Historia larga Dramela: Reina de los vampiros.

Tema en 'Historias Abandonadas Originales' iniciado por dramela rec, 10 Octubre 2016.

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    dramela rec

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    Dramela: Reina de los vampiros.
    Clasificación:
    Para adolescentes maduros. 16 años y mayores
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    Acción/Épica
    Total de capítulos:
    5
     
    Palabras:
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    Hace aproximadamente cuatro mil años cuando los humanos comenzaron a crear grandes civilizaciones, existió una en la cual vampiros y humanos vivían por igual, llamada Pirohu, en la que un suceso muy importante se llevaba a cabo, el nacimiento del primer hijo del líder de la raza de los vampiros.

    Dramos, el rey de la gran ciudad, un hombre de cuerpo grueso, piel blanca, pelo negro y ojos amarillentos y rasgados como los de un gato, vestido con ropas finas, se encontraba muy nervioso ya que el parto se había extendido demasiado, además los curanderos decidieron que no era prudente que su rey se encontrara durante el parto ya que sería demasiada presión el estar bajo la fuerte mirada de su líder.

    Dramos se mantenía de pie justo enfrente de la habitación de roca lisa donde su esposa Melan daba a luz. Solo una piel de buey obstruía su preocupada mirada.

    A diferencia de los humanos, la gestación de un vampiro de sangre pura duraba once años, siendo los últimos cinco meses cuando por fin era notorio el crecimiento del vientre de la madre.

    Repentinamente el llanto de un bebe inundo el aire del palacio.

    Ambos curanderos salieron de la habitación, su expresión era de nerviosismo y no de felicidad por su nuevo príncipe. Dramos entro inmediatamente preocupado por lo que pudiera encontrar.

    Ahí estaba su esposa en la cama de oro puro con un colchón hecho de finas telas de ceda, cargando a su hijo recién nacido.

    Dramos no pudo evitar ver los profundos ojos amarillentos y rasgados de su esposa que eran más claros que los del resto de los vampiros y su largo cabello negro que le recordaba la obscuridad de la noche.

    —Melan —dijo Dramos preocupado—. ¿Todo se encuentra bien?, ¿Ha pasado algo con nuestro hijo?

    —Él bebe está completamente bien —Melan hizo una leve pausa mientras tragaba saliva para hablar—. Pero no es un varón…

    —Una niña —dijo Dramos con una voz neutral tratando de no demostrar lo que en verdad sentía.

    Melan asintió con la cabeza mientras comenzaba a derramar lágrimas.

    —Ya veo… además su cabello es rojo… creo que procederemos con la tradición.

    La tradición en la realeza de los vampiros era muy estricta, el primer bebe del rey debería de ser un niño. De no ser así la recién nacida debería de ser sacrificada mientras su sangre era bebida por sus propios padres con lo cual creían que el próximo bebe sería un varón.

    Una práctica barbárica que solo existía con el objetivo de mantener puro el linaje del rey, según contaban los vampiros más ancianos.

    — ¿No podríamos olvidarnos de la tradición? —Suplicó Melan—. Desde hace décadas hemos tratado de tener a un hijo y hasta ahora no había sido posible. Los curanderos dicen que tal vez nunca pueda tener un hijo de nuevo…

    Dramos se quedó pensativo unos momentos.

    Romper con la tradición significaba dar la espalda a todas las generaciones anteriores de vampiros, pero tampoco quería matar a su hija aun si su esposa pudiera embarazarse de nuevo. Pero un problema más entraba en el dilema, ese color rojo de su cabello, solo lo había visto en algunos humanos en un lugar muy lejano pero nunca en un vampiro. Dramos levanto en brazos a su hija ante la temerosa mirada de Melan.

    —Lo hablaremos en una audiencia con los ancianos —dijo con una sonrisa forzada.

    —Gracias Dramos.




