El último respiro: Atem y el misterio de la Reina de las Sombras

Tema en 'Archivo Abandonado' iniciado por Shassel, 29 Octubre 2012.

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    Shassel

    Shassel Usuario común

    Tauro
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    29 Octubre 2012
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    Escritora
    Título:
    El último respiro: Atem y el misterio de la Reina de las Sombras
    Clasificación:
    Para adolescentes maduros. 16 años y mayores
    Género:
    Romance/Amor
    Total de capítulos:
    16
     
    Palabras:
    6100
    CAPÍTULO I: UN SUEÑO ROTO

    Muchas veces soñé amarte y vivir eternamente entre tus brazos y soñaba amarte aún más allá de la muerte, a pesar del dolor y la soledad, aún a pesar del mundo.
    ¿Amar? Cuán difícil me resultaba antes definir esa palabra……………….. Pero ahora
    Ahora que he podido arrancarme el alma y ser capaz de morir sabiendo que con eso serías perdonada, saber que al extinguirse mi aliento tu corazón seguiría latiendo……..
    Ha pasado ya tanto tiempo, pero mis recuerdos siguen tan vivos como el amor que un día alimentaron tus besos, vivó a través de tus recuerdos, superando al tiempo, superando el olvido, superando a la misma muerte, pues sé que pronto estaremos juntos de nuevo.
    Tal vez solo fuiste una simple mujer, un simple grano de arena, mas, yo no lo siento así, después de todo me amaste, y eso nos convirtió en algo más que unos simples mortales, nos convirtió en……………… aún no lo sé, tal vez ….., fue solo un simple error, pero sucedió y al final eso es lo que importa.
    Tal vez fue solo un simple capricho del destino, un golpe de ironía o un irremediable accidente, por dónde empezar, si aún antes de conocerte vivías ya en mis recuerdos.
    ¿Pero cómo?


    Nefter: Señorita, señorita, ¿Dónde se halla Señorita?, su hermano la busca. Por favor. Suplicaba fervientemente la empleada de la familia.
    Mas la dulce joven de verdes ojos cual selva inexplorada y esbelta figura de mármol pulido se encubría ya por entre los ídolos de templo de Osiris, ocultando su presencia de la cautiva llamada de su anciana ama de cría.
    No me encontrará esta vez pensaba la joven princesa, mientras corría en dirección del jardín en el que tanto amaba soñar con él.
    Shassel: Atem, por tu nombre soy cautiva de mi propio suplicio, por Ra, cuanto deseo saber quién eres.

    Ya casi estaba totalmente envuelta en sus propias ideas cuando de repente una voz gutural la freno en seco.

    ¿?: ¡Shassel!, ¿A dónde crees que vas?

    Definitivamente la habían atrapado. Shassel era apenas una joven que no superaba los 15 años, gustaba mucho de nadar y correr por el palacio sin medir el tiempo de sus escapes, cuanto disfrutaba sentirse libre de aquel palacio, no había mañana en la que no volase por el jardín de su casa en dirección a la calle, deseaba tanto correr y buscarlo, sin conocerlo aún ya lo amaba aunque no sabía por qué.

    Shassel: Hermano, yo solo……, dijo con voz hondonada.

    Anubis, era su hermano mayor, tras la muerte de sus padres cuando tenía tan solo 14 años, juro por los dioses cuidar de sus hermanas y bajo ningún concepto permitir que hombre alguno les hiciese daño. Al ver su cara se diría que tan solo tendría 25 años, pero superaba ya los 30, un verdadero hombre forjado por el martillo de la vida, fuerte, alto y atlético, cabello castaño claro de almendra, que contrastaba de manera perfecta con sus ojos de cielo claro, casi nunca sonreía, aunque tuviera razones para hacerlo, y sus manos eran como de hierro, ya que tras un arduo trabajo logró llevar adelante no solo a su país, sino también a las dos razones de su existencia, sus hermanas: Shassel y Raia.

    Shassel: Yo lo siento mucho hermano, solo que…… no puedo estar aquí cuando el mundo es tan grande, deseo volar como el águila, recorrerlo todo, ir a……
    Anubis: ¡Ni te atrevas a decirlo!, dijo su hermano interrumpiéndola de súbito, Ni sueñes en ir al Imperio, jamás lo permitiría, sabes que es peligroso.
    Shassel: ¿Por qué lo dices?
    Anubis: Si nuestro padres se fueron de allí muy asustados, debió ser por algo demasiado terrible, ¿no lo crees?

    Sin duda las palabras de Anubis pudieron menos que asustar a Shassel, llenarla de una necesidad aún más grande por viajar al Imperio, más su deseo no pudo menos que llenar sus ojos de una nube de dolor, y entre amargos sollozos se alejó de la presencia de su hermano en dirección a su recámara. Ella aún no lo sabía, pero Egipto era no solo un capricho de su joven corazón, era su destino.
    La noche abría ya su velo sobre el reino de los sueños, cobijando a Shassel de una plateada y bella luz de luna, que desde el balcón de su recámara admiraba el misterio de lo infinito, pensando quién sabe en qué.

    Isis: Mi señora no se atormente más y venga conmigo, piense en que si su hermano desea que se quede aquí en Dacar, no es por maldad, sino es una muestra del infinito amor que siente por usted.
    Shassel: Amor dices, ama acaso la jaula al jilguero cautivo que desea afanoso alas de libertad.
    Isis: Mi señora, conozco perfectamente a su hermano, y si permite decírselo sé que el solo busca protegerla.
    Sus bellos ojos volvieron a tornarse tristes, y con rabia en su voz le dijo a su amiga y sierva.
    Shassel: No me mientas más Isis, vete ya y déjame sola.

    Su amiga se retiró no sin antes dirigirle una mirada triste y comprensiva a la vez.
    Y sin saber que más hacer, se refugió en sus sueños, que al parecer eran el único lugar donde su mente era libre en verdad. Y en su mente; como en un sueño pasajero vislumbró extrañada la imagen de un joven de singular encanto: de largos cabellos de sol, fuego y cielo nocturno que destacaban extraordinariamente su mirada de ángel, y al reflejarse en el azul amatista misterio de su mirada sintió la respuesta a su llamado. Él la abrazaba y al abrazar su bello cuerpo bañado por fuego pudo sentir la verdad de su alma, el latir de su corazón, que era como de huracán. Sus ojos la acunaban en una paz infinita, mientras la abrazaba como si temiera perderla, y con una entrega indescriptible, sus almas se entrelazaron en el mismo fuego de la vida y la muerte, rindiéndose al destino, demostraron mutuamente su amor. Shassel lo besaba y sentía que el mundo podría desaparecer sin que ella tuviera miedo, lo acariciaba y deseaba que el tiempo fuera eterno, para poder seguir así: amándolo y entregándose a él por completo, ambos se abandonaron a su profundo amor, mientras él con sus caricias la llevaba a las estrellas sin soltarla un instante. A pesar del mismo mundo, él la poseía con amor y con locura, con pasión y timidez, estremeciendo su ser hasta sacudirlo todo, y con seguridad en su voz aquel joven le repetía una y otra vez:

    ¿?: Te amo y nunca permitiré que nadie nos separe mi princesa, somos uno y nunca nadie podrá decir lo contrario.
    Shassel: Te amo, te amo y no le temo a la muerte, te amo aunque sea condenada por siempre por sentir lo que siento, te amo Atem.
    Susurraba cálidamente mientras sus párpados revelaban sus increíbles ojos verdes, cual límpida agua del Nilo.
    Shassel: ¿Atem, quién es Atem?, ¿Ra por qué, por qué debo soñar con él una y otra vez sin saber siquiera quién es?, (pensaba para si no sin sentirse más que confundida, feliz,) Ohhhh Atem!!
    Anubis: ¿Atem, quién es Atem, Shassel?, cuestionaba su hermano mientras sus ojos no podían ocultar un miedo cercano.
    Shassel: Este…. Yo… yo no dije Atem, dije Aton, en mis sueños llamaba al poderoso dios Aton para que me brinde su sabiduría y protección.
    Anubis: Mmm, (poco convencido), de acuerdo, me alegra saber que estés más tranquila, sé que tal vez no sea nadie para imponerte mi voluntad, pero debes entender que todo lo que hago es para mantenerlas a salvo.

    Sin decir más, su hermano se retiró dejándola de nuevo al asfixiante, vaivén de sus dudas.
    ¿Quién era el hombre de sus sueños, era acaso él; la razón de que su alma la impulsara desear ir al Imperio, Y si no era él la causa, cuál?
    Mientras tanto al otro lado del implacable desierto:

    Atem: ¿Shassel?, ¿por qué otra vez ese nombre, como es qué puedo sentir aquel exquisito aroma de su piel bañada por el calor de nuestros cuerpos y oír su tan dulce voz pronunciando mi nombre? No la conozco y no dejo de verla en mi mente una y otra vez.
    Seth: Su majestad, me está preocupando, no sería mejor consultar a los médicos reales, temo mucho que la mujer sea una hechicera malvada que pretenda torturarlo de alguna manera.
    Atem: Pues no lo sé pero sea quien sea, debo decir; que si su intención es torturarme; ciertamente lo está logrando, pues es para mí un tormento el poder tenerla solo en mis sueños y despertar y ver mi vida vacía al no poder poseerla de nuevo a la luz de la realidad.
    Seth: Por su bien majestad, creo que será mejor que la olvide, tal vez sea solo una ilusión producto de su soledad, olvídela es lo mejor, es eso o enloquecer. (Dijo el joven sacerdote en tono serio y penetrante)
    Atem: ¿Pero cómo? si al despertar solo puedo recordar el sabor de sus labios de fuego y canela.

    Se podría decir que aquella noche el alma apasionada de ambos jóvenes enlazó sus destinos para siempre. Ya que al otro lado del desierto, en el vasto imperio de Dacaria, su amada esperaba encontrarlo para cumplir lo escrito por los dioses aún antes de ambos nacieran, así fue escrito, un amor maldecido y castigado por los hombres pero bendecido por los dioses. Un amor que con el tiempo sería la clave para salvar al mundo de un mal que a pasos agigantados crecía en el fondo de las arenas del desierto y el tiempo.

    Los años pasaron y la misma magia que hace florecer el Nilo convirtió a Shassel en la mujer más bella que el mundo haya visto, además de en una duelista de las sombras excepcional, la hechicera más poderosa que dios alguno haya creado, y aunque los años hicieron que olvidara su deseo de buscar su destino, su nueva pasión el duelo de monstruos la convirtió en una prestigiosa oponente y sin duda la mejor de todo el Imperio Dacariano, “La reina de los duelos” como la hubieron de nombrar sabiamente. Sorprendentemente su habilidad la hubo de colocar como una mujer sumamente respetada y amada en Dacaria, pero,…. ¿Por cuánto duraría?
    Mientras, al otro lado de las arenas del desierto...
    Atem era ya un hombre; de imponente figura y espléndido atractivo, no por nada todas las princesas y mujeres solteras de la región Egipcia se esforzaban y desfilaban a diario frente a sus ojos en búsqueda de una mirada de aprobación de tan apuesto y amado faraón.
    Tras la muerte temprana de su padre, Atem se esforzó no solo por ser un soberano justo y valeroso, sino también por convertirse en un poderoso duelista de las sombras, un verdadero rey de los duelos y aunque ya habían pasado algunos años desde la creación de los juegos de las sombras, Atem aún soñaba poder darle algún día fin a tan mortales juegos y poder reinar con tranquilidad su reino junto a la persona que aún a pesar de los años seguía amando sin entender cómo ni por qué, Shassel se había convertido en la mayor inspiración de su juventud y la razón para despertar y esperar cada día su llegada, pues sabía en el fondo de su corazón que sus almas estaban unidas y que tarde o temprano estarían juntos para cumplir su destino.
    Como cada tarde, el joven rey salió de su palacio una vez más a buscar en los misterios del desierto la verdad de sus anhelos, a aquella misteriosa dama que escondida en las profundidades de sus sueños, atormentaba sus pasiones cada día ahogándolo en una desesperación indescriptible, sería tonto decir que por causa de ella Atem no era feliz, ya que a pesar de los riesgos que arraigaban la existencia del reino de las sombras en el mundo, la presencia de sus amigos le daban al faraón la fortaleza y la alegría que necesitaba para caminar. Al cabalgar con su espíritu al aire, podía la menos difuminar un poco su tristeza al no encontrarla, y en vagas confusiones volvió a su palacio al caer la noche diamantina en su poderoso reinado. Una vez ya en su recámara, se dejó ir a sus sueños recostándose a la tranquilidad de su cama, cuando de repente.

    Mahado: Mi faraón, dijo una tenue voz en tono reverencial.
    Atem: Ohh, Mahado, dime que es lo que sucede.

    Mahado, era uno de los amigos más cercanos al Faraón, no superaba los 30 años pero su habilidad como hechicero lo había transformado en el más poderoso mago egipcio, razón por la cual fue nombrado como guardián de uno de los artículos del milenio: la poderosa sortija del milenio. Su aspecto era ciertamente encantador: piel canela tostada por el sol y fuerte figura de atleta que armonizaba soberbiamente con su sonrisa apacible y ojos de avellana, vestía como todo miembro de la realeza egipcia, y su papel en el gobierno era el de guardar la paz del Imperio Egipcio así como de su soberano, por lo tanto su lucha consistía en buscar a cualquier posible enemigo del Faraón y su reinado.

    Mahado: Otro día de búsqueda; verdad mi faraón.
    Atem: Mmm, si, otro día de búsqueda mi amigo.
    Mahado: Dígame señor hasta cuándo piensa seguir buscándola.
    Atem: Hasta encontrarla.
    Mahado: Pero mi señor, con todo respeto, está seguro que esa mujer existe en realidad, es decir, ha pasado buscándola sin tener prueba alguna de su existencia, señor temo por su salud.
    Atem: Tal vez tengas razón Mahado, pero es mi corazón el que no quiere entender razones y vivir de la ilusión de su amor.
    No dijo nada más y se dirigió hacia el balcón de su aposento, para ver las estrellas y pensar. Tras largos minutos de un abrazador silencio, el joven mago preocupado sobremanera por su amigo decidió aventurarse a pronunciar:
    Mahado: ¿Príncipe?

    Mahado prefirió dejarlo solo y se retiró de la alcoba del rey sin decir palabra, al verse solo Atem apretó con fuerza sus puños y golpeando con rabia el barandal del balcón, deshizo su corazón en lágrimas leves, no podía aceptarlo, debía ser real, y sin pensarlo más silbo y brincó hacia el patio sin medir consecuencias, por suerte, su caballo Relámpago Dorado al oír a su amo llamarlo corrió para recibirlo a su caída, y emprendiendo la marcha, se dirigieron de nuevo al desierto, cuando una voz lo freno en seco impidiendo su escape.

    Seth: ¡Príncipe Atem!, por favor, ¡deténgase!

    Sin oponer resistencia el joven príncipe detuvo su caballo.

    Atem: Dime Seth, dijo agitadamente mientras acercaba su caballo frente a la sólida silueta de Seth.
    Seth: Primo querido, sabes que no es mi intensión molestarte pero,..
    Atem: Habla Seth.
    Seth: Es sobre su padre.
    Atem: ¿Mi padre?
    Seth: Es hora mi señor, como usted sabe hoy se cumplen 5 años de la muerte del Faraón Akunankanon, y como fue escrito es hora de leerse su última voluntad. Por favor venga conmigo.

    Con cierto grado de intriga Atem decidió seguir a Seth al palacio imperial, sin imaginar siquiera la noticia que allí le aguardaba.
    Al morir su padre, Atem se sumió en una profunda melancolía, y superando sus propios temores tomó las riendas del Gobierno Egipcio como estaba destinado, anhelando cumplir el sueño de su padre, el conseguir un mundo justo y equitativo, para todos. Al llegar al palacio su duda no pudo aumentar al ver a los sacerdotes reunidos alrededor del oráculo en el templo de Ra, en el centro del templo se hallaba por lo común un cáliz de fuego que rendía tributo a las estatuas portentosas del dios Ra y el difunto Faraón Akunankanon, pero que ahora fue remplazado por un estrado alrededor del cual se hallaban todos los sabios concejeros de la corte real. Precisamente de entre ellos, Akunadín el más destacado concejero real, era quien tenía el honor de dar a conocer la última voluntad del padre de Atem. A su llegada todos los presentes mostraron su respeto al príncipe, cayendo de rodillas a la vez que decían en tono poderoso:

    Todos: ¡Gloria al Príncipe heredero y larga vida a Egipto!

    Atem, era huérfano de padres, pues su madre murió durante su alumbramiento y su única familia era su primo Seth, Akunadín; padre de Seth y sus amigos más cercanos, más no había duda que el príncipe en el fondo se sentía solo.
    Tras oír sus saludos Atem se dirigió al frente del concejo de sabios sacerdotes y bajando la cabeza en señal de humildad y respeto.

    Atem: Señores, aquí me hallo ante vosotros anhelando oír la última voluntad de mi padre para cumplirla fielmente
    Shimon; otro fiel sacerdote del Faraón Akunankanon habló gravemente a nombre de los presentes.
    Shimon: Mi señor nos alegra oír su fidelidad a la memoria del difunto faraón Akunankanon, pues las últimas letras de su padre así lo requieren.
    Akunadín: Mi señor, su padre era un hombre justo y deseoso de prosperidad para este magno reino.
    Atem: No hace falta que me lo digas Akunadín, conocí muy bien a mi padre, y haré lo necesario para cumplir fidedignamente todo lo dispuesto por él.

    Tras oír esto, Akunadín procedió a desenrollar el pergamino sagrado portador de la última voluntad del difunto faraón, y mientras se revelaba cada milímetro de papiro, la tensión de la sala aumentaba, mientras Atem; solo podía decirse para sí mismo: ¡Obedeceré padre mío, no lo dudes!
    Comenzó por dar lectura Akunadín, Atem en un acto de profundo respeto cerró los ojos y se postró sobre su pierna izquierda, escuchando con el mismo respeto que si fuese su padre el que estuviese hablando en ese momento.

    Hijo amado, a pesar de poder estar a tu lado en presencia es mi amor por ti el que hará permanecer a tu lado en esencia, rezándole a los dioses que derramen sobre ti, toda la dicha y prosperidad que mereces. Y aunque ahora descanse junto al todopoderoso Osiris, es mi voluntad que tu gobiernes con grandeza todo el magno Imperio Egipcio, tuyo por derecho y por herencia, ahora que ya estás listo y posees la edad suficiente para poder llevar sobre tus hombros, la cruenta carga de nuestro reino.
    Atem, la corona del faraón suele ser un dique de granito muy difícil de llevar por sí solo, jamás subestimes el valor de una sincera amistad, y el amor de una buena mujer.
    A partir de hoy te convertirás en la luz más brillante de Egipto, hoy dejas de ser solo un príncipe para convertirte en Faraón, desde hoy serás el faro y la guía de todo nuestro pueblo, gobierna con justicia y compasión, ya que antes de ser Rey eres un hombre, y como tal entenderás que todos y cada uno de nuestros siervos deberá ser tratado como dignidad y respeto, tal como ellos respetan tu ser y tu nombre.
    Hijo mío, aunque no pudiste verlo por ti mismo, quiero que sepas que tu madre fue el verdadero sostén de mi vida, hasta que tu llegaste a mi vida, la amé y la amó tanto como te amo a ti hijo querido, y es mi deseo que encuentres a una mujer que llene de alegría tus días tal como tu madre lleno de alegría los míos, por ende, es mi voluntad que antes de que se cumpla este año, desposes a una joven y bella princesa que te acompañe en tu reinado, pues como sabes es tradición y ley de nuestra cultura el estar desposando para poder acceder al trono del faraón, mas; si el peso de esta ley te agobia en demasía, deberás ceder la corona a tu primo Seth, quién como requisito para poder tomar el trono deberá también estar unido en santo matrimonio. Espero en el fondo de mi corazón que cumplas mi mandato tal como yo lo hice hace tantos años atrás, y llenes de orgullo y grandeza nuestro reino, recuerda que un Faraón no puede darse el lujo de fracasar; ni errar Atem, pues si tú caes; caerá contigo tu familia, tu palacio y tu nación, te ruego escojas bien a la mujer que será tu reina, con la misma paciencia y pericia con la que el labrador escoge el grano de su futura siembra.
    Espero hijo mío no permitas que nuestro reino se pierda, cuídalo con amor y te bendeciré siempre Faraón Atem, padre amado de Egipto, defiende a tus hijos y no permitas que mancillen su gloria.
    Recuerda hijo mío que siempre estaré junto a ti, y que te amo con toda el alma.

    Tras terminar de dar lectura al mandato real, se podría decir que el espíritu de todos había quedado abrumado en dilemas perecederos.
    Atem no sabía que decir o pensar, ¿Había escuchado bien?

    Seth: ¿Atem, señor, se encuentra bien?
    Se encontraba catatónico, hasta ahora su único amor había sido Shassel, y ahora su padre le pedía casarse.
    Atem: Yo Atem, Faraón de Egipto, juro ante todos cumplir la voluntad de mi padre.
    Gritó ante todos, apabullando sus dudas en un solo golpe de voz.
    Seth: Nos alegra saber de la fidelidad para con su reino.
    Dijo el sacerdote como queriendo darle a entender al nuevo Faraón, que a él también le dolía el destino al que se les había atado.
    Atem: ¡Mi fidelidad será solo para mi reino! …… dijo Atem en tono nervioso, intentando callar a su corazón, pues a pesar de haber dicho lo que dijo, él no quería casarse bajo esas circunstancias, y sin poder articular más palabras dio media vuelta y salió de la sala en dirección a los jardines del palacio, y de un solo salto se encaramo en su caballo, emprendiendo una nueva carrera, dejando a sus espaldas el reino por el que ahora sacrificaría su alma.
    Shimon: ¡Detengan al Faraón!
    Gritó el anciano al ver correr a su soberano con rumbo al peligroso desierto.
    Seth: ¡No!
    Ordeno Seth deteniendo inmediatamente a todos.
    Seth: El Faraón necesita un poco de tiempo para meditar, entiendan que necesita estar solo.
    Shimon: Seth…

    Susurró Shimon a la vez que asentía con la cabeza. Y al no haber nada más que hacer o decir, todos se retiraron del templo dejando a Seth en libertad para hablar con los dioses, ya que siguiendo el ejemplo de su primo, Seth decidió quedarse a meditar sobre la última voluntad del difunto faraón.
    En tanto, con la mente aún en blanco; el joven Faraón corría por las pálidas arenas del indomable desierto, sin una dirección fija cabalgó como llevado por un imán, liberando de a poco su yugo, al alejarse de Egipto pudo sentir como su espíritu volaba aún más rápido que el halcón, la arena temblaba al solo roce de las pisadas de su caballo, sus pisadas se hacían cada vez más furtivas a la vez que su brazo se tornaba más y más ligero, no podía más, su cuerpo temblaba deseando dejarse llevar al compás del viento.

    Atem: ¿Cómo padre?, ¿Por qué?

    Se repetía una y otra vez mientras el arrebatado espíritu de su pecho luchaba por escapar de su cuerpo para destrozar todo cuanto hallase en su camino, pues a pesar de la mansedumbre de su esencia, sus principios y su amor por ella, lo desairaron rápidamente de la decisión que había tomado en el templo, y aunque fuera una locura había llegado a amar a Shassel, tanto como para desear hallarla, aun sabiendo que posiblemente aquella mujer fuese solo un sublime juego de su mente.
    Sin darse cuenta siquiera, su arrebato lo llevó más allá de los límites de su reinado, bordeando los límites de la locura, se dirigió a la soledad de un incierto oasis, tendiéndose en la cercanía de los labios incoloros del agua fresca, observó el pícaro reflejo de la luna, que con su brillo de plata besaba su cuerpo derrumbándolo en un profundo deseo de dejarse morir en aquel lugar, el frío intransigente de la noche egipcia, golpeó al joven rey obligándolo a rendirse y caer desmayado.
    No muy lejos de ahí, en el ostentoso gobierno Dacariano………

    Isis: Mi señora, ¿por qué está tan inquieta esta noche?
    Shassel: No lo sé Isis, pero algo dentro de mí me dice que… debemos irnos de aquí, tal vez es solo fatiga mi amiga, pero no puedo evitar sentirme presa de una terrible carga venidera.
    Isis: ¿Irnos, pero a donde mi señora, y a esta hora?, es demasiado peligroso y sin duda su hermano no lo permitirá.

    El corazón de Shassel latía al punto de querer explotar dentro de sí, y su alma como un imán encantado la atraía hacia la oscuridad del desierto, sus ojos brillaban con un destello que Isis nunca antes había vislumbrado en su ser, y eso le preocupaba, ¿Qué pasaba con su amiga y señora?

    Shassel: Isis, debemos irnos, recoge tu capa, porque me temo que eh decidido no hacer caso de tus advertencias.
    Isis: ¿Pero mi señora?
    Shassel: Te lo he dicho muchas veces Isis, dime Shassel, tu eres mi mejor amiga, y te amo tanto como a una hermana, deja de tratarme como si tú y yo fuéramos diferentes.
    Isis: Señora yo no….

    Shassel miró fijamente a Isis por un minuto y le demostró en su mirada que efectivamente su aprecio era sincero, y que más que nada era para Shassel más que su amiga de aventuras, una hermana. Isis sonrió, no podía sentirse menos que agradecida.

    Isis: Señora,….. es decir Shassel, entonces,.. dime, ¿a dónde vamos?
    Shassel: Aún no lo sé, pero confía en mí.
    Isis: De acuerdo.

    El destino había empezado ya su juego y nada ni nadie podría hacer que diera marcha atrás en su propósito, las cartas estaban echadas, ahora, era solo cuestión de tiempo.

    Isis: Shassel, dime como haremos para salir del palacio sin ser atrapadas.
    Isis: Simple Isis.
    Y pronunciando un conjuro especial, Shassel logró tele transportarlas fuera de los límites de Dacaria, hacia la infinidad del desierto nocturno.
    Shassel: Isis, no sé por qué pero siento que está noche cambiará mi destino.
    Isis: Shassel, me alegro, pero temo a la reacción de su hermano cuando se entere que escapamos del palacio.
    Shassel: ¿Escapar?, esa es una idea divertida sabes, pero en realidad necesito saber por qué últimamente mi espíritu se inquieta tanto. Te prometo que después de esto no volveré a preocuparte de tan injusta manera.

    Pero esa era una promesa que Shassel, no podría cumplir porqué al otro lado del desierto, en Egipto, alguien; tenía algo más preparado para ella.
    Mahado se encaminaba al templo de Anubis, con la intención de discutir junto al sumo sacerdote del templo; acerca del destino del faraón y de cómo se había de proceder con respecto a la búsqueda de su futura esposa. Su angustia por el futuro de su querido amigo era devastadora, nadie más que él y Seth conocían del amor secreto del Faraón por aquella mujer misteriosa; sin embargo para Seth, el amor de Atem por esta mujer era ya un asunto olvidado, de echo Seth ya no recordaba siquiera el nombre de aquella mujer, ya que el faraón no había vuelto a pronunciarle su nombre desde hacía ya varios años, por lo tanto; actualmente solo Mahado, conocía a ciencia cierta lo que el Faraón sentía en aquellos momentos.

    Mahado: Mi señor Akunadín, dijo Mahado dirigiéndose al sacerdote del templo y guardián de otro de los artículos milenarios, el ojo del Milenio, un objeto demasiado peligroso y difícil de controlar, que podía ver las almas de todos aquellos que se sometieran a su juicio.
    Akunadín: Dime Mahado en que puedo ayudarte.
    Mahado: Mi señor Akunadín, es sobre el faraón.
    Akunadín: ¿A qué te refieres Mahado?
    Mahado: Dado que el antiguo faraón, ha decidido que ya es hora de buscarle una buena esposa al príncipe para que gobierne junta él, me gustaría poder encargarme de buscar a las candidatas más idóneas para su majestad.
    Akunadín: De acuerdo Mahado me parece bien, la verdad es que el Faraón ya se había demorado mucho en conseguir una esposa, no es bueno que alguien de su posición permanezca solo, además es un requisito imprescindible para acceder al trono
    Mahado: Lo sé señor, no se preocupe, le aseguró que encontraremos a la doncella elegida por los dioses para ser la nueva soberana de Egipto.
    Akunadín: Por supuesto Mahado, por lo pronto, haré todo lo necesario para que la noticia sea difundida lo más pronto posible, a más tardar en una semana, el faraón podrá elegir a su futura esposa. Y con respecto a Seth, me gustaría pedirte un favor, Mahado.
    Mahado: Lo que diga señor Akunadín, ¿en qué puedo ayudarle?
    Akunadín: Pues es sobre las candidatas del Faraón, te pediría que eximas de la lista a una joven dacariana llamada Shassel Amnaster.
    Mahado: ¿Shassel Amnaster?, dijo Mahado absolutamente petrificado, ¿era posible?, no; debía ser una coincidencia, no podía ser verdad, no ahora. Disimulando su temor, guardó silencio esperando una respuesta
    Akunadín: Sí, como sabrás, estoy encargado de preservar las leyes del Imperio y garantizar la paz de Egipto bajo cualquier circunstancia y en caso de que el Faraón decidiese no cumplir la voluntad de mi hermano, mi hijo Seth debería tomar las riendas del gobierno, pues bien, la verdad es que mi hijo Seth está también en edad de contraer nupcias, y pensando en su futuro, desde su infancia arreglé un matrimonio entre la hija menor de la familia Amnaster y mi hijo Seth, sé que no es lo acostumbrado pero era lo correcto, pues en cuanto vi a esa niña a más de su singular belleza supe que estaba destinada a la grandeza, y que guardaba en su ser un alma demasiado poderosa, por eso la escogí para mi hijo Seth. El padre de Shassel fue desde siempre un muy querido amigo mío y sabiendo mi posición aceptó de inmediato el acuerdo matrimonial y según las tradiciones de su pueblo; de no cumplir el contrato el castigo para Shassel sería la muerte. Dacaria es un pueblo de muy arraigadas convicciones; la palabra de un padre es ley para los hijos. Sabes, desde hace tiempo tenía planeado ya anunciar el compromiso de mi hijo Seth; pero ahora al enterarme de la voluntad su majestad el difunto Faraón Akunankanon, creo que es hora de que mi hijo y futura hija también se casen, para que a mi muerte mi hijo Seth quede en compañía de una buena mujer.

    Mahado: Señor Akunadín, pues es algo inesperado pero dichoso sin duda, entonces tendremos dos bodas, pero dígame; cuando piensa presentarnos a la futura esposa de su hijo.
    Akunadín: De hecho enviaré en este momento los documentos pertinentes a Dacaria, tengo entendido que los padres de Shassel murieron hace años, dejándola al cuidado de Anubis, su hermano mayor y tutor
    Mahado: Y entonces, cuando sería la boda señor, ya que como primo del Faraón, el señor Seth merece una ceremonia digna de su grandeza, y me honraría poder ayudarlo a preparar el matrimonio del Señor Seth.
    Akunadín: En dos semanas Mahado.
    Mahado: ¿Tan pronto?
    Akunadín: Tengo entendido que Shassel es una mujer más que grandiosa, desde hace años atrás he seguido su educación y talentos, y sé que; está más que preparada para ser una buena esposa y sacerdotisa del templo.
    Mahado: Ya veo señor, entonces me retiró pues aún debo informarle al resto de sacerdotes las nuevas noticias y supongo que usted también tendrá mucho que hacer con dos bodas en camino.
    Akunadín: Tienes razón Mahado, y no debo perder tiempo; por favor manda a traer al escribano real ante mi presencia, necesito el documento que valida el compromiso de mi hijo Seth con Shassel de inmediato, para así poder enviar traer a mi futura hija.
    Mahado: De inmediato señor.
    Mahado se retiró pensando en la posibilidad de que la prometida del sacerdote Seth podía ser,……. la misma mujer que el Faraón durante tantos años había buscado, pero de ser así……….
    Mahado: ¡Oh no, Que Ra nos ampare!
    En el templo Seth no podía permanecer tranquilo, caminaba de un extremo a otro como intentando encontrar una respuesta sensata.
    Seth: Oh! Todopoderoso Ra, ilumina mi destino ahora que mi alma siente esta profunda carga.

    Seth era un hombre de espíritu reservado, su alta y fornida figura resaltaba la belleza de su ser, su rostro armónicamente diseñado por los dioses se iluminaba por unos profundos ojos azules y un sedoso cabello de caoba cubierto por un tocado egipcio, su espíritu de fuego enloquecía a más de una sutil doncella quien a su pesar descubría que Seth tenía su corazón sellado, rehusándose a creer en el amor, ya que para él, al igual que para la mayoría de los sacerdotes del templo, el único amor que contemplaba su ser era el duelo de sombras, y aunque Seth no superaba a Atem en poder, poseía en su interior un huracán dormido, que aún el mismo Seth ignoraba, un ímpetu tan poderoso; que de no ser controlado, un día terminaría por consumirlo.

    Seth: Oh poderoso Ra, que sea tu guía la que me ilumine y libere mi corazón de las dudas que me aquejan, pues sabes que mi fidelidad es incuestionable.

    Sus rezos se volvieron apacibles, tenía conciencia de su deber para con Egipto y nada impediría que cumpla con su juramento sagrado.

    Seth: Gloria a Egipto ahora y siempre, juro por tu nombre o poderoso Ra que no permitiré que se destruya tu pueblo.
    Akunadín: No sabes cuan dichoso me hacen tus palabras hijo mío, saber que el amor por tu pueblo es más grande que las arenas del desierto solo pueden hacer que me sienta profundamente orgulloso de ser tu padre.
    Seth: ¿Padre, hace cuanto tiempo que estás aquí?
    Akunadín: No mucho hijo.
    Seth: Y dime, ¿en qué puedo ayudarte?
    Akunadín: Será mejor que te sientes hijo mío, pues los motivos que me traen son en extremo delicados.

    Akunadín procedió a contarle inmediatamente y de la manera más precisa posible acerca del ya presente compromiso matrimonial que ahora debía aceptar, el porqué de las causas y de cómo debía de procederse de inmediato con la realización de la boda.

