que fuese demasiado tarde. Desafortunadamente para él, cualquier comunicación para evaluar la situación de los chicos había sido interrumpido hace tan solo unos segundos, obligándolo a confiar ciegamente en que Serena y Clemont habían podido salir a salvo de la situación.

    “¡Clint!” Gritó Ash con Pikachu en su hombro mientras corría por un pasillo paralelo al recorrido por Clint, hasta que el camino de ambos se unió en un solo pasadizo más angosto que en el que estaban corriendo.

    “Perdí todo contacto con Serena y Clemont”, dijo con una mezcla de seriedad y preocupación para darle a entender que, a pesar de la peligrosa situación, debían mantener la calma.

    “¿En dónde está Elesa?”

    Pero el repentino y ensordecedor retumbo de un violento estruendo justo en la posición donde se encontraba Elesa, que incluso provocó que la tierra se sacudiera por un instante y forzando a detener el paso de ambos varones, respondió esa pregunta de forma trágica.



    Sin poder siquiera probar la mitad de su delicioso postre, Elesa abandonó con rapidez su lugar con un prodigioso salto que la encaminó hacia el punto de encuentro acordado por todos. Sin embargo, un evento por demás curioso la obligó a detenerse mientras este captaba su atención incluso en estos momentos donde su mente debía estar enfocada en un solo objetivo.

    De los arbustos del jardín, dos esferas gigantes hicieron acto de aparición con el aspecto más lamentable y cruel que jamás hubiese visto en un Pokémon.

    Como la mayor experta en Pokémon eléctricos de Unova, Elesa pudo identificar la especie a la que los desafortunados seres pertenecían, y a quienes aparentemente alguien les había removido completamente sus simples rostros, y reemplazándolos con marcas que asemejaban cicatrices, si es que podía llamárseles así en los Pokémon sintéticos. Su cuerpo esférico estaba lleno de abolladuras y golpes, algunos que aparentaban tener ya mucho tiempo de haber sido infligidos. Además de extrañas barras de metal encajadas en la esfera, unidas a cables torcidos cuyos extremos llegaban a un par de tubos de cristal con un líquido color ámbar en su interior.

    Un par de lágrimas recorrieron la mejilla de Elesa mientras su mente divagaba entre la lástima y la profunda ira hacia cualquiera que hubiese sido responsable de lastimar a los Pokémon que más adoraba en este mundo. Y no era la única, pues docenas de investigadores en los alrededores e incluso otros Pokémon, observaban con angustia y confusión la aquella escena desgarradora. Hasta que de pronto, el brillo intenso que emanaba del cuerpo de ambos Electrode señalaba el destino fatal que les deparaba tanto a ellos, como a cualquiera lo suficientemente tonto para permanecer ahí.

    “¡Todos! ¡Aléjense!”

    Los presentes obedecieron a su instinto, más que a la orden gritada por Elesa, y retrocedieron lo más rápido que pudieron. Pero tan pronto como creyeron haber estado lo suficientemente lejos del peligro dentro del instituto, otro par de aquellos Pokémon desdichados aparecieron en las puertas para unirse al festival de destrucción que acababa de comenzar.



    Aquel estruendo había surtido efecto al provocar en Clint lo que nunca había creído posible, una sensación completamente reprobable y fuera de lo establecido en sus propias reglas: olvidar el objetivo de la operación al dejarse llevar por el pánico y la angustia de perder a su más grande tesoro en todo el planeta.

    “¡¡¡ELLIE!!!” Gritó Clint con una intensidad y furia que incluso sobrecogió al chico de cabello azabache y su compañero amarillo, al ser testigos por primera vez de una actitud totalmente opuesta a la imperturbable tenacidad de una persona en control de sus emociones.

    Ash comprendía su angustia mientras apretaba sus puños para desahogar un poco de aquel mismo sentimiento que también trataba de apoderarse de él.

    “¡Ash!” Exclamó al tomar el camino de regreso hacia la ubicación de Elesa. “¡Ve por el resto y veme en las jardineras!”

    Ash asintió y siguió corriendo, pero justo después de escasos metros, la figura familiar de un ogro salido de su peor pesadilla interrumpió su paso con el lastimero aspecto de una vida de tortura, junto con el rugido ahogado que evocaba en Ash la batalla en aquella noche donde toda esta locura había comenzado.

    “Co-Conkeldurr…”, susurró mientras una gota de frío sudor caía desde su frente.

    Casi inmediatamente y en el mismo corredor angosto, Clint se había encontrado con otro Pokémon que nada le pedía al monstruo que enfrentaba a Ash, al menos en cuanto a su aspecto grotesco se refería. De sus cuatro poderosos brazos, cada uno traía consigo un arma diferente que aparentemente había sido incrustada quirúrgicamente de forma descuidada, quizá para añadirle un aspecto más macabro. En el brazo superior izquierdo, filosas puntas de bronce habían reemplazado los nudillos; pero en el brazo superior derecho, el puño había sido completamente sustituido por lo que parecía ser la punta de un hacha corroída y cuya infección comenzaba a corromper la carne a su alrededor, mientras que en el inferior derecho dos dedos de grueso metal acompañaban al pulgar sobreviviente de la cirugía. El brazo inferior izquierdo parecía ser el menos alterado de todos, pues además de las cicatrices de combate, una larga sutura que rodeaba la conexión del brazo con el resto del cuerpo, evidenciaba que posiblemente había sido removido para volver a ponerlo en su lugar. La razón de hacer algo así, solo lo sabría la mente enferma que había hecho esto en primer lugar.

    “No tengo tiempo para esto”, dijo Clint, haciendo caso omiso de la apariencia macabra de su oponente. “¡Marneus, enséñale lo que es jugar rudo!”

    La pokébola lanzada con vigor liberó a una criatura color azul y bípeda de cuerpo ovalado que se dirigió rápidamente hacia su oponente, mientras colocaba sus robustas y alongadas orejas en posición de ataque como si fuesen dos brazos flexionados a punto de desatar su gran poder.

    “¡Clint! ¡Espera!” Gitó Ash al mismo tiempo en que Azumarril impactaba el estómago de aquel Machamp corrompido con una fuerza suficiente para sacar de combate a cualquier otro Pokémon vulnerable a los ataques tipo hada.

    Machamp dio un grito ahogado debido a las mismas suturas de su boca como las que el otro Pokémon poseía, retrocediendo unos cuantos centímetros y dejando libre un hueco apenas lo suficientemente grande para que alguien con la agilidad de Clint pudiera aprovechar para salir. Desafortunadamente, el Pokémon luchador vio rápidamente las intenciones del joven agente y, usando su brazo inferior izquierdo, derribó una de las paredes del pasillo para bloquear cualquier intento de escapar por parte de ambos varones.

    Clint apretó los dientes mientras se daba cuenta del peor escenario que pudiese haber ocurrido: estaban atrapados en un pasillo apenas lo suficiente grande para luchar, sin ninguna otra salida que pudiesen improvisar sin comprometer la estructura del edificio. Esto no había sido una simple coincidencia. Habían sido emboscados como un par de novatos por el enemigo, y tenían que salir de ahí lo más pronto posible para salvar a sus seres queridos.

    “Ash, esta es tu primera lección…”, dijo con la voz más severa que pudo encontrar. “Mente en el objetivo. No hay nada más”.

    Ash asintió lentamente, comprendiendo exactamente lo que quería decir. Esto no era un simple ejercicio o una batalla amistosa entre entrenadores, sino un encuentro donde las vidas de ellos y otros estaban en juego. Solo esperaba que la tensión del momento fuese suficiente para mantener al parásito callado por el resto de la batalla.

    “¡Greninja, sal!” Ordenó Ash al sacar la pokébola de su compañero para la revancha con aquel Pokémon resiliente que los había derrotado de manera humillante. “¡Pikachu!”

    El fiel redor amarillo asumió su posición de batalla al lado del Pokémon ninja mientras emitía descargas eléctricas de sus mejillas. Clint sonrió al ver que Ash comenzaba a tomar en serio la gravedad del asunto y olvidaba por un momento la dudosa deshonra de un combate Pokémon de dos contra uno. Sacó de su bolsillo otra pokébola de su “Reina Roja” para agregar a otro poderoso elemento a su escuadrón, y asumió su posición de batalla tan pronto como la luz escarlata terminaba de manifestarse en el Pokémon tijera.

    “¡Greninja, usa shurikens de agua! ¡Pikachu, impactrueno!”

    “¡Reina Roja, ataca las extremidades de Machamp con tijera x! ¡Marneus, debilita sus rodillas con aqua jet!”

    Los ataques en el estrecho pasillo retumbaron al encontrar sus blancos mientras unos pisos más arriba, una chica tenía el deber más difícil de todos al superar su miedo ante una situación donde, a diferencia del resto de sus compañeros, se encontraba totalmente vulnerable.



    Por primera vez, el instinto de supervivencia de Serena venció a las respuestas; o, mejor dicho, a la nula reacción fisiológica de su cuerpo ante el peligro. Giró rápidamente para comenzar a correr hacia la dirección contraria de Madam de Valois, pero tan pronto como su mirada perdió de vista a la figura de su perversa enemiga, sus ojos penetrantes y seductores estaban a tan solo unos centímetros de los de ella. Como si por arte de magia se hubiera transportado en tan solo un segundo.

    “Aún tenemos una charla de chicas que atender, linda…”, dijo aquella mujer mientras sujetaba con fuerza las muñecas de Serena y la estrellaba contra la pared, dejándola totalmente a su merced. “Dime… ¿has disfrutado del regalo que le di a tu amado?”

    Serena cerró sus ojos y giró su cabeza hacia otro lado para evitar el menor contacto posible con la bruja de sus pesadillas, sin poder pensar en otra cosa más que en el posible destino trágico que le deparaba. Pero ni siquiera su deliberada falta de atención la hicieron ignorar la pregunta que Adelie le había hecho.

    “¿Q-Q-Qué?” Preguntó por fin mientras dos lágrimas se asomaban por sus ojos que los abría lentamente, pero aún sin poder encarar a su captora.

    “Debo decir que tienes buen gusto, mi reina…”, Adelie sonrió con una mirada malévola y llena de satisfacción al poder hablar del secreto que estaba ansiosa de revelar. “Mi regalo solo puede ser aceptado por aquellos que están iniciando el místico viaje hacia los nuevos placeres carnales que comienzan a ser más evidentes en la juventud. De lo contrario, hay que estimular un poco el crecimiento”.

    A pesar del miedo que sentía, aunado a su escaso conocimiento de asuntos más complicados para su corta edad, Serena pudo descubrir la confesión que esa perversa mujer estaba revelando con el mayor deleite. Lentamente giró su cabeza para encarar por fin los ojos color púrpura de la mujer que, en solo unos segundos, había aprendido a detestar con todo su corazón.

    “Tú…”, dijo con voz firme y una mirada llena de rencor, tratando de desenredar el nudo en la garganta que le impedía hablar. “Tú le hiciste eso a Ash”.

    “Ahora somos cómo hermanas, ¿no crees?” Dijo con una amplia sonrisa y acercándose a su presa hasta que sus frentes se conocieron. “Quiero escuchar acerca de tu experiencia. Los más íntimos detalles y sensaciones que tu joven e inocente cuerpo no pudo experimentar en tu noche de iniciación”. De pronto, levantó los brazos de Serena hasta que ambos se juntaron y Adelia pudiera atrapar ambas muñecas con una sola mano, dejando la otra libre para explorar las partes de su joven cuerpo que estaba ansiosa de revisar. “¡Quiero arrebatarte esos recuerdos y atesorarlos por siempre en mi colección de corazones profanados de docenas de chicas que, como tú, fueron engañadas para dárselo a nuestro ‘Culto al Placer’!”

    Con una delicadeza como la que un coleccionista posee para revisar sus adquisiciones, Adelie extendió su largo dedo índice para frotar los labios de Serena usando la yema de su dedo. Pero conforme recorría la boca de aquella chica asustada, la sonrisa de Madam de Valois se desvanecía para ser sustituida por una expresión de incredulidad y cólera, como si la pieza que estaba revisando con cuidado y emoción resultase una decepcionante imitación indigna de su colección.

    “Esos labios… no han conocido otros”, dijo por primera vez con una mirada seria, como si tratara de ocultar un volcán a punto de estallar. “¿Por esto nos arriesgamos tanto? ¿Por una niña que ni siquiera ha experimentado la más básica y exquisita expresión del placer? ¡¿Incluso con mi intervención?!”

    A pesar de que las palabras de Adelie eran puro veneno que ella debía ignorar, Serena no pudo evitar sentir vergüenza al saber que la mujer más horrible de todo el planeta hacía mofa de sus sentimientos más íntimos en la forma más cruel posible, hasta el punto de hacerla derramar más lágrimas de dolor y cerrar los ojos nuevamente para evitar el contacto visual con ella. Al ver este acto que consideraba cobarde, la expresión de Adelie ahora mostraba una completa repugnancia hacia la presunta exquisitez que se les había prometido, pero que resultaba ser un platillo de lo más común y corriente, indigno de su paladar.

    “Patético…. Y repugnante”.

    “¡Madre!”

    Adelie dirigió su mirada hacia aquel muchacho que compartía su sangre, manifestándose poco a poco de entre la espesa niebla, junto al joven inventor inconsciente a quien sostenía colocando los brazos entre sus hombros.

    “Déjala en paz”.



    TO BE CONTINUED…
     
    Última edición: 11 Julio 2016
    • Ganador Ganador x 2
  3.  
    J.Nathan Spears

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    ¡¡OH, POR EL AMOR DE ARCEUS!! ¡Han matado a Elesa...!

    ¡¡PUTOS BASTARDOS!!

    Ejem... ¿Qué más puedo decir?

    1- Serena cometió una estupidez al dejar a los Pokémon... Clemont también al parecer. Rayos
    2- Bonnie se salvó de milagro. Por un momento pensé que ELLA había muerto... menos mal n_nU
    3- Madame de Valois siente repugnancia ante la virginidad (incluso bucal) de Serena... vaya vaya.
    4- ¡Volvió el Conkeldurr mutante! O___O
    5- Desearía que existiese un sello que dijera "WOW"... sería más certero para expresar lo que sentí, pero en todo caso ya existe el sellito "Ganador". Así que ahí tienes xP.
    6- Espero la parte 2 con paciencia :D. No te apresures.
     
    • De acuerdo De acuerdo x 1
  4.  
    Edmund Daltonic

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    Si, una de mis líderes de gimnasio favoritas... ¡acabada! T-T

    Ese sellito "ganador" no lo tiene ni Obama (Perdón, chiste local).

    Pues aquí está. Listo desde el lunes esperando a ser publicado, y Fanficslandia tiene la primicia.
    Descubran quien vive y quien muere.


    CAPÍTULO 18. Los muertos no hablan.

    “¡Greninja, no te detengas!”

    El grito frenético y desesperado de Ash era coherente con la situación por la que él, Clint y sus Pokémon estaban pasando al no poder lograr que sus oponentes cedieran después de una sesión de castigos que habrían noqueado a cualquier otro oponente, no importando su poder o la resistencia que poseían contra el tipo de ataques que recibían. Sin embargo, ambos monstruos no habían realizado ningún ataque desde el comienzo de la batalla, limitándose simplemente a detener el paso de Ash y Clint para salvar a sus seres queridos.

    “¡Esto es increíble!” Gruñó Clint al ver que las enormes pinzas de su Reina Roja brillaban mientras ejecutaba varios ataques en distintos puntos del cuerpo Machamp, con la esperanza de que alguno de ellos golpeara un punto que lo obligara a retroceder.

    Pero todo fue en vano. El Pokémon luchador soltó otro rugido ahogado y asumió su posición como un muro inquebrantable.

    “¡¿Dos danzas espada, un fuego fatuo que lo daña lentamente y esta cosa no cae?!” Exclamó Clint al ver que su Reina Roja comenzaba a mostrar signos de cansancio; al igual que su Sableye, Kor Phaeron, quien había sido sustituido para dar soporte a su compañera.

    Ash no parecía ir mucho mejor. Su estrategia había consistido en atacar con todo su arsenal hasta lograr derribar a su oponente. Pero, tal como le había sucedido a su amigo, la fuerza bruta no había mostrado ser efectivo contra dos seres que no parecían sentir dolor. Y, por otro lado, Greninja y Pikachu ya se encontraban casi exhaustos después del despliegue de poder.

    “¿Qué hacemos?” Preguntó Ash, totalmente perdido ante lo que debían hacer.

    Incluso para un veterano como Clint, la situación era completamente sin precedentes. Y, por tanto, no estaba preparado para lidiar con algo así. Al menos no en un espacio tan reducido como el número de variables que podía aprovechar para resolver este problema. Había un método, pero era extremadamente arriesgado, y haría más mal que bien si comprometía la estructura del edificio al liberar al elemento más poderoso de todo su arsenal.

    De pronto, una voz confortadora llamó a su dispositivo con las buenas nuevas de Clint esperaba oír.

    “¡Clint! ¿Me copias?”

    “¡Ellie!” Exclamó con una sonrisa de alivio al escuchar su voz. “¿Estás bien?”

    “Solo un par de raspaduras, pero la ayuda médica ya está en camino”, respondió Elesa. “¡Ve por Serena y el resto! ¡Hay mucha gente herida que necesita ayuda aquí!”

    Clint sintió un alivio indescriptible con el que logró reorganizar sus ideas y encontrar la solución más probable de éxito, ahora que tenía una preocupación menos que atender.

    “Muy bien, Ash. Esto es lo que haremos”, susurró al acercarse al chico de cabello azabache hasta que las espaldas de ambos se encontraron. “Dirigiremos un último ataque con todo nuestro poder hacia Conkeldurr, con la esperanza de que eso sea suficiente para al menos derribarlo y que nos permita avanzar”.

    Ash asintió, e hizo otra pregunta muy importante respecto al plan.

    “¿Qué sucederá con Machamp?”

    “Si eso no funciona…”, dijo con voz firme. “Él nos aplastará sin piedad. Así que es todo o nada, ¿entendido?”

    Ash asintió mientras ambos monstruos avanzaron poco a poco, reduciendo cada vez más el campo de batalla hasta aplastarlos por completo. Esto no era bueno, pues por cada centímetro que Machamp avanzaba, era una milésima de segundo menos que podría marcar la diferencia entre la vida y la muerte.

    “¡Greninja usa corte con todas tus fuerzas! ¡Pikachu, ejecuta la electro-bola más grande que puedas!”

    “¡Reina Roja, usa cabezazo de hierro hacia Conkeldurr! ¡Kor Phaeron, usa pulso umbrío!”

    Scizor y Sableye giraron inmediatamente y se unieron al ataque combinado de cuatro poderosos movimientos que, en cuestión de segundos, impactaron contra su objetivo cuya aparente resiliencia no pudo ni siquiera contra la prodigiosa maniobra de ambos entrenadores. Pero, en consecuencia, Machamp vio la perfecta oportunidad de abalanzarse contra sus presas de inmediato, quienes no podían perder tiempo para celebrar o prestarle más atención al iracundo Pokémon.

    Impulsados por su instinto de supervivencia, y activando la adrenalina en sus cuerpos que les permitía realizar hazañas increíbles, Clint y Ash corrieron hacia la salida de aquel pasadizo, pasando encima del ogro derribado mientras este hacía el esfuerzo de ponerse nuevamente de pie y capturar a ambos con sus poderosos brazos, sin éxito alguno.

    Una vez que ambos cruzaron el pasillo, sus perseguidores aceleraron el paso para capturarlos nuevamente. Pero, una vez que habían llegado al enorme salón comedor, última parada antes de llegar a su destino y que afortunadamente se encontraba vacío, Clint ya no tenía ninguna restricción para liberar a su más fiel y poderoso compañero.

    “¡Que sientan tu ira, Khan!” Gritó mientras lanzaba una pokébola cuya parte superior era color gris oscuro con dos esferas azules en los extremos de la misma, junto con otras dos más pequeñas justo por encima del botón de cierre, como si dibujaran una blanca expresión en el dispositivo.

    Ash vio sorprendido la manifestación de una enorme figura bípeda azulada de aspecto prominente y amenazador, gracias en parte a sus casi cuatro metros de altura y apariencia primitiva, junto con una larga cola y poderosas piernas que provocaron que las ventanas rezumbaran con un simple paso. Era casi graciosos que la tierna pijama favorita de Bonnie estuviera basado en un Pokémon tan aterrador como el que veía ante sus ojos.

    Justo cuando sus perseguidores habían logrado alcanzarlos hasta el salón, el intenso rugido de Tyrantrum los hizo retroceder un poco. Conkeldurr respondió con otro grito ahogado que se vio frustrado cuando el Pokémon tirano lo atrapó con sus poderosas mandíbulas, arrojándolo con violencia a través de una de las enormes ventanas del salón hasta que impactó el suelo con una fuerza lo suficientemente potente como para obligarlo a llegar al límite de su resistencia.

    Mientras tanto, Machamp aprovechó que Khan lo había ignorado y se dirigió hacia uno de sus talones con el que pretendía provocarle un daño casi irreparable. Pero no contaba con que su oponente ya preveía este movimiento, y fue recibido por un poderoso ataque de cola dragón que lo mandó a volar hacia el mismo vitral por donde su compañero había sido enviado anteriormente, mordiendo el polvo al caer derrotado en un espacio sin vegetación.

    Ash, Pikachu y Greninja no pudieron sino admirar el poder demostrado por aquel Pokémon que logró lo que ninguno de ellos había podido; aunque, claro, no habría sido posible en el lugar donde se encontraban anteriormente. Y, aunque no era la mejor situación para pensar en eso, estaba deseoso de pedirle a Clint una batalla contra él tan pronto como la situación lo permitiera.

    “¡Vámonos!” Ordenó Clint mientras regresaba a sus compañeros a sus pokébolas y agradecía la invaluable ayuda que había recibido de ellos.

    Ash hizo lo mismo y llevó a Pikachu a su hombro, dirigiéndose a toda velocidad hacia las escaleras que los llevarían por fin al encuentro con sus amigos.

    “¿No pudimos haber hecho eso desde un principio?” Preguntó mientras corrían.

    “Si, por que destruir el comedor lleno de personas era perfectamente viable”, respondió con su sarcasmo característico.

    Pero cuando habían subido las escaleras, Ash, quien se encontraba más pegado a la pared, fue recibido por un extraño que salió de repente, vistiendo una extraña máscara negra adornada con grecas rojizas, y levantando un puñal hacia el pecho del joven entrenador.



    Madam de Valois soltó a su presa quien, aliviada de ver por fin a alguien conocido, se dirigía a toda velocidad hacia ambos chicos, a quienes abrazó agradecida por su oportuna llegada. Luego, y viendo el estado inconsciente del joven inventor, ayudó a Phillip con la carga para salir de ahí lo más rápido posible. Sin embargo, Serena se sorprendió que el joven genio no mostrara intención de abandonar el lugar, como si fuera dominado por una agresión pasiva hacia aquella persona que le dio la vida.

    “Mi querido niño…”, dijo con una extraña mezcla de perversión y maternidad al acercarse a su vástago. “¿Tanto detestas a tu madre como para recibirla de esa manera tan fría?”

    Phillip no respondió, y volteó hacia Serena a quien le dirigió una sonrisa y un par de palabras tranquilizadoras.

    “Curioso…”, dijo Adelie mientras arqueaba una ceja en señal de sorpresa. “Ni siquiera Aria fue de tu interés, pero esta chica…”

    “Eres un insulto para nuestra familia, y no voy a permitir que te vayas de aquí”, dijo Phillip con una voz tan severa que le lastimaba la garganta. “Tu plan de venir y raptar a Serena acaba de morir junto con los lazos de sangre que alguna vez nos unieron”.

    “Oh, querido…”, dijo mientras llevaba su dedo índice hasta tocar sus labios como si fingiera una inocencia que se burlaba de la falsa suposición de su hijo. “Ella nunca fue nuestro objetivo”.

    El acto fantasmal de aparecerse en medio de la nada, llevó a Adelie hasta la posición perfecta para cometer el acto más cruel y detestable que pudiese existir no solo entre seres humanos, sino en dos individuos con una relación difícil, pero tan estrecha que era imposible pensar que alguien en ese pacífico mundo se atreviera a tan siquiera pensar en cometer algo así.

    Para Phillip, la sensación del frío metal encajándose en su pecho fue tan repentina como letal. Al principio no sintió ningún dolor, anonadado por el inesperado acto de su madre, y que ingenuamente creyó que se trataba de un abrazo antes de partir para siempre.

    “Eres demasiado brillante como para tenerte en nuestra contra, por eso queríamos alejarte de aquí…”, susurró Adelie con su voz melodiosa y seductora mientras le daba un beso en su mejilla, para después girar con violencia el puñal encajado en su hijo con el fin de asegurar de que la herida fuese fatal. “Pero sin algún lazo que nos una, es más fácil hacer que los muertos no hablen”.

    Tal como había sucedido en su noche de iniciación, Serena se vio incapaz de poder gritar al presenciar un acto totalmente horrible que dejaría otra marca permanente en su pobre y maltrecha psique. Un acto que, a diferencia de la alucinación que había experimentado, la sentía usando todas sus facultades mentales.

    Phillip, cuya vitalidad se iba agotando con cada bocanada de aire, así como la sangre que emanaba de su pecho y comenzaba a gotear en el piso de mármol, llevó su tembloroso brazo ensangrentado hacia el rostro de su madre, quien lo tomó y presionó en su mejilla con fuerza mientras una lágrima se asomaba por su rostro hasta que su hijo expiró por completo, dejando caer el cuerpo inerte al suelo como si se tratase de un bulto sin valor.

    Adelie limpió la lágrima con su mano derecha y, para horror de Serena, sacó su lengua bífida para lamer la sangre que había quedado en su mejilla con una expresión de completa satisfacción al haber cumplido con su misión.

    “’El Culto al Placer’ ha perdido cualquier interés en ti, Serena…”, dijo con un tono apático mientras se alejaba lentamente de ahí sin siquiera mirarla a sus ojos. “Vive en paz pudriéndote en un convento… o haz lo que te plazca”.

    Los espasmos de Serena se hacían cada vez más violentos mientras permanecía de rodillas en el suelo sin sentir otra cosa más que el verdadero terror de haber salido viva de aquel encuentro. Un pensamiento retorcido para una sobreviviente, pero en esos momentos en los que veía el cuerpo de Phillip sin vida, ella pensaba que él al menos había tenido suerte de no vivir lo suficiente como para enfrentar esta pesadilla.



    Clint reaccionó con la velocidad de un rayo ante el atentado de aquella persona misteriosa, sujetando su muñeca y ejecutando una maniobra que obligó al asesino soltarla sin poner más resistencia. Después, Clint dobló el brazo hacia la derecha, de modo que dejó descubierto el pecho del enemigo para recibir un golpe directo en el estómago que lo dejó totalmente fuera de combate.

    “Eso estuvo cerca”, dijo Ash mientras se recuperaba del inesperado atentado contra su vida.

    Clint sacudió al sujeto y le removió la máscara para ver el rostro del atacante, satisfecho de que habían capturado a uno de los autores del atentado para poder interrogarlo más tarde. Pero de pronto, la mirada del asesino se había perdido en su propio abismo, poniendo sus ojos totalmente en blanco y emitiendo un último suspiro antes de quedar completamente inconsciente. Clint apretó sus dientes ante la ya conocida expresión de un peón desechado después de haber cumplido con su vida útil. Lo soltó con enfado y cayeron seis pokébolas den entre sus ropas, de las cuales una se abrió por sí sola, liberando a Chespin quien se mostró confundido acerca de la situación en la que había llegado de forma repentina.

    Un escalofrío recorrió la espalda de Ash. “¿Dónde están Serena y Clemont?”, preguntó mientras volteaba su mirada hacia el corredor para ver a lo lejos a su amigo rubio inconsciente y a Serena de rodillas, aunque inmóvil.

    Clint recogió el resto de las pokébolas y junto a Ash, corrieron a toda velocidad hacia Serena. Pero al acercarse un poco más, vieron horrorizados que un tercer individuo yacía en el suelo sobre una mancha de sangre que se expandía cada vez más. Su demora había cobrado la vida de alguien que no lo merecía.

    Sin embargo, una figura femenina. La misma que había visto en el computador el día anterior y segura perpetradora de este acto traidor, se retiraba del jugar sin prestarle la más mínima atención”

    “¡TÚ!” Gritó Clint acelerando el paso y rebasando a Ash.

    La mujer volteó sin inmutarse de la presencia de aquel hombre y el chico que había saboreado con ahínco. Con un simple ademán de su mano, ella haría recordar a Ash el insoportable chillido de una criatura hambrienta.

    “¡AAAHH!” Aulló Ash de dolor mientras se colapsaba y experimentaba nuevamente la cacofonía de sufrimiento que le producía el parásito, pero aunada esta vez con los choques eléctricos que trataban de detener la actividad del parásito, pero que este respondía de forma más violenta como si se tratase de un Pokémon salvaje y agresivo siendo provocado.

    Clint detuvo su andar al ver que Ash tenía muy poco tiempo para ser salvado. Se sostuvo en una rodilla mientras buscaba entre su cinturón un objeto similar al de una pluma, la cual destapó enseguida para revelar una aguja hipodérmica, insertándola directamente en su pecho.

    “Cuídalo”, ordenó a Pikachu mientras este trataba de animar a su amigo, quien poco a poco parecía aliviarse de la descarga que por poco y lo volvía loco.

    Se levantó y siguió con la persecución antes de que la asesina se escapara. Pero ni siquiera su entrenamiento y tenacidad pudieron ignorar el gesto que una chica aterrada realizó al sujetar su pierna, como si fuese un mendigo rogando por ayuda. Miró hacia los ojos irritados y afligidos de su alumna mientras su objetivo parecía desaparecer tan pronto como él exploraba el vacío que, una vez más, lo hacía recordar la máxima desesperación de vivir aterrado del pasado.

    “Por favor, no me dejes aquí sola”.

    En esa simple mirada, Clint vio toda su labor de ocho años y el verdadero significado del porqué había comenzado esto en primer lugar. No podía ignorarla. Si lo hiciera, estaría traicionando los mismos principios por los que se había regido desde aquel día hace tanto tiempo en el que prometió traer justicia a las víctimas de ese enfermizo culto. Clint se inclinó y abrazó a su alumna con ternura, permitiendo que Serena por fin descargara el llanto que había retenido desde que Madam de Valois había invadido su espacio personal y hecho burla de sus sentimientos, culminando con aquel acto sangriento realizado en frente de ella.

    Adelie, por su parte, veía con repugnancia este acto que consideraba un absurdo sentimentalismo barato. Normalmente ella habría partido de ahí desde hacía tiempo; de hecho, ese era el plan. Pero una sensación totalmente extraña en ese joven la había puesto completamente absorta en sus pensamientos. No sabía por qué, pero una característica en Clint, o, más bien, la ausencia de ella, le provocaba un miedo irracional por lo que esto significaba.

    “¡Reina Roja! ¡Aún hay una cabeza que cortar!” Ordenó Clint al arrojar la pokébola y su Scizor se materializaba, apuntando su poderosa pinza hacia la perversa asesina a quien, en unos instantes, una especie de portal que emanaba una luz púrpura, apareció detrás de ella y la hizo desaparecer.

    En las jardineras del instituto, un par de Pokémon monstruosos e inconscientes eran raptados por la misma luz púrpura mientras las autoridades ingresaban al edificio, buscando a los culpables de ese horrendo atentado, a quienes ninguna fuerza en todo el planeta lograría capturar.


    . . . .​


    “Lo-Lo lamento”, susurró Serena tratando de controlar los espasmos que parecían ceder después de casi una hora. “Fu-fue mi cu-culpa que la dejaras ir”.

    Clint negó con la cabeza y usó un tono de voz tranquilizador para hacerle ver que no tenía nada de qué culparse. “Fue mi error al exponerte a este peligro”, dijo mientras acariciaba delicadamente su cabeza. “Si quieres reconsiderar el trato, este es el mejor momento”.

    Hasta hace una hora, Serena habría escogido esa opción sin siquiera dudarlo dos veces. Pero ahora, el miedo que presionaba su corazón y dominaba su espíritu parecía desintegrarse como una bruma negra en medio de los poderosos rayos del sol que avecinaban un nuevo amanecer con su luz vigorizante. Ahora tenía una nueva meta, y no descansaría hasta traer justicia a todas aquellas víctimas del Culto al Placer.

    “Ya fue suficiente lloriqueo”, dijo secándose las lágrimas en sus ojos y mejillas. Adoptando una mirada desafiante que sorprendió a su mentor. “Clint, ayúdame a ser más fuerte”, dijo con la tenacidad y convicción de una persona que era capaz de superar su temor. “Por Phillip, por Ash… por todos”.

    Clint sonrió y asintió con su cabeza, profundamente orgulloso de que Serena hubiese tomado esa difícil decisión por sí misma.

    “Por supuesto”.

    Como todo un caballero, le preguntó a Serena si estaba bien antes de soltarla, recibiendo una respuesta afirmativa y dirigiéndose a cierto chico de cabello azabache que no dejaba de golpear el tronco de un árbol. Invadido por la ira de haber sido una herramienta que el culto pudo usar a su conveniencia. Pikachu miraba angustiado como su entrenador parecía auto infligirse dolor sin encontrar consuelo en ese tonto acto de penitencia.

    Ash notó la presencia de Clint, pero no quiso dirigirle la mirada. Totalmente iracundo y a punto de revelarle su papel en todo este desastre.

    “Ellos descifraron todo nuestro plan mientras estuve inconsciente”, dijo mientras apretaba los dientes y las lágrimas de cólera se asomaban por sus ojos. “Invadieron mi mente de nuevo… Y no pude hacer algo para evitarlo”.