    En Pirohu existía un selecto grupo de veinte ancianos. La mitad de ellos eran humanos y el resto vampiros, considerados los más sabios del lugar a los cuales se tenía que acudir en caso de cualquier problema mayor, incluso el rey tenía que respetar sus decisiones.


    Un día después del nacimiento de la pequeña, Dramos y Melan se encontraban frente a los ancianos quienes los observaban desde unas gradas de roca, pero sus miradas rápidamente se volcaron sobre los otros miembros de su grupo los cuales discutían entre ellos. Todo se centraba en dos cosas: la primera era que se tenía que respetar las tradiciones mientras la segunda se basaba en el cabello rojo del bebe, ya que algunos aseguraban que podría ser una señal de un gran poder ya que ese color representaba la misma sangre que ellos bebían.

    El más anciano de los humanos se puso de pie al tiempo que el resto guardaba silencio. El hombre ya contaba con noventa años y se le complicaba moverse por sí mismo, pero aun así era el anciano más respetado de la ciudad.

    —Ya lo hemos decidido, podrán conservar a su hija —habló con una voz seca y rasposa.

    —Muchas gracias —dijo Melan sintiéndose aliviada por la decisión.

    —Pero no podrá tomar el trono cuando crezca como lo marca la tradición, primero tendrá que demostrar que lo merece, ya que esta es la primera vez que una mujer tomaría la sucesión del trono, esperamos que el rey Dramos lo comprenda.

    —Por supuesto.

    Dramos se quedó en silencio mientras les daba la espalda y se alejaba junto con Melan la cual cargada a su hija con una sonrisa en el rostro.

    Uno de los sueños de Dramos era que su heredero tomara el poder cuando el muriera, ya que los vampiros solo podían vivir en promedio mil doscientos años mientras que él ya contaba con mil nueve, varias canas en su negro cabello daban prueba de ello, por lo cual lo hacía pensar en su pronta muerte.

    —Sabes Dramos, aun no le hemos puesto un nombre a nuestra hija.

    —Seguiremos la tradición, al ser nuestra primera hija su nombre serán las tres primeras letras de sus padres, se llamara Dramel.

    — ¿No crees que ese es nombre para un niño? ¿Qué tal Dramela?

    — ¿Usar cuatro letras de tu nombre? Sí rompimos con la mayor tradición, supongo que podemos romper con esta —dijo resignado—. Dramela será su nombre.



    Dramela creció con las enseñanzas de sus padres sobre los vampiros y los humanos, el respeto que se debían tener entre ellos y el resto de las razas, pero siempre le recordaban las palabras de los ancianos sobre la posición en la que se encontraba al ser la primera mujer que podría tomar el trono tras la muerte del actual rey.

    Dramela cumplió por fin los veintiséis años, la edad que los vampiros consideraban a uno de los suyos como un adulto ya que era cuando su cuerpo dejaba de crecer y envejecer hasta cerca de cien años de su muerte natural. Pero en vez de que se celebrara, todo en la ciudad era miedo.


    Dramos se encontraba en su trono pensativo, dentro de una gran habitación diseñada para recibir a las decenas de personas que lo visitaban para resolver sus problemas, pero esta vez se encontraba solo, observado solamente por las pinturas en las paredes que representaban a sus antepasados.

    Desde hace días no había tenido la visita de su pueblo, no era necesario ya que todos tenían el mismo problema: Desde hace unas semanas muchos humanos y vampiros habían sido asesinados a las afueras del gran muro construido para proteger la ciudad. Los pocos sobrevivientes hablaban sobre humanos que se transformaban en monstruos o animales, algo que jamás se había visto antes.

    Dramos quería salir a matar a esos monstruos, para él sería fácil hacerlo ya que era el vampiro más fuerte, pero no podía salir de la ciudad ya que las reglas prohibían que un rey luchara a menos que fuera estrictamente necesario.

