El bosque prohibido

Tema en 'Relatos' iniciado por Reiko_T, 9 Abril 2010.

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    Reiko_T

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    El bosque prohibido
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    El bosque prohibido

    No sé por qué, la verdad, no había publicado hasta ahora este escrito, pero da igual, lo publico ahora y así cuenta para el que más escribe... :D

    Es un cuento inspirado en dos cuentos de Bequer: Reyo de Luna y Ojos verdes.
    En fin, espero que os guste.

    Titulo: El bosque prohibido
    Número de palabras: 1341 + título

    El bosque prohibido

    A Zero le gustaba mucho la soledad. A veces le molestaba su sombra, que lo seguía a todas partes;* por eso amaba la noche, donde al menos podía evitarla más fácilmente. Siempre estaba solo, hablando consigo*mismo*,*meditando*en voz alta. Apreciaba las cosas más simples de la vida, mientras que aquellas a las que todo el*mundo*prestaba tanto interés,*para él no significaban*nada. Podía pasar horas y horas observando las estrellas, oliendo una rosa, viendo las*nubes*pasar, o simplemente sentado,*mirando una pared idiota y sin sentido para muchos. Se hundía en sus pensamientos e imaginaba como el gran soñador que era.*

    Era poeta, también, un gran poeta, pero nunca había escrito nada. No quería encerrar sus pensamientos en palabras ni encerrar a las palabras, a su vez, con sus pensamientos. Recitaba sus poemas y luego los dejaba*libres, al viento, para que fuesen a donde quisiesen, para que hiciesen una vida por ellos mismos. Para que contaran sus historias al mismo viento,*y este las*distribuyera*por*todos*los lados, esperando que los poetas*que los escucharan hicieran lo mismo que él:*dejarlos libres.*

    Muchos*decían*que estaba loco porque no hablaba con nadie más que*consigo mismo, comía muy poco, decía cosa de los más incoherentes, no le gustaba estar con nadie, porque, a pesar de que lo tenía todo, no quería nada. Tal vez se equivocaran y él,*en realidad,*estuviera totalmente cuerdo, mientras los demás no;*o tal vez todo el mundo tuviera razón y estaba loco, perdido en un mundo que él había construido, un mundo irreal que lo alejaba de los demás y poco a poco lo consumiría en la nada. Pero eso poco*importaba ya.*

    Un día, en sus frecuentes visitas al bosque, caminando entre la hierba nunca cortada, pasando entre los altos árboles silvestres, adentrándose en el oscuro bosque, divisó un trozo de tela blanca,*del*blanco más puro que había visto en su vida. Primero pensó que había sido cualquier cosa, incluso pensó (un pensamiento poco frecuente en él) que había sido producto de su imaginación;*pero*entonces*volvió a ver aquel trozo de manto blanco. Su curiosidad, siempre activa, lo guió por el camino. No volvió a ver el manto;*pero el perfume que estaba en el aire lo llevaba por aquí y por allá en busca de su preciosa dueña.*

    «Debe*de*ser una mujer», pensó,*«una muy hermosa». Sólo una mujer hermosa podía oler tan bien, sólo una mujer hermosa llevaría un vestido de un blanco tan blanco. Sí, seguro que era una mujer. Una mujer*destinada para él.

    Entonces,*escuchó un leve sonido, apenas un murmullo que bien podría haber sido causado por las ramas y el*viento;*pero*que*para él fue mucho más.*

    —Me llama, me está llamando. Esa es su voz, claro que es su voz. Suave y limpia como el agua más pura de la tierra, celestial. Me dice que la*siga, lo sé. Debe*de hablar en alguna lengua extraña, tal vez. Pero me llama, lo sé, lo siento. Allá voy, cariño mío, voy detrás de ti.*

    Y siguió divagando con sus palabras, en busca de aquel manto blanco que ahora llenaba sus pensamientos. De la mujer que seguramente lo estaría esperando, de aquella mujer celestial enviada sólo para él. Siguió buscando aquí y allá horas y horas, siempre teniendo una pista que lo alentaba a seguir: un murmullo,*una visión de manto blanco, el suave perfume deliciosamente indefinible en el viento. Algo, siempre algo para que la siguiera.*

    Y él siguió*buscándola incansablemente por días y noches, por meses y luego años. La buscó y la buscó, nunca desalentado. Con cada día que pasaba conocía un poco más de ella; le dejaba pistas. Tenía el pelo rubio, como el oro, y largo para que flotase en el viento. Era alta y esbelta, como un ángel, y tenía los ojos claros de un color que ella quería que fuese sorpresa para él. Y era como él, un alma solitaria en busca de algo más que lo que le podía ofrecer la vida.*

    Si alguien hasta ese momento había pensando que Zero no estaba loco, sin duda ya no lo creía. Ya la gente se alejaba de él cuando pasaba, los niños le gritaban y tiraban piedras desde una distancia segura, la gente murmuraba detrás de él. Todo el mundo pensaba que estaba loco, y tal vez tuviera razón, o tal vez no… quién sabe.