    Debido al parásito que invadía su mente, Clint no podía comprender perfectamente por lo que estaba pasando. Pero si era un experto en fracasos y decepciones, así como los banales actos de penitencia que a veces era capaz de cometer para desahogar al menos un poco la culpa y la vergüenza que sentía en ese momento. Pero que debía superar para ser el ejemplo de perseverancia que también pretendía transmitir en Ash. De lo contrario, él no podría convertirse en su sucesor.

    “Lo hiciste bien en la batalla”, dijo mientras colocaba su mano en el hombro de Ash. “Mañana empieza tu entrenamiento”.

    Soltó su hombro y se dirigió hacia una multitud de enfermeros y paramédicos para encontrarse con la persona que más estaba deseoso de ver y comprobar que estaba bien.

    “¡Clint!” Llamó una chica esbelta cuyo rostro radiaba una luz de esperanza en ese ambiente tétrico, a pesar de su atuendo algo manchada por la pólvora del atentado y la sangre de algunas personas a las que había auxiliado. Clint la recibió con un cálido abrazo que relajó la tensión del momento. “Me alegro que estés bien”.

    Clint se mantuvo así por un poco más de tiempo. Admitiendo que, para él, esto le ayudaba más que a Elesa, quien no hizo ningún intento por concluir con el tierno momento.

    “Ellie. Vamos a necesitar mucha, mucha ayuda”.

    “Lo sé”, dijo con una sonrisa mientras Clint por fin la dejaba ir. “De hecho, creo que alguien está más que dispuesta para agregarse a nuestras filas”.

    Volteó la mirada y saludó a una preciosa chica aparentemente menor que ella, de piel clara y largo cabello oscuro que le daba una apariencia de delicada muñeca de porcelana, y que cuyos enormes ojos redondos fácilmente la hacían reconocible incluso para alguien poco enterado del mundo de la moda como a él. Incluso aunque estuviera vestida de forma casual, en lugar de la espectacular vestimenta que la había hecho famosa.

    En el fondo de aquel ambivalente escenario de desastre y ayuda humanitaria, Bonnie atendía a su hermano quien había despertado de su momento de letargo. A su lado, cuatro encantadoras jovencitas, posiblemente modelos de una agencia de modelaje e igualmente ataviadas de forma casual y cómoda, atendían a otros heridos; humanos o Pokémon por igual, e inclusive animándolos con sus cautivadoras sonrisas que expresaban sus más sinceros deseos de ayudar.

    “Soy Valerie, diseñadora y líder de gimnasio en ciudad Laverre”, dijo con un suave tono al mismo tiempo que hacía una reverencia que demostraba su noble linaje, digno de los modales tradicionales de su lugar natal en Johto. “Elesa me lo ha contado casi todo. Tenemos que hablar”.


    . . . .

    Palermo esperaba nerviosa e impaciente en lo que parecía ser una antigua catacumba ubicada en las más profundas entrañas de una desconocida y antigua construcción cuya iluminación artificial apenas alcanzaba para distinguir una cueva oscura a la que no perdía de vista por ningún momento, como si esperara que algo saliera de aquel vacío infinito.

    Era casi poético que antes de ver el resultado final de su complicada operación en el instituto IRD, ella recordaba un mito que había escuchado cuando era pequeña, y que encajaba tan bien con la situación. Una historia vieja, perteneciente a una cultura tan olvidada por este mundo como la cámara fría en la que se encontraba.

    En el cuento, Lázaro había resucitado de los muertos por la gracia divina después de cuatro días en el que su cuerpo ya comenzaba a sufrir la decadencia de los elementos. Transformándose así en un símbolo de resurrección y salvación a través de lo que llamaban el “verdadero camino”.

    Palermo sonrió al sentir como esa ingenua, pero tierna historia, estaba a punto de ser torcida al grado de darle un nuevo y más oscuro propósito. Donde la celestial oda a la luz se volvería un cántico de perversión y poder que sería usado para aplastar a sus enemigos.

    De pronto, el sonido de un motor salió de aquel abismo, seguida por un par de faros que permitían maniobrar dentro de la oscuridad hasta que el vehículo llegó a su destino. El auto se asemejaba a una ambulancia, pero mucho más sofisticada que la utilizada para atender a las personas comunes e inferiores.

    Las puertas plateadas de la cripta de Lázaro se abrieron, revelando en su sofisticado interior con aditamentos e instrumentos de la más alta tecnología médica, a un apuesto joven de cabello oscuro y ojos celestes en la víspera de sus dieciocho años mientras se inyectaba directamente en el pecho una especie de suero color ámbar con ayuda de un dispositivo que se asemejaba a una pistola futurística de color blanco.

    “Te lo juro, mi madre tiene una precisión quirúrgica espeluznante. Por un momento creí que iba en serio”, dijo Phillip con una sonrisa maquiavélica mientras retiraba el catéter de su brazo izquierdo que le había permitido recuperar la gran cantidad de sangre perdida anteriormente. Se abotonó su camisa blanca y se remangó de modo que la prenda se ajustara a la perfección, para luego abandonar el vehículo con un prodigioso salto que, si él hubiese sido tratado con cualquier otro médico, habría sido fatal para su salud. “¿Era necesario que torciera el puñal en mi pecho? Porque en serio, dolió como los mil demonios”.

    “La teatralidad y el espectáculo es lo mío… nadie puede sospechar de un muerto”, respondió Palermo con el tono serio y encantador que siempre había usado con él cuando descubría alguna de sus travesuras infantiles. “Aunque debo admitir que tu plan funcionó a la perfección, querido sobrino”.

    “Es una lástima que no pude atestiguar la cara de esos imbéciles cuando creyeron que mi destino estaba sellado”, dijo con una sonrisa altanera y llena de satisfacción al probar una vez más por qué era considerado una mente brillante en todos los campos en los que se involucraba.

    “Espero que haya valido la pena, pues sospecho que con esto me he ganado más enemigos de los que puedo tolerar”.

    “¿Por quién me tomas, tía?”, respondió Phillip para luego buscar un pequeño dispositivo oscuro y rectangular, no más grande de su dedo pulgar, para mostrárselo directamente a la cómplice de su engaño. “Bueno… ¿Por dónde quieres que comience?”


    TO BE CONTINUED…
     
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    J.Nathan Spears

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    Ah O-o... no era Ellie la muerta. Era Philip... hasta que lo resucitaron (?)

    Ha sido un muy buen episodio lleno de acción y algo de angustia. Pero al menos se ha logrado reclutar a Valerie (?). Y creo que Bonnie lo hará bien de ahora en adelante.

    En fin, vamos a ver qué más acontece luego...

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    Edmund Daltonic

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    El Culto al Placer. Hasta pronto y gracias por los reviews.
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    Género:
    Misterio/Suspenso
    Total de capítulos:
    49
     
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    5497
    Te faltó poner "¡SPOILER, SPOILER!".


    Originalmente, este capítulo se iba a llamar "El Anti-Clemont". Pero al final, este se quedó.



    CAPÍTULO 19. El científico supremo.

    Dos meses atrás…

    Si en algún momento de su vida Palermo hubiese hecho una retrospectiva de los beneficios que le había traído al convertirse en la líder suprema de la “Orden de la Doncella”, estos desafortunadamente eran opacados por los muy problemáticos asuntos que una organización perversa como la de ellos tenía que tratar para poder mantenerse fuera de los ojos indiscretos de las numerosas agencias que operaban para atrapar a aquellos con una muy diferente, y libre manera de pensar y actuar de acuerdo al principio de la búsqueda del máximo placer.

    La diplomacia era una de ellas, y la más complicada de tratar. Después de todo, así como el equipo Magma, Aqua, Galactic, y otros que corrieron con la mala suerte de haber sido desmantelados con el paso de tan solo un par de años de salir a la luz, los sobrevivientes se veían obligados no solo a ocultar sus verdaderas intenciones detrás de fachadas consideradas convincentes a los ojos de muchos incautos. Sino también a llegar a acuerdos entre los mismos para evitar el mismo destino.

    Era en esos momentos en los que Palermo recordaba una de las más importantes lecciones que había aprendido a lo largo de los años al tratar con lo que ella consideraba verdadera “escoria”. Una frase que su más despreciable enemigo le hizo repetir hasta el cansancio mientras la preparaba para asumir el mando de la Orden cuando llegase su momento: “una persona inteligente obtiene más uso de sus enemigos que un tonto de sus amigos”. Y ninguna situación podía ajustarse más a la perfección que aquella en la que se encontraban dos grupos de personas peligrosas, cada una con su propio objetivo y convicciones, antítesis de la otra, preparados para lo que podría ser un acuerdo que los beneficiaría a ambos, o un conflicto violento que decidiría el futuro de la región Kalos.

    En medio de un páramo desértico en la zona más desolada de la región, dos grupos ya se habían reunido ahí; cada uno separado por la distancia segura e invisible que la desconfianza y la precaución lograban crear. Por un lado, cincuenta seguidores de la Orden liderados por Palermo, vestían sus atuendos ceremoniales mientras esperaban a que ella diera el primer paso para comenzar con el acuerdo de no agresión entre ambas partes; un evento poco usual, pues las ropas ceremoniales se consideraban sagradas y su uso se limitaba a las paredes de su santuario donde realizaban los rituales. Por el otro extremo, el hombre más influyente de Kalos, CEO de una empresa que fundó desde sus cimientos a su corta edad, recibía con una mirada severa y tenaz a la mujer que alguna vez llamó “amiga”, pero que ahora la consideraba otra infamia que debía ser exterminada en beneficio de su poca ortodoxa visión de un mundo perfecto.

    “Lysandre”, dijo Palermo para luego hacer una reverencia en señal de profundo respeto. “Es un placer verte nuevamente, viejo amigo”.

    “Yo no puedo decir lo mismo”, respondió Lysandre con un tono serio mientras el resto de sus seguidores dejaban escapar una risita burlona. “¿Para qué me llamaste?”

    “¿No es obvio?” Respondió la líder de la Orden sin abandonar su sonrisa cortés y manipuladora ante la burla que recibía del equipo Flare. “Necesitamos una tregua antes de que esto se salga de nuestras manos”.

    Lysandre, quien se mantenía en un estado de serenidad, cruzó sus brazos al recibir una petición de relativa paz que obviamente ocultaba un propósito mucho más simple.

    “No estamos en conflicto”.

    “Cierto… pero lo estaremos”, aseguró Palermo. “¿No es acaso tu misión deshacerte de todo lo que manche este mundo con su fealdad?”

    Lysandre sonrió al escuchar lo más cercano de una confesión por parte de una mujer que hacía un pobre esfuerzo para disfrazar el reprochable rostro de la perversión. Se acercó a ella y bajó la mirada para encarar los ojos púrpuras de la corrupción y la mentira.

    “Entonces admites que tu Orden es un cáncer para este mundo”, dijo con aire triunfante.

    Palermo le devolvió la sonrisa altanera, lista para echarle en cara la hipocresía de sus palabras. “Alguna vez perteneciste a esta Orden, si no mal recuerdo”.

    “Algunas cosas cambian, Palermo… es una lástima que tú y esa blasfemia enclenque que defiendes, no”, respondió Lysandre sin inmutarse ante otro débil intento de hacerlo bajar la guardia. “Es decir ¿Por qué citarnos aquí, en medio de la nada en lugar de una reunión en cualquiera de nuestros cuarteles? ¿Es miedo, acaso? ¿Estaban tan preocupados de que podríamos haber rechazado su invitación que tuvieron que elegir un lugar como este para atacar en caso de ser necesario? Si… esta Orden ha perdido mucho de su brillo desde que la dejé”.

    La sonrisa engreída y dominante de la líder de la Orden desapareció tan pronto como ella se daba cuenta que llegar a un acuerdo con Lysandre sería mucho más difícil de lo que creía. La ira recluida le hacía hervir la sangre no solo por la serie de insultos hacia su Orden, sino porque toda esa profanidad resultaba ser dolorosamente cierta. El equipo Flare poco o nada podían ganar con una tregua entre uno de sus enemigos, así que… ¿qué más podría ofrecerle a alguien con una convicción más grande que la de ella?

    Pero de entre las risas burlonas que celebraban la prematura victoria del líder del equipo Flare mientras los miembros de la Orden hacían un esfuerzo titánico para no dejarse llevar por el deseo de la venganza, una voz altanera se alzó por sobre los demás para presentar a la mente más brillante que se encontraba ahí.

    “¡Hey!” Exclamó un apuesto joven de cabello oscuro y ojos celestes en las vísperas de la edad adulta, y quien, además de Palermo, era el único de entre las filas de la Orden que no vestía las ropas ceremoniales u ocultaba su rostro detrás de una extraña máscara.

    “Más les vale no dejarme fuera de la sesión de insultos, pues es la única razón por la que vine a este absurdo despliegue de banalidad”, dijo mientras salía de entre el grupo hasta llegar al sitio de discusión de los líderes. “Phillip de Valois, M.S.”, dijo a la vez que ofrecía su mano a Lysandre, quien solo observó ese gesto con incredulidad. “Recuerde ese nombre cuando salga de aquí con el rabo entre las piernas”.

    El insulto del joven genio desató una serie de reclamos y gritos por parte de los fieles adeptos de Lysandre, quien rápidamente los mandó a callar con el simple ademán de levantar su brazo derecho, demostrando así su influencia entre el equipo Flare. Pero uno de ellos, a pesar de tener en cuenta que ir contra las órdenes de su líder estaba estrictamente prohibido, decidió arriesgarse para salvaguardar su honor.

    “¡Mi señor Lysandre!” Exclamó el robusto científico encargado de llevar a cabo el proyecto de toda una vida. “¡Ignore a este mocoso petulante!”

    “¿Me dices qué hacer, Xerosic?” Reprimió Lysandre con una mirada agresiva hacia su científico más importante para luego mirar fijamente al vociferador de aquel insulto. “Yo tendría cuidado de lo que digo, jovencito. Tienes suerte de que sea extremadamente tolerante”.

    Phillip lanzó un ligero soplido que denotaba burla y el nulo resultado de aquel intento de intimidación. Después dirigió una mirada mordaz al jefe de científicos del equipo Flare, a quien estaba ansioso de ponerlo en su lugar como el farsante y patético intento de científico que Phillip consideraba.

    “¿Sabes? Tengo un detector interno que se activa cuando detecto la mediocridad en otros. Y… por alguna razón tu científico maestro está volviendo loco mi radar”, dijo con un tono tan arrogante que incluso molestó a Palermo, quien intentó detener el desastre que se avecinaba hasta que las palabras de su amiga de la infancia de su cabeza la disuadieron de interrumpir el evento que Adelie disfrutaba con ahínco.

    “Eres un…”, dijo Xerosic al no poder tolerar esos insultos por un segundo más. “¡Yo te conozco, Phillip de Valois! ¡Podrás ser alguien brillante, pero tu trabajo no se compara con lo que estamos a punto de crear!”

    Phillip dio otra muestra de presunción al reír entre dientes como solo aquellos lo suficientemente ególatras son capaces de hacer contra los que consideran inferiores.

    “Es el problema con todos ustedes: confunden lo práctico con lo simplista. Lo brillante con lo superficial. Lo único que lograrán es que esa piedra gigantesca que requiere de cantidades ridículas de energía, les estalle en la cara después de que vean lo estúpidos que son”.

    Xerosic, junto con las cuatro mujeres que componían la principal división de científicos del equipo Flare, olvidaron el cólera que sentían al quedar pasmados ante las palabras que revelaban su arma secreta.

    “¿Cómo lo…?”

    “¿Supe?” Complementó Phillip con otra risita que inmediatamente borró para adoptar una actitud totalmente seria. “Con tu pobre observación ¿al menos leíste el nombre del autor que escribió el artículo del que basaste tu investigación, Xerosic?”

    El robusto científico supo de inmediato que Phillip planeaba llevarlo al vergonzoso rincón del plagio, uno de los peores insultos que podría existir entre los hombres de ciencia. Un sentimiento que ya había experimentado desde que comenzó con su investigación desde hacía años, pero que, con la práctica, ya creía haber superado al grado de no considerarse así mismo una imitación o algo poco original.

    “Yo solo me inspiré en el trabajo de Dr. Virgil Walsh, nunca lo…”

    Pero después de excavar en el baúl de sus memorias, Xerosic quedó completamente helado al recordar que un nombre en particular sobresalía en los créditos de dicho trabajo. Un nombre que había causado revuelo entre la comunidad científica debido a la corta edad de quien había colaborado principalmente en esa investigación, y que ahora lo desarmaba con sus atinados y despiadados argumentos.

    “A esa edad no se me permitía publicar sin un superior robándome el crédito, idiota”, dijo Phillip con un tono frío y humillante. “Y lo peor es que ni tú ni tu equipo de pelmazos pseudo-científicos son capaces de aplicar mis principios de forma correcta”.

    Las chicas de atuendo extravagante dieron un paso al frente mientras vociferaban otra serie de insultos y protestas contra el genio arrogante, a las cuales se les unieron también las voces del resto de miembros y administradores que los habían acompañado. Lysandre, por otro lado, mantuvo su mirada inexpresiva ante el despliegue de insultos, pero no hizo ningún desmán para evitar que sus seguidores pudieran desahogar un poco de su ira aprisionada.

    “Felicitaciones, señor líder del equipo Flare”, dijo Phillip con una sonrisa altanera e insultante. Listo para desatar un pequeño infierno entre el páramo desértico de Kalos. “Su obra maestra es la bastardización de un trabajo tan burdo que yo mismo deseché por considerarlo frívolo y poco interesante”.

    Eso fue la gota que derramó el vaso. Palermo fue directamente para tomar del brazo a su sobrino y ordenarle a que regresara con el resto de miembros de la Orden, quienes no pudieron contener las risas que solo avivaban las llamas del conflicto.

    “¿Esta es tu idea de diplomacia, Palermo?” Preguntó Lysandre con un tono completamente reprobatorio.

    “Lysandre, Phillip no es miembro de nuestra Orden”, respondió Palermo con una pobre excusa que nada lograría para enmendar el insulto que ella había dejado pasar. “Trata sus palabras como lo que son: las ideas de un adolescente listo, pero jactancioso”.

    “Entonces trajiste a un intruso para insultarme”.

    Palermo quedó completamente desarmada ante la acusación que estaba a punto de convertirse en la razón de su fracaso. En esos momentos en el que trataba de idear una nueva táctica para recobrar la atención y confianza de Lysandre, un momento de rencor hacia la madre del responsable de su predicamento la hizo desvariar para desahogar un poco la tensión que invadía sus pensamientos.

    Pagarás por haber ayudado en esto, Adelie”, dijo dentro de la conversación telepática de su mente.

    Cuando me dijo que solo quería discutir ciertas inquietudes con el elemento científico del equipo Flare, me imaginaba otra cosa”.

    La absurda e infantil excusa de Adelie solo exacerbaba el cólera que ya sentía en todo su cuerpo. Era en esos momentos importantes en los que Palermo necesitaba a su mano derecha para controlar estos imprevistos, y en su lugar solo tenía a una mujer comportándose como adolescente que se mofaba de su bromita ridícula para fastidiar a su madre.

    Afortunadamente para Palermo, haberse rodeado de gente influyente e inteligente con el paso de los años daba sus frutos de la forma más inesperada y oportuna posible. Y fue en ese entonces en el que uno de sus diamantes en bruto, entrenado por ella misma para tratar este tipo de asuntos, salía a relucir las destacadas aptitudes para la negociación y persuasión que había aprendido de ella.

    “En nombre de la Orden y… este muchacho petulante, le pido las más sinceras disculpas”, dijo una voz varonil y firme que sobresalía de entre la multitud mientras se retiraba la máscara ceremonial, revelando su atractivo rostro de rasgos pronunciados que iban acorde con el porte que expresaba en cada una de sus palabras. Pasó su mano derecha por la cabeza para arreglar un poco su cabello castaño, estropeado por el uso de la máscara y las condiciones del clima, y miró fijamente al líder del bando contrario. “Pero creo que el punto es muy simple para que pueda darse cuenta de por qué usted también puede salir beneficiado en esta tregua, mi señor”.

    Lysandre, ya fastidiado de estos absurdos que solo hacían desperdiciar su valioso tiempo, decidió darle una última oportunidad a aquel hombre de ojos verdes que lo miraba fijamente con una sonrisa sincera y convincente.

    “Usted es un empresario brillante y tiene un gran control sobre los medios… Pero sabe que nosotros tenemos más”, dijo mientras iba directo al grano, pero sin ser grosero o mostrarse impaciente, demostrando su gran experiencia al tratar con personas poderosas. “Si no entra en conflicto con la Orden, nosotros prometemos guardar silencio acerca de cualquier dato que podría dañar su imagen y, por consiguiente, su misión personal ¿Es un trato?”

    Simple y directo. Ni siquiera Lysandre podría objetar con algo así, a pesar de que podía ver el intento de manipulación desde que este hombre había abierto su boca. Además, no pudo evitar cierta nostalgia al escuchar un discurso similar al que él solía profesar cuando era miembro de la Orden, antes de que él saliera asqueado de ella.

    Asintió con la mirada y ordenó al resto de sus seguidores regresar a los transportes que los llevarían de vuelta a ciudad Lumiose para atender otro asunto con el joven pupilo que había encomendado para la búsqueda del poder que necesitaba para borrar del mapa a los adefesios como la que lideraba su antigua amiga.

    “Sugiero, Palermo, que mantengas una relación más estrecha con las personas que te ayudan…”, dijo para luego dirigir su mirada al chico que casi provocaba un conflicto en ese mismo lugar, “… que con las que puedan ser una amenaza para ambos”.

    Lysandre siguió a sus adeptos hasta que abordó su transporte personal. Una vez que despegó su nave, Palermo suspiró aliviada de que Lord Reginald hubiese estado ahí para salvar este importante movimiento de la Orden, el cual aseguraría su existencia hasta que estuviesen listos para contra atacar. Antes de partir, sonrió al saber que su joven protegida recompensaría las acciones de su nueva mano derecha en cuanto este regresara a sus aposentos.

    Pero una vez que los miembros de la Orden comenzaban a retirarse; Phillip, quien quedó detrás del resto del grupo como si esperara que aquel hombre se apartara de su camino, comenzó a caminar al ver que este se mantenía en su lugar sin dirigirle la mirada. Y, justo cuando Phillip estuvo en la distancia necesaria, Lord Reginald lo detuvo sujetando su brazo con firmeza.

    “Que tu madre sea una de las administradoras de la Orden no te salvará el pellejo la próxima vez que quieras pasarte de listo, niño”, susurró con un tono frío y amenazador.

    Phillip se mantuvo ahí sin mostrar algún cambio en su humor o en su mirada, salvo aquel puño que presionaba con fuerza, como si son ese gesto tratara de contener una profunda ira al ser tocado por la persona que más detestaba y sentía repugnancia en todo el planeta.

    “Y que tú compartas el lecho de mi madre o el de una chica casi de la mitad de tu edad, no te convierte en una figura de autoridad, Reginald”, dijo con un tono serio y sin dirigirle la mirada.

    Lord Reginald sonrió de forma maquiavélica y llena de satisfacción al encontrar en las palabras de ese chico un asunto totalmente fuera de contexto y que evidenciaba cierto rencor que siempre fingía no importarle, pero que él sabía era una llaga que podía presionar para provocarlo.

    “¿Sabías que tu madre quería que Aria fuese tu pareja antes de que yo la poseyera?” Dijo en un tono burlón y provocador.

    Phillip sólo rio con desprecio ante el pobre intento de explotar un sentimiento inexistente en su prodigiosa mente. Sacudió su brazo para liberarse de su captor y respondió con las palabras más frías y sinceras que jamás había pronunciado ante otro ser humano.

    “¿Sabías que me importa un carajo?”

    Un día que pudo haber sido altamente gratificante se convirtió en un desenlace arruinado por la intervención de un bastardo sin originalidad. En esos momentos de reflexión en el que Phillip abordaba el transporte que lo llevaría de regreso a su laboratorio, no podía evitar que esa molesta sensación se interpusiera en el diseño que su mente trataba de estructurar para su más grande y brillante obra que él sabía, cambiaría al mundo para siempre.

    Una obra cuyas desastrosas consecuencias significarían el inicio de la total devastación de este mundo.


    . . . .​


    El pequeño dispositivo de Phillip se encendió tan pronto como él presionó un botón en el costado, liberando una serie de imágenes holográficas que iluminaron la catacumba en su totalidad con el resplandor azul claro que permitía la mayor nitidez de las mismas. Palermo se quedó atónita al ver cientos de textos, gráficas, imágenes y fórmulas ordenándose automáticamente, hasta formar una especie de esfera que los rodeaba con toda la información pertinente que él había obtenido después de trabajar con la muestra que su madre recuperó al atacar al entrenador de aquel Pokémon anfibio con forma humanoide, y cuya figura tridimensional se manifestaba en medio de ellos, señalando el momento para iniciar con la explicación de las conclusiones obtenidas por el joven científico.

    “En efecto, este Greninja es un espécimen bastante raro en cuanto a su especie se refiere… pero no es un caso aislado”, dijo Phillip con un tono serio y formal, propio de los académicos al momento de difundir su trabajo con sus colegas científicos. “El secreto de su transformación radica en una serie de genes recesivos que, al presentarse en una muy poco probable combinación de los mismos, dan como resultado sus habilidades excepcionales”.

    Palermo suspiró mientras cerraba los ojos como si todos esos términos complicados fuesen usados a propósito para burlarse de su pobre conocimiento en un área totalmente desconocida para ella.

    “Ahora dímelo en un lenguaje que yo pueda entender”.

    Phillip sonrió al ver que su pequeño experimento para comprobar que su tía tenía al menos cierto conocimiento del tema, fracasaba de forma que él ya se esperaba. Incluso cuando él consideraba que había digerido el tema lo suficiente para que iletradas como ella pudiesen entender.

    “Cada uno de estos genes que aislé son como una pieza de la ’máquina’ que le da todas las habilidades a este Greninja”, dijo mientras seleccionaba uno de los hologramas que mostraba una cadena de DNA con algunas bases nitrogenadas brillando intensamente. “Comparé su secuencia genética con cuatro poblaciones de su especie, y descubrí que todos ellos poseen algunos de estos genes, pero nunca juntos. De hecho, la probabilidad de que nazca un vástago con las características de este espécimen es tan baja que, matemáticamente hablando, es casi imposible”.

    Palermo se alegró de que su sobrino por fin mostrara un poco de compasión para elegir palabras que ella pudiese comprender mejor. Pero ahora quería ir directamente al asunto que más le interesaba de este trabajo.

    “¿Hay alguna diferencia que lo haga más poderoso que los Pokémon con mega evoluciones?”

    Phillip soltó una pequeña carcajada al recordar con desprecio aquel a quien los medios y la gente ignorante llamaba “el experto en la mega evolución”. Y que ahora se disponía a destrozar con ahínco.

    “Ese idiota de Sycamore piensa que la mega evolución es un misterio excitante y esperanzador, cuando en realidad la explicación es tan simple que casi es aburrida”, respondió a la vez que manipulaba otro holograma con varias figuras de Pokémon conocidos por su habilidad de mega evolucionar, y las comparaba con aquella donde revelaba datos del misterioso Greninja. “Hay algo en común entre este Pokémon con el resto de las mega evoluciones: el vínculo emocional con su entrenador. De hecho, el gen encargado de activar la transformación es similar. Sin embargo…”, dijo mientras seleccionaba un par de gráficas de barras, en cuyo eje horizontal estaban escritos los nombres de los Pokémon y en el eje vertical la leyenda de ‘aumento de poder’. “Este tiene una capacidad mucho mayor…”

    Palermo pudo entender la evidente diferencia entre las capacidades de los Pokémon contra el de Greninja, al ver el valor mucho mayor representado en la barra de aquella gráfica.

    “Generalmente, el poder adicional que obtienen los Pokémon al mega evolucionar es de un 15% en promedio. Un entrenador extremadamente hábil como… digamos, la campeona Diantha, es capaz de explotar hasta un 35%. Pero este Pokémon…”, dijo mientras exhibía otras gráficas que comparaban diferentes variables como resistencia, reflejos, agilidad, etc. “… puede aumentar sus habilidades hasta en un 150%. Eso lo pone al nivel de muchas criaturas legendarias como Lugia, Rayquaza, quizá hasta los mismos guardianes de Kalos…”

    Aquellos nombres despertaron un profundo interés y emoción en Palermo al sentir que un poder al nivel de aquellas criaturas legendarias estaba a su alcance.

    “¿Se puede recrear?” Preguntó emocionada. Pero la respuesta de su sobrino haría derrumbar ese sueño precipitado.

    “He ahí el dilema”, respondió Phillip. “Al contrario de la mega evolución, el vínculo con el entrenador se vuelve tan estrecho que cualquier intento de domarlo con otro método, simplemente lo suprime”

    En ese instante, Palermo sintió un escalofrío provocado por su falta de previsión al no considerar que la más reciente víctima de Madam de Valois resultaría ser vital en su operación.

    “Entonces necesitamos al chico”

    Pero Phillip rápidamente negó con la cabeza, mostrando otro holograma con la simulación del parásito que invadía la mente de aquellos que eran infectados.

    “Por la naturaleza del parásito, este obstruiría cualquier intento de llevar a cabo la transformación”, dijo mientras otra serie de gráficas y cálculos en la pantalla daban como resultado una sola palabra en color rojo que decía ‘incompatible’. “Creo, tía… que esta vez el tiro te salió por la culata”.

    “¿Qué tal clonarlo desde Froakie?” Propuso inmediatamente como si tratara de salvar el único método que tenían para enfrentar a sus enemigos.

    “Si quieres darle un ejército de Greninjas inútiles, adelante…”, respondió con una sonrisa al disfrutar de la desesperación de Palermo. “Lo puse a prueba en mi laboratorio, pero cualquier intento de ‘resetear’ el gen, resultó en la inactivación del mismo. Y si lo replicamos, solo responderá a este chico”.

    Palermo suspiró derrotada al comprender que aquella idea fantástica se le escapaba de las manos por su excesiva confianza y falta de previsión. Rápidamente ideó otros métodos que podía explotar hasta que solo uno, muy obvio, se le cruzó por su mente.

    “Entonces solo nos queda la mega evolución… pero no tenemos suficientes”, dijo haciendo una mueca de disgusto con una idea de la que no estaba muy de acuerdo por la escasa calidad de combatientes en su orden. “Escuché que en el reino de Azoth, un científico creó un artilugio capaz de hacer mega evolucionar varios Pokémon a la vez sin necesidad de compartir un vínculo”.

    Phillip suspiró con una actitud que denotaba escepticismo ante esa idea.

    “Un colega me contó sobre eso, y de hecho me envió las lecturas para medir el desempeño”, dijo mientras otra serie de gráficas comparaba el nivel de poder obtenido con la mega evolución normal y aquella mencionada por Palermo, la cual se encontraba muy por debajo del promedio. “Dime, ¿quieres un mediocre 5% de capacidad en cada Pokémon cuando enfrentes al equipo Flare, este tal Clint y los demás que te encuentres en el camino?”

    Palermo hizo una mueca de disgusto mientras frotaba su frente en señal de frustración y cansancio al ver que todas las posibilidades se esfumaban en su mente. Fue en ese momento en el que ahora comenzaba a arrepentirse de haber apoyado la idea de su sobrino al fingir su muerte, y que hasta el momento solo la había hecho acreedora de más enemigos.

    “No podemos usar el poder extraordinario de este Greninja, la mega evolución forzada es insuficiente, y el tiempo se me acaba mientras los enemigos crecen…”, dijo con desahogo para luego dirigir una mirada llena de ira hacia el joven científico del que ahora dudaba seriamente de su capacidad. “¿Tienes algo que al menos demuestre tu susodicho intelecto, sobrino?”

    Aquella pregunta fue como la señal que esperaba Phillip para tocar su más grande partitura de todo el evento. Una pieza de inigualable calidad que haría resonar en la mente de los espectadores más escépticos, incluso después de una serie de decepciones y tropiezos.

    Presionó el botón nuevamente, almacenando todas las pantallas holográficas en el dispositivo, y liberando otras que se acomodaban nuevamente en la catacumba hasta formar la esfera celeste. Esta vez, las pantallas mostraban lo que parecían ser órganos como corazones, pulmones, riñones, y otros que a Palermo le hacía difícil reconocer. Cada uno tenía un nombre y un número en el título de su pantalla; pero los más extraños eran aquellos que parecían tejidos y células que recibían incluso un nombre difícil de pronunciar como ‘biscopea’, ‘occulobulo’, etc.

    “Lo llamo el proyecto ‘Astartes’… mi obra maestra”, aseguró Phillip con una sonrisa orgullosa y que, raro en él, no denotaba arrogancia. Como si aquel trabajo representara algo tan sagrado para él, que no permitía ser profanado con vulgaridades y altanerías. “Originalmente los diseñé para mejorar las capacidades en seres humanos, pero cuando vi el potencial de este Greninja, supe que podía aplicar los mismos principios en los Pokémon”.

    “¿Son… órganos?” Preguntó con una mezcla de confusión y decepción.

    Phillip cerró sus ojos y contuvo una mueca de disgusto como si aquel término simplificara de forma burda lo que en realidad pretendía lograr con un invento que, según su mente brillante, simplemente carecía de fallas.