    Además existían más adversidades: Dramela guardaba un sentimiento de superioridad contra los humanos, convirtiéndose en una persona bastante agresiva que no dudaba en matar a cualquiera que la hiciera enojar ignorando la educación de sus padres. De hecho esa misma mañana, dos guardias terminaron heridos al intervenir cuando ella trato de alimentarse directamente de unos humanos que solo pasaban por donde ella se encontraba.

    Toda la sangre que los vampiros consumían debía ser donada por los propios humanos y no tomada por la fuerza. Un trato que beneficiaba a ambas partes, los vampiros se alimentaban y los humanos podían vivir una vida tranquila bajo la protección de los vampiros

    Las puertas principales se abrieron dejando entrar a Dramela convertida en toda una mujer con una altura de un metro ochenta y dos, tez blanca, con su cabello pelirrojo envuelto en una cola de caballo que llegaba a la altura de sus codos y de ojos amarillentos y rasgados como los del resto de su raza. Vistiendo los colores de la realeza, un pantalón negro y camisa roja con adornos tejidos con hilo de oro, solo con la diferencia de que en su cuello no portaba un collar como su padre.

    — ¿Comprendes la gravedad de lo que has hecho? —preguntó Dramos con una voz molesta

    Dramela se quedó en silencio

    — ¡Responde!

    —Es solo que tenía hambre —dijo finalmente.

    — ¿Hambre dices? —Dijo aumentando el tono de su voz—. Eso no es pretexto para atacar humanos, humanos que amablemente nos dejan alimentarnos de su sangre. Todos están inquietos por los humanos monstruo que nos han atacado y aun así te atreves a cometer actos tan horribles como atacar a los ciudadanos de nuestro reino.

    —Este no es mi reino —reclamó ella—. Tú mismo me lo has dicho, los ancianos no permitirán que yo sea la reina.

    —No lo permitirán hasta que demuestres que lo mereces, pero con actos como estos jamás lo lograras, ya eres un adulto, compórtate como tal, ahora quiero que te retires y pienses en lo que has hecho.

    Dramela lo miro retadoramente pero no dijo nada, simplemente se dio la vuelta dirigiéndose a su habitación en la cual tomó una copa de cristal con sangre para beberla recostada en la cama.

    —Deberíamos de hacer nuestros esclavos a los humanos, no tienen ningún poder, simplemente son inferiores a nosotros, solo son comida.

    Al terminar de beber la sangre, arrojo la copa contra la pared convirtiéndola en cientos de pedazos de cristal rojizo.

    —Tal vez si lograra resolver el problema de los monstruos que aparecen, sí, podría ser la reina y así poner a los humanos en el lugar que merecen.

    La noche llegó y con ello Dramela se escapaba del palacio por la parte trasera, escabulléndose por los pasillos exteriores por donde solo una sola vez al día pasaba la solitaria sirvienta para deshacerse de la basura en el viejo pozo.

    La única forma de salir de la ciudad sin ser vista era subir por el enorme muro con puntas de afiladas lanzas en lo alto, este delimitaba a la ciudad además de protegerla de cualquier ataque. Dramela levantó la vista un poco arrepentida de salir de esa forma, le esperaban casi cincuenta metros, así que empezó a escalar usando las rocas que sobresalían.

    Al llegar hasta la cima de este, se arrojó cayendo pesadamente en el suelo provocando un pequeño agujero.

    Dramela decidió adentrarse un poco al bosque rodeando el camino principal para encontrar a aquellos monstruos, pero no tuvo suerte. Al continuar avanzando encontró un charco bañado por la luz de la luna, al acercarse noto un peculiar olor, el olor de la sangre humana, inclinándose hacia ella paso un dedo tomando un poco, la cual se llevó a la boca.

    —Aún está fresca…

    Dramela siguió un rastro que salía desde el charco hacia los arbustos. Al pasarlos vio cuatro cuerpos mutilados con trozos de carne colgando de las ramas de árboles cercanos, parecía como si algo se hubiera alimentado de ellos y hubiera escupido los restos masticados al quedar satisfecho. Dramela estaba horrorizada, no era la primera vez que veía un cadáver, pero jamás había visto uno en tal estado.