    Finalmente, un día, en sus diarias caminatas por el bosque, Zero divisó*a*una mujer, una bella mujer de vestido blanco y bella y larga cabellera dorada caminando a través del bosque. La siguió inmediatamente, jubiloso, pensando que por fin conocería a la mujer que había tenido en sus pensamientos por años, a aquella a la que ya amaba, de la que conocía tantas cosas pero a la vez nada. Que conocería por fin a su diosa predestinada, que había estado con él tantos años. Por fin estaría con ella.

    La siguió y la siguió por todo el bosque. Ella caminaba con sus hermosos pies descalzos a paso lento, mientras el viento mecía sus cabellos dorados y hacía que el vestido blanco se le pegase al cuello y,*aunque caminaba con lentitud, atrayéndolo con cada sensual y celestial paso, él nunca llegaba a alcanzarla. Corría pero ninguna velocidad era suficiente. A veces se perdía, pero la volvía a encontrar, y,*cuando volvía a verla,*su cuerpo se regocijaba del placer que suponía sólo eso. Pensaba entonces en lo placentero que sería tenerla por fin en sus brazos, hacerla suya, no dejarla escapar nunca.*

    Esos pensamientos lo*ayudaron a seguir corriendo y corriendo por horas detrás de su diosa predestinada. Finalmente,*llegaron a un claro del bosque donde había un extraño y precioso lago. Ella, tan indescriptiblemente hermosa, estaba allí, de pie, mirándolo. Pudo ver por fin de qué color eran sus ojos:*eran de un hermosísimo color dorado, que relucían como fuego bajo la luz de la luna, creando, junto con su cabellera, la misión más bella que cualquier hombre podría ver jamás.*

    Levantó su mano muy lentamente, en lo que a Zero le parecieron horas (y tal vez lo fueron),*en una clara invitación. Sus labios, tan preciosos como el resto de su cuerpo, de un suave e increíblemente bello color rosa, se abrieron y se cerraron, llamándolo. No escuchó nada más que el suave murmullo del viento*al* que ya estaba tan acostumbrado;*pero él sabía que ella lo estaba llamando, que le decía que fuese a donde estaba. Y, lentamente, fue dando pequeños pasos*hacia el amor.*

    Pero mientras más él se acercaba, más ella se alejaba. Aun así, estaba su mano levantada, llamándolo, y él seguía*yendo hacia ella lentamente, como hipnotizado. Se dio cuenta de que ella se hundía lentamente en el*lago, con su mano levantada en todo momento;*pero aquello le pareció algo insignificante. Entró al lago con ella, apenas sintiendo el agua fría calar su cuerpo, siguiéndola como hasta ahora. Se fue hundiendo, lentamente, con sus ojos fijos en su bella diosa, en la mujer que era sólo para él. Entonces,*un rayo de luz, seguramente del alba, iluminó el agua y su diosa desapareció.*Desesperado y aterrorizado, intentó llamarla;*pero se dio cuenta de que ya no podía. En realidad, ya no podía hacer nada más. Todo se había acabado con un poco de luz.*

    Tal vez si Zero hubiese hablado con alguien le habrían dicho que aquel lugar estaba prohibido, que habitaba allí algo demasiado terrorífico para nombrarlo. Que todo hombre que pisaba aquella tierra maldita moría buscando lo que más deseaba, fuese lo que fuese. Que lo que para él fueron años, para los demás fueron apenas unas horas. Que ya nunca más volvería a tener un soplo más de vida, y mucho menos volvería a ver a la tan amada mujer que le había quitado la vida de la manera más triste y sublime.*
    *
    Sin duda, una verdadera lástima aquella muerte.
     
  2.  
    Frantz

    Frantz Entusiasta

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    Pluma de
    Escritor
    Re: El bosque prohibido

    -Me gusto tu One-Shot, es similar a una leyenda, me gusto mucho realmente, pobre Zero, un choco como el necesita a una chica de igua personalidad para poder comprenderse, su muerte muy lamentable quien pensaría en eso, de verdad debia hablar con alguien, dejame elicitarte ya que en tu fic no encontre ninguna falta ortográfica, espero volver a leer otro fic tuyo

    :can:
    Frantz
     
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