One-shot de Naruto - Drogas

Personajes: Ibiki Morino; Hinata Hyuuga
Palabra: LSD —aunque insisto en que no es una palabra (?)—
Actividad: palabra por palabra

Drogas​

Se negaba a hablar, eso es lo que les había dicho el equipo ANBU que trajo al ninja al departamento de investigación. Ibiki sonrió con el rostro oscurecido. Hacía tiempo que no tenía a alguien interesante en su silla de interrogación por lo que estaba más que ansioso de hacer que aquel ninja que juraba era inquebrantable, soltara la lengua. Ibiki se tomaría de personal aquel trabajo, principalmente, porque estaba ella en medio de todo.

En el momento en que Sakura le dio la noticia de que Hinata estaba en el hospital, la sangre se le heló. Pocas veces algo consiguió ponerle la piel de gallina, pero el saberla herida lo podía.

Según lo poco que sabía, Sakura la había hallado y tras ver el estado de la mujer, supo que estaba bajo la influencia de drogas, más exactamente de LSD. Ibiki no podía aceptar que alguien hubiese osado hacerle daño a ella, considerando que era una de las personas más importantes de su vida, no iba a permitirle a nadie que se saliera con la suya después de meterse con la princesa Hyuuga.

El interrogatorio terminó a medianoche e Ibiki, después de mandarla equipo correspondiente a desmantelar y traer al resto de los espías, se dio tiempo a ir a verla. No hacía falta que estuviera ahí, podría haberla mandado a casa temprano, pero Sakura insistía y no iba a estar en contra de ella cuando se trataba de su novia.

Entró a la habitación y la vio dormir. No escuchó a la enfermera, tan sólo le dirigió una de esas miradas tan imponentes que solía dar y se adentro en la habitación sentándose a su lado. Se quedó mirándola, contemplando su blanca piel, animándose a correr unos mechones de cabello de su rostro. Dirigió su mirada hacia su mano y la tomó, dándole un beso en el dorso.

Su piel contrastaba con la suya, así como tantas otras cosas que resultaban sumamente notorias entre ellos dos.

—Ibiki —pronunció somnolienta.

—Duerme, Hinata. Tienes que descansar.

Ella hizo por incorporarse en la cama y él la detuvo de hacerlo. Hinata asintió sin decir nada más al respecto, al ver su cara de preocupación, decidió no insistir o estaba segura de que Ibiki podía perder los estribos, los pocos que le debían quedar después de lo sucedido.

—¿Cómo te sientes? —Le preguntó ella a él haciéndolo reírse.

—Soy yo el que debería preguntarte eso.

—Pero tras una cara de muy pocos amigos, como si la hubieses pasado muy mal hoy —agregó ella acariciando su mejilla.

Ibiki tomó su mano y la mantuvo entre las suyas ¿Le diría lo que había pasado así como así? No, seguramente no. Él era de la generación maldita, aquella que había sufrido y perdido tanto… tanto que así, guardarse ciertas cosas para él era común y ahora, no iba a ser la excepción con tal de no causarle más penas.

Sí algo quería es que ella no tuviera esos recuerdos, dolores y experiencias, quería verla feliz y estaba dispuesto a todo por ello.

Hinata se incorporó en la cama y le dio un corto beso en los labios. Aún cuando ella tomó la iniciativa, se había sonrojado tiñendo su rostro de un rojo carmín intenso.

Ibiki sonrió y no dudó en molestarla a causa de ello, preguntándole cuándo sería el día que pudiera besarlo sin sentir vergüenza de tales acciones. Eso dejó a la princesa más que nerviosa, balbuceando incoherencias e intentando decirle que no sentía vergüenza.

Pronto, entre risas, la recostó contra su pecho diciéndole que su inocencia era algo encantador.

—No cambies nunca —le pidió dándole un beso en la cabeza.

Ella se acurrucó en su pecho y sonrió durmiéndose a su lado. Tan sólo por hacerlo feliz, siempre sería así.