    Seth: Mmm, ciertamente padre no logro entender bien las causas que te llevaron a aceptar en mi nombre un compromiso de tan grande relevancia, pero si es por el bien del Imperio es mi deber obedecer la voluntad de los dioses.
    Akunadín: Me enorgulleces hijo mío aún más de lo incalculable, enviaré de inmediato por los papiros reales que dan constancia y fidelidad de la veracidad de tu compromiso Seth.
    Akunadín dio media vuelta y se marchó del templo.
    Seth: Que se selle mi destino en granito inmortal, pues es voluntad de los dioses que hoy mis pasos se encaminen en tan extraña dirección.

    El destino hubo de caminar aprisa esa noche mientras Akunadín ya con el desafortunado documento matrimonial en sus manos; ordenaba a una opulenta caravana real para trasladarlo inmediatamente a Dacaria, y encadenar injustamente a Shassel a un inevitable infierno.
    Pronto el cielo despejado hubo de tornarse contrario y las nubes en su anhelo de estancia se plantaron en cada centímetro de manto azul estrellado, convirtiéndolo de repente en un paño de oscuridad desoladora iluminados solo por fulgurantes látigos de fuego.

    Isis: Shassel, esto está empezando a parecer una mala idea.
    Shassel: Tal vez sea cierto Isis pero como saberlo aún.

    Con una sonrisa en los labios Shassel miró al cielo nocturno, como sabiendo que su destino la esperaba a tan solo unos minutos de ella, y dirigiéndose junto a su amiga sobre el ágil paso de sus corceles corrieron por el desierto en dirección al Imperio Egipcio. Tras unos cuantos minutos de impetuoso trayecto Shassel logró llegar a su oasis favorito, donde decidió descansar un poco antes de seguir dando rienda suelta a su locura. Más; al llegar al borde de sus aguas, una sorpresa aguardaba su tan ansiada llegada.

    Shassel: ¡Isis, ves lo que yo veo!
     
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    Shassel

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    El último respiro: Atem y el misterio de la Reina de las Sombras
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    Romance/Amor
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    CAPÍTULO II: UN SUEÑO CON SABOR A REALIDAD



    Shassel: ¡Isis, ves lo que yo veo!

    Pero ella no contestó, al parecer no había podido seguir el tan ágil paso de Shassel.
    Shassel se encontraba sola con aquel….., movida por su curiosidad; terminó por acercarse a aquella sombra que dormía tristemente en el pálido suelo del desierto. Conforme se acercaba, la figura cobraba más fuerza y claridad y ante el asombro de Shassel reveló el azul imperial destello de una capa que, movida por el viento nocturno revelaba de vez en vez la figura de un joven extranjero.

    Shassel: Será acaso, que debo dar marcha atrás sin ni siquiera mirar, sí, eso sería lo correcto, pero… y si estuvieses malherido., no podría cargar en mi conciencia el saber que pude ayudarte pero preferí aceptar mis miedos y dejarte morir.

    No lo pensó más, su cuerpo le exigía avanzar, arrodillándose frente a aquel extraño empezó por retirar la capa que cubría la cabeza de aquel joven descubriendo encantada una hermosa cabellera dorada como el sol, roja como el fuego y negra como el omnipotente cielo nocturno, su corazón no soporto más la incertidumbre y, girando el cuerpo de aquel joven develó la belleza celestial que cubrían tan celosamente sus vestiduras de seda.

    Shassel: ¡Por Ra!, de donde recuerdo tan sublime ser, y aquella dulce fragancia... como es que logró recordar su preciosa figura.
    Atem: Shassel, mi amor,…. No, no me dejes.

    Dijo Atem débilmente mientras abría lentamente los ojos, Shassel lo sostenía aún entre sus brazos paralizada ante tan sublime confesión, y sin que ella pudiera prevenirlo, el joven faraón despertó y encaminando su rostro hacia los labios de Shassel, tras una dulce sonrisa extendió sus débiles brazos atrayendo a la bella joven hacia él, para en un divino encuentro fundir sus sueños con la realidad. Sin soportarlo más, Atem depositó sus labios sobre los de su amada con profunda e infinita ternura, envolviéndola apasionadamente en la magia del amor que durante tantos años aguardó pacientemente poder fundir su alma con la suya.

    Atem: Sabía…

    Volvió a besarla inadvertidamente, mientras la apretaba más a su ser, como temiendo que en cualquier momento su amada volviera a desaparecer en la soledad de la noche.

    Atem: Sabía que no me dejarías morir sin permitirme verte una vez más mi amada Shassel.

    Dicho esto; Atem volvió a caer presa del cansancio en los brazos de su amada, entregándose finalmente a las cadenas del sueño. Al verlo tan indefenso ella solo pudo permanecer estática contemplando su rostro sin poder articular nada de los que estaba sucediendo en ese momento, el fuego de tan dichoso encuentro quemaba aún sus recuerdos reviviendo lentamente la pasión que años atrás amenazó con destrozar sus días.

    Shassel: ¿Atem? ¿Cómo es qué después de tantos años; tus ojos vuelven a convertirme en esclava eterna de tu amor? ¿Sabes acaso cuánto tiempo te eh esperado junto a mi soledad deseando incansablemente despertar? !Por qué vuelves a surgir de mis sueños como una terriblemente seductora ilusión, obligándome a sentir que empiezo a vivir de nuevo en ti!
    Isis: Shassel, vaya menuda carrera la que me has obligado a dar, aún sin alas tu velocidad es admirable.

    Pero ella no respondió, solo se limitó a acariciar sus labios y mirar al joven que reposaba tranquilamente al abrigo de sus brazos.

    Isis: ¿Shassel?

    Saliendo levemente de sus dulces recuerdos, giró lentamente la cabeza en dirección a su desconcertada amiga.

    Shassel: ¡I…, sis!
    Isis: Shassel, ¿quién, es él?
    Shassel: Isis, creo que,… (sonriendo) eh encontrado la respuesta al suplicio de mi antiguo mal.

    La luz del alba comenzó a acariciar sus rostros, mientras el día se deslizaba por entre las dunas Egipcias con todo el poderío de su presencia.

    Shassel: ¡Oh, no!, (dirigiendo su mirada angelical a Atem), no te puedo dejar aquí.

    Concentrando su energía espiritual lanzó un hechizo sobre el caballo, que aún a pesar del frío nocturno; no abandono a su señor, con ayuda de Isis, subieron al Faraón sobre el lomo de la bestia para que guiada por el hechizo de Shassel, este llevara de vuelta al joven de regreso a su casa.
    Shassel los vio partir con dirección a Egipto y logró entender por fin su antiguo deseo de viajar desesperadamente al Imperio, ahora lo sabía, su corazón no podía mentirle, Atem era la respuesta de su existencia, y ahora que lo había encontrado no permitiría que nadie los separe.

    Isis: Shassel, creo que, debemos regresar a casa, si su hermano descubre que salimos de la casa sin su permiso, no quiero pensar lo que podría pasar.
    Shassel: Seguramente mandaría a colgarnos de la punta de un obelisco, jajaja. Tienes razón, volvamos.

    Shassel tomó a Isis de la mano y concentró su energía en una esfera de luz que rodeó a ambas jóvenes y sus corceles, en cuestión de segundos se encontraban de nuevo en la seguridad de sus aposentos, y sus caballos en la tranquilidad del establo real.

    Isis: Ciertamente; cada día te vuelves más poderosa Shassel, nunca antes habías hecho un hechizo de teletransportación tan complejo, la distancia era demasiado grande y nos trasladamos no solo tú y yo, sino también los corceles.
    Shassel: Es verdad Isis, no logró entenderlo, pero me alegro de haber conseguido hacerlo, ya que de no haber sido así a estas alturas seguiríamos cabalgando en el desierto, y seguramente para las horas en las que hubiéramos llegado, mi hermano nos hubiera castigado de aquí hasta el fin de los tiempos.

    Ambas rieron cómicamente ante el comentario de Shassel, hasta que…

    Esclava 1: Señorita Shassel, su hermano necesita hablar con usted de inmediato.
    Shassel: ¿Este…? Sí, dile que iré inmediatamente.
    Isis: Crees acaso que nos haya descubierto.
    Shassel: No tengo idea pero es muy raro que mi hermano mande llamar por mí tan temprano, en fin, será mejor que vaya.
    Isis: Iré contigo.
    Shassel: No, será mejor que vaya sola, no te preocupes todo estará bien, espérame aquí, volveré tan pronto como me sea posible.

    Sus pasos la encaminaron al peligro a través de los pasillos de mármol trabajado con incrustaciones de piedras preciosas y lapislázuli, protegidos por la presencia de variadas estatuas de piedra y madera. No había marcha atrás, tendría que asumir la culpabilidad de sus actos, cruzó el umbral de la entrada al templo de Osiris, y deteniéndose, enclavó la mirado en su hermano, quien en ese momento se encontraba rindiendo tributo a la estatua de Osiris.

    Anubis: Hermana.

    Su voz no era la acostumbrada ráfaga de poder innato que comúnmente expresaba, más bien se diría que revelaba un alma a punto de dejarse atrapar por los lazos de la locura y la desesperanza, era como si una cadena comprimiera su aliento. Shassel permaneció inmóvil viendo a su hermano de rodillas dándole las espaldas. ¿Qué podría haberle pasado?

    Shassel: ¿Anubis por todos los dioses, que te ocurre?

    Anubis se puso de pie y sin mirarla a los ojos aferró su enorme figura a la de su hermana, estaba temblando, definitivamente el asunto era serio.

    Anubis: Perdóname Shassel, por favor perdóname, porque…. Lastimosamente, no
    hay nada que yo pueda hacer.
    Isis: ¿De qué hablas?

    Anubis liberó de sus brazos a su Shassel, y dirigiéndose taciturnamente hacia un exquisito cofre de oro y tallados egipcios, tomó de su fondo un papiro ricamente decorado y sellado con el escudo de su familia y el de una familia real egipcia muy conocida por Dacaria, acercándose de nuevo a ella, le extendió el papiro con mirada triste.

    Anubis: Llegó hace tan solo unos minutos, lo trajo una caravana egipcia para ti.

    Shassel tomó el mensaje entre sus delicadas manos y lo leyó inmediatamente, su rostro se transfiguró por completo, el terror se apodero de su alma, y cada milímetro de su hermosa piel se tornó pálido. Como tirada por hierros cayó de rodillas al suelo, bañada en amargas lágrimas de dolor.

    Shassel: ¡No puede ser! Dime hermano mío, cual ha sido mi crimen.

    Anubis se apresuró a ayudar a aquella frágil alma destrozada ante sus ojos, Shassel lo abrazó deseando despertar del inició de su pesadilla.

    Shassel: ¿Casarme?
    Anubis: Lo lamento Shassel, sabes que no podemos ir contra la voluntad de nuestro padre.

    El silencio volvió a imperar.

    Shassel: No…. No puedo,

    Shassel estaba quebrantada, como podía aceptar casarse con alguien cuando su corazón ya le pertenecía a otro, no podía, menos ahora que sabía de la existencia de su amado, si tan solo no hubiera escapado esa noche, su pena sería mucho menor, pero ahora que había encontrado la razón de su ser, ¿Cómo podría ir en contra de su corazón?

    Shassel: No puedes permitirlo, por Ra no lo permitas o mi alma morirá, se perfectamente el honor que significa ser la esposa de un sumo Sacerdote del templo pero… no puedo hermano, no lo acepto.
    Anubis: Sabes que si pudiera impedirlo ni siquiera te hubiera entregado la nota, no sabes cuánto quisiera ahorrarte esta pena, pero debemos respetar la voluntad de nuestro padre, por favor Shassel no quiero verte morir, sabes que la ley castiga con pena de muerte la ruptura de un compromiso nupcial notariado.
    Shassel: Hermano mío te lo pido, ciertamente si no me mata aquella tonta ley lo hará el matrimonio mismo, soy sacerdotisa hermano, le entregué mi vida a los dioses.
    Anubis: No puedo hacer nada hermana, ni todo el dinero del mundo podrá romper este maldito compromiso, lo intenté pero… no puedo cambiar tu destino, solo le pido a Osiris, que bendiga su unión, permitiéndoles brillar como faros poderosos en Egipto…….. La boda será en dos semanas, así que, creo que debo mandar a preparar tus cosas, saldremos mañana temprano.

    Su boca lo había ejecutado, el dolor carcomía a Anubis más de lo que sus palabras revelaban, temía volverse loco de rabia, ciertamente amaba a sus dos hermanas con todo el corazón, y tener que entregar a una de sus consentidas en manos desconocidas le destrozaba el alma.
    A diferencia de Shassel, su hermana Raia era demasiado superficial, y egoísta, seguramente de ser ella la que estuviese en el papel de Shassel, lo hubiese aceptado de inmediato con frialdad y orgullo, pues llevaba ya algunos años pidiéndole a Anubis le buscase un marido millonario y poderoso que satisficiese copiosamente su desmedida ansia de poder. ¿Cómo era posible que alguien guardase un alma tan negra?
    Raia era sin pensarlo una mujer sumamente hermosa físicamente, el verde esmeralda de sus ojos, su largo cabello negro ensortijado y su intrigante piel de arena dorada habían atraído ya numerosas miradas y pretendientes, sin embargo, Raia; incapaz de amar a algo más que el poder y la riqueza, los había rechazado despiadadamente a todos, y de a poco la beldad de su cuerpo esbelto y bien dotada figura comenzaron a dejar de atraer amores a su puerta acrecentando aún más la envidia y el odio de Raia por Shassel, quien sin necesidad de mucho cautivaba diariamente el amor de todos cuantos la rodeaban.
    No entendía como ambas podían ser tan opuestas, Shassel fuente de dulzura y caridad y Raia tan cruel como calculadora, más de una vez los celos de Raia por Shassel sacaron de casillas a Anubis, y ahora, que sería Shassel la que se casaría primero con un poderoso Sacerdote Egipcio, sus miedos empezaron a acrecentarse aún más.

    Shassel: ¡Dos semanas!
    Anubis: Me temo que así es, la suerte está echada Shassel, es la voluntad de los dioses y no la nuestra la que guía la imparable fuerza del destino.

    Liberándose de sus poderosos brazos, Shassel se echó a correr dejando a Anubis desecho, y en la soledad de su recámara, tendió su cuerpo sobre el suelo esperando que los dioses tuviesen compasión de su alma y la liberarán.

    Isis: Shassel, por Osiris, que ha pasado, ¿acaso nos descubrieron? ¿Es tan grave nuestro castigo?
    Shassel: Se acabó Isis, se acabó.
    Isis: ¿Qué? ¿De qué hablas?
    Shassel: Me obligaran a casarme con otro Isis, dime: ¿De qué me sirvió conocerlo si al final no podría amarlo libremente?
    Isis: Shassel…. ¿Quieres decir que aquel joven era…. Atem?

    Isis sabía bien el amor profundo que Shassel había sentido desde hacía ya tantos años por aquel nombre sin cuerpo. Ninguna de las dos dijo nada, pues parecía como si cada palabra taladrara más aún el pensamiento de la joven sacerdotisa.

    Shassel: Debería escapar Isis, partir de nuevo sin dirección fija y buscar a mi amor, pues pude ver en sus ojos que él me ama como yo y sé que si voy junto a él, nada podrá salir mal.
    Isis: Shassel, con eso no ganarías nada más que el desprecio de tu familia.
    Shassel: No Isis ganaría más, ganaría mucho más, ganaría mi libertad.

    El día avanzó demasiado rápido a los ojos de Shassel, y a la luz de la luna, la palidez de la tristeza reflejada en su rostro la volvía una imagen demasiado conmovedora y desgarradora a la vez, no podía esconder su triste realidad, quería escapar, pero no lo conseguía, la fidelidad de su alma se encontraba dividida entre el sublime encuentro del amor y el honor inmemorial de su familia, Isis no pudo apartarse de su amiga de tantos años, permaneció a su lado durante horas viéndola deshacerse lágrima a lágrima. De repente las puertas se abrieron de par en par y el ambiente se tornó denso, la frialdad de la persona que acababa de entrar en la habitación de Shassel era tan fuerte que congelaba hasta el pensamiento.

    Raia: ¡Eres patética!
    Shassel: Déjame en paz Raia, no estoy de humor para tus acostumbrados desplantes.
    Raia: Uhm, no sabes cómo me encante verte así, sin embargo; no puedo entender cómo eres tan idiota como para sentirte así al recibir tan buena noticia, deberías estar dándole gracias a los dioses por haberte otorgado a un idiota que quiera casarse contigo.
    Shassel: ¡Cállate!

    Shassel se levantó de su cama y encaro a Raia con una mirada de rabia, después de todo; Raia que podía entender de amor si estaba hecha de piedra, un alma así solo podía inspirar lástima.

    Raia: Ya decía yo que no tenías la suficiente valentía como para enfrentarme.

    Las palabras de Raia destilaban veneno puro, estaba tan llena de cólera y envidia que ni siquiera se molestaba en ocultarlo, claro que odiaba a Shassel, envidiaba su destino, cualquier otra joven libre lo envidiaría, pero para Raia era algo más, era el hecho de volver a verse derrotada por Shassel lo que le consumía el alma, a pesar de ser su hermana menor, Shassel siempre hubo de conquistar todo lo que el capricho de Raia había soñado: el ser una gran hechicera, una voz mística y celestial, la danza, el aprecio de sus amigos, y más que nada el amor de todo muchacho que la conocía, su competencia con Shassel empezó para ella sin saber hace tanto tiempo ya, que ahora solo lograba odiarla desmedidamente mientras se sentía como una pálida sombra ante Shassel.

    Shassel: Ya vete Raia y déjame en paz, al menos ahora puedes estar tranquila, me iré y no sabrás nada más de mí, has triunfado. Solo quisiera, antes de irme, pedirte en nombre de Ra y la bendita sangre que nos une; olvides tus rencores y perdones cualquier mal que te haya hecho, pues te lo juro por mi vida querida hermana que jamás ha sido mi intención hacerte daño. Raia, solo los dioses saben si algún día volvamos a vernos, te lo ruego no me odies más, permíteme ser tu hermana.
    Raia: No seas ridícula, jamás te perdonaré, y es más…………
    Shassel: ¿Qué?

    Raia sonriendo y con una mirada malévola dio media vuelta y salió de la habitación con la misma frialdad con la que había entrado, alejándose velozmente dejó a Shassel con la palabra en la boca cerrando de un golpe las puertas de su habitación, su maldad era increíblemente insaciable, y su corazón; si es que lo tenía no podía dejar de formular impasiblemente a cada paso un perverso plan, podría decirse que la desesperación de Shassel la había inspirado, así que termino por retirarse a la soledad de su alcoba para pensar claramente sobre cuándo, cómo y dónde debía dar la estocada final.
    Shassel apenas sospechaba las verdaderas intenciones de su hermana, siempre considero sus celos como algo normal aunque demasiado exagerados para su gusto, sin embargo la amaba y anhelaba un día ver su amor correspondido.

    Shassel: No la entiendo Isis.
    Isis: Déjala, un día será la vida quien le enseñe el error de su alma y la devolverá al camino correcto, no te preocupes por ella ahora, cuando eres tú la única persona por la que debes preocuparte en este momento.
    Shassel: Tienes razón Isis, ya se le pasará, no entiendo cómo puede regocijarse en mi tormento.
    Isis: Mmm, en fin... dime qué piensas hacer Shassel, tus cosas ya están empacadas, y mañana a penas salga el sol, tendremos que salir a Egipto para…
    Shassel: No lo digas Isis, pues me odio solo de pensar que debo aceptar tan horrible contrato.

    La luna marcaba un ritmo desesperante en el cielo nocturno y el tiempo parecía escapársele a las manos de la vida.
    En Egipto, el pueblo se desesperaba al no saber nada de su soberano y temía lo peor, cuando de repente……

    Soldado 13: Miren eso, acaso es…
    Soldado 16: Es el Faraón.
    Soldado 14: Llamen al señor Seth y al señor Mahado.

    Los guardias del palacio se apresuraron a ayudar al Faraón, quien aún permanecía inconsciente sobre su caballo, no entendían bien que había pasado, pero al menos estaban tranquilos al ver que se encontraba bien.

    Seth: ¿Qué es lo que ha pasado? ¡Faraón!, llévenlo inmediatamente a su habitación.
    Mahado: ¡Faraón! ¿Por Ra, que le ha pasado?
    Seth: No lo sé, pero será mejor que llames al médico real.
    Mahado: Tienes razón. Guardias traigan de inmediato al médico real.

    Ya en la habitación de Atem, todos sus amigos y consejeros se reunieron para saber que le había pasado.

    Doctor: No se preocupen estará bien, al parecer solo está fatigado y tiene un poco de frío será mejor abrigarlo bien y alimentarlo en cuanto despierte, si puede que se dé un baño de agua tibia para ayudarlo a recuperar su temperatura corporal, es un joven muy fuerte, estoy sorprendido.
    Mahado: Muchas gracias doctor, le estamos muy agradecidos.
    Doctor: No tienen por qué, aprecio mucho al Faraón y haría lo que fuera por verlo a salvo. Por ahora será mejor dejarlo descansar, no se olviden de revisarlo de vez en cuando para ver si algo se le ofrece.
    Seth: Descuide, no lo dejaremos un solo instante, todo sea por el bien de nuestro rey.
    Mahado: Si me lo permiten, me gustaría ser yo quién cuide del Faraón por esta noche.
    Seth: De acuerdo Mahado, asegúrate de que nada malo le pase.
    Mana: Maestro, a mí también me gustaría quedarme a cuidar al príncipe.

    Mana era una joven e impulsiva aprendiz a hechicera entrenada por Mahado, apenas con 16 años ya era una muy buena maga aunque en más de una vez había sacado de quicio a su maestro, su apariencia era sumamente encantadora no solo por su noble corazón y espíritu, sino por su bien dotada figura, ojos grandes color castaño claro y piel de miel destilada, vestía un vestido corto de color blanco con adornos egipcios y una tiara dorada sobre su largo cabello de avellana.

    Mahado: Mana se lo mucho que aprecias al Faraón, pero yo podré cuidar bien de él, hazme caso y ve a continuar con tu entrenamiento, si necesito algo, serás la primera en enterarte.

    No muy contenta su aprendiz decidió aceptar y se retiró junto a todos los demás dejando descansar al oprimido Faraón.
    Mahado permaneció de pie junto a la cama del Faraón unos instantes antes de alcanzarlo a oír articular unas leves palabras.

    Atem: Shassel, mi amor, te encontré.
    Mahado: ¡Señor!

    Atem abrió los ojos lentamente esperando desesperadamente verla de nuevo frente a sus ojos. Al oír su nombre Mahado entendió que debía callar, por el bien del Faraón, él no debía saber que Shassel era ahora prometida de su primo Seth.

    Atem: ¿Mahado? ¿Dónde está, dime dónde está mi amada?
    Mahado: De nuevo esa mujer señor, descuide ha sido solo un sueño.
    Atem: ¿Un sueño?, ¡No, es imposible! Estaba junto a mí y me salvo en el oasis con el fuego vivificante de sus labios.
    Mahado: Tal vez, fue solo una ilusión mi señor, un espejismo del desierto.
    Atem: No Mahado, esta vez fue real, yo la ví, la tuve entre mis brazos y después…. no lo sé, no logro recordarlo

    Tal vez era mejor decírselo todo para que estuviese preparado, si era verdad que el destino de aquella mujer era ser la esposa de Seth, tarde o temprano el Faraón debería saberlo, y seguramente al enterarse que Mahado conociendo la verdad se la oculto, él lo odiaría eternamente, ¡No! Debía decírselo, aunque todo fuese una simple coincidencia, !ojalá sea solo eso!; se dijo para sí mismo, "una coincidencia".

    Mahado: Faraón, sé que no es el momento pero hay algo muy importante que debo hablar con usted, se trata de aquella mujer, señor yo…. creo que la hemos encontrado.

    Atem permaneció impávido pero a la vez feliz.

    Atem: Es cierto lo que acabo de oír, !sabía que este día tarde o temprano llegaría!, ¿dime dónde está?, necesito verla, tráiganla ante mí de inmediato, por favor has que venga.
    Mahado: Señor yo, nunca dije que ella estuviera aquí, es decir que…
    Atem: ¡Habla ya! Que es lo que sucede.
    Mahado: Su majestad, no estoy seguro pero, me temo que se tratan de malas noticias.
    Atem: Si la has encontrado, cuál podría ser la mala noticia, existe, eso me basta.
    Mahado: Mi Señor, al parecer su primo esta al igual que usted comprometido en matrimonio.
    Atem: Y eso que tiene que ver con…. ¡No, dime que no es verdad!
    Mahado: Si señor, la prometida de su primo… se llama Shassel Amnaster.
    Atem: No puede ser mi Shassel, ella me ama a mí, estas mintiendo Mahado, dime que es una broma.
    Mahado: No lo sé mi señor, pero su tío Akunadín tiene un documento oficial firmado por los padres de aquella joven en la cual la entregan en matrimonio a su primo Seth.

    Atem estaba devastado, como era posible que el destino le hubiera permitido encontrarla si al final le pertenecía a otro. !No lo permitiría! estaba decidido a no consentir que nadie la alejara de él.

    Mahado: Señor, cabe la posibilidad que se trate de otra joven, sin embargo Shassel es un nombre no muy común en estas regiones.
    Atem: No Mahado, no puede tratarse de ella, y de ser así; bajo ningún concepto permitiré que se case con Seth, ¡Lo juro!
    Mahado: Pero señor, por lo que sé, esta noche será la fiesta de compromiso, creo que será mejor que esté preparado para lo peor.
    Atem: Bien, entonces; creo que tendremos que prepararnos para una fiesta no te parece.
    Mahado: Es una locura su majestad, pero le ayudaré.
    Atem: Gracias amigo sabía que podría contar contigo. Por ahora descansaré procura despertarme a tiempo para la fiesta, no me gustaría llegar tarde.

    Mahado pensaba en la posibilidad de que el Faraón hubiese enloquecido, pero de amor, al ver su felicidad solo pudo sonreírle en señal de aprobación mientras se acomodaba en un sillón junto a la cama del Faraón. La noche era ahora larga para Atem debido al sentimiento de espera y necesidad, y sin embargo consiguió de a poco dormir pacíficamente acunado por la sensación de la cercanía de su amada.
    Para otros en cambio, cuán rápido resulta a veces el paso del reloj, atrapada en sus sueños Shassel sentía como su pecho se encogía más y más hasta dejarla casi sin aliento. El día llegó sórdidamente besando las cortinas púrpuras de la alcoba de Shassel, mientras ella despertaba lentamente y sin entusiasmo pues la vida ahora le daba igual.

    Isis: Mi señora, es hora.

    La caravana estaba lista, y tanto su hermana Raia como su hermano Anubis se encontraban ya en el carruaje esperando solo la llegada de la futura novia y su escolta. La habían vestido como era establecido: con finas telas de seda que la entallaban en un hermoso vestido largo al estilo egipcio, sandalias con hilos de oro atados hasta un poco más abajo de las rodillas, joyas laboriosamente trabajadas cubriéndola de gloria y belleza y finalmente una tiara de oro sólido con incrustaciones de diamantes y esmeraldas lucía en su cabeza como signo de su poderío y sublime belleza, parecía una hermosa diosa descendida del cielo.

    Anubis: Luces como lo que eres hermana mía: una reina.
    Raia: Uhmmm.

    Inconciente de cualquier comentario, Shassel solo camino en dirección al carruaje.

    Shassel: Vámonos.
     
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    El último respiro: Atem y el misterio de la Reina de las Sombras
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    Romance/Amor
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    CAPITULO III.- ENTRE EL AMOR Y EL DEBER

    En el Palacio Imperial Egipcio, el ir y venir de ciervos era desesperante, Akunadín ciertamente estaba tirando la casa por la ventana, quería que todo fuese perfecto para la llegada de su futura nuera, no podía esperar a que sus planes se tornasen realidad. En el fondo deseaba que el Faraón actual fallase en su propósito y renunciase al trono de buena manera, entregándole a Seth la corona que según Akunadín el merecía más.

    Akunadín: Ya falta poco hijo, muy pronto todo por lo que eh luchado, se hará realidad.

    La noche volvía a imperar en el Magno Imperio Egipto, mientras la tan esperada caravana vislumbraba ya la entrada a la poderosa ciudad. El destello de numerosas estrellas iluminaba el triste corazón de Shassel mientras su camino se hacía cada vez más y más pequeño.

    Anubis: Hemos llegado.
    Raia: Mira nada más, que hermoso y poderoso palacio, y así te atreves a quejarte Shassel, se ve que tu futuro esposo es extraordinariamente……
    Shassel: Podrías tan solo por un minuto dejar de ser tú, el dinero no es lo único importante en esta vida.
    Raia: ¿Y que sí importa querida hermanita? Sin dinero no eres nada y además….
    Anubis: Ya basta, las dos, no es momento de sus berrinches, tenemos un deber que cumplir.
    Raia: De acuerdo, no te enojes, hermanito. (dijo la joven sarcásticamente)

    ¿Un deber?, ¿Cómo podía decir eso?, cuando para Shassel era el inicio del fin. Las puertas de madera de ébano se abrieron para ellos de par en par a su llegada, Shassel deseaba más que nada saltar de aquel carruaje y escapar, pero sus pies le pesaban más que nunca, el camino se hizo cada vez más corto y ya con la puerta del palacio frene a ella, se vio forzada a afrontar su destino, seguida de su escolta; salió de la carroza lentamente.

    Akunadín: Los dioses bendicen tu llegada querida hija mía.
    Anubis: Señor Akunadín, cumpliendo la palabra de mi padre, hemos venimos ante ustedes para entregar a mi hermana Shassel… en matrimonio.

    Tragándose su sufrimiento y desaliento, la joven dijo hipócritamente.

    Shassel: Es un honor para mí el poder cumplir tan noble compromiso.
    Akunadín: Benditos sean los dioses por tan bienaventurado destino, pasa, pasa hija mía, debes conocer a tu futuro esposo.

    Shassel se dejó guiar por entre los pasillos lujosamente trabajados hacia un salón decorado de gloria, al verla tan majestuosamente vestidas; las personas reunidas en el salón caía a sus pies arrodillados por su sublime belleza, más, en el fondo solo podía sentirse una prisionera presa de un cruel y soberbio captor, camino lentamente hasta colocarse en el centro de un mundo al que no quería pertenecer. Adueñándose del estrado Akunadín se dirigió a su pueblo diciendo:

    Akunadín: El cielo nos ha bendecido hoy con la llegada de esta joven a nuestro grato Imperio, su gloria ha de envolver a Egipto en una nueva era de luz y poderío.

    Las trompetas empezaron a sonar anunciando la llegada del futuro señor de Shassel. Como dictaba la costumbre todos los presentes se arrodillaron en señal de respeto, el pueblo estaba impaciente, deseaba conocer la reacción del Sumo Sacerdote ante tan bella aparición. Sin embargo, lo que era aún más curioso era la nada disimulable ausencia del Faraón en un evento tan importante como el que estaba teniendo lugar en ese instante.
    Seth entró en la sala con la misma frialdad que le caracterizaba, estaba vestido como lo ordenaba la costumbre con sus mejores galas, se veía más atractivo que nunca ante los ojos de todas las jóvenes presentes a excepción de Shassel, incluso su hermana Raia, hubo de fijarse entusiastamente en él, no solo por su apariencia; sino también por su cuantiosa fortuna, era al hombre que siempre había buscado y ahora debía ser de su hermana, conforme lo vio avanzar en dirección de Shassel sintió como su corazón lo deseaba más y más, y ya sea por el sentimiento de envidia que acunaba tan sórdidamente su corazón o por el deseo de aquel muchacho, en el fondo de su alma se enclavó un odio aún más profundo por Shassel.
    Se acercó hasta tener a Shassel frente a frente; y, tomándola por sus frágiles y cálidas manos la separó del piso delicadamente, el corazón de Shassel latía al extremo de la locura, estaba muy nerviosa y no quería mirarlo a los ojos, Seth notó su temor e intentó tranquilizarla, elevando su bello rostro se encontró rápidamente con el verde azul encanto de sus ojos y descubrió ante él; a la mujer más bella que humano alguno pudieran contemplar, estaba definitivamente cautivado por tan divino regalo, su corazón empezó a latir como nunca antes, ¿acaso era posible?, sí, no había duda; se había enamorado de ella.

    Seth: Bendito sea Osiris por honrarme esta noche con el regalo de tu presencia.
    Shassel: …. El honor es mío su alteza. (Al tiempo que se inclinaba ante Seth).
    Seth: (Levantándola) Una diosa no debe inclinar nunca su cabeza ante un mortal.
    Akunadín: El cielo bendiga esta unión ahora y siempre.

    Todos aplaudieron felicitando un destino imposible, mientras, en las puertas del palacio, el verdadero destino de Shassel, esperaba pacientemente el momento de su aparición.

    Mahado: Mi señor, que es lo que piensa hacer, ya todos están adentro felicitando a su primo, debemos entrar.
    Atem: Tienes razón Mahado, solo qué, siento que deberíamos esperar un poco más.
    Mahado: Como ordene Faraón.

    En la sala todo era algarabía y diversión, Akunadín no había escatimado en gastos, la fiesta era una verdadera celebración, tomados por las manos, Seth y Shassel se acercaron al trono dispuesto para ambos en la cima de la celebración.

    Akunadín: Amigos, es para mí un honor el poder anunciar esta noche el compromiso de mi hijo Seth con esta encantadora jovencita. Ahora; como dicta la tradición, la futura novia tendrá el honor de honrarnos esta noche con un hermoso baile ceremonial.
    Shassel: ¿YO?
    Seth: Sí, me temo que es una tradición que no podrás evadir.
    Shassel: De acuerdo.

    Liberándose de la lujosa capa que la cubría; Shassel se dirigió al centro de la sala para comenzar su actuación, la música empezó a sonar lentamente marcando un ritmo envolventemente seductor, demostrando en cada paso maestría y sensualidad Shassel hechizó a todos con el dulce ir y venir de sus caderas, ante la admiración de todos ella prefirió cerrar sus ojos y dejarse llevar al compás de aquella dulce canción de amor, su mente se sumergió en una increíble paz recordando a su amor prohibido del desierto.

    Atem: Lo presiento, es ahora o nunca mi amigo.

    Las puertas se volvieron a abrir de par en par ante la presencia del Faraón, las rodillas se doblaron y la música calló para recibir a su alteza, motivada por la sorpresa Shassel se detuvo para observar al causante de tal alboroto, ¡era él! Postrándose ante su presencia, prefirió ocultar su mirada para que él no pudiera reconocerla. Acercándose al estrado Atem paso junto a Shassel reconociendo de inmediato su tan embriagante fragancia, la había encontrado.