    — ¿Qué clase de monstruo puede hacer algo como esto?

    Con un poco de miedo miro rápidamente a su alrededor buscando a los atacantes sin encontrar a nadie.

    Decepcionada pero un poco aliviada, se dio cuenta de que los monstruos no volverían esa noche, ya que estos no tenían necesidad de cazar más, al parecer los cuatro hombre muertos habían sido suficiente alimento.

    Dramela no tuvo más remedio que regresar.



    A la mañana siguiente, Dramela se encontraba comiendo en la mesa junto con su madre en el comedor privado.

    A pesar de poder vivir solo de sangre, un vampiro jamás se negaba a la buena comida eh incluso se decía que podían vivir varios años alimentándose solo de comida humana, pero ello tenía como consecuencia muchas enfermedades y una muerte prematura.

    Dramos no se encontraba ahí ya que habían llegado nuevas noticias sobre un ataque ocurrido la noche anterior.

    — ¿Que pasa hija? —Dijo Melan preocupada bajando el tenedor al plato—. Te vez algo distraída.

    — ¿Eh…? No es nada, solo pensaba.

    — ¿Algo de lo que deba preocuparme?

    —Es solo que… las cosas horribles que están pasando a las afueras de la ciudad…

    —Lo sé, desde que nací nunca habían ocurrido atrocidades como estas, pero no te preocupes, sé que tu padre lo resolverá.

    Dramela soltó los cubiertos y se levantó de su silla.

    —Lo siento madre, pero ya no tengo hambre…

    Dramela se retiró hacia su habitación donde se miró en el espejo de cuerpo completo, mirándose directo a los ojos.

    —Tal vez debería olvidarme de resolver esto por mí misma… esas cosas devoraron a esos hombres…

    Se encontraba muy pensativa, a pesar de ser casi tan fuerte como su padre eh incluso una buena luchadora, tenía dudas de si enfrentar o no a unos monstruos que ni siquiera había visto, pero aun así quería demostrar que merecía ser la reina, además de su deseo de poner a los humanos donde merecen.

    —No, no puedes rendirte, demuestra tu poder y deja sin palabras al consejo.

    A la noche siguiente escapó de nuevo, solo que esta vez justo después del anochecer para ver a los monstruos antes de que estos atacaran.

    Comenzó a caminar sobre el camino principal como si se tratase de alguien que paseaba. Luego de unos momentos, logró escuchar unos leves movimientos en los arbustos. Continuó caminando como si no se percatara de ellos.

    Repentinamente unos leves pasos se escucharon a su espalda y al voltear dos lobos se encontraban mirándola fijamente mientras le gruñían.

    — ¿Lobos?

    Uno de los lobos se abalanzó sobre ella saltándole a la cara con su hocico abierto tratando de morderla, con lo cual Dramela respondió con un puñetazo justo en la nariz. El impacto le quebró la nariz. El lobo cayó al suelo, pero había algo extraño, este comenzó a cambiar de forma convirtiéndose en una mujer desnuda que se sujetaba la cara mientras sangraba.

    — ¡ME ROMPIO LA NARIZ! —gritó adolorida.

    No solo eso sorprendió a Dramela, sino que además el otro lobo comenzó a hablar con una voz distorsionada.

    — ¡VOY A DESTROZARTE POR LO QUE LE HICISTE!

    El cuerpo del lobo cambiaba de forma en un enorme león, este atacó lanzándole un corte con sus garras pero era muy lento para ella. Dramela atrapó con ambas manos la cabeza del atacante apretándola con tal fuerza que el cráneo cedió en un crujido, cuyo interior se esparció por el suelo.

    El cadáver se desplomó transformándose en un humano.

    —Estos monstruos no son la gran cosa —habló confiada—. Los eh derrotado con facilidad.

