El comienzo del fin

Tema en 'Relatos' iniciado por Sumine-chan, 11 Julio 2013.

  1.  
    Sumine-chan

    Sumine-chan Intérprete de la Condolencia

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    El comienzo del fin
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    Horror
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    Pues... que ando en lo del rol del zombie y surge esto. :3 a ver si pega.

    El comienzo del fin.

    No era exactamente la muerte de mi padre lo que más me había dolido. La verdad es que le debía bastante al viejo Thompson, mi educación, vivienda, ropa, armas, pero le debía más a ellos. Los chicos de la calle.

    Cuando atacaron mi mansión en las colinas a las afueras de la ciudad, la desesperación me invadió. ¿Qué estaba pasando? Había gente por todos lados asesinando a los criados, los sirvientes, incluso al pobre chico que se encargaba de llevarme el pan en las mañanas. Me costaba trabajo ver a través de mis lentes empañados de sudor y lágrimas. Correr detrás de los guardias y de mi padre era incluso más difícil que los entrenamientos en el campo militar que había tenido. ¿Tantos años entrenándome y al final solo iba a correr?

    Todo pasó demasiado rápido. La mansión en llamas, la gente gritando y mi padre, aquél buen hombre que me había acogido y me había querido como a una hija se estaba desangrando delante de mis ojos. Intenté hacer presión sobre la herida, tal y como había observado muchas veces en televisión, pero la hemorragia no paraba. Supongo que no funciona como en las series de televisión.

    Murió inevitablemente, al igual que todos los demás. Me quedé unos momentos al lado de su cuerpo que poco a poco perdía calor y sostuve su mano hasta que escuché los gruñidos detrás de mí. Se acercaba un grupo rápidamente. Tomé el arma que cargaba él y corría hacia la ciudad. Podría pelear con ellos, pero de momento lo único en lo que podía pensar era en esos muchachos de la calle que fueron mi familia durante mi juventud. No tenía idea de lo que había pasado, pero seguramente era algo malo y en gran escala. Las sirenas se escuchaban por toda la ciudad.

    La escena delante de mí era desastrosa: gente corriendo descontroladamente, edificios en llamas, carros volcados, bombas, había de todo. Me dirigí corriendo hacia la guarida que me había servido de hogar muchos años atrás. Se encontraba en el metro abandonado de la ciudad. Habían construido uno nuevo hace unas décadas y el antiguo había servido como vivienda de vagabundos y gente del bajo mundo, pero su pandilla lo había reclamado para ellos.

    Jenny era la líder. La recordaba como una joven de carácter bastante fuerte y aterrador. Siempre estaba gritando órdenes a todos, había quién decía que sus padres habían sido militares buscados por el gobierno por lo que ella tuvo que esconderse en las calles cuando los mataron. Los hermanos Jenkins estaban segundos al mando. Eran gemelos de origen europeo, decían que venían de una familia que trabajaba en un circo pero que fueron abandonados a su suerte. Eran bastante rudos, pero jamás se ponían en contra de Jenny. Ellos eran quienes la castigaban si regresaba tarde por las noches pero también eran quienes más se preocupaban por ella. Jhon era el encargado de medicina. Nunca supe cómo aprendió medicina, pero era bueno. Siempre me curaba los raspones y los golpes que me quedaban de las misiones a la ciudad. De ahí seguían al menos unos 12 niños más que eran como yo. Algunos eran recolectores de comida, otros de medicinas y otros de dinero. No era una vida llena de lujos, pero me llevaba bien con todos y me gustaba su compañía.

    Mis recuerdos se quedaron estancados en algún lugar de mi mente cuando llegué a la entrada. La puerta estaba abierta. Nunca nadie dejaba la puerta abierta, era un de las primeras reglas del grupo. Un temor alarmante recorrió mi cuerpo y comencé a correr pasando por las escaleras y los túneles de los trenes hasta donde se encontraba la cámara principal: una estación abandonada justo debajo del centro de la ciudad. Lo que vi me hizo comprender que el mundo entero había cambiado y que no era un ataque terrorista lo que había acabado con las buenas personas de la mansión Thompson; eran estos malditos muertos.

    Apestaban tremendamente como en estado de descomposición. Algunos tenían agujeros de balas en el cuerpo y otros partes del cuerpo perdidas. Todos ellos amontonados encima de los cuerpos de los hermanos Jenkins y de otros niños que no reconocía. La única razón por la que supe que los dos más grandes eran de los hermanos era por sus esclavas iguales que tenían en sus muñecas ensangrentadas. Era el único recuerdo de su familia que tenían.

    Una rabia se apoderó de mí y saqué la Ithaca que llevaba conmigo. Les disparé una y otra vez hasta matarlos a todos. Me acerqué a los cuerpos de mis compañeros y tomé el cuchillo que aun sostenía uno de ellos. “Si hubiera llegado más pronto” pensé, pero me detuve antes de perderme en la soledad de ese abismo negro que acechaba al fondo de mis pensamientos. Nada que hacer, ya habían muerto. Escuché un grito proveniente de la siguiente estación y corrí hacia ahí.

