El arcoíris sólido

Tema en 'One Piece' iniciado por AikoSan, 13 Abril 2015.

  1.  
    AikoSan

    AikoSan Entusiasta

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    8 Abril 2015
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    86
    Pluma de
    Escritora
    Título:
    El arcoíris sólido
    Clasificación:
    Para todas las edades
    Género:
    Comedia
    Total de capítulos:
    1
     
    Palabras:
    3887
    Título: El Arcoíris Sólido
    Personajes: Brook, Franky, Robin
    Tipo: One-shot
    Palabras: 3827

    © One Piece y todos sus personajes pertenecen a Eiichiro Oda.


    El Arcoíris Sólido

    —¡Oi, Robin! —la marcada pronunciación de la “r” le bastó a la arqueóloga para saber que quien se dirigía a ella era el cyborg de la tripulación.

    —¿Qué pasa, Franky? —la llamada niña demonio de Ohara apartó la vista del libro que tenía entre manos para dirigirle una sonrisa a su interlocutor.

    —Llevo una hora buscando a Luffy, ¿sabes dónde está?

    —Ah, Luffy y los demás se han ido a la ciudad a comprar algunas cosas —Robin se recogió el pelo detrás de la oreja apartando la mirada de su nakama y dirigiéndola hacia la costa que se podía apreciar por el lado de babor.

    El Thousand Sunny había echado anclas cerca de una playa en la costa norte de la última isla a la que habían llegado. Se trataba de una isla de primavera, lo que había incitado a casi toda la tripulación a abandonar el barco y visitar la ciudad bajo los florecientes árboles que se podían observar desde el barco.

    Robin había accedido a quedarse a cuidar del Sunny y lo hacía sentada bajo el sol en una pequeña mesa de cubierta. La presencia del carpintero allí se debía a que, al parecer, no se había enterado de la excursión del resto de tripulantes.

    —Pues espero que compren cola, porque el almacén está Súper vacío —se rascó la cabeza con la mini mano que salió de su palma derecha—. Además esa nube que tenemos justo encima no tiene buena pinta —dijo, señalando hacia el cielo con la cabeza.

    Robin se limitó a alzar la vista también. No es que ellos tuvieran mucha idea de climatología pero era cierto que la enorme nube que se les había echado encima tenía un color negro profundo bastante preocupante.

    —Nami nos dijo que las tormentas repentinas son bastante frecuentes por aquí —comentó la arqueóloga devolviendo su atención al libro—. No creo que debamos preocuparnos. Si hubiera algún clima peligroso por aquí, nuestra navegante nos lo habría dicho.

    Franky gruñó como muestra de afirmación. Estaba un poco cabreado consigo mismo por no haber ido al pueblo también. Estaba tan centrado en su taller que ni siquiera se había dado cuenta de que habían atracado.
    ~~~~~​

    Lo que Nami no les había contado es que en aquella isla de primavera en medio del Grand Line tenía lugar un curioso e irrepetible fenómeno que no se podía observar en ningún otro sitio del mundo.

    Los lugareños lo llamaban Arcoiris Sólido y todos los visitantes que tenían el honor de contemplarlo, quedaban fascinados no sólo por su belleza, sino también por su efecto en la gente.

    ~~~~~​

    De pronto, como respondiendo a la llamada, una tímida gota de agua se precipitó desde la amenazadora nube para aterrizar justo en el libro que la morena tenía abierto sobre la mesa. Pero lo que había caído no era simple lluvia. Robin pudo ver cómo la pequeña gota brillaba con un color rojo reluciente, como las brasas de un fuego. Pero acto seguido, el color del líquido cambió a naranja, amarillo, verde, azul, blanco, negro… y así sucesivamente hasta volver de nuevo a su color original. Toda la escala cromática había pasado por aquella diminuta gota que bailaba sobre las letras del libro.

    Franky también había contemplado la escena y ahora miraba a su nakama preguntándole con la mirada si tenía alguna idea de qué demonios era aquello.

    Ella, por supuesto, le respondió sin palabras que era la primera vez que veía algo así. El hecho de que Nami no les hubiera dicho nada no era precisamente tranquilizador.

    —Deberíamos ponernos a cubierto —dijo el de pelo azul alzando la vista hacia el cielo—. No sabemos qué efectos puede tener esta lluvia.