    “Bio-potenciadores es el término adecuado, tía”, respondió con una actitud más afable a pesar de recibir lo que él consideraba un insulto hacia su trabajo. “Millones creen que modificar un organismo ya desarrollado a nivel molecular es viable, cuando en realidad es extremadamente complicado y poco práctico de hacer. Por otro lado, clonar y esperar el crecimiento de un individuo modificado es muy tardado…”

    “¿Qué no los sujetos de la isla Cinnabar lograron hacerlo?” Inquirió una vez más Palermo con otro hecho que ella consideraba más sorprendente y efectivo que lo que Phillip presumía lograr.

    “Si… y luego su creación los destruyó”, respondió con un tono más serio al descubrir que Palermo aún no entendía lo que su obra podía lograr. “La paciencia es una virtud; sobre todo en la ciencia, querida tía. Pero con mi trabajo, podemos obtener lo mejor de ambos mundos sin esperar mucho tiempo”.

    “Explícate”, dijo Palermo, decidida a darle una oportunidad a lo que su sobrino tenía tan absorto.

    “Cada una de estas ‘semillas génicas’, como las he bautizado, están diseñadas con base en el código genético de este Greninja. Por lo que la capacidad de expandir las habilidades del sujeto en el que son implantadas se conserva. Claro, al ser genes de una especie distinta, el porcentaje se reducirá. Pero un mínimo de sesenta por ciento no es nada despreciable”.

    “Sesenta…”, repitió a la vez que comenzaba a entender el por qué su sobrino la había hecho pasar por aquella decepcionante sesión: él trataba de que ella expandiera sus horizontes hacia un nuevo y brillante futuro donde nadie, ni siquiera el mismísimo guardián alfa pudiese detener la búsqueda de la mayor expresión de placer que buscaba con ahínco.

    “He diseñado y puesto a prueba en un simulador virtual los protocolos para tres Pokémon que, estoy seguro, no te molestará que pruebe con ellos”.

    Palermo observó las tres pantallas que Phillip había seleccionado, y una sensación de incredulidad la invadió al reconocer perfectamente a las tres especies que pertenecían a cierta persona que en esos momentos no podía ayudarle con sus excepcionales habilidades de convencimiento, y que además tenía un historial conflictivo y justificado con su sobrino. Quizá se trataba de una simple venganza contra aquellos inocentes Pokémon al aprovecharse de la ausencia de Lord Reginald, pero si esa prueba resultaba efectiva, ella sabía que su mano derecha estaría dispuesta a sacrificar a sus compañeros para salvar a la Orden. Sin embargo, otro dato curioso llamó su atención.

    “Ninguno de estos tiene una mega evolución”.

    Phillip sonrió al tocar otro punto del que estaba orgulloso de su trabajo. “Mi trabajo hará obsoletas las mega evoluciones. Ni siquiera necesitan de un vínculo para poder funcionar”, aseguró mientras preparaba el toque final de su perfecta pieza. “Además, tía… esto te encantará: puedo agregar un pequeño órgano en su cerebro y que esté sincronizado con la canción de Meloetta para utilizarlo como un plus en sus habilidades, alcanzando incluso una capacidad del 100%”.

    Aquel dato terminó por convencerla. Palermo, al estar presente en los logros académicos de su sobrino, sabía perfectamente que él nunca se equivocaba, y no podía contener su emoción al sentir todo ese poder prematuro en la palma de su mano con una idea simple, en apariencia, pero con un potencial que consideraba más que suficiente para aplastar a sus enemigos y por fin liberar a la Orden de las absurdas reglas de la sociedad que las obligaban a mantenerse ocultos.

    “¿Cuánto tiempo tomarías?”

    “Tienes suerte que mi tesis doctoral haya sido sobre depuración en el desarrollo acelerado de órganos usando ensamblajes supramoleculares…”, aseguró Phillip. “Pero tomará un mes preparar a los primeros individuos y ejecutar pruebas. Además de otro mes para armar tu ejército…”

    “El ejército Pokémon más poderoso sobre la tierra”, interrumpió Palermo mientras contemplaba las imágenes y trataba de tocar el tesoro cuya costosa y arriesgada obtención ahora consideraba totalmente beneficiosa. “¿Qué necesitas?”

    Phillip presionó un botón y las imágenes desaparecieron en un santiamén.

    “Aparte del sujeto para extraer toda la cantidad de material genético posible, junto con la mayor inversión en la historia de la bio-ingeniería…”

    “Tengo a los sujetos perfectos para eso. Y sabes que el dinero no es ningún problema”, aseguró Palermo.

    “Solo una cosa más, y quiero aclararla de una vez”. Phillip cambió a un tono extremadamente serio, quizá el más severo y convincente que hubiese usado en toda su vida para puntualizar el límite más importante de esta alianza. “Yo no soy parte de tu Orden, Culto, como quieras llamarlo. Mantengo mi independencia y me quedo con todos los derechos de mi investigación cuando esto termine. ¿Entendido?”

    Palermo sonrió, profundamente orgullosa al ver que su sobrino actuaba como un verdadero adulto independiente, con sus propias metas y convicciones que, por ahora, coincidían con las de ella. Además, no podía negarse ante las cláusulas de un chico que ella había criado como si fuese su hijo.

    “Por supuesto, querido sobrino”, respondió con dulzura.

    “Y espero que puedas mantener completamente bajo control a tus miembros en estos dos meses. Pues tus enemigos también están preparándose”.

    Palermo asintió, totalmente de acuerdo con el consejo de su sobrino. Sin embargo, sería difícil, y en algunos casos requeriría de un toque más agresivo contra aquellos tan adoctrinados en los principios de la Orden, que la simple idea de moderarse los volvería locos. Adelie tendría que convencerlos con su regalo de ser necesario.

    Pero justo cuando ella terminó con este pensamiento, las viejas puertas de la catacumba se abrieron con violencia para revelar a la mujer que en esos momentos ocupaba los pensamientos de Palermo, pero que por la actitud completamente agitada; inclusive se atrevería decir asustada de Adelie, puso en alerta a la líder de la Orden al ver una faceta que nunca había visto en su amiga, y que la desconcertaba totalmente.

    “¡Palermo!” Exclamó Adelie mientras respiraba agitadamente y sus pupilas se dilataban como si acababa de presenciar el evento más terrorífico de toda su vida. “¡Debemos hablar!”.


    TO BE CONTINUED…
     
    Última edición: 20 Julio 2016
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    J.Nathan Spears

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    Hmmmm... buen capítulo en donde se explican muchas cosas científicas. Me molesta un poco que GreninjAsh sea la clave para esta cuestión... lo han endiosado demasiado al sapo de mierda. Pero aún así, es la excusa perfecta para que se cree una posibilidad de un ejército poderosísimo. El más poderoso del mundo, según desea Palermo.

    ¿Tres Pokémon sin MegaEvolución y son los que pertenecen a Lord Reginald? Uy... pobrecillos .w. Pero es lo que toca cuando el estúpido Culto no tiene muchos combatientes. Jeje... me hiciste acordar de los Rocket y los soldados que solo obtienen Rattatas y Zubats (además de las evoluciones de éstos, se entiende.)... pero bueh, eso pasa cuando solo inicias con 151 Pokémon y te ves obligado a dividirlos en 15 tipos. Y donde los de tipo Psíquico están rotísimos n_nU. Ah, rayos, que me salgo del tema...

    Vaya cosa, y esto que sucedió 2 meses antes de los eventos que ocurrieron en el episodio anterior... creo que de acá terminó saliendo el Conkeldurr y el Machamp zombis. También se ve que Philip es arrogante, pero no puedo odiarlo... de alguna manera se respetan esos vastos conocimientos de genética O__o. Digamos que siento un poco de envidia de ese tipo. Qué afortunado nacer con tanto talento... ah, pero seguro que la tiene corta xD, digo yo, pa compensar... okey, olvídalo n_nU

    Bueno, a ver qué onda con el siguiente episodio. ¡Mucha suerte, compa!
     
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    Edmund Daltonic

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    El Culto al Placer. Hasta pronto y gracias por los reviews.
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    Misterio/Suspenso
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    49
     
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    No es que me guste mucho ese Greninja, sino que es un perfecto recurso que pude usar para el desarrollo de esta historia.

    Jajajaja. Voy a tener en consideración esa creencia.


    Y bueno, este capítulo tardó por que sufrí mi primer bloqueo creativo que duró como tres días. ¡Tres días! Espero que no vuelva a pasar.


    CAPÍTULO 20. No más paz después de la tormenta.


    “Conocí la ‘Orden de la Doncella’ por primera vez hace dos años. Y, para ser honesta, no fue la mejor experiencia que haya tenido”.

    La historia de Valerie comenzó sin demora, salvo el tradicional saludo al inclinar la cabeza para recibir a sus invitados en el cuarto principal. Para Clint, era extraño que esta chica no olvidara sus refinados modales a pesar de que hasta apenas hace una hora, todos ellos se recuperaban de un acto terrible que había manchado con sangre la pacífica historia moderna de ciudad Laverre, y de toda la región en general.

    Mientras Valerie tomaba el lugar de la anfitriona del palacio en el centro de la habitación como lo marcaba la tradición, Clint y Elesa se colocaron en los cojines de la primera fila, con Serena y el resto de los chicos detrás de ellos, y atentos a la historia que la linda diseñadora y líder del gimnasio tenía que contar para aclarar las inquietudes y sospechas que podrían tener contra ella. Bonnie, mientras tanto, jugaba con el resto de las chicas de su firma a quienes se les había ordenado entretenerla en el jardín principal mientras el resto asistía a esa importante conversación.

    “En ese momento en el que mi fama me había hecho acreedora de decenas de pedidos para las personas más acaudaladas de la farándula, una de ellas captó mi interés debido a que ella gozaba de una reputación e influencia como ninguna otra en toda esta región. Al menos en cuanto a moda y espectáculo se refiere…”. Valerie hizo una pausa para respirar hondo y dirigir su mirada seria hacia Serena, como si ella pudiera transmitirle a la reina de Kalos de quien estaba hablando. “Nadie habría rechazado ese tipo de invitación, así que acepté gustosa y me puse en marcha para comenzar con el diseño de lo que pretendía sería una de mis mejores creaciones”.

    Valerie alargó su brazo para tomar un maletín de bocetos que se encontraba en una mesita de madera a su lado derecho. Deslizó la cinta que mantenía cerrado el maletín y sacó de este una gruesa hoja de papel que entregó a Elesa. Tan pronto como sus ojos se habían colocado en aquel boceto, estos brillaron con la intensidad propia de alguien cuya vista ha sido hechizada por el esplendor de un trabajo sin precedentes. Una prenda que combinaba la rica historia y tradición de su autora, junto con los modernos métodos que habían hecho posible una proeza de tal magnitud.

    El furisode comenzaba como una modificación al tradicional nagajuban que evitaba el contacto del kimono con la modelo, protegiéndolo así del posible deterioro al estar expuesta a la piel. Sin embargo, esta prenda interior dejaba al descubierto el abdomen y parte de los muslos, cubriendo las piernas con calcetas negras que comenzaban por encima de las rodillas. Pero lo verdaderamente espectacular era el kimono: de un color rojo-naranja como el de un atardecer veraniego, decenas de llamas de un color un poco más intenso se encontraban impresas por toda la prenda; pero de una forma en que no saturaba el lienzo o entorpeciera la visión que Valerie quería transmitir. En los bordes del kimono que la hacía parecer más una falda, la hábil diseñadora había hecho recortes rectangulares que tiñó de color claro, colocando también tiras con tonos verdes que asemejaban las plumas del ave legendaria protectora de su región. Todo esto sellado con un también tradicional obi reducido, y que sólo rodeaba la parte del torso por debajo de su pecho sin comprometer el vientre desnudo que le daba un toque más natural a la chica que tuviera el honor de usarlo. Además de los hombros que decidió dejar descubiertos también, limitándose a cubrir los brazos con largas mangas del mismo diseño que el resto del kimono.

    “Inspirada en las imágenes de aquel Pokémon legendario venerado en mi lugar natal, como si este me hubiera auxiliado en el diseño de esta prenda, logré fabricar lo que muchos considerarían una obra de arte invaluable. Un traje digno de aquellas lo suficientemente dignas para vestir el corazón y alma de una persona totalmente sincera y pura…”

    Valerie cerró los ojos y sonrió de una manera en el que podía transmitir la pasión y orgullo que había sentido en ese momento. Elesa le devolvió la sonrisa ante aquel gesto del que estaba perfectamente familiarizada, olvidándose por un momento de la situación y recordando con un poco de nostalgia el trabajo que tanto adoraba y que había dejado pendiente.

    “Fui invitada a la ceremonia de esta Orden donde mi obra seria exhibida con el respeto que se merecía... Pero lo que sucedió ahí hizo que rompiera cualquier lazo con Palermo y ese espantoso grupo”.

    La sonrisa risueña y el tono dulce de Valerie desaparecieron tan pronto como la líder de gimnasio estaba preparada para tocar el punto más oscuro de su relato.

    “¿Te hicieron daño?” Preguntó Serena con curiosidad y temor de que una chica tan dulce como ella hubiese sido víctima del Culto.

    “A mi honor”, respondió con seriedad. “Y como orgullosa descendiente de las tradiciones y valores en Johto, no pude permitir esa clase de burlas”, aseguró para luego mojar sus labios y mirar de nuevo a todos sus invitados. “Antes de que la ceremonia diera inicio, los asistentes fuimos testigos de la chica que había sido escogida minuciosamente para vestir mi obra. Debo confesar que, de entre todos los asistentes, yo era la más emocionada con presenciar el toque final de mi obra maestra cuando esta cobrara vida y engalanara los pasillos de aquel lujoso palacio… Pero en su lugar, escupieron en mi rostro cuando vi la profanación de mi trabajo de la forma más depravada que jamás pude imaginar”.

    “Eso parece ser su especialidad”, dijo Clint con frío sarcasmo.

    Valerie hizo una mueca de repugnancia y cubrió su boca con su mano derecha mientras un recuerdo suprimido se hacía presente en sus memorias nuevamente. Aún podía ver el revelador escote en el pecho de aquella joven que apenas cumplía sus quince años, junto con el recorte que hicieron en la falda y que estaba a escasos milímetros de descubrir la parte más íntima de una chica. Junto con las ropas rasgadas y los adornos maltrechos, el color rojo de la renovación había sido sustituido con un púrpura rosado mal aplicado, haciendo desaparecer las llamas que Valerie cuidadosamente había distribuido. Y de las plumas que formaban la falda, estas habían sido arrancadas para insertar pliegues puntiagudos color sangre que la hacían parecer una planta con espinas venenosas.

    “Un furisode digno de la realeza… convertido en una vulgar prenda para concubinas y meretrices de la más baja categoría”, dijo Valerie con una mezcla entre ira y tristeza que conmovía a las chicas en la habitación. “Y lo peor de todo: los asistentes, varios de ellos adultos mayores, contemplaban a esa chica con la misma mirada de perversión y lujuria que solo los hedonistas tienen la vergüenza de presumir. Me retiré de ahí lo más pronto posible, asqueada por ese insulto y sin dirigirle la palabra a cualquiera de los asistentes”.

    “Horrible…”, susurró Elesa mientras se limpiaba una pequeña lágrima que se asomó por su ojo derecho.

    “No obstante…”, continuó Valerie. “Palermo se mostró tan colérica como yo y hasta donde sé, amonestó a las responsables de ese acto y canceló el evento. Días después me ofreció sus más sinceras disculpas y trató de enmendar lo que llamó un ‘malentendido’, pero estaba tan enojada que le dije que si sus palabras eran tan sinceras como lo era el respeto de sus amigos por la belleza artística, por mi podía atragantarse con su propia porquería”.

    Aquellas poderosas palabras impresionaron a sus invitados al cuestionarse como es que de una chica con aspecto inocente como ella podía poseer un carácter temerario y brutalmente sincero. Para Clint, la altanería e hipocresía que consideraba un rasgo común en los miembros de la alta sociedad como ella, acababan de convertirse en prejuicios destronados por una bella fuerza de la naturaleza.

    Solo le faltaba ser rubia para completar el combo…

    “Desde entonces no nos hemos dirigido la palabra”, concluyó Valerie con un ligero suspiro.

    La historia de Valerie parecía convincente y acorde a lo que habían investigado anteriormente cuando revisaron la información que Palermo les había otorgado. Además, Clint tenía un seguro extra en el pequeño dispositivo que medía el ritmo cardiaco de Valerie para detectar si decía o no la verdad, y que mantuvo oculto debajo de la manga de su chaqueta. No obstante, todavía existía una inquietud que debía resolver aprovechando que la líder de gimnasio tenía sus memorias frescas y una actitud totalmente cooperativa.

    “Sólo por curiosidad ¿sabes qué fue la chica en esa ceremonia?” Preguntó Clint. “Es decir, se trataba de una menor involucrada en lo que pudo ser un acto que atentaba contra su persona”.

    “Después de aclarar mi mente fui con las autoridades para denunciar aquel acto. Pero desafortunadamente, nunca procedió”

    “Falta de pruebas…”, dijo Clint con un tono desalentador y, desafortunadamente, muy familiar para alguien a quien la justicia le había fallado en numerosas ocasiones.

    “La chica negó cualquier supuesto acoso u ofensa contra su intimidad, así que ni siquiera hubo una investigación”, aseguró Valerie. “De hecho, parece que le ha ido muy bien hasta ahora”

    “Espera ¿La conoces?” Preguntó Elesa con un sobresalto.

    “Por supuesto que sí. Todos en Kalos saben quién es ella, a pesar de que recientemente perdió su título contra la encantadora jovencita que está detrás de ti”.

    “¡¿Aria?!” Exclamó Serena después de haber permanecido callada durante toda la conversación.

    “No hubo un revuelo en los medios por la escasez de información, pero una reportera decidió no abandonar la historia. Una mujer comprometida con la verdad y que creía que nada la haría rendirse hasta encontrarla”, dijo Valerie mientras tomaba un portarretratos de su mesa y lo mostraba a sus invitados, quienes pudieron observar una foto donde ella y las hermanas reporteras compartían un momento de ocio en lo que parecía un festival tradicional veraniego como los que celebraban en Johto. “Alexa, hermana de la líder de gimnasio de ciudad Santalune”.

    “¿Por qué dices que ella pensaba que nada la haría rendirse?” Inquirió Clint con sumo interés.

    “Tendrían que preguntarle a ella directamente, pues simplemente abandonó la historia”, respondió Valerie con un tono poco alentador, como si ella tuviera cierta noción de lo que había sucedido, pero que no estaba segura si le correspondía contárselo a ellos.

    Clint asintió, satisfecho de la información que había obtenido de esa conversación y rápidamente decidió la próxima parada que tenían que hacer para seguir con su búsqueda.

    “A ciudad Lumiose entonces”.

    “No será necesario ir tan lejos”, interrumpió Valerie con una sonrisa. “No cuando la mayoría de nosotros vamos a reunirnos”.

    “¿A qué te refieres?” Preguntó Elesa en nombre del resto del grupo cuya reacción ante esa declaración era la misma.

    “Como lo saben, desde aquella guerra de hace ya tres milenios, un acto tan barbárico no había logrado romper con la armonía de nuestra región… pero al mismo tiempo, tampoco había reforzado los lazos de solidaridad como ahora”, continuó Valerie con convicción y esperanza ante un escenario desolador. “Es por eso que los líderes debemos unir nuestras fuerzas y recursos para dar con los responsables de este acto traidor, y traer una vez más la serenidad y calidez que ha caracterizado nuestro hogar desde que decidimos ponerle un alto a los conflictos”.

    La líder de gimnasio demostraba una vez más su perfecto dominio sobre las palabras en aquel discurso motivacional que revivió el espíritu de lucha de aquellos que habían sufrido el mayor abatimiento frente al enemigo. Elesa se mostró conmovida, aunque algo escéptica; pero Clint no parecía compartir el mismo optimismo idealista que el resto del grupo gozaba. Y, aparentemente, tenía una muy buena razón para ello.

    “Dime Valerie ¿Alguna vez has peleado contra un psicópata?” Preguntó con un tono severo que rayaba en la acusación y reproche hacia alguien que parecía no entender la gravedad del asunto. “¿Un narcisista a quien el concepto de compasión le es tan inexistente como el de un avaro hacia la moderación? ¿Alguien a quien no le importa matar a su propia sangre?”

    A pesar de que la honesta brutalidad en las palabras de Clint hizo que la sonrisa de Valerie desapareciera, ella no se mostraba ofendida o afligida. Era claro que su juventud e inexperiencia ante el verdadero desastre la había hecho precipitarse a dar un discurso muy idealista que había ofendido a alguien que posiblemente poseía heridas demasiado profundas, y que no toleraba que se tomara a la ligera un asunto tan serio.

    “Me disculpo si fui demasiado precipitada en mi reacción ante un área que me es totalmente desconocida”, dijo mientras hacía una reverencia. “Sin embargo, no es por eso por lo que creo que serías el indicado para ayudarnos”

    “¿Qué quieres decir?” Preguntó Clint con compostura. Pero su mirada seria junto con la del resto de los presentes, cambió tan pronto como Valerie se acercó a él y tomó su cabeza con sus delicadas y tersas manos, fijando sus ojos en los de aquel inflexible agente para ver más allá de lo que cualquier extraño hubiese descifrado antes.

    “Tus ojos… veo una vida llena de dolor y conflicto en ellos”, dijo con un tono compasivo después de unos segundos de examinarlos. “Un extraño cuyo terrible pasado no puede compararse con el de cualquier otra persona de este mundo, y que con el paso de los años el rencor se ha transformado en una bestia sedienta de venganza… Una ira que no parece pertenecerle a un habitante de alguna de las regiones conocidas”.

    La postura aparentemente imperturbable de Clint era hecha añicos al escuchar las palabras de una desconocida que parecía ser capaz de leerlo como si se tratara de un libro abierto. Un oráculo con poderosas habilidades introspectivas que se activaban con la simple mirada penetrante de aquella chica. Clint había escuchado rumores de que la líder de gimnasio de ciudad Laverre poseía cierta habilidad para comunicarse con sus Pokémon, la cual él la atribuía a una capacidad de observación por arriba del promedio que solo demostraba un vínculo más estrecho con sus compañeros.

    Nunca se habría imaginado que Valerie refutara esa hipótesis de una forma tan estridente.

    “De-detente…”, tartamudeó Clint tratando de mantener su compostura.

    Para Serena, Ash y Clemont, ver por primera vez a este joven con una tenacidad y tozudez que lo hacían parecer en total control de sus emociones, era tan extraño como escalofriante. Y, ahora que lo pensaban, nada sabían de Clint salvo su misión y una pizca de los eventos que lo habían llevado a iniciar su búsqueda. Elesa, sin embargo, se mantenía totalmente seria como si aquella sesión se tratara de un recordatorio que ella ya había escuchado antes, pero que al menos un fragmento debía ser revelado ante los chicos para responder posibles interrogantes y reforzar los lazos que ahora los unían.

    “Y, sin embargo, la luz que emanas es cálida, gentil y llena de compasión…”, dijo Valerie con una leve sonrisa. “… suficiente para aprisionar a la bestia y evitar que te corrompa… Porque sabes que el momento en que tu luz deje de brillar, la venganza te obligará a cruzar la línea y hacer algo que destruya todo aquello que amas y que te ha costado tanto conseguir”

    “¡Suficiente!”, ordenó Clint retirándose de su cojín y cambiando el tema lo más pronto posible para recuperar la compostura después de una sesión donde sus más íntimas emociones estuvieron a punto de ser profanados. “Después de lo que sucedió hoy, no puedo permitir aceptar a cualquiera si no lo considero digno de confianza”.

    Valerie hizo otra reverencia y se disculpó por lo que consideraba un atrevimiento e insulto hacia uno de sus invitados.

    “Sugiero que convoquemos a todos en la Torre Maestra en ciudad Shalour”, sugirió Clemont después de aguantar toda la conversación sin posibilidad de participar en ella. “Con sus enormes campos de entrenamiento, biblioteca y resistentes murallas, podría ser el perfecto cuartel general”.

    “Demasiado vistoso y grande para resguardarlo”, objetó Clint, pero haciendo una rápida reflexión de la posible ventaja que podrían obtener de esto. “Aunque la líder de gimnasio y su familia poseen el secreto de la mega-evolución que podría ayudarnos contra el Culto”.

    “Si me permiten, quisiera acompañarlos en cuanto estén listos para partir”, insistió Valerie con un tono firme que expresaba su deseo de ser parte del grupo. “Le enviaré un mensaje a Korrina para que nos reciba”

    “¿Dejarás tu gimnasio y lugar de trabajo?” Preguntó Elesa con un tono burlón.

    “Mira quien habla”, respondió con una sonrisa pícara. “La liga está suspendida y mi trabajo puede esperar un poco. Además, mis amigas estarán más seguras si se mantienen alejadas de esto”.

    Clint aún no parecía reacio a aceptar la petición de aquella chica. Sin embargo, y debido a las excepcionales habilidades, completa sinceridad y buen corazón que Valerie había demostrado durante toda la charla, le era difícil encontrar una razón por la cual no confiar en ella y darle un lugar a su ahora más grande grupo. Además… parecía haberle simpatizado en demasía como para abandonarla.

    “Espero que no lleves todo un guardarropa con ese tipo de prendas”, dijo Clint regresando a su tono sarcástico que provocó un momento de risa entre el grupo. “Afortunadamente le pedí a Surge que nos mandara un transporte listo para partir dentro de una hora. Así que cualquier asunto que tengan pendiente en este lugar, sugiero que lo atiendan de inmediato”.

    Valerie asintió y solicitó la ayuda de Serena para preparar su equipaje, mientras Clemont y Ash iban por Bonnie y a “echar un vistazo” a las encantadoras amigas de Valerie antes de partir. Eso dejó a Elesa y Clint a solas, quienes se dirigieron a uno de los balcones del gimnasio para contemplar el bello atardecer que era opacado por los rastros de humo que aún quedaban de ese espantoso día.

    “¿Aun divagando acerca de cómo el Culto pudo emboscarnos de esta manera?” Inquirió Elesa.

    Clint sonrió al ver que su fachada era descubierta al instante, no quedándole otra más que responder aquella pregunta. Al parecer no importaba lo mucho que se esforzara ese día en controlar sus emociones y ocultar los rasgos faciales que evidenciaban una gran preocupación.

    “Si lo vemos como un muy elaborado plan, este dependía de tantas variables que simplemente la aplicación del mismo hubiera sido poco práctico. La más importante era saber que íbamos con Phillip primero”, aseguró Clint. “Pero si es que era una amenaza para ellos tan grande que incluso su madre lo eliminó personalmente, no tiene mucho sentido que fueran a esperar hasta que decidiéramos ir con él y limitarse a distraernos”.

    Elesa colocó su puño en el mentón para reflexionar aquel importante punto que Clint acababa de exponer. “Tienes razón. Quizá se aprovecharon de la condición de Ash para saber nuestro plan, pero que ellos supieran de nuestras intenciones desde antes es una enorme incógnita”, dijo después de pensarlo por unos segundos. “Por otro lado, ellos tenían gente infiltrada en el instituto. Bien pudieron haber planeado la emboscada en cuestión de minutos. Eso significa que también son maestros del sigilo”

    La última oración fue pronunciada con una mezcla de sorpresa y temor propias de una persona que se acababa de dar cuenta que tan profundo había caído en aquel pozo del engaño. Y era una lástima que todavía existieran pedradas que dar contra la ya debilitada psique de cada uno de ellos.

    “Y es lo que en verdad me enfurece”, gruñó Clint con frustración al haber caído en una táctica que él solía practicar con naturalidad impecable. “Creo que haberme expuesto fue un terrible error”.

    “Sabíamos que esto iba a suceder tarde o temprano, Clint. Pero es importante no dejarnos llevar por estos momentos de frustración”, dijo Elesa con una voz suave y confortante.

    “Quizá fue demasiado pronto, Ellie”, objetó Clint para luego dar un largo suspiro que denotaba su forzosa aceptación. “Sin embargo no hay vuelta atrás y debemos lidiar con el escenario que se nos ha presentado”.

    “Bueno, ahora tenemos grandes posibilidades de recibir la ayuda que necesitamos”, dijo Elesa con una sonrisa en otro vano intento de reconfortarlo.

    “Honestamente, Ellie. No puedo contar con ninguno de ellos hasta que esté seguro”, contestó Clint con un tono pesimista y reservado que amenazaba con hundirlo cada vez más en el fracaso y la derrota que todos habían sufrido. “Esto apesta…”

    Elesa observó aquella mirada perdida y desconsolada que trajo a su mente uno de los primeros recuerdos que tenía de Clint cuando ella lo conoció. En ese entonces no parecía ser más que un aterrador acosador cuyas intenciones y grandes habilidades para la obtención de información las había confundido con una enfermiza obsesión por ella. Pero después de un episodio un poco violento que terminó con él obligándose a revelar sus verdaderos objetivos y motivaciones, Elesa no pudo sino admirar la tenacidad y sinceridad que se escondía detrás de ese rostro sombrío y carente de emociones. Una persona que necesitaba de su ayuda más que nadie en este mundo para brillar nuevamente y recuperar la luz que alguna vez había encendido su corazón.

    En ese momento de melancolía y frustración, dos brazos rodearon su torso en un cálido gesto que tranquilizó su mente y despejó sus inquietudes. Un acto de afecto que siempre le ayudaba a recuperar su cordura en el abismo de la demencia que usualmente se cruzaba en su camino y que le costaba tanto superar.

    “¿Qué tal ahora?”, susurró Elesa mientras recargaba su cabeza en la espalda de su compañero.

    “Mejor”, respondió con gentileza y ternura. “Gracias, Ellie”.

    Pudieron haberse quedado así por al menos otros diez minutos más, disfrutando de ese momento de paz. Pero la voz de los chicos ansiosos por partir, así como la llamada del deber que los invocaba en la pista ubicada a las afueras de ciudad Laverre, tuvo que interrumpir el corto momento de intimidad entre ambos. Abandonaron el balcón, esperando que su destino en ciudad Shalurne les diera un merecido descanso después de un día agotador.


    . . . .


    Fue el límite de la resolución de la reina destronada. Y, para ser sincera, ella se lamentaba no poder prever y evitar el espantoso acto de traición hacia alguien que ella admiraba a pesar de no conocerlo demasiado. Pero oírlo de su anteriormente mentora y amiga en un tono tan frívolo, le provocó náuseas al saber de lo que Palermo era capaz para ocultar el siniestro y misterioso propósito de una Orden cuyas fundaciones se tambaleaban por una excesiva búsqueda del placer, además de la nada ortodoxa manera de mantenerse en secreto para postergar el inminente conflicto que se avecinaba.

    Aria había jurado proteger a la Orden y honrar los principios que ahora estaban a punto de desaparecer por obra de su misma líder. Y, aunque bien podría recibir ayuda por parte de aquel joven severo y tenaz que había conocido hasta hace unos días, la amenaza directa y mortal que hizo contra todo aquel que resultara haber participado en el engaño de la líder, no sonaba para nada como un mero acto de intimidación.

    Poner a sus súbditos y amigos en la mira de Clint no era una opción. Ir con las autoridades competentes resultaba incluso más ineficaz, pues el control de los medios y la política del Círculo Interno de la Orden rebasaba cualquier táctica o barrera legal que pudiera imaginarse. Además, Palermo se daría cuenta de inmediato de su traición y ella ya no podría hacer nada para ayudar tanto a Serena y al resto de los miembros de la Orden en los que ella aún podía confiar.

    Y así, con el tiempo corriendo en su contra y las posibilidades reduciéndose como un estrecho callejón donde la única luz al final del mismo era minúscula y lejana, Aria decidió jugar la única carta que le quedaba.

    En el crepúsculo de aquel largo día en la mansión de cierto célebre presentador de las exhibiciones Pokémon, Aria esperaba pacientemente a que su anfitrión abriera las puertas para recibirla en lo que ella había llamado anteriormente una visita de dos grandes amigos entre el panorama de decadencia que su amada Orden sufría en esos momentos.

    “Es un placer verla aquí en mi hogar, mi reina”, dijo un hombre alto y elegante mientras llevaba su palma a la altura de su garganta para hacer una reverencia.

    “Ese título ya no me pertenece, Monsieur Pierre”, aclaró Aria con una sonrisa.

    “Tonterías”, objetó Pierre. “Para mí y muchos otros, usted siempre será la más grande Reina de Kalos”.

    “Es… bueno escucharlo”, dijo Aria sumamente alagada de ser alguien en alta consideración a los ojos de su gran amigo.

    Pierre la condujo hasta el salón de visitas donde una mesa con bocadillos y postres estaban esperando para ser degustados por el exquisito gusto de la doncella favorita de la Orden. A pesar de que Aria tenía un régimen alimenticio muy estricto que a menudo la limitaba a disfrutar de este tipo de lujos, ella no dudó en escoger dos pastelillos que sujetaba cada uno con sus manos, turnándose para darle un mordisco a cada uno hasta que estos habían desaparecido en un abrir y cerrar de ojos.

    Monsieur Pierre sonreía satisfecho y encantado de ver a Aria en una faceta casual y jovial que solo podía demostrar a escondidas de sus fans y los entrometidos medios del espectáculo. Y agradecía enormemente que él fuera el afortunado de poder presenciar un gesto que solo unos pocos habían tenido la suerte de compartir.

    Pero una vez que Aria había devorado otro pastelillo y empapado su garganta con un sorbo de té caliente, el momento había llegado para discutir la verdadera razón de su discreta visita.

    “Pierre, he venido por un asunto muy importante que debo discutir contigo”, dijo con un tono muy serio que acongojó a su anfitrión.

    Hace un par de horas cuando Pierre había recibido aquella llamada que solicitaba el recibir a la alumna de Palermo, él ya se había hecho una idea de las intenciones que podía tener la repentina visita de su querida reina. Fuese un secreto o no, él jamás se negaría a una petición de Aria.