    — ¿Monstruos? —Habló una voz desde su espalda.

    Al voltear observo a diez tipos, pero un joven esbelto de ojos azules y pelo negro se distinguía de los demás. Su ropa era completamente negra y adornada con varios cráneos pequeños.

    —Aquí los únicos monstruos son los vampiros —mientras hablaba, la mujer se levantó y se perdió entre sus compañeros—. Por ello vamos a exterminarlos y luego haremos lo mismo con los materialistas y magos supremos, dos de las llamadas razas superiores al igual que los vampiros.

    —Supongo que tú eres el líder —respondió Dramela.

    —Supones bien… ¿Quién eres tú?, Para ser un vampiro has puesto resistencia, no como los otros que hemos matado las noches anteriores.

    —Mi nombre es Dramela.

    —Dramela… ¿La hija de Dramos y Melan?

    —Así es —exclamó con orgullo—. Les sugiero que se larguen y dejen en paz mi ciudad si no quieren acabar como esos humanos que se transforman.

    —Qué sorpresa, la realeza viene en persona ante nosotros, déjame presentarme, soy Leviatán III —hizo una leve reverencia—. Y no somos humanos que se transforman, somos de la raza llamada amorfo, para ser más preciso, ellos son amorfos —señalo a sus compañeros—. Mientras que yo y tres más del grupo somos amorfos alfa.

    —Como si importara quienes de ustedes son el alfa de su especie —hizo tronar sus dedos.

    —De hecho sí importa, demuéstraselo Deso.

    —Entendido —se escuchó desde el grupo de amorfos.

    El amorfo llamado Deso dio unos pasos alejándose de su grupo.

    Ante la mirada de Dramela, la morena piel del amorfo se tornó azul, mientras sus ojos cafés y su cabello del mismo color desaparecían al tiempo que su cuerpo se deformaba y crecía hasta tomar la forma de un enorme ser humanoide con cuatro brazos, su cara se encontraba lisa mientras en su pecho había un solo ojo rodeado por una boca circular.

    Dramela estaba horrorizada ante lo que veía.

    — ¿¡Qué demonios es eso!? —no pudo ocultar el miedo en su voz.

    — ¿Notas la diferencia? —dijo Leviatán de forma arrogante—. Para tu desgracia morirás aquí, y no solo eso, ya que eres la hija de Dramos, no podemos asesinarte eh irnos, si se enteran que tú has muerto, Dramos saldría a buscarnos directamente y nuestro plan de hacerlos creer que solo atacamos a los viajeros y no nos atrevemos a entrar a la ciudad se vendría abajo junto con el resto de nuestros planes, así que después de matarte, mataremos a todos en la ciudad.

    — ¡Como si fuera a permitirlo! —dijo Dramela con odio.

    Se acercó al cadáver del amorfo levantándolo y mordiéndolo en el hombro. El enorme monstruo de cuatro brazos trato de detenerla pero inmediatamente Leviatán se interpuso en su camino.

    —Espera —en su rostro apareció una sonrisa.

    Dramela bebió una gran cantidad de sangre esperando absorber el poder de los amorfos.

    A diferencia del estereotipo de los vampiros, estos devén su peligrosidad al asimilar los poderes de las otras razas al beber de su sangre, a excepción de las otras dos razas superiores no había ningún poder que no pudieran obtener y usar a su placer. Aunque cada vampiro tenía un número limitado para ello, provocando que cuando absorbiera más poderes de los que podía manejar, el más viejo en su cuerpo desaparecía.

    —Ahora no solo se enfrentaran a un vampiro, si no a un vampiro con poderes de amorfo.

    —Solo espera unos momentos —le respondió Leviatán.

    La vista de Dramela comenzó a tornarse borrosa mientras se mareaba. Al centrar los ojos sobre sus manos se percató que las venas se tornaban negras, su fuerza se perdía poco a poco hasta caer rendida espalda sobre el verde pasto.