    —Estoy de acuerdo —señaló Robin mientras cerraba su libro y se levantaba de la silla—. Quizá sea como ácido y empecemos a derretirnos si nos toca.

    —¿¡Puedes dejar de ser tan tétrica!?

    ~~~~~​

    Se encontraban los dos en la cocina. Robin se había sentado de nuevo y proseguía con la lectura de su libro en absoluta calma. El cyborg, por su parte, estaba pegado a la pequeña ventana de la cocina y no dejaba de observar aquel extraño líquido caer. Una fina capa de color cambiante se había asentado por todo el Sunny. El suelo, las escaleras, las barandillas… todo estaba recubierto del colorido líquido. Parecía un arcoíris en movimiento.

    —Parece que alguien haya vomitado un maldito arcoíris encima de nosotros… —chasqueó la lengua y se cruzó de brazos, frustrado por lo poco que podía hacer en aquella situación.

    Poco a poco, el goteo multicolor se detuvo. Ya no caía nada y el sol volvía a brillar, haciendo la vista más increíble aún.

    De un momento a otro, pudo sentir la presencia de Robin junto a él. Dio un pequeño salto de sorpresa pero no dijo nada. La morena admiraba el paisaje desde la ventana de la misma forma que él.

    —Es hermoso —lo dijo con un hilo de voz y brillo en los ojos, sin apartar la mirada de la sustancia que ya recubría casi todo lo que podían ver—. Y no parece peligroso.

    —El césped no se ha derretido así que dudo que sea ácido…—apuntó Franky—. Pero aún no podemos estar seguros de qué es.

    —No lo sabremos hasta que no salgamos a comprobarlo.

    El de cabello azul no parecía muy convencido con la idea de salir y exponerse a aquello pero le hacía la misma gracia quedarse allí dentro esperando a que algo pasara.

    Siguió a la arqueóloga con la mirada a medida que se iba acercando a la puerta de la cocina. Resopló antes de ponerse él mismo en marcha para comprobar qué efectos tenía la misteriosa sustancia.

    En el momento en que la mano de Robin empujó el manillar de la puerta para abrirla, pudieron escuchar un golpe sordo fuera, en la cubierta del barco. La morena le dirigió una mirada furtiva al cyborg antes de abrir la puerta. Le estaba diciendo sin palabras que se preparase para una posible pelea.

    Él simplemente contestó alzando el pulgar de su mano derecha y dirigiéndole una sonrisa confiada. Si alguien intentaba dañar el Sunny o a cualquiera de sus tripulantes, él se Súper encargaría de ello.

    Pero antes de que ninguno de los dos pudiera adoptar su postura de lucha, o incluso ver al intruso, una conocida carcajada les hizo suspirar de alivio.

    —¡Yohohohoho! ¿Pero qué es esto? —el músico de la tripulación estaba sentado sobre el césped de cubierta y parecía absolutamente fascinado con el espectáculo de color que había a su alrededor—. ¡Se me van a salir los ojos de las órbitas! —se llevó las huesudas manos al cráneo y añadió— pero claro, ¡yo no tengo ojos! ¡Yohohohoho!

    —Brook, ¿sientes algo extraño? —la profunda voz del segundo mayor de la tripulación, que le miraba desde el umbral de la puerta de la cocina, le sacó de su asombro—. ¿Tienes la sensación de que tu cuerpo se va a derretir o algo parecido?

    —Pero no es más que huesos —apuntó Robin, impasible, aún desde dentro de la cocina— quizá por eso no tenga ningún efecto en él.

    —¡Robin-san! —el esqueleto de los Mugiwara, que no podía evitar sentirse molesto por las palabras de su nakama, se levantó mirándola con rencor—. ¡No me robes mis frases, por favor!

    Los dos que aún se encontraban a cubierto rieron levemente ante la desazón del músico de a bordo.

    —¡Pero esto es divertidísimo! —exclamó Brook olvidando rápidamente su enfado—. ¿Qué es esto? ¿Y por qué tiene tantos colores?

    —No lo sabemos aún —respondió la arqueóloga alzando la vista hacia el cielo—. Empezó a caer que aquellas nubes hace un rato y como no sabíamos si podía ser peligroso, nos refugiamos en la cocina —cruzó los brazos y el característico sonido de sus habilidades inundó la cubierta del barco—. Aunque no parece que sea algo preocupante al final —mientras hablaba, una de sus manos había aparecido en la parte baja del mástil y cogió un poco de la extraña sustancia.