    “La Orden ha perdido mucho de su brillo…”, dijo al fin mientras tomaba su propia tasa y preparaba el brebaje con las exactas cucharadas de azúcar como a él le gustaba. “Es decir, siempre ha tenido un lado oscuro que le daba un rostro más humano… pero creo que últimamente hemos permanecido demasiado tiempo en la penumbra”.

    Duda e inquietud. Aria pudo exhalar un suspiro de alivio al confirmar que ella no era la única en sentirse acongojada por el rumbo que estaba tomando la Orden contra los que esta consideraba ‘amenazas que debían ser destruidas’.

    “No quiero ser descortés con un encanto como ella, pero creo que Serena marcó el inicio de nuestros problemas”, puntualizó Pierre con una mirada afligida que revelaba cierta molestia al haber señalado a una niña inocente como posible culpable de los errores de una líder sin escrúpulos.

    Para Aria, ese gesto aseguró la confianza que ella podía depositar en él ante la tormenta que estaba a punto de desatar.

    “Pierre, debo confesarte algo que debes prometerme nunca revelar a nadie”, dijo con un tono y mirada tan seria que nubló la amistosa atmósfera de hace un momento. “Mi vida y el futuro de la Orden están en juego si Palermo se entera”.

    Ahora Pierre estaba profundamente preocupado al escuchar esa advertencia que presuntamente amenazaba con la existencia de una chica muy querida para él. Un nudo comenzaba a formarse en su garganta, dificultándole la respiración mientras lo preparaba para una confesión que jamás en su vida se hubiese imaginado.

    “Yo… drogué a Serena en la noche de iniciación”.

    “¡Aria!” Exclamó Pierre mientras la imagen de su querida reina se hacía añicos ante un acto que cualquiera habría calificado como traidor. No podía, no quería creer que la razón de todo este desastre había sido provocado por ella. “Eso es…”

    “Declaró Brisement para ella, Pierre, aclaró Aria sin perder su postura.

    El quiebre.

    Esa terrible palabra aclaró muchas cosas en la mente del presentador cuya psique estuvo a punto de hacerse añicos al pensar prematuramente que Aria sería capaz de llevar a la Orden a su ruina por mero capricho. Colocó su mano en la garganta para ayudarle a tragar la saliva que se había acumulado en la tráquea mientras repetía aquella palabra con asco y total desaprobación. Un acto que nunca debería ser llevado a cabo contra alguien tan joven e inocente como lo fue Serena, a quien ahora le pedía sus más sinceras disculpas por haberla juzgado tan mal.

    “Es… repugnante”

    “Los últimos actos de Palermo han sido reprochables”, aseguró Aria armándose de valor para ser totalmente honesta con lo que ahora pensaba de su maestra. “Adelie siempre fue una mujer escalofriante y totalmente leal a Palermo… pero nunca creí que ella fuera capaz de cometer tal acto en contra de su hijo para obedecer las órdenes de esa… ¡De esa bruja!”

    “Aria…”, susurró Pierre con profunda tristeza de que la amistad que alguna vez existió entre ambas se había transformado en un intenso desprecio que llevaría a la Orden a un escenario que no se había presentado desde hace siglos. “¿Qué quieres de mí?”

    Aria tragó saliva e inhaló lentamente para despejar su mente de cualquier otro pensamiento que no fuera el que estaba a punto de mencionar y que requería de todo su temple para no titubear.

    “Quiero saber, Pierre… quiero que me digas si tú crees que los miembros de la Orden me seguirían”.

    Lo que más temía Pierre se estaba manifestando justo entre sus ojos. Nunca en sus más terribles pesadillas se habría imaginado que algún día tendría que tomar una decisión tan dolorosa como esa en la que su lealtad sería puesta a prueba. Sin embargo… desde que aquella chica había cruzado la puerta por primera vez, él ya sabía a quién seguiría hasta las últimas consecuencias.

    “Eres nuestra Reina más amada, Aria…”, aseguró Pierre con una reverencia. “Pero sabes que necesitas la aprobación del Círculo interno. Y eso será muy difícil”

    “Tengo que intentarlo… debo hacerlo”, dijo mientras cerraba sus puños en un gesto que denotaba su tenacidad y convicción para lograr lo que muchos considerarían una empresa inútil. “Lord Reginald está en coma, pero estoy seguro que él me apoyaría sin dudarlo”.

    Pierre sabía que aquel hombre, a pesar de contar con una reputación poco decorosa entre la Orden debido a su extrema discreción, este le tenía un gran cariño a Aria que rayaba en la obsesión. Pierre tendría que ser muy cauteloso y en extremo precavido si es que algún día Lord Reginald despertara y se aprovechara del cargo de Aria una vez que ella fuera protectora de un cargo difícil.

    “Siebold te seguirá si demuestras tener la tenacidad y convicción que una verdadera líder debe poseer”, aseguró Pierre. “Pero Adelie…”

    “Ya me las arreglaré con ella… buscaré la forma”, dijo Aria con un optimismo fingido ante el más difícil obstáculo que se encontraría en su camino. Sobre todo, si la lealtad de esta mujer era tan grande que no le importaba asesinar a su propia familia con tal de obedecerla.

    Aria miró el reloj y, a pesar de que solo había pasado poco más de media hora, ella tenía que retirarse para cumplir con la rutina que había diseñado para pasar desapercibida de los ojos espías que Palermo pudo haber colocado para ella.

    “Siento mucho tener que irme ahora, pero debo mantener la más alta discreción si quiero que esta empresa tenga éxito”.

    Aria se levantó del sofá e hizo una reverencia antes de caminar por el pasillo principal hacia la salida. Pierre se mantuvo ahí, aun absorto y angustiado por la tormenta que estaba a punto de desatarse entre el mismo bando.

    “Aria”, interrumpió Pierre a punto de que ella abriera la puerta principal. “¿Estás consciente de lo que tratas de hacer?”

    La mano de Aria que sostenía el picaporte se deslizó lentamente mientras esa misma pregunta resonaba en su mente, como si esta había sido realizada por primera vez a pesar de que el pensamiento ya se había cruzado por su cabeza desde que Palermo había mostrado su verdadero rostro corrupto y despiadado.

    Volteó para encarar a su anfitrión, cegándolo con su mirada firme y una chispa de vigor brillando intensamente en sus ojos por la resolución de sus convicciones ante lo que estaba a punto de hacer.

    “Si, Monsieur Pierre… Tomaré el control de la Orden de la Doncella”.



    TO BE CONTINUED…
     
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    J.Nathan Spears

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    Wow... tantos eventos. Me es difícil escoger algo para quotear.

    Me limitaré a decir que el conocimiento sobre kimonos y la moda en general es algo bastante interesante. Y que Aria se prestase para modelar prendas dignas de prostituta con solo 15 años impactó bastante... aunque impactaría más si yo no fuese ya un fan consumado del Lolicon xD. Jajajajaja... espera, no debería reírme .w.

    En fin, la relación entre Ellie y Clint da buenos pasos y en todo caso, sobre Aria ya ni sé qué pensar. No sé qué intenciones tiene ella realmente... y si consigue volverse líder de la Orden (que nació con buena intenciones, vale decir), no podría predecir cómo afectará el bienestar de la región entera y de sus Pokémon.

    Como sea, a ver si no te da otro bloqueo artístico nwnU. A mí me dan mucho... a menos que sea un concurso, porque ahí yo cumplo siempre ;)

    Hasta la próxima ;P

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    Edmund Daltonic

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    El Culto al Placer. Hasta pronto y gracias por los reviews.
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    Gracias, aunque no es que sepa mucho del tema. Sólo me basé en un fanart que encontré y lo describí. Claro, tuve que investigar un poco para usar la terminología adecuada.

    Si, que rico.

    Y eso que no tenía intención de shippear tanto en esta historia, pero ha sido divertido y creo que trabajaré un poco más en eso.

    Si, los bloqueos son bien perros. Pero después llega la inspiración como un torrente después de días de nulo flujo de ideas.



    CAPÍTULO 21. El espectro del remordimiento.

    No queriendo que la abrupta intervención de Adelie distrajera a su sobrino de su misión, Palermo decidió abandonar la fría catacumba para discutir con su vieja amiga aquello que la tenía tan alterada. Cerró lentamente la enorme puerta que dividía ambos salones para evitar que el ruido de la charla y el reproche escaparan hacia oídos menos discretos, enfocándose en la mirada aterrada y perdida que no parecía tener conciencia del descaro que acababa de cometer.

    “Espero que esto sea tan importante como para interrumpirme en un momento de relativa victoria que en verdad necesitaba”, reprendió Palermo con una mirada severa y acusadora que apenas y podía reprimir su ira. “Dime ¿Te aterró la idea de lo que yo te haría al presentarte ante mi como una fracasada?”

    Aquella pregunta acusadora desconcertó a la asustada mujer hasta el punto en que, por un instante, el miedo que la dominaba parecía ser sustituida por un sentimiento de completa incredulidad y confusión.

    “¿Qué?”

    “Adelie, tenías tres misiones importantes cuyo éxito era vital para nuestra supervivencia: fingir el asesinato de tu hijo, sembrar el miedo entre nuestros enemigos y, por supuesto, infectar a Clint con el parásito para someterlo”, dijo Palermo alzando la voz por un instante para luego bajar el volumen, recordando el propósito de haber aislado a ambas en primer lugar. “Que hayas cumplido con sólo dos de ellas, es lo mismo que fracasar estrepitosamente en tu empresa. ¿Quieres decirme qué demonio sucedió ahí?”

    “¡Eso es precisamente lo que quería decirte, estúpida!”

    Un shock recorrió el cuerpo entero de Palermo ante el insulto que nunca antes había sido profanado contra ella, sobre todo por parte de la que consideraba su amiga de la infancia. Si bien ambas tenían frecuentes discusiones acerca del rumbo al que se dirigía la orden, así como reprimendas debido a la actitud exasperante e infantil de Adelie, eran muy raras las veces en que ambas mujeres intercambiaban honestos insultos cargados de ira y rencor.

    “Escucha, cada persona en todo el planeta posee una voz interior que llama a mi regalo para que puedan experimentar una pizca de lo que es el verdadero placer que disfrutamos. Un recordatorio de que, incluso dentro de las almas más puras, algo perverso se esconde en el sitio más recóndito de sus corazones”.

    “No necesitas recordarme el cómo funciona tu ‘don’, Adelie”, protestó Palermo queriendo terminar con la conversación lo más pronto posible para regresar con su sobrino y seguir adelante con el plan. “Ve al punto y dime qué rayos te pasó”.

    Adelie respiró hondo, como si lo que estuviera a punto de decir le costase toda su energía y desafiara su entendimiento de la realidad.

    “No pude escuchar la voz en este joven… Clint…”, confesó por fin sujetando a Palermo de sus brazos como si una fuerza externa le arrebatara su energía y se viera obligada a buscar un soporte.

    “¿Qué?”, preguntó mientras arqueaba una ceja con un tono que denotaba más incredulidad ante lo que ella consideraba la simple actitud exagerada y dramática de Adelie, que por el hecho en sí.

    “¡Me arriesgue permaneciendo más tiempo allá de lo que habíamos planeado para comprobarlo, pero Clint no llama a mi regalo!”, gritó mientras apretaba los brazos de Palermo hasta al punto de lastimarla, lo cual se evidenciaba con la mueca de leve dolor que la líder de la Orden ejercía. “Y tú sabes lo que eso significa…”

    Un momento de profundo silencio reinó nuevamente en el cuarto anexo a la catacumba mientras Palermo dejaba atrás el sentimiento de ira y las ideas que su mente ya estaba planeando para castigar a Adelie por su imprudencia, pensamientos que ella utilizaba para reprimir el recuerdo de la persona más detestable que tuvo la mala suerte de conocer, y que ahora se presentaba como si se tratara de un buque enemigo asaltando sin piedad su memoria. Pero incluso con las tácticas que Palermo creía dominar para no dejarse llevar por los recuerdos, otra parte de su cerebro enlazaba los cabos sueltos y la traicionaba al obligarla a recordar el rostro de la mentira y el complot encarnado.

    Ella no podía permitirlo.

    “Tú hijo… tiene un plan brillante que nos dará la victoria”, dijo por fin Palermo con un tono dulce y una sonrisa compasiva. “Y con él fuera del radar de ese joven y su grupo, no es necesario preocuparnos de esta pequeña sorpresa”.

    El rostro pálido de Adelie que hasta apenas hace unos instantes expresaba un profundo horror, lentamente se transformaba en una cara inexpresiva al ver que Palermo simplemente ignoraba un hecho importante… No, vital para el éxito de su supervivencia, como si su mente no pudiera recrear las facciones que su rosto debería expresar ante la indiferencia y la ignorancia.

    “¡¿ESTÁS DEMENTE?!” Gritó por fin con una fuerza que bien pudo haberse escuchado hasta la mansión arriba de sus cabezas. “¡Palermo, tú sabes que sólo hay otra persona en todo el planeta cuya voz tampoco llama a mi regalo! ¡Debemos de…”

    “¡Adelie!” Gritó Palermo con furia antes de que su amiga se atreviera a sugerir algo impensable y estrictamente prohibido. Pero una vez que Adelie desistió de su intento de convencerla, cambió al tono dulce y comprensivo de hace un momento. “Ya es suficiente, querida. Siento mucho si herir a tu precioso hijo fue demasiada tensión para ti, pero realizaste un acto que habría dejado exhausto a cualquiera y no te culpo que hayas reaccionado de esta manera…”

    “No, Palermo. No me ignores”, susurró mientras negaba con su cabeza.

    “Descansa, amiga mía. Maña tenemos muchos asuntos importantes que atender”.

    Palermo se dirigió de regreso a la puerta que llevaba a la catacumba donde su sobrino lo esperaba y quien, seguramente, le haría un sinfín de preguntas acerca del griterío del que ella había fracasado por detener. Pero tan pronto como su mano sujetó el picaporte mientras buscaba excusas precipitadas para las interrogantes de Phillip, una voz melancólica y extremadamente familiar la detuvo con una palabra que tenía al menos una década de no escuchar.

    “Pami…”

    Una mezcla de miedo e incredulidad paralizaron a la líder de la Orden al escuchar el seudónimo con el que Adelie solía dirigirse a ella cuando eran niñas, el eco de una mujer que se había extinguido al haber aceptado convertirse en la portadora del parásito hacía ya diez años. Palermo giró lentamente su cabeza para encarar al fantasma de su vieja amiga y pronunció las únicas palabras que su perturbada mente pudo elaborar.

    “¿Cómo me…?”

    Adelie usó su mano derecha para frotar su frente delicadamente, como si tratase de apaciguar un dolor de cabeza que amenazaba con exacerbarse hasta niveles insoportables.

    “Me estás… ignorando… me estás… dejando sola como la última vez. Y no… no puedo…”.

    Palermo aún no podía dar crédito al extraño fenómeno que ocurría ante sus ojos y, por primera vez desde que ella había tomado el control de la Orden, se preguntó seriamente qué fue lo que en verdad había sucedido con su amiga de la infancia, quien apenas y se podía sostener en sus temblorosas piernas mientras se abrazaba a sí misma en señal de profunda tristeza y terror.

    “Te lo pido por favor… ¡No sé qué más hacer!”

    Las lágrimas de desesperación inundaron los ojos de aquella mujer como cascadas que caían con la fuerza de las primeras lluvias en verano y que amenazaban con inundar todo a su paso.

    “Adelie ¡Cálmate!” Gritó Palermo en un vano intento de tranquilizar a la perturbada mujer.

    El torpe andar de Madam de Valois casi la había provocado colapsar estrepitosamente en la fría y enladrillada superficie de la habitación, hasta que Palermo pudo reaccionar rápidamente y detener la caída sosteniéndola con sus brazos. Fue entonces que pudo evidenciar otro notable cambio en la mirada de su amiga: el color escarlata en sus ojos almendrados y seductores, los cuales invitaban a cualquiera que los mirara detenidamente a un festín de placer y completa perversión, eran reemplazados lentamente por el tono original esmeralda que había encantado a innumerables pretendientes en su juventud. No solo por el aspecto exótico que un rasgo así provocaba en las personas, sino por la mirada de dulzura y amabilidad que alguna vez fueron virtudes en las mujeres de la casa de los Valois.

    Una mirada que Palermo no había visto desde que su amiga cometiera aquel terrible error hace años y que destruiría a su familia para siempre.

    “¿En dónde está?” Preguntó Adelie con la mirada perdida mientras recargaba su cabeza en el pecho de su ayudante. “Debo verlo…”.

    “No, Adelie”, respondió Palermo con firmeza al saber que ver a su hijo solo complicaría más la situación. “No puedes ver a Phillip en ese estado hasta que logres enfocar tus pensamientos ¿Entendido?”.

    Adelie negó con su cabeza. “No… no él”, susurró con otro leve sollozo. “¿En dónde está tu esposo?”.

    Estaba a punto de decirlo.

    Con esa simple palabra, la fortitud de Palermo parecía derrumbarse como una gigantesca muralla impenetrable de autocontrol que acababa de ser resquebrajada por un pequeño, pero profundo impacto que la tenía en alerta ante la atrocidad que Adelie estaba a punto de desatar. Un ultraje tan severo para ella que incluso la desafiante y burlona personalidad de Madam de Valois tenía que ceder para no provocar la ira de la suprema líder de la Orden.

    Y, sin embargo, un profundo y extraño sentimiento dentro de Palermo deseaba oír ese nombre.

    “¿En dónde está Asdrubal…?”.

    La respiración de Palermo se aceleró y sus ojos se llenaron con las mismas llamas del odio. Soltó los brazos de Adelie y con su mano derecha, completamente extendida, descargó su ira acumulada por años en una mujer totalmente vulnerable.

    “¡¡¡TE DIJE QUE JAMÁS VOLVIERAS A MENCIONAR ESE NOMBRE EN MI PRESENCIA!!!”

    La pobre mujer fue derribada de forma violenta con la fuerza de aquella bofetada cargada de odio hacia otra persona, golpeando el suelo estrepitosamente y

    “¿Por qué…? ¿Por qué no quieres escucharme?” Chilló Adelie mientras se colocaba en posición fetal para protegerse de la crueldad de su amiga y los posibles maltratos que seguirían. “Eres como una hermana para mi ¿Por qué eres tan mala conmigo?”

    Incluso con todo su rencor y frustración que la hacían enfrentar batallas casi imposibles día con día desde que todo este desastre comenzara, Palermo aún poseía un sentimiento de compasión y cariño fraternal hacia su amiga de la infancia. Por eso, y al ver a Adelie derrumbada en el suelo como un alma en pena, no pudo evitar sentir remordimiento al haber descargado su ira contra alguien que solo intentaba advertirla de un hecho que, siendo sincera, podría ser alarmante y requeriría de su atención.

    No le quedaba de otra más que enmendar un poco su error. Se acercó a Adelie y la abrazó gentilmente como una madre a su desconsolada hija mientras acariciaba su cabello con dulzura.

    “Ya, ya, ya…”, susurró para después dar un gran suspiro. “Ay, Adelie… Ya habíamos superado esto”.

    “Phillip…”, dijo Adelie entre sollozos y espasmos que dificultaban su entendimiento. “Quiero abrazarlo…”.

    Normalmente ella habría concedido esa simple petición, pero Palermo sabía que la relación entre madre e hijo era mucho más complicada y separada de lo que cualquiera podría discernir. Por eso, un encuentro con su frívolo hijo resultaría todavía más angustiante para su pobre psique, por lo que tenía que evitar el contacto a como diera lugar con la mayor sutileza posible.

    “No. Debes descansar…”, dijo con tono firme y suave.

    De pronto, un par de pasos provenientes de la puerta que dividía la habitación con la catacumba se escuchaban cada vez más cercanos hasta que estos se detuvieron cuando llegaron al lugar donde se encontraban ambas mujeres.

    Phillip tomó una jeringa que había preparado anteriormente, e inyectó un sedante a su madre para terminar de una vez por todas con la escena dramática que solo atrasaba el proyecto. Al cabo de unos segundos, los sollozos de Adelie habían terminado, y aquella alma en pena ahora se encontraba completamente sumergida en un sueño pacífico.

    Palermo llamó a un par de sus guardias para que se encargaran de llevarse a Adelie a sus aposentos con la estricta orden de vigilarla todo el tiempo hasta que ella despertara. Los sirvientes asintieron y uno de ellos la llevó delicadamente entre sus brazos hasta que ambos desaparecieron del lugar, dejando a Palermo y a Phillip a solas para terminar de ajustar los detalles de su plan.

    Pero primero, aún había algo que debía saber.

    “¿Tú sabías de esto?” Preguntó Palermo.

    “Cuando la persona que conocías desde el inicio de tu vida de pronto se convierte en una completa extraña, empiezas a preguntarte qué le sucedió… Y a veces no obtienes todas las respuestas”, respondió con severidad y firmeza, como si aquella condición no lo preocupara en absoluto. “Lo que le hayan implantado ha hecho tantos estragos en su mente que no me sorprende para nada este pequeño episodio de demencia disfrazada de remordimiento”.

    Palermo sintió una ligera molestia ante las frías palabras que su sobrino usaba para referirse a su propia madre, como si se tratara de un paciente mental que no merecía la más pizca de compasión ante un mundo indiferente. Pero de nuevo, la reciente historia de los Valois parecía condonar esta actitud, y ella no tenía ninguna intención de crear otro drama familiar en ese momento.

    “Espero que cuando despierte esté en sus cabales. Ya tengo bastantes problemas como para vigilar a tu madre”, dijo Palermo para luego dar otra petición a su sobrino. “Pero por favor, Phillip. Te pido que no descuides tu trabajo por ella”.

    Phillip respondió con un resoplido burlón y una sonrisa altanera que denotaba su nula preocupación por aquel asunto.

    “Descuida, tía”, dijo con firmeza. “Mi madre no ocupa ningún lugar en mis pensamientos”.

    Más palabras frías que a Palermo le costaba trabajo tolerar. Tendría que pasarlas por alto nuevamente con la esperanza de que, quizás en el futuro cuando todo este lío estuviese resuelto, se presentaría una oportunidad para tratar de reconciliar a ambos.

    Era en esos momentos cuando se lamentaba no haber hecho más para unir a su bella y talentosa alumna con su brillante, pero petulante sobrino.

    “¿Cuándo puedes empezar?” Preguntó para acabar de una buena vez con ese asunto.

    “Primero debo acondicionar un lugar lo bastante grande para montar el laboratorio”, respondió Phillip mientras usaba su dispositivo holográfico de nuevo para abrir un documento de texto con varias cosas escritas en forma de lista. “Estas son todas las máquinas, instrumentos, instalaciones especiales y personal competente que necesitaré. Si puedes conseguirme esto para mañana; junto con toda la discreción pertinente por supuesto, podré iniciar en menos tres días”.

    Palermo asintió con la mirada mientras comenzaba a estructurar en su cabeza el plan para ocultar un proyecto de esta magnitud de todos los procedimientos legales que debían burlar. Una vez hecho esto, ambos se dirigieron a la salida de aquella fría catacumba para dar marcha a su siniestro plan.

    “Y Phillip…”, dijo Palermo mientras cerraba la enorme puerta y con su característico tono firme que denotaba la importancia de lo que iba a pedir. “Ninguna palabra de esto”.

    “Tú misma lo dijiste: los muertos no pueden hablar”, contestó Phillip con una sonrisa burlona como si aquella advertencia estuviera de más.

    Y tal como había sido desde hacía décadas en aquella catacumba, la soledad y la oscuridad engulleron la poca luz que llegaba de la iluminación artificial una vez que esta se había ido. Una perfecta metáfora para aquel negro corazón que no guardaba ni el más mínimo afecto por aquella horrible persona que, a pesar de todo, aún lo amaba con locura.


    . . . .



    Debido a la época en que se encontraban, además de su ubicación al noroeste de la región Kalos, los últimos rayos del sol de las siete de la tarde aún iluminaban la punta de la Torre Maestra con el tono naranja rojizo que habían alcanzado a presenciar hacía poco más de una hora en el gimnasio-palacio de Valerie, por lo que verlo nuevamente les hacía sentir como si hubiesen retrocedido un poco en el tiempo para admirar el espectáculo veraniego característico de la región.

    Como era de esperarse, la marea alta había bloqueado el camino que conducía al antiguo edificio y gimnasio de ciudad Shalure, por lo que la acción a seguir usualmente debería haber sido hospedarse en la ciudad y cruzar al día siguiente. Sin embargo, Clint había prometido a Ash que su entrenamiento daría inicio a primera hora del día siguiente, y las instalaciones del gimnasio eran excelentes para llevar a cabo la nueva y rigurosa rutina.

    Además de la excusa de que debían ser lo más discretos posibles en cuanto a sus movimientos, razón por la cual hospedarse en un hotel no era la mejor opción; contar con tres famosas celebridades en el medio del espectáculo y el modelaje habría resultado contraproducente y bastante molesto al mantenerlas prácticamente encerradas para evitar las estampidas de fanáticos que se abalanzarían para obtener un autógrafo o tomar fotos comprometedoras de sus ídolos. Al menos en lo que respectaba a Clint.

    Es por eso que la sugerencia que dio a continuación parecía poco congruente con todos los puntos que habían considerado antes de tomar la decisión de cruzar el mar.

    “Muy bien ¿Quién quiere cruzar del modo divertido?”

    La invitación motivadora y vivaz de Clint sorprendió a al resto del grupo que aún no se recuperaba por completo de la tragedia que hasta hace unas horas habían experimentado. Bonnie, no obstante, parecía emocionada con la invitación, dando vigorosos brinquitos que hacían gruñir de alegría al Pokémon hámster y la extraña criatura legendaria de su pequeño bolso.

    Clint buscó dos pokébolas de su cinturón, liberando de una de ellas al Pokémon prehistórico volador cuya prodigiosa velocidad llevaría al resto hasta su destino en un santiamén.

    “¿Tú lo llevas?” Preguntó Clint a Elesa, quien asintió con una sonrisa mientras se acercaba a Sevatar para acariciar su cabeza en un gesto de confianza y respeto para permitirles viajar en él.

    “Valerie ¿vienes conmigo?” Preguntó Elesa.

    “Seguro. Si llegamos primero, puedo presentarnos ante Korrina y su abuelo”.

    Elesa dio un vigoroso salto hacia la espalda de Sevatar, sorprendiendo al resto de los chicos de su prodigiosa agilidad y divertida manera de subir en ese Pokémon tan feroz. Valerie la siguió de una manera más usual, colocando su pie en el estribillo e impulsándose para acomodarse en la montura.

    “Ash, usa a tu Noivern para cruzar”, ordenó Clint. “Sé que aún es joven, pero es conveniente que se acostumbre a cargar a otras personas para que desarrolle fuerza y resistencia”

    Ash asintió emocionado, liberando a su compañero de su pokébola y buscando la manera en cómo acomodarse de forma adecuada para no entorpecer la maniobrabilidad de Noivern. Una vez que el entrenador hubo encontrado la posición ideal, ordenó al dragón-murciélago seguir a Elesa y Valerie, quienes acababan de emprender el vuelo hacia la Torre Maestra. Bonnie, Serena y Clemont observaron entusiasmados las siluetas de ambos Pokémon voladores reduciéndose en el horizonte.

    Pero para cierta pequeña, había una interrogante que estaba ansiosa para que le respondieran.

    “¿Cuál es el método divertido?” Preguntó abriendo sus enormes y risueños ojos, característicos de los niños ansiosos por recibir una grata sorpresa.

    Clint sonrió y abrió la segunda pokébola que había tomado de su cinturón previamente.

    “¡Khan! ¡Hay gente que quiere conocerte!” Gritó mientras de la luz escarlata se manifestaba un conocido e intimidante Pokémon prehistórico al que Bonnie ya había fraternizado anteriormente, y que de hecho usaba una prenda para dormir basado en su diseño. Sin embargo, en esta ocasión su alegría y entusiasmo se vieron mucho más exacerbados ante las características que hacían único a este Pokémon; la más evidente siendo el tono azulado que este Tyrantrum poseía, exaltando la imagen de nobleza y poder que de por si la especie tenía el orgullo de poseer.

    Bajo la sombra que producía el noble Khan, Serena y Clemont miraban boquiabiertos la evidente disparidad entre el resto de las casas de la ciudad y el tamaño poco usual que el Pokémon de Clint había alcanzado, pues la especie a lo mucho llegaba a los dos metros y medio de altura, y el Tyrantrum “shiny” fácilmente alcanzaba los cuatro metros.

    “¡E-Es increíble!” Exclamó Serena con una mezcla de asombro y miedo al ver que aquel Pokémon se dirigía hacia ellos mostrando sus poderosas mandíbulas y filosos dientes.

    “¿No sería más conveniente esperar a que Sevatar haga varios viajes? Después de todo, no está muy lejos”, dijo Clemont

    “Por favor ¿En dónde está lo divertido en eso?” Respondió Clint con tono alentador mientras se colocaba de cuclillas y pedía a Bonnie que se sujetara fuertemente de su cuello. Una vez que los brazos de la pequeña rodeaban el cuello de Clint, este dio un vigoroso salto apoyándose en el brazo de Khan hasta tomar la posición adecuada en el lomo de su compañero. “Serena, Clemont: esperen aquí y cuiden el resto del equipo hasta que Sevatar regrese por ustedes”, dijo antes de ordenarle a Khan dirigirse hacia la Torre Maestra.

    El enorme Tyrantrum rugió vigorosamente mientras se adentraba en el mar como aquella famosa criatura ficticia que regresaba a su hogar en las profundidades una vez que terminaba de devastar una ciudad o enfrentarse a uno de sus tantos rivales. Debido a su tamaño, el nivel del mar apenas le alcanzaba a las rodillas, pero esto no evitaba que algunos Pokémon acuáticos como Remoraid o Almomolla saltaran despavoridos al encontrarse en el paso de un gigante que ignoraba el recorrido de aquellas especies, salvo aquellos momentos en los que uno de estos Pokémons se descuidaba y terminaban en las fauces de Khan, devorándolos casi de inmediato. Esto, por supuesto, fuera de los ojos de una niña que aún parecía no comprender el concepto de cadena alimenticia.

    Bonnie, como cualquier niño de su edad – y seguramente más de un adulto – disfrutaba con alevosía el recorrido mientras extendía sus brazos y reía al experimentar una sensación que pocos tenían la suerte de disfrutar. Clint, por su parte, era menos expresivo con sus emociones, pero no podía negar que disfrutaba aquel momento familiar e infantil que se le había negado desde el inicio de su existencia, y que tenía que desquitar en cualquier pequeña oportunidad.

    Una vez llegando a la mitad del recorrido, el fiel Sevatar se acercaba volando a lado de ellos, cargando a Serena y Clemont en sus espaldas, además del resto del equipaje que sujetaba con sus patas traseras. Bonnie y su hermano intercambiaban un alegre saludo fraternal hasta que se encontraron con Ash, Pikachu y Noivern, quienes habían regresado para unirse a la caravana y acompañar a sus amigos hasta los escasos metros que quedaban a la puerta principal de la Torre Maestra, donde Elesa, Valerie y tres figuras muy familiares para los chicos ya los estaban esperando.

    Al llegar nuevamente a tierra firme, justo en el momento en el que el sol se despedía con sus últimos rayos y que los Pokémon regresaran a sus pokébolas después de su invaluable ayuda para cruzar, Clint se dirigió al encuentro con los protectores de la Torre Maestra; abuelo y nieta, para presentarse formalmente y solicitar de su hospitalidad.

    “Mucho gusto. Soy Gurkinn, guardían de los secretos de la Torre Maestra”, dijo el anciano de prominentes y bizarras cejas con una sonrisa. “Y ella es…”

    “¡Korrina, líder de gimnasio de ciudad Shalure!” Interrumpió la joven sujetando con alegría la mano de aquel extraño. “¡Un placer!”

    Clint sonrió con una mezcla de sorpresa y gusto al ser recibido de forma tan familiar y cordial a pesar de ser un completo extraño para ambos. Dudaba seriamente que Khan había sido el causante de tanta emoción, pero por el momento recibiría el gesto de aquella chica sin hacer muchas preguntas.

    Además, Korrina ganaba puntos por ser rubia.

    “Clint…”, respondió con tono amigable. “Pateo traseros de villanos y demás gente mala”.

    El resto del grupo compartió un momento de carcajadas ante la respuesta sarcástica y algo descortés de una boca bastante liberal. Elesa, por su parte, dio un largo suspiro al ver que Clint de nuevo le resultaban bien las cosas al salirse con la suya, a pesar de ignorar los más básicos modales ante posibles aliados.

    “Espera…”, dijo Korrina mientras observaba detenidamente los rasgos de cierto chico que lucía muchísimo mayor que la última vez que se habían visto “¡Ash! ¿Eres tú?”

    “Qué bueno verte de nuevo, Korrina”, respondió

    “¡Wow! ¿Qué te sucedió?” Exclamó con sorpresa mientras se acercaba a él hasta encontrarse a escasos centímetros de su rostro y usar su palma derecha para comparar la estatura entre ambos. Cerca de ahí, una señal de alerta se había encendido en cierta chica al ver que Korrina estaba en la ‘zona prohibida’. “¿Cómo creciste tan rápido?”

    “Bueno… es una larga historia”, respondió un poco avergonzado de aquella declaración.

