Maid Sama! El comienzo de nuestra historia. [One Shot]

Bueno, antes de empezar, quiero hacer una aclaración. Éste es el final de Kaichow wa maid-sama desde la expectativa de Usui. Cuando estaban viendo los fuegos artificiales.
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Llegamos al salón a donde yo quería ir. Tenía una ventana enorme así que podríamos ver los fuegos artificiales sin ningún problema.
Tal vez ella no se daba cuenta, soy muy bueno escondiendo mis emociones, así que Misa-chan no notó que estaba completamente paralizado de los nervios al estar a solas con ella.
Lo único que se me ocurrió decir fue "Como pensé, este lugar tiene la mejor vista". Algo demasiado obvio como para tener que recordarlo, ¿no?.
Me acerqué a la ventana, no porque quisiera ver el paisaje, solo que no quería que ella notara mis nervios. Ella preguntó si estaba bien entrar allí, creo que no le gustaba estar sola conmigo, en verdad no lo se, pero le dije que si, mientras no hagamos nada malo, estaría bien.
Cuando estaba junto a la ventana, noté que estaba roja y se acercaba lentamente hacia mi, cosa que me encantó.
Me apoyé mejor, mirándola directamente y le pregunté qué le sucedía, a lo que ella se puso peor y me gritó, como siempre lo hace, que no le sucedía nada. Creí que era por el echo de que estabamos solos y le ponía nerviosa mi presencia, así que di la idea de irnos con el resto.

¿¡Te estás reprimiendo a ti mismo!?, me gritó ella. Realmente no estaba pensando bien en ese momento, creí ingenuamente que hablaba de fuegos artificiales, así que le dije que, si trataba de eso, no.
Parece que eso la puso peor, a veces soy un idiota. Un leve rubor cubría sus mejillas.
Lo que dijo me pareció algo raro, nada propio de ella, ¿¡te reprimes muchas cosas sólo por mi!?.
Abrí los ojos, un tanto confundido, nunca esperé que ella me preguntase algo por el estilo, así que reaccioné estúpidamente de la manera mas idiota posible, siendo frío y cruel, acosándola con preguntas.

—¿Porqué crees eso?—le pregunté, acercándome más a ella, que no esperaba que le pidiera explicaciones.
Ella comenzó a tartamudear, me dijo que no había una razón específica, solo lo había pensado...mentirosa...
La acorralé contra una mesa, junto a una de las ventanas. Comencé con mis preguntas, era como si me hubiese estado guardando tantas cosas y querría decirlas todas ahora, quería de alguna forma, escuchar algo de ella, no se qué exactamente, solo quería escucharla decir la verdad, sus sentimientos, ¿Qué sentía por mi?.

—Eh..Así que lo sabías— dije, y ya la tenía acorralada.

—¿Tenía razón?—dijo, algo confundida, ella también quería respuestas de mi—¿Entonces porq..
No la dejé terminar, seguí con mi pequeño "juego" .

Me acerqué más a ella, que lo notó y evitó mi mirada, llevándola al suelo, mientras yo sonreía.

—Que cruel eres, Ayuzawa— le dije, obviamente no lograría nada haciéndome a mi esas preguntas—¿En verdad quieres que te lo diga?-Inmediatamente apareció el sonrojo en su rostro.

Torpe de mi, me dejé llevar.

—Te diré, sólo si respondes mi pregunta—agregué, ella solo pudo soltar un balbuceo.

—¿Qué haces?—balbuceo.

Comencé a hacerle preguntas que ella no sabía responder, o en realidad no podía responder.

—¿Por qué te importo tanto?—le pregunté. Creo que a estas alturas, no escuchaba todo eso que decía, que solo eran palabras inconclusas, "No hay razón para ello, ni siquiera yo lo se" Me dijo, mientras el color en su cara se iba fortaleciendo.

—No lo sabes..eh—dije, para que pensara bien en sus respuestas, por dentro me reí de sus palabras, inseguras.—¿Sabes? en momentos como este, Ayuzawa siempre está llena de mentiras—
Ella solo respondió con más balbuceadas, sin saber bien qué decir.

Le miré su rostro perfecto y rojo, a éstos momentos, MUY rojo.

—Ayuzawa, ¿porqué estás tan ruborizada?—pregunté, ya no pensaba con claridad, quería las respuestas a todo eso. Ella negó estar ruborizada, solo consiguiendo que yo me irrite más.
Le pregunté rápidamente si estaba nerviosa, ella seguía negando los echos, eso me molestaba.
Perdí la calma.
—¿Acaso tu también te estás reprimiendo?—pregunté bruscamente, casi con...odio... ¿pero odio a qué?, ¿a que no respondiera claramente? ¿a que negara que algo pasaba entre nosotros?.

Ahí me calmé un poco, pensando en lo idiota que fui, en que no debía tratarla así, ella era mi princesita, no podía ser así, se supone que debo ser dulce con ella, indiferente, a veces pervertido...en ese momento le grité como si quisiera que me gritara que me ama...es obvio que no lo hace.
Puse una mano en su cabeza, como arrepintiéndome de todo lo que le había dicho.