    Los tres observaron cómo el fluido — que en un principio había sido líquido al caer — se volvía sólido en la mano de la arqueóloga. Y no sólo eso, sino que la marea de color se había detenido y se había convertido en un pedazo de algo indefinido de color rosa vívido.

    —¿Ya no cambia de color…? —Robin murmuró en voz baja, pensando. Luego alzó la voz para dirigirse a sus nakama—. La textura es parecida a la nieve… pero no está frío. Qué extraño…

    —¡SÚPER extraño! —Franky acompañó sus palabras con su pose habitual

    El esqueleto de los Mugiwara, que seguía emocionado por aquel extraño fenómeno, comenzó a dar vueltas por cubierta intentando cubrirse con el líquido arcoíris. Sin embargo cuando acabó nada se había adherido a su cuerpo.

    —Eh… —se llevó una mano al mentón y, arrodillado, acercó la cara todo cuanto pudo al fluido para observarlo de cerca—. Más que un líquido esto parece una clase de… gelatina —metió el dedo, que atravesó sin ningún problema la capa superficial y lo volvió a sacar, completamente limpio.

    Después de un rato analizando la gelatina, descubrieron que, al coger un trozo de la misma, esta perdía su propiedad de cambiar de color y permanecía en el color que tenía al momento de cogerla. También cambiaba su textura, como había dicho Robin. Se volvía sólida y moldeable, como la nieve recién caída.

    —En el fondo es como tener plastilina infinita —dijo el cyborg mientras recogía una gran cantidad de gelatina que, al momento, se volvió sólida como la nieve y adoptó un color verde muy similar al cabello de su nakama espadachín.

    —Espera, Franky —Robin se acercó hasta él con una sonrisa traviesa dibujándose en sus labios. Con su habilidad, hizo crecer dos brazos en el torso del carpintero y le quitó de las manos la nieve verde. Tras ver cómo la moldeaba un poco, Franky vio cómo las manos desaparecían de su campo de visión y, acto seguido, sintió la sustancia cubriendo su cabeza.

    — ¿Qué estás haciendo Robin? —intentó ahuyentar los brazos de su nakama sin éxito.

    —Ya está —dijo la morena, triunfante—. Di algo arrogante.

    El carpintero parecía confundido hasta que, al girarse, pudo verse en el reflejo del cristal de una de las puertas.

    Antes de hacer caso a la sugerencia de la arqueóloga, se apresuró a coger más nieve bajo la atenta mirada de sus compañeros. Esperando al momento oportuno pudo recoger un poco de nieve amarilla que moldeó en pequeñas figuras y una gran cantidad de color verde oscuro.

    Cuando se dio la vuelta para mirar a sus nakama pudieron ver que, aparte del pelo verde, se había puesto tres pendientes amarillos y una faja verde.

    — ¿Qué es esta cosa? —dijo con tono de voz ronco y ciertamente arrogante—. Sólo tengo que cortarla ¿no?

    Las risas explotaron en el barco. Las lágrimas le salían inexplicablemente a Brook y Robin reía tapándose la boca.

    — ¿De qué os reís? —Franky seguía con la pantomima. Moldeó una botella de color verde oscuro y se sentó en el suelo—. Ah, estoy cansado. Creo que voy a dormir un rato.

    Mientras el cyborg seguía imitando a Zoro, Brook les había dado la espalda y preparaba su propia actuación.

    —Sois igualitos —dijo la arqueóloga sin parar de reírse.

    —¡Oye marimo de mierda! —aquellas palabras no salieron de la boca de Sanji, por supuesto. Brook hablaba en dirección a Franky, con una melena amarilla cubriéndole el ojo derecho, una corbata azul y un cigarro blanco entre los dedos, que señalaban al falso espadachín—. ¡Deja de hacer el vago si no quieres que te dé una paliza!

    — ¿¡Qué has dicho, cejas de sushi!? —el falso Zoro se puso en pie portando tres espadas de nieve que acababa de crear—. ¡Cállate si no quieres que haga filetes de cocinero contigo!

    —¡Estás molestando a mi bella Robin-chwan! —la actuación de ambos era sublime. Robin no dudó un segundo en unirse al espectáculo.

    —¡No es momento de pelear!—dijo alzando la voz—. ¡Vámonos de aventuras!