    Akunadín: Mi Faraón, ciertamente esta celebración no podría estar completa sin su presencia, es un honor poder contar con su presencia.
    Atem: Ni lo digas Akunadín, por nada del mundo podría abandonar a mi querido primo en un día tan importante para él, y díganme ¿quién es su afortunada prometida?

    Era ella, lo supo desde el mismo momento en que la vio danzando en el centro de la sala, no podía esperar más para verla, ya que a pesar de saberla de otro, solo podía pensar en poder verla a los ojos de nuevo.

    Akunadín: Por supuesto su majestad, de inmediato, ven pequeña, acércate, no temas.

    Shassel se acercó lentamente hacia su amado mientras su mente no podía dejar de recordar su encuentro en el desierto, sin embargo un fuerte temor anclaba su cuerpo al piso impidiéndole volar demasiado alto, ¿acaso había oído bien? ¿Faraón?, ahora todo estaba más que perdido.

    Shassel: Su majestad es para mí un honor poder conocer finalmente al poderoso Rey de Egipto.
    Atem: (Embelesado por su belleza) El honor es todo mío señorita, pues hasta ahora mis ojos no habían visto belleza más admirable que la vuestra.
    Seth: (Notoriamente celoso) Su majestad, mi prometida y yo, agradeceríamos contar con su bendición.
    Atem: ….. Por supuesto Seth, que lo que esté escrito, se haga.

    Con esas palabras el corazón de Atem y Shassel se fragmentaron en cientos de pedacitos, ¿era acaso su destino no estar juntos?
    La fiesta siguió su destino mientras ambos no podían evitar mirarse mutuamente a escondidas, Atem sabía que tenía que hablar con ella a solas, sin importar como debía decirle cuanto la amaba, antes de que fuera tarde, la amaba tanto que estaba dispuesto a renunciar a su corona e irse con ella tan lejos que persona alguna volvería a verlos en su vida.
    La noche llegó a su apogeo y de a poco los invitados comenzaron a abandonar la sala, Shassel estaba demasiado agotada y disculpándose por su pronto retiro pidió la llevasen a sus aposentos, Akunadín ordenó llevarla a la suntuosa habitación de invitados reales del cuarto piso, inmediatamente guiada por una esclava Shassel abandonó la sala junto a su fiel amiga Isis.
    Viendo su oportunidad, el Faraón tramo un afortunado plan, pues muchas veces ya había dormido en esa habitación y conocía bien cuál sería su puerta de entrada al encuentro definitivo con su amada.
     
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    Shassel

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    El último respiro: Atem y el misterio de la Reina de las Sombras
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    CAPÍTULO IV.- EL DESTINO HA HABLADO.



    Ya en su habitación Shassel fue libre para derramar en infinitas lágrimas su tristeza, lo había encontrado y al mismo tiempo lo había perdido, ahora que sabía su identidad debía alejarse de él, más aún por el hecho de que su vida ya tenía dueño.

    — ¿Podría ser la vida más obtusa Isis —pronunció Shassel entre lágrimas—. Dime por qué tenía que ser el Faraón, ahora mi alma no podría querer estar más lejos de la suya, el que estuviese comprometida era ya una cosa, pero que él sea el Faraón… lo destruye todo, ahora sé que todo fue una locura, que jamás debí pensar siquiera en amarlo, su vida está atada a la voluntad de su pueblo, el jamás podrá abandonar su destino, y por ley solo puede amar a una princesa, me siento como una tonta Isis.

    — Mi señora —susurró Isis, al igual que su amiga, estaba destrozada—, tal vez, era mejor abandonar el juego antes de que alguien saliera lastimado.

    — Pues ya he salido lastimada Isis, lo amo y me costará mucho dejar de hacerlo, más aún si sé que teniéndolo cerca, estará siempre lejos.

    — Shassel, será mejor que descanses —exclamó Isis un poco entusiasta, debía lograr confortar a su querida amiga—, pero antes te prepararé el baño y después me iré a descansar.

    — Tienes razón —afirmó la aludida—, me resignaré y aceptaré mi destino.

    Isis la abrazó intentando confortarla un poco, sabía que por ahora todo se veía mal pero que, tarde o temprano, todo volvería a ser paz y felicidad.

    Unos minutos después el baño estaba listo e Isis decidió dejarla sola a su amiga para que descansase un rato y tuviera tiempo de ver las cosas con más calma.

    Una vez sola, Shassel se metió a la bañera pensando en cómo podría deshacer tantas locuras,y sin darse, cuenta se quedó dormida dentro de la cálida agua perfumada de la enorme tina de mármol. Mientras tanto; un atrevido joven, hacía gala de agilidad escalando rápidamente sin ser advertido: las opulentas columnas del palacio del Sumo Sacerdote, llegando en cuestión de unos minutos al balcón de Shassel.

    — Uffff, lo conseguí —exclamó triunfante—. Vaya, no recuerdo que esté balcón estuviera tan alto.

    Introduciéndose en la estancia de la joven, se apresuró sigilosamente a buscarla. A excepción de toda la recámara, solo la luz de la bañera estaba encendida, como indicándole el camino, su corazón latía rápidamente sabiendo que estaba a solo unos pasos de verla. Sin hacer ruido, penetró en el cuarto de baño encontrándose con una muy tentadora escena… al verla así, libre de ropaje alguno y tan hermosamente indefensa, sintió como su corazón se detenía súbitamente, ¿qué debía hacer?

    Atraído por tan hermosa imagen se acercó lentamente a la bañera procurando no despertarla y tomándola entre sus brazos, la sacó del agua y se la llevó hacia el cuarto principal para depositarla dulcemente en la cama, Su mente le estaba traicionando, deseaba tanto poder acariciarla, besarla, poseerla... pero no, no era el momento, tomando una toalla, cubrió tan bella figura, apartando su vista inmediatamente, no podía seguir torturándose. No pasó mucho tiempo para que Shassel despertase y descubriese, notoriamente apenada, la situación en la que se encontraba, cubriéndose rápidamente con la toalla se levantó de un brinco de la cama y al verlo de pie frente a ella dijo:

    — ¿Cómo entró usted aquí? —gritó la joven— ¿Acaso se atrevió a………? por Ra……

    — No, no, no, por favor no piense mal —intentó defenderse el intruso—. Yo…… este…. Lo lamento mucho, pero se había quedado dormida en la bañera y……….. No me pareció correcto dejarla amanecer en el agua.

    — Su alteza y —dijo Shassel intentando disimular su tristeza—… lo lamentó, pero creó que deberá irse.

    — No Shassel —exclamó Atem mientras la miraba fijamente a los ojos—, no tienes idea lo mucho que te he esperado, lo lamento pero no me iré sin hablar contigo.

    — Su alteza yo no,

    — Solo dime Atem — pronunció con una sonrisa—, por favor, entre nosotros ya no quedan bien los convencionalismos, tu sabes que el destino nos ha unido desde hace ya mucho tiempo, te lo pido, no me niegues la verdad, sé que no estoy loco y que no soy el único que siente que te conozco desde la eternidad, qué no soy el único que está totalmente loco de amor por ti, y que —Sin poder soportarlo más le robó un dulce y apasionado besó a Shassel, sosteniendo con sus fuertes brazos la delicada cintura de la joven mientras la traía hacia él—… Estoy desesperado, no me pidas que me vaya por que preferiría morir antes que perderte, te amo y ninguna ley sobre este mundo me impedirá seguirte amando hasta el final de mis días y aún más allá de la muerte.

    La volvió a besar, pero esta vez, su cuerpo empujó suavemente a Shassel hasta recostarla sobre las suaves sábanas de seda egipcia y, posicionándose sobre ella, continuó besándola con toda el alma y corazón desatando para siempre los lazos de la locura.

    — No sabes cuánto tiempo había soñado con poder tenerte entre mis brazos y poder decirte lo mucho que te amo — exclamó entre suspiros el joven enamorado.

    — Atem, no, no sigas por favor.

    Empujándolo, Shassel se liberó de su encarcelamiento, su cuerpo estaba temblando por lo que intentó tomar un poco de aire, pretendiendo de cierta manera, calmar sus propias emociones y recordar cuál era su lugar.

    Atem también sentía lo mismo, pero su corazón estaba a punto de salírsele del cuerpo, y no sabía que más podía hacer para hacerle entender cuanto tiempo la había esperado.


    — Por favor, perdóname, no era mi intención incomodarte, solo deseo hablar contigo, lo necesito —balbuceó Atem, notoriamente apenado, sin embargo ya que había tomado la decisión de aventurarse a ganar, no podía echarse para atrás, extendiéndole su mano decidió jugarse su última carta—, por favor ven conmigo.

    A pesar de saber lo peligroso de la situación; Shassel tomó su mano y decidió seguirlo, después de todo su corazón también lo necesitaba.

    — Solo dame unos minutos para vestirme — susurró la joven al recordar su situación—. ¿Te parece?

    — … — Sonrojándose aún más—. Tienes razón. Te esperaré en la terraza— pronunció entrecortadamente mientras se alejaba en dirección a la terraza con un paso casi robotizado, se sentía como un niño al que le había cumplido su mayor sueño, y mientras observaba todo su vasto Imperio bañado por el brillo de una hermosa luna plateada no podía dejar de pensar en que no había luna más hermosa para él, que su amada princesa: Shassel.

    Tras unos cuantos minutos, el sonido de unos delicados pasos aproximándose lo hicieron salir del paisaje de su reino, y al voltear; la visión de una encantadora dama lo dejó totalmente perplejo, lucía tan hermosa, traía: un top blanco con detalles de oro cubriendo sus bien proporcionados atributos, una falda blanca hasta los tobillos sujeta con un cinturón verde esmeralda engalanando su cintura, un collar de oro ceñido a su delgado cuello, una diadema igualmente de oro en su frente, y pulseras anchas al puro estilo egipcio adornando sus bellos y bien cincelados brazos.

    — Jamás había visto belleza más grande que la tuya amada mía— exclamó el joven en un grito ahogado.

    — Faraón...

    — Ven, ven mi amor —interrumpió él, tomándola de la mano y acercándola al balcón—. ¿Ves todo esto?

    — Sí —afirmó incrédula ante tanto esplendor— Que hermosa vista de Egipto, deben sentirse orgullosos de tener un rey como usted dirigiéndolos.

    — Mil veces renunciaría a todo esto solo por una palabra de amor de tus labios.

    — Faraón —pronunció ella mientras ahogaba inútilmente su amor por él— sabe que no puedo ir contra los principios de mi familia, y que legalmente soy propiedad de Seth.

    — Lo sé, pero no pienso permitir que me alejen de aquello que más he amado en esta vida.

    — ¿Qué quiere de mí? Sabe que no puedo amarlo, así que no me pida aquello que no puedo ni debo……

    — No —interrumpió nuevamente poniendo su dedo sobre los sonrosados labios de Shassel—, no lo digas, solo acompáñame.

    Tomándola de la mano, subió junto con ella sobre los barandales del balcón y sin pensarlo dos veces salto en dirección al vacío. Asustada, la joven gritó mientras caían al vacío.

    — Acaso está loco —gritó aterrada.

    — Confía en mí —contestó el aludido—, jamás permitiría que nada malo te pase.

    — Lo promete.

    — Por mi vida.

    A tan solo unos segundos de tocar el suelo, un dragón de color celeste los detuvo en su caída, ayudándolos a llegar a salvo al suelo. Totalmente asustada Shassel se aferró al Faraón intentando sofocar el terror de haber tenido que enfrentar a la muerte de esa manera.

    — Lamento haberte asustado —intentó disculparse el arriesgado Faraón—, pero era la única forma de salir sin que se dieran cuenta.

    — No vuelva a hacerme algo así en su vida— gritó Shassel un poco molesta.

    — De acuerdo, lo prometo, ahora ven te quiero presentar a mi leal dragón guardián de la fortaleza.

    — Es muy hermoso — exclamó la muchacha dirigiéndose al dragón—, gracias por salvarnos amigo.

    — Es uno de mis monstruos guardián, y desde ahora también será el tuyo.

    — ¿A qué se refiere? —inquirió un tanto confundida.

    — Eres mi vida misma Shassel, todos mis guardianes lo saben y por eso han decidido protegerte, esa fue su decisión, al parecer te aman tanto como yo y no quieren que nada malo te pase.

    — No sé qué decir, es demasiado honor para mí.

    — No mi amor —dijo Atem mientras la tomaba entre sus brazos— nada es demasiado para ti.

    — Mi señor yo no —Su conciencia estaba destrozándola, no podía seguir con un juego tan peligroso.

    — En nombre de todos los dioses te lo pido, dime Atem, concédeme el honor de tu confianza —Sus manos comenzaban a temblarle, no podía permitir que ella lo abandonará—, por amor a la vida misma permíteme ser parte de tu mundo, no me hagas sentirme aún más distante de lo que ya me siento de tu divina presencia —exclamó totalmente desesperado.

    — Te lo pido —exclamó Shassel sintiéndose desfallecer, el calor envolvente de Atem la estab enloqueciendo—. Déjame seguir con la carga que me ha sido impuesta y abandóname ahora que no significo nada para ti.

    — ¿Cómo puedes decir que no significas nada? —masculló un tanto molesto, ¿Cómo podía pensar que para él todo era un juego? —. Eres el centro de mi vida, el corazón que late cada día en el fondo de mi pecho, la claridad de mis días y la razón por la que mi aliento vale la pena. Por piedad, te lo suplico, acompáñame y permíteme mostrarte el amor tan grande que he guardo durante tantos años solo para ti.

    — Yo —No podía seguir resistiéndose, él era el vencedor—. De acuerdo.

    Tomándola de la mano, el Faraón la ayudó a subir sobre el lomo de su dragón, y tras subir él también; ambos empezaron el viaje, a bordo de la fabulosa criatura, en dirección de las misteriosas dunas del desierto. En las alturas del manto celestial, la luna nocturna destellaba en un verdadero deleite visual, los ojos de Shassel se maravillaron al ver las pálidas arenas del desierto resplandecer por el brillo de las estrellas, por otro lado, el increíble aroma de la piel de Shassel despertó inmediatamente el apasionado tormento de Atem, el momento era perfecto; acercando su rostro al de la hermosa mujer que lo acompañaba, el Faraón la besó a la luz de una romántica luna llena.

    Tras unos minutos, el increíble viaje llegó a su fin, el dragón empezó su descenso sobre un valle remoto del antiguo Imperio.

    — ¿Dónde estamos? —prorrumpió la joven un tanto preocupada.

    — En mi futura tumba —contestó él con la mayor alegría del mundo

    — ¿Eh? — masculló Shassel un poco preocupada, la alegría del joven parecía demasiado peculiar, en todos sus años de vida, nunca conoció a un hombre que le entusiasmase tanto mostrar a su futuro lugar de descanso— ¿Qué estás planeando?

    — Descuida —dijo él intentando tranquilizarla—. No temas, solo quiero mostrarte algo.

    — ¿En una tumba?

    — No es solo una tumba, es en verdad un tributo.

    — A… ya veo es un tributo a tu nombre verdad Atem — señaló ella intentando adivinar los motivos del joven gobernante.

    — En realidad, es mi tributo…. Para ti.

    — ¿Para mí? —gritó la muchacha totalmente impresionada, ¿Acaso planeaba enterrarla viva? Ya no sabía que pensar, solo le quedaba confiar en él y en el amor tan grande que sentían.

    — Es mi tributo de amor eterno hacia ti mi querida princesa, una manera de que el mundo sepa cuánto te amo y te amaré por toda la eternidad —La sonrisa inseparable que brotaba en sus labios, intentaba de algún modo calmar los tensos nervios de Shassel, no podía romper su secreto aún, necesita llevarla adentro o todo se echaría a perder—. Ven, debemos continuar, el camino aún es largo y no tenemos mucho tiempo antes que amanezca.

    Adentrándose poco a poco en las entrañas de la tierra, ambos jóvenes descendieron por las escaleras del escondido mausoleo hasta una estancia vacía en cuyo fondo destacaba una estatua dorada de Horus, el Faraón la llevó de la mano ante la presencia de Horus y tras pronunciar el nombre de Shassel se abrió una compuerta secreta a las espaldas de la estatua.

    — Ya falta poco — señaló Atem.

    A pesar de las circunstancias, Shassel sintió que podía confiar en él, podía haberlo seguido hasta el mismo infierno, pero este no era el caso, lejos de eso, el Faraón solo deseaba que su palacio subterráneo pudiese demostrarle a Shassel que su amor por ella era más fuerte que el deber y la tradición, y tan verdadero como las aguas del Nilo.

    Caminaron por el estrecho pasadizo hasta una estancia mucho más amplia que la anterior, a diferencia de aquella, estaba magníficamente iluminada, decorada con cortinas púrpura, muebles de caoba fina y pinturas de su amada por todo el salón.

    — ¡Por Ra! — pronunció difícilmente la sorprendida muchacha—, es increíble.

    — Es nuestro mi amor, por toda la eternidad, no necesitamos salir de aquí y nadie conoce de este cuarto secreto más que tú y yo —respondió Atem— te lo pido no me abandones y acepta, ser mi esposa.

    — ¿Acaso estás loco? —respondió la muchacha entre sollozos. ¿Acaso estaba soñando?

    — Tal vez, pero también quiero hacer lo correcto, no podría vivir si no es contigo y no quiero a nadie más que a ti como mi compañera, el mundo deberá aceptarlo, no permitiré que nadie nos separe, ni el mismo Egipto.

    — Apenas te conozco, como me pides que abandone mi deber y acepte semejante locura.

    — No te niegues la verdad Shassel —gritó el Faraón arrodillándose en el piso—, por amor al cielo, reconoce que me amas tanto como yo te amo a ti, admite que es verdad que al verme sientes que nos conocemos desde antes de nacer y que estamos destinados a ser parte el uno del otro por toda la eternidad.

    — No puedo Faraón —respondió Shassel a pesar de saber que con lo que diría se le rompería el corazón—, tu deber es guardad lealtad a tu corona y la mía al juramento de mi padre. Renuncia a este amor y abandóname a mi suerte, jamás permitiría que te hagas este daño, lo reconozco, es verdad que te amo, pero por ese mismo amor que siento es que jamás consentiría causarte perjuicio alguno aferrándote a mi patética existencia.

    — Si dices no querer herirme no me niegues la luz de tus ojos y acepta mi amor, pues prefiero la muerte a no poder tenerte, sé bien que es una locura venir de la nada y decir que te amo pero este amor va más allá de mi cordura y mi voluntad, sé que te amo, ¿porque no puedes creerme? ¿Dime que hacer para arrancarte de mi alma?

    — No sigas por favor, que soy capaz de abandonarme a mi locura y ceder a la voluntad de mi inconsciente corazón.

    Aferrándose a su cintura, Atem la miró fijamente a los ojos en tanto sus corazones hablaban en un lenguaje que solo aquellos que se aman podrían entender, ambos lo sabían, no podían soportarlo más; sus alientos se alimentaban mutuamente mientras sus almas les pedían seguir.

    — Te lo pido —profirió Atem casi agonizante— mátame ahora y sepulta mi cuerpo en este mausoleo; pero no me digas que no me amas, tus ojos no pueden mentirme.

    Rodeando con sus brazos el delicado cuello de su amado lo acercó a su rostro y lo besó tan cálida y tiernamente como le permitieron sus sentidos, no podía mentirse más; lo amaba y siempre lo haría a pesar del precio que debía pagar.

    — Shassel, mi Shassel, si supieras cuanto había esperado este momento, casi sentí que me volvería loco de desesperación.

    — No solo tú mi querido Faraón, durante años he vivido soñándote y creyéndote una fantasía perversa que amenazaba destruir mi mente.

    — Te amo, te amo mi princesa nunca lo dudes.

    — Yo también te amo Atem aunque el destino quiera separarnos.

    La besó nuevamente pues necesitaba que sepa que ahora que había aceptado estar junto a él no permitiría que nadie impida su amor.

    — Te lo pido de nuevo y para toda la eternidad mi amada, sé mi esposa y que el mundo diga lo que quiera, una vez que seas mi esposa ya nadie nos separará; ni la misma muerte con su pálido manto podriá alejarte de mí, pues te seguiría más allá del espacio y el tiempo hasta la misma eternidad.

    — … ¿y Seth? — señaló Shassel apartando la mirada.

    — No estoy interesado en Seth — contestó Atem con una sonrisa

    — ¡Atem! — gritó Shassel regresando la mirada—, yo hablo del compromiso.

    — Lo lamento por Seth, pero yo te vi primero —señaló alegremente guiñándole un ojo.

    — Eres un descarado.

    — No, solo un loco enamorado.

    — ¿Atem?

    — Shassel, una vez que seas mi esposa, dejaremos toda esta locura atrás y nos iremos tú y yo a un lugar donde podamos amarnos con absoluta libertad.

    — ¿Serias capaz de abandonar tu reino por una simple mujer salida de la nada?

    — Definitivamente, como no hacerlo sabiendo que aquella mujer me ama tanto como yo la amo a ella, mi Imperio no es nada si no te tengo a mi lado. ¿Dime, me harías el honor de permitirme compartir el resto de mis días contigo?

    — Sí Atem, acepto ser tu esposa y que los dioses perdonen mi pecado.

    — Mi amor, no puede hablarse de pecado cuando existe un amor tan verdadero como el nuestro.

    Ya casi amanecía y era necesario que ambos volvieran a su mezquina realidad para actuar una vez más sus mal designados papeles.

    — Faraón, debemos irnos, ya casi amanece y si alguien sabe que no pasamos la noche en el palacio, no quisiera pensar lo que pasaría.

    — Tienes razón, pero antes prométeme que volveremos a vernos esta noche.

    — ¿Dónde?

    — Aquí, te lo dije antes, desde ahora este será nuestro reino lejos de la realidad, el lugar donde nuestro amor no podrá ser juzgado ni destruido.

    — Pero es muy peligroso mi amor, si alguien me descubriese.

    — No mi amor, no temas —le susurró suavemente cerca del oído para intentar tranquilizarla— nadie lo sabrá, este lugar es absolutamente secreto, solo mi querido amigo Mahado y yo lo conocemos, será nuestro secreto.

    — De acuerdo.

    — Gracias mi princesa, ah por cierto, te advierto que te tendré una sorpresa.

    — Estás loco.

    Atem la besó nuevamente antes de tener que partir, el día estaba a punto de abrir sus alas en el amplio dominio de arena y no podían quedarse más tiempo, montando sobre su guardián alado se alejaron del lugar con rumbo al palacio de Akunadín.

    Al llegar al balcón de donde escaparon; el Faraón no quería desprenderse de la presencia de su amada; pero sabiendo el peligro que corrían de seguir juntos se alejó volando sobre su dragón mientras la veía hacerse cada vez más lejana en aquel balcón.

    — Nos veremos pronto mi amado Faraón —musitó la joven al verlo alejarse en el amplio cielo azul, arrastrando su cuerpo al interior de su alcoba recordó de pronto el lugar que ahora ocupaba, sin pensarlo más se metió entre las sábanas de su cama tratando de acallar a su lógica y dormir.

    El día ya casi había despertado cuando Atem llegó a su palacio, embebido en el recuerdo de los besos de su amada, se apresuró a contarle a su amigo las buenas noticias.

    — ¡Pero Faraón! —exclamó Mahado sorprendido— ¿Cómo que quiere que los case esta noche?

    — Como oyes Mahado, ella ha aceptado ser mi esposa y no quiero esperar más, ya lo he hecho por demasiado tiempo.

    — Faraón, ¿Y la promesa que hizo ante el concejo, acaso piensa abandonar su reino por el amor de esa mujer?

    — Mahado, mi reino, mi vida misma no vale nada si no la tengo a mi lado, por favor, entiéndeme y ayúdame amigo mío, a nadie más le confiaría este secreto.

    — Faraón — musitó el joven sacerdote—, agradezco su confianza y juro que no lo defraudaré, su secreto está a salvo conmigo.

    — Gracias Mahado, sabía que podía contar contigo, entonces dime; ¿Podremos contar con tu bendición esta noche?

    — Será un honor su majestad.

    — Te lo agradezco de nuevo amigo, ahora me gustaría que me hicieras un favor más antes de irnos a prepararlo todo para esta noche.

    — Dígame de que se trata señor.
     
    Última edición: 27 Septiembre 2013
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    Shassel

    Shassel Usuario común

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    El último respiro: Atem y el misterio de la Reina de las Sombras
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    Para adolescentes maduros. 16 años y mayores
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    Romance/Amor
    Total de capítulos:
    16
     
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    CAPITULO V.- UN BESO INESPERADO


    El día siguió su rumbo sin ninguna contemplación, mientras tanto en las lejanías de Egipto, el Faraón y Mahado preparaban todo para la tan esperada noche, por otro lado en la seguridad de su alcoba Shassel dormía cálidamente sin saber la sorpresa que su amado preparaba.
    El sol se encontraba en su cumbre y Seth empezó a preguntarse acerca del paradero de su prometida, recordando que debía estar cansada por el viaje y la fiesta de compromiso, supuso que debía seguir durmiendo pero necesitaba verla, necesitaba tanto de ella como la luz del sol, ¿Qué le había ocurrido? ¿Por qué aquella joven pudo cambiar tan drásticamente su frio corazón? No lo entendía pero la amaba tanto que no podía pasar un minuto más sin verla.
    Para su suerte en aquel momento alcanzó a divisar a Isis practicando el arpa en los jardines del palacio.

    Seth: Señorita.
    Isis: (Sorprendida e inclinándose ante Seth) Mi señor.
    Seth: Lamento haberla interrumpido pero, necesito ver a Shassel, podría llamarla, me gustaría invitarla a pasear en caballo por el Imperio.
    Isis: Como ordene mi señor.

    Isis se dirigió a la alcoba de Shassel, cuando de repente una joven se le acercó.

    ¿?: Disculpe, es usted la acompañante de la señorita Shassel.
    Isis: Sí, dígame que desea.
    ¿?: Mucho gusto mi nombre es Mana y soy aprendiz a maga, mi maestro es el señor Mahado y también soy una gran amiga del Faraón.
    Isis: Mucho gusto Mana, mi nombre es Isis y dime en que te puedo ayudar.
    Mana: Verás mi maestro me mandó a entregarle esto a la señorita Shassel, es un regalo del Faraón, pero no eh podido encontrarla y por eso me gustaría que me ayudaras a entregárselo.
    Isis: ¿Un regalo?
    Mana: Sí, tu señora debe sentirse más que orgullosa de recibir un regalo del mismo Faraón.
    Isis: De acuerdo Mana, a nombre de mi señora Shassel envíale nuestros más sinceros agradecimientos al Faraón.
    Mana: No hay problema, el Faraón es un rey sumamente generoso, Egipto se siente dichoso de contar con un rey como él dirigiéndolo.

    Ahora me retiro; debo seguir con mi entrenamiento, fue un placer conocerte Isis.

    Isis: El gusto fue mío Mana, suerte con tu entrenamiento.

    Ambas jóvenes se despidieron con una leve reverencia, mientras caminaba Isis reconoció que Mana le había caído muy bien, aunque un poco impetuosa su espíritu le reveló a una joven leal y sincera, supo inmediatamente que podía confiar en ella, después de todo como guardiana de Shassel, no podía permitir que persona alguna la dañara.
    Ya en la puerta de la habitación de su señora Isis empezó a preguntarse acerca del contenido del regalo y los motivos del mismo. Se apresuró a tocar la puerta.

    Isis: Shassel, ¿estas despierta?, necesitamos hablar, te eh traído una sorpresa.
    Saliendo de su sueño, Shassel aunque sin mucho ánimo salió de su cama y tras ponerse una bata encima contestó:
    Shassel: ¿Isis?, pasa por favor.
    Isis: Lamento mucho despertarte pero surgió algo
    Shassel: ¿De qué se trata?
    Isis: Bueno en verdad son dos motivos, primero…. Mira lo que te envió el Faraón.
    Shassel: (Sorprendida) ¿Cómo?
    Isis: Sí, hoy en la mañana una joven me entregó este regalo para ti de parte de su majestad.
    Shassel: Está loco, (sonriendo y tomándolo entre sus manos), Isis no sabes, ayer fue la noche más perfecta de toda mi vida.
    Isis: ¿Por el compromiso?
    Shassel: ¡No!, Ay Isis, como puedes decir eso.
    Isis: (sonriendo) Lo lamento, ¿Y entonces por qué?
    Shassel: Anoche el Faraón entró a mi alcoba y me secuestro Isis, fue tan romántico, pero tenía mucho miedo, ¡Me pidió que fuera su esposas Isis! ¿Puedes creerlo?

    Isis estupefacta casi se desmaya por la noticia, ¿Podía haber locura más grande? Ante la reacción de su amiga Shassel se apresuró a dejar el regalo sobre la cama para correr a ayudarla.

    Isis: (Tomando por los hombros a Shassel) Estás loca, si alguien te descubre, ¡podrían matarte!
    Shassel: Con gusto preferiría morir a tener que casarme con Seth.
    Isis: (Un poco triste) Hablando de Seth…
    Shassel: ¿Qué ocurre Isis?
    Isis: Será mejor que te vistas por qué…. Él quiere verte y salir a pasear contigo.
    Shassel: ¿Ahora?
    Isis: Me temo que sí.
    Shassel: (Resignada) De acuerdo, pero antes primero abriré el regalo de mi amado.
    Isis: ¿Acerca de la petición del Faraón, dime que has decidido?
    Shassel: Acepte Isis, no podría vivir esta vida a lado de un hombre que ni siquiera llama mi atención, no puedo, no lo amo, así que… me casaré con el Faraón y nos iremos lejos de aquí.
    Isis: ¿Shassel?
    Shassel: Está decidido Isis, pero no te preocupes jamás te dejaría aquí, tu vendrás conmigo.
    Isis: Shassel, no creo que el Faraón me quiera a su lado. Además ambos necesitarán su espacio mi señora no me gustaría estorbar.
    Shassel: No digas eso Isis, eres como mi hermana, no podría dejarte, además conozco a Atem y sé que le alegrará tenerte a nuestro lado.
    Isis: Pero Shassel, por qué aceptaste, es un gran error, Egipto entero los perseguiría, jamás podrán ser felices.
    Shassel: Isis te lo pido, no me impidas ser feliz, confío en él, no quiero perderlo Isis, seguir mi deber sería el inicio de una muerte en vida, jamás podré amar a Seth.
    Isis: Pero aún no lo conoces.
    Shassel: Isis no entiendes, mi corazón es de Atem y eso es algo que jamás cambiará, sin importar cuanto tiempo pase yo siempre lo amaré.
    Isis: De acuerdo Shassel, es solo que no me gustaría verte sufrir y menos aún morir, sabes que si te descubren te espera la muerte, jamás me perdonaría el no haberte ayudado.
    Shassel: Peor tortura es el alejarme de su amor Isis, no sabes cuánto lo amo.
    Isis: (Resignada y contenta por su amiga) Ay Shassel estás loca, pero te ayudaré.
    Shassel: (Abrazando a su amiga) Gracias Isis, no sabes lo que significa para mí el contar con tu apoyo.
    Isis: Ahora será mejor que bajes, no debemos levantar sospechas por ahora.
    Shassel: De acuerdo, pero primero….

    Acerándose al regalo, lo abrió con la alegría destellándole en los ojos, era un hermoso vestido blanco con detalles de oro y piedras preciosas, era un sueño, no lo podía creer, al girar su vestido en el aire de pronto cayó una pequeña nota que decía:

    Mi princesa, no sabes cuánto ansío verte y entregarte cada pedazo de mi alma beso a beso, te amo no lo olvides, pues yo no dejo de pensar ni un solo segundo en ti. Este pequeño presente es apenas una milésima muestra de mi amor por ti, te lo ruego no olvides venir esta noche a nuestro palacio secreto, te esperaré.
    Infinitamente tuyo: Atem.
    Posdata: Sería un verdadero honor que usaras el vestido que te envió.

    Isis: Shassel, en verdad te ama, no sabes lo feliz que me hace saberlo, sin embargo, no puedo evitar sentir miedo por ambos.
    Shassel: Yo también Isis, pero prefiero arriesgarme y perder a vivir eternamente encadenada.
    Isis: (Sonriendo) Shassel, Shassel…. Vamos ya viste tu sorpresa, ahora vístete y baja antes que suban a traerte a rastras.

    Tan pronto como le fue posible Shassel se arregló y bajo a ver a Seth, traía un vestido corto que le ceñía el cuerpo, sandalias, y joyería de oro decorándole los hombros, cuello y cabello. Su maquillaje era sencillo pero encantador, se veía hermosa como siempre, bajó las escaleras tan rápido como le fue posible mientras su largo cabello rojo ondeaba en el aire.
    Al verla llegar, Seth sintió como su corazón se detenía por un sublime instante, su belleza lo había maravillado al extremo de lo imposible.

    Shassel: (Haciendo una leve reverencia) Lamento la tardanza mi señor, en ocasiones suelo ser muy lenta.
    Seth: Por ti esperaría una eternidad entera.

    Shassel no pudo evitar recordar a su amado Atem al oír esas palabras.

    Seth: Shassel no sabes cuánto me alegra saberte mi prometida, te pido aceptes este presente como una muestra de mi compromiso contigo.

    Extendiendo la mano le entregó un hermoso collar de esmeraldas.

    Seth: (Poniéndole el collar a Shassel) Sé que las circunstancias que nos llevaron a conocernos no son tan románticas que digamos, pero quiero que sepas que desde que te vi, algo cambió en mí que ya no puedo ni quiero controlar, Shassel, a partir de este momento juró que te amaré hasta que los dioses me quiten el último aliento de vida que tenga y que por lo mismo no permitiré que nadie te ponga una mano encima.

    Shassel: Mi señor yo, no sé qué decir.
    Seth: Descuida, sé que es muy pronto, por ahora solo te pido que me permitas mostrarte todo lo que podemos llegar a construir juntos. Ven, te invito a almorzar conmigo en un paraje encantador que solo yo conozco. Seguramente te gustará.
    Shassel: Como usted desee señor.
    Seth: Solo dime Seth, por favor, después de todo en dos semanas serás mi esposa, sería bueno empezar a tratarnos como corresponde.
    Shassel: Eso creo, Seth.
    Seth: (Sonriendo) Vamos.