    —Olvide mencionarte algo, la sangre de amorfo es muy venenosa para un vampiro —desvió la mirada hacia sus compañeros—. Vamos, tenemos una ciudad que extinguir.

    — ¿Qué hacemos con ella? —preguntó Deso.

    —Déjala morir, sufrirá más de ese modo.

    Ante la borrosa mirada de Dramela, todos los amorfos comenzaban a transformarse y de entre todas las figuras borrosas consiguió distinguir una, parecía ser una colosal serpiente, tan grande que podría llegar hasta el cielo.

    La vampiresa intentó ponerse de pie pero solo logró quedar boca abajo. Comenzó a arrastrarse con lentitud, pero el mínimo esfuerzo se traducía en un mar de dolor. Intento sujetarse de un árbol, pero solo vomitó sangre y quedo inconsciente sobre ella.
     
    Última edición: 10 Octubre 2016
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    mastermystery

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    Interesante me gusto el concepto de una civilizacion antigua donde vivieran en paz y colaboracion humanos e vampiros, que suerte que dramela pudiera vivir a pesar de las tradiciones y los humanos cambiaformas son interesantes , al principio crei que serian licantropos seguro , pero me sorprendio ver que no lo eran y en realidad eran otro tipo de criaturas llamadas Amorfos , la historia hasta ahora se ve interesante como dije antes y espero ver como se desarollara luego.

    ¡saludos!
     
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    Dramela: Reina de los vampiros.
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    Capitulo 2: La sangre de amorfo.

    Una ciudad sin nombre se había fundado bajo tierra al pie de una montaña, ya que sus habitantes no querían tener nada que ver con el resto del mundo a menos que fuese necesario.

    Esos eran magos supremos con su hábito de esconderse, surgido con su manía de que el resto de las razas les robarían los poderosos hechizos que guardaban desde hace milenios y a diferencia de los vampiros, su ciudad era completamente de magos supremos sin ningún humano u otro ser diferente a ellos. Pero esta vez había una excepción, una vampiresa muy enferma que fue llevada a la ciudad por dos embajadores y su rey. Invitados de Pirohu para tratar un asunto delicado que comprometía no solo a esas dos razas, sino además a los materialistas.

    La vampiresa se encontraba inconsciente desde hace cinco días, solo balbuceando de vez en cuando.

    La avanzada medicina de los magos supremos había determinado que su sangre se encontraba envenenada, cosa jamás vista en un vampiro. Pero los doctores no se sorprendieron ya que desde hace algunas semanas cosas extrañas habían estado pasando, como los seres que se llaman a sí mismos amorfos los cuales son inmunes a los hechizos de los magos supremos.

    Desde que comenzaron a tratarla, hicieron cortadas en sus muñecas tratando de sacar el veneno con sanguijuelas especiales, hechizos curativos y antídotos. Todo había fracasado hasta que uno hizo una cortada con una daga hecha de metorg, un metal pseudo orgánico creado por los mismos magos supremos para apoyar algunos de sus hechizos, al parecer este absorbió la sangre envenenada.

    —No creo que esta vampiresa aguante una noche más —dijo uno de los doctores —es un veneno demasiado extraño

    —Eso es un hecho —respondió su compañero—. Simplemente deberíamos de rendirnos, nuestros hechizos curativos no funcionan, solo el metorg absorbe el veneno, pero también la sangre.

    —Sería un error dejarla morir —dijo una tercera voz desde sus espaldas—. Su sangre definitivamente pertenece a Dramos, su cabello rojo la delata. No dejare que la hija de mi mejor amigo muera al igual que él.

    Se trataba de Masuch, el monarca de los magos supremos expresando con gran seriedad lo que pensaba. Vestido con una túnica azul y capucha del mismo color que dejaba en las sombras su rostro. Este había entrado a la habitación sin que los doctores se percataran, además esa forma de expresarse solo la hacía antes de castigar a cualquiera que lo desobedeciera. Ambos doctores temblaban de miedo, a pesar de que su líder era comprensivo y generoso, jamás se le debía de contradecir cuando hablaba de esa forma.

