Se acercó a él tanto que sus narices se encontraron, lo miraba tan fijo a los ojos, como queriendo deducir lo que pasaba por su mente en ese momento, en ese justo y preciado instante del tiempo... pero él parecía estar y a la vez no. Con lentitud subió su mano derecha hasta su cuello, lo tomo con delicadeza y lo acaricio; subió la otra e hizo lo mismo, sus frentes se juntaron y ella no desviaba la vista de aquellos ojos tan oscuros, tan profundos y cálidos. En un susurro hondo le dijo "te amo" y a continuación se dejo llevar por sus deseos, sus labios se tocaron, se abrazaron continuamente confundiéndose con sus tímidas y expectantes lenguas.