    Ambos salieron del palacio, en el camino Shassel iba pensando en las palabras de Seth, ¿Tratarnos cómo se debe? ¿Qué quiso decir con eso?, al salir un elegante carruaje los esperaba en la entrada.

    Seth: Ven cariño, quiero que Egipto me envidie al ver la hermosa prometida que tengo.

    Shassel apenada no dijo nada, solo decidió subir al carruaje y esperar que el tiempo pase rápido, ya quería que llegué la noche para ver a su amado una vez más.
    Seth arrancó el carruaje, mientras tanto Shassel veía la grandeza del Imperio a través de los ojos de sus ciudadanos, era una ciudad sumamente dichosa, sus calles pintorescas y llenas de vida en cierto grado la hicieron sentirse culpable, ¿Qué pasaría con ellos si Atem renunciaba a la corona?
    Al verlos por las callejuelas de la ciudad los ciudadanos se reunieron a rendirles pleitesía a su paso, todos se preguntaban sobre la identidad de tan hermosa joven.
    De pronto Seth detuvo el carruaje en el centro de la plaza central de la capital Egipcia.

    Seth: Ven mi amor, tengo que dar un anuncio.

    Poniéndose en pie junto a Shassel, ambos se acercaron a la barandilla del carruaje para mirar de frente al pueblo allí reunido.

    Seth: Pueblo de Egipto, tengo el gusto de presentarles a la señorita Shassel Amnaster, mi prometida. Nuestra boda será en dos semanas a partir de ayer y por supuesto todos ustedes están invitados.

    El pueblo estaba contento con la noticia, en señal unánime de aprobación todos se elevaron en aplausos y ovaciones a la feliz pareja.

    Shassel: Pero Seth.

    Seth no contesto; solo la tomó por la cintura y la besó apasionadamente frente a todo el pueblo. Shassel estaba perpleja; no pudo reaccionar, solo se dejó besar frente los ojos de todo el mundo, que podía hacer después de todo, él era su prometido, por ley, ella le pertenecía.
    Tras tan emotivo momento, Seth continuó el camino dirigiéndose a la salida del Imperio en dirección al desierto, una vez fuera de la cuidad Shassel decidió exponerle sus sentimientos a Seth.

    Shassel: Te ruego, no volver a hacerme eso.
    Seth: ¿A qué te refieres?
    Shassel: A lo que acabas de hacer, a besarme así de esa manera, es que yo; no estaba preparada, ¿Por qué lo hiciste?
    Seth: Eres mi prometida Shassel, ¿no sé por qué te sorprendes?
    Shassel: Pero…

    Prefirió no decir nada, no tenía palabras para defenderse, menos aún después de haber aceptado casarse con Atem, debía actuar lo suficiente como para no levantar sospechas.

    Seth: Ves eso mi amor.

    Shassel dirigió la mirada en dirección de un hermoso oasis paradisíaco.

    Shassel: Es hermoso Seth.

    Seth aceleró el paso de sus caballos, al igual que el ritmo de su corazón, no sabía cómo actuar ante Shassel, el solo roce de sus labios lo había enloquecido, la deseaba tanto que no quería esperar dos semanas más, era demasiado tiempo, quería amarla ya. Pero no, sobre su pasión estaba el amor tan grande que sentía por ella, jamás podría hacer algo que la ofendiera.
    Al llegar, Seth tomándola por la mano le ayudó a descender del carruaje para que pudiese conocer aquel mágico oasis, mientras ella recorría con los ojos aquel hermoso paraje; él sacó del carruaje una canasta con el almuerzo.

    Seth: (Sonriendo) Es hora de almorzar.
    Shassel: (Sonriendo) Tienes razón.

    Ambos almorzaron bajo la sombra de un frondoso árbol mientras discutían acerca del futuro del Imperio entre otras locuras, al hablar con Seth; Shassel pudo darse cuenta que Seth era un hombre maravilloso, un poco soberbio tal vez, pero infinitamente leal a sus principios, al parecer la vida hizo de él un hombre duró por fuera pero con un noble corazón latiendo en su interior, evidentemente amaba tanto al Imperio que solo deseaba el bienestar y progreso de Egipto, al conocerlo solo pudo sentirse más culpable que antes, sentía que Seth no se merecía su traición.

    Seth: ¿Qué te ocurre Shassel?, luces pensativa.
    Shassel: (Saliendo de sus pensamientos) No nada, creo que es hora de volver, no crees, se está haciendo tarde.
    Seth: (Un poco confundido) Supongo que ya es hora de regresar.

    Ambos se disponían a retirarse sin imaginarse el peligro que les aguardaba escondido entre la vegetación del oasis.
     
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    El último respiro: Atem y el misterio de la Reina de las Sombras
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    CAPITULO VI: UN ENCUENTRO CON EL MAL



    Shassel: Te agradezco el paseo Seth, fue lindo detalle de tu parte.
    Seth: No es nada, espero que te haya agradado.
    Shassel: Por supuesto, en serio Seth, gracias de nuevo por permitirme conocer este lugar tan hermoso.

    Acercándose a Shassel, la tomó entre sus brazos y dijo:

    Seth: No tan hermoso como tú.
    Shassel: Seth…

    Justo a unos instantes de besarla de nuevo, una misteriosa carcajada irrumpió violentamente la tranquilidad del oasis.

    ¿?: Mira nada más que bonita pareja, ¿dime quién es Seth? Es bonita.
    Shassel: ¿Qué es lo que ocurre Seth?
    Seth: (Aferrándola más su cuerpo) Descuida no permitiré que nada te pase, lo prometo y yo jamás rompo una promesa.
    ¿?: Jajajaja, por favor Seth, ¿acaso crees que podrás defenderla?
    Seth: Mira gusano, hoy no estoy de humor para tus tonterías, por qué no te das por afortunado y te vas antes de que te destruya.
    ¿?: Jajajaja, ¿acaso tienes miedo Seth?
    Shassel: ¿Quién eres?

    Saliendo de entre la vegetación del oasis apareció la figura de un joven de atlética contextura, cabello plateado cual luz de luna, ojos café grisáceos, sonrisa malévola y piel canela, vestía una túnica roja y sandalias, de pronto a sus espaldas; como venidos de la nada apareció un sequito de hombres encapuchados.

    ¿?: Mil perdones mi señorita, como pude olvidar mis modales, mi nombre es Bakura.
    Seth: Olvídate las presentaciones y vete de una vez por donde viniste Bakura.
    Bakura: Veo que no has cambiado nada Seth.
    Shassel: Díganos, ¿Qué es lo que quiere?
    Bakura: (Dirigiéndose a Shassel) Veo que no solo eres linda pequeña, sino también muy valiente, eso me encanta en una mujer, (viéndola con ojos de malicia), verás el Faraón y su odiosa corte tienen una deuda pendiente conmigo, y creo que ya sé cómo pueden empezar a pagarme todas las que me deben.
    Seth: ¿Qué quieres decir con eso Bakura?
    Bakura: Ya lo verás, ¡Atrápenla! (Señalando a Shassel)
    Seth: ¡No!

    Siguiendo sus órdenes los misteriosos encapuchados se abalanzaron sobre Shassel con el objetivo de aprisionarla, pero Seth no estaba dispuesto a permitírselos, desenvainando una espada se colocó frente a Shassel dispuesto a pelear.

    Shassel: ¡Seth, cuidado!
    Seth: Descuida solo tardaré unos minutos.

    Los encapuchados rodearon a Shassel y Seth peligrosamente cerca, la tensión se notaba en cada milímetro de aire.

    Bakura: Acaso no piensan hacer nada.
    Seth aprovecho la oportunidad y no vaciló en atacar, maniobrando hábilmente su espada decapito a uno de los encapuchados más cercanos; pero para su sorpresa el herido se volvió un cumulo de arena negra que elevándose con el viento reapareció bajo la forma de dos encapuchados.
    Seth: ¡Pero qué….!
    Bakura: Jajajaja, es mucho más divertido de lo que pensé, si yo fuera tú Seth, reconsideraría mi estrategia, jajajaja.
    Seth: Será mejor que te vayas Shassel, yo me encargaré de ellos.
    Bakura: Mmm, tan rápido empiezas a sentir miedo Seth, me parece perfecto, no esperaba menos.
    Shassel: No te dejaré solo en esto Seth.

    Concentrando su energía mística Shassel volvió a crear un orbe de luz alrededor de ella y de Seth; y sin que Bakura pudiera detenerlos se teletransportaron a salvo de regreso al palacio.
    Bakura estaba perplejo y muy satisfecho a la vez, al parecer había encontrado a su tan buscado sacrificio, su plan era regresar al rey oscuro Zork y dominar al mundo con su ayuda, tras largos años de frustrados intentos al parecer por fin encontró un alma lo suficientemente poderosa como para liberar de su encierro al rey de los demonios.

    Bakura: Nuestra búsqueda ha llegado a su fin mis leales adeptos, después de tanto tiempo por fin obtendré mi venganza, ahora solo debemos capturarla y sacrificarla ante el portal milenario una vez que hayamos robado todos los artículos milenarios, no obstante; (sonrisa lasciva) no me parece razonable sacrificar tan exquisito manjar sin antes divertirme un poco, ¿No les parece? Jajajaja.

    Lejos de la maldad de Bakura; Seth y Shassel aparecieron sin contratiempos dentro de la seguridad de las murallas imperiales. Seth estaba asombrado, no podía creer que la dueña de su corazón guardara en su interior tanto poder, su mente desvariaba ante la preocupación de no saber quién era en realidad la mujer que tenía ante sus ojos.

    Shassel: Estamos a…

    No pudo continuar, estaba demasiado débil, sin poder evitarlo cayó inconsciente al suelo. Preocupado por Shassel, Seth la tomó entre sus brazos y la llevó inmediatamente a su habitación, sin más demora mando llamar al médico real para que la atendiera.

    Médico Real: No se preocupe mi señor, estará bien, por ahora le recomiendo mantenerla en reposo y libre de emociones fuertes, su corazón está un poco alterado. ¿Dígame sufrió alguna emoción fuerte previa al desmayo?
    Seth: Pues la verdad tuvimos que escapar de un grupo de bandidos en el desierto.
    Médico Real: Ya veo, pero descuide todo estará bien.
    Seth: Eso espero, de todas maneras muchas gracias por venir y atenderla doctor.
    Médico Real: Descuide, bien; entonces me retiró mi señor y por cierto felicidades, su novia es una mujer encantadora, cuídela mucho señor.
    Seth: ¿A qué se refiere?
    Médico: ¿A su belleza mi señor?
    Seth: ¿Su belleza?
    Médico Real: Sí, no por nada la gente dice que la belleza de una mujer es su maldición.
    Seth: (Un poco enojado) ¿Es acaso una amenaza doctor?
    Médico Real: Yo diría más bien un concejo señor.

    Tras decir esto el médico se retiró dejando a Seth aún más confundido que antes, ¿Una maldición?, ¿qué quiso decir con eso?

    Seth: Esta loco, (viendo a Shassel), tu jamás serías una maldición mi ángel, maldición sería el no tenerte.

    Acercando su rostro a Shassel la besó delicadamente en los labios y se retiró para dejarla descansar, tras cruzar las puertas de la habitación de Shassel se encontró con Isis esperando impacientemente en el pasillo.

    Isis: (Haciendo una ligera reverencia) Mi señor, perdone la intromisión pero necesito saber cómo está mi señora Shassel.
    Seth: No tienes por qué disculparte Isis, y descuida ella está bien, solo fue un desmayo, si quieres puedes pasar a verla; en este momento está dormida pero seguramente al despertar querrá tenerte a alguien de confianza su lado, me gustaría quedarme pero tengo asuntos pendientes por cumplir en el palacio del Faraón.
    Isis: Se lo agradezco señor, con su permiso iré a hacerle compañía a mi señora.
    Seth: Ve.

    Isis se retiró sin decir más, necesitaba ver que Shassel estuviera salvo, al entrar en la habitación vio a Shassel temblar mientras dormía.

    Isis: ¡Shassel!, ¿Qué te pasa? Despierta por favor.

    En su mente, Shassel vio la imagen de Atem abrazándola con la misma ternura de siempre, pero esta vez algo estaba mal, con lágrimas en los ojos Shassel enclavó un cuchillo en la espalda de su amado Faraón, ¿Qué estaba pasando? Ya sin vida; el cuerpo ensangrentado de Atem cayó al suelo dejando tras de sí una terrible oscuridad.
    Como movida por un resorte, Shassel brincó de sus sueños con los ojos llenos de lágrimas, su respiración era anormal, no podía creer lo que había visto, ¿acaso era el futuro? O una vez su mente le había jugado una broma de mal gusto.

    Shassel: ¡Debo irme de aquí!
     
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    2305
    CAPÍTULO VII.- AMARTE ES MI DEBER


    Shassel: ¡Debo irme de aquí!
    Isis: ¡Shassel!, ¿Qué te ocurre?
    Shassel: Isis

    Isis corrió a abrazarla intentando calmar su tristeza, pero no había forma de hacerlo; pues el corazón de Shassel tenía demasiadas razones para no querer calmarse, la verdad de sus sueños la había devastado, ¿era su pesadilla otra revelación de su cruel destino?

    Shassel: ¡No… Isis, no puedo quedarme aquí, no quiero hacerlo Isis, no quiero! (Llorando)
    Isis: ¿Pero qué está pasando Shassel?
    Shassel: Si me quedo lo mataré Isis, no quiero matar a Atem.
    Isis: ¿Matarlo? ¿Acaso enloqueciste?

    Shassel procedió a relatarle a Isis su terrible sueño con una pena tan profunda como las mismas aguas del Nilo.

    Isis: Shassel tranquila, solo fue un sueño, no tienes que preocuparte tanto, tú lo amas, jamás le harías daño Shassel.

    Isis la miró a los ojos intentando transmitirle toda su confianza y apoyo; sabía que Shassel estaba preocupa, pero confiaba en que todo estaría bien.

    Shassel: Isis, tengo miedo, es como si presintiera que algo malo va a pasar, y no puedo permitirlo.
    Isis: Nada saldrá mal, es tu destino estar junto a él por toda la eternidad Shassel, no hay por qué tener miedo, sé que no será fácil pero; no debemos perder la fe, te prometo que no descansaré hasta verlos juntos y felices por el resto de sus vidas. (Sonriendo)
    Shassel: ¿Isis? Tal vez tienes razón, después de todo, creo que fueron demasiadas emociones para un día.
    Isis: Es verdad, dime Shassel por qué te desmayaste, Seth estaba preocupado, no dijo nada, solo mando traer al médico.
    Shassel: Eso es algo que también me tiene inquietada Isis, hoy durante el paseo nos atacaron unos bandidos del desierto, eran demasiados y querían secuestrarme, no tuve otra opción, así que para salvarnos, nos teletransporté a Seth y a mí de regreso al palacio.
    Isis: ¿Qué hiciste qué? Shassel no debiste, ahora el conoce acerca de tus verdaderos poderes.
    Shassel: Lo sé Isis, pero no había otra solución, de no hacerlo ahora Seth estaría muerto y yo… hay no lo sé Isis, aquel hombre, Bakura, al verlo a los ojos sentí tanta rabia y maldad qué…
    Isis: ¿Pero por qué querían secuestrarte Shassel?
    Shassel: No lo sé, lo único que recuerdo es que….

    -------------------------------------FLASHBACK--------------------------------------------
    Shassel: Díganos, ¿Qué es lo que quiere?
    Bakura: (Dirigiéndose a Shassel) Veo que no solo eres linda pequeña, sino también muy valiente, eso me encanta en una mujer, (viéndola con ojos de malicia), verás el Faraón y su odiosa corte tienen una deuda pendiente conmigo, y creo que ya sé cómo pueden empezar a pagarme todas las que me deben.
    Seth: ¿Qué quieres decir con eso Bakura?
    Bakura: Ya lo verás, ¡Atrápenla! (Señalando a Shassel)
    Seth: ¡No!
    Siguiendo sus órdenes los misteriosos encapuchados se abalanzaron sobre Shassel con el objetivo de aprisionarla, pero Seth no estaba dispuesto a permitírselos, desenvainando una espada se colocó frente a Shassel dispuesto a pelear.
    Shassel: ¡Seth, cuidado!
    ------------------------------------------FIN DEL FLASHBACK---------------------------------

    Isis: ¿Una deuda pendiente?
    Shassel: Eso es lo que dijo
    Isis: Debes tener cuidado, si ese tal Bakura ha decidió vengarse del Faraón y su corte, tu vida corre peligro Shassel, debes decírselo al Faraón, no es justo que estés en medio de una pelea que tu no empezaste.
    Shassel: Isis, decidía aceptar formar parte de la vida de Atem para bien y para mal, jamás lo abandonaré a su suerte por más injusta que esta sea.
    Isis: Ay Shassel, a veces ya no sé qué hacer o decir para ayudarte.
    Shassel: Isis, mi querida Isis, no tienes que hacer nada más que ser mi amiga.

    La tarde caía con su hermoso brillo anaranjado sobre los inmutables monolitos del palacio Imperial, las arenas agonizaban ante el fulgor del indomable sol disminuyendo a cada minuto el tan esperado momento. Impacientes, en lo profundo del misterio del desierto; Atem y Mahado veían al día exhalar su último aliento mientras esperaban sentados en la entrada de la futura tumba del Faraón.

    Atem: No puedo creerlo Mahado, por fin llegó el momento, por favor; ve por ellas al palacio, quiero que todo salga perfecto.
    Mahado: Descuide mi Faraón, yo me aseguraré de traerlas a salvo.
    Atem: Procura ser discreto Mahado, no quisiera ponerlas en peligro.
    Mahado: Entiendo Faraón.
    Atem: Y ya sabes, si preguntan por mí en palacio…
    Mahado: Lo sé mi señor, usted está cansado y no quiere que nadie lo moleste. (Sonrisa de complicidad)
    Atem: Te lo agradezco mucho.

    Atem lo miró con profundo agradecimiento mientras Mahado sonreía y se marchaba rápidamente en dirección al palacio montando su caballo.

    Atem: Que los dioses guíen tu camino mi amigo. (Alzando sus ojos al cielo) ¡Oh bendito Osiris, te lo ruego trae a salvo a mi señora y a mis amigos, no permitas que ojo alguno los atrape!

    Envuelto en la idea de su amada; una sonrisa se dibujó en sus labios al ver brillar una hermosa estrella en el manto azul negruzco del cielo nocturno y, descendiendo por las escaleras del mausoleo, fue a preparase para la llegada de su amada. Tan pronto como se lo permitió su corcel Mahado cruzó las arenas del desierto; llegando en poco tiempo ante las puertas del palacio Imperial, al verlo llegar los guardias abrieron las puertas de par en par.

    Guardia 6: Señor Mahado ¿Y el Faraón?
    Mahado: El Faraón llegó desde hace ya dos horas al palacio, ¿acaso no lo recibieron?
    Guardia 6: Pero mi Señor, no lo hemos visto entrar.
    Mahado: Ya conocen al Faraón, siempre tan sigiloso, seguramente está en su cuarto.

    Notando la preocupación de los guardias Mahado decidió hacer un conjuro para evitar levantar sospechas, sin que se dieran cuenta rezó un conjuro apareciendo de la nada una falsa imagen del Faraón a las espaldas de los guardias, quienes al verlo allí se arrodillaron inmediatamente a sus pies en señal de reverencia.

    Guardias: ¡Su majestad!
    Falso Faraón: Mahado ya te habías demorado, ven pronto necesito hablar contigo.
    Mahado: Como ordene mi Faraón.
    Mahado siguió al falso Faraón hacia el interior del palacio mientras en su cabeza saltaba la idea del peligro, aunque había sido divertido engañar a los guardias, no podía esperar a que toda esta aventura llegue a su fin.

    Seth: ¿Faraón, es usted? Hasta que lo encuentro su majestad.

    No podía ser verdad, de todas las personas en el palacio, por qué debió encontrarlos Seth. Mahado estaba entre la espada y la pared, decidió evitar a toda costa que Seth los descubriera.

    Falso Faraón: Seth, por favor ahora no, necesito descansar, hoy fue un día demasiado ajetreado, sea lo que sea deberá esperar.
    Seth: Pero su majestad.
    Mahado: Seth, ya será mañana.
    Seth: De acuerdo, que descanse su alteza, me retiro.

    Seth hizo una reverencia y se marchó un poco molesto por la actitud del Faraón, Mahado no pudo evitar sentirse culpable por lo que estaba haciendo, estimaba mucho a Seth pero Atem era su mejor amigo y tanto Shassel como Atem no merecían estar separados por causa de las decisiones de terceros. Sin perder más tiempo se encaminó sigilosamente a la habitación de Shassel, al llegar a su puerta, se apresuró a tocar pues el tiempo estaba en su contra.

    Shassel: ¿Quién es?
    Mahado: Señorita Shassel abra, vengo de parte del Faraón.

    Shassel estaba intrigada, no sabía si creer o no en las palabras de aquel desconocido, pero la duda era fatal, superando sus temores decidió abrir la puerta, al hacerlo encontró frente a ella la figura de un poderoso hombre postrándose a sus pies.

    Shassel: ¿Quién eres?
    Mahado: Mil perdones mi señora, mi nombre es Mahado y traigo un mensaje urgente de parte del Faraón.
    Shassel: ¿Del Faraón? De acuerdo, adelante.

    Luego que Mahado ingresó a la recámara Shassel procedió a cerrar la puerta, asegurándose de que nadie los descubriese.

    Shassel: Primero que nada, permíteme presentarte a mi mejor amiga Isis.

    Al ver a Isis, Mahado quedó profundamente cautivado, nunca antes había visto a una mujer tan sencillamente hermosa como Isis, sus ojos profundos como el mismo cielo, y su sonrisa tímida y envolvente lo habían dejado sin palabras, por su parte Isis estaba profundamente afectada por la presencia de Mahado, no sabía exactamente cómo actuar frente a él, su corazón se aceleraba a un ritmo indescriptible y sus ojos no podían dejar de contemplarlo con un cierto grado de felicidad y cariño.

    Mahado: Es un placer conocerla señorita Isis.
    Isis: (Sonrojada) El placer es mío... Mahado

    Shassel; percibiendo lo sucedido dejó escapar de sus labios una sonrisa pícara y silenciosa de alegría y complicidad, después de todo Isis se había enamorado por primera vez.

    Shassel: Y dime Mahado ¿en qué te podemos ayudar?
    Mahado: (Reaccionando) Lo lamento, tiene razón, pues verá, el Faraón me ha enviado como escolta para guiarlas esta noche a la futura tumba del Faraón.
    Shassel: ¿Guiarlas?
    Mahado: Pues de hecho el Faraón desea que ambas asistan esta noche a la cita que habían acordado previamente.
    Shassel: Pues no sé qué es precisamente lo que pretende el Faraón, pero confiaré en ambos.
    Mahado: Se lo agradezco mucho señorita Shassel, y ahora; será mejor partir inmediatamente ya que el tiempo corre veloz en nuestra contra.
    Shassel: De acuerdo, vámonos.
    Mahado: Por cierto, el Faraón me ordeno avisarle que debe llevar puesto el vestido que él le envió esta tarde.
    Shassel: Es verdad, ¡el vestido! Como lo pude olvidar, por favor dame unos minutos para cambiarme te parece, vuelvo enseguida.

    Shassel se retiró de la estancia en dirección del baño para poder cambiarse y arreglarse un poco, dejando a Mahado e Isis solos en la estancia. El momento se volvió muy incómodo y ninguno de los dos articulaba palabra alguna aunque sus corazones les pedían gritar.
    En cuestión de unos minutos Shassel apareció vestida con un hermoso vestido tradicional egipcio de bodas, sin que ella lo supiera todavía.

    Isis: Shassel te ves hermosa.
    Mahado: Permitame decirle señorita Shassel que es la novia más hermosa que he visto.
    Shassel: ¿Novia?

    Dándose cuenta de su imprudencia Mahado trató de remediarlo para evitar arruinar la sorpresa.

    Mahado: Me refiero a qué…. es la mujer más hermosa que eh visto, y que sin duda cualquier hombre se sentiría orgulloso de ser su prometido.

    Shassel no le creía del todo pero prefirió olvidarlo y no complicar más las cosas, después de todo, lo único en lo que podía volar su imaginación en esos momentos era el recuerdo de la cálida sonrisa de Atem esperándola a lo lejos.

    Shassel: Agradezco tus palabras Mahado, eres muy amable, ahora será mejor que nos vayamos antes de que alguien nos descubra.
    Mahado: Es verdad, ahora…

    Antes que pudiera continuar alguien llamó a la puerta de la habitación de Shassel.

    Seth: ¿Shassel?

    Procurando hacer el menor ruido posible; Isis escondió a Mahado en el cuarto de baño, mientras Shassel regresaba de un brinco a su cama, no podían permitir que Seth los descubriese.

    Shassel: A... adelante Seth.

    Seth entró a la habitación muy torpemente, al parecer se encontraba triste. Viéndola fijamente a los ojos, se acercó al pie de su cama arrodillándose ante ella.

    Shassel: Seth, ¿qué te ocurre?
    Seth: ¿Podrás perdonarme algún día Shassel?
    Shassel: ¿Por qué dices eso Seth? Yo no tengo nada que perdonarte.

    Al pronunciar estas palabras Shassel sintió como su corazón se volvía cada vez más pequeño pensando en que tal vez era él quien debía perdonarla por amar a otro.

    Seth: Shassel no trates de disminuir mi culpa, se perfectamente que lo que ocurrió esta tarde fue exclusivamente mi responsabilidad, no debía arriesgar tu vida de esa manera, como tu prometido es mi deber protegerte y esta tarde yo,… no pude hacer nada para defenderte de ese desgraciado, si te hubiera secuestrado,… yo no sé qué habría sido de mí, porque… yo, te amo Shassel.
    Shassel: ¿Seth?
    Seth: Mi amada Shassel, perdóname, te juro por mi vida que jamás permitiré que nada ni nadie te cause daño alguno mientras yo viva, de ahora en adelante viviré ciegamente esclavo de tus celestiales ojos mi amor.

    Los pensamientos de Shassel la arremolinaron en el huracán de aquellas sublimes palabras mientras su cuerpo temblaba sintiendo de a poco como se destruían todas sus barreras, se veía a si misma tan indefensa ante él que no sabía qué hacer o qué decir para disipar su vulnerabilidad, confundida; levantó la mirada en dirección a aquellos azulados ojos que la miraban ansiosamente y permaneció inmóvil mientras Seth se acercaba a ella hasta apresarla en un tierno y a la vez muy delicado beso de amor, no comprendía por qué pero deseaba dejarse llevar por la pasión de aquellos labios de fuego que la acometían con infinita ternura, deseaba dejarlo seguir y olvidar así su locura; pero no, su corazón no se lo permitía.

    Shassel: Seth… por favor, detente.
    Seth: (Apenado y un poco confundido) Lo, lo lamento, solo que…. (Sonriendo dulcemente)
    Shassel: Seth, yo…
    Seth: Descuida mi amor, sé que es muy repentino y te entiendo
    Shassel: ¿?
    Seth: Creo que ya es muy tarde y… será mejor que me retire, ya hablaremos en la mañana.

    Volvió a besarla aún más apasionadamente y sin decir nada más se retiró de la alcoba de Shassel llevando consigo una falsa esperanza que muy pronto lo destruiría.

    Shassel: ¡Por Ra! ¿Qué estoy haciendo?
     
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    Shassel

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    El último respiro: Atem y el misterio de la Reina de las Sombras
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    Para adolescentes maduros. 16 años y mayores
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    Romance/Amor
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    3359
    CAPÍTULO VIII.- HASTA QUE LA MUERTE NOS SEPARE

    Shassel: ¡Por Ra! ¿Qué estoy haciendo?

    Sin saber que más hacer Shassel empezó a llorar en silencio evitando alertar a Isis o Mahado de lo sucedido, pero era algo inevitable; como guardianes su único deber era cuidar a cada minuto los pasos de Shassel y Atem, atónitos al ver lo sucedido y procurando guardar la calma ambos salieron del baño a paso meditabundo.

    Mahado: Señorita Shassel
    Shassel: ….
    Mahado: Señorita Shassel, sé que no es de mi incumbencia pero yo sé lo mucho que ha esperado por usted el Faraón y…
    Shassel: Lo sé Mahado, sé lo mucho que ha esperado por mí; pero… Seth no sé merece lo que le estamos haciendo y tú como yo lo sabes Mahado.
    Mahado: Sí, lo sé señorita Shassel, pero sería aún más injusto que usted aceptase desposarlo sin sentir nada por él.

    Mahado tenía razón, Shassel no dijo nada más y decidió dejar su vida en manos del destino.

    Mahado: Señorita, debemos irnos, ya es tarde.
    Shassel: Es verdad, vámonos.
    Mahado: Su majestad envió un dragón para transportarlas.
    Shassel: Me lo imaginaba. (Dijo sonriendo)

    Los tres se acercaron al balcón de la habitación y sin perder más tiempo saltaron al vacío cayendo a salvo sobre el lomo de un poderoso dragón dorado que emprendió el vuelo en dirección al horizonte.
    El pálido brillo de la luna destellaba en los ojos de Shassel sin poder disimular su tristeza, su alegría había abandonado su corazón amante dejando su alma devastada por las sombras.

    Isis: Mi querida amiga, dime estás bien?
    Shassel: La verdad no Isis, como estarlo después de lo que acaba de suceder, es que, no puedo creer que él me ame.
    Isis: Es algo inesperado diría yo.
    Shassel: No sé qué hacer Isis, amo a Atem con todo mi corazón, pero….
    Isis: Entonces, creo que en realidad no hay mucho qué pensar no crees amiga.

    Sin decir nada más; Isis le regalo una apacible sonrisa mientras dirigía su mirada al cielo imperial, no había duda que al igual que Shassel; Isis se preocupaba por lo que les pudiese pasar el día de mañana, pero; a pesar de todos sus temores confiaba en que la misma fuerza que unió por la eternidad los corazones de Atem y Shassel les permita superar todas las barreras que empezaban a surgir.
    El camino parecía eterno ante el silencio sufrimiento de Shassel, al verla tan indecisa; Mahado empezó a temer la llegada al mausoleo, ¿Y si Shassel decidía no aceptar casarse con Atem?, las dudas asolaron su cabeza al ver a lo lejos la entrada a la tumba del Faraón.

    Mahado: Hemos llegamos.

    Al tocar el suelo Mahado se apresuró a ayudar a ambas jóvenes a descender del lomo de la poderosa bestia. Aun cuando nadie parecía notarlo el destino gritaba apasionantemente el preludio de una bella noche de amor: la entrada al mausoleo decorada con flores de lirio y antorchas de oro, las cándidas estrellas tintineando ansiosas y la majestuosa luna de mármol bañando de gloria el desierto imperial, todo era perfecto.

    Mahado: Permítanme guiarlas señoritas.
    Shassel: ¿Guiarnos?
    Mahado: Es una sorpresa señorita Shassel.
    Shassel: ¡Una sorpresa!, mmm de acuerdo.

    Aunque un poco confundida Shassel decidió seguir a Mahado, al igual que la entrada; el pasillo se encontraba exquisitamente decorado con lirios y antorchas guiando a los tres hacia el salón secreto del Faraón, al llegar a la entrada Mahado detuvo su camino.

    Shassel: ¿Qué ocurre Mahado?
    Mahado: Nada señorita, le pido me disculpe pero a partir de aquí ya no puedo acompañarla, ya que esta parte del camino está destinada solo para usted mi señora.
    Shassel: Pero…
    Mahado: ¿Señorita Isis, podría acompañarme por favor?

    Y sin decir nada más se retiró llevándose consigo a Isis, al verlos desaparecer a lo largo del pasillo, Shassel giro alrededor de las palabras de Mahado ¿acaso había dicho ¡Mi señora!?
    Adentrándose lentamente por el pasadizo, Shassel quedó maravillada por los hermosos lienzos que colgaban de las paredes del pasillo, por las flores que adornaban su paso y por el delicado aroma a jazmín que bañaba el ambiente, no camino mucho antes de llegar a una sutil cortina de seda que frenaba su camino, se detuvo como atrapada por poder imaginario que le impedía cruzar el umbral, no podía dejar de pensar en lo que Atem tenía preparado, su corazón le exigía continuar y aunque un poco contrariada decidió atravesar la cortina que la separaba de su tan querido Atem.

    Shassel: ¡Atem!

    Oscuridad era todo lo que Shassel alcanzaba a divisar, quiso caminar un poco más pero sintió miedo de lo que pudiese depararle la oscuridad.

    Shassel: ¡Atem!, ¿qué es lo ocurre?

    Pero nadie contestó, ya estaba dispuesta a abandonar el lugar cuando sintió que alguien la tomaba de las manos y la atraía hacía la profundidad de las sombras.

    Shassel: ¡¿Dime quién eres y por qué haces esto?, te juró que si no me sueltas yo….!

    Pero el calor de unos dulces labios no le permitió continuar con su advertencia.

    Shassel: ¿Atem?
    Atem: Perdóname mi vida es solo que…

    Los tórridos brazos de Atem la aferraron a su ser con todo el fervor de su delicada alma mientras sus labios aprisionaban su boca en otro apasionante beso, el amor de ambos jóvenes extinguía de a poco la oscuridad que los envolvía revelando así la suntuosidad de un santuario digno de Osiris.

    Atem: Mi amor, mi Shassel, jamás sabrás cuánto te amo, esta noche le pido a mis labios ser los encargados de decirte todo lo que mi corazón grita en silencio.
    Shassel: Atem, mí siempre amado Atem, tú sabes que eres mi vida misma y que te amaré aún más allá de mi último aliento…
    Atem: ¿Pero?
    Shassel: Me temo que aún a costa de mi propia vida debo desistir de tu amor.

    No podía negar su devastación, que pudo haber ocurrido para hacerla cambiar así en tan poco tiempo, sin dejar de abrazarla y procurando ocultar su tristeza pregunto:

    Atem: ¿Pero por qué?
    Shassel: No me hagas esto Atem, solo déjame ir y olvidemos esta locura por el bien de todos.
    Atem: ¿De todos?, y que hay de nosotros, me pides que muera solo para que el resto sea feliz. ¡No puedo Shassel, no puedo ni quiero renunciar a ti! , si no me amas dímelo pues solo así entenderé que quieras alejarme de ti, pero si no es así dime que te pasa.
    Shassel: Atem, yo…. Es que, no lo sé.
    Atem: Dime Shassel ¿qué ocurre?
    Shassel: Seth.
    Atem: ¿Seth?
    Shassel: … Hoy me dijo que…
    Atem: ¿?
    Shassel: Sí, es que él me dijo que me amaba Atem.
    Atem: ¿Qué?