    “Y estoy deseoso de escucharla, pero ustedes han tenido un día muy agitado”, interrumpió Gurkinn al estar consciente de que todos ellos deberían estar exhaustos después de un día agitado. Además de aquella señal de alerta que se activó tan pronto como su nieta había puesto la mirada en Ash. “Descansen y mañana podremos hablar tranquilamente. Mientras tanto, pueden usar las instalaciones con toda confianza”.

    “Muchas gracias por su hospitalidad”, respondió Valerie haciendo una reverencia para luego dirigirse al sitio donde se encontraba su equipaje, seguida por Elesa.

    “Voy a desempacar lo que envió Surge y luego atenderé otros pendientes”, informó Clint mientras seguía a ambas líderes de gimnasio. “Duerman bien”.

    Los chicos asintieron y se dirigieron con entusiasmo a los dormitorios, pero un último aviso de Clint los hizo detenerse.

    “Y Ash…”, dijo Clint interrumpiendo el paso de los chicos. “Mañana a las seiscientas horas en el dojo. Serena, tú te nos unirás a las setecientas horas afuera de la torre ¿Entendido?”

    Ash y Serena sonrieron, emocionados de que por fin su entrenamiento con el que serían de más ayuda contra el Culto, daría inicio. Asintieron por última vez y se dirigieron a los dormitorios donde charlarían un poco para ponerse al corriente antes de que el sueño por fin los encontrara.

    Platicaron acerca del resto de las batallas de gimnasio, así como los nuevos Pokémon que habían conocido y la excitante batalla de Serena que la había hecho ganar el título. Decidieron guardar la parte trágica para después, pues no querían arruinar el momento con una serie de horribles anécdotas que, para ser sinceros, no creían ser capaces de soportar.

    “¡Cielos! ¡Han tenido un viaje increíble!” Exclamó Korrina para luego dirigir la mirada hacia Serena. “¡Estuviste espectacular en tu batalla! ¡Lucario, mi abuelo y yo no pudimos despegarnos de la pantalla!”

    “¡G-Gracias!” Respondió Serena con un intenso rubor.

    “Aunque…”, dijo Korrina con un tono más melancólico y serio. “Siento mucho lo que les sucedió hoy…”

    A pesar de sus intentos, era casi inevitable que aquel tema surgiera en aquella plática entre camaradas. Pero de entre todas las miradas cabizbajas, había una que parecía más deprimente por aquel momento de desmayo del que había sido víctima.

    “Vamos, Clemont…” animó Ash colocando su mano en el hombro de su amigo. “No fue tu culpa…”

    “No… yo…”, balbuceó Clemont sin cambiar su mirada. “Lo sé, pero no puedo evitarlo. Simplemente… perdí el conocimiento y no serví para nada…”.

    “Hermano…”, suspiró Bonnie mientras sujetaba del brazo a su hermano mayor.

    “Sin embargo… No es solamente eso por lo que estoy así”.

    “¿De qué hablas?” Preguntó Ash confundido de la misteriosa actitud de su amigo. ¿Pues de qué podría tratarse lo que lo mantenía tan acongojado?

    “Es… acerca de lo que dijo Valerie respecto a Clint”, respondió por fin para revelar un sentimiento que lo había estado molestando desde la primera vez que habían conocido a su nuevo compañero, pero que por su timidez no había sido capaz de compartirlo con el resto de sus amigos. “Es decir… a pesar de que me agrada, aún creo que es un completo extraño y no está siendo completamente sincero con nosotros”.

    Justo en ese momento, Elesa caminaba hacia el dormitorio para desearle buenas noches a los chicos, pero aquella revelación la había detenido a escasos centímetros de que su mano sujetara la perilla de la puerta.

    “Pero… nos ha contado de su misión y del por qué desea acabar con este Culto”, respondió Serena tratando de responder la inconformidad y duda que Clemont tenía de su mentor.

    “¿Y cómo es que llegó con ellos en primer lugar?” Preguntó Clemont con un tono demasiado serio que no era propio de su personalidad. “¿De dónde viene? ¿Qué le hicieron exactamente? ¿Y qué ha hecho él en estos ocho años desde aquella tragedia además de buscarlos?”

    Las preguntas de Clemont resultaban ser totalmente válidas e incómodamente inquietantes. Y, ahora que revisaban el panorama una vez más, no había mucho que los hiciera depositar su confianza en aquella persona que hasta hace apenas unos días se había cruzado en su camino de forma tan inesperada. Para empeorar el asunto, las palabras que Valerie había dirigido a Clint hace un par de horas parecían revelar un pasado y personalidad muy oscuras que incluso lograron borrar la mirada y actitud dominante del agente.

    “Cuando conocí a Clint… yo me hice esas mismas preguntas”, dijo Elesa irrumpiendo finalmente en la habitación con unas cuantas palabras con las que pretendía aclarar un poco el panorama de duda que se sembraba en los chicos. “Tomó tiempo para que se abriera completamente, pero una vez que lo escuché, pude comprenderlo perfectamente… Pues la mayor parte de su vida ha sido terrible desde el principio de su existencia”.

    El silencio reinó por un instante en el dormitorio mientras Serena trataba de descifrar en los ojos de la súper modelo, un poco de aquel misterio que ahora los abrumaba.

    “¿Es tan malo?” Preguntó Clemont con una mezcla de curiosidad y culpa al haber abordado un tema que sólo había sembrado dudas en el resto de sus compañeros.

    “Siento haber escuchado su charla sin su permiso, chicos…”, dijo Elesa evadiendo aquella pregunta. “Pero puedo asegurarles que, cuando el momento llegue y él considere que es digno de su confianza, les responderá todas esas interrogantes…”

    Elesa se encontraba entre dos frentes en los que no podía elegir un bando: por un lado, no podía soportar ver las miradas cabizbajas de aquellos maravillosos chicos que habían sido atrapados en un conflicto que amenazaba con destruir su inocencia; y que, al menos en un panorama donde la duda y el engaño eran frecuentes campos de batalla, la confianza absoluta entre todos debería ser imprescindible. Por el otro, revelar la historia de la persona más querida para ella en todo el planeta, no sólo sería un acto de traición. Existía una muy buena razón por la que Clint no deseaba contar su historia a pesar de que en muchos sentidos ella no estaba de acuerdo.

    Tendría que optar, pues, por una opción intermedia.

    “Valkia...”, dijo después de un momento de reflexión. “Es un buen lugar para empezar a buscar”.

    Elesa dio media vuelta hacia la salida del dormitorio sin decir nada más. Pero justo cuando su mano estaba a punto de girar la perilla, la intrigante pregunta de otra persona la había hecho detenerse una vez más.

    “Elesa, espera…”, dijo Serena mientras tragaba saliva para averiguar otro dato importante y que la tenía totalmente agobiada por la posible repercusión que tendría en la imagen que se había formado de su amigo y mentor, si es que sus miedos se confirmaban. “¿Alguna vez… Clint ha lastimado a alguien?”

    Elesa pudo discernir la verdadera intención de las palabras que había elegido Serena, y no podía culparla por ella. Ese era precisamente uno de los momentos que tanto le lastimaba no poder aclarar por la gravedad contenida en cada fragmento que escondía una pieza de la tragedia que una persona tuvo que superar para sobrevivir. Actos tan terribles que nadie, salvo aquellos que habían pasado por lo mismo, podían perdonar o tan siquiera comprender.

    “Como dije: ya llegará el momento en que toda la historia les sea revelada”, dijo mientras abría la puerta, no sin antes darles otro fragmento que seguramente fragmentaría todavía más la imagen que tenían de Clint, pero que era absolutamente necesario para cuando el resto de la verdad les fuera revelada. “Pero por el momento puedo decirles que ese no es su verdadero nombre”.

    Un shock paralizó las extremidades y recorrió la espalda de todos aquellos en el dormitorio ante una pieza de información que no parecía tener el mayor sentido en alguien a que hace apenas una hora disfrutaba de un momento de diversión infantil al lado de sus amigos. A menos, claro, que también hubiese sido otra fachada de un maestro del disfraz para ganarse su confianza y comprobar que eran dignos de compartir su pasado.

    En la mente saturada de dudas de todos los chicos, existía una pregunta que sobresalía por sobre todas las que se estaban formando: ¿Qué tan grave era el pasado de Clint como para hacerlo capaz de mentir con algo tan básico como lo era su identidad?

    Y con ese último pensamiento, el sueño por fin había dominado a Ash y sus amigos. Esperando que el sol de la mañana siguiente pudiera llevar su luz en los lugares más recónditos de sus corazones sembrados de duda.


    TO BE CONTINUED…
     
    Última edición: 20 Agosto 2016
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    J.Nathan Spears

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    En este episodio se ganó mucha información, la verdad...

    Adélie está transtornada de forma horrible, Phillip es frío como una pared hecha de Permafrost y Palermo es viuda, por lo que veo... "baia baia" :V. En fin, es interesante ver la relación que comparten esas dos villanas. Uff...

    Por lo demás, encuentro razonable que Clemont dude de Clint. Digo... alguna webada grave habrá hecho en el pasado para que haya tanto misterio a su alrededor y además Adélie no pudiese inyectarle ese parásito de mierda. Puedo aceptar cualquier explicación para eso, MENOS lo del manejo del aura proveniente de un Lucario. Ya sabes que me caen como patada en los cojones -w-U

    A ver si el episodio siguiente está plagado de acción en contraparte a este OwOU
     
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    Edmund Daltonic

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    El Culto al Placer. Hasta pronto y gracias por los reviews.
    Clasificación:
    Para adolescentes maduros. 16 años y mayores
    Género:
    Misterio/Suspenso
    Total de capítulos:
    49
     
    Palabras:
    4654
    ¿Por quién me toma, mi buen Nathan? Jamás recurriría a un cliché tan gastado como ese.

    Hay filosofía y conocimiento invaluable en este capítulo... ¿cuenta?

    Bueno, este capítulo se tardó en parte por asuntos en mi vida profesional y el concurso de DZ contra FFL. Seguramente el siguiente va a tardar un poco más, hasta que la dichosa batalla haya concluido (que ya no falta mucho)


    CAPÍTULO 22. Espectro emocional.

    A pesar de que perderse en uno de los innumerables caminos de seis regiones diferentes, era parte de la experiencia de viajar, pocas excusas podían redimir a Ash y su pobre orientación para encontrar el lugar exacto donde iniciaría su entrenamiento. Si bien, la Torre Maestra era un edificio bastante grande y no había tenido tiempo de conocer por completo su interior en tan solo una noche, bien podría haber pedido un par de indicaciones a Korrina; y, de hecho, estuvo a punto de hacerlo si no hubiera sido por aquel momento en que su mente había olvidado completamente el importante compromiso que tenía con Clint – si es que se llamaba así - para contemplar por unos momentos a la linda líder del gimnasio durmiendo plácidamente, sin idea de que alguien la observaba mientras se encontraba totalmente vulnerable.

    Ash había corrido con suerte de que Lucario no se encontraba ahí. De lo contrario, seguramente habría recibido una muy buena y dolorosa lección acerca de no espiar a las chicas -o cualquier otra persona - cuando duermen. También pensó que, debido a los cambios que su cuerpo y mente habían experimentado, lo correcto sería cambiar de habitación. Se necesitó de la ayuda de Pikachu para regresarlo al mundo real y salir de ahí inmediatamente, buscando sin éxito el dojo de entrenamiento por casi media ahora hasta que por fin la había hallado en la primera puerta debajo de las escaleras y que torpemente había ignorado al principio. Una vez abierta la puerta de la habitación, y pidiendo disculpas por su impuntualidad tan pronto como había puesto un pie en el dojo, Clint lo recibió con una mirada severa, pero con un aire de serenidad en sus palabras.

    “Llegas tarde”, dijo desde el centro de la habitación donde se encontraba sentado con las piernas cruzadas como si hubiese estado meditando antes de que Ash llegara. “Toma asiento”.

    Ash y Pikachu asumieron la misma posición de Clint mientras intercambiaban una mirada confusa al encontrarse en un lugar pequeño y muy poco adecuado para tener una batalla Pokémon, como era lo que ambos compañeros estaban esperando con ansias.

    “¿No vamos a luchar?” Preguntó Ash sin recibir una respuesta inmediata de Clint, quien ahora encendía una vara de incienso y la colocaba en un quemador, despidiendo el tranquilizador aroma que sería de gran ayuda para la sesión que estaba a punto de iniciar.

    “Lo que te hicieron, Ash… es prácticamente robar tu personalidad”, dijo Clint fijando por fin su mirada en los ojos confusos y ansiosos de su pupilo. “Peleas como un guerrero honorable y apasionado. Alguien que nunca rechaza un reto o abandona a sus camaradas.

    “G-Gracias”, respondió Ash un poco avergonzado mientras Pikachu soltaba su característico chillido de alegría al ser elogiados tan repentinamente.

    “Pero eres obstinado y bastante impetuoso”, dijo Clint con seriedad, borrando la sonrisa de ambos compañeros casi al instante. “Y está bien… es algo normal en aquellos que aman las batallas con sus Pokémon.”

    Clint entonces esbozó una ligera sonrisa tranquilizadora y optimista que Ash solía ver en las personas maduras que había conocido a lo largo de su viaje. Pero, a diferencia del resto, él parecía identificarse completamente con las emociones y sentimientos del agitado paso de la infancia hacia la adolescencia, reforzando el vínculo que ambos habían comenzado a desarrollar desde el ataque al instituto IRD.

    “¿Cuál es el poder más grande que conoces, Ash?” Preguntó Clint con una mezcla de curiosidad y certeza que parecía predecir lo que un chico de su edad seguramente respondería.

    Ash meditó aquella difícil pregunta por unos segundos mientras colocaba su puño derecho en la barbilla, en un intento de buscar una respuesta satisfactoria que demostrara no solo madurez, sino también los frutos de haber viajado por tanto tiempo y conocido a innumerables personas maravillosas que le habían obsequiado su invaluable amistad y valiosos conocimientos.

    “He viajado por tanto tiempo y conocido criaturas tan poderosas y fantásticas, que me es difícil decirlo. Pero…”. Ash intercambió una sonrisa con su fiel compañero, como si ambos confirmaran haber llegado a la misma conclusión. “Si, creo que es el poder de la confianza y la amistad que tengo con mis amigos. Son sus constantes ánimos y su apoyo incondicional lo que me dan fuerza para seguir”.

    Clint asintió.

    “Cierto… no podría estar más de acuerdo”, dijo con un tono serio, como si aquella sencilla respuesta escondiera un significado aún más profundo. “Y el detonante de toda esa confianza que mencionas, de los lazos de compañerismo que tanto atesoras, sólo podrían resultar efecto gracias al poder más grande que existe en este mundo…”

    Clint hizo otra pausa para tomar un pequeño vaso del que bebió un líquido que Ash supuso, era té o seguramente algo parecido. Después de beber y ofrecerle a Ash otro vaso que tenía consigo, Clint respiró hondo, enderezó su postura y prosiguió con la lección.

    “Emociones, Ash”, dijo por fin. “Es el placer que experimentas en una batalla contra otro entrenador, la alegría del compañerismo que sientes con tus Pokémon; la tristeza y enojo al perder, pero con la voluntad para sobreponerte después de aceptarlo y con la esperanza de lograrlo a la próxima. Es, en resumen: el motor mismo que dicta y da chispa a nuestra existencia”.

    Ash asintió lentamente, aun sin comprender por completo lo que acababa de escuchar. Repasó las palabras de Clint en su mente, tratando de captar un mensaje oculto o cualquier pista que lo ayudara a entender, tanto la lección recibida, como el método poco usual que estaban llevando a cabo para controlar el parásito que lo invadía. Sin éxito, decidió dar un sorbo de su amarga bebida que le hizo dibujar una mueca de disgusto en su rostro, provocando una sonrisa divertida en Clint.

    “Pero desafortunadamente para ti, han corrompido ese ideal…”, dijo mientras acariciaba a Pikachu, quien recibió el gesto con gusto. “Y en tanto compartas tu cabeza con ese parásito, no podrás recurrir al poder de las emociones que siempre te han caracterizado”.

    “¿Qué haremos?” Preguntó Ash, aún desconcertado del propósito de este “ritual”. Clint dio un último sorbo a su bebida y prosiguió.

    “Nuestra personalidad es una amalgama de emociones que se construye con cada experiencia, cada momento que enfrentamos a lo largo de nuestra vida. Y, como tal, se manifiestan como un vigoroso caudal abriéndose paso por nuestra mente, bloqueando muchas veces nuestro pensamiento racional”, dijo, pensando que quizá estaba usando un lenguaje un poco complicado que poco ayudaba a la atmósfera de misterio, a pesar de que era parte vital en la lección que tenía que aprender. “Básicamente, Ash, harás honor al dicho: mente sobre emociones”.

    “Controlar mis emociones…”, conjeturó mientras la idea se hacía más clara. “¿Es muy difícil?”

    “Como pudiste atestiguar ayer con Valerie, incluso para mi es imposible controlar todas mis emociones a pesar de años de entrenamiento...”, respondió Clint después de un suspiro y con un tono humilde que denotaba su propia vulnerabilidad ante el poder más grande del mundo. “Como te lo dije antes, es algo extremadamente difícil de lograr. Sobre todo, para alguien tan joven como tú, y que además debe evitar a toda costa alimentar al parásito”.

    “Entonces este entrenamiento… ¿es para suprimir las emociones que siento al pelear?” Preguntó Ash nuevamente, recibiendo como respuesta una negativa por parte de Clint.

    “No confundas control con total supresión de las emociones, Ash”, aseguró Clint para evitar malas interpretaciones que podrían surgir ante un entrenamiento tan complicado. “Si no las poseemos, es lo mismo que estar muerto”.

    “Entiendo…”, mintió Ash, pues aún todo le era muy confuso. “¿Y cómo lo lograré?”

    Clint abandonó su lugar y se colocó al lado de Ash, asumiendo la misma posición de antes y ordenándole que lo imitara. Una vez que había corregido la postura enderezada de la espalda, la posición de las manos y el ángulo en que las piernas cruzadas debían colocarse, Clint le ordenó guardar silencio y respirar profundamente siguiendo el ritmo de los latidos del corazón, los cuales incluso podían escucharse en la pacífica habitación.

    “Meditación una hora diaria antes del desayuno, y otra hora antes de ir a la cama… sin excepciones”, dijo mientras se aseguraba que Ash respirara adecuadamente y no deshiciera su posición. “Entrenar la mente para entrar a un estado de autoconsciencia y completa serenidad es un paso básico y esencial para el control de las emociones”

    “¿Así?” Preguntó Ash mientras Pikachu intentaba asumir una posición similar que le permitiera compartir el ejercicio que a su entrenador le costaba un poco de trabajo mantener. Por supuesto, y debido a la forma en las extremidades del roedor amarillo, sus esfuerzos fueron en vano, viéndose obligado a sentarse y respirar a su propio ritmo.

    “Cierra los ojos, respira hondo… y exhala tranquilamente por la nariz”, dijo Clint suavemente, demostrando así la completa serenidad que había logrado. “La clave está en la respiración, más que la mente en sí”.

    Y en aquel cuarto donde el único sonido que se escuchaba era el del leve escape de aire por las fosas nasales de ambos entrenadores, la primera sesión de Ash había dado inicio. Un entrenamiento completamente diferente al que estaba acostumbrado, y del que aún no parecía adaptarse del todo, como lo evidenciaba el constante movimiento de sus cejas, las cuales parecían cargar con la indomable voluntad de un chico que jamás parecía estar quieto ante las dificultades.

    “Es muy difícil…”, susurró después de escasos tres minutos, provocando que Clint riera por debajo.

    “La primera vez siempre lo es”.


    Una hora después de la sesión de Ash, la siguiente joven en recibir su primera lección, se presentó al mismo tiempo en que los primeros rayos del sol entraban por las ventanas del dojo, iluminando la escasa decoración del lugar.

    “¡Buenos días!” Saludó Serena con una amplia sonrisa hacia los presentes en la habitación. En particular, a Ash y Pikachu, quienes respondieron el gesto antes de abandonar el dojo y desearle suerte.

    “Buenos días, Serena”, respondió Clint con gentileza, e invitándola a tomar el mismo lugar donde hacía apenas unos minutos, Ash se enfrentaba a la insoportable sensación de pasividad que nunca antes había experimentado por tanto tiempo.

    “¿Ash no va a estar aquí?” Preguntó Serena con una mezcla de confusión y decepción al no compartir un momento más cercano con el chico que tanto admiraba. Sobre todo, al estar a solas con alguien quien ocultaba su propio nombre por razones aún desconocidas.

    “Si bien controlar las emociones es algo que tú y Ash deben trabajar, no es el mismo entrenamiento para ambos”, aclaró Clint.

    Una vez que Serena hubo asumido su lugar en frente de su mentor, este retiró el incienso y los vasos de té que no serían necesarios para la lección de Serena. En su lugar, hizo un ademán usando su mano derecha, como si ordenara a alguien o algo salir de la oscura esquina que aún no había sido iluminada por los rayos del amanecer.

    De pronto, una figura esférica flotante de color púrpura, se acercó lentamente hacia el centro del dojo donde ambos se encontraban. Al principio Serena no pudo discernir si se trataba de algo vivo o una máquina que había sido construida por Clemont, pero una vez que dos pares de patas cortas y una especie de trompa confirmaban que se trataba de un Pokémon, aquella apresurada predicción había sido descartada de inmediato.

    “Serena, ella es Cassandra”, dijo Clint mientras acariciaba la cabeza del somnoliento Musharna, quien no parecía responder al gesto ni con el característico gruñido que incluso los Pokémon emitían, a pesar de permanecer dormidos. “Una amiga invaluable para este tipo de sesiones”.

    Serena sacó el pokédex de su bolsillo al encontrarse con un Pokémon sumamente extraño e interesante, con la esperanza de que la información mencionada por el dispositivo le ayudara a discernir el porqué de utilizar una criatura como esta en su primera lección.

    “¿Un Pokémon que materializa los sueños? ¡Eso suena fantástico!” Exclamó con una sonrisa al escuchar la descripción y características que había arrojado su dispositivo, respecto al Pokémon en frente de ella.

    “Cassandra es diferente…”, aseguró Clint con un tono lúgubre. “Espeluznantemente diferente”.

    “¿Qué quieres decir?” Preguntó Serena con una mezcla de curiosidad y miedo ante la palabra que Clint había usado para referirse a la habilidad única de su Pokémon.

    “Ya lo verás”, respondió Clint. “¿Lista?”

    Serena asintió lentamente y, de pronto, una bruma negra expulsada por el orificio en la cabeza de Musharna, cubrió por completo la habitación con una densidad tan poderosa que incluso bloqueaba los mismos rayos del sol. Serena se sobrecogió al encontrarse en una situación similar que a la del día anterior, pero empeorada por el hecho de que, en esta ocasión, la oscuridad ni siquiera le permitía distinguir el más mínimo punto luminoso del lugar. Y, de no haber sido por la débil sensación producida por sus músculos al flexionar sus extremidades o el parpadeo incontrolable del que era víctima, Serena bien podría creer que se encontraba en un coma inducido, incapaz de pedir ayuda al experimentar la absoluta sensación de soledad.

    Creyendo que la situación no podía empeorar, y a punto de gritar por ayuda, una luz púrpura a las espaldas de Serena destacó sobre la oscuridad, dándole una falsa sensación de alivio que se vino abajo tan pronto como la enorme torre de sus pesadillas se erguía de forma imponente, mientras la melodía estimulante de Meloetta la hacía revivir cada espantoso segundo de la noche de iniciación. Quiso huir, pero tan pronto como su mirada había abandonado la Escalera al Cielo, otra figura espectral ya la estaba esperando a escasos metros de su posición. La esbelta y macabra silueta de una mujer sosteniendo en sus brazos al hijo que acababa de asesinar a sangre fría, engalanaba la sinfonía macabra con su sádica carcajada que le hizo helar su sangre y dar un grito de auxilio al no poder soportar ni un segundo más el revivir la pesadilla e impotencia de estar al borde de la locura y la perdición.

    "¡Clint! ¡¡CLINT!!”

    Las imágenes desaparecieron de pronto, junto con la oscura bruma que fue succionada por el agujero en la cabeza de Cassandra como si se tratara de una aspiradora levantando la suciedad del lugar.

    “Está, bien, está bien…”, dijo Clint mientras colocaba sus manos en los hombros de su aterrada aprendiz, en un intento de tranquilizarla. “Yo estoy aquí”.

    “¿Q-Qué su-sucedió?” Tartamudeó, aun con sus pupilas dilatadas y respirando sin control, intentando recuperar el oxígeno necesario para recuperar el aliento.

    “Cassandra es diferente a otros Musharna, Serena”, aseguró Clint. “Materializa las pesadillas y los miedos más profundos de aquel a quien se expone a su niebla”.

    Para Serena, haber sido expuesta a un poder que la hacía revivir los peores momentos de su corta existencia, fue un acto totalmente reprochable que abusaba de su confianza e inexperiencia ante el peligro de morir. La mezcla de cólera y miedo se apoderaban de su débil juicio, el cual había perdido cualquier pensamiento racional al estar a punto de sublevarse contra el responsable de haberla hecho pasar otro amargo momento en su camino para combatir sus miedos.

    “¡¿Por qué me hiciste revivirlo?!” Protestó mientras se secaba las lágrimas de terror con su sudadera. “¡Eso fue muy cruel!”

    La postura de Clint permaneció erguida y firme como su seria expresión, la cual no parecía mostrar simpatía o compasión por la mirada aterrada de una chica que había experimentado cosas que la mayoría de adultos ni si quiera podía imaginarse.

    Desafortunadamente para ella, aquella frialdad era imperativa en su entrenamiento.

    “¿Cómo piensas hacerles frente si no puedes superar tus miedos, Serena?” Preguntó Clint con severidad. “¿Crees que ellos mostrarán piedad mientras permaneces aterrada y perdida en un abismo de confusión cuando el resto de nosotros luchamos?”

    La extraña frialdad de Clint solo la hacía sentirse peor. En medio de la ira y la confusión, Serena se preguntaba qué le había sucedido al hombre gentil que la había ayudado a sobreponerse a las adversidades de un abrupto e inesperado cambio en su estilo de vida como nueva celebridad. Ahora, no le importaba si existía una buena razón por la que él había escondido su identidad durante todo este tiempo, o si este ejercicio era vital para su preparación en el futuro combate contra sus enemigos, Serena tenía un deseo implacable de desquitarse al menos de forma verbal contra aquel extraño que ni siquiera había sido sincero con su propio nombre.

    “¿Y qué tal tú?” Preguntó con tono acusador y frunciendo el entrecejo.

    “¿De qué hablas?”

    “Tú también le temes a algo. Por eso te cubres detrás de ese nombre falso, ¿no es así?”

    Y de pronto, cuando la ira reprimida había sido expulsada al instante en un acto de total insensatez cegada por la ira y miedo, un sentimiento de remordimiento intentaba llenar el cráter dejado por la explosiva reacción de Serena, cuya mirada se había ablandado al contemplar la falsa expresión estoica que su amigo intentaba mantener.

    “Ellie te lo dijo, ¿verdad?”

    Serena se dio cuenta demasiado tarde del grave error que había cometido al haber roto la promesa que se había hecho para respetar el deseo de Clint de permanecer en silencio hasta que los lazos de confianza entre ellos lo hicieran abrirse y revelar el pasado trágico que seguramente lo había hecho ser como es. Peor aún, ella tenía absoluto pavor de que, por su culpa, la relación entre Elesa y Clint podría terminar para siempre al haber destruido la confianza y cariño que evidentemente poseían el uno del otro.

    “¡E-Elesa no tuvo la culpa!” Balbuceó Serena mientras buscaba cualquier excusa en un torpe intento de remediar las cosas. “¡Yo… yo!”

    Clint alzó su mano derecha en una señal que ordenaba silencio, pero que al mismo tiempo expresaba tranquilidad junto con una voluntad admirable para compadecerse de aquella víctima de sus propios temores.

    “Siempre he creído que la confianza debe ganarse… sobre todo cuando la depositas en un completo extraño y que egoístamente te pide que respetes su decisión de permanecer así”, dijo Clint con un tono apacible que alivió las inquietudes de Serena. “No es que quisiera ocultárselos por siempre. Sin embargo… debes saber que no oculto ese nombre por miedo de lo que alguna vez representó para mí”.

    Serena presionó su pecho con ambas manos como si aquellas palabras gratificantes y sinceras le robaran el aliento y alejaban sus miedos al sentir una sensación de familiaridad y absoluta confianza, a pesar del aún misterioso rostro que Clint prefería ocultar. Sin embargo, lo que más admiraba era su casi completo control de sus emociones en medio de un torbellino de declaraciones y reproches que habrían encolerizado a cualquier otra persona. Ella, para empezar.

    “¿Cómo lo haces?” Preguntó con curiosidad y deseosa de saber el secreto para no volver a paralizarse de terror al enfrentar sus temores.

    “¿Hacer qué?”

    “Eso… no tener miedo”, contestó extrañada, como si su pregunta no hubiese quedado lo suficientemente clara a pesar de su aparente simplicidad. “Si tan sólo pudiera deshacerme de este sentimiento… si pudiera bloquear esos recuerdos para siempre…”, dijo mientras colocaba sus manos en la cabeza, en un gesto de frustración y confusión que se apoderaban de su mente.

    “Hablas como si el miedo perteneciera a algo completamente maligno, Serena… ¿De dónde sacaste esa idea de que yo no tengo miedo?”

    La respuesta de Clint la desconcertó aún más. ¿Se trataba de un juego mental, alguna clase de lección filosófica o simplemente la pregunta aún no había quedado clara?

    “Cuando entramos juntos a la Escalera al Cielo y me dijiste ´Sin miedo´”, aseguró Serena con la esperanza de que su punto había quedado claro. “Y en el instituto cuando Phillip yacía muerto y tú no estabas paralizado de terror como yo…”

    Pero Clint levantó la palma de su mano nuevamente, interrumpiéndola antes de que siguiera malinterpretando la enseñanza de la lección.

    “Negar el miedo y superarlo son cosas totalmente distintas, Serena…”, dijo Clint con la sabia voz de la experiencia que lograba desvanecer las distracciones que podrían surgir en su estudiante. “Malinterpretar esos conceptos puede ser la diferencia entre la vida y la muerte”.

    “No entiendo”, respondió Serena.

    “El miedo es una de las emociones más primitivas que poseemos no solo nosotros, también a los Pokémon”, aseguró Clint esbozando una leve sonrisa simpática con el fin de transmitir sus conocimientos de una forma más familiar y comprensible. “Es la base de nuestro instinto de supervivencia, sin el que no seríamos capaces de superar los peligros de nuestro entorno. El miedo, de hecho, es uno de los engranes que constituyen el mecanismo de la lucha por la existencia… un agente de la mismísima naturaleza en su continua labor de selección de las siguientes generaciones”.

    Serena quedó abrumada por el poder y significado que una simple palabra podía poseer. En especial, una que hasta ahora la había considerado como signo de debilidad e incompetencia que debía eliminar a como diera lugar para combatir a sus enemigos. Lo más curioso, era que esa misma emoción había sido una compañera constante en momentos más gratos y pacíficos de su vida como lo fue en sus inicios como aprendiz de su madre en las carreras de Rhyhorns, la primera vez que había pisado un escenario y, más recientemente, en la batalla que le había dado el título del que creía haberse arrepentido de ganar.

    “Es, pues, una fuerza ambivalente cuya dualidad debes comprender y dominar para que puedas aprovecharla tú, y no tus enemigos”.

    “Entonces… ¿el miedo puede ser un aliado?” Preguntó mientras sentía una sensación cálida que apaciguaba su mente y deshacía el nudo en la garganta que ya se había formado ahí, impidiéndole respirar adecuadamente.

    “Solo si lo enfrentamos y superamos…”, contestó Clint. “Cuando aceptamos el miedo en lugar de evadirlo, es cuando adquirimos el poder necesario para abrirnos paso hacia una nueva gama de posibilidades, conocimientos y experiencias que nos convertirán en mejores personas… Porque no piensas conformarte con tu frívolo título de reina, ¿verdad?”

    Serena rio al recordar la ya conocida opinión severa que Clint tenía contra los concursos en los que ella destacaba. Sin embargo, escucharlo con el tono sarcástico y ocurrente de su mentor, le ayudaba a sobrellevar aquel difícil momento en que se había dejado dominar por sus miedos.

    No obstante, aún había algo que temía respecto a su escabrosa e indiscreta actitud de hace unos minutos.

    “¿No…? ¿No estarás enojado con Elesa por lo que dije?” Preguntó con inquietud.

    “Puedo comprender por qué lo hizo… y, en cierto punto, puede ser que haya sido lo correcto”, respondió Clint seriamente. “Quizá fue imprudente y desleal de su parte, pero la honestidad de Ellie y su manera de hacer ‘brillar’ a las personas, son algunos de los rasgos que siempre he admirado de ella”.

    Fue la primera vez que Serena contemplaba una sonrisa tan sincera y gentil en el rostro de Clint. Si bien, ella había comprobado que él no se trataba del clásico estereotipo de serio lobo solitario, incapaz de expresar cualquier emoción, le alegraba en demasía que a pesar del misterio que lo rodeaba, no parecía afligirse o explotar en cólera como casi lo había hecho ella.

    Recordó también un viejo dicho que había escuchado en alguna otra parte, no recordaba donde. Acerca de que aquellos que habían pasado por momentos de profunda tristeza, eran capaces de sonreír con mayor intensidad que cualquier otra persona. Y serena quería sonreír de esa manera.

    “Entonces, Serena… ¿Quieres darle otra oportunidad a Cassandra?” Preguntó de forma osada, como si la mirada de Serena era suficiente para saber que había dado el primer paso para convertirse en la guerrera que debía ser.