—Perdón, creo que me pasé de la raya—dije, y me di la vuelta para irme, lleno de dolor, cuando oí su voz, tan tierna, diciendo "si, lo estoy, ¡me estoy reprimiendo!"
Luego de eso, me tomó de la mano, cosa que creí que nunca sucedería. Esa mano tan pequeña, tan suave.
Comenzó a gritar, no lo podía creer, escuchaba atentamente sus palabras, palabras que se supone que ella no diría nunca, y yo no sabía como reaccionar. Ella tenía el control sobre la situación.

—¿Porqué es así? ¿!Porqué es que con Usui no tengo idea!?—decía, y yo la miraba perplejo—Eres un pervertido,¡Siempre estás delante de mi mostrándome esa cara tan molesta!—

Quería que se detuviera, pero a la vez no, no sabía qué decir, por primera vez en mi vida, me quedé paralizado.
Quería que se calmara, la llamé, nada, no me escuchaba.

Me apretó la mano.

—¡Es tu culpa!—gritó, intenté detenerla, hablaba por encima de su voz, pero no era capaz de escucharme a mi mismo.

—¡Cálmate!—le dije—¿Qué estás diciendo?—todo pasaba muy rápido.

—¡Nunca me habría dado cuenta de no ser por ese juego!—continuaba ella, sin oírme.

¿Darse cuenta de qué? ¿Porqué está pasando ésto? Me preguntaba.

Ella no soportó más. Levantó la mirada, que siempre había estado posada en el suelo, me miró fijamente a los ojos, con la cara aún ruborizada pero una mirada decidida.

—¡Siempre había querido sostener tu mano!—gritó.

Abrí los ojos, como no creyendo lo que estaba escuchando, por un momento me sentí indefenso, como cuando no sabés cómo reaccionar o qué decir.

—En un momento me acosas y al siguiente te vas- dijo, pero su voz ya estaba calmada—¿En qué estarás pensando? ¿Por qué mi corazón late tan rápido por ti? ¿Por qué me siento tan sola cuando te vas de mi lado? ¿Por qué eres el único con el que siento esta confusión?—

La miré, ella desvió sus ojos hacia un costado, yo realmente no podía creerlo.
Se acercó y se apoyó en mi.

—Estúpido Usui ¿Por qué siempre te burlas de mi?—finalizó.

Le solté la mano, ella se sorprendió, creyó que era un rechazo o algo por el estilo.

—Eres muy astuta, Ayuzawa—le dije, ya lo comprendía todo. Acerqué mi mano hacia la de ella con delicadeza.—¿Cuanto tiempo más quieres que me reprima?—
Entrelacé mis dedos con los suyos, una sensación agradable recorrió mi cuerpo. Nos separamos unos centímetros, quería ver su expresión, ahora era mi turno, mi turno de decirle mis sentimientos.
Un leve rubor se posó en mis mejillas.

—Me involucro con Ayuzawa, por que me gusta ver esas expresiones tuyas—le dije—La sonrisa tan repentina de la Kaichow realmente me sorprende,es tan interesante, pero a la vez peligrosa, son tantas las cosas por las que me reprimo que no puedo decirlas en una sola frase—

Puse una mano en su rostro, ella me miró, ruborizada y algo confundida, luego llevó su mirada al suelo, yo seguí.
Sonreí un poco, comprendí que la amaba, de verdad la amaba.

—Incluso ahora...—Ella me miró, poniendo una mano sobre la mia, que se posaba en su perfecto rostro. Me acerqué a ella y pude oír como comenzaban los fuegos artificiales, pero eso no me importaba, solo me importaba ella, mi Kaichow. Me acerqué más y cuando pude sentir su respiración, posé mis labios sobre los suyos, uniéndonos en un beso, lleno de dulzura, se sentimientos que no podían ser expresados por medio de la palabra, nuestro beso.

No quería que terminase, sin embargo, así fue, pero no importaba, ya que ese era el comienzo de nuestra historia.
Nos separamos. Nuestras manos seguían unidas, yo veía sus mejillas, cubiertas con un color carmín. Dejó caer su mano.

—Ésto es lo único que pienso ahora mismo—dije, terminando mi oración.

Nos miramos a los ojos.

—Te amo, Ayuzawa—confesé. Vaya, hace tanto que quería decir eso. Me sentí...bien... más que bien, estaba feliz, feliz de tenerla, feliz de poder haber dicho lo que se escondía en mi corazón.

Ella no supo qué decir ni qué hacer, pero supe, por sus palabras, que ella sentía lo mismo que yo, aunque nadie más pueda verlo, aunque tal vez otros interpretarían su respuesta como un rachazo, no la conocen tan bien como yo, porque si hubiese dicho otras palabras, no hubiera significado nada para mi.

—Yo...te odio—susurró.

Salimos del salón, aún tomados de las manos, ella estaba completamente avergonzada, pero feliz.

—Eres realmente astuta, Ayuzawa—le dije, con una sonrisa victoriosa.

Ella apretó mi mano.

—Usui...idiota—contestó.