    Sonrojándose mucho Shassel pensó por un momento no decirle nada más, pero su sinceridad le exigía decir la verdad.

    Shassel: Además él,…. me beso Atem, lo lamento.

    Atem no podía creerlo, ¡Seth estaba enamorado de Shassel! ¿Cómo era posible?, a pesar de su asombro ciertamente entendió las razones que llevaron al corazón de Seth a enamorarse de Shassel, después de todo ¿Cómo no postrar el alma ante la belleza arrebatadora de su amada princesa, como no ser esclavo de tan divino ser?, tragándose la rabia y los celos Atem decidió jugarse el alma ante Shassel e impedirle abandonar su amor.

    Atem: Ya veo… pero dime Shassel, ¿por qué debería cambiar eso nuestro amor?, dime cual es la justicia que dictamina tu veredicto, por qué quieres matarme mi dulce ángel de la noche, sé bien que tu dulce corazón no te permitiría hacerle daño a Seth, pero; vale la pena sacrificar tan despiadadamente nuestro amor para ahorrarle un poco de sufrimiento a Seth.
    Shassel: Atem…

    No podía resistirlo más, no soportaba verlo así, las lágrimas empezaron a escapar de sus ojos intentando mitigar en algo su dolor, no quería renunciar a él, pero tampoco quería lastimar a Seth, que podía hacer cuando su corazón le dividía el alma.

    Atem: Mi amor yo te lo pido, no me dejes, no permitas que nuestras almas se extingan tan cruelmente.
    Shassel: No quiero dejarte, los cielos son testigos de mi eterno amor por ti…
    Atem: Entonces te lo ruego; no renuncies a nuestro destino.
    Shassel: ¿Destino?
    Atem: Sí, destino, no olvides que nos conocemos desde siempre mi princesa, que es nuestro deber estar juntos ahora y siempre, no permitas que este pequeño obstáculo nos separe.

    Ella sabía que Atem tenía la razón, que fue el destino quién movió sus hilos para unir sus camino, que el amor que sentía por él era algo demasiado grande como para poder apagarlo con la distancia.

    Atem: Mi amada princesa te lo imploro…

    No podía negar su amor, era demasiado poderoso, no quería seguir peleando más, no podía, en el fondo sabía que jamás podría alejarse de él, su ser lo reclamaba como el día reclama al sol, como la vida reclama al aire, le pertenecía aún desde antes de nacer.

    Atem: Mi eterna dueña antes que mi corazón explote necesito decirte algo más, por amor a todo lo que amo que eres tú misma, juro que no miento cuando te digo que quiero estar junto a ti por toda la eternidad, por eso princesa de mi oscuridad, redentora de alma te lo pido con todo mi ser olvida las minúsculas razones que quieren alejarnos y cásate conmigo en este momento así ya nadie podrá separarnos.
    Shassel: ¡Ahora!
    Atem: Sí, yo te amo Shassel y no quiero alejarme jamás de tu lado.
    Shassel: ¿Estás seguro de lo que dices Atem?
    Atem: Como nunca antes mi amor, y… entonces ¿qué me dices?
    Shassel: Digo que quiero enloquecer y compartir contigo esta locura por toda la eternidad, te amo Atem y sería para mí un honor casarme contigo.
    Atem: El honor es mío, créemelo.

    Acercándose un poco más él la abrazo tiernamente para hacerle saber lo mucho que la amaba.

    Atem: Mi felicidad es más que completa mi amor, no sabes cuan feliz soy ahora. Ven mi amor, ya es hora.
    Shassel: ¿?

    Tomándola de la mano ambos se acercaron al altar que se imponía de forma tan imponente en el fondo de la habitación, al llegar ante el altar se abrió una puerta a través de la cual ingresaron en el recinto Isis y Mahado vestidos con ropa ceremonial blanca.
    Mahado acercándose al altar se dispuso a empezar la ceremonia.

    Mahado: Nos hemos reunimos hoy ante la mirada de los dioses para celebrar la unión de estos jóvenes que a partir de hoy dejaran de ser un hombre y una mujer para consagrarse bajo la aprobación del todopoderoso Osiris en una sola alma y un solo ser. Antes de empezar, afirman los presentes estar aquí bajo voluntad y decisión propia.
    Atem y Shassel: Sí, lo estamos.
    Mahado: Si es así, pueden los presentes proceder a intercambiar sus votos.
    Atem: Mi amada Shassel desde el día que te vi en mis sueños supo que serías el amor de mi vida, supe al ver tus ojos que quería morir a su luz y renacer en ellos a la eternidad y que me faltaría la eternidad para agradecerte por existir para mí, sé también que no todos nuestros días serán perfectos y que habrá momentos en que ambos pensaremos que una mala idea estar juntos y sé que habrá días difíciles en que nos falte el aliento, pero sé también que esos días no serán nada comparados con los días en que la bendición de nuestro amor nos llene de luz y energía para caminar, mi amada princesa quiero pedirte que aceptes tomar mi mano con confianza y sin miedo pues yo jamás te soltaré y aun cuando seas tú la que quiera escapar yo jamás me alejaré de ti. Este día mi amada Shassel vengo ante ti como un hombre enamorado a jurarte ante la santidad del todo poderoso Osiris amarte aunque se me desangre el alma o se me nuble la razón, amarte con cada partícula de mi ser y amarte aún más allá del fin de los tiempos, amar tu recuerdo en tu ausencia y amar tu presencia sin temor al mañana, juró amarte aunque me alejes de tu luz y amarte como nunca antes podré amar a nadie.
    Shassel: Atem, tu sabes bien que por mí no soy nada más que un barco a la deriva esperando ansiosamente ser guiada por la luz de tu amor, no puedo más que ofrecerte mi alma como tributo a este amor divino que la vida a tenido a bien permitirme conocer, sabes que solo soy una mujer enamorada qué no sabe cómo más amarte si no es con cada latido de mi corazón, Atem como podría alejarme de ti si eres como la piel que recubre mi alma, eres las alas que día a día me permiten volar más allá de lo que mi mente podría imaginar. Mi amor ahora que nuestras almas serán una quiero poner ante ti todo lo que aprendí, lo que fui y lo que seré como una muestra de amor eterno, quiero jurarte hoy ante el mismo cielo que no nada ni nadie en este mundo harán que deje de amarte, que jamás me arrepentiré de entregarte mi corazón y que aunque me cueste la vida jamás permitiré que destruyan nuestro sueño de amor.

    Isis estaba feliz de ver a ambos cumplir su mayor sueño, y tal como le había explicado Mahado se acercó a ellos llevando entre sus manos una manta de seda blanca sobre la que reposaban dos anillos de oro y una larga cadena de rosas rojas.

    Mahado: Como una muestra de eternidad les pido a ambos entregarse mutuamente estos anillos.

    Primero fue Atem quien tomó la argolla entre sus manos y tras darle un beso al anillo procedió a depositarlo en el dedo índice de la mano izquierda de Shassel.

    Atem: Con esta sortija yo Atem te tomo a ti Shassel Amnaster como mi esposa ahora y por toda la eternidad.

    Ella sonrió al ver tan hermosa muestra de amor y sin esperar más tomó el otro anillo entre sus delicadas manos y luego de besar la sortija que le entregaría al amor de su vida lo colocó en el dedo índice de la mano izquierda de su amado.

    Shassel: Con esta sortija yo Shassel Amnaster te tomo a ti Atem como mi esposo ahora y por toda la eternidad.
    Mahado: Para dejar constancia de la santidad de este acto pido a los presentes firmar el acta correspondiente.

    Tras decir esto Mahado extendió un pergamino dorado que fue firmado inmediatamente por los flamantes esposos y por sus testigos Mahado e Isis.

    Mahado: Qué lo que los dioses han unido esta noche en el cielo no lo separe los hombres en la tierra.

    Atem tomó a Shassel entre sus brazos con la misma desesperación de aquel que busca saciar su sed, no podía creer poder abrazar por primera vez a su tan esperada esposa, mirándola a los ojos acercó sus labios a los suyos y la besó sin temor a despertar, finalmente su sueño se volvía realidad.

    Mahado: Isis, (dijo susurrando) creo que debemos retirarnos, no crees.

    Sin que la joven pareja se diera cuenta, Mahado e Isis salieron de la habitación inmensamente contentos por haber podido formar parte de un momento tan importante en la vida de sus queridos amigos, una vez en la puerta del mausoleo; Isis sello la entrada a la tumba con ayuda de la cadena de rosas que traía en sus manos.

    Isis: El destino ha hablado.
    Mahado: Según la tradición egipcia, esta cadena de rosas marcará el inicio de una nueva época para todos, será la llave de un nuevo hogar y la guardiana fiel de esta hermosa historia de amor.
    Isis: No solo ella será su guardiana Mahado.
    Mahado: Tienes razón Isis, a partir de ahora es nuestro deber como guardianes asegurarnos de velar por el bienestar de ambos.

    Al decir esto; Mahado miro a Isis y la tomo de las manos intentando de cierta manera hacerle ver que el destino los había escogido para llevar a cabo una gran misión, sin embargo en aquel instante el corazón de ambos pudo sentir el ferviente llamado del destino señalándoles que los había escogido para estar juntos. Sin soltarse de la mano ambos se sentaron a la entrada del mausoleo a observar a la pálida luna realizar su eterno viaje.
    Mientras, en el fondo de las arenas del desierto….

    Atem: Mi amada, mi señora.
    Shassel: Atem.

    Ambos permanecieron mirándose fijamente tomados de la mano, sin percatarse de nada más que la mirada del otro, cuando de repente; Shassel percibió la ausencia de sus amigos.

    Shassel: ¿Isis?,…. ¿Mahado?
    Atem: Se han marchado mi amor pero no te preocupes; ellos estarán bien
    Shassel: ¿De verdad?
    Atem: Sí mi amor.
    Shassel: ¿Pero por qué se marcharon?
    Atem: Supongo que no querían interrumpir

    Ambos sonrieron ante el comentario de Atem mientras sus alientos se acercaban más y más.

    Atem: Así que… creo que estamos solos mi amor.
    Shassel: Sí…
    Atem: Y….
    Shassel: ¿Y?

    Elevándola en sus brazos; Atem se adentró por pasillo hacia lo más profundo del mausoleo, al final del cual ambos se encontraron en una alcoba ataviada con delicadas orquídeas blancas y elegantes muebles de madera tallada, el esplendor del lugar compaginaba perfectamente con una exquisita fragancia a orquídeas y miel que recorría sutilmente cada centímetro de la habitación, los ojos de Shassel se iluminaron al ver unas hermosas cortinas rojas rodeando un enorme lienzo con la imagen de Shassel y Atem abrazándose tiernamente.
    Acercando sus labios, el amor de ambos se encontró en un solo mágico momento mientras los brazos de Atem llevaba a su esposa en dirección al lecho nupcial ubicado bajo el maravilloso lienzo de su infinito amor.

    Shassel: Atem…

    Sin dejar de mirarse un solo instante, ambos cayeron frágilmente sobre las delicadas sábanas de seda blanca mientras el tiempo parecía detenerse al ritmo de sus desesperados corazones enamorados, sin necesidad de palabras los cuerpos de ambos se comunicaban por medio de un lenguaje sutil y fatal que los llevaba de a poco al delirio, al verla así tan delicada y hermosa el calor de Atem la envolvió en una poderosa ráfaga de besos y caricias sin fin, ninguno de los dos quería detener su locura y sin dudas o miedos ambos se entregaron al dulce ímpetu de sus deseos fundiendo en un apasionante y puro acto de amor no solo sus espíritus sino también sus destinos.
    Él la poseía sin dejar de pensar en que finalmente los sueños de ambos se hacían realidad, que después de años de soñar hacerla suya finalmente podía tenerla entre sus brazos, que después de años finalmente podía entregarle todo ese amor que había acuñado para ella aún sin saber que existía. Las alas de su amor los elevaron a la eternidad de lo imperecedero, a la realidad de un nuevo amanecer en el que ambos era finalmente un solo corazón.

    Atem: Te amo y nunca permitiré que nadie nos separe mi princesa, somos uno y nunca nadie podrá decir lo contrario.
    Shassel: Te amo, te amo y no le temo a la muerte, te amo aunque sea condenada por siempre por sentir lo que siento, te amo Atem.
    Atem: Mi dueña, mi señora, tú sabes que preferiría la muerte antes que tener que perderte, créeme mi amada princesa ahora que nuestras almas se han encontrado ni la misma muerte podrá separarnos.
    Shassel: Lo prometes.
    Atem: Por mi vida.

    Con la respiración agitada y el corazón a punto de desfallecer por tanta alegría ambos permanecieron abrazados hasta quedar profundamente dormidos el uno en brazos del otro.
     
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    Título:
    El último respiro: Atem y el misterio de la Reina de las Sombras
    Clasificación:
    Para adolescentes maduros. 16 años y mayores
    Género:
    Romance/Amor
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    1864
    CAPÍTULO IX: UN CAMBIO DE PLANES.

    El día despertaba ya en el horizonte con el regocijo de un nuevo amor naciendo bajo las cálidas arenas del desierto.
    Cumpliendo su deber Isis y Mahado permanecieron toda la noche cuidando la entrada a la cripta del Faraón, el día marcaba ya su presencia y era necesario llevar tanto a Shassel como a Atem al palacio Imperial.

    Mahado: Es un bello amanecer no crees.
    Isis: ¿?
    Mahado: (Sonrojándose) Bueno, es que…

    Isis permaneció en silencio observando fijamente a Mahad, luego de haber pasado toda la noche cuidando la cripta del Faraón junto a Mahado, sentía una extraña aunque confortable confianza hacia él, no podía explicarse claramente lo que sentía pero sus brazos se contenían ante la necesidad de abrazarlo intensamente.

    Isis: ¿Mahado?

    Sin saber exactamente como o cuando el corazón de Isis y Mahad habían conjugado el inicio de un inusitado amor, sin querer el encuentro del amor de Shassel Y Atem había desembocado el encuentro de otro amor igualmente bello.
    El cuerpo de ambos empezó a temblar de manera casi imperceptible ante aquel silencio tan conmovedor, ya casi sin aliento el cuerpo de ambos empezó a acercarse mutuamente hasta encontrarse en un sutil abrazo.

    Mahado: Isis, creo que ahora puedo entenderlos.

    Sin que ellos se percataran, desde lejos, una maligna presencia los observaba atentamente.

    Bakura: Que conmovedor, al parecer tanto el Faraón como su fiel sirviente han encontraron el amor, no podría ser más patético. Y mira nada más quienes son las afortunadas. Jajaja, pero que mal Faraón ¿me pregunto qué haría tu querido primo si supiera que le has robado nada más y nada menos que a su amada prometida?

    Retirándose inmediatamente seguido de su maligno sequito; Bakura volvió a desaparecer entre la palidez de las arenas del desierto.
    Mientras tanto; en el umbral de la entrada a la tumba del faraón...

    Isis: ¡Por Ra como pudimos olvidarlo!

    Liberándose de los brazos de Mahad, Isis cayó de repente en la realidad que los rodeaba.

    Isis: Debemos llegar al palacio antes de que alguien se percate de la ausencia del Faraón o de Shassel.
    Mahado: Tienes razón Isis, debemos ir a buscarlos.

    El tiempo permaneció eterno en brazos de tan hermoso amor; que iluminado por la calidez de aquellas antorchas doradas enmarcaba los rostros de Shassel y Atem mientras dormían. Los recuerdos de tan encantadora noche acunaban la serenidad de sus sueños más dichosos, la tranquilidad de sus rostros irradiaba con tanta fuerza que ni aún el mismo Egipto se hubiera atrevido a separarlos. Al entrar en la habitación tanto Isis como Mahado sintieron tristeza de tener que deshacer tan hermosa escena. En un intento de evitarles la cruel despedida, Mahado decidió trasladarlos a todos al palacio mediante un hechizo de teletransportación.

    Isis: (Susurrando) Pero…
    Mahado: (Susurrando) Lo sé Isis, pero es necesario.

    Isis solo asintió con la mirada pues por el momento no tenía otra opción, tras mirarse fijamente el uno al otro los cuatro empezaron a desaparecer lentamente en una esfera de luz mientras sus cuerpos y sus almas se trasladaban en distinta dirección.
    En cuestión de segundos Shassel e Isis aparecieron en el cuarto de Shassel dentro del palacio de Seth, aparentando nunca haber salido de aquel lugar.
    De la misma manera, dentro de la habitación del Faraón, Mahado y Atem aparecieron tras una estela de luz.

    Mahado: Bueno, ahora viene lo difícil.

    No paso mucho tiempo antes de que Atem despertase, de apoco sus manos empezaron a recorrer el espacio antes ocupado por su esposa, pero para su sorpresa solo pudo percibir su ya tan odiada sensación de soledad.

    Atem: ¿Shassel?

    Dijo Atem incorporándose inmediatamente, no podía entender que había sucedido, acaso todo había sido un sueño.

    Mahado: Mi Faraón, me pido me disculpe por haberlo traído hasta aquí de esa manera pero era necesario…
    Atem: ¿Entonces no fue un sueño?, ¿en verdad es mi esposa?
    Mahado: ¿?
    Atem: Mahado casi me matas de desesperación, pensé que todo había sido otro juego de mi mente, que… una vez más…
    Mahado: Nuevamente le pido mil disculpas su alteza, a usted y su hermosa esposa.
    Atem: ¡Mi esposa!, mi Shassel, debo verla Mahado, debo verla, no puedo ni quiero pasar un solo instante más lejos de su presencia.
    Mahado: Lo entiendo mi señor pero debe entender que aún no podemos revelarle a Egipto su decisión con respecto a la orden de su padre, el país podría entrar en crisis y ni pensar en su primo Seth.
    Atem: ¿Mahado, Mahado, dime, por qué nos trajiste de nuevo al palacio?
    Mahado: ¿Qué?
    Atem: En verdad, mi intención era ya no volver jamás a este palacio, dejarlo todo e irme con Shassel tan lejos que nunca nadie hubiera podido encontrarnos.
    Mahado: Su alteza, como puede decir eso, ¿y su reino?
    Atem: Lo sé, lo sé Mahado ¿pero qué puedo hacer?, después de todo ¿qué es Egipto comparado con una sonrisa de los labios de mi amada princesa? Lamento decepcionarte amigo pero no puedo renunciar al amor de mi vida, sé que un día prometí convertir a Egipto en una estrella que brille con luz propia en el desierto pero… ¡dime cómo hacerlo cuando a cambio debería renunciar a mi alma!
    Mahado: Sé que no soy nadie para juzgarlo su alteza pero ¿qué piensa hacer con su trono?
    Atem: Aún no lo sé, después de todo sería muy bajo de mi parte pedirle a Seth que se haga cargo del Imperio.
    Mahado: No sabe cuánto me gustaría poder disminuir su carga mi señor, si de algo sirve espero que sepa que siempre podrá contar con mi ayuda mi Faraón, pase lo que pase siempre permaneceré a su lado mi Faraón, se lo prometo.
    Atem: Gracias amigo, no sabes cómo me anima saber que cuento con tu apoyo.

    El corazón de Atem se encontraba dividido entre sus dos grandes amores, por un lado su Imperio y por el otro su amada Shassel, como podían exigirle tener que renunciar a uno de los dos, a pesar de su tristeza, su decisión ya estaba tomada.

    Atem: Mahado, amigo ve con todos y anúnciales que el día de hoy pienso ir de viaje a las tierras bajas de Egipto, quisiera ver que tal van la construcción del monolito de mi padre en el templo de Horus y cuanto han progresado nuestros cultivos para las épocas de sequía.
    Mahado: Sí mi señor.
    Atem: (Sonriendo) ¡Ah! Y por cierto, podrías decirle a mi esposa que el Faraón la invita muy cordialmente a dar un paseo por las hermosas tierras bajas de Egipto, después de todo; como Faraón es mi deber ofrecerle a nuestra distinguida invitada un agradable recorrido por todo nuestro poderoso Imperio.
    Atem: (Sonriendo de manera compresiva) Como ordene mi señor.

    Mahado se retiró de la habitación dejando a Atem sumido de nuevo entre sus ya acostumbradas ideas de dicha y tormento.
    Entre tanto, en la alcoba de Shassel el panorama no pintaba nada bien.
    Abrazada por la ausencia de la cálida presencia de su amado, sus ojos empezaron a despertar de manera casi desesperada, cubriéndose con las sábanas de su cama y saltando de un brinco no lograba entender como había llegado a su habitación junto con Isis.

    Shassel: ¿Y Atem?, Dime Isis ¿Dónde está mi esposo, donde está mi señor?
    Isis: (Intentando calmarla) Shassel tranquilízate un poco y permíteme explicarte.

    Tras unos minutos de charla, Isis logró explicarle a Shassel los motivos por los cuales habían sido separados tan rápidamente sin ninguna explicación.

    Shassel: Ya veo, pero dime amiga, por qué debió amanecer tan pronto, ¿Por qué?, Oh Isis, no sabes lo feliz que soy, por fin puedo sentirme completa y es solo gracias a su amor. ¡Atem! mi Atem, no puedo creer poder amarlo tanto Isis, es que; solo de recordar sus besos siento que mi alma se desprende y vuela mucho más allá de lo que mis sueños hubieran podido jamás concebir. Lo amo, lo amo, lo amo. Ven Isis ayúdame a arreglarme por que debo ir a buscarlo inmediatamente.
    Isis: Me alegra verte tan contenta Shassel, en verdad, pero por favor ten un poquito de paciencia.
    Shassel: (Sonriendo ampliamente) Lo sé Isis, pero si no lo veo te juro que enloqueceré.
    Isis: Te entiendo, pero que te parece si primero tomas un baño amiga.
    Shassel: En verdad me entiendes Isis, ¿pero cómo?

    Dándose cuenta de sus palabras Isis no pudo evitar el enrojecimiento de su delicado rostro.

    Isis: Bueno yo, yo…
    Shassel: ¿Yo?...

    Isis permanecía de pie frente Shassel jugueteando con sus inquietos dedos sin saber cómo librarse del interrogatorio, pero era tarde, no podía engañar a Shassel después de todo el amor es algo que no se puede esconder.

    Isis: Ah… pues…
    Shassel: ¿Mahado?
    Isis: (Escondiendo la mirada) Sí
    Shassel: ¡!Wuaaahh!! Lo sabía, sus miradas no podían engañarme, Isis, pero por qué te avergüenzas, tu misma me dijiste que jamás debemos avergonzarnos de quienes somos ni de lo que sentimos.
    Isis: Lo sé, pero, es que no entiendo cómo es que paso, es decir a penas lo conozco y siento que ya lo extrañaba desde siempre.
    Shassel: Estas enamorada amiga, no hay nada que entender. Ven acá.

    Ambas se abrazaron durante algún tiempo, ahora las dos compartían un mismo sentimiento y una misma preocupación, más que amigas eran como hermanas, desde niñas siempre habían permanecido juntas y ahora más que nunca sus espíritus estaban unidos por la eternidad.

    Isis: Anda ya, es hora de salir de este lugar no crees.

    Separándose de su abrazo ambas jóvenes se miraron por un momento.

    Shassel: Tienes razón, te parece si nos vemos aquí dentro de media hora, tú también debes ir a arreglarte un poco.
    Isis: De acuerdo, nos veremos al rato entonces.

    Al cabo de media hora ambas jóvenes se habían arreglado de una manera absolutamente encantadora: vestidos blancos de talle largo decorados con cadenas de oro moldeando sus esbeltos cuerpos, sus largos y hermosos cabellos perfumados con esencias de lirio y rosas, y el maquillaje fresco y seductoramente cautivador les daba un toque soberbio y elegante.
    Ambas se encontraban listas para salir en busca del amor cuando de repente.

    Raia: Vaya hermanita, no me digas que pensabas salir sin decirme nada.
    Shassel: Raia.
    Raia: ¿Y a dónde vamos hermanita?

    Su pensamiento cínico y calculador había alertado a Raia sobre la posibilidad de un intriga por parte de Shassel, la envidia que sentía por su hermana menor le advertía sobre algo que estaba pasando ante los ojos de todos pero que sin duda solo ella había podido captar.
    Por primera vez en su vida Shassel deseaba que Raia desapareciera y la dejara en paz al menos por un momento, la amaba pero a veces era demasiado odiosa para su gusto, sin saber cómo deshacerse de su presencia solo permaneció mirándola fijamente a los ojos esperando trasmitirle su descontento a través de sus ojos de esmeralda.
     
  10.  
    Shassel

    Shassel Usuario común

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    El último respiro: Atem y el misterio de la Reina de las Sombras
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    Género:
    Romance/Amor
    Total de capítulos:
    16
     
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    CAPÍTULO X: UNA NUEVA AMENAZA.

    La tensión de la situación empezaba a querer ahogar a Shassel al compás de la danza de aquel incómodo silencio, el ambiente casi cortante solo llegó a su fin ante el sonido de unos ya conocidos pasos recorriendo el pasillo.

    Mahado: Buenos días distinguidas invitadas de Egipto.

    Como saliendo de un letargo Shassel demoró sus palabras en el intento de disimular su frustración.

    Raia: (Esbozando una muy extraña sonrisa) Buenos días gentil caballero, disculpe los modales de mi hermanita, al parecer el día de hoy ha decidido ser desagradable con todos.

    Mirando fijamente a Raia, los ojos de Shassel destellaban con un leve tono de rabia.

    Shassel: Disculpe Mahado, pero lamento decirle que no llegó en un muy buen momento.
    Mahado: Entiendo señorita Shassel, y lo lamento, es solo que…

    Al oír estas palabras el corazón de Shassel empezó a latir desenfrenadamente, pues sin duda la visita de Mahado solo podría encerrar una realidad: Atem.

    Raia: ¿Es solo qué…?

    Dijo Raia mientras veía fijamente los ojos de Mahado, de pronto sus miradas chocaron en un insólito momento en el que la magia de uno de los artículos del milenio empezó a anunciar el principio del fin.

    Mahado: (Nervioso) Este…. Creo que será mejor volver en otro momento, al parecer en este momento mi presencia sale sobrando, con su permiso.

    Y sin levantar la mirada se alejó lo más rápidamente posible de la compañía de las tres jovenes, horrorizado sentía como el aire escapaba lentamente de sus pulmones solo de recordar su encuentro con la mirada de la hermana mayor de Shassel, pues gracias a la magia de la sortija del milenio que traía en su cuello puedo percibir en el alma de Raia una perversidad y una maldad nunca antes vista, el demonio que habitaba el alma de aquella joven de ojos verdes hubo de aniquilarle el aliento en tan solo una mirada, a la velocidad que le proporcionaron sus pasos llegó al palacio del sabio dios Thot esperando con sus rezos hallar una la tranquilidad de una respuesta para aquella terrible visión.

    Raia: Bravo hermanita, lo lograste de nuevo,
    Shassel: ¿A qué te refieres?
    Raia: Por qué no puedes dejar por un momento de hacerte la víctima y admitir que eres una vil arpía,no sabes cómo te desprecio, eres una…
    ¿?: ¿Me podrían decir qué está pasando aquí?

    El silencio se volvió imperante ante el sonido de aquella poderosa voz, Raia no lo podía asimilar aún, como era posible que su hermano la hubiese sorprendido en su peor momento.

    Anubis: ¿!Raia!?
    Raia: Dado que no te interesa lo que yo tenga que decir; que te parece si acortamos el drama y dejo que te lo diga mi “querida” hermanita.
    Anubis: ¿Por qué tienes que comportarte siempre de esa manera Raia? Sinceramente no te entiendo; Shassel es tu hermana.

    Dirigiéndole a Shassel una mirada fulminante abandonó el lugar sin ni siquiera regresar a mirar a su hermano, estaba cansada de rendirle cuentas inútiles, tragándose su mal fundada ira se alejó pensando en que para Anubis ella nunca dejaría de ser solo una sombra al lado de su amada Shassel.

    Shassel: Hermano yo…
    Anubis: Descuida Shassel, por la actitud de Raia creo que puedo adivinar que paso hermana, no sé en qué me equivoqué, siempre creí haberles demostrada a ambas cuanto las quería, lo único que siempre he buscado es que ustedes sean felices.
    Shassel: Lo sé hermano, lo sé y no sabes cuánto te agradezco haber puesto siempre mi felicidad antes que la tuya, más que mi hermano has sido como mi padre Anubis y le estaré siempre agradecida a los dioses por haberte puesto en mi camino.

    Parándose en puntillas Shassel se elevó lo suficiente para poder abrazar a su opulento y querido hermano mientras Isis los observa tiernamente.

    Anubis: Mi hermanita, sé que te fallé y prometo por mi vida no volver a hacerlo nunca más pequeña.
    Shassel: ¿Por qué dices eso Anubis?
    Anubis: Por tu compromiso.

    Como si de repente la partiese un rayo, el cerebro de Shassel se quebrantó en millares de pensamientos arremolinados en torno a una ineludible realidad, sin poder evitarlo más recordó de pronto el hilo mortal que amenazaba terminar no solo con su felicidad sino también con su vida.
    Dejándose aprisionar por sus memorias repentinamente se encontró dividida entre dos ineludibles realidades: su matrimonio y su compromiso.
    Como atraída por su miedo se apartó rápidamente de su hermano mientras sus manos empezaban a temblar, arrinconándola en el caos absoluto.

    Anubis: Sé cuánto te desagrada tener que cumplir con aquel compromiso, y créeme que intente todo cuanto pude para lograr tu libertad pero, no entiendo que le ocurre a ese sacerdote, está empecinado en conseguir que se lleve a cabo este matrimonio.

    Shassel ya no oía nada más que el grito de su poderosa conciencia gritándole que había cometido un crimen, un pecado, no quería o sentía que podía ver a su hermano a los ojos pues; sin miramientos había quebrantado su confianza en aras de un amor prohibido.

    Anubis: Hermana, lo lamento.
    Shassel: (Con la mirada vidriosa y abrazándolo muy fuerte) Anubis, hermano mío, ahora veo cuán grande era mi inconciencia, tenías razón, era una locura querer venir aquí.
    Anubis: ¡Shassel!

    Sabiendo que en ese momento su presencia no era necesaria, Isis prefirió alejarse para permitirles a ambos desahogar un poco sus emociones; después de todo su corazón la llamaba en ese instante en otra dirección.
    Sin saber a dónde ir, decidió caminar por los largos y majestuosos pasillos del palacio y conocer un poco más el lugar que había sido durante tantos años inspiración no solo de Shassel sino también de ella misma.
    Al caminar por el palacio pudo ver en cada detalle laboriosamente trabajado de los murales y estatuas de ébano y mármol; la constancia de años de sacrificio y gloria imperante de un pueblo floreciente, cada centímetro de aquel magnífico palacio le revelaba a Isis un poco de la historia de aquel poderoso Imperio, las pinturas de guerras inmemoriales entre humanos y demonios hubo de provocarle cierta preocupación a la joven debido a su relación tan cercana que estas batallas tenían con su amiga pues, a pesar de ser una gran duelista de las sombras a Isis siempre le preocupó el destino de Shassel en manos de tan terrible juego, no concebía como era posible que un pueblo tan próspero como Egipto hubiese sido capaz de crear un juego tan nefasto.

    Isis: Por todos los dioses.

    Imprevistamente, en la soledad de una habitación lejana, Isis se encontró paralizada frente a la imagen de una pintura que le causo pavor.

    Isis: ¿Pero, qué es esto?

    Era el retrato de un espantoso demonio infernal azotando a Egipto con toda la furia del mismo averno, sus fauces destilaban fuego al rojo vivo sobre la fecunda tierra de Egipto, y su deformado cuerpo color de la noche estaba bañado por la sangre de diez mil valientes hombres, su forma se asemejaba a la de un lagarto humanizado con dos cabezas ubicadas a diferentes niveles en su cuerpo: una semejante a la de un perro por encima de sus hombros y una a nivel de su cintura escupiendo desastre y muerte en forma de lava incandescente, la ciudad ardía en llamas sumida en la desolación de la muerte mientras el cielo se cubría por tinieblas opacando inclusive al propio sol. No concebía como un cuadro tan malsano pudiese estar incluido entre la rica decoración del palacio, era absolutamente abominable.

    Isis: ¡Debo salir de aquí!

    Con la velocidad de un águila en vuelo, Isis salió de aquella terrible habitación deseando más que nunca olvidar aquella terrible visión; sin darse cuenta de sus pasos llegó precipitadamente hasta los jardines imperiales donde prefirió esconderse entre la vegetación del jardín, verificando que nadie percibiese su presencia; optó por recostarse sobre el parterre de aquel fortuito vergel y divagando un poco con su mirada; su mente permaneció perdida en aquel hermosos cielo azul intenso; ya que al menos por un instante; su mente ambicionó quedar libre de toda percepción.
    No muy lejos de aquel lugar, Mahado emergía del templo de Thot sumido en la zozobra de sus recientes cavilaciones, sin imaginarse que Isis se encontraba cerca, Mahado resolvió abandonarse a la tranquilidad de la fresca sombra de los árboles del jardín.

    Mahado: Tal vez deba olvidar lo que vi y concentrarme en lo que realmente importa.

    Pronunciando un antiguo hechizo, Mahado logró crear un campo de energía alrededor del jardín de palacio, ignorando; que su necesidad de soledad lo había aislado junto con Isis de la vista inoportuna del mundo entero.

    Mahado: Bueno, creo que no pasará nada malo por tomarme un poco tiempo para mí.
    Isis: ¿Mahado?

    Reaccionando a su voz, Isis despertó de lo profundo de su ser sintiéndose aliviada por el vivificante sonido de las palabras de Mahado.

    Mahado: (Sonrojándose al verla venir hacia él) ¡I,..sis! ¿Co,.. co,.. cómo es que pudiste llegar hasta aquí?
    Isis: ¿A qué te refieres? ¿Llegar,.. es que acaso te molesta mi presencia?
    Mahado: (Apenado) No, no es eso, como puedes siquiera pensarlo, es que yo… el campo de energía… y tu……
    Isis: ¿?

