Ectoplasma

Ectoplasma

Un domingo de Abril, a medianoche, Miguel Ángel Namuncurá despertó súbitamente en su cama. Sentía su cuerpo libre de malestares y, extrañado, supo que algo no estaba del todo bien.

Se sentó en el catre y vio a sus pies una oveja. Esta no medía más de 20 centímetros de largo y con sus ojos negros, opacos, lo miraba fijamente, escrutándolo. En ese momento Namuncurá presenció por primera vez las habilidades metafísicas de Argentina, siendo este el nombre de la oveja. Una conexión espiritual, que más tarde él describiría como sensaciones olfativas, se abrió entre los dos, el humano y el animal, y conocimiento pasó de uno a otro, del segundo al primero.

Cuando finalmente volvió en si, era de madrugada. Para él el tiempo había pasado instantáneamente y los rayos del sol repentinos cerraron dolorosamente sus pupilas. Malevo, su pastor alemán ladraba rabioso contra el postigo de la puerta.

Cruzando el bosquecito de pinos que empezaba justo atrás de la conejera, un claro resplandecía soleado. Miguel Ángel corrió hacia el lugar en un estado de semi-inconsciencia, pero ahogado en ansiedad. Una vez allí miro al cielo. En el mismo momento una golondrina voló sobre él, y defecó en su frente.

En pocas semanas, el viejo Namuncurá se encontró capaz de predecir donde caería la primera gota de una lluvia pasajera, el segundo exacto de la pleamar o cuando se terminaba de cocer el último grano de arroz, y podía realizar una enorme cantidad de habilidades similares, a simple vista inservibles y vanas.

Cierto viernes, como era usual todos los viernes, Miguel Ángel se acercó al bar Firpo, a tomar vino y jugar cartas. José Luis Firpo, hijo del dueño del bar, era un ser estrictamente desagradable, desde sus 15 años se pasaba cada noche en ese agujero, molestando a los clientes, picando queso de las mesas y tomando los restos de bebida, se había cortado un dedo para evitar el servicio militar y su apariencia física semejaba a un enano que había crecido demasiado.

“Namuncurá!” gritó el gordo en cuanto lo vio, lo invitó a sentarse en su mesa, y comenzaron a jugar al truco. En la segunda ronda, Miguel Ángel pudo oler la jugada perfecta, cantó “Falta Envido” y José Luis dijo “Quiero”. Bajó las cartas y mostró el 7 y el 4 de oro, su contrincante sonrió asquerosamente revelando el 6 y 7 de basto. “Trampa” hirvió en la sangre del viejo y cayó en un trance violento que desembocó en un tenedor clavado hasta la mitad del mango, en el corazón del gordo. Después de esto corrió eufórico más de 2 kilómetros hasta su campo.

Cuando el comisario entró en la casa de Miguel Ángel, encontró a este tirado en medio de la sala, Malevo, había desfigurado su rostro y arrancado partes de su cuero cabelludo. Los médicos forenses encontraron, sin saberlo, a Argentina dentro del viejo; un grotesco teratoma con dientes, uñas y pelo ubicado en el lóbulo temporal de su cerebro.




---

He aqui uno de los primeros cuentos que haya escrito enserio, fue para el concurso literario del año pasado, del que gané el segundo lugar; y el que abrió esta nueva fase mia de escritor.

Bueno, sacando los cuentos pete que escribia a los 12 años, y los lyrics de las canciones de mi banda hardcore (nada buenas), nunca me habia puesto a escribir mucho más, hasta fin del año pasado, (y todo gracias al concurso!) ahora lo disfruto mucho e incluso me gustaria dedicarme a esto el resto de mi vida. ja! habrá que hacer mucho esfuerzo.