One-shot E de Esperanza (Días del Abecedario 2.0)

No se si lo había notado antes, pero he cambiado un poco los eventos de las cosas para que los escritos tengan coherencia y forma. Sin embargo, trato de apegarme (obviamente en caso de que no sea AU), lo más que pueda al manga/anime. ¡Gracias por leer!

E de Esperanza

―¡Ichi-nii! ¡Despierta Ichi-nii! ¡Hey, no es momento para estar haciéndose el muerto! ―esa voz que retumbaba en sus oídos con un eco inmenso no terminaba de ser procesada e identificada por su cerebro. Todavía sentía todo dándole vueltas debido al gran impacto que había tenido contra el duro suelo de su casa.

De repente el sonido de una explosión lo terminó de despertar. Inmediatamente posicionó su cuerpo por delante del de su hermana y la rodeó con los brazos para evitar que algo malo le pasara. Sintió el ardor del calor que se generó por la detonación, y supo en el instante que más tarde le tendrían que tratar las quemaduras. Ahora no tenía tiempo para eso; debía levantarse, no podía dejar que el maldito que tenía en frente destruyera a su familia. Eso era impensable.

―¿Qué pasó, Kurosaki? ¿Rindiéndote tan rápido? Debo decir que no esperaba eso de ti, después de verte cómo luchaste por recuperar tus poderes ―se burló el que había hasta ahora barrido el piso con el chico de cabello naranja.

―Cállate Ginjou ―siseó en voz baja con la voz temblándole de la rabia―. Si quieres pelear conmigo, peleemos afuera ―y sin más salió disparado por el enorme hueco del techo recién perforado.

Ichigo podía divisar desde lejos la mirada de preocupación que su hermana Karin le dedicaba, suplicándole con los ojos que no hiciera nada peligroso. Vio un poco más a la derecha y se encontró con el inconsciente rostro de su otra hermana, Yuzu. Verlas así una al lado de otra, sabiendo que Karin intentaría proteger a Yuzu de cualquier peligro sin importar si ella lo recibía, le causaba una sensación de culpabilidad enorme por haberlas puesto en esta situación.

―¡Qué lindo! ¿Intentas proteger a tus queridas hermanas? Muy inútil el intento, tanto que hasta da risa. No importa a dónde vayamos, una vez que termine contigo me encargaré de matarlas a ellas ―pausó por un segundo para ver la reacción de Kurosaki, cosa que le frustró un poco al no recibir la repuesta de terror esperada―. Pero descuida, te concederé un poco de paz y lo haré rápido para que no sufran.

Al mayor de los Kurosaki no le hacían efecto alguno las palabras de Ginjou, porque aunque sabía que no eran vacías, cuando de su familia se trataba, era capaz de surgir de las cenizas del infierno con tal de que nadie les hiciera daño. Sabía que justo antes de una pelea no era el momento para observar todas las desventajas que se tenía con respecto al enemigo, pero la fuerza superior de Ginjou tenía una diferencia abismal con la de él, y eso era un hecho.
Sin embargo, y por muy loco que sonara, todo esto no le importaba, porque sus hermanas, y se arrepentiría después por lo cursi que sonaría esto, eran su esperanza. Ellas le hacían saber que tenía alguien a quien querer, a quien proteger, y por quien pelear. Por eso cuando tuvo su pelea contra Aizen no se rindió, porque tenía esas dos luces que le impedían desviarse del camino y siempre le mostraban la vía correcta.

Mientras más se alejaba de su casa, más sus ojos perdían de vista a una Karin ocupándose de Yuzu, y más su mente imaginaba un panorama de cómo todo debía ser: su familia unida disfrutando un picnic un fin de semana en el parque. Pero ahora no era el momento para eso, ya tendría todo el tiempo del mundo para pensar en comer una vez que terminara con su enemigo.

Definitivamente lo que había pensado sobre Ginjou era cierto. No cabía duda de que tendrían que quemarle hasta la médula antes de que dejara de luchar por los que quería. Porque aunque en momentos se encontrara perdido, tenía sus dos luces de esperanza.

―Ten cuidado, Ichi-nii ―se escuchó un susurro femenino, pero a su hermano esas palabras nunca le alcanzaron porque ya se las había llevado el viento.