    Sabiendo que sus palabras no podrían explicar aquello que su corazón quería decirle, extendió sus brazos hacia Isis y la abrazó tan fuerte y tiernamente como su alma se lo exigía.

    Mahado: No entiendo bien que paso pero…

    La inopia de sus palabras busco desesperadamente el encuentro de sus seres en algo más que una simple casualidad, la exigencia de sus corazones era insoportable para ambos, ¿Acaso era posible qué dos mundos absolutamente distintos pudieran comportarse bajo un mismo sentimiento? Inevitablemente cautivados por un hechizo invulnerable; sus labios se descubrieron por primera vez en sus vidas.
    Inconscientes de los pasos intransigentes del destino, todos empezaron aquel día con la sensación de que algo estaba a punto de dar a sus existencias un giro de 180°.

    Atem: ¿Me pregunto que habrá ocurrido?

    El joven heredero estaba angustiado, por qué tardaba tanto su amigo, acaso su amada se había negado a salir con él, y si su hermano los descubrió, un miedo irracional comenzó a invadir sus pensamientos, tenía que averiguar que estaba pasando antes de que la locura carcomiera su razón. Acaso…

    Atem: ¡Seth!

    Intranquilo; se apresuró a salir de su habitación en dirección al templo de los dioses que era el hogar del Sumo Sacerdote de Egipto, el camino se le hacía eterno, era demasiada pesada la carga de su preocupación por Shassel, sin embargo estaba decidido.

    Atem: No permitiré que nada te ocurra.

    Frente a las puertas del templo su corazón no vaciló en avanzar su camino, aunque un poco sorprendidos; los soldados que cuidaban la puerta se apresuraron a facilitarle la entrada a su soberano mientras doblaban sus rodillas como señal de respeto y admiración, innegablemente su imponente presencia marcó un aire renovador en el ambiente denso de aquel revelador día.
    Sin imaginar nada, se adentró en el templo buscando desesperadamente la presencia de su querido amigo o su adorada esposa pero solo pudo encontrar silencio y soledad, acarreado por su desconcierto subió las escalinatas del santuario hacia la segunda planta donde la proximidad de unos pasos lo alertó deteniéndolo inmediatamente.

    Akunadín: Buenos días su majestad. (Dijo arrodillándose) No esperaba verlo aquí tan temprano, precisamente me dirigía a verlo en este momento, es necesario decirle que ha surgido algo demasiado importante no solo para usted mi señor, sino también para el futuro del Imperio.
    Atem: (Sorprendido) Buenos días Akunadín, dime en que puedo ayudarte.
    Akunadín: Su majestad, es necesario que se dirija a las tierras bajas inmediatamente.
    Atem: Claro, de hecho ese ha sido el motivo por el que venía Akunadín.
    Akunadín: ¿Señor?
    Atem: Quería invitar a mi primo y a su hermosa prometida a dar un paseo por la inmensidad de nuestro fastuoso reino, después de todo, no me parece correcto no ofrecerle a tan distinguida invitada un merecido recorrido por su futuro hogar, ¿no crees?
    Akunadín: (Un poco intrigado) Creo que tiene razón su alteza, vaya que descuido el mío, ahora mismo mandaré preparar todo para su paseo, ¿le parece bien que el carruaje real salga de palacio en media hora su alteza?
    Atem: Me parece perfecto Akunadín.
    Akunadín: Entonces me retiró para informarles a Seth y la señorita Shassel sobre sus deseos mi Faraón, con su permiso.
    Atem: Akunadín espera.
    Akunadín: Sí su alteza.
    Atem: (Un poco divertido) Aún no me has dicho que es eso tan importante que debo saber.
    Akunadín: Por Thot, como pude olvidarlo, mil perdones mi Faraón.
    Atem: Descuida Akunadín no tiene importancia.
    Akunadín: Si que la tiene su majestad, permítame tener el honor de decirle que ya hemos encontrado a la prometida perfecta para usted mi Faraón.
    Atem: ¿Qué? ¿Prometida?
    Akunadín: Sí mi Faraón, según los deseos del difunto Faraón Akunankanon hemos encontrado a una hermosa jovencita de sangre real egipcia para que sea su esposa, ya todo está arreglado mi Faraón.

    Como derrumbado por un cruento relámpago el joven gobernante permaneció inmutablemente aterrorizado ante aquel anciano que hablaba y hablaba esperando ser homenajeado por tan egoísta acto.

    Akunadín: Veo que está sorprendido mi señor pero el tiempo apremia y es necesario realizar la voluntad del difunto Faraón lo antes posible, no solo por su memoria mi señor, sino también por el futuro de Egipto, espero que lo entienda su majestad.
    Atem: Lo sé… (Dijo el joven disimulando su rabia) No te preocupes Akunadín, en cuanto todo esté listo será un honor para mí ir a recoger a mi… prometida.
    Akunadín: Me alegra mi señor, entonces me retiro, con su permiso.
    Atem: Es propio.

    Al verlo desaparecer por el pasillo, su alma estuvo en libertar de derrotarse en la soledad de un sillón de caoba que se encontraba junto a él, intentaba calmarse pero su corazón quería golpearlo, ¿Cómo enfrentaría ahora la mirada de su amada? si bien no era su culpa, ahora había una piedra más acumulándose en la muralla que pretendía separarlos. Como en una leve agonía; unas tristes palabras escaparon de sus oprimidos labios.

    Atem: ¿Mi prometida?
    ¿?: ¿Prometida?
     
  11.  
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    El último respiro: Atem y el misterio de la Reina de las Sombras
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    CAPÍTULO XI: EL REENCUENTRO

    ¿?: ¿Prometida?

    Asombrado por aquella voz que irrumpía su soledad, giro la mirada intentando ocultarle a aquella presencia su tormento, mas, al verla ahí; tan dulce y tan sencilla como siempre no pudo más disimular su tristeza, necesitaba desesperadamente desahogar su pena con alguien, y seguramente no habría nadie más en el mundo que pudiese escucharlo con más tranquilidad que aquella joven de ojos castaños que lo miraba en ese momento.

    Atem: ¡Mana!
    Mana: ¡Buenos días príncipe! (Dijo la joven levantando la mano en ademán de saludo) Sí que es extraño verlo por aquí tan temprano, ¿Acaso le ocurre algo?, ¿Desea que llame a mi maestro?
    Atem: No, este… sí, pero…
    Mana: ¿Príncipe?

    En realidad, no sabía bien por dónde empezar, la realidad de los recientes sucesos habían bloqueado por completo su razón y por sobre cualquier cosa no podía olvidar que estaba en peligro la seguridad de su amada señora.

    Mana: ¿Príncipe que sucede, puedo ayudarle en algo? Sé que aún soy muy joven pero…
    Atem: En realidad, creo que si podrías ayudarme Mana.
    Mana: ¡En verdad! (Dijo esbozando una sonrisa) Solo dígame que puedo hacer por usted.
    Atem: Acompáñame a dar un paseo Mana, en verdad necesito hablar con alguien en este momento.

    Mientras caminaban en dirección al templo de Thot, Atem intentó explicarle de la manera más discreta posible la serie de acontecimientos que se estaban sucediendo en torno a su nueva vida como gobernante, la inevitable llegada de su prometida, y la terrible culpa que su corazón sentía por Egipto al amar a alguien que sabía nunca debió amar. Conforme discurría el ritmo de la conversación la pequeña muchacha intentaba asimilar de a poco las palabras de su amigo con toda la tranquilidad que ameritaba la situación.

    Mana: (Hablando en tono de confidencia) ¡Ya veo, vaya que es masoquista príncipe!
    Atem: ¿A qué te refieres Mana?
    Mana: Pues, es por qué es muy desconsiderado consigo mismo príncipe, no entiendo por qué decidió cargar solo con esa imposición tan injusta, en mi opinión, un príncipe debería poder casarse con la persona que el elija como su compañera, vaya que su padre fue muy injusto con usted, no lo entiendo.
    Atem: Créeme que yo tampoco lo entiendo Mana y es por eso que no sé qué hacer, durante el tiempo que estuvo con vida, nunca había tenido un pensamiento como ese, es inaudito, simplemente no puedo aceptar la voluntad de mi padre.
    Mana: Es verdad, príncipe, si usted ama ya a una persona, no se rinda, ya que no podrán separar los hombres; aquello que los dioses ya han unido en el cielo, además aunque la he visto muy poco, puedo decir que la señorita Shassel es una mujer no solo muy hermosa físicamente sino también espiritualmente, además, con tan solo verla pude sentir en ella una energía demasiado poderosa fluyendo por sus venas, no quisiera anticiparme a nada pero, preciento que la señorita Shassel no es una joven normal.
    Atem: ¿Qué?
    Mana: Yo creo que ella es una hechicera y una muy poderosa.
    Atem: Lo sé Mana y por eso debo protegerla, no solo porque es mi esposa sino también….
    Mana: ¡Qué! ¡Su esposa!

    Dándose cuentas del poder de sus palabras Atem empezó a mover la cabeza cerciorándose de que nadie haya escuchado su conversación, estaban solos, pero Atem no podía permitir que absolutamente nadie más supiera la verdad, la vida de muchas personas estaba en juego.

    Atem: Mana por favor, discreción, no te das cuenta de la seriedad de esta situación, si alguien te oye…
    Mana: Lo sé príncipe pero es que no puedo creerlo, wuuuuaaaaauuu lo felicito Faraón.

    Atem estaba sorprendido, era la primera vez que ella se refería a él como “Faraón”, simplemente era algo sorprendente, desde que su padre murió y él fue nombrado Faraón, Mana fue la única que de entre toda su corte continuó tratándolo con un mínimo de amistad, desde entonces su vida fue solo una manifestación de reverencias sin fin que solo lograron fastidiarlo y recluirlo en una profunda soledad.

    Atem: ¡Mana! ¿me has dicho, Faraón?
    Mana: (Sonriendo cómicamente) Upsss, bueno sí, es que… Ahora que esta… bueno ya sabe, es justo decirle Faraón, vaya aún no me la creo, pero creo que era algo inevitable ¿verdad?
    Atem: ¿Por qué lo dices?
    Mana: El paso de los años Faraón, es increíble, apenas ayer éramos unos niños que solo pensaban en jugar y ahora eres el rey de Egipto y bueno yo: una estudiante novata que jamás te abandonará aunque a veces solo sirva para causar desastres y volver loco a Mahado.

    Ambos empezaron a reír frente al comentario de la joven por un buen rato, mientras reían, Atem pensaba que en cierta forma Mana tenía razón; ahora todo había cambiado; y sin embargo a pesar del tiempo, su amistad continuaba siendo tan fuerte como ayer, el clima era fresco y el estanque de lirios dorados del templo reflejaba sus sonrisas junto al brillo inmemorial del astro rey, de repente, Atem pudo sentir como su espíritu estaba más tranquilo ahora que su amiga apoyaba su decisión de ser feliz, no podía pedir nada más.

    Atem: Gracias Mana.
    Mana: ¿De qué?

    El temor latente de aquel día comenzó a apagarse gradualmente sin ninguna explicación aparente, al parecer la sola compañía de alguien en el momento adecuado puede obrar milagros en el corazón del que sufre, los indisolubles escenarios que se vivía por separado en el palacio parecieron bendecirse ante la presencia fortuita de la amistad.

    Akunadín: Señorita Shassel, buenos días

    Dijo el viejo irrumpiendo la dulce escena entre hermanos. Separándose de la confortable dulzura de su hermano, Shassel enfrento con la mirada altiva y soberana al hombre que la había saludado.

    Shassel: Buenos días señor Akunadín.
    Akunadín: Señor Anubis, buenos días, lamento haberlos interrumpido pero era necesario.
    Anubis: Buenos días Akunadín, y descuide no tiene por qué sentirse mal, solo era un pequeño saludo entre hermanos.

    La mirada de aquel poderoso hombre luchaba desesperadamente por ocultar la rabia que sentía por aquel anciano sacerdote, el solo hecho de tener que dirigirle la mirada le causaba repulsión, cuanto deseaba poder atravesarle el cuerpo con su potente espada y llevarse de aquel lugar a sus adoradas hermanas.

    Akunadín: Me alegro saberlo señor Anubis.
    Shassel: Y digame señor Akunadín ¿En qué podemos ayudarlo?
    Akunadín: Es verdad, señorita Shassel, humildemente le solicito se prepare para salir dentro de media hora en una caravana real rumbo a las tierras bajas de Egipto.
    Anubis: ¿Pero por qué mi hermana debería arriesgarse de esa manera?
    Akunadín: ¿Arriesgarse?, No Anubis, me temo que estas equivocado, verás, tengo el honor de invitar a tu hermana en nombre del Faraón a un paseo real por el Imperio.
    Anubis: ¿El Faraón?

    Su preocupación disminuyó en gran medida al escuchar que su hermana viajaría en tan buena compañía, sin embargo; algo dentro de sí le obligaba a desconfiar de los verdaderos motivos de un viaje tan repentino, Shassel por el contrario solo podía sentir una desesperante necesidad por salir al encuentro de su amado, lo necesitaba tanto, después del encuentro con su hermano, era más que necesario que ambos hablaran pero, ninguno de los dos imaginaba lo que ese viaje les depararía.

    Anubis: Pues supongo que, estaría bien que mi hermanita diera un paseo por este gran Imperio, ¿Tú qué dices Shassel?, será tu decisión.
    Shassel: (Sonriendo) Me parece una buena idea hermano, sería una descortesía de mi parte rehusarme a aceptar tan noble invitación.
    Anubis: Entonces, que los dioses te acompañen mi pequeña Shassel, ve y disfruta tu paseo.
    Shassel: ¿Te retiras acaso hermano?
    Anubis: Sí hermana, verás, tengo algunos asuntos que resolver antes de tu matrimonio y el tiempo cada vez es más corto.
    Akunadín: Tiene razón señor Anubis, será mejor que usted y yo nos reunamos un momento para discutir acerca de los detalles de la boda de Seth y la señorita Shassel.
    Anubis: Me parece perfecto, entonces ¿Vamos?
    Akunadín: Por supuesto señor, sin embargo le pido me disculpe un momento, pues verá primero debo ir a informarle a mi hijo Seth acerca las órdenes de su majestad.
    Anubis: Entiendo, entonces lo esperare en mi habitación, ¿Le parece bien?
    Akunadín: Por supuesto, no se preocupe, y disculpe nuevamente las molestias, me retiro, con su permiso. (Dijo el viejo mientras hacia una leve venia)

    Mientras Akunadín se alejaba, el instinto le advertía a Shassel sobre la proximidad de una nueva amenaza.

    Shassel: Hermano…
    Anubis: Lo sé, es detestable.
    Shassel: (Sonriendo) ¡Hermano! no cambias.
    Anubis: Tú tampoco hermana, aún piensas que el mundo es un jardín de rosas en el que puedes jugar sin temor a nada, sin embargo; hasta la rosa más hermosa tiene espinas y si no tienes cuidado tarde o temprano esta podría lastimarte.
    Shassel: ¿Por qué lo dices Anubis?
    Anubis: El amor hermana, el amor.

    Sus ojos amenazaban delatarla, el aire comenzó a escapársele del cuerpo mientras el piso se disolvía en la nada, ¿Acaso Anubis sabía la verdad?

    Shassel: ¿Amor?
    Anubis: Si pequeña, sabes, siempre he pedido a los dioses que te ayuden a encontrar un buen hombre que sepa amarte más allá de lo imaginable o lo real, que te respete y haga de ti una madre dichosa, que jamás te permita conocer una lágrima de tristeza o te permita morir en vida, es lo único que quería y ahora veo que todos mis rezos han sido en vano.
    Shassel: No digas eso hermano, tu sabes que eso no es verdad, tal vez es solo una prueba que nos ayudará a ser más fuertes
    Anubis: Valiente como siempre mi pequeña Shassel. Ven acá.

    La abrazo nuevamente con un cariño indescriptible, el corazón de aquel imponente hombre estaba más que resignado, ahora solo podía pedir que sea la voluntad del destino la que se cumpla; más no la suya.

    Anubis: Anda ya, será mejor que te prepares para el paseo con su majestad.

    Ella solo respondió con una amplia sonrisa que despertó en Anubis un nuevo temor, mientras la liberaba de sus brazos a su pequeña consentida de repente fue asalto por la terrible imagen de un futuro devastador, su gloria se volvió miseria al ver entre llamas la agonía de su adorada Shassel, ante la impotencia y el desconcierto sus ojos estallaron en cólera sin saber cómo salvarla, poco a poco el frágil cuerpo de aquella gentil dama desapareció entre las sombras de la muerte mientras la penumbra poseía el cielo egipcio, el dolor que carcomía su corazón lo llevo al fondo del mismo infierno en busca de una segunda oportunidad para su querida Shassel, la desesperación se convirtió en sed de venganza y sus palabras solo alcanzaron a exclamar en un huracán de violencia: ¡Te vengaré hermanita te lo juro!

    Anubis: ¡Santo Ra ampárame! ¿Qué es lo que me está pasando?

    De donde habían salido esas imágenes, ni siquiera quería volver a recordarlas, ¿Cómo era posible? Su pequeña, su Shassel ¡muerta!

    Anubis: Po qué me torturan de esta manera.

    Dijo el joven dirigiéndose a los cielos, estaba desesperado, ya no lograba entender nada, lo único que podía jurar era el que por ningún motivo permitiría que su adorada pequeña fuera envuelta en las alas de la muerte de esa manera.

    Anubis: Mejor iré a tomar una siesta, de lo contrario, me temo que enloqueceré.

    Al otro lado del palacio, la profundidad de la oscuridad del templo no permitía distinguir el alma de un solitario joven que en profunda oración intentaba separar su alma del contexto en el que se encerraba.

    Seth: Shassel

    Los susurros de su espíritu lo asfixiaban, deseaba tanto poder correr hacia ella y entregarle el alma que apasionadamente aguardaba por ella, sin embargo…

    Seth: ¿Por qué no quieres amarme Shassel?

    Ciertamente era un joven inteligente y aunque su esperanza quisiera negarlo todo su instinto le anunciaba lo inevitable.

    Seth: No, no puedo permitirlo, debe amarme, es mi prometida, no puede rechazarme.

    Sin que él lo percibiera; un sentimiento perverso comenzaba de a poco a afianzar raíces en su frágil y vulnerable corazón, la envidia y la ambición que amenazaban destruir el mundo que había construido a base de perseverancia y sacrificio le parecía una efímero problema comparado con el ansia y la sed de los labios de su inextinguible pasión.

    Seth: Shassel, unos cuantos días nada más, es todo lo que pido, yo sé que llegarás a amarme tanto como yo te amo mi adorada futura esposa.

    Sus cavilaciones no pudieron ahondar más en los límites de su sensatez debido al sonido de unos pasos conocidos acercándose por el umbral del templo sagrado.

    Seth: Padre.
    Akunadín: Lamento molestarte hijo mío pero el Faraón necesita que lo acompañes en una misión muy importante al as tierras bajas de Egipto.
    Seth: ¿Una misión importante, eh, y de que se trata?
    Akunadín: La prometida del Faraón, la hemos encontrado, y es nuestro deber ir a recogerla en las tierras bajas de Egipto que son su hogar.
    Seth: Me parece bien, me alegro por su majestad, ahora podrá cumplir la última voluntad del difunto Faraón.
    Akunadín: Así es Seth, y tanto tú como tu prometida deben acompañarlo en tan afortunada tarea, así lo solicitó el propio Faraón.
    Seth: ¿Por qué Shassel? Entiendo que deba ir yo en papel de Sumo Sacerdote del Templo pero, ¿ella? Sinceramente no tiene sentido.
    Akunadín: En realidad todo empezó como una invitación de parte de su majestad para dar un paseo, sin embargo; dadas las circunstancias…
    Seth: De acuerdo iremos, pero…
    Akunadín: Dime Seth.
    Seth: No, nada.

    Estaba molesto, irremediablemente molesto con Atem, se cuestionaba profundamente sobre los verdaderos motivos que impulsaban a su primo a invitarlos a él y a Shassel a dar un paseo, era posible acaso que, ¿él estuviese interesado en su preciada prometida?

    Seth: Es una locura.
    Akunadín: ¿Una locura?
    Seth: Olvídalo, estaba divagando solo.
    Akunadín: De acuerdo, entonces, supongo que debes prepararte para salir hijo ya que en 15 minutos estará listo el carruaje real.
    Seth: ¿Le has informado a Shassel acerca del viaje?
    Akunadín: Fue la primera en ser informada hijo, no te inquietes.
    Seth: Esta bien, entonces me retiro padre.

    El reloj seguía su marcha moviendo los inefables hilos de la fatalidad en favor de todos y de nadie por igual, cada universo seguía su camino sin saber que solo eran víctimas del caprichoso destino.

    Mana: Faraón, creo que ya es hora.
    Atem: ¿Hora? ¿Pero de qué?
    Mana: De enfrentar la vida.

    La joven tenía razón, ya casi era hora de partir en el viaje más infame de su vida, y como si no fuera suficiente el tener que ir en busca de un amor que no era el que él ambicionaba; estaba el saber que tendría que hacerlo viajando junto a la infinita necesidad de abrazar a su amado pecado.

    Atem: No creo poder hacerlo Mana.
    Mana: Será difícil, de eso no cabe duda su majestad, pero, debe pensar en que aún es el Faraón y mientras la responsabilidad de tantas vidas estén sobre sus hombros, usted no podrá darse el lujo de ser irracional y desconsiderado.
    Atem: ¿Desconsiderado?
    Mana: Disculpe mi atrevimiento príncipe pero es la verdad.
    Atem: ¿Príncipe?

    Ambos sonrieron nuevamente por un buen rato tal como lo hacían cuando eran un par de niños, la inocencia y candidez de Mana hubieron de permitirle a Atem obtener la fuerza que necesitaba para seguir con la ardua misión que le aguardaba.

    Mana: Vamos ya su majestad, el carruaje debe estar casi listo, no se vería bien que su majestad llegase impuntual al encuentro con su eterna esposa no lo creé.

    El Faraón estaba confundido, en que estaba pensando Mana, empezaba a suponer que había enloquecido, como podía decirle semejante crueldad.

    Mana: Su esposa lo espera Faraón, no debe hacerla esperar.

    Viendo la reacción que el joven mandatario tomó ante su comentario, la joven aprendiz decidió tomar la iniciativa y ayudar a su amigo a entender mejor sus palabras, no dijo nada, solo lo tomó de la mano y empezó a correr conduciendo a su amigo en dirección a la entrada del jardín.

    Mana: ¿Eh?
    Atem: ¿Mana, ocurre algo?
    Mana: No nada, olvídelo, debemos darnos prisa o su esposa podría enojarse.

    La joven sonrió mirando de reojo a Atem mientras aún continuaban corriendo, la confusión de Atem le resultaba más que divertida, ¿Cómo era posible que no lo entendiera? Mientras continuaba con su carrera empezó a pensar sobre la presencia que pudo captar cuando paso corriendo por el jardín, en verdad estaba preocupada, esa presencia solo podía ser… Mahado. Retumbo en su pensamiento como un profundo suspiro, admiraba tanto a ese hombre que no sabía bien como poder expresar lo que realmente sentía por él, más que su maestro había sido su verdad, su alegría, su mundo entero, no quería aceptarlo pero algo le lastimaba sin aún entender por qué. Aunque quería evitarlo, en su mente no dejaba de preguntarse: ¿Quién era ella? ¿De quién era la otra presencia que acompañaba a mi maestro? ¿Qué es este extraño sentimiento que abate mi corazón?

    Isis: Mahado, crees que está bien.
    Mahado: ¿Bien? ¿Quién?
    Isis: No quien Mahado, no es el caso.
    Mahado: Entonces, te refieres a…
    Isis: Sí.

    Lo sabían pero no querían aceptarlo, necesitaban saberse libres y lo eran, pero no lo toleraban, era preferible el sufrimiento a la culpabilidad, no podían ser libres para amarse cuando sus mejores amigos sufrían al no poder verse a los ojos sin temor a ser descubiertos.

    Mahado: Descuida, pase lo que pase, jamás dejaremos que algo tan frívolo como la culpa o la necesidad nos impidan amarnos.
    Isis: ¿La necesidad?
    Mahado: Isis, muchas creí que el Faraón había enloquecido al decir amar a una mujer que ni siquiera había visto en persona, cuando te conocí pude entender finalmente que el amor no se fundamenta en la necesidad de ver a la otra persona para sentir que se ama, es el saber que a pesar de no poder tenerla cerca puedes seguir respirando su esencia ya que vive en tu alma, en lo más puro y profundo de tu ser.
    Isis: Mahado.
    Mahado: Yo, te amo Isis, me creas o no, lo crea posible o no, yo te amo y no quiero abandonar lo que siento por ti.
    Isis: Sabes esta mañana desperté cuestionándome acerca de cómo podía sentir algo tan fuerte por alguien a quien apenas conocía, volviéndome loca pensando cómo habías podido cambiar mis arraigados contextos al concederme tu alma en una mirada, mi querido Mahado, la verdad, aún no eh respondido ninguna de estas preguntas pero debes saber que yo también te amo con toda la energía de mi triste corazón, te amo pero aún no puedo entregarte por completo mi alma.
    Mahado: Lo sé, y te entiendo Isis, sé que tu deber con Shassel es tan fuerte como mi deber con el Faraón y por eso debes saber también que jamás pretendí ni pretenderé forzarte a hacer algo que tu no quieras, jamás te obligaría a elegir porque me temo que se bien cual sería tu elección.
    Isis: La misma que has tomado tú.

    Ambos se dirigieron la mirada por un último instante antes de tener que despedirse para siempre, por más que ambos quisieran negarse, sus miradas lo decían todo, ¿Qué les sucedía? No tenía sentido, porque renunciar a algo tan bello cuando apenas estaba dando sus primeros respiros de vida.
    Ella no podía resistirlo más, su sola presencia le derretía el corazón, deseaba tanto olvidar todo y abrazar su alma para siempre; solo quería poder amarlo aunque que la muerte fuese su única y absurda promesa. No, no podía, por más que su corazón se lo implorase había tomado ya una decisión, y tras grabar su bella mirada de caoba en su memoria empezó a correr sin siquiera mirar atrás, temía que de hacerlo su débil decisión se fragmentase en mil pedazos de plata que la harían volver eternamente hacia él.

    Mahado: Isis perdóname.

    Sus débiles palabras querían destazarlo ¿Por qué no podía correr tras ella y besarla como era su deseo?, se sentía como un perfecto idiota, un miserable que veía partir al amor de su vida y que no tenía el valor suficiente para dar su brazo a torcer, ahora que sus barreras estaban expuestas, su alma desecha y su juramento amenazando arrebatarle la razón se preguntaba si en verdad había hecho lo correcto.
    Ya no sabía de qué manera continuar su camino, era como si todo hubiese perdido sentido, sin darse sus pensamientos lo habían arrastrado a la entrada del jardín.

    Mana: Maestro.

    Su voz había cambiado de tono, esta vez la joven se notaba triste, al verlo así, tan sumido en sus ideas ella solo pudo comprobar sus sospechas, lo había perdido y aunque las lágrimas quisieran ahogarla entre gritos silenciosos su impecable respeto por aquel hombre la inhibían a gritarle a los cuatro vientos que prefería mil veces que el desierto la devorara viva a sufrir el dolor que ahora se anidaba en su corazón.

    Atem: Mahado, me alegro de verte.

    Sin embargo nadie respondió, su corazón estaba demasiado afligido como para prestar atención al mundo que le rodeaba.

    Atem: ¡Mahado! Acaso te han comido la lengua los ratones, dime ¿por qué has tardado tanto?

    Dijo el joven Faraón en un tono un poco más animado, no entendía bien lo que pasaba así que decidió calmarse y esperar a que fuera Mahado quién se decidiera a hablar.

    Mana: ¿Faraón, que le ocurre a mi maestro?, dijo la joven disimulando su tristeza.
    Atem: Descuida, seguro son solo asuntos de la corte que no pudo resolver.
    Mana: ¿Esta seguro Faraón?
    Atem: Claro.

    Aunque quería creerlo él sabía que no era verdad, sus propias palabras le parecieron falsas, estaba empezando a angustiarse, ¿qué había ocurrido? Deseaba tanto tomar a Mahado por los brazos y obligarlo a contestar, era desesperante y ya casi se acaba el tiempo, pronto tendrían que partir hacia el sur y entonces… ¿cómo podría soportar verla con Seth?

    Atem: Que el todopoderoso Ra me de valor.
    Mana: ¿Eh?

    Atem solo sonrió bajando la cabeza un poco avergonzado, no quería preocuparla más.

    Atem: Ven, vamos a ver que le ocurre a Mahado, ¿te parece?

    Ella solo contesto con su cabeza, sin perder más tiempo ambos empezaron a caminar en dirección a Mahado cuando el sonido de una dulce voz detuvo en seco el caminar de ambos.

    Shassel: Su majestad, Mana buenos días. Dijo la gentil joven mientras se inclinaba en señal de respeto.
    Mana: Buenos días señorita Shassel.
    Contestó la joven mientras esbozaba una amplia y sincera sonrisa, por su parte Atem permaneció estático grabando en su memoria la belleza sin igual de su amada princesa, apenas podía creer que aquella sublime mujer hubiese sido suya por tan bellos instantes, aún recordaba sus resplandecientes ojos dominándolo en el hechizante mar de fuego de su alma, mientras más la observaba más amaba cada delicado detalle de su precioso ser.

    Mana: Su majestad, no piensa contestarle a su es… esperada invitada.
    Shassel: Eh…

    Dándose cuenta de su indiscreción la joven sacudió la cabeza de una manera divertida mirando sin mirar en todas direcciones, en verdad solo deseaba cerciorarse de que su maestro no se hubiera percatado de su imprudencia pero, por más que lo buscó, no pudo encontrarlo, al parecer se había marchado sin que nadie lo hubiese notado. Al verla reaccionar así; Atem finalmente pudo entender las antiguas palabras de Mana.

    …………………………………………………………………FLASHBACK…………………………………………………………..

    Mana: Su esposa lo espera Faraón, no debe hacerla esperar.

    ………………………………………………………FIN DEL FLASHBACK…………..………………………………………….

    “Su Esposa”, cuán hermosas le resultaban aquellas simples pero poderosas palabras, finalmente después de años de espera ahora podía ser feliz, con una sonrisa en los labios camino hasta donde se encontraba su amada y sin decir nada se inclinó a sus pies a manera de saludo.

    Atem: Benditos los ojos que tienen el honor de admirar tan hermosa criatura.

    Mientras la veía fijamente a los ojos, Atem tomó la mano de su querida esposa y depósito sobre ella una pequeña muestra de su infinito amor a manera de un delicado y respetuoso beso. Al sentir el suave roce de los labios de su amado sobre su piel; el cuerpo de Shassel se estremeció provocando una sutil sonrisa en sus labios.

    Shassel: Su… majestad, no tiene que…
    Atem: Sería un insulto de mi parte no saludarla como se debe mi distinguida señorita.
    Shassel: Faraón.

    La felicidad en sus corazones los hacía expresar con sus miradas todo el amor que el uno sentía por el otro, a pesar de los obstáculos ambos sentían que su deber era estar juntos.

    Seth: ¿Interrumpo?

    Su tono de voz era duro, su mirada fría, Atem apenas podía reconocerlo, sin embargo el instinto le obligó a levantarse y alejar su presencia de la de Shassel intentando en cierto modo evitar tergiversaciones innecesarias, aferrándose a su deseo de no levantar sospechas irguió su cuerpo enfrentando a su inesperado rival con la mirada serena y el corazón a punto de querer gritar.

    Atem: Seth, buenos días, solo estaba saludando a mi futura… prima.
    Seth: Buenos días su majestad, y por supuesto un muy buen día a ti también adorada dueña de mi corazón.

    Sin darle tiempo a responder, Seth se acercó a ella y le robó un fugaz beso que sin dudarlo despertarto los celos de Atem y la sorpresa de Mana, por su parte; consternada y con un gran sentimiento de culpa, Shassel permaneció agachada sin mirar a ninguno de los dos hombres que la observaban ansiosamente con ojos de amor.

    Shassel: Bu… buenos días, Seth.
    Seth: Mi querida Shassel porque te avergüenzas, somos novios es normal que expresemos nuestros sentimientos de esta manera, además no es la primera vez que nos besamos mi amor.

    ¿Sentimientos? ¿No es la primera vez?, Atem apenas podía creer lo que escuchaba, ¿Por qué ella no se defendía?

    Shassel: Seth, basta, no creo que a su majestad le interesen los por menores de nuestra relación.
    Seth: De acuerdo mi amor, descuida, y bien, ¿a qué hora partimos?
    Atem: De inmediato.
    Pensamientos de Shassel: Atem, perdóname, perdóname por favor, pero dime sinceramente si estuvieras en mi lugar ¿qué harías tú?

    Antes de cometer una locura Atem volteó la mirada sin siquiera atreverse a buscar una respuesta en los agonizantes ojos de Shassel, envuelto en la duda y el dolor caminó rápidamente en dirección al elegante carruaje que se encontraba estacionado a unos cuantos metros de él y, sin esperar a nadie prefirió esconder su llanto en lo profundo del coche.

    Pensamientos de Atem: Shassel, ¿Por qué? ¿Cómo pudiste ignorar nuestro amor y ofrecerle tu cariño a ese, ese… idiota?

    Mana: ¡Faraón!

    La joven se acercó al carruaje y subió tan rápidamente como pudo sin pedir permiso a nadie.


    Mana: Faraón, espero que deje a un lado su orgullo y perdone a su esposa, después de todo, no es la única que está en esa situación.

    Sorprendido por la sabias palabras de su joven amiga, Atem olvido su enfado y la miro con ojos de agradecimiento y desolación, en verdad ella tenía razón, en tan solo unos instantes, él estaría a punto de traicionar a la mujer que juró ante los dioses amar y respetar eternamente, ahora que los papeles cambiaban de lugar ¿cuál sería su reacción?

    Mana: Upss será mejor que me vaya, suerte príncipe y recuerde que nada que valga la pena será fácil de conseguir.

    Un poco meditabundo intentó levantar la mirada hacia su querida amiga sin embargo ella ya había desaparecido del carruaje dejándolo de nuevo a merced de la soledad, sin tiempo para disfrazar su tristeza; Atem fue sorprendido por la presencia de dos personas más ingresando en su aislamiento: Seth y…. Shassel.