    Jenny se encontraba acorralada protegiendo a una pequeña que estaba llorando sobre el cuerpo de Jhon. El buen y noble Jhon. Estos malditos no hacían distinciones entre las personas, mataban por igual a todos: jóvenes, ancianos, niños, buenos y malos.

    Eran demasiados, lo sabía, pero eso no iba a impedir que fuera en ayuda de ellas. Empecé a destazar todo cuando estaba a mi alcance. Años de arduo entrenamiento en los mejores colegios militares por fin dieron fruto. Era bastante rápida y ágil y ellos demasiado torpes y lentos. Era fácil esquivarlos y acabar con ellos. Pero no me di cuenta de que solo eran ellos el enemigo.

    Para cuando escuché el grito era ya demasiado tarde. Jhon había arrancada un pedazo del cuello de la niña y la dejaba caer desangrándose a su lado mientras un aullido espeluznante salía de su boca. Jenny intentó detenerlo, pero Jhon era bastante fuerte. Arranqué la cabeza de uno de ellos mientras golpeaba a otro con una patada en la espalda y lo alejaba de Jenny. “No voy a llegar” pensé mientras veía como mi mentora peleaba por mantener al doctor alejado de ella, pero no hacía ningún indicio de querer matarlo. Mientras tanto, más zombies se acercaban a ella por detrás. “Joder, Jenny, mátalo y ya” traté de gritar, pero no podía. Necesitaba todas mis fuerzas, solo quedaban 5 de ellos. Cinco y lograría llegar con ellos. 5 más y podría salvarla, pero no llegué.

    Recuerdo ver cómo uno de ellos la mordía en el hombro y después no recuerdo nada. Desperté aquí sentada abrazando el cuerpo de Jenny. Todo está muerto alrededor mío. No me queda nadie, no queda nada. Empiezo a sentir como Jenny comienza a moverse un poco primero y después más fuerte hasta que casi me es imposible contenerla.

    -No hagas esto, Jenny – le pido mientras aprieto fuertemente su cuello. Pero ella ya no es quien yo conocí. Es una de esas cosas y no puedo cambiar eso. Con un rápido movimiento rompo su cuello y cae nuevamente entre mis brazos. Si no fuera por toda la sangre que nos cubre, pensaría que solo está durmiendo en mis brazos.

    Curiosamente no lloré. Pensé que lo iba a hacer, pero no lo hago. En lugar de eso me dedico a recoger los cuerpos. Hay una carretilla en la parte de atrás que usábamos para acarrear los víveres. Ahora la uso para recoger pedazos de cuerpo por todos los túneles. Hay 6 entradas a los túneles, pero la pandilla cerró tres de ellas, ahora solo quedan las tres principales: la del centro de la ciudad, la del muelle y la del hospital. Recorrí cada centímetro del túnel asegurándome de que no quedara ninguno de “esos asquerosos” escondido por ahí. Los trasladé a todos a la superficie y los dejé en una barricada a la entrada del túnel. Soldé cada puerta que hubiera y me quedé sentada sosteniendo el arma y el cuchillo. ¿Cuánto tiempo llevaba en la guarida? Podría quedarme aquí. Había algo de comida y ahora sabía que el lugar era seguro. Casi nadie sabía de la existencia de esos túneles y quienes lo sabían probablemente habían muerto como los demás.

    No sé cuántos días pasaron, pero salí de mi escondite para buscar personas. Seguramente habría gente ahí afuera aterrada y sin guarida. No había podido salvar a nadie de mi familia, pero podría intentar salvar a otros. Sentía que era mi obligación: tenía el entrenamiento, las armas y absolutamente nada que perder.


    Caminé hacia el hospital, seguramente encontraría algo interesante en ese lugar.
     
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    wasabi

    wasabi Flamer Comentarista empedernido

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    ¡Hola! Tu fic me hizo llorar sinceramente, de los escritos que llevo leyendo eres la primera que dejó de lado la vida de lujos y mansiones para reflejar el lado más vulnerable y triste del Apocalipsis: Los niños y los huérfanos que se cuidan solos.

    Me ha gustado tu forma de narrar y expresarte, es triste y a la vez tenebroso. Me has dejado sin palabras y simplemente me queda felicitarte porque tu trama me encantó, donde te enfocaste, describes muy bien que se logra imaginar todo.

    Por otro lado no noté errores de ortografía o tal vez me piqué tanto que no los eh notado, jaja.

    Esperaré más escritos tuyos sobre Zombies ¡Gracias! Hasta pronto.


    Estoy limitada en el comentario porque me encuentro por el celular, así que me eh quedado corta

    Nos leeremos.
     
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  3.  
    Tarsis

    Tarsis Usuario VIP Comentarista supremo Escritora Modelo

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    ¿Ser atacado por tu amigo? ¿Qué puede ser más cruel que eso? Saber que la persona frente a ti ya no es quién conocías... assdf, el perfecto abreboca para el fin de lo que conoces.
     
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  1. Brunchi
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