    “¡Tengo mucho más que demostrar!” Exclamó con una mirada desafiante y sus puños levantados a la altura de sus hombros, lista para cualquier cosa que se pusiera en su camino. “¡Hagámoslo!”

    Y, justo cuando Clint estaba listo para ordenarle a Cassandra que expulsara su niebla nuevamente, el rugido de su estómago vacío hacía eco en la habitación como un recordatorio de que haber madrugado sin cenar había sido imprudente. Además de una vergonzosa forma de anunciar el fin de la lección.

    “Antes de eso… creo que es un excelente momento para desayunar ¿no crees?”.



    Era difícil que un grupo numeroso y que iba en aumento, se mantuviera en silencio a la hora del desayuno, sobre todo con tantas anécdotas y chismes que una congregación de personas con gustos tan diferentes podía compartir. Ni siquiera Valerie, la joven de noble linaje que poseía los más admirables modales a la hora de comer, podía contenerse de compartir sus ideas con su colega de oficio y la nueva reina de la farándula que acababa de tener una primera y valiosa lección para superar sus miedos.

    “¿Y bien? ¿Cómo fue el primer día de entrenamiento?” Preguntó Korrina llena de curiosidad.

    “Difícil” Respondieron Ash y Serena al unísono, no encontrando una mejor palabra para describir la sensación de haber experimentado una enseñanza como ninguna otra que hubiesen realizado.

    “Y apenas es el principio”, dijo Clint mientras terminaba el último bocado de su plato y se preparaba para abandonar el comedor, con la excusa de tratar asuntos pendientes que no había podido terminar la noche anterior.

    Pero Ash, no pudiendo contener más aquella emoción que lo invadía desde que había conocido a tan hábil entrenador, decidió soltar de una vez aquel reto con un vigoroso tono al mismo tiempo que abandonaba su asiento.

    “Clint, ¿tendrías una batalla contra mí?”

    Su mentor se detuvo, observando la mirada desafiante de aquel muchacho a quien, bien sabía, no estaba listo para el siguiente peldaño en su difícil entrenamiento. Vamos, pensó, ni siquiera había subido el primer escalón a pesar de su mejor intento para hacerlo entender.

    “Una hora de meditación; mal realizada, por cierto, ¿y crees tener lo necesario?” Respondió con un tono severo, como el de una persona ocupada que no tenía tiempo para desperdiciarlo con un novato como lo era él.

    “¡Vamos! ¡Sólo será una prueba!” Animó Ash como si la actitud y mirada de Clint no fueran lo suficientemente claras para darse a entender de que rechazaba totalmente esa idea. “Además no he tenido la oportunidad de pelear contra ti desde que te conocimos, ¡y es obvio que eres alguien muy fuerte!”.

    Clint suspiró y colocó sus manos en la cintura en modo reflexivo. Intercambio su mirada con Elesa como si consultara su opinión, y después de recibir una sonrisa por parte de ella, aceptó casi a regañadientes, la petición de aquel chico entusiasta.

    “Muy bien… pero la batalla de Serena va primero”.

    La jubilosa reacción de Ash y Pikachu al enfrentar a un fuerte rival, tuvo que ser rápidamente interrumpida por el peligro que eso significaba para su bienestar. Sin darse cuenta, la mirada de Korrina se perdía en aquel chico cuya voluntad inquebrantable y sed de victoria, tenía potencial para convertirse en un nuevo compañero de combate. Pero justo en ese momento, Gurkinn había entrado al comedor con un mensaje que Clint estaba esperando con ansias.

    “El resto de los líderes están listos para atender la llamada”, dijo el anciano.

    La sesión de Serena tendría que esperar un poco.

    Clint asintió y pidió a todos los presentes que lo acompañaran para la importante charla que tendrían con algunas de las mayores autoridades de la asociación Pokémon en la región de Kalos. Personas únicas cuyas habilidades y experiencias serían extremadamente útiles para el inevitable conflicto que se avecinaba.



    TO BE CONTINUED…
     
  13.  
    J.Nathan Spears

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    Bueno, esta conti es ligera y bastante bonita... pobre Serena, realmente se aterró xD. Y bueno, ya sabemos que Clint no se llama Clint realmente -w-U. Su nombre real... seguro lo sabremos pronto.

    Musharna es un Pokémon que el animé ha desaprovechado muchísimo... ¿Por qué no aparece más? Quizás uno en el equipo de Alain hubiera sido mejor que... no sé, Weavile xD. Aunque cómo me gustaría que borrasen a todos los MegaCharizard X's...

    En fin, volviendo a esto, Cassandra tiene una habilidad increíblemente jodida O_o. A ver cómo le hace Serena para aceptar el miedo y cuánto le termina sirviendo a posteriori. Y a ver si esta pendeja también captura otro Pokémon también... o cuando menos mejora sus habilidades, porque en general sus Pokémon son unos cañones de vidrio ( TV Tropes y busca "Glass Cannon" xD). Tiene muuuuuuuucho qué mejorar...

    ¡Veremos batalla en el siguiente episodio! ¡YEAH! A ver qué onda...

    Nos vemos xD
     
    Última edición por un moderador: 21 Agosto 2016
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  14.  
    Edmund Daltonic

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    El Culto al Placer. Hasta pronto y gracias por los reviews.
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    Misterio/Suspenso
    Total de capítulos:
    49
     
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    5765
    Musharna es genial.
    Y si, Serena debe mejorar su equipo deficiente y debilucho si no quiere morir en el primer frente.


    CAPÍTULO 23. La sombra de la disformidad.


    No importaba lo mucho que Serena se había fortalecido desde la noche de su iniciación. Repasar los eventos que habían sucedido en aquel día, junto con la reciente experiencia de ver morir a alguien ante sus propios ojos, era suficiente para dejarla casi exhausta.

    Desde las imágenes proyectadas por el holomisor, los líderes de gimnasio escucharon atentos la crónica de Serena, la larga cruzada de Clint y su grupo para dar con los responsables de tantas fechorías, así como los eventos que habían desembocado en su llegada a la Torre Maestra, la cual ahora fungía como cuartel temporal y área de entrenamiento para preparar a los chicos en el futuro conflicto contra el Culto.

    Después de una hora de charla, siguió una sesión de preguntas por parte de los líderes del gimnasio para saber con mayor exactitud las razones y el plan que los involucrados estaban preparando para enfrentar al Culto. Pues dar su apoyo a un desconocido, incluso a uno que había sido aceptado por personas destacadas y cuyos principios parecían ser honorables y sinceros, tenía que tomarse con cautela después de aquel desastre en el Instituto IRD.

    Además de los líderes de gimnasio, una invitada en particular transmitía desde el lugar de los más recientes hechos con su característica actitud indagadora ante las historias de trascendencia que debía de transmitir para interés de todos sus seguidores. Desafortunadamente, y a pesar de la gran importancia de aquel asunto, la ausencia de dos personas hacía este intento de reclutamiento una misión incompleta. En especial por la poca claridad en las razones que podían existir para rechazar aquella solicitud. Olympia, la famosa vidente y “buscadora de caminos”, ni siquiera se había molestado en confirmar su participación. El misterio de aquella decisión era desconocido por todos los líderes, pero se rumoraba que se encontraba muy ocupada con cierto asunto del que aseguraba ser de vital importancia para el futuro de la región. Una misión trascendental en la que, de hecho, decían que hasta la mismísima campeona Diantha estaba involucrada.

    En cuanto al otro ausente líder de gimnasio, Ramos, no existía ni la más mínima idea del porqué de su falta de compromiso con sus camaradas. Es por eso que, aprovechando su ausencia y como modo de romper un poco la tensión y seriedad que ya se había apoderado del lugar designado para poder comunicarse, se había llegado a la conclusión de que Ramos simplemente era demasiado anciano como para poder utilizar el holomisor. Prefiriendo hacer caso omiso a la llamada para no pasar vergüenzas.

    “Alexa, quisiéramos preguntarte una cosa…”, interrumpió Valerie, dirigiéndose a la imagen de la audaz reportera. “¿Recuerdas la historia en la que estabas trabajando hace dos años después del incidente que tuve con la Orden de la Doncella?”

    “Quieres saber por qué la abandoné…”, respondió Alexa sin titubeos, como si ya se esperaba que aquella pregunta saliera en la conversación. “Bueno, la razón fue muy simple: no pude encontrar nada”.

    La aparente simpleza de su respuesta desconcertó a Clint, quien en verdad esperaba que ella hubiese hallado algo de gran importancia que llamara la atención del Culto, y quienes posiblemente habían puesto algún obstáculo para entorpecer su investigación. Sin embargo, él no podía hacer caso omiso a su tono de voz que denotaba la sinceridad de sus palabras.

    “¿Sin amenazas ni pistas desaparecidas?” Preguntó con la intención de confirmar el error de su hipótesis.

    “Un camino vacío, nada más. Sin embargo…”. En esos momentos, Alexa buscaba entre sus archivos la escaza información que había adquirido, junto con los datos que habían surgido recientemente debido a la relación entre la única víctima fatal en el atentado del Instituto IRD y su asesina. Una vez que ella los había encontrado, Alexa activó la opción para compartir con el grupo las imágenes que poseía.

    “Los últimos eventos han despertado un gran interés en la familia Valois por la prensa, por lo que espero obtener más información al respecto. Después de todo, la que poseo es insuficiente como para sacar alguna conclusión…”

    “¿Algo interesante?” Preguntó Valerie nuevamente, recibiendo una respuesta negativa.

    “No es algo único o revelador. De hecho, pueden conseguir lo mismo que yo navegando un poco por la red…”, aseguró.

    Después de tomar un ligero suspiro para sobrellevar la decepción, Clint pensó que los asistentes podrían aprovechar la llamada para al menos escuchar lo que la reportera había logrado reunir para su historia.

    “Ya que estamos todos reunidos, ¿te molestaría?”, solicitó Clint.

    Alexa asintió y eligió nuevas fotografías que ilustrarían mejor la breve historia de los Valois. Y qué mejor forma de comenzar que con la fotografía de una hermosa mujer de largo cabello oscuro y ojos celestes usando un vestido de gala color perla que resaltaba el tono claro de su piel. El fondo oscuro y amplio de la fotografía, las cortinas rojizas y el piano color caoba al lado de ella, indicaba que se encontraba en un anfiteatro o algo parecido. Si bien su belleza era digna de admirarse, era su sonrisa cálida y conmovedora la que hechizaba a los presentes con una expresión celestial como jamás habían visto. De hecho, y después de ver aquella fotografía, aquellos que habían conocido a Adelie en persona quedaron completamente desconcertados al ver un rostro totalmente diferente del que ellos podían recordar.

    “Con la muerte de su hijo, Jean-Adelie… Rameau, como era su apellido de soltera, es la última descendiente de la más prestigiosa dinastía de compositores y músicos de toda la región”, comenzó Alexa, desplegando otras fotografías donde aparecía ella en distintas facetas de su vida. “Desde niña mostró una gran afinidad y talento por el piano, convirtiéndose rápidamente en una famosa intérprete que tocaba, tanto en los conservatorios más reconocidos del mundo, como en obras de caridad y eventos especiales. Fue en uno de ellos, en el instituto IRD, donde conocería a su futuro esposo: el célebre neurocirujano François de Valois, con quien contraería nupcias un año después. Posteriormente, y con el nacimiento de su hijo, Adelie abandonaría su vida profesional para dedicarse completamente a su familia…”

    ‘Desconcertado’ ya no parecía ser la palabra correcta para describir lo que Clint y su grupo experimentaba en esos momentos. Cada uno de los presentes había enfocado su mirada en alguna de las fotografías de Adelie que más les habían llamado la atención: a Elesa y Valerie las cautivó una imagen donde una pequeña y risueña niña abrazaba a su Jigglypuff con ternura, recordándoles una época más inocente en la que ellas también habían gozado de una niñez llena de dicha; Ash y Serena, por otro lado, observaban la fotografía del día de su boda, donde Adelie parecía mucho más feliz y radiante que en el resto de las fotografías; y mientras, Clemont quedó largo tiempo observando una foto donde ella celebraba con su esposo y decenas de científicos más el centenario del instituto IRD.

    Pero en todas esas fotografías que retrataban la vida de alguien que había sido afortunada y dichosa por tanto tiempo, ellos habían llegado a la misma conclusión: la imagen que tenían de la perversa y lasciva asesina, no correspondía para nada con lo que habían visto y experimentado en esos instantes, y ahora se preguntaban seriamente qué había sucedido exactamente con aquella mujer. Clint, viéndose totalmente inmerso entre sus pensamientos racionales y las explicaciones más bizarras que se le podían ocurrir, inclusive se había atrevido a pensar que la Adelie que conocían se trataba de una impostora. Eso podría explicar el porqué de su joven apariencia a pesar de rebasar los cuarenta años de edad, y la manera en que había asesinado a su hijo de forma tan cruel e insensible. Sin embargo, tendría que mandar a hacer pruebas de DNA para confirmar esta hipótesis, y primero tenía que capturar a la fugitiva mujer.

    “Y no hay nada más después de eso, salvo la muerte de su marido hace diez años y la prometedora carrera científica de su hijo único…”, concluyó Alexa, removiendo las fotografías holográficas y dando un largo respiro después de su

    Clint quedó en silencio por otros instantes, reflexionando aun lo que acababan de escuchar y con una gran interrogante: ¿por qué no mencionaban nada de su conexión con la Orden y el Culto? Quizá antes de solicitar su ayuda, ella podría saber algo más.

    “Lo olvidaba… ¿has escuchado alguna teoría, incluso la más absurda, acerca de la posible razón por la que hayan ido contra Phillip?”

    Alexa negó con su cabeza. “Odio comentar rumores sin sustento, por lo que me reservo mi juicio hasta que tenga algo en concreto”, respondió con un tono firme que demostraba su compromiso y profesionalidad al ejercer su oficio como comunicadora de la verdad. Un rasgo que Clint siempre apreciaba en sus posibles aliados. “Tengo que irme. Estamos en contacto”.

    Con las preguntas resueltas hasta ahora – las que se podían – y sin ningún otro asunto pendiente, los líderes que habían contestado la llamada estaban listos para partir y meditar acerca de dar su apoyo a la misión de Clint. Pero antes de cerrar la llamada, y aprovechando su presencia, Clemont abordó un tema que incumbía a todos sus colegas por el silencio e incertidumbre que lo rodeaba.

    “¿Alguien sabe cuándo reanudarán las actividades y procesos para la liga Pokémon?”

    Wulfric fue el primero en admitir que no habían recibido alguna explicación concreta del porqué de tan extraña decisión por parte de los organizadores para guardar discreción con tan importante asunto. Grant, por su parte, mencionó que existía cierto rumor de que intereses personales habían suspendido sus labores, pero nada sin sustento. Por último, Viola se limitó a decir que cierto entrenador con un Mega Charizard X había tocado las puertas de su gimnasio a escasos dos días de que la suspensión diera lugar, y que el chico parecía muy apurado por ganar su medalla, como si tuviera cierta noción de lo que iba a suceder. No obstante, y con la liga Pokémon a escasos días de dar comienzo, bien pudo tratarse de un entrenador desesperado por obtener todas las medallas necesarias a última hora.

    Aclarado ese punto, Clint bajó su cabeza en muestra de agradecimiento, preparándose a dar por concluida la video-llamada.

    “Muchas gracias por su tiempo. Si es posible para ustedes y quieren ser parte de esto, vengan a la Torre Maestra para discutir los posibles planes de acción”.

    Los líderes asintieron y abandonaron la conversación, desapareciendo de los monitores holográficos y dejando solo una pantalla color verde.

    Con el mensaje enviado y la esperanza de que habían convencido a la mayoría de los líderes para ayudarlos con tan precaria situación, Clint consideraba adecuado continuar con el entrenamiento de los chicos, comenzando con la menos experimentada del grupo en cuanto a batallas Pokémon se refería.

    Debido a que el lugar donde habían realizado la llamada con los líderes de gimnasio era en realidad uno de los campos de batalla disponibles en la Torre Maestra, Clint se limitó a ordenarle a Serena que asumiera su posición para dar inicio al combate. El resto del grupo, por otro lado, se sentó en las gradas del escenario para presenciar el entrenamiento.

    “Antes de comenzar, Serena. Quiero que me respondas una cosa”, dijo Clint una vez que todos habían asumido su posición y que Serena hubiese elegido a Braixen para el combate. “¿Qué es lo que piensas cuando estás realizando alguna de tus exhibiciones o en una batalla?”

    “Pues yo…”, comenzó Serena, alterada por la repentina pregunta que le habían hecho por primera vez. Reflexionó por unos segundos, tratando de encontrar una respuesta convincente y que no revelara los sentimientos que cruzaban por su mente cada vez que necesitaba de las palabras que Ash le había dedicado y que se habían convertido en una especie de mantra que repetía sin cesar cuando el momento lo ameritaba y necesitaba superar. “Pienso en todos aquellos que me brindan su apoyo: mis Pokémon, mis amigos, mi sueño…”

    Serena concluyó con una sonrisa algo forzada, como si esperara la aprobación de Clint quien guardó silencio por un momento para luego responderle con otra sonrisa.

    “Bueno, en eso tenemos algo en común…”, dijo, aliviándola por un momento. “Pero en los momentos serios, cuando peleas en la batalla o exhibición de tu vida, o si esta corre peligro, esos pensamientos pueden ser una carga si no los dominas”.

    “¿A qué te refieres?” Preguntó Serena con cierta angustia ante otra perspectiva que nunca había considerado, pero que sonaba bastante peligrosa.

    “Voy a serte sincero, Serena. La batalla que tuviste con Aria por la corona fue, por así decirlo, bastante deficiente… sin mencionar que casi fríen a la mitad de la audiencia”

    Las palabras severas de Clint estremecieron a Serena, debilitando su autoestima y orgullo como Reina de Kalos como un mástil ante la fuerza inclemente de una verdad que había ignorado

    “¿T-Tan mala fue?” Tartamudeó, tratando de reponerse al ciclón que casi la derribaba.

    “Si te sirve de consuelo, ella tampoco mostró grandes habilidades de combate”, respondió Clint con voz firme. “No es que quiera quitarle mérito a tu victoria, Serena. Pero es evidente que tu falta de experiencia como entrenadora será algo en lo que deberemos trabajar intensamente. Sin embargo, ese no es el meollo del asunto…”

    Serena estaba aún más confundida, un sentimiento que el resto de los espectadores, salvo Elesa, podían compartir.

    “¿Entonces cuál es?” Preguntó.

    No era que Clint disfrutara ver que la autoconfianza de Serena fuera demolida con el inclemente impacto que la verdad de sus pobres habilidades como entrenadora revelaba. Pero era necesario derrumbar los viejos hábitos y creencias de una chica mimada, para que ella pudiese reconstruir su autoestima junto con una nueva, y mucho más resistente fortitud que le sería de vital importancia para superar sus temores.

    “El problema, Serena, es que dependes demasiado de los demás”.

    La aparente falsa acusación de sus estrechos vínculos con sus amigos y compañeros Pokémon, provocó en Serena cierta molestia que la motivaba a protestar contra lo que creía, era una idea errónea de lo que la confianza y amistad en verdad significaban para ella. Sin embargo, si algo había aprendido después de conocer la personalidad Clint, era ser prudente hasta que él le revelara sutilmente la verdadera intención de sus palabras.

    “Hay un error fatal que cometen muchos entrenadores: si bien, el vínculo con sus Pokémon puede llegar a ser muy estrecho, es en las batallas donde dan por hecho que eso es suficiente para luchar, limitándose a simplemente dar órdenes a sus compañeros sin ningún concepto de planeación o coordinación con ellos. Esperando a que, de alguna forma, sus caóticas órdenes les den la victoria.”

    Tal parecía que los golpes a su orgullo serían una constante en esta sesión. Por otro lado, Serena agradecía que Clint hubiese evitado señalar directamente sus fallas como combatiente, y en su lugar generalizando aquellas deficiencias con una descripción en la que por supuesto ella se encontraba.

    “E-Entiendo”, susurró. “Pero, ¿cómo puedo hacer para lograr esa sincronía en las batallas?”

    “Un entrenador debe encontrar su propio estilo con base en la experiencia de sus batallas y en la observación de los más avanzados. Aunque en realidad, son pocos los que comprenden el verdadero significado de luchar hombro con hombro en la batalla…”

    Clint abrió la pokébola que acababa de sacar de su cinturón, liberando en una serie de flashes escarlata a su compañera que serviría como instructora de Serena. Sus enormes pinzas hacían eco en los muros de campo de batalla techado cada vez que estas abrían y cerraban de forma intimidante, y sus cortas alas ejecutaban un zumbido que denotaba su ánimo para entrar en combate.

    “Como sabes, prefiero comenzar con la práctica antes de entrar de lleno con la lección. Pero por esta ocasión, te daré la ventaja de tipo y el primer movimiento para hacerlo más sencillo. ¿Lista?”

    Serena asintió con una mirada firme, recordando cómo habían sido fácilmente derrotadas la última vez que había enfrentado a su Scizor a pesar de la ventaja de tipo. No obstante, y dominada por la incertidumbre del resto de sus habilidades, ordenó el primer ataque que se le vino en mente.

    “¡Braixen, usa lanzallamas!”

    Una oleada de llamas voraces fue lanzada desde la punta de la vara del Pokémon zorro como las fauces de una bestia a punto de devorar a su víctima. El ataque parecía dar en el blanco esta vez, encendiendo en Serena un sentimiento de prematura victoria que había sido rápidamente aplacada cuando, en un despliegue de admirable agilidad, Scizor había esquivado sin problemas el ataque, dirigiéndose rápidamente a la posición de su indefensa oponente, empuñando su brillante pinza para propinar un ataque final con bala de acero.

    Pero a escasos centímetros del impacto, y con el incrédulo rostro de Braixen al ver que estaba a punto de perder la batalla, la pinza de Scizor había dejado de brillar, y asumiendo una posición de descanso como si aquel acto piadoso en realidad escondiera algo más profundo.

    “¿Qué fue lo que hiciste mal?” Preguntó Clint con voz firme, comprobando si ella era capaz de analizar la falla que había realizado.

    “¿Re-repetir el movimiento de la vez anterior?” Respondió Serena inmediatamente, aun escéptica de lo que acababa de suceder.

    “Más que eso, Serena. Ordenaste un ataque sin ninguna noción de cómo realizarlo adecuadamente, ni mucho menos pensar en lo que harías después”, reprendió Clint, ordenándole al mismo tiempo a su compañera regresar a su posición inicial. “Depender solamente de la fuerza de tus Pokémon es un error muy común entre la mayoría de los entrenadores. Tú no puedes permitirte ser una más del montón”

    La frustración al no poder comprender todos estos nuevos conceptos estaba apoderándose de Serena, y a pesar de que ella comprendía que todo esto era necesario para madurar y obtener las herramientas necesarias para enfrentar al Culto, polo ayudaba que Clint se mostraba más severo que en su sesión de la mañana.

    “Pero ¿cómo puedo saber qué ataque es el adecuado si tú puedes esquivarlo con facilidad?” Protestó con un nudo en la garganta.

    Clint alzó los brazos a la altura de los hombros, señalado ambos extremos del campo de batalla como si le enseñara algo que ella había dado por sentado. “Observa tu entorno, Serena”, dijo. “Es un espacio abierto donde mi Reina Roja tiene completa libertad de movimiento. Por tanto, un ataque como lanzallamas ejecutado a la distancia en la que tu Braixen se encuentra, es extremadamente sencillo de esquivar”

    Aquella observación tan obvia a primera vista, había despejado un poco la incertidumbre e inseguridad que la habían dominado por unos instantes. Ahora comprendía que no era solamente que Clint poseía una gran experiencia y sus Pokémon estaban muy bien entrenados, sino que él sacaba ventaja del campo de batalla y el descuido que ella había permitido pasar por alto. No más, pues ahora en adelante sería más precavida con las órdenes que ejecutara.

    Acercarse, entonces. Y luego…

    Con la siguiente ronda a punto de comenzar con la orden de Clint, Serena estaba lista para lo que iba a ordenar. Después de despejar su mente de todos aquellos distractores que constantemente la invadían, la estrategia que se le había ocurrido seguramente sorprendería hasta a su mismo mentor.

    “Braixen, ¡acércate a Reina Roja y ejecuta lanzallamas nuevamente!”

    Braixen corrió velozmente a una distancia adecuada que le sería de gran dificultad a su oponente para esquivar el ataque. Nuevamente, el torrente ígneo era lanzado por la punta de su vara a escasos metros de Scizor, quien aún permanecía en posición defensiva como si ya estuviese esperando aquel ataque. Pero a pesar de que las condiciones de la batalla se prestaban para darle una ventaja a Serena, su oponente había esquivado nuevamente aquel ataque súper efectivo, aunque en esta ocasión a escasos centímetros de recibir un impacto que la habría dejado fuera de combate.

    El desenlace de la batalla parecía repetirse, pero para sorpresa de Clint, Serena sonreía con una mirada desafiante como si ella ya esperaba aquel movimiento.

    ¡Listo!

    “¡Braixen, usa poder oculto!” Gritó Serena mientras una esfera de energía azul claro fue formada rápidamente desde las manos de Pokémon zorro, siendo disparada directamente contra su oponente.

    Los espectadores de las gradas vieron con emoción cómo Clint había sido burlado con una táctica simple y efectiva. Ash, en particular, se encontraba completamente cautivado con la estrategia que le había tomado a Serena tan poco tiempo dominar. Sin embargo, la aparente victoria de su amiga había dado un giro repentino cuando Clint había ordenado un rápido y vertiginoso movimiento de viento plateado, haciendo estallar la esfera de energía con las medias-lunas liberadas por el Pokémon carmesí, y bloqueando la visibilidad del campo de batalla con el humo resultante de la explosión.

    Una vez que este se había despejado, la figura de Braixen yacía en el suelo, posiblemente impactada en el último momento por el impacto de ambos ataques y alguna reminiscencia del viento plateado de su oponente; quien, por cierto, permanecía de pie con su respiración algo más agitada. Serena acudió inmediatamente al auxilio de su Pokémon, ayudándola a levantarse y agradeciendo sus esfuerzos en tan agitado combate.

    Clint hizo lo mismo, ordenando el regreso de su compañera a su pokébola. Se acercó a su alumna, sonriendo con sorpresa y orgullo al ver que Serena comprendía rápidamente lo que a él y a muchos otros le había costado mucho más tiempo. Esto superaba por mucho sus expectativas. Sin embargo, sintió cierta confusión con el desenlace de la batalla.

    “Eso fue… admirable”, elogió con un tono totalmente sincero, robándole una sonrisa a la chica cuya mirada evidenciaba que acababa de comprender y disfrutar lo emocionantes que eran las batallas. “Aunque el final…”

    “Creí que harías un ataque de puño bala y pues…”

    Clint la interrumpió levantando su dedo índice, como si señalara un punto importante que había pasado por alto. “Recuerda la posición de mi Reina Roja antes de que ordenaras tu ataque. ¿Viste que sus pinzas brillaran?”

    Serena hizo un rápido recordatorio de los últimos segundos de la batalla, así como del característico resplandor que aparecía en las pinzas de Scizor cada vez que ejecutaba un ataque de puño bala. No podía creer que, en medio del combate, ella había olvidado un detalle tan importante del que había sido testigo ya varias veces y del que, de otra forma, quizá habría podido contrarrestar.

    “Debes prestar atención a esos detalles para cambiar tu estrategia, Serena. Pues a menos que tengas poderes de una vidente, es bastante arriesgado dejar el resultado de la batalla a la suerte”

    “Bueno, tú haces parecerlo muy sencillo”

    “He pasado mucho tiempo puliendo esta habilidad. No es algo que se pueda adquirir de la noche a la mañana”, aseguró Clint. “En una batalla se cuenta con una enorme cantidad de variables que es imposible predecir con exactitud: el terreno, las condiciones del clima, incluso la psicología de su entrenador. En pocas palabras, el chiste de todo esto es siempre tener un as bajo la manga para cualquier contingencia”

    Serena suspiró, abrumada con tantos nuevos conocimientos que todavía trataba de digerir. Incluso un breve sentimiento de arrepentimiento cruzaba por su mente, pensando que quizá había sido mala idea comprometerse de lleno en aquella inmensa empresa que requería un completo cambio en su forma de pensar.

    Serena sacudió su cabeza de un lado a otro rápidamente, como si intentara deshacerse de aquel pensamiento. Después de todo, se había prometido así misma que haría pagar al Culto por todo el daño que ya había hecho.

    “Como siempre, suena bastante complicado”.

    Al verla un poco frustrada y exhausta, Clint no pudo evitar sentir cierta culpa al haber saturado su todavía frágil psique con tanta información. Sin embargo, ella tenía que compensar el tiempo que había dedicado en sus exhibiciones en lugar de entrenar a sus Pokémon para la batalla, además de la amenaza que se cernía sobre ellos si el Culto decidía atacarlos de nuevo.

    “Quizá no tengamos mucho tiempo antes de que ellos vuelvan a atacar. Por eso tendrás que estar al menos un paso delante de tu oponente al término de las próximas dos semanas, ¿de acuerdo?”

    Serena asintió con una ligera sonrisa y ordenó el regreso de su compañera a su pokébola para darle un merecido descanso. Se puso de pie, lista para abandonar el recinto hasta que Clint la interrumpió con una última tarea.

    “Antes de que te vayas, quiero que leas esto”, dijo mientras le entregaba un libro en sus manos. Serena lo recibió con cuidado, leyendo el título en voz baja para darse una idea de qué se trataba. ‘Anatomía básica de los Pokémon tipo insecto’, decía. Entre sus páginas se encontraba un separador azul, posiblemente dejada por él para facilitarle un poco lo que debía leer. “El conocimiento puede ser adquirido mediante varios métodos, no sólo por las batallas. Tus deberes para mañana serán pensar en una estrategia que puedas usar en nuestro próximo combate”

    “¡Lo haré!” Exclamó mientras cerraba el libro y lo colocaba entre sus brazos.

    Serena hizo una última reverencia en agradecimiento de la lección recibida y se dirigió con el resto de sus amigos en las gradas, quienes la esperaban para felicitarla por tan buen desempeño en su primera lección como combatiente. De entre ellos, Ash junto con Pikachu descansando en su hombro, se acercaban dirigiendo una sonrisa desafiante hacia el campo de batalla, ansioso por el enfrentamiento que Clint le había prometido en el desayuno.

    “Supongo que estás listo”, dijo Clint con la misma mirada desafiante y estricta al aprovechar aquel combate para continuar con su entrenamiento.

    Ash asumió su posición en el campo, haciendo su característico gesto de girar su gorra al revés al enfrentar a un fuerte oponente. “¡Siempre lo estoy!”


    . . . .​


    El ataque de la creación perpetuada por humanos ambiciosos que casi ahoga el planeta…

    La intervención del Señor de los Mares para aplacar la ira de las aves legendarias…

    El eterno conflicto entre el Señor del Océano y el Señor de la Tierra que en menos de dos años se había repetido…

    El choque entre los amos del Espacio y Tiempo que amenazaban con destruir la realidad como la conocían…

    La misma ira del Pokémon Alfa que podía hacer desaparecer toda la creación en un parpadeo…

    Y la más reciente profanación del Guardián de la Naturaleza para obligarlo a actuar en contra de aquellos a los que había jurado proteger.

    Quizá pareciera una maldición, pero indudablemente, Olympia había llegado a la conclusión de que la era en la que le había tocado vivir a ella y millones de personas, resultaba peligrosa por los constantes cataclismos que azotaban el planeta. Algunos más graves que otros, pero con una frecuencia tan espeluznante que le hacía preguntarse constantemente si los Pokémon más poderosos de la tierra parecía importarles en lo más mínimo las innumerables vidas inocentes de aquellos quienes tenían la desgracia de encontrarse en su camino.

    Si bien, muchas de ellas habían sido provocadas por humanos codiciosos e insensibles en su búsqueda insaciable para cumplir con sus objetivos egoístas, eso no evitaba que Olympia se desgastara tanto en cuerpo como en alma de los constantes espasmos que su mente experimentaba cada vez que la integridad del mundo era amenazada. Algo tan común en los últimos años que la habían hecho aceptar su destino como mensajera del porvenir y guía de aquellos elegidos para proteger el mundo.

    Sin embargo, un muy reciente y extraño evento la había hecho desconcertarse por la naturaleza misma que no correspondía con alguna de las crisis que había previsto anteriormente. Una sombra diminuta color púrpura en uno de los extremos del enorme escenario cósmico del gimnasio donde ella podía percibir cualquier irregularidad que amenazara el mundo en que vivían.

    “¿La amenaza está creciendo?” Preguntó Diantha, quien había sido llamada personalmente para ser advertida de la crisis que se avecinaba.

    “Todo lo contrario…”, contestó Olympia, levitando en la mitad del salón donde tenía un mejor panorama del escenario. “La crisis relacionada con el Pokémon Z se desvanece como el brillo de una estrella a punto de concluir su ciclo de vida…”

    Diantha parecía confundida. La idea de que la amenaza contra Zigarde que ponía en peligro a todo el planeta hubiese sido enfrentada por alguien más sin que ella se enterara, sonaba bastante irreal y optimista. Sobre todo, si la gran vidente hubiese pasado por alto al héroe o evento imposible que las acababa de salvar.

    “¿Cómo es que aquella amenaza haya sido resuelta sin nadie que interviniera?” Preguntó una vez más, con la esperanza de que Olympia hubiese encontrado algo después de un largo tiempo observando el horizonte espacial en busca de una respuesta.