    Seth: Vaya primo, sé que estas de apuro, pero no podrías calmarte un poco.
    Pensamientos de Atem: ¿De apuro? ¿Acaso Seth sabe que…? No, por todos los dioses Seth, no lo digas.
    Seth: No creo que por unos minutos más que nos tardemos, ella vaya a arrepentirse.
    Shassel: ¿Ella?
    Seth: ¿Acaso no lo sabes mi amor?, vaya que descuidado es mi padre, pero en fin, es mejor que sea una sorpresa, ¿no es así querido primo?
    Atem: ¿Sorpresa? Claro.
    Seth: Entonces, vamos ya.

    La hora había llegado, tras dar una señal al cochero, el camino de los tres empezó en la incertidumbre de lo que les esperaba al final. De manera implacable el destino los guió por las brillas arenas del imponente desierto entre largas y cansadas horas de viaje sin descanso, y aunque el día ya casi llegaba a su fin; las bromas románticas de Seth, los disgustos de Shassel y las provocaciones de Atem, tornaron el camino mucho más largo de lo que en realidad parecía, se sentían como un par de niños preguntándose por qué diablos no habían llegado ya.

    Seth: Vaya, ya era hora, Shassel mira, no es hermoso.
    Shassel: Sí, muy hermoso.

    Sin embargo ella no estaba mirando el paisaje, sus ojos solo podían mirar a una persona.

    Atem: Señorita Shassel, es un honor para mí poder presentarle las tierras Bajas de nuestro poderoso Imperio.

    Ni bien el carruaje real había tocado las entradas del pueblo cuando el resonar de trompetas y tambores los recibió por todo lo alto durante su camino al centro de la ciudad, Shassel estaba fascinada, toda la ciudad había vestido sus mejores galas a la espera de su amado gobernante, después de todo era un día de fiesta.

    Shassel: Vaya recibimiento, no cabe duda Faraón que su pueblo lo admira demasiado.

    Cuanto deseaba dar marcha atrás y desaparecer en la nada, el momento de la verdad había llegado, una vez que el carruaje se detuvo, los sirvientes del palacio se apresuraron a abrir las puertas del carruaje y recibir a su gobernante como solo un dios se lo merecía.
    Los tres bajaron del carruaje y tras saludar al pueblo reunido frente al palacio ingresaron a la residencia donde una nueva celebración los aguardaba.

    Shimon: Su majestad, es honor para nosotros poder tenerlo hoy aquí con nosotros.
    Atem: Shimon querido amigo, cuanto tiempo, no sabes cómo me alegra verte.
    Shimon: Lo sé su majestad, parecería que fue ayer cuando lo veía correr y jugar por los jardines del palacio y ahora, ahora es un hombre hecho y derecho.
    Atem: Shimon.
    Shimon: Y tú Seth, como has crecido, por cierto supongo que debo felicitarte, por aquí ya todos sabemos sobre tu compromiso, de seguro esta hermosa joven que te acompaña debe ser la señorita Shassel, señorita, es un honor conocerla, debo decir que es usted mucho más hermosa de lo que me contaron.
    Shassel: Se lo agradezco señor, es usted muy amable, Shassel Amnaster para servirle.
    Shimon: Un placer señorita mi nombre es Shimon y estoy a su total disposición.

    Shimon era un hombre sencillo y de buen corazón que servía en el palacio desde tiempos del antiguo rey Akunankanon, aunque débil en su apariencia este ilustre ancianito poseía grandes habilidades de combate en duelo de sombras que aún en día hacían temblar al más hábil de los guerreros, como el poderoso duelista que era dedicó su vida entera a la protección del Imperio Egipcio y al entrenamiento de Atem en duelo de sombras, gracias a sus valiosas enseñanzas; Atem se había convertido en el extraordinario duelista que ahora era, pero más que eso; le enseño también a confiar siempre en su corazón, a pelear siempre en busca de la justicia y a creer fielmente en el corazón de los monstruos que poseía. De apariencia se diría que era un hombre de baja estatura vestido de acuerdo al título de su noble posición, de cabello largo y canoso cubierto por un tocado purpura y dorado que combinaba armoniosamente con su ropaje, sus ojos eran grandes y brillantes de un color escarlata sin igual, su rostro lucía sereno, su sola presencia causaba respeto en toda la nación, no por nada era considerado hasta aquellos días como uno de los más grandes duelistas que Egipto haya conocido.

    Seth: Shimon, dime ella está lista.
    Shassel: ¿Quién?
    Shimon: Es verdad, vamos, no perdamos más tiempo, no saben cuánto ha esperado su llegada.
    Seth: ¿Ansiosa?
    Shimon: Desesperada diría yo, jajajaja.

    Las palabras de Shimon y el rostro de Atem despertaron en Shassel una preocupación irreconocible, ¿Qué estaba pasando? ¿Por qué nadie decía nada en concreto?
    Entre comentarios de estado y Shimon empezó a guiarlos por un largo corredor que terminaba en una estancia sumamente elegante donde; una dama vestida con finos vestidos de color blanco y cubierta el rostro con un paño de seda blanca los esperaba rodeada por una corte de doncellas vestidas igualmente de un blanco impecable.

    Shimon: Su majestad.
    Pensamientos de Atem: Te lo pido Shimon, no lo digas.
    Shimon: Es un placer para mí poder presentarle a su prometida, la flor más hermosa que los dioses pudiesen concebir.
    Pensamientos de Shassel: ¿Prometida?
    Prometida de Atem: Su majestad.

    Shassel sentía desmayarse, en tan solo un instante su mundo entero se vino abajo,

    Atem: El… honor es solo mío señorita…
    Prometida de Atem: ¿Acaso, no me recuerda señor?
    Pensamientos de Atem: Esa voz

    La incertidumbre lo mataba, aquella voz delicada y dulce le resultaba tan familiar que, decidido a salir de la duda se acercó a la joven y; aunque un poco temeroso; levantó delicadamente el velo que cubría la identidad de aquella misteriosa mujer, apenas podía creerlo, pero no, no podía equivocarse, era ella, el brillo de sus ojos se lo confirmaban, después de tantos años ¿Cómo era posible que volviera a él su antiguo cariño?

    Atem: ¿Anzu, eres tú?
    Anzu: Atem
     
  12.  
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    Escritora
    Título:
    El último respiro: Atem y el misterio de la Reina de las Sombras
    Clasificación:
    Para adolescentes maduros. 16 años y mayores
    Género:
    Romance/Amor
    Total de capítulos:
    16
     
    Palabras:
    1609
    CAPÍTULO XII.- CELOS

    Atem: ¿Anzu, eres tú?
    Anzu: Atem
    Seth: ¿Se conocen?

    Nadie respondió, sus miradas lo decían todo, la alegría era indomable y se expandía por cada centímetro del salón de manera radiante.
    A vista de todos era un compromiso no solo adecuado sino también perfecto, la alegría de los presentes se convertía despiadadamente en un puñal que laceraba el alma de Shassel sin que nadie pudiera percibirlo o evitarlo, ¿Qué podía hacer? Estaba sola en el centro de una terrible escena que martirizaba el amor que erróneamente forjó.

    Anzu: No sabes cuánto te extrañe.
    Atem: Yo también te extrañe, como has cambiado, apenas puedo reconocerte, ha pasado tanto tiempo.
    Anzu: Es verdad, apenas ayer… éramos dos niños jugando en la ribera del río jurando ser amigos por siempre y ahora…
    Atem: Anzu yo…
    Anzu: Descuida Atem, se lo que sientes y, lo entiendo, solo quiero que sepas que eres más que correspondido mi querido Atem, lo sabes, de no ser así, yo jamás hubiera aceptado tu petición.
    Atem: ¿Qué?
    Pensamientos de Shassel: ¿Qué?
    Anzu: Atem, no tienes por qué ocultarlo más.
    Atem: ¿Ocultar qué?…
    Anzu: Qué tú también me amas.
    Atem: ¿Amarte? ¿Pero por qué dices eso Anzu?
    Anzu: ¿Eh?

    Todos estaban confundidos, la mirada inexpresiva de Atem y el radiante rostro de Anzu, solo lograban sacar de sus casillas a Shassel, ya nada tenía sentido, menos aún para ella, era como si cada uno hablará un idioma diferente. ¿O acaso Atem intentaba desviar el tema?

    Pensamientos de Shassel: Atem, ¿Cómo pudiste?
    Anzu: Acaso no recuerdas…

    …………………………………………………………………FLASHBACK…………………………………………………………..

    La noche marcaba el anuncio de una nueva era, el brillo de la luna era inmemorial, y solo el cariño de unos cálidos niños corriendo por los jardines lograba opacar la grandiosa escena creada por los dioses bienhechores. Aunque era tarde, ninguno de los dos pensaba en eso, después de todo, ese era el último día que estarían juntos, antes de…

    Anzu: Atem dime ¿Es verdad que te irás y no volveré a verte?
    Atem: ¿De que hablas?, yo jamás permitiría algo así.
    Anzu: Pero; ¿y tu padre, y el reino?
    Atem: Anzu, pero si solo soy un niño.
    Anzu: Pero tu nombre es grande Atem, o al menos eso dice mi madre, la verdad… no sé por qué pero, no quiero que te vayas Atem, no quiero perderte.
    Atem: ¿Perderme? ¿Estás tan rara el día de hoy Anzu?
    Anzu: Es que, no quiero perder tu cariño Atem, no quiero.

    El pequeño niño la miró tristemente sin saber cómo consolarla, sabía bien cuál era su deber pero no quería dejarla, era su mejor amiga, la quería tanto que le resultaba difícil tener que dejarla.

    Atem: Anzu, sé que es difícil pero no durará mucho tiempo, algún día volveré y entonces; estaremos juntos por siempre, te lo prometo.
    Anzu: ¿En verdad?
    Atem: Sí, te lo prometo y además tu jamás perderás mi cariño, porque yo siempre te querré aún sin importar el tiempo ni la distancia.
    Anzu: Atem.

    La hermosa niña de enormes y celestiales ojos azules no cabía en sí misma de la felicidad, bañado por el intenso brillo de las estrellas; su mundo y su corazón cambiaron drásticamente ante el suave sonido de aquellas inocentes y a la vez peligrosas palabras. Guiada por el fuego de su espíritu la pequeña se acercó lentamente a su pequeño amigo y sin necesidad de permisos, depositó en la mejilla del confundido infante un dulce e infantil besó.
    Atem estaba sorprendido, ante sus inocentes ojos aquel beso era solo una muestra de profunda amistad entre ambos, no sabía cómo responder, ¿Acaso debía hacer lo mismo?
    Como por inercia, su rostro se acercó al rostro de Tea y aunque un poco receloso decidió devolverle su muestra de cariño de la misma manera, solo era un beso en la mejilla, ¿Por qué le costaba tanto? Negando su propia conciencia la besó en la mejilla y se alejó de ella sintiéndose un poco extraño, no lo entendía entonces; pero algo dentro de sí le decía que nunca debió haber hecho eso, con la mirada aislada y el pensamiento divagante se despidió de su amiga con una leve reverencia y se marchó sin decir nada más.

    ………………………………………………………FIN DEL FLASHBACK…………..………………………………………….

    Los recuerdos lo sacudieron tan violentamente que apenas distinguía la realidad, ahora lo entendía todo, era su culpa. Abatido, sus melancólicos deseos deseaban dar marcha atrás tomando a su amada Shassel de las manos, la necesitaba tanto, ahora más que nunca necesitaba tanto sentirla cerca.

    Pensamientos de Atem: Shassel, mi amor, jamás debí traerte conmigo. Perdóname.
    Pensamientos de Shassel: ¿Po qué Atem, por qué? ¡Acaso, estas vengándote de mí…!
    Shimon: Su majestad, que día más dichoso, no sabe cómo me alegra ver a dos jóvenes enamorados unir sus destinos.
    Pensamientos de Atem: ¿Enamorados? ¡Shassel, por amor a todo lo sagrado, no lo escuches mi vida, mi único amor, eres y serás siempre tú mi amor!
    Anzu: Muchas gracias señor Shimon, es usted tan amable.
    Seth: Shassel mi amor, creo que debemos retirarnos, tal parece que no somos necesarios en este momento, señorita Anzu, felicitaciones, que Ra los bendiga con una larga y dichosa vida.
    Anzu: Mi señor, se lo agradezco, e igualmente os deseo un futuro lleno de dicha a usted y su hermosa prometida, y si me permite el atrevimiento, debo decir que son una pareja perfecta.
    Pensamientos de Atem: ¿Perfecta? Imposible.
    Shassel: Al igual que lo son usted y su majestad señorita Anzu, felicidades, es sin duda la mujer más privilegiada en todo el reino.
    Anzu: Es verdad señorita Shassel, soy la más afortunada de las mujeres.
    Seth: Entonces, con su permiso mi Faraón, nos retiramos a descansar.
    Atem: Pero, Seth… no es necesario que se marchen, por qué no se quedan un rato más.
    Shassel: Será mejor que no, además una hermosa pareja de jóvenes enamorados como ustedes de seguro tendrá muchas cosas de las que hablar, sobre todo si se viene una boda encima.
    Pensamientos de Atem: Shassel, ¡Cómo puedes decir eso cuando sabes que es a ti la única a la que amo, mi esposa, mi dueña absoluta!
    Atem: Pero…
    Pensamientos de Shassel: Perdóname alma mía por volverte esclava sus dulces mentiras.
    Seth: Mi querida Shassel tiene razón, además no tiene de qué preocuparse su majestad, nosotros buscaremos la forma de entretenernos por nuestra cuenta. ¿Estás de acuerdo mi amor?
    Shassel: Este… sí por qué no.
    Pensamientos de Atem: ¿Entretenernos por nuestra cuenta? ¿Mi amor? ¿Shassel qué estás haciendo?
    Shassel: Con su permiso, nos retiramos.

    Antes de que la rabia de su corazón explotara, la pareja se alejó, dejándolo completamente devastado, ¿Qué le ocurría a todo el mundo ese día? Deseaba tanto despertar de aquella patética pesadilla, sus enormes y hermosos ojos parecían perdidos, perdidos en el recuerdo de aquel día feliz.

    …………………………………………………………………FLASHBACK…………………………………………………………..

    Shassel: Atem, tu sabes bien que por mí no soy nada más que un barco a la deriva esperando ansiosamente ser guiada por la luz de tu amor, no puedo más que ofrecerte mi alma como tributo a este amor divino que la vida a tenido a bien permitirme conocer, sabes que solo soy una mujer enamorada qué no sabe cómo más amarte si no es con cada latido de mi corazón, Atem como podría alejarme de ti si eres como la piel que recubre mi alma, eres las alas que día a día me permiten volar más allá de lo que mi mente podría imaginar. Mi amor ahora que nuestras almas serán una quiero poner ante ti todo lo que aprendí, lo que fui y lo que seré como una muestra de amor eterno, quiero jurarte hoy ante el mismo cielo que no nada ni nadie en este mundo harán que deje de amarte, que jamás me arrepentiré de entregarte mi corazón y que aunque me cueste la vida jamás permitiré que destruyan nuestro sueño de amor.

    ………………………………………………………FIN DEL FLASHBACK…………..………………………………………….

    Atem: Lo prometiste.

    Musitó con tristeza mientras los veía retirarse.

    Anzu: Dijiste algo mi amor.
    Atem: No, nada.
    Anzu: Tenemos tanto de que hablar, y tantas cosas que planear, Atem no sabes lo feliz que soy, pero, cariño, ¿Te pasa algo?
    Atem: Perdóname Anzu, pero preferiría irme a acostar, estoy muy cansado, te parece si dejamos nuestra conversación para mañana.
    Anzu: Este, sí, es verdad, lamento ser tan pesada pero, es que me da tanto gusto verte.
    Atem: Yo, yo también lo estoy feliz de verte Anzu, es solo que necesito descansar, con tu permiso.
    Anzu: Atem, espera.

    Tomándolo por el brazo, la joven lo acercó lo suficiente como para poder darle un beso en la mejilla, sin embargo, el apenas se inmutó, deseaba tanto entender que le sucedía, se veía tan desoladoramente distante.

    Atem: ¿Anzu?

    No podía perder más tiempo, no cuando el amor de su vida estaba a punto de desmoronarse, ¿Qué podía hacer? Ahora las palabras de Mana cobraban sentido, indudablemente los papeles habían cambiado, sin embargo; el amor lo llamaba y su única opción era una prudente retirada.

    Atem: Que descansen.
    Shimon: Faraón.
    Anzu: Faraón.

    Antes de alimentar una llama imposible decidió marcharse y no dar ninguna explicación, aunque el mundo entero se opusiera nada ni nadie lo hubiese detenido en ese momento.

    Pensamientos de Atem: No te lo permitiré Seth, no permitiré que me la quites.
     
  13.  
    Shassel

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    El último respiro: Atem y el misterio de la Reina de las Sombras
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    Romance/Amor
    Total de capítulos:
    16
     
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    CAPÍTULO XIII: VERDADES INCÓMODAS

    La belleza del desierto sumido en la resplandeciente gloria de la luna no podían más que beneficiar los planes de Seth con respecto a Shassel, estaba completamente decidido, y el momento era perfecto; luna, brisa fresca y un romántico paseo era todo lo que necesitaba.

    Seth: Shassel, te gustaría dar un paseo por los jardines.
    Shassel: Sí, por qué no.

    La joven intentaba sonreír pero en realidad estaba a punto de entregarse a la locura y escapar del lugar sin dejar rastro, se sentía como un águila cuyas alas habían sido brutalmente cercenadas, por más que intentaba su mente solo podía divagar en el recuerdo de las palabras de aquella mujer.

    Pensamientos de Shassel: Qué tonta eres, cómo pudiste creer una mentira tan trillada. ¿Su único amor? Que broma más… y ella, en verdad que era hermosa, con tan solo mirarla cualquiera sería capaz de entregar el corazón en bandeja de plata, como competir contra aquellos ojos azules resplandeciendo entre una sedosa cabellera de ébano puro, o su piel blanca y destellante como la misma luna, o esos carnosos labios rojos susurrando amores como el dulce trinar de las aves. Jamás debí atreverme a poner mis ojos en él.

    Mientras veía la luna danzar al vaivén de la nada, sus ojos no pudieron evitar nublarse por un mar de lágrimas de plata, no podía creer que después de tantos años, su espera haya sido inútil.

    Seth: ¿Mi amor que te pasa?
    Shassel: Seth.

    Necesitaba tanto olvidarlo, era cuestión de vida o muerte, sin embargo, el daño ya estaba hecho, ya nada ni nadie podrían salvarla, ante los ojos del mundo su pecado era imperdonable y su acción deplorable, aunque el desierto se compadeciera de ella y la tragará viva para ocultar su presencia, jamás podría reparar sus faltas, ni siquiera podía mirarlo a los ojos, ¿Cómo? Si era el más ofendido.

    Shassel: Perdóname Seth.
    Seth: Shassel, espera.

    Pero era demasiado tarde, la velocidad de la joven lo tomó por sorpresa y para cuando quiso detenerla, ella le llevaba ya una gran ventaja, corriendo entre las sombras de la noche; Shassel desapareció sin dejar rastro alguno.

    Seth: ¿Dondé está? No pudo haber ido tan lejos.

    Su búsqueda fue inútil, había desaparecido, ¿Qué hacer? Eh ahí el dilema, si perdía más tiempo su amada corría el riego de...

    Seth: Oh no, Bakura. Guardias.

    Espetó el joven sacerdote algo molesto, a la brevedad de su llamado una docena de fuertes guardias apareció en el jardín.

    Seth: Mi prometida la señorita Shassel Amnaster ha desaparecido, su deber será buscarla y traerla ante mí lo más pronto posible.
    Guardias: Como ordene mi señor.
    Al igual que los guardias, los pensamientos de Seth se disipaban en el viento sin saber que más poder hacer, apenas podía entenderla, ¿qué estaba mal? Para él todo era tan simple y a la vez tan confuso, era su prometida, ¿Por qué no podía hacerla feliz?

    Sin saber del tumulto que causó su desesperación; Shassel continuaba corriendo por arte de inercia, ni siquiera media sus pasos, para ella la única opción era correr.

    ¿? : ¡Niña!, si sigues así conseguirás que te maten
    Shassel: Eh

    Por un terror indescriptible le recorrió la espalda frenando en seco su carrera, ignorando la situación que le esperaba encaró a aquella mujer que la miraba sorprendida con una sonrisa un tanto divertida.

    ¿?: Si te ven corriendo de esa manera los guardias podrían pensar que eres una ladrona, vaya, pareciera que un demonio está a punto de arrancarte el alma niña, dime ¿De quién estas escapando eh?

    No sabía que responder, apenas podía ver el rostro de aquella mujer, la oscuridad de la noche apenas le permitían distinguir unos cuantos rasgos.

    Shassel: ¡Y a ti que te importa!

    Dijo la joven un poco molesta por la actitud de aquella desconocida, mostrando su esbelto porte y la mirada fría Shassel esperó impacientemente la respuesta de aquella mujer.

    ¿?: Vaya, al parecer nadie te enseño modales verdad, mmm, ¿me pregunto si eres quién creó que eres? Supongo que solo hay un modo de averiguarlo.
    Shassel: Acaso quieres enfrentarte a mí, te advierto que jamás eh perdido un duelo en mi vida.
    ¿?: Pero niña deja ya esa hostilidad, no hay por qué ser tan grosera, yo no quiero hacerte nada malo, por el contrario solo quiero ayudarte.
    Shassel: ¿Ayudarme? Acaso estás loca, te exijo que me digas quién eres.
    ¿?: Mi nombre es May, y eh sido modista y maquillista de este palacio por más de 10 años, y como tal, estoy al tanto de todo lo que transcurre en este palacio a escondidas de muchos.
    Shassel: ¿Y a mí por qué tendría que interesarme todo lo que ocurre en este palacio?
    May: Eres la prometida del Sumo Sacerdote, ¿Verdad?
    Shassel: ¿Y si así fuera, qué?
    May: Tienes coraje niña, eso me agrada, está decidido, te ayudaré.
    Shassel: Insisto mujer necesitas ver a un médico.
    May: May, niña, dime May.

    Shassel permanecía impávida pensando en cómo actuar correctamente frente a aquella mujer tan astuta, ¿Acaso podía confiar en ella?, penetrando en el misterio de sus ojos carmesí, Shassel intentó buscar la realidad oculta en las intenciones de May, se veía sincera, pero su intuición ya la había engañado antes.

    Shassel: Dudo que alguien pueda ayudarme.
    May: Vaya, ya veo que no interesa saber las verdaderas razones por las qué tu padre te vendió a Akunadín.
    Shassel: ¿Qué estás diciendo?
    May: Hasta que tengo tu atención.

    Se veía tan joven y atlética, sin dudarlo diría que apenas poseía unos 25 años, ¿Era posible que aquella joven mujer de dorada cabellera y enorme ojos escarlata estuviera diciendo la verdad?, estaba tan confundida, eran demasiadas verdades juntas, ¿En quién confiar?
    May era una mujer de carácter guerrero, jamás se conformaba con un no, como toda gran guerrera su gran pasión era el duelo de sombras, y aunque era una experta aún no estaba a la altura de Shassel, pese a sus juicios un poco insolentes era una persona confiable y siempre dispuesta a ayudar al que lo necesitara, odiaba las injusticias y nada en el mundo era capaz de quebrantar su espíritu apasionado, físicamente era una mujer hermosa, dueña de una bruñida cabellera de oro cayéndole como cascada hasta la cintura, su juvenil rostro era iluminado por enormes y seductores ojos violeta que combinaban triunfalmente con sus labios de cereza, y su piel era de un níveo insólito.
    Como buscando la verdad escrita en su piel, Shassel no dejaba de verla una y otra vez de pies a cabeza, lucía tan segura de sí misma, tan dispuesta a ayudar ¿Qué era lo que estaba pasando?

    Shassel: Como te atreves a decir tal barbaridad, mi padre era un hombre ejemplar.
    May: Si con ejemplar te refieres a que era un cerdo, entonces tienes razón.
    Shassel: Desgraciada…
    May: Mira niña, la verdad es que si no quieres mi ayuda me da igual, solo pensé que era injusto que te cases con el hijo de alguien que compró tu destino como si fueras una mercancía barata, vaya con esta niña.
    Shassel: ¿Comprarme? ¿Mercancía barata? ¿Quién te crees para hablar así de mi padre?

    Estaba harta, de echo ambas lo estaban, ¿Cómo podía hacerla entender la verdad? Era tanto el amor por su padre que jamás hubiese pensado siquiera en ofender su memoria.

    May: Me rindo, piensa lo que quieras niña, de cualquier forma, tu destino ya está señalado.
    Pensamientos de Shassel: Mi destino… ¿Qué es lo que quiso decir?
    May: Adiós.
    Shassel: Espera…
    May: Estoy cansada niña, te parece si mejor lo hablamos mañana cuando estés un poco más calmada. Por hoy no quiero más gritos inútiles. Ahh.. Por cierto, supongo que escapaste de Seth sin saber siquiera cuál es tu habitación verdad, que dramática, en fin, tu habitación es la del último piso, la que da al Nilo, seguro te gustará, nos vemos, Shassel.
    Shassel: Pero…

    No sabía que más decir, de hecho ni siquiera sabía en qué pensar, mientras intentaba levantar su espíritu May desapareció de la misma manera en la que apareció, ahora volvía a estar sola, viéndose libre; Shassel se acercó al abrigo de una enorme palmera donde prefirió descansar al menos por un momento.

    Shassel: Me pregunto…

    Sin que ella pudiera advertirlo unos fuertes y cálidos brazos la aprisionaron en un tímido abrazo, no pudo contenerse más, aunque no debía, dejó que las lágrimas rodaran por sus mejillas sin restricción alguna.

    ¿?: Lo lamento tanto.

    Aunque ella no pudo ver su rostro, la calidez de esa melancólica era suficiente para saber de quién se trataba,

    Shassel: A..Atem.
    Atem: Mi amada Shassel.

    Guiada por la incontrolable rabia que habitaba en su corazón, Shassel se liberó de los brazos de su esposo y lo enfrentó con sus ojos de diamante absorbiendo su dolor.

    Atem: Shassel, sé que no tengo excusas pero, yo te amo y no hay nadie…

    Ya no podía creerle, apenas podía verlo, sin resistirlo más su mano le adjudicó una sentida cachetada antes de desaparecer envuelta en un halo de luz esmeralda.
    Con lágrimas en los ojos, Atem permaneció inmóvil sin saber dónde más buscarla, una vez más la había perdido, ¿Qué podía decir? La amaba y a pesar de eso la había ofendido en lo más hondo.
     
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    El último respiro: Atem y el misterio de la Reina de las Sombras
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    CAPÍTULO XIV.- JUNTOS PARA SIEMPRE

    La oscuridad de la noche se había acentuado de una manera singular, era como si de una manera inusual intentase comunicar a gritos el vaticinio de una desgracia , a su alrededor todo era silencio, soledad, lo había perdido todo, su dignidad, su amor, su misma vida…

    Shassel: Maldición, por qué, por qué no puedo odiarlo como se merece, apiádate de mí cielo bendito y libérame de esta carga te lo suplico…

    Ahora que todo se había acabado para ella… ahora que el amor de su vida la había abandonado, ¿Qué podía hacer?

    ¿?: ¿Tanto lo amas que preferirías la muerte a saberte sola?
    Shassel: ¿Cómo te atreves? Exijo que…
    ¿?: Vaya, no ha cambiado en nada, o tal vez sí, ¿verdad?
    Shassel: ¿A qué te refieres?
    ¿?: Jajaja, a mí no puede engañarme… sus ojos la delatan.
    Shassel: Estás loco.
    ¿?: ¿Loco? A veces me pregunto quiénes son los verdaderos locos, aquellos que se entregan a una falsa esperanza de amor o aquellos que sabiéndose perdidos prefieren morir. La humanidad es patética, vive en búsqueda de amores de leyenda y venden el alma por un simple beso, es…
    Shassel: Estúpido, lo sé.
    ¿?: Vaya, por fin, alguien lo admite.
    Shassel: Habla ya, ¿Qué es lo que quieres Bakura?
    Bakura: Veo que logró reconocerme, su majestad…

    Shassel lo vio aparecer entre la oscuridad exhibiendo una sonrisa infame en su rostro, la expresión de su rostro se lo confirmaba, él sabía la verdad, y ciertamente sabía cómo sacarle ventaja.

    Shassel: ¿Majestad?

    Estaba acorralada, sus propios pensamientos amenazaban descubrirla, antes de que su conciencia la hiciera caer de rodillas era necesario escapar.

    Bakura: Sí, majestad, o preferiría que la llame, “Mi Reina”
    Shassel: Desgraciado…
    Bakura: No hay por qué ponerse agresiva mi reina, o su querido prometido podría oírnos...
    Shassel: No sé qué es lo que pretendes hacer, pero deja ya tus patrañas y lárgate del palacio antes de que mande por los guardias para que…
    Bakura: ¿Patrañas? ¿Empezamos con hipocresía entonces su majestad? Me ofende, jajaja

    Tragándose el miedo Shassel permaneció inmutable a la espera de la verdad, ¿Qué era lo que Bakura estaba buscando? No podría ser más desesperante, él sonreía abiertamente sabiéndose invencible, paseándose alrededor de ella sin mencionar palabra…


    Bakura: Me encanta el olor del miedo en las personas, es excitante…
    Shassel: ¿Miedo?
    Bakura: Miedo a la verdad su majestad, sus ojos me lo advierten, solo que aún no lo entiende, pues usted no puede amarlo, no mientras yo viva… te has equivocado Shassel, me perteneces, a partir de ahora nuestros destinos están sellados mi amor, sellados, con sangre…

    Los ojos de Shassel se abrieron con sorpresa mientras una daga le atravesaba el corazón, antes de poder reaccionar al ataque; un sabor a sangre empezó a recorrerle la garganta mientras la oscuridad la embargaba de a poco, en cuestión de segundos la vista se le nubló derribándola inevitablemente en brazos de su atacante, ya no podía percibir nada más que el aliento de Bakura golpeándole la nuca, ¿qué estaba pasando? Su aliento empezaba a cortarse, el aire se le había vuelto más pesado y hasta el respirar le era tormentoso, sus débiles latidos empezaron a desaparecer al compás de un baile macabro, ¿Acaso ese sería el final? Mientras el siniestro puñal abandonaba su cuerpo, sus bellos ojos se apagaron rodeados en un gélido abrazo.

    Pensamientos de Shassel: Qué frío… no puedo soportarlo más, Atem… perdóname…

    Bañadas en sangre las manos de Bakura rodearon la delicada cintura de Shassel marcando sobre ella un enfermizo camino de caricias.

    Bakura: Ahora serás mía, solo mía, nada podrá separarnos mi adorada reina de las sombras.

    La sonrisa en su rostro lo decía todo, había triunfado, o al menos eso parecía, tras verla cerrar sus hermosos ojos de esmeralda, empezó a arrullarla sutilmente en sus brazos mientras susurraba una extraña canción de cuna, estaba extasiado, el solo hecho del silencio de su víctima le causaba un placer indescriptible, el momento había llegado, valiéndose de las puntas de sus dedos, dio principio a un extraño ritual, después de delinear el rostro de su víctima con misteriosos símbolos egipcios, acercó su rostro al rostro de Shassel y la besó apasionadamente ignorando por completo su estado.

    Bakura: Hora de irnos mi amor.

    Con una delicadeza impropia de su ser, depositó el cuerpo de Shassel en el suelo decidido a continuar su extraño ritual, a solo un segundo de cumplir su verdadero objetivo los inevitables designios del destino hubieron de salvar a Shassel de un terrible final, antes de que Bakura pudiera pronunciar palabra, una densa capa de humo plateado devoró el cuerpo de Shassel sin dejar rastro alguno.

    Bakura: ¡No! ¡Cómo te atreves a quitármela!

    Irritado y gritando un sinfín de maldiciones; Bakura desapareció entre las sombras buscando de alguna forma mitigar su rabia, ahora solo había una cosa que podía hacer…

    Pensamientos de Bakura: No me dejas opciones mi amada Shassel, ahora deberé destruir aquello que más amas…

    Dentro del palacio, en el barandal de un lujoso balcón, Atem miraba las estrellas invadido por devastadores sentimientos de culpa.

    Pensamientos de Atem: Y pensar que, fue en un balcón como este que decidiste confiarme tu vida, mi amar si tan solo, pudieras perdonarme…

    Diminutas y sentidas lágrimas empezaron a rodar por su rostro buscando ansiosas limpiar la culpa que lo acometía, sin embargo, y pese a su dolor no podía evitar pensar en ese extraño dolor que asaltaba su corazón desde hace un par de minutos impidiéndole respirar con normalidad.

    Atem: Shassel…

    Dijo sobresaltado sin saber aún por qué, como una fiera enjaulada que busca libertad, Atem empezó a recorrer su habitación sin razón justificable, se sentía al borde del abismo y solo deseaba saltar.
    Guiada por la preocupación de Atem, la densa nube plateada que salvó a Shassel empezó a entrar rápidamente en aquella habitación depositando ante los asombrados ojos del joven, el ensangrentado cuerpo de su amada.

    Atem: ¡Shassel! ¡Mi amor! ¿Qué te ha ocurrido?

    Para el joven Faraón el final estaba más que anunciado, el mismo Egipto podía destruirse sin que a él le importase siquiera un mínimo, ahora que su mundo había sido destruido, nada tenía importancia ya.

    Atem: Mi amor, lo recuerdas, prometimos que siempre estaríamos juntos, aún más allá de la misma muerte… te juró que no te defraudaré mi vida, espérame un poco, pronto volveremos a estar juntos…y esta vez nadie podrá separarnos…

    Tras dejar el cuerpo de su amada en una especie de sofá, se encamino velozmente en dirección a una hermosa estatua de oro que lucía entre sus manos una afilada espada, sin pensarlo dos veces empuño la espada entre sus manos y…
     
  15.  
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    4185
    CAPÍTULO XV.- SECRETOS MORTALES

    Mahado: Faraón, no lo haga.

    Gritó Mahado mientras apartaba de un golpe la espada de manos Atem.

    Atem: Déjame Mahado, déjame, por piedad.
    Mahado: ¿Qué está diciendo? ¿Cómo pudo pensar siquiera en terminar con su vida?
    Atem: Yo… no puedo Mahado, no puedo seguir viviendo sin ella, es mi vida misma no lo entiendes.