    Cuando se giraron hacia ella no pudieron contener las carcajadas. Robin se había convertido en el capitán, con sombrero, chaleco y cicatriz en el pecho incluido.

    —¡Sanji! —gritó esta vez—. ¡Comida!

    —¡Luffy! —el tono de voz de Franky se había vuelto agudo y sonaba cabreado. Ahora llevaba una melena naranja y un pequeño bikini cubriendo su pecho. El característico Clima Tact de Nami acompañaba el disfraz—. ¿Es que eres un pozo sin fondo? ¡Idiota! ¡Tenemos que descubrir que es esta cosa!

    — ¡¡NAMI SWAN~!! —Brook había cogido nieve rosa y la había puesto en su ojo izquierdo formando un corazón—. ¡Estás tan guapa cuando te enfadas…!

    —Pero Nami… —Robin-Luffy habló con el mismo tono de protesta que había utilizado el capitán— ¡Esta gelatina es muy divertida! —acto seguido se golpeó la palma de la mano con el puño, como si hubiera podido comprender una verdad universal—. ¡Ya sé lo que es! ¡Una gelatina misteriosa!

    Los tres explotaron de nuevo en carcajadas. Franky y Brook se habían tirado al suelo y no podían parar de reír. La simple imagen de Robin, la seria e inalterable arqueóloga haciendo todas aquellas estupideces era demasiado para sus cerebros.

    —Ah… —el esqueleto se llevó una mano al costado sin dejar de reírse— se me van a salir los pulmones de tanto reír.

    —Pero claro, ¡yo no tengo pulmones! ¡Yohohoho! ¡Porque sólo soy huesos! —Franky llevaba un afro negro y se había cubierto la cara y el pecho con nieve blanca.

    —¡Franky-san! ¡Eso es de muy mala educación!

    —C-c-creo que ha vuelto mi vieja enfermedad de no-puedo-acercarme-a-esa-gelatina —los dos hombres alzaron la vista para ver a una Robin perfectamente caracterizada de Usopp que se abrazaba al mástil—¡S-S-Si no fuera por esta horrible enfermedad, el Capitán Usopp-sama acabaría con la gelatina en un instante!

    —¿¡En serio!? —Brook miró hacia su derecha y su compañero se encontraba de rodillas en el suelo, con los ojos brillando como dos rayos de sol. Tenía la nariz azul, el gorro multicolor y unos hermosos cuernos de reno—. ¡Usopp, eres increíble!

    Robin no pudo evitar dejar su actuación de lado por un momento para mirar a Franky con visible reprobación. Era cierto que lo que le había pedido en Punk Hazard era que no hablara con el cuerpo de Chopper pero… revivir aquella experiencia le puso los pelos de punta.

    El cyborg-reno continuó con la actuación. Tras esconderse a su modo particular detrás del mástil, había comenzado a hacer el típico bailecito de los halagos de Chopper. Robin se lo estaba pasando demasiado bien como para sentirse resentida. No entendía cómo era capaz de comportarse así, como una niña, como el resto de la tripulación hacía habitualmente.

    No lo comprendía del todo pero… le gustaba aquella sensación. Se sentía, en cierto modo, rejuvenecida.

    Franky y ella, después de tanto reír, habían decidido sentarse a descansar un rato. Brook hacía minutos que desapareció de cubierta pero no le dieron demasiada importancia. Seguramente estaría preparando algún disfraz para sorprenderles.

    Franky se encontraba en el asiento bajo el mástil y la morena estaba junto a él, en el suelo. Jugaba con la gelatina multicolor que aún quedaba en el césped, pues la que habían usado ya se amontonaba a los lados de la cubierta.

    —No creí que fueras capaz de comportarte así, Robin —dijo el cyborg antes de dar cuenta de una botella de cola que necesitaba para recuperar energías—. El esqueleto y yo solemos hacer esta clase de estupideces pero tú… —dudó un momento antes de seguir— tú siempre has sido la más seria de todos nosotros.

    —Está bien dejarse llevar por el momento a veces, ¿no? —cuando Robin habló, lo hizo sonriendo. Era una sonrisa sincera que invadía todo su rostro. Franky no pudo evitar que se le contagiara. Era una sonrisa hermosa.

    Los dos se quedaron sin palabras un momento y disfrutaron del silencio admirando lo que quedaba de arcoíris sobre el barco. Sin duda era un espectáculo digno de admirar.