    “El resplandor carmesí de la tragedia no fue apaciguado, Diantha”, aseguró Olympia después de una búsqueda infructuosa en el cosmos. “Está siendo opacado por la oscuridad de un ente extraño y mucho más agresivo”.

    La respuesta de Olympia desconcertó aún más a la campeona.

    “¿Qué significa eso?”

    Olympia no respondió. No por evitar preocupaciones apresuradas en un escenario de por si difuso y peligroso, tampoco por la esperanza depositada en el heróico Greninja que ya no parecía suficiente para enfrentar la crisis. Dispuesta a descubrir la verdad detrás de la diminuta sombra en el espacio profundo, la gran vidente enfocaba todos sus pensamientos y habilidades psíquicas en un profundo trance sin importarle el riesgo que esto podría ocasionar en su mente. Después de todo, ella amaba este mundo, y no permitiría que algo amenazara con destruirlo para siempre.

    Intrusa…

    Olympia andaba por el oscuro y silencioso vacío de la incertidumbre, buscando con desesperación alguna voz que la ayudara a encontrar la respuesta que necesitaba.

    Largo…

    Siguió caminando por lo que parecían ser horas. En cada paso que daba, el concepto de tiempo parecía ser distorsionado por el silencio absoluto que las tinieblas cernían sobre el pequeño resplandor que ella cargaba consigo, como si se tratara de una intrusa tratando de llevar un poco de luz entre la inmensidad de la nada.

    Pero de pronto, una voz entre la oscuridad le haría saber que ella no era bienvenida a hurgar en ese lugar.

    Largo…

    Olympia cayó de rodillas después de sentir el cómo una especie de melodía la golpeaba en el abdomen como si se tratara de un arma sónica capaz de hacerle daño similar al del castigo físico. Tomó aire, tratando de sobreponerse ante el atentado y dispuesta a llegar al fondo de eso, aunque su vida corriera peligro.

    ¡LARGO!…

    El grito ensordecedor podía escucharse en toda la oscuridad a pesar de que no parecía existir un medio donde propagarse. Si bien las leyes naturales no podían aplicarse en la materialización de un universo metafísico, Olympia estaba por perder la razón al exponerse cada vez más ante el mismísimo poder de la ruina que no permitiría la intrusión de alguien que podría entorpecer sus planes nuevamente.

    Como desees…

    Una nebulosa de colores extravagantes envolvió a Olympia como un torbellino de terror provocado por la misma locura de millones de condenados a sufrir el tormento eterno a manos de uno de los poderes más grandes que existían en este mundo… o en muchos otros. Los gritos y aullidos de grotescas criaturas rozando su cuerpo y atacando su mente, amenazaban con quebrar su voluntad de acero e invitarla al festín que la misma esencia del placer y el exceso había preparado para ella.

    No luches más… Déjate llevar…

    Con sus vestiduras rasgadas y el cuerpo herido por innumerables rasguños que incluso habían arrancado trozos de su piel, Olympia hizo un último esfuerzo para resistir la tentación y escapar del infinito tormento que el Príncipe Oscuro lanzaría en contra de ella para su deleite.

    “¡Él…!” gritó, tomando con los restos de su puño izquierdo la única reliquia, la mismísima esencia del guardián Alfa, que podría servirle en un momento en donde la corrupción de su alma parecía inevitable. “¡Él protege!”

    Una luz como el del faro a la mitad de la tormenta resplandeció desde su cuerpo, liberándola de su tormento y regresándola al mundo material donde aún sentía las secuelas de ser torturada por espectros extraños. Creyendo que aun esos… esos “demonios” no la habían dejado en paz, rechazaba con violencia cualquier tipo de ayuda que sus jóvenes aprendices y Diantha intentaban entregarle para hacerla reaccionar.

    “¡Olympia!” Exclamó la campeona, sosteniendo con firmeza el brazo que se agitaba con violencia. “¡Olympia! ¿Me escuchas?”

    “¡QUIEREN ENTRAR Y ENGULLIRNOS! ¡LO HAN INTENTADO POR AÑOS Y NUNCA LOS VI VENIR!”

    El grito desesperado conmocionó tanto a sus aprendices

    “Tranquila…” dijo con un tono suave y sereno. “Yo estoy aquí”.

    Poco a poco, Olympia comenzaba a recuperar la cordura y recordar que en este estaba salvo. Al menos hasta ahora, pues las tinieblas de aquel intruso se cernían sobre todo lo que ella amaba y había tratado de proteger en vano por la seria amenaza que representaba.

    “Debí… debí haberlo visto cuando aún teníamos tiempo”, susurró mientras las lágrimas recorrían sus mejillas con la profunda tristeza de alguien quien parecía perder toda esperanza de vivir. “Ya viene…”

    Diantha quería saber todos los detalles de aquella sensación, pero no consideraba adecuado obligar a hablar a una de las mujeres más fuertes que conocía, preguntándose al mismo tiempo que la había hecho reaccionar de esa manera en tan solo unos segundos después de haber estado en trance.

    Se limitó a hacer una simple pregunta para tratar de obtener, aunque sea la más mínima pista antes de que Olympia tuviera un muy merecido descanso.

    “¿Quién?”

    Olympia giró muy lentamente su cabeza, como si el terror aun entumiera cada músculo de su cuerpo. La miró directamente con sus ojos llorosos y susurró la única palabra que había alcanzado a distinguir entre un mar infinito de gritos espectrales y aullidos de dolor.

    “La disformidad…”

    Con aquella palabra que había agotado hasta la más mínima pizca de energía y cordura que le quedaba, Olympia cayó inconsciente. Sus discípulos y la campeona apresurados para buscarle ayuda y llevarla lo más pronto posible al hospital más cercano.

    Fue en ese momento de total conmoción y angustia por el destino de la gran vidente, que ninguno de los presentes se había percatado de la pequeña sombra en la bóveda celeste, extendiendo poco a poco sus raíces como una hierba ponzoñosa dispuesta a infectar el planeta con su corrupción y suciedad.


    TO BE CONTINUED…
     
  15.  
    J.Nathan Spears

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    ¿La Disformidad? Extraño nombre para un ente maligno...

    En fin, esta investigación progresa a pasos lentos... como si fuera un Tirtouga recién nacido. No obstante, así me gusta a mí n__n. Me reí con el motivo de Ramos para no atender a la reunión xD. Y bueno, lo de Clint diciéndole sus verdades a Serena fue muy bueno, la verdad, puesto que... ¡Razón no le falta! ¡Serena no sabe estrategizar nada! Va a necesitar muchísima práctica. Y bueno, veremos después qué tan rápido avanza... y luego a ver si Ash consigue pelear sin recibir descarguitas -w-U

    Pero bueno, la cosa se pondrá interesante con esta nueva amenaza que opaca a Zygarde... ¡A ver qué ocurre en el siguiente episodio! xD
     
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  16.  
    Edmund Daltonic

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    El Culto al Placer. Hasta pronto y gracias por los reviews.
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    Género:
    Misterio/Suspenso
    Total de capítulos:
    49
     
    Palabras:
    3047
    Ya mero llegan las respuestas. Y van a estar de espanto.

    Si, ambos apestan un poquito. Por eso hay que trabajar un bueeen con esos personajes, por que no puedo simplemente cambiarlos como hace la mayoría. Rayos, de haber sabido lo complicado (y algo tardado) que sería, hubiera usado OC en lugar de los protagonistas.


    En fin, este "shot" contará la primera parte de una historia que estoy seguro estaban ansiosos (o ansioso, por que quien sabe si hay alguien aparte del buen Nathan) de saber: ¿qué corrompió a los Valois? Originalmente quería ponerlo en los capítulos, pero eso alentaría el ritmo de la historia principal, por lo que serán algo aparte. Aún no se cuantos habrá, pero por ahora contemplo siete. De cualquier forma, todos serán geniales (como siempre). Disfruten.

    Ah, también cambié por el guión. Si es mejor así, creo que se va a quedar.

    Shot: El Ocaso de los Valois (Pt.1).

    Diez años atrás.

    La contagiosa balada de la infancia resonaba con la compañía de alegres Pokémon en los jardines de la tranquila y pacífica residencia a orillas de la famosa zona vinícola del mediterráneo Kalosiense, un lugar de reposo y libertad donde un niño brillante podía desenvolverse de forma vivaz como recompensa por su destacado desempeño como el aspirante más joven que el Instituto IRD hubiese aceptado en toda su historia. Un lugar especial donde las ajetreadas rutinas y compromisos de cierta pareja influyente e intelectual, eran hechas a un lado para cuidar del tesoro más grande que ellos poseían.

    Desde el comedor de jardín de su residencia veraniega por cuya vista se podía contemplar el plácido mar y los emparrados invadidos de racimos de uvas listas para ser cosechadas, la atención de Adelie sólo se enfocaba en la inocente imagen de su hijo corriendo entre las cosechas al lado de sus fieles Machomp y Timburr, haciéndole recordar una época igual de alegre cuando pasaba sus veranos con la compañía de su querida amiga cuando era niña. Una mujer que, curiosamente, acababa de engalanar el comedor del jardín con su característico estilo de una mujer fuerte de inquebrantable actitud que denotaba la fortaleza de sus convicciones.

    Y, sin embargo, ni siquiera Palermo podía evitar saludar con una cálida sonrisa que fue respondida por su amiga de la infancia, una de las personas más importantes en todo el mundo para ella, como si Adelie ya estuviera esperando con ansia su llegada. Dos bellas mujeres que, a pesar de que su más notable florecimiento que había robado el corazón de innumerables pretendientes ya había pasado, sus atributos aún se mantenían en la mayoría intactos, aunque la invitada de honor ya mostraba cierto desgaste más notable en el rostro por la agitada vida que había elegido.

    - ¡Phillip, tesoro! ¡Alguien vino a visitarte!

    Phillip atendió al llamado de su madre deteniendo su juego casi de inmediato. Pero al vislumbrar la silueta de su tía, aceleró el paso, seguido de sus dos compañeros Pokémon y rebosando de felicidad al ver nuevamente a su persona favorita en todo el mundo.

    - ¡Tía Pami! – Exclamó vivazmente una vez que llegó al comedor de jardín, regalándole un caluroso abrazo de bienvenida.

    - ¡Santo cielo! ¡Mira cómo has crecido! – Exclamó la bondadosa tía al recibir el abrazo afectuoso de su sobrino. Una vez que este había dejado de sujetar con fuerza el cuello de su tía, Palermo dedicó unos segundos más para contemplar los cada vez más hermosos rasgos que había heredado de sus padres – Tengo algo para ti.

    Palermo buscó de entre su bolso una pokébola adornada con un listón color azul que Phillip desató con enorme emoción, pero sin maltratar el adorno que su tía cuidadosamente había puesto ahí como muestra de su cariño. Presionó el botón de seguridad del dispositivo para liberar a la misteriosa criatura de su interior y, después del despliegue de destellos escarlata que se materializaban en una forma redonda de apenas el tamaño de la cabeza de Phillip, los bellos ojos celestes que había heredado de su madre destellaban con alegría al reconocer al Pokémon que tanto le había dado curiosidad por su relativa simplicidad y composición gelatinosa que escondía a una criatura poderosa e inteligente, tal como aquella descripción que había leído en uno de los libros de su padre.

    - Un Pokémon especial para mi niño especial.

    Phillip rodeó con sus pequeños brazos a su nuevo amigo mientras frotaba su mejilla con el cuerpo gelatinoso de Solisis como como si se tratara de una suave almohada. El Pokémon psíquico, por su parte, no parecía molesto en absoluto, y disfrutaba el gesto gruñendo con el característico sonido de una criatura que había simpatizado casi al instante con su nuevo compañero.

    - ¡Gracias, tía Pami! – Agradeció el pequeño mientras le daba otro gran abrazo, para luego dirigirse a su madre – Mamá, ¿puedo jugar con mi nuevo amigo?

    - Por supuesto, tesoro. Pero recuerda que almorzaremos en poco tiempo.

    Phillip asintió con cortesía mientras daba un gritó de emoción y se perdía nuevamente entre los emparrados sujetando a Solosis por encima de su cabeza como si fuera un balón, seguido de sus dos compañeros que gruñían con el mismo tono eufórico al haber conseguido un nuevo amigo para jugar.

    - ¿Esos Pokémon son salvajes? – Preguntó Palermo con curiosidad y cierta cautela mientras contemplaba la diferencia de tamaño entre ambas criaturas luchadoras al rodear a su sobrino.

    - Oh, no – Respondió Adelie – Originalmente fueron capturados por François para hacer un estudio comparativo entre el tejido muscular de los Pokémon tipo pelea y los seres humanos. Los iba a liberar en cuanto acabara su investigación, pero Phillip se encariñó tanto con ellos que decidimos dejarlos aquí.

    Palermo sonrió con dulzura, empalagada con la ternura que su sobrino era capaz de demostrar con cualquier nueva persona o Pokémon que conocía. Un rasgo que, seguramente, lo haría muy popular con las futuras chicas que lo seguirían con admiración por su carisma, humildad e inteligencia.

    - Adoro a ese pequeño – Dijo Palermo después de un largo suspiro – Cada vez que lo veo es más guapo e inteligente.

    - Bueno, ¿de quién crees que lo heredó? – Rio Adelie mientras llenaba la tasa de té de su huésped y la invitaba a tomar asiento en la mesa del jardín donde también algunos bocadillos ya las estaban esperando. – Aunque la inteligencia en verdad viene de su padre. Actualmente, Phillip atiende a un diplomado de Bioquímica en el Instituto IRD.

    - ¿En verano? – Dijo Palermo con incredulidad, no por la hazaña del niño prodigio, sino por la pérdida de la maravillosa infancia que podría poner en riesgo su desarrollo.

    - ¿Ves que él está dejando de ser un niño, Pami? - Adelie rio nuevamente para calmar las inquietudes de su amiga – François y yo procuramos que lleve una vida equilibrada. Por eso venimos aquí los fines de semana para que esté lejos de los deberes y el estrés que alguien de su gran capacidad y corta edad podría enfrentar.

    - Me alegra que a pesar de su gran intelecto, trabajo constante y responsabilidades que ni siquiera algunos adultos podrían imaginarse, todavía recuerde que es un niño – Dijo con dulzura mientras seguía contemplando el paisaje del mediterráneo veraniego – Es simplemente un niño perfecto.

    - Perfección… – Repitió Adelie mientras daba un delicado sorbo a su taza de té – Bueno, ya sabes lo que pienso de esa palabra.

    Palermo respondió con una pequeña carcajada al recordar la complicada filosofía que su vieja amiga aplicaba cada vez que se mencionaba esa palabra. Un significado que rechazaba cualquier noción de banal superioridad o culminación de la eterna búsqueda del conocimiento, y uno de los pilares que Jean-Phillip Rameau, el fundador de la más prodigiosa familia de músicos y compositores de todo Kalos, había heredado a sus descendientes.

    - "La perfección es la ilusión del mediocre" – Recitó Palermo para luego dar el último sorbo a su tasa de té – ¿Aún no crees que es algo estricta?

    - Mi ancestro sólo quería decir que la subjetividad en como vemos las cosas podría hacernos caer en una falsa percepción de la realidad, querida amiga – Respondió Adelie con una cálida sonrisa al tocar un tema al que ella le guardaba un profundo respeto – Por eso nunca debemos de asumir absolutos que nos hagan abandonar la búsqueda de la verdad.

    Con su complicadísima agenda, Palermo no tenía mucho tiempo para socializar con otras personas o formar nuevas relaciones más allá de las formalidades de su vida profesional. Era tal la represión de simples gestos de felicidad, que Palermo decidió que hoy desquitaría el tiempo invertido con la mayor cantidad de sonrisas que hubiera podido obsequiar a la familia que adoraba con locura.

    - Pues haciendo honor a la época del gran Jean-Phillip Rameau, buscaré a la esposa perfecta para mi amado sobrino.

    Adelie rio nuevamente al mismo tiempo que daba un sorbo a su taza, provocando que parte del líquido se derramara en el mantel y ella se excusara con el gesto de cubrir su boca usando las yemas de sus dedos.

    - Siempre me gustó esa parte de ti, Pami. A pesar de que honro los principios más sagrados de mi familia con orgullo y respeto, tú posees esa aura de nobleza y tradición que en la mayoría de las ocasiones es absolutamente encantadora.

    Palermo no pudo evitar ocultar el leve rubor en su mejilla al recibir un sincero cumplido por parte de la mujer que más estimaba. Además, bien sabía en el fondo que Adelie aprovechaba su dominio de las palabras para desarmarla de su imperturbable porte como ninguna otra.

    - Va-Vamos, Adelie. Sabes que fuera de los escenarios, me es difícil aceptar halagos y cumplidos.

    - Dije "en la mayoría de las ocasiones" – Aclaró Adelie - Otras veces puedes llegar a ser una completa desgraciada.

    Palermo soltó una sonora carcajada que casi le provoca repetir el descuido que su amiga había cometido anteriormente. Hasta ahora, el viaje había valido totalmente la pena, pues además de poder ver a su querido sobrino, ella podía revivir otra de las habilidades excepcionales de Adelie: su sentido del humor que en ocasiones llegaba a adquirir cierta acidez por la honestidad en la que se desenvolvía. Para los que la conocían, este representaba un gesto de absoluta confianza y hermandad para con sus seres queridos, y una de las razones por las que François había quedado absolutamente hechizado inmediatamente.

    - ¡Ba-Basta! – Exclamó, tratando de recuperar el aire después de sufrir un ataque de risa como el que no había experimentado en mucho tiempo – ¡Oh, cielos! Hacía mucho que no me reía de esta manera.

    - Si… desde que estás con él.

    Como en todas las amistades duraderas, existía un sinnúmero de cosas en las que ambas no concordaban: su Pokémon favorito, la mejor temporada del año, el mejor vino de la región, y una larga lista de etcéteras. Pero tan pronto como su vieja amiga había tocado un punto sensible en la que desde el principio ella no estaba de acuerdo, la risa de Palermo cedió, reemplazada por un largo momento de silencio en el que su mirada seria y levemente ofendida por aquel atrevimiento, trataba de dilucidar las verdaderas intenciones de haber sido invitada en aquella residencia.

    - No lo conoces bien, Adelie – Reprendió Palermo con un tono severo.

    - Cierto – Contestó Adelie con seriedad para aclarar de una vez por todas aquel asunto – No lo conozco, Pami. Pero como tu mejor amiga, debo decir que me preocupa que él esté ejerciendo cierta presión sobre ti y…

    - ¿Qué estás insinuando? – Preguntó Palermo con un tono que denotaba su irritación ante la acusación a la que estaba siendo sometida. - ¿Que no puedo distinguir cuando alguien intenta manipularme?

    - Yo jamás…

    - Fui reina de Kalos, Adelie. Y la mejor hasta ahora – Interrumpió Palermo mientras subía el tono de su voz para dejar en claro que ella no era una adolescente embriagada con el amor juvenil que a menudo desemboca en relaciones fallidas. - Conozco de primera mano el tipo de escoria que encuentras en el mundo del espectáculo, y puedo asegurarte que él sólo quiere lo mejor para mí en mi nueva misión para buscar a dignas portadoras de mi corona. Pues yo no pienso tirar mi brillante carrera por la borda como tú lo hiciste.

    Quería responder argumentando que no fue por presión de su marido el que ella diera una merecida pausa a su vida profesional, sino el amor que tenía por su familia la que hizo que agendara sus prioridades y decidiera por fin dejar los escenarios. Además, en sus ratos libres explotaba sus habilidades como compositora y aprendía el arte culinario de la preparación del vino. Pero sabía que la amistad le era más valiosa que el orgullo, y si no cedía un poco para aclarar las cosas en ese instante, podría perder a su amiga para siempre.

    - Yo… Yo sólo me preocupo por ti, Pami.

    En aquella mirada melancólica y llena de arrepentimiento, Palermo pudo ver que la sinceridad de Adelie una vez más aplacaba su ira y le provocaba compartir el profundo pesar que ella seguramente estaba sintiendo. De hecho, la sensación era peor, pues al ser su amiga de la infancia, Palermo comprendía que Adelie se había tomado muchas molestias para preparar el escenario en la que se había armado de valor para confrontarla ante un asunto que siempre le había causado cierto temor por la discreción y el misterio que rodeaba a su pareja.

    Deshonrar aquel acto valiente que demostraba una vez más los lazos de amistad con un despliegue de cólera irracional, representaría un insulto hacia todo aquello que habían compartido por años.

    - Mira… lo siento mucho, Adelie. Sé que he estado muy distante últimamente, pero te juro que yo estoy bien – Aclaró Palermo con una leve sonrisa y un tono más simpático para aplacar su enojo - De hecho, no solo vine para saludar y ver a Phillip. También quería invitarte a ti y a tu esposo a algo que planeamos rescatar de su letargo.

    Palermo buscó de entre su bolso, una carpeta forrada de cuero negro que abrió para sacar una invitación bellamente decorada con grabados de oro y atada a un cordón púrpura que entregó a su amiga.

    - "La Orden de la Doncella" – Leyó Adelie en voz alta - ¿Como la que tienen en Hoenn?

    - Algo así. Pero esta es mucho más antigua, con tradiciones y rituales más apegadas a la leyenda de la princesa que lo hacen más exclusivo y emocionante.

    Adelie sintió un leve sobresalto al tratar de comprender el significado de lo que Palermo había mencionado. Como niñas criadas en familias con tradiciones e historias antiguas que a menudo podían considerarse un poco siniestras para la época moderna, no podía dejar de hacer hincapié en aquella que le había causado tanta tristeza al escucharla por primera vez debido al trágico desenlace que había sido cortado en la versión que se contaba actualmente.

    - Si está basado en esa historia. La verdadera historia, entonces creo que también debe poseer cierto tono oscuro.

    - Vamos, Adelie – Animó Palermo – Es una forma de experimentar y liberarse un poco. Creo que le agregaría un poco más de picante a tu relación.

    Adelie se ruborizó un poco con aquella última oración. No por vergüenza al admitir que la intimidad entre ambos había perdido un poco de su llama después de tener a su hijo, pues era todo lo contrario. Por supuesto que jamás mencionaría con lujo de detalle los momentos más privados de su relación, ni siquiera a su mejor amiga. Pero si algo era cierto para ella, es que, en el arte de amar, su marido no tenía comparación.

    Dándose cuenta de que estaba divagando demasiado con lo dicho por Palermo, Adelie se sacudió rápidamente esos pensamientos y regresó a la conversación.

    - Mmm… no lo sé. Para empezar, François no podría ir ya que está en un punto muy importante de su carrera. Quizá lo nombren jefe del área de Neurociencias en el Instituto IRD, y su trabajo como voluntario en el hospital infantil es de suma importancia para él.

    - Bueno, eso es una lástima – Gruñó Palermo al ver que su plan para reconciliarse y que ambos varones pudieran congeniar, no saldría como ella esperaba. - ¿Pero por qué no vienes tú? Sólo será por un par de días y podemos usar el avión privado para ir y regresar a tiempo.

    - ¿Avión? – Preguntó Adelie extrañada - ¿Pues qué tan lejos está?

    - En Kanto, por supuesto – Aclaró Palermo – ¿No te había dicho que ahí es donde últimamente he dirigido todos mis movimientos? Después de todo, busco talento en lugares donde nadie se ha fijado antes. Así que, ¿qué dices?

    Adelie aún estaba muy escéptica con la idea. Si bien la distancia no parecía presentar obstáculo para que ella asistiera, y fácilmente podría encargar a Phillip con su padre y alguna niñera que lo apoyara durante esos dos días, el misterio que rodeaba la dichosa Orden alertaba a su instinto. No obstante, aquella invitación podría representar la oportunidad perfecta para reconciliarse con Palermo y conocer a fondo al hombre que poseía su corazón.

    No hay nada que perder, pensó.

    - De acuerdo, iré – Aceptó finalmente, provocando una sonrisa de satisfacción en el rostro de su amiga.

    - Será divertido. Te lo aseguro.

    Y con un último intercambio de sonrisas afectuosas entre dos amigas dispuestas a recuperar parte de su confianza perdida, el almuerzo estaba listo para ser servido. Desde los emparrados donde Phillip aún jugaba con sus tres compañeros, la voz de su madre indicó que era momento de dejar de jugar un rato para acompañarlas a comer, la cual obedeció de inmediato y dirigiéndose a toda velocidad hacia el comedor del jardín; no sin antes haciendo una parada al sanitario para asearse un poco y estar presentable en el almuerzo. Después de todo, no quería dar malas impresiones a su tía.

    Y así, en un último día soleado de verano lleno de dicha donde los vínculos de afecto y hermandad parecían ser más fuertes que nunca, el ocaso señalaba el fin de la familia más pura e inocente que existiera en este mundo, dejándolo indefenso para evitar su llegada.
     
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  17.  
    Dr Kaos

    Dr Kaos Guest

    Esta historia la vengo siguiendo desde hace un buen tiempo en FF.net, aunque nunca me había dado el tiempo para comentar (más que nada porque no encontraba algo constructivo que decir...)


    no sé realmente que decir, es una de las mejores historias largas que eh pillado últimamente de pocketto (en progreso y sin abandonar), antes de empezar a leerla debo confesar que tuve algo de prejuicio ante el resumen inicial... (-.- cierta plaga en el mundo fanfiction de poke ahora me hace desconfiar de cualquier fic... ), de igual forma algo en el nombre logro picar mi curiosidad....


    fue algo bueno porque pude encontrar uno de los tipos de historias que mas me agrada, una que tenga tintes policiacos e intriga, misticismo, junto a la ironía del humor, mas su pisca precisa de romance... pero sobre todo me encanta como planteas el erotismo en la historia sin llegar a ser algo explicito, vulgar y sin sentido... realmente se agrádese.


    No soy el mejor ser para hablar de narración y ortografía (Apesto!) pero si puedo desir que la forma en que narras está bien cool, es la ideal.


    En lo que es la historia en general diré...


    El personaje de clint esta genial, todo un badass que cumple en tener una personalidad cool... pero humanizándolo al mostrarlo que aun así no puede el solo contra esa organización que acasado por años, viéndose ahora obligado incluso a tener que ser una psudo niñera-maestro...


    Otro punto destacable es la manera en que hiciste crecer a Ash, llevarlo a la pubertad pero manteniendo la esencia del personaje... ósea el chico que pone todo lo que no sea su "gran meta" aparte. (tal vez eso lo salvo un poco de que solo perdiera una pisca de su inocencia... ) más aun lo volviste un completo lastre para el grupo, volviendo inútiles las pocas habilidades que lo hacían destacar y en cierta forma amplificando sus carencias (... el chico de parsi es impaciente e imprudente... y si le agregamos esas hormonas sueltas... mama mia!)


    De Serena solo puedo decir... es la mas débil del grupo (bueno la mas débil después del Ash-infectado), por lo menos a ganado fortaleza (aun no sé cómo no ha vuelto a casa corriendo para regresar a su tranquila vida anterior.... dejando todo aquel trauma atrás)... mas aun me intriga la luz que salió de ella durante la ceremonia...

    por otro lado ansió ver como las cosas se van a salir de control a palermo... aria por un lado... clint por otro... los flares... me pregunto si esa lista seguirá en aumento...


    en fin entrando al capitulo...

    Me sorprendió lo normal... por no decir la humildad que poseía Adelie... lo inocente que era phillip a pesar de ser todo un genio...

    realmente... ¿Que paso?... mas aun no puedo evitar preguntarme... que tan involucrada estaba palermo con el culto en aquella época.... ¿Eran sus primeros pasos también, o ya estaba metida hasta el fondo? ¿Tanta adoración tiene al culto como para a ver llevado a su amiga a tal... sádica locura?

    me es interesante saber que el sr Valois aparecer no asistirá en tal encuentro... sobre todo que tanto ese detalle afectaría en su inevitable destino...

    y como Phillip terminara metido en el culto... demasiadas preguntas...


    eso sería todo por ahora... me hubiera gusta comentar algo mas... pero creo que ya fue mucho, por eso solo me queda decir el ya trillado "sigue así, y espero con ansias el próximo cap"

    saludos!

    p.d: ¿Volveremos a ver a cierto trió? digo... ya se que clint los amenazo pero.... ¿Alguna vez esas cosas han detenido a esos tres? digo llevan desde el 97 intentando atrapar a la ratita cuki... no creo que ni la amenaza de todo un badass los valla a detener...
     
    Última edición por un moderador: 12 Septiembre 2016
  18.  
    J.Nathan Spears

    J.Nathan Spears Adicto Comentarista Top

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    Bueno, es una buena side-story sobre lo que eran Adèlie y Palermo en su pasado. Aunque en fin, Palermo debería entender que si Adèlie decidió "botar a la basura" una carrera llena de frivolidad fue por amor verdadero y expandir sus conocimientos... al menos en un inicio. Después no sé qué chuchas habrá pasado

    Por cierto, escribiste "Machomps" y "Timburrs" cuando debería ser "Machop" y "Timburr". Así es, la especie Pokémon no lleva plural en realidad.

    Y bueno, algo me dice que veremos al tal Asdrúbal por ahí :V.

    Sigue así, compa... aunque prefería que te aventases estos flashbacks DESPUÉS de ver cómo Ash aprende a batallar -w-U

    En fin xD
     
  19.  
    Edmund Daltonic

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    ¡Ey! Me alegra saber que los seguidores de esta historia se presenten de vez en cuando. Eso confirma que de los views obtenidos, al menos debe haber un 2, 3% que están al pendiente de cada capítulo. Bastante bueno si consideramos que, por ejemplo, este tiene 1700 views.

    En fin, muchas gracias por tus comentarios y ánimos. Son excelentes para subir la moral y repasar lo que he construido hasta ahora. La verdad es que ha sido toda una aventura y un compromiso al utilizar personajes ya conocidos y trabajarlos en una forma que el animé jamás lo haría. Tomo muy en serio la verosimilitud de la historia y, por ende, no podría permitirme hacer esa vulgarización que hace la mayoría (hacer de Ash un playboy por "x" razón y cosas así).

    Aún hay una tonelada de misterios y preguntas que rodean todo este asunto. De hecho, la misma historia me ha superado, pues varias cosas se me ocurrieron en el camino que la enriquecieron o me obligaron a replantear para darle sentido y profundidad. Nunca pensé que llegaría al capítulo 23 con aún mucho que contar, así que solo espero que me de tiempo de hacerlo para terminar de manera gloriosa y después dedicarme a otras cosas.

    Ah, y con respecto al adorado trío de criminales... Ten por seguro que volverán en un día de estos, pues como dices, su perseverancia es tal que no serán tan fácilmente intimidados por Clint.

    Saludos y gracias.

    ¿En donde viste eso? Revisé el escrito y no utilicé plurales en ninguno de ellos. Aunque si escribí "Machop" con una "m" entre la "o" y la "p". Aún no edito esa parte para corroborarlo.

    Lo que sucedió fue que quise comenzar el siguiente capítulo con ese flashback y después retomar la batalla. Pero resultó ser más largo de lo que esperaba y mejor decidí dejarlo a parte como si fuese una mini-historia que narrará la tragedia que acabó por corromper aquella familia. De esa forma creo que no se pierde el ritmo de la historia principal.

    Pero no os preocupéis, pues el siguiente capítulo ya no ha de tardar. Y si, habrá batallas locas y un par de coscorrones bien merecidos para Ash.
     
  20.  
    Edmund Daltonic

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    Título:
    El Culto al Placer. Hasta pronto y gracias por los reviews.
    Clasificación:
    Para adolescentes maduros. 16 años y mayores
    Género:
    Misterio/Suspenso
    Total de capítulos:
    49
     
    Palabras:
    6056
    CAPÍTULO 24. Ash Vs. Clint.

    Había algo detrás de la sonrisa desafiante de Ash que podría desconcertar a cualquiera que pudiera leer los pensamientos que se aglutinaban en su cabeza, los cuales trataban desesperadamente enfocar su atención a la batalla a punto de iniciar mientras buscaba alguna explicación lógica acerca del conflicto en que se habían metido desde aquel día en que Serena había partido brevemente. Es decir, hasta hace apenas una semana sus aventuras se limitaban a conocer y ayudar a distintas personas y Pokémon a superar retos relativamente simples: memorias u objetos perdidos, problemas de autoestima; a lo mucho algún conflicto entre Pokémon como el que había sucedido a su amigo Goodra antes de que decidiera dejarlo en aquel santuario natural.

    Y, si bien sus encuentros con criaturas legendarias ponían a prueba sus verdaderas habilidades como entrenador y ser humano, enfrentar a un grupo despiadado que no parecía tener ninguna restricción moral en arrebatar vidas a sangre fría, era harina de otro costal. No importaba que tuviesen el apoyo de alguien con la noción y experiencia contra esta clase de enemigos que, hasta hace poco, Ash sólo creía que existían en historias de ficción más maduras; relatos de una época más violenta que había sido dejado atrás para vivir en la relativa paz que casi todo el mundo disfrutaba.

    Pero el peligro era real. Serena lo había experimentado en carne propia y él lo recordaba cada vez que sentía al parásito en su cabeza alimentándose tan pronto como la alegría y el placer invadían su cuerpo, arrebatándole aquello a lo que dedicaba su vida y su esfuerzo. Viéndose incapaz de luchar a su estilo hasta que resolvieran aquel asunto, Ash había decidido que aprovecharía cada segundo de la batalla amistosa que tendría con Clint. Un pequeño respiro en el que concentraría todos sus pensamientos y esfuerzos para no permitir que el parásito conspirara en su contra, y así sacar hasta la última gota de júbilo que obtendría después de la sequía que lo estaba volviendo loco.

    O al menos eso creía.