    Mahado miró el cuerpo de Shassel y no supo que más decir, ahora podía entenderlo todo, mientras las dudas en su cabeza se incrementaban, Atem permanecía en el suelo aferrado a los recuerdos de su adorado amor.
    Ninguno decía palabra, de hecho, ninguno sabía que más decir, pese a su magia, Mahado sabía que no había nada que el pudiera hacer para regresar a la vida a la esposa de su amigo, se sentía tan despreciable por ello que apenas podía mirar el cadáver de Shassel sin sentir una sofocadora mezcla de rabia e impotencia.
    De pronto, una hermosa y a la vez cegadora ráfaga de luz inundó el lugar formando entre su resplandor la figura de una delicada mujer que emergió oportunamente ante los incrédulos ojos de aquellos dos hombres.

    Isis: Su majestad.

    Retumbó en el devastador silenció; la voz de aquella joven mientras hacía una reverencia, con la mirada serena y el paso firme, Isis se encaminó hacia el cuerpo de su amiga sin decir nada más.
    Tras limpiarle el rostro con las manos envueltas en luz, Isis empujó su mano sobre el pecho de Shassel abriéndose paso hacia su corazón, tras pronunciar un antiguo rezo egipcio; Isis empezó a retirar lentamente la daga que hace solo unos minutos atrás había amenazado extinguir la vida de Shassel.

    Isis: Shassel, despierta, despierta por favor.

    Tanto Atem como Mahado miran confundidos la escena sin saber cómo actuar, ¿Acaso Isis planeaba revivir a Shassel?, era imposible, ¿Quiénes eran en realidad aquellas jovenes?
    El corazón de Atem latía desenfrenadamente al ver como un brillo celeste reparaba el corazón de Shassel cerrando su herida lentamente, ansiaba tanto volver a verla sonreír, a pesar de sus miedos, en el fondo de toda la bruma de su corazón brillaba imperativamente el inefable deseo de volver a ver a su amada princesa.

    Isis: Descuide su majestad, estará bien.
    Atem: ¿Bien? ¿Cómo es posible Isis, es que acaso no estaba muerta?
    Isis: Pues la verdad, es que…
    Atem: Habla Isis, te lo ruego.

    Isis tardaba demasiado en contestar, la verdad no estaba segura de que ellos pudieran entender la auténtica realidad de su joven amiga, nadie más que ella sabía acerca de aquella oscura identidad, ni siquiera la propia Shassel tenía noción de su verdadero ser, tras tantos años de silencio como poder explicárselo a alguien sin destrozar la única oportunidad de Shassel. El corazón de Isis estaba dividido entre la realidad de su secreto y los ojos de su querido Mahado, más allá de su propio ser, el dolor la derrumbaba al saber su amor imposible, se sentía perdida, no tenía más opción que permanecer con la mirada baja intentando de cierto modo desaparecer de su presencia.

    Atem: ¿Isis?
    Mahado: ¿Isis?

    La mirada de Mahado lucía triste y anhelante de amor, ni él entendía como pudo renunciar a tan encantador ser, superando su lógica y sus anteriormente firmes paradigmas, permaneció expectante fijando su mirada en el rostro de aquella silenciosa mujer, estaba decidido; tras ver el sufrimiento de su amigo, finalmente pudo entender que era preferible la muerte a tener que permanecer alejado de la mujer que; por primera vez en su vida; logró amar en realidad.

    Isis: Lo lamento su majestad pero…
    Atem: Isis, te lo ruego, es mi esposa, jamás podría perdonarme si algo le sucediese a Shassel, por favor Isis, si hay algo que deba saber dímelo, estoy preparado para enfrentarme a cualquier desafío.
    Isis: Su majestad…

    Ella lo sabía, no podía ocultarle la verdad, al menos no a él, ahora que tanto Shassel como él formaban parte de la misma esencia, el fatal destino que antes le aguardaba solitariamente a su querida amiga ahora le aguardaba también a Atem. Debía prevenirlo, quizás, con un poco de suerte, toda esta pesadilla llegaría a tener un feliz final.

    Isis: Yo… me temo que tengo algo muy importante que decirle mi Faraón... lo lamento pero, no les queda mucho tiempo mi señor, las tinieblas han empezado a devorar la luz de Shassel, lamentablemente la daga con la que la atacaron era una arma muy poderosa traída de las mismas entrañas del infierno, me temo que; la terrible profecía que amenazaba extinguir la vida de Shassel desde su nacimiento a empezado a cumplirse.
    Atem: ¿Profesía? ¿Qué estás diciendo Isis? No puede ser posible, morir… ¿Por qué? Habla por favor.
    Isis: Es una larga historia mi señor, fue hace tanto tiempo, ella aún no había nacido…

    …………………………………………………………………FLASHBACK…………………………………………………………..
    Egipto, 19 años atrás…
    El valle del Nilo no podía vivir días más felices que aquellos, fecundidad y abundancia, paz y regocijo, nadie pensaba siquiera que la sombra de la guerra estaba por devastarlos, Akunankanon era un Faraón muy poderoso y compasivo, todo el reino lo admiraba tanto a él como a su reina, aunque aún no tenían descendencia, todo el imperio esperaba ansioso la llegada de un heredero.
    Desgraciadamente, fue esa misma poderosa fecundidad lo que atrajo sobre el reino una nube de desgracia y muerte, numerosos imperios amenazaron invadir Egipto desatando crueles guerras a lo largo del valle, el imperio estaba a punto de caer.
    Desesperado, Akunankanon refugió sus esperanzas en la soledad del templo: rogándole a los dioses durante días enteros, se apiadaran del pueblo egipcio y los liberara de sus enemigos, por otra parte, Akunadín; el hermano menor del Faraón; buscaba exasperadamente la solución, casi al borde de la locura estaba dispuesto a intentar cualquier medio posible, estaba cansado de acatar las pacificas ordenes de su hermano, tras buscar en millares de escritos secretos; se decidió a dar vida a un antiguo y peligroso ritual milenario; sin que él pudiera advertirlo, su desesperación lo había llevado por el camino equivocado, no podía, no permitiría que su amado Imperio cayera debido a la debilidad de su hermano. Guiado por la oscuridad que empezó a nacer en su corazón, Akunadín le pidió a su hermano consintiera otorgarle un ejército de soldados para salvar al Imperio, sin embargo nunca le informó sobre sus verdaderas intenciones, dubitativo; Akunankanon consintió la petición de su hermano ignorando el caos que se iba a desatar en un futuro no tan lejano. Escoltado por todo el ejército Egipcio Akunankanon abandonó tras de sí no solo el Imperio que tanto amaba sino también a su esposa, su pequeño hijo y; su alma, tras cansados días de viaje Akunadín llegó a una pequeña aldea llamada Kuruelna donde, enceguecido por la ambición de su corazón, no vaciló en sacrificar la vida de toda esa aldea, a fin de conseguir el poder que necesitaba para destruir al adversario, tras ofrecer miles y miles de vidas a terribles demonios de la oscuridad pudo obtener de las entrañas del infierno; un pequeño arsenal de armas devastadoramente poderosas, fue así; como la sangre y el odio de millares de almas dieron vida a 7 artículos de la oscuridad denominados desde ese entonces Artículos Milenarios.
    ………………………………………………………FIN DEL FLASHBACK…………..………………………………………….

    Atem: No puedo, simplemente no puedo creer semejante historia, eso quiere decir que, el rompecabezas del milenio que traigo en mi cuello es…
    Isis: Me temo que si su majestad, es uno de los siete artículos del milenio.
    Atem: Mahado, puedes creerlo, es tan increíble que… ¿Mahado? ¿Qué te ocurre?

    Mahado apenas podía creer que Isis supiera aquella historia, ¿Cómo era posible que ella conociera el terrible secreto que envolvía a los milenarios artículos de las sombras?, tras años de silencio, el Faraón finalmente supo la verdad.

    Mahado: Lamento habérselo ocultado mi señor.
    Atem: ¿Qué dices?
    Mahado: Su padre me ordeno protegerlo de esta terrible verdad su majestad, y ahora, me temo que he fallado en mi misión.
    Atem: Es decir que tú… ¿Cómo pudiste ocultármelo Mahado?
    Mahado: Lo lamento su majestad, pero no podía…
    Isis: Romper un juramento tan valioso.

    La actitud de su rostro había cambiado, la tristeza de su corazón afloraba a cada palabra, después de todo, ella entendía perfectamente lo que significaba tener que guardar un secreto letal.
    Al verla defender sus motivos, Mahado bajó la mirada con un cierto grado de vergüenza, apenas podía creer que ella fuese capaz de defenderlo, ¿Por qué?

    Isis: Faraón…

    Atem permanecía inmóvil en medio de aquel cumuló de información, ¿Cómo, cómo era posible permanecer tanto tiempo en la oscuridad?

    Isis: Aún hay más…
    Atem: ¿Más…?
    Isis: Tras la caída de los enemigos egipcios a manos del invencible poder de los artículos del milenio, Egipto pudo vivir finalmente días de paz y poderío inigualable, ningún otro imperio hubiese siquiera pensado en oponerse a la gloria del todopoderoso Egipto, de hecho todos los imperios empezaron de a poco a rendir digno homenaje al todopoderoso Imperio del Nilo...

    …………………………………………………………………FLASHBACK…………………………………………………………..
    Egipto, 18 años atrás

    El día era sofocante, el calor abrasador, ante la inclemencia del tiempo todos aguardaban tranquilos en su casa a la espera de un poco de frescura, era un día como cualquier otro, o al menos eso parecía, de improviso, ante los ojos de un asombrado pueblo, en el horizonte apareció el reflejo de una lujosa caravana que se acercaba a pasos agigantados en dirección del Imperio Egipcio, tras verla adentrarse tan repentinamente en el Imperio, la curiosa natural propia de las masas incautas movió a todos los pobladores a abandonar la tranquilidad de sus casas e ir en dirección del palacio.
    Rodeado por un tumulto de gente, el carruaje se detuvo de inmediato en el umbral del palacio del Faraón a la espera de la persona que los había mandado llamar.

    Akunadín: Abran las puertas del carruaje.

    Ordeno severamente el respetado sacerdote. inmediatamente las puertas fueron abiertas, y el misterio revelado.

    Akunadín: Ha pasado tanto tiempo viejo amigo.
    ¿?: Demasiado diría yo viejo amigo.

    De lo profundo del ostentoso carruaje emergió la figura de un poderoso hombre lujosamente ataviado, de profundos ojos de esmeralda pulida y singular cabello de fuego encendido, el pueblo entero estaba fascinado, nunca antes habían visto alguien igual, más que un rey parecía un guerrero que había descendido de los mismos brazos del todopoderoso Ra.

    Akunadín: ¿No me digas que has venido solo?
    ¿?: No, como podría Akunadín, la distancia sería insoportable.
    Akunadín: Veo que no has cambiado nada, en fin, antes de que esto se vuelva un caos permíteme presentarte querido amigo. Querido pueblo, permítanme presentarles a un muy apreciado amigo mío, su nombre es Sneferu, Rey de Dacaria, y será nuestro invitado por algún tiempo.

    Inmediatamente, todo el pueblo reunido se apresuró a presentar sus respetos al distinguido invitado ofreciéndole una reverencia como muestra de respeto y aprecio.

    Sneferu: Me alegro de veros de nuevo mi muy amado pueblo Egipcio, para mí y mi familia es un honor volver con ustedes.

    La amplia sonrisa de aquel poderoso rey conquisto de inmediato a todos, sus ojos desbordaban confianza y sus palabras llenas de alegría y sincero cariño fueron como una brisa refrescante en aquel caluroso día.

    Sneferu: Pueblo egipcio, permítanme presentarles a mi amada familia.

    La vista de todos se centró inmediatamente en las puertas del carruaje, mientras el joven rey se acercaba a la puerta del carruaje extendiendo su vigorosa mano, al cabo de un segundo la vista de todos hubo de iluminarse por la presencia de una hermosísima joven extranjera, que caminaba segura del brazo del rey de Dacaria, el asombro de los presentes solo pudo aumentar cuando del fondo del carruaje emergieron dos pequeños infantes: niño y niña siguiendo alegremente a la joven pareja.

    Akunadin: No puedo creerlo Sneferu, dos niños, y por lo que veo un tercero viene en camino.
    Sneferu: Que puedo decirte Akunadín.
    Akunadin: Bueno, pues supongo que podrías empezar por presentarme querido amigo.

    Akunadin estaba más que deslumbrado, cautivado por la belleza de aquella divina joven, sus hermosos ojos de esmeralda, su deslumbrante cabellera de oro y su blanca piel de algodón empezaban a desquiciarlo, no podía creerlo, era la esposa de su mejor amigo, ¿En qué estaba pensando?

    Sneferu: Tienes razón, Akunadin te presento a mi querida esposa; Jade, y a mis dos pequeños hijos: Anubis y Raia.
    Jade: Es un honor conocerlo señor Akunadin, mi esposo ha hablado mucho de usted.
    Pensamientos de Akunadin: Jade, Jade, que hermoso nombre, tan hermoso como…
    Sneferu: Akunadin no vas a decir nada.

    Akunadin se había sumergido tanto en sus ideas y en los hermosos ojos de Jade que había perdido por completo la noción del tiempo y el espacio.

    Akunadin: Este, es un placer señora Jade… Lo lamento, les parece si continuamos nuestra conversación en el palacio, síganme por favor.
    Sneferu: Claro, vengan niños, no se separen de mi lado por favor.

    Akunadin los guio orgulloso por los corredores del palacio que él había ayudado a construir, tanto Sneferu como su familia estaban fascinados, la exquisita decoración era más que deslumbrante, todo el palacio era una expresión de gloria y poderío, tras caminar por largo tiempo dentro de las instalaciones del palacio, Akunadin llegó finalmente a la sala del trono, era momento de presentarlos a todos frente al Faraón.
    Tras abrirse las suntuosas puertas de ébano y oro, la familia completa se encontró frente a un salón llenó de cortesanos y guardianes que vigilaban celosamente la seguridad del Faraón Akunankanon.

    Akunadin: Hermano, (dijo el sacerdote acercándose humildemente al trono del Faraón), lamento interrumpirte, pero…
    Akunankanon: ¿Dime hermano, han llegado ya?
    Akunadin: Sí hermano, están aquí.
    Sneferu: Mi Faraón, (dijo el joven rey mientras hacía una reverencia), lo lamento tanto.

    La familia entera presentó reverencia ante aquel poderoso rey, mientras él miraba con tristeza a aquella hermosa familia.

    Akunankanon: Lo siento tanto Sneferu, Jade, aun no entiendo cómo pudo pasar.
    Sneferu: Lo importante, es que el bebé está bien, Akunankanon, ahora es cuando debemos ser más fuertes, no lo por Shania sino también por… su hijo.
    Akunankanon: La amaba tanto Jade, aún no puedo creer que ya no esté a mi lado.
    Jade: Mi Faraón, lo lamento tanto, sé bien lo mucho que ambos se amaban, no tienes por qué sentirte culpable, la decisión de mi amiga no fue sino solo una prueba más del infinito amor que ella sentía por usted, ahora la entiendo, y sé, que si yo hubiese estado en su lugar; seguramente hubiera hecho lo mismo, prefería perder mi vida a ver destruido el fruto del amor que cuido tan fervorosamente en mi ser.
    Sneferu: ¿Jade?
    Akunankanon: Lo sé, pero aun así…
    Jade: Akunankanon, debemos ser fuertes, por el bebé, por Egipto, ahora te necesitan más que nunca.
    Akunankanon: Tienes razón, mi hijo, como pude ser tan descuidado, vengan deben conocerlo, es tan hermoso, no hay duda que es el vivo retrato de su madre.

    Intentando disimular su tristeza, Akunankanon guió a Sneferu, Jade y los pequeños por un amplio corredor decorado con piedras preciosas y tallados egipcios hacia la segunda planta del grandioso palacio.

    Akunankanon: Hemos llegado.

    Tras abrir una puerta de gran tamaño se adentraron en la habitación de un infante que dormía apaciblemente en el interior de una cuna de oro laboriosamente tallada, las niñeras del joven príncipe postraron sus rodillas ante la presencia del Faraón Akunankanon.

    Akunankanon: Déjenos solo por favor.

    Siguiendo su mandato las jóvenes doncellas se retiraron de la habitación inmediatamente.

    Jade: Es tan hermoso, (dijo la joven reina mientras tomaba al infante en sus brazos).
    Sneferu: Akunankanon, a nombre de mi pueblo permite felicitarte, seguramente tu hijo se convertirá en la luz más brillante de Egipto.
    Akunankanon: Seguramente.
    Jade: Y dime ¿Cómo se llamará?
    Akunankanon: Atem, ese fue el último deseo de su madre.
    Jade: Atem, que el todopoderoso Ra guie tus pasos.

    El tiempo siguió su rumbo y conforme pasaba los días el embarazo de Jade estaba a punto de llegar a su fin, abandonando sus propias obligaciones, la familia de Sneferu decidió quedarse en Egipto a esperar el nacimiento del bebé.
    Invadidos por la alegría de la espera, ni Sneferu como Jade pudieron prevenir la serie de sucesos que desencadenarían el final de su feliz existir.

    Némester: Puje mi señora, puje. Ya falta poco.

    El dolor era insoportable, el cansancio agotador, habían pasado ya 13 horas y aún continuaba el trabajo de parto, mientras su joven esposa sufría para traer a su hijo o hija al mundo, Sneferu oraba fervientemente en busca de un poco de alivio.

    Jade: ¡¡¡No puedo más!!!!
    Nemester: Ya puedo verle la cabecita, no se rinda mi señora, solo un poco más, puje.

    Sentía desmayarse, era como si se le desgarrase el alma en cada suspiro, apenas podía soportarlo, tras un último arranque de energía…

    Nemester: Es una niña mi señora, es una niña

    Fue lo último que pudo escuchar antes de caer en brazos del sueño, una niña, retumbaba en su mente sin parar.
    El caos empezó a desatarse, y todos corrían sin saber qué hacer.

    Sneferu: ¿Qué es lo que ocurre? díganme la verdad
    Nemester: Su vida está en riesgo, el parto fue complicado, mi señora está muriendo señor, no creo que la señora sobreviva la noche.

    Con lágrimas de rabia y tristeza Sneferu permaneció inmóvil frente al lecho de su esposa, no podía ser verdad, su amada Jade. Mientras enloquecía a pasos agigantados, su pequeño hijo –anubis se acercó con lágrimas en sus ojos junto al lecho de su madre.

    Jade: Anubis, mi pequeño Anubis ¿sabes dónde está mi pequeña Shassel?
    Sneferu: ¿Shassel?
    Jade: Sí, Shassel (su voz empezaba a apagarse)
    Anubis: Por favor, madre no te esfuerces demasiado, necesitas descansar.
    Jade: Mi amor, mi pequeño Anubis prométeme que cuidaras de Shassel, te necesita.
    Anubis: Lo prometo madre, lo prometo

    Deseaba tanto poder salvarla, y despreciaba tanto la vida de la pequeña, no podía aceptarlo, no quería cuidar a la bebé, detestaba tanto su solo existir.

    Jade: Sneferu, te amo tanto, cuida a mi pequeña Shassel, por fa…

    El silencio invadió el salón, lo inevitable había ocurrido, Jade estaba muerta y con ella, la endeble bondad del corazón de Sneferu.
    Conforme los días pasaban, Sneferu se convirtió lentamente en un frío bloque de hielo, la muerte de su amada Jade lo había destruido, despreciaba tanto la presencia de la pequeña que…

    Akunadin: Amigo mío es necesario que te retires tan pronto.
    Sneferu: Akunadin creo que ya hemos abusado de su bondad demasiado tiempo, nuestra tierra nos necesita, y además…
    Akunadin: Entiendo, yo también perdí a mi esposa hace tiempo.
    Sneferu: Sí pero al menos no fue tu hijo el que causo su muerte.
    Akunadin: ¿Qué te ocurre Sneferu?
    Sneferu: No puedo Akunadin, no puedo cuidar de esa bebé, solo pienso en abandonarla a su suerte y así librar mi alma de este terrible peso.
    Akunadin: Sabes, mis sabios dicen que esa pequeña se convertirá en una poderosa hechicera, tal vez deberías reconsiderar tu decisión.
    Sneferu: ¿Reconsiderar?, a mí que podría interesarme el destino de esa niña sí, mi amada Jade tuvo que morir para…
    Akunadin: Mmm, ya veo, si esa es la situación, que te parece entonces, si por el bien de todos, hacemos un trato.
    Sneferu: ¿Un trato?
    Akunadin: Entrégamela, si es verdad que no te interesa en lo más mínimo el destino de esa pequeña, entonces dámela a mí.
    Sneferu: ¿Serias capaz de recibir en tu hogar a un ser tan despreciable?
    Akunadin: ¿Y por qué no? Sabes, es más, inclusive estoy dispuesto a respetar su ya conocida tradición.
    Sneferu: ¿Tradición?

    Antes de que Sneferu pudiera asimilar las palabras de Akunadin, sus ojos se deslumbraron ante la presencia de 20 cofres repletos de piedras preciosas y ornamentos de oro y plata.

    Sneferu: ¿Piensas casarla con tu hijo?
    Akunadin: Por supuesto.
    Sneferu: Estás loco, un ser tan insignificante como ella; casada con tu hijo Seth, imposible, si de matrimonio se trata, preferiría que consideres a mi hija Raia, es hermosa y seguramente sería una mejor esposa que Shassel, esa niña solo serviría como esclava o agricultora.
    Akunadin: Lamento decirlo amigo, pero no estoy interesado en Raia.
    Sneferu: Uhm,Como quieras, y dime ¿tienes listos los papeles?
    Akunadin: Por supuesto.
    Sneferu: Acabemos con esto de una vez para que pueda irme de una vez, tú te quedarás con ella y así podré finalmente ser libre.
    Akunadin: Sígueme por favor.

    Fue así, como guiado por el dolor y la avaricia, Sneferu vendió el destino de una inocente pequeña.

    Sneferu: Anubis, Raia, vámonos.
    Anubis: Sí padre.

    Ya casi salían del palacio cuando el pequeño Anubis notó que algo andaba mal.

    Anubis: Padre, ¿Y mi hermana?
    Sneferu: Acaso no ves que está a tu lado.
    Anubis: No, Shassel, ¿Dónde está mi hermana Shassel?
    Sneferu: Olvídala, está muerta.
    Anubis: ¿Muerta? No puede ser, estás mintiendo.
    Sneferu: Te atreves a llamar mentiroso a tu padre.

    Los ojos de Sneferu brillaban llenos de odio y crueldad, Anubis apenas podía creer que ese hombre fuera su padre, invadido por el temor el pequeño infante se alejó corriendo en dirección al palacio del Faraón.
    Lleno de rabia Sneferu se apresuró a perseguir a su hijo, si él descubría la verdad, quién sabe lo que podría pasar.

    Sneferu: Raia, espérame aquí, en seguida vuelvo, solo iré por tu hermano
    Raia: Sí.

    Tan rápido como pudo, Anubis corrió por el palacio en busca del Faraón Akunankanon, no sabía en quién más confiar, a pesar de su tierna edad, tenía muy claro que algo malo estaba pasando, Shassel no podía desaparecer así porque sí, algo debió pasarle, y por la memoria de su madre, jamás permitiría que nadie los separara.

    Anubis: Su majestad.

    Gritó el pequeño adentrándose impulsivamente en la sala del trono, no sabía que más hacer, el miedo en su corazón estaba a punto de obligarlo a llorar.

    Akunankanon: Pequeño Anubis, ¿qué te ocurre?
    Anubis: Mi hermana, mi hermana Shassel, no la encuentro
    Akunankanon: ¿Cómo es posible? Guardias, búsquenla inmediatamente.

    Mientras la guardia real se apresuraba a registrar el palacio centímetro por centímetro, el Faraón Akunankanon, arrullo amorosamente entre sus brazos al pequeño niño, lo veían tan triste que no sabía cómo más actuar.

    Sneferu: Anubis, ¿Qué has hecho?

    Gruño el enfurecido padre, mientras alejaba de un tirón al infante de brazos de su majestad, su furia era tal que no le importó golpear su pequeño cuerpo contra el piso, solo deseaba marcharse de aquella tierra maldita y olvidar con el tiempo el dolor de su perdida.

    Akunankanon: Sneferu, ¿Qué estás haciendo? ¿Cómo puedes tratar así a tu hijo?
    Sneferu: Su majestad, con el debido respeto, no creo que deba interferir.
    Akunankanon: Por todos los dioses, que te está pasando Sneferu, reacciona.

    Los ojos de Sneferu ardían con la rabia de mil demonios, el aura de su locura invadió rápidamente el salón sumiéndolo en un miedo indescriptible, confundido por la actitud de su padre, el pequeño Anubis se levantó del piso y corrió en busca de la protección del poderoso Faraón Akunankanon mientras los ojos de todos los presentes se posaban en la figura de aquel hombre iracundo.

    Akunadín: ¿Qué está pasando?

    Tras medir las consecuencias y calcular los riesgos, Akunadín tomó una decisión, no podía permitir que su hermano descubriera el contrato que había fraguado, no cuando el futuro de su hijo estaba en riesgo, no lo permitiría, tras reconocer a Sneferu como un peligro latente era preciso desaparecerlo lo más pronto posible.

    Pensamientos de Akunadín: Lo lamento Sneferu, pero no puedo permitir que arruines todo.
    Sneferu: ¡Akunadín! ¿Qué estás haciendo?
    Akunankanon: Hermano, has algo por favor.
    Sneferu: No te atrevas Akunadín, o te juro que….

    Valiéndose del poder oscuro que habitaba en el artículo del milenio que usaba, Akunadín invadió los pensamientos de Sneferu llenando su cerebro con ideas de odio y muerte, de dolor y venganza.
    La frágil moral de Sneferu se rompió en dos al no poder soportar el peso de la oscuridad de su alma corrupta revelarse, bañado por un odio sanguinario empuño su espada y arremetió frenéticamente contra la figura del Faraón Akunankanon, sin embargo, antes de poder completar su objetivo; una filada espada atravesó su corazón extinguiendo su vida violentamente.

    Anubis: ¡Padre!
    Akunankanon: Akunadín, ¿qué has hecho?

    Mientras el cuerpo de Sneferu se desplomaba en el suelo bañado en sangre, el pequeño niño se abalanzo rápidamente sobre el cadáver de lo que antes había sido su amado padre.
    ………………………………………………………FIN DEL FLASHBACK…………..………………………………………….

    Shassel: A...yuda….
     
  16.  
    Shassel

    Shassel Usuario común

    Tauro
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    29 Octubre 2012
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    Pluma de
    Escritora
    Título:
    El último respiro: Atem y el misterio de la Reina de las Sombras
    Clasificación:
    Para adolescentes maduros. 16 años y mayores
    Género:
    Romance/Amor
    Total de capítulos:
    16
     
    Palabras:
    1203
    CAPÍTULO XVI.- DOMINADA POR UN PODER INFERNAL

    Shassel: A…yuda….
    Atem: ¡Shassel!

    Isis detuvo de inmediato su narración al oír el grito desesperado de su querida amiga, sus manos empezaron a temblar levemente mientras por su rostro corría un sudor frío, a pesar que Shassel había podido regresar de la tumba, el verdadero peligro; estaba apenas empezando…

    Atem: Shassel mi amor, perdóname, no sabes cuánto lo lamento.

    Decía el joven enamorado mientras los ojos de Shassel se abrían lentamente revelando un temor desolador… su mirada, su hermosa mirada de esmeralda había cambiado drásticamente, sus penetrantes ojos revelaban ahora un nuevo brillo azulado mientras su cabello se oscurecían con el arrogante color del manto nocturno, su mirada destilaba fuego y animadversión, su respiración corría desenfrenada causando en los presentes un atónito recelo.
    Inmóvil, acorralado ante aquella mujer, Atem la miró detenidamente a los ojos intentando inútilmente buscar en ella un rastro de humanidad… de amor…

    Atem: ¿Quién eres tú?

    Los rojizos labios de Shassel esbozaron una sanguinaria sonrisa que casi se confundía con el odio, intentando incorporarse, aquella hermosa aunque extraña mujer elevó su figura apoyada por la fuerza de unas potentes alas plateadas que se extendían de su cuerpo, en un solo segundo y sin que nadie pudiera detenerla, la joven desapareció de la vista de todos rodeada en un reluciente fulgor escarlata.
    Nadie podía siquiera mover un músculo, solo permanecieron impávidos con la vista perdida en el infinito cielo estrellado.

    Isis: Mi señora…
    Atem: ¿Quién era esa mujer? ¿Dónde está mi Shassel?
    Isis: Ella es Shassel
    Atem: Imposible, sus ojos, esos no eran sus ojos.
    Mahado: Su majestad, tranquilícese, lo primero será buscar a la señora Shassel y…
    Isis: Matarla…

    La cara de Atem se desfiguró por completo, el pánico se apoderó de su cuerpo y empezó a caminar sin sentido por toda la habitación… Su visión, aquella terrible visión giraba por su cabeza sin descanso.
    Atem: Acaso dijiste… ¿Matarla?

    Nada tenía sentido, qué era lo que estaba ocurriendo, Atem apenas podía creer lo que estaba oyendo. Una pesadilla, seguramente solo era una pesadilla, una pesadilla de la que no podía despertar, sin poder contenerse más; sus hermosos ojos escarlata se deshicieron en atormentantes lágrimas de tristeza.

    ……………………………….

    Sigilosa, dominada por un deseo clandestino, la joven se encaminó hacia al desierto infinito en búsqueda del hechicero que la había liberado, no podía permitirle ser el ganador de la partida, a pesar de que los mil demonios le consumían el alma, su conciencia no le permitía enloquecer y caer presa de los bajos instintos que comenzaban de a poco a inundar su corazón

    Shassel: Ya me vengaré después de ti, mi amado Faraón.

    ……………………………

    Atem: Isis, ¿Qué demonios ha pasado?
    Isis: Es el pacto mi Faraón, mi querida amiga debía pagar el precio por el pacto, su padre, la vendió, y no hablo de Akunadín, él la vendió al mismo demonio.

    La joven no podía contener más el llanto, después de años de guardar la vida de Shassel, todo lo que tanto temía se había desatado, ahora no habría poder sobre la tierra que fuera capaz de detener el mal que se había desatado.
    Sobrecogida más por la idea del futuro de su amiga que por el suyo propio Isis cayó de rodillas desplomándose con todo el peso de su dolor, no podía evitar pensar en que sin tan solo hubiese hablado antes, quizás nada de esto estuviera pasando.

    Mahado: Isis…

    Dijo Mahado arrodillándose junto a ella para abrazarla en un ya tardado acto de cariño, a pesar de lo que ambos habían decidido, él no podía evitar sentir la necesidad de protegerla. Apoyándola contra su cuerpo Mahado ayudó a Isis a ponerse de pie, después de todo, ahora más que nunca necesitaban ser fuertes y tratar de resolver la situación.

    Isis: Su majestad, debemos regresar a Egipto, es necesario salvar al señor Anubis.
    Atem: ¿Anubis?
    Isis: Él es la última pieza del rompecabezas, una vez que Shassel lo maté, Zorc despertará.
    Atem: Isis, no entiendo nada, ¿Quién es Zorck?
    Isis: Es el rey de las tinieblas, todo es culpa de Sneferu, poco antes de morir, enloquecido por un odio eterno vendió el alma de Shassel y la de Anubis
    al señor oscuro con el objetivo de cobrar venganza, tras su violento asesinato decidió que jamás le permitiría seguir con vida a la tierra que le quitó a su esposa y su felicidad…
    Atem: ……….
    Isis: Su majestad, no tenemos tiempo, ahora que las sombras están en el corazón de Shassel, ella buscará cumplir el designio de Zorck y destruir todo el Imperio, no descansará hasta ver todo rastro de vida bajo las arenas, solo necesita la sangre de su hermano para continuar, ese era el pacto: Zorck despertará al recibir la sangre de dos jóvenes de puro corazón, ya tiene la sangre de Shassel así que….
    Atem: ¡Solo le hace falta la de Anubis! ¡Maldición!
    Isis: Hay algo más.
    Atem: ¿Más?
    Isis: Para mantener su poder en la tierra, y poder cumplir la alianza que hizo con Sneferú, urdió un plan en el que Akunadin cayó torpemente.
    Atem: ¿A qué te refieres?
    Isis: Los artículos del milenio, cuando él creó los artículos del milenio, creó también la puerta que conectaría el mundo de los demonios con nuestro mundo y le permitiría a Zorck destruirnos. Una vez que Shassel maté a Anubis adquirirá el poder necesario para completar su misión en esta tierra: Abrir la puerta de la destrucción no solo de este Imperio, sino también del mundo entero.
    Atem: ¡No es verdad, Shassel no podría hacer algo así!
    Isis: Me temo que mi querida amiga ya está muerta, vine aquí pensando que podría salvarla pero, ya era tarde, la oscuridad de la daga ya la había despertado.
    Atem: ¿Despertado, no habías dicho que estaba muerta?
    Isis: Su oscuridad, la daga despertó la oscuridad que dormía en ella desde el día del pacto.
    Atem: ¿Dormía? ¿Qué es lo que mantuvo dormido esa oscuridad durante tanto tiempo?
    Isis: ¿Aún no lo sé? ¿Nunca me lo dijo?
    Atem: ¿Qué has dicho? ¿Hay alguien más que sepa sobre esto? ¿Quién es?

    Al ver el rostro del joven Faraón palidecer, Isis sintió más miedo que antes, parecía que estaba al borde de un colapso, y no era para menos, en cuestión de un par de horas había perdido su amor y su esperanza, más que lástima, la joven sintió gran tristeza, pues en el fondo aún se sentía culpable.

    Isis: Anubis, él me lo contó todo.

    ……………………………………

    Las nubes corrían rápidas ocultando a la luna del brillo demoniaco de los ojos de Shassel, todo el desierto parecía temer su paso, ahora que había logrado liberarse de sus sentimientos de amor y bondad, era libre de entregarse al deseo infinito de odio que sentía al recordar la razón por la que murió.

    Shassel: ¿Cómo pudiste traicionarme Atem, cómo pudiste? Pero descuida, dame unos minutos más mi amor, no falta mucho para que nuestras almas ardan en el infierno, por toda la eternidad.
     
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