    Al ver un destello de color turquesa en la barandilla de la cubierta superior, Franky no pudo evitar pensar en los ojos de su nakama. Eran de ese mismo color. Sintió el deseo que decírselo. Sintió el deseo de decirle que aquel color, el de sus ojos, era hermoso. Pero no lo hizo.

    Alguien le interrumpió antes siquiera de que pudiera empezar a articular palabra.

    La escena que presenciaron en la cubierta del timón era, sin duda, cómica. El esqueleto, desaparecido hasta momentos antes, estaba allí. Y el conjunto que llevaba no podía ser descrito de otro modo que hilarante.

    Con un enorme montón de nieve rosa se había fabricado una larga peluca y una enorme cola de sirena que le cubría de cintura para abajo. Llevaba también dos conchas amarillas cubriéndole el pecho y además, para cerrar el atuendo, dos regueros de nieve azul bajaban por su cara simulando lágrimas.

    —¡LUFFY-SAMA! —gritó con toda la potencia que sus no pulmones le permitían— ¡NO VOY A SER UNA COBARDE NUNCA MÁS!

    Franky no pudo contenerse. Comenzó a rodar por el suelo, muriéndose de la risa. Creía que le iba a explotar la cabeza. A Robin, que hasta entonces se había limitado a reírse ligeramente, se le escapó la primera carcajada del día. Era una risa brillante y sonora.

    Entonces empezó el espectáculo. Imitar a sus nakama había sido divertido pero revivir sus mejores momentos dramáticos fue la guinda del pastel.

    Toda clase de enemigos y aliados de los Mugiwara fueron víctimas de las mofas de los tres mayores de la tripulación. El Rey Neptune, Gecko Moriah, Duval, Keimi, Crocodile, el CP9… nadie se salvó del cachondeo.

    Y justo en el momento en que Robin (caracterizada de Kuma) observaba, aplaudiendo, cómo Franky y Brook representaban el enfrentamiento entre Rayleigh y Kizaru, un ruido sordo les hizo detenerse.

    Los tres se quedaron congelados, como si alguien le hubiera dado al botón de pausa.

    En cubierta, el resto de la tripulación, que acababa de llegar, les miraba boquiabiertos. A Sanji se le habían caído las bolsas que llevaba de la impresión. Ninguno podía creer lo que estaban viendo. Pero Luffy fue el primero en reaccionar.

    —¿¡RAYLEIGH!? —casi se le salen los ojos de las órbitas.

    —¿¡Un almirante!? —Chopper se le unió al instante, empezando a correr en círculos— ¡¡El Sunny está en peligro!! ¡Han matado a Robin y Franky!!

    —¿OS QUERÉIS CALLAR, IMBÉCILES? —Nami puso fin al jaleo sentenciando a los dos con un certero golpe en la cabeza— Es obvio que no son ellos…

    Hubo unos momentos de silencio antes de que todos estallaran en carcajadas. No podían creer lo que veían sus ojos. El primero en unirse a la fiesta —tras recuperarse del golpe— fue, por supuesto, el capitán.

    Instantes después comenzó una guerra de bolas de nieve multicolor, seguida por la continuación del teatrillo. Todos empezaron a hacer el idiota excepto la navegante, que observaba el panorama entre resignada y divertida.

    La arqueóloga se acercó hasta ella quitándose los restos de nieve que tenía en el pelo. Parecía contenta. Aunque a Nami le pareció atisbar un destello de vergüenza en sus ojos.

    —No sé cómo has podido unirte a sus estupideces… —comentó con un suspiro— son como niños.

    —Sí, sin duda lo son —Robin tomó asiento junto a ella y apoyó el mentón en la palma de su mano, sin dejar de observar a sus valiosos nakama—. Pero en el fondo, todos lo somos. Si no, no nos habríamos unido a esta tripulación tan interesante.

    —A esta tripulación de locos, querrás decir… —corrigió la pelirroja. Sonrió al darse cuenta de la razón que tenía la mayor.

    —Hay una cosa que me pregunto, Nami —comenzó la mayor—. ¿Cómo es que no te sorprende este fenómeno meteorológico?

    —Je… —la aludida rió como respuesta antes de explicarse—. Esta anomalía climática se llama Arcoíris Sólido. Al parecer sólo ocurre en esta isla. Hemos tenido suerte de poder verlo. Dicen que pese a todo es poco habitual.