    Desde su posición, Clint había sacado nuevamente el dispositivo que regulaba la intensidad de corriente en el aparato que Ash se veía obligado a usar para evitar el desarrollo del parásito. Eso, por supuesto, alertó al entrenador quien poco a poco se daba cuenta que el combate no sería como él se imaginaba.

    - ¿Qué haces? – Preguntó Ash, a pesar de que ya sabía la respuesta.

    - ¿Debo recordarte que hasta que no controles tus emociones, usar el dispositivo de choque es obligatorio? – Recalcó Clint con cierto reproche al tener que recalcar lo importante que era tomar estas medidas.

    - Se suponía que esto sería una batalla amistosa – Protestó con un tono desalentador que era imitado por el gruñido de Pikachu.

    - Nunca acordamos eso – Aclaró Clint después de haber terminado con los ajustes del dispositivo de Ash – No desperdiciaremos valioso tiempo en una batalla que no ganarás.

    Ash hizo una mueca de disgusto ante la medida estricta de Clint que derribaba todas sus expectativas. No era solamente la frustración de no poder disfrutar algo que él adoraba hacer más que nada en el mundo, sino que le costaba trabajo aceptar la gravedad de la situación a pesar de que las precauciones y entrenamiento de Clint a la larga lo ayudarían a superar estas dificultades. Además, si bien en ocasiones Ash era bastante rebelde y osado contra cualquiera que pretendiera poner cierta autoridad sobre él, aún no entendía por qué ese desdén contra las reglas parecía ser más fuerte que nunca.

    - De acuerdo – Dijo Ash mientras intercambiaba una mirada de confianza a su compañero amarillo. Quizá no sería la batalla que ellos esperaban, pero al menos pondrían una condición para compensarlo – Pero queremos pelear contra Khan.

    Desde las gradas, los espectadores que conocían la prodigiosa fuerza del más poderoso compañero de Clint, no pudieron evitar sentir sorpresa y cierta admiración por el desafío que el prometedor entrenador lanzaba a Clint. No obstante, este último no parecía extrañarse con la petición de Ash que rayaba entre la osadía y la completa ingenuidad.

    - ¿Qué te hace pensar que en tu situación tienes alguna oportunidad contra él?

    - ¿Qué sucede? – Preguntó Ash con una sonrisa y un tono altanero que era acompañado por las descargas eléctricas emanadas de las mejillas de Pikachu. - ¿No crees vencernos?

    Con todo su conocimiento y experiencia, a Clint le hubiera bastado para decir que aquel chico era un completo lunático. Sin embargo, había algo en él que lo desconcertaba desde que supo de las hazañas del chico en su largo viaje encontrando criaturas legendarias, además de aquel día en que le había explicado lo peligrosa que era su situación: que no importaba lo peligroso o desesperanzador de las adversidades que enfrentaba, Ash no estaba dispuesto a ceder para defender sus principios y proteger a sus amigos.

    Pero este conflicto era diferente y mucho más peligroso. Y si quería salir vivo de todo este desastre, no podía depender de un “Deus Ex” u otro absurdo recurso de última hora que resolviera la situación como había sucedido anteriormente. Y eso sólo sería posible bajo la más estricta y severa disciplina que podría instruirle, pues ¿de qué otra forma Ash llegaría a convertirse en el mejor de todos ellos?

    - Que no digas que no te lo advertí.

    Clint buscó la pokébola negra que contenía a su más poderoso compañero y la arrojó al campo de batalla, materializando en un despliegue de luces rojas a la enorme bestia de escamas azules y poderosas mandíbulas cuyo vigoroso rugido hacía retumbar las ventanas de todo el edificio y estremecía a los espectadores de aquella batalla, demostrando las ansias que tenía de enfrentar a cualquier oponente que se le pusiera en frente.

    - Y bien… - Dijo Clint después de que el rugido había cesado - ¿Vas a quedarte ahí o vas a hacer algo?

    Ash le dirigió una sonrisa un tanto altanera al haber obtenido al menos esa pequeña victoria. Con la confianza devuelta, estaba más que listo para echar a andar su estrategia que había planeado durante el desayuno.

    - ¡Pikachu! ¡Escabúllete entre las piernas de Khan!

    El roedor amarillo se dirigió a su enorme oponente a una velocidad admirable para tratarse de una criatura tan pequeña. Sin embargo, lejos de ser una desventaja, representaba una excelente forma de llevar a cabo el relativamente sencillo plan de Ash: aprovechar la poca maniobrabilidad del enorme Tyrantrum para atrapar a su diminuto oponente, y atacar directamente en aquellos puntos desprotegidos hasta derribarlo.

    Una estrategia sensata… pero extremadamente predecible y fácilmente contrarrestable para alguien con la experiencia de Clint.

    - Dale una pequeña sacudida – Ordenó Clint con una voz serena de alguien que no parecía inmutarse con algo tan sencillo.

    A escasos centímetros de que Pikachu se escabullera por los pies de Khan, uno de ellos se elevó a casi medio metro del suelo para desatar un temblor lo suficiente fuerte para sacar de balance al pequeño roedor. A pesar de la poca altura en la que el Pokémon prehistórico había dejado caer todo el peso de su pie, la fuerza resultante fue suficiente para que su pequeño oponente se elevara por los aires e impactara el suelo con su mentón al no poder reaccionar lo suficientemente rápido como para poder usar sus patas como amortiguadores de aquella caída.

    Ash quedó sorprendido y algo intimidado ante la forma tan simple en la que Clint había aventajado la situación. Tal parecía que él no bromeaba cuando se trataba de una verdadera batalla Pokémon… de hecho, tampoco parecía disfrutarlo tanto como él.

    - ¡Pikachu! ¿Estás bien? – Preguntó Ash para luego dar un gran respiro de alivio al ver que su compañero lentamente se volvía a poner de pie. Al menos ahora sabía que los ataques directos y comunes serían poco efectivos contra su metódico y perspicaz oponente, por lo que tendría que recurrir a una nueva forma de aproximarse y atacar sorpresivamente.

    Y ya se le había ocurrido una muy buena forma de lograrlo, sacando ventaja de la confianza de Clint.

    - ¡Dirígete hacia Khan nuevamente! – Ordenó Ash.

    Clint, viendo que Ash recurría de nuevo a un movimiento que poco le había funcionado anteriormente, ordenó a su compañero que sacudiera el campo de batalla de nuevo, pero esta vez aplicando una fuerza mayor que le provocara un daño más grave a Pikachu cuando este impactara con el suelo después de tremenda sacudida. Desafortunadamente para el joven entrenador, Clint no sería fácil de engañar, pues sabía perfectamente que Ash no ordenaría el mismo ataque a menos que hubiese encontrado una forma de que funcionara esta vez, o que se tratara de una simple distracción para agarrar desprevenido a su oponente mientras ejecutaba otro ataque. Sea como sea, Clint ya tenía listo un plan para cualquiera de estas u otras contingencias que quizá a Ash ni siquiera se le hubiera ocurrido. Y usaría esa falsa sensación de confianza para darle una valiosa lección.

    La pisada de Khan hizo sacudir la tierra nuevamente con una fuerza un poco más grande que la vez anterior, pero lo suficientemente poderosa como para forzar a los espectadores a buscar cualquier objeto de apoyo para no perder el equilibrio. Sin embargo, esto no provocó que perdieran el más mínimo detalle del emocionante combate que estaban atestiguando. Una lucha donde el sentimiento y la intuición se enfrentaban a la estrategia y convicción de un retador que no estaba dispuesto a retroceder.

    - ¡Ahora salta! – Gritó Ash en exacta sincronía al mismo tiempo en que el terremoto provocado por Khan estaba a punto de obligar a Pikachu a perder su balance nuevamente. En su lugar, el roedor amarillo había saltado vigorosamente, evitando así que la sacudida lo acercara un poco más a lo que parecía una inevitable derrota. Y, una vez que Pikachu estaba lo suficientemente cerca del blanco que ya había localizado anteriormente, ordenó un ataque súper efectivo de cola de hierro con la esperanza de que eso sería suficiente como para sacar de balance a su oponente y sorprender a su mentor con un excepcional avance en tan poco tiempo.

    En ese preciso instante donde parecía que Ash por fin había vencido no solo el estilo de batalla de su oponente, sino también al parásito que aparentemente no lo había molestado a pesar de sentir nuevamente el júbilo de la batalla, otra simple estratagema de parte de Clint le daría una bofetada de realidad que lo haría reubicarse en su posición como novato del estilo de luchar en serio.

    - Gira un poco a tu derecha y recíbelo.

    Un estrepitoso sonido resonó por todo el salón de batalla al impactar la poderosa cola brillante de Pikachu con el macizo muslo de su oponente, como si se tratase de una lanza chocando contra un impenetrable escudo que no había retrocedido ni un milímetro, a pesar de la prodigiosa fuerza de aquel ataque. Ash, Pikachu y el resto de los espectadores quedaron boquiabiertos al ver que Clint había arriesgado la batalla y posiblemente la salud de su compañero en un movimiento que pocos estaban tan locos, o creativos, para hacerlo funcionar. Elesa, por su parte, mantuvo su mirada seria al comprobar que Clint no tenía intenciones de ser accesible con Ash, y no dudaría ni por un segundo humillar al chico si así lo consideraba necesario para su desarrollo.

    - ¡A volar! – Ordenó Clint con un tono triunfante y energético por primera vez desde que había iniciado la batalla.

    En un rápido movimiento de su gigantesca cabeza que se dirigía hacia su oponente, Khan había aprisionado la cola de Pikachu con sus poderosas fauces, imposibilitando cualquier intento de que este pudiese regresar al suelo a menos que el intimidante Pokémon así lo permitiera. Sacudió al pequeño roedor eléctrico de un lado hacia otro para marearlo, y después de dos violentos zarandeos con los que tomó la fuerza suficiente para ejecutar su siguiente movimiento, Khan lanzó a Pikachu hacia el techo del gimnasio como si se tratara de un juguete desechado.

    - ¡Pikachu, usa cola de hierro nuevamente para amortiguar el golpe!

    Un reflejo rápido y la casi perfecta sincronía entre el joven entrenador y su Pikachu, fue suficiente para que el Pokémon eléctrico acatara las órdenes de Ash. Justo cuando estaba a punto de impactar con el techo del gimnasio, su cola reforzada había amortiguado el golpe como si se tratara de un resorte que no sólo lo había salvado de una posible derrota, sino que ahora también podía usarla a su favor para reforzar su próximo ataque.

    - ¡Ahora usa electro bola! – Ordenó Ash en un último acto desesperado para no perder el control de la batalla. De la cola de Pikachu emergió una esfera de electricidad concentrada que expulsaba chispas por todo el campo de batalla. Muestra de que, en aquel ataque, todas sus energías y esperanzas de ganar eran depositadas en un último esfuerzo para salir victorioso.

    Aún no comprendía que cada uno de sus movimientos era fácilmente aventajado por Clint, quien incluso se daría el lujo de mofarse un poco de sus esfuerzos.

    - Mira Khan, un aperitivo – Dijo Clint con su característico tono sarcástico disfrazado de una orden dirigida a su poderoso compañero.

    Las enormes fauces de Khan se iluminaron con una serie de destellos relampagueantes color amarillo que lo hacían parecer un volcán en erupción expulsando la ira primigenia por medio de relámpagos que lo hacían lucir incluso más atemorizante de lo que ya era. La electro bola de Pikachu impactó con aquellas fauces que aprisionaron la esfera de luz y eliminaron de un solo mordisco, dejando solamente unas cuantas chispas que recorrían la mandíbula del gigante prehistórico.

    - Entiérralo.

    Y así, sin posibilidad de escapar del ataque que decidiría la victoria de Clint sobre las habilidades de Ash, Khan retrocedió un poco su cabeza, alzando el enorme hocico y encorvándose ligeramente como si tratase de cargar un ataque que efectuaría con la cabeza. Pikachu, aun cayendo estrepitosamente y sin alguna superficie que le permitiera esquivar aquel ataque, fue impactado por el enorme cráneo de roca maciza que lo hizo estrellarse con el suelo, sacudiendo el gimnasio nuevamente por la fuerza liberada y dejando una estela de polvo que bloqueó la visión por unos instantes.

    - ¡Pikachu! – Gritó Ash, aún incrédulo ante lo que acababa de suceder y en extremo preocupado por la salud de su amigo. No obstante, sus temores fueron hechos a un lado cuando, al haberse despejado la estela de tierra, se había dado cuenta de que Pikachu yacía aun consciente, pero estupefacto y al lado del enorme cráter que Khan había dejado como recordatorio de su fuerza y misericordia. No obstante, y al ver al orgulloso Pokémon lanzar su poderoso rugido prehistórico, era muy claro quien había sido el ganador de aquella batalla.

    - ¡Pikachu no puede continuar! ¡La victoria es para Khan! – Exclamó Gurkin dirigiendo su brazo izquierdo hacia la dirección de Clint y su compañero.

    Ash corrió hacia donde su compañero yacía para agradecerle por su extraordinario trabajo, a pesar de que muy en el fondo sentía cierta decepción al no poder demostrar el avance que él creía haber obtenido. Seguramente… simplemente aún le faltaba mucho por aprender.

    Si algo podía rescatar Clint de aquella corta batalla, era que al menos Ash no había sucumbido ante el parásito y, por ende, no había sufrido de otra serie de descargas… aunque, siendo sinceros, Clint había procurado usar estrategias lo suficientemente eficientes como para evitar que siquiera la más mínima sensación de alegría hubiese abierto el apetito del monstruo que infectaba al entrenador. Así que la hazaña parecía tenía más mérito para el mentor que para su alumno, algo totalmente contrario a lo que se supone debería lograr.

    Ah, si tan sólo Eldwin estuviese aquí…, pensó para sí.

    - Estrategia decente, mala ejecución – Aseveró Clint, despejando aquellos pensamientos para rescatar los puntos importantes de la batalla.

    - Si, bueno… supongo que no funcionó.

    Para ser alguien al que había captado su interés, Clint habría esperado cualquier otra excusa que no fuera tan condescendiente como la que Ash había usado. Quizá había sido algo estricto con él desde la mañana, aunado a la decepción que se había llevado al no aceptar el duelo amistoso que su pupilo tanto anhelaba. Sin embargo, que aquellos hechos hubiesen influido tanto en su cambio de actitud le parecía exagerado y hasta cierto punto dramático… si no fuese por el hecho de que el chico también era un adolescente en medio de una lucha por su identidad, después de haber perdido la más grande dicha que conocía.

    Si, Clint no podía negar que a pesar de ser bastante estoico con las personas que lo rodeaban, en ocasiones él podría llegar a ser un patán frívolo – pero aún encantador – cuando sus pensamientos y actos se enfocaban en el inminente conflicto que se había jurado combatir desde hacía años. Y, ahora que lo pensaba detenidamente, se preguntaba si no había cometido un error así con Serena.

    Tendría que pensar un modo de reiniciar e ir un paso a la vez, comenzando con explicarle lo más concreta y pacientemente posible las razones de aquella estrategia fallida.

    - Es claro que debías aprovechar la enorme diferencia de tamaños, por lo que ir contra las piernas era lo más sensato que se te podría ocurrir…

    - Pero no fue suficiente – Interrumpió Ash, aún con tono melancólico que denotaba cierta frustración al haber sido superado en todos los sentidos.

    - En ocasiones lo sensato no suele ser lo más efectivo, Ash. Sobre todo si no prestas atención a dónde diriges el ataque – Continuó Clint – Pues de haber sabido donde impactar y la fuerza necesaria, seguramente yo habría tenido muchos problemas.

    La última declaración de Clint llamó la atención de Ash. Seguro, como alguien que había recorrido ya seis regiones diferentes, Ash estaba muy consciente de que podrían existir innumerables estilos de batalla y formas diferentes de haber ganado este encuentro. Pero la inusual metodología de Clint desafiaba toda su comprensión, pues no se trataba de una simple diferencia entre tamaño y poder, sino algo más profundo y estratégico que aún trataba de dilucidar.

    - Tal como le dije a Serena hace un momento: de nada sirve ordenar ataques si no estás seguro de lo que estás haciendo.

    Clint hizo un ademán con su mano para que Ash lo siguiera hasta donde el gigante prehistórico aún se erguía con un porte real propio de los victoriosos.

    - Toquen – Ordenó Clint mientras frotaba el carnoso y sólido muslo de Khan, esperando a que Ash y Pikachu hicieran lo mismo para comprender el momento exacto donde había perdido la batalla - Dime ¿Por qué crees que ordené a Khan recibir el impacto?

    A pesar del estirón que su cuerpo había experimentado, a Ash le costaba un poco de trabajo alcanzar el muslo de aquel gigante incluso con su brazo completamente extendido. Pikachu, por su parte, y viendo que sólo entorpecería los movimientos de su entrenador si permanecía en su hombro, aceptó la invitación que Clint le había hecho para trepar por su brazo y así acatar la orden que se les había dado.

    Tan pronto como sintieron la composición de piel y roca que protegía la poderosa pata del Pokémon prehistórico, comenzaron a dilucidar aquel grave error que habían cometido al dirigir un ataque contra lo que claramente se trataba de un muro impenetrable.

    - Khan tiene una defensa increíble en sus muslos – Exclamó Ash con una mezcla de admiración e iluminación al darse cuenta por fin de aquella característica que ni siquiera se había cruzado por su cabeza en la batalla. - ¡Sabías que nunca le haríamos daño ni siquiera con un movimiento súper efectivo como cola de hierro, por eso ordenaste recibir el ataque!

    Clint rio por debajo al ver que Ash comenzaba a comprender el verdadero significado del estilo de pelea que el joven entrenador se vería forzado a adoptar de ahora en adelante. No queriendo desalentarlo, decidió recurrir a su tono más accesible y extrovertido que empleaba en momentos más sociables, como en las constantes fiestas a las que Elesa era invitada y él fungía como su acompañante.

    - Ahora que, de haber atacado un punto muy vulnerable, el resultado habría sido diferente ¿Alguna vez te has golpeado la rodilla con un objeto puntiagudo? – Bromeó Clint con una sonrisa que fue imitada por Ash al recordar alguno de aquellos inevitables momentos en que su descuido les había hecho pagar con una lastimosa experiencia – Aunque claro, siempre existe una forma de contrarrestarlo.

    - Un paso delante de tu oponente – Recitó Ash al recordar otra de las lecciones que había dado a Serena. – ¿Estrategia en lugar de intuición?

    Clint negó con la cabeza. – No son habilidades que interfieren individualmente, Ash. Estrategia, instinto, intuición… todas ellas participan en conjunto con las emociones; algunas influyendo más en la otras – Dijo – Una vez que controles tus emociones en combate, lograrás un equilibrio entre todos estos factores y el parásito no podrá afectarte.

    - Para eso es la meditación…

    Fue en ese momento en que Ash sentía una vertiginosa mezcla de sensaciones que lo abrumaba a cada instante. Para empezar, la relativa simpleza en las batallas que él conocía y amaba como ninguna otra cosa, no correspondían en absoluto a la forma tan seria que Clint parecía tener en perspectiva. Sin embargo, y una vez analizando todos los eventos que habían dado lugar a esta precaria situación, finalmente pudo descubrir la verdadera intención de tan estricto entrenamiento: Clint no les estaba enseñando a pelear para participar en combates amistosos, ganar medallas y ser el campeón de alguna región… Esto era combate real donde su vida y la de muchos otros estaban en juego, y eran tanto la estrategia como los lazos de hermandad que creaba con sus Pokémon los que podían significar la diferencia entre la vida y la muerte. De hecho, para ser alguien que se había visto envuelto en varias situaciones muy peligrosas, no podía evitar sentir cierta culpa de lo poco que comprendía ese concepto hasta ahora.

    - Ahora entiendo lo que tratas de hacer y quiero comprenderlo, pero… no lo tomes a mal, pero esa forma de pelear parece quitarles la emoción a las batallas Pokémon.

    Clint asintió y le dirigió una mirada que denotaba la consternación ante la dura realidad a la que Ash tendría que tomar muy en serio para enfrentarla de ahora en adelante. No obstante, aún podría darle un poco de esperanza al joven entrenador con otra pequeña lección que alguna vez había recibido de su también mentor.

    - Te daré un consejo: tampoco te lo tomes tan en serio – Dijo Clint con una sonrisa fraternal – Disfruta de las batallas cuando puedas disfrutarlas, usa tu entrenamiento cuando debas hacerlo, y ten la sabiduría para saber la diferencia.

    Con esas últimas palabras, Clint ordenó el regreso de su gigantesco compañero y procedió a abandonar el campo de batalla para atender los asuntos que había dejado pendientes desde la mañana; en especial aquellos que concernían a la llegada del resto de sus camaradas a Kalos. Pero justo cuando Clint le había dado la espalda, Ash interrumpió el andar de su mentor con una pregunta que necesitaba saber inmediatamente para comprobar de que incluso ante aquella adversidad, aún existía algo en las batallas que Clint podía experimentar tanto como él.

    - ¿Te gustan las batallas, Clint?

    Serena y el resto de los espectadores esperaron por unos instantes a que Clint diera su respuesta, como si aquella pregunta también los inquietara por la manera en que Clint parecía opinar respecto a las batallas Pokémon. Miró por unos instantes al impaciente muchacho con una mirada seria que cambió lentamente a una sonrisa fraternal al admitir su gusto por un buen y digno combate entre camaradas.

    - ¿A quién no?

    Ash sonrió con alivio.

    - Entonces… Entonces quiero que me prometas algo – Dijo mientras elevaba sus puños a la altura de su pecho en una pose retadora que era imitada por Pikachu- Cuando me haya desecho del parásito, quiero que tengamos una batalla como entrenadores honorables y que dan todo para ganar.

    Clint rio de nuevo por debajo mientras asentía con su mirada para aceptar el futuro reto que en esos momentos se convertía en una promesa entre camaradas, una forma de recompensar los esfuerzos de ambos por salir adelante ante precaria situación y recuperar un poco la inocencia y la dicha que se les había arrebatado.

    - Aunque… por supuesto que yo voy a ganar.

    - ¡Eso crees tú! – Exclamó Ash mientras se acercaba con paso firme hacia su mentor con una actitud desafiante, levantando los puños y sin abandonar su mirada. Ahora que Clint se había abierto un poco más hacia ellos, y comprobando que hasta cierto punto poseía una actitud similar a la de él, podían burlarse el uno al otro como si fueran hermanos en una de las tantas peleas ridículas y frecuentes entre varones.

    - ¿Cómo piensas ganar si ni siquiera puedes acercarte? Inténtalo cuando crezcas un poco más. – Dijo Clint mientras detenía el avance de Ash con una sola mano y se burlaba de su pobre intento de asestar un golpe. Pikachu, por su parte, aprovechó el instante para subir por el hombro de su entrenador y trepar a la cabeza de Clint para distraerlo y permitir que Ash pudiera acercarse.

    Desde las gradas, Serena y los demás reían con el espectáculo infantil que conmovía y a la vez los desconcertaba en cierto sentido, pues después de una sesión en la que Clint había mostrado su faceta más estricta y severa con Ash, ahora se divertía como un niño. Bonnie, por su parte, había bajado inmediatamente para unirse a la pelea, pero fue detenida por su hermano mayor bajo la advertencia de que a pesar de ser un juego amistoso, ella podía salir lastimada.

    Una vez exhaustos, y al ver que ninguno cedía, Clint consideró que era adecuado terminar la sesión y retomar cada quien los asuntos pendientes que debían atender.

    - Creo que por hoy fue suficiente – Dijo – Los veo en la cena.

    Pero justo cuando Clint se disponía a salir del edificio y mientras Serena y el resto de los espectadores acababan de abandonar las gradas para reunirse con Ash, una inesperada llamada del destino los hizo olvidarse de cualquier otro asunto que creyeran importante.

    Era momento de rendir cuentas con una persona a la que habían ignorado desde hacía días, y que seguramente tenía tantas preguntas como ellos.

    - Es… de Palermo. – Dijo Serena con angustia en su tono de voz mientras su comunicador revelaba el nombre de aquella persona que deseaba contactarlos justo en estos momentos.

    Clint adoptó de inmediato su mirada seria y analítica al presentir que una sonora discusión se iba a librar en unos momentos. Pero primero, pensó, tendría que asegurarse que Palermo no supiera donde estaban, por lo que su ubicación, así como las personas que se encontraban ahí y que no pertenecían al grupo original, tendrían que permanecer en incógnito hasta que concluyera la llamada.

    - Korrina, Valerie ¿podrían salir por favor? No quiero que sepan que ustedes están en esto – Pidió Clint a las líderes del gimnasio, quienes asintieron y abandonaron el lugar de inmediato, acompañadas de Gurkin y Clemont quien se llevaba a Bonnie para evitar que aquella charla pudiese afectarla. Una vez abandonado el lugar, Elesa apagó las luces mientras Clint activaba un dispositivo portátil que, según él, evitaría que pudieran rastrear la llamada hasta su ubicación – Adelante – Ordenó a Serena.

    La imagen holográfica no podía ser más tétrica y melancólica incluso si hubiesen cuidado el más mínimo detalle para hacerla ver así. La mujer de cabellera plateada y mirada firme ocultaba sus ojos púrpuras detrás de un par de gafas oscuras mientras vestía un traje fúnebre propio de las personas que acababan de despedir por última vez a sus seres queridos. De hecho, era muy singular de que, a pesar de tratarse de una prenda diseñada para acompañar el duelo de aquella mujer, todavía poseía cierto gusto y elegancia que, a la mirada de muchos, no parecía concordar del todo con la situación. Aunque, de nuevo, el dolor de perder a alguien tan querido provocaba en las personas una vasta diversidad de expresiones y gestos para sobrellevar la pérdida.

    Cualquiera se habría conmovido con la mirada de Palermo y, de hecho, así fue para Serena y Ash. Pero Clint y Elesa no podían dejarse llevar por una primera impresión si querían entablar una conversación con aquella mujer que aún les provocaba tanta incertidumbre.

    - ¿Qué quieres? – Preguntó Clint con un tono severo y nada cortés que incluso a Elesa se le hizo difícil tolerar.

    - Respuestas – Respondió Palermo mientras se limitaba a tragar saliva para ayudarle a hacer caso omiso de aquel insulto e ir directamente al grano.

    Clint dio un resoplido y la miró a los ojos. – Curioso, porque es justamente lo que…

    - ¡Quiero saber por qué dejaron que mi niño muriera! – Gritó Palermo por fin, golpeando con violencia el escritorio en el que estaba realizando la llamada y poniéndose de pie al mismo tiempo. No iba a tolerar más gestos descorteces de alguien a quien no parecía tener la más mínima consideración de su pérdida – ¡Dejé a mi querido sobrino fuera de esto para mantenerlo lo más lejos posible del Culto y ustedes fueron directamente con él! ¡Exijo que me digan qué demonios estaban haciendo ahí!

    Muy bien, eso ya es más creíble, pensó Clint. Quizá sería adecuado para la conversación dejar a un lado un poco de frivolidad y comenzar a responder.

    - Así como tú, queríamos respuestas más objetivas.

    Palermo se retiró las gafas oscuras con desesperación ante una excusa absurda que sólo la hacía enfurecer cada vez más. Fue entonces que Clint y el resto pudo atestiguar en aquellos ojos hinchados e irritados, la verdadera mirada del dolor y la ira que solo los que habían sufrido una grave pérdida podían expresar.

    - ¡Él no tenía ninguna! ¡Jamás perteneció a la Orden! ¡¿Tanto fue su desconfianza hacia mi como para haberlo involucrado en esto?! ¡¿No pudieron al menos habérmelo dicho?!

    Clint tragó saliva y dio un paso al frente, como si tratara de recuperar el control de aquella conversación que lo estaba desarmando con acusaciones que no eran del todo falsas. También era la primera vez que podía denotar sinceridad en las palabras de aquella mujer, algo totalmente contrario al perfil engañoso de ella que ya había construido en su mente.

    - Precisamente la desconfianza entre nosotros fue…

    - ¡CIERRA LA BOCA! – Gritó exasperadamente, permitiendo que el cólera la poseyera y acusara al hombre altanero que parecía no importarle su sufrimiento en lo más mínimo. - ¡PHILLIP ESTÁ MUERTO Y USTEDES SON LOS ÚLTIMOS QUE LO VIERON CON VIDA! ¡EXIJO SABER EXACTAMENTE LO QUÉ SUCEDIÓ AHÍ!

    Culpa.

    Después de un inclemente viaje por tantas emociones y experiencias aterradoras que pocos a su edad podían soportar, Serena creía que al menos había encontrado una manera de hacerles frente a todas ellas con ayuda de Clint y todos aquellos que mostraban su apoyo. Incluso se había atrevido a pensar que las sesiones con Cassandra, junto con la experiencia de batalla real de Clint la harían superar sus miedos y ser de ayuda en el conflicto contra el Culto. Pero la culpa se había convertido en un demonio sigiloso que había esperado pacientemente el momento para atacarla con el remordimiento de haber sido una completa inútil el día que Phillip había sido asesinado en su presencia.

    - Phillip quiso protegerme a mí y a Clemont… – Interrumpió Serena en un intento desesperado de aliviar la culpa que la invadía, robando la total atención de Palermo cuyos ojos llorosos y mirada colérica ahora se posaban en la joven reina.

    - Serena… – Dijo Clint con un tono estricto para indicarle que guardara silencio, siendo ignorado por el insoportable sentimiento de culpa que tenía que ser liberado para no hacerla recaer nuevamente.

    - Ellos… ¡Ellos ya estaban ahí y nos atacaron! – Exclamó Serena mientras las lágrimas se desbordaban por sus ojos y su voz parecía traicionarle con cada palabra que intentaba salir desesperadamente de su boca, como si la historia de aquel fatídico evento no pudiera soportar ser aprisionada por el sentimiento de culpa – ¡Y su madre…!

    Pero Palermo mandó a callar a Serena haciendo un rápido y muy claro ademán con su brazo derecho que denotaba su ira.

    - Todos ustedes estaban ahí con él… y no hicieron nada para salvarlo. – Sollozó Palermo mientras trataba contener las lágrimas que salían a borbotones de sus ojos. Dio media vuelta y, después de tomar un objeto de su lado derecho, la mujer apareció sosteniendo entre sus brazos una pequeña urna color ocre con mancuernas de plata: el último lugar de reposo de su querido e inocente sobrino.

    Clint quedó absorto… no por la manera en que Palermo mostraba aquel objeto fúnebre ante todos, sino porque su mente analítica parecía darle un nuevo vuelco a aquel asunto. Si bien era cierto que algunas familias preferían cremar a sus difuntos tan pronto como fuese posible por distintas razones, el haberlo hecho tan repentinamente y sin el usual memorial de cuerpo presente que seguramente el Instituto IRD hubiese querido realizar, era algo sumamente extraño y poco acorde para una mujer que presumía amar a Phillip como si fuera su madre. ¿Acaso ella sería capaz de desahogar su dolor e ira usando a su fallecido sobrino como un arma para hacer estragos en la moral del grupo?

    En esos momentos no podía responder esa pregunta, pues Palermo, en un último acto de reproche contra aquellos que según ella le habían provocado infinito dolor, dirigió su mirada lastimera y agresiva hacia Clint.

    - Si eres tan bueno para atrapar a esos monstruos como para salvar a los demás… está más que claro que unir mis recursos y compartir mis conocimientos contigo fue un grave error.

    - Palermo, ¡espera!… – Chilló Serena en un último intento de detenerla para poder disculparse por lo que había sucedido, pero Palermo no le prestó atención. Seguía mirando con desprecio a Clint y no dejaría que alguien más le arrebatase la última palabra de aquella conversación.

    - ¡¡TE MALDIGO A TI Y A TODOS LOS QUE NO HICIERON NADA PARA SALVAR A MI NIÑO INOCENTE DE SU PERVERSA Y DEMENTE MADRE!!

    La leyenda de “llamada terminada” sustituyó a la imagen de la doliente mujer, dejando a Clint y al resto del grupo absortos ante la culpa de no haber podido hacer más por salvar de Phillip. Pero Serena ya no podía más. Creía haber llegado hasta el fondo de la desesperación después de lo sucedido en el Instituto IRD, y ahora el remordimiento por su incompetencia en el campo de batalla no parecía dejarla en paz.

    Sin decir nada más, huyó de ahí sin siquiera dirigirle la mirada a los presentes, temerosa de que, al hacerlo, solo recibiría más miradas de reproche que exacerbarían su culpa.


    . . . .


    Las palabras son el arma más efectiva y peligrosa, se dijo Palermo así misma mientras se secaba sus lágrimas falsas y se felicitaba por tan admirable despliegue de actuación que seguramente sería lo suficientemente eficiente como para hacer daño en la moral de Clint y su grupo. Eso le daría más tiempo en lo que preparaba todo para la captura del Greninja misterioso que garantizaría su victoria sobre todos sus enemigos.

    Tomó la botella de champagne que descansaba en su escritorio y sin más preámbulos, salió de su oficina mientras se colocaba nuevamente las gafas oscuras que ocultarían su falso pesar ante los pocos invitados de un también falso funeral que se llevaba a cabo en el salón principal de su palacio.

    Fue tal su arrogancia ante una apresurada victoria, que Palermo no se había dado cuenta de que alguien la acechaba desde sus espaldas, esperando el momento perfecto para castigar el insulto que la líder de la Orden había hecho contra su persona.

    - ¡MALDITA BRUJA! - Gritó una iracunda mujer desde las sombras.

    Un resplandor plateado cegó instantáneamente a Palermo cuando giró para conocer a su atacante, evitando así distinguir el sable plateado que Adelie blandía con firmeza y dirigía directamente hacia el cuello de su amiga.


    TO BE CONTINUED…
     
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