    Robin hizo un pequeño ruido de aprobación y se quedó en silencio, sin poder borrar su sonrisa.

    —Pero parece que lo que decían los aldeanos es verdad… —Nami volvió a hablar.

    Robin se sintió interesada por las palabras de su nakama. Apartó la vista momentáneamente de Luffy, que imitaba a Enel de manera bastante apropiada, para dirigirla a Nami. No le hizo falta preguntarle con palabras para que su compañera continuara hablando.

    —La gente dice que quien presencia este fenómeno queda sorprendido por su belleza pero también por el efecto que produce en las personas.

    —¿Y qué efecto es ese? —preguntó con curiosidad.

    — Dicen que el Arcoíris Sólido es capaz de sacar el niño que todos llevamos dentro.

    Robin rió. Aquello no podía ser más cierto. Sin duda era algo digno de vivir.

    —¡Robin! ¡Ven a jugar! — el capitán, que se había disfrazado de la princesa Nefertari Vivi, la llamaba a gritos y agitaba los brazos, insistiendo en que se acercara.

    La morena se levantó y la sonrisa seguía sin borrársele. Antes de echar a andar hacia la fiesta que los demás habían montado, le tendió la mano a Nami.

    —¿Vienes?

    Ella respondió cruzándose de brazos y frunciendo el ceño levemente. No pensaba, ni por asomo, participar en aquel espectáculo. Pero antes de que pudiera articular su negativa con palabras, unos brazos enormes la rodearon, alzándola por los aires.

    —¡Vamos, Nami! —era el cyborg quien la había levantado del suelo—. ¡No seas aguafiestas! ¡Esto es SÚPER divertido! —antes de que ella pudiese zafarse del agarre, sintió cómo era lanzada por los aires. El grito se le cortó a medio camino cuando aterrizó en delgados brazos del mayor de la tripulación.

    — Nami-san —dijo, posándola en el suelo—, disfruta de esta agradable velada con nosotros —hizo una pequeña reverencia—. ¡Ah! Por cierto…

    Nami ya estaba preparando el puño para darle su merecido al esqueleto pervertido pero las palabras no llegaron por donde ella esperaba.

    Una mano le obligó a darse la vuelta. Se encontró de frente con los ojos azules de Robin aunque el resto de lo que vio no concordaba con la imagen de la arqueóloga.

    —Nami-san… —Robin se inclinó un poco hacia ella, mostrando el gran afro negro que se había hecho con nieve— ¿serías tan amable de enseñarme tus b—

    —¡¡YA ESTÁ BIEN!! —Nami se sentía como si estuviera en medio de un manicomio. Incluso Robin, que era uno de sus modelos a seguir se estaba comportando como los demás idiotas.

    Pero no pudo evitarlo. Se rió. Se rió hasta que no tuvo fuerzas. Tenía que reconocerlo. Era sumamente divertido. Sorprendentemente divertido.

    Secándose las lágrimas de la risa, observó a los tres que habían sido descubiertos en medio del juego. Era, en cierto modo, tierno que hasta los tres mayores de la tripulación a veces pudieran ser tan infantiles como los demás.

    ~~~~~
    Este one-shot está escrito como respuesta al desafío que propuso @Nami Roronoa hace como... ¿tres años?
    ¡Más vale tarde que nunca!
    No suelo escribir comedias así que no tengo muy claro cómo ha quedado pero me he divertido muchísimo escribiéndolo así que espero que lo disfrutéis.

    Abrazos,

    Aiko
     
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  2.  
    Kiros Lionheart

    Kiros Lionheart Leafter de toda la vida

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    Me encanto, es una historia muy graciosa y entretenida xDD

    Describes muy bien a los personajes de One Piece, el entorno, muy creativo lo del arcoiris y pues se nota que le pusiste empeño en escribirla y te divertiste haciéndolo que es lo que cuenta para crear una buena historia que agrade a la gente.

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  3.  
    AikoSan

    AikoSan Entusiasta

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    ¡Primer comentario, qué ilusión! ^^ Me alegro mucho de que te haya gustado. La verdad es que, como comenté arriba, no estaba muy segura del resultado final porque no suelo escribir historias cómicas. Pero es cierto que me lo pasé en grande escribiéndola.
    Si te apetece leer más historias de estos locos, siempre puedes proponer retos en el tema de desafíos de One Piece :)

    ¡Saludos!
     
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