    —Se… señor —el doctor habló con miedo mientras el otro retrocedió unos pasos—. Sabemos que quiere salvarla pero…

    — ¿Pero qué? —subió aún más la voz.

    —Todo lo que hemos intentado ha fracasado.

    —Escuche que el metorg pareciera funcionar.

    —Sí… cuando tratamos de sacar el veneno haciendo heridas en su cuerpo, el metorg lo succionó.

    —Entonces, ¿Por qué no lo usan?

    —Si lo usáramos, este absorbería toda la sangre de su cuerpo, lo cual causaría que muriera desangrada… necesitaríamos una especie de filtro… algo que solo deje pasar el veneno y no a la sangre.

    — ¿Crees que esto podría servir? —dijo Masuch señalando su collar.

    Un collar con forma de luna creciente hecha de una rara piedra color azul la cual fue regalada a Masuch por el líder supremo de los materialistas hace algunos años. Este le dijo que la piedra era capaz de absorber grandes males.

    — ¿El regalo del señor materialista…? —Dijo el segundo doctor—. Si en verdad funciona como él lo dijo es posible, solo tendríamos que unirla a la daga de metorg.

    —Permíteme esa daga —el doctor le dio la daga—. ¡Fuerza!

    Sus manos se vieron rodeadas de un brillo negro dándole una fuerza impresionante, lo suficiente para aplastar la roca contra la daga que emitió un chillido seguido por un sangrado verde, ya que el metorg es un metal orgánico que se encuentra vivo.

    La roca quedo justo en medio de la hoja de la navaja.

    —Aquí la tienes —dijo Masuch.

    —Aún hay un problema.

    — ¿Podrías decir algo que no sean problemas?

    —Lo siento señor —el doctor se encogió de hombros—. Pero ella no podrá soportar que la daga absorba todo el veneno, sería un proceso demasiado tardado.

    —Entonces haremos que el proceso sea más rápido.

    — ¿A qué se refiere señor?

    —Simplemente meteré la daga por donde toda la sangre tiene que pasar.

    —No estará pensando en…

    Antes de que lograra terminar de hablar, Masuch atravesó el corazón de la vampiresa con la daga, todos se quedaron en silencio. Básicamente acababa de matarla, pero el confiaba en que al ser hija de Dramos su corazón lograría resistir tal ataque.

    Años atrás, Dramos fue atravesado accidentalmente por una lanza creada por el líder de los materialistas, los tres luchaban entre ellos de forma amistosa cuando todo sucedió. Dramos quedo tendido en el suelo con la lanza atravesando su corazón, al retirarla este reaccionó inmediatamente como si nada hubiese pasado.

    Los vampiros podían vivir algunas horas si su corazón se detenía o era dañado, el cual se recuperaba de cualquier herida siempre y cuando el vampiro se alimentara rápidamente y la herida no fuera de gran magnitud.

    La vampiresa se sentó bruscamente mientras respiraba muy agitada con los ojos abiertos de par en par. Masuch sacó inmediatamente la daga del pecho arrojándola a un lado mientras subía la manga de su túnica acercando el brazo a la boca de Dramela.

    — ¡Rápido! ¡Bebe de mi sangre!

    Esta no dudo ni un segundo en hacerlo cuando su instinto intervino, rápidamente mordió el brazo de Masuch. Luego de treinta segundos dejo de comer mientras veía a todos confundida.

    — ¿¡Donde estoy!? —preguntó asustada.

    —Estas a salvo Dramela —Masuch intento sonar amable—. Te encuentras en la ciudad sin nombre de los magos supremos. Tal vez no me recuerdes, la última vez que te vi tenías escasos siete años, soy Masuch el líder de los magos supremos.

    — ¿Por qué estoy aquí? Lo único que recuerdo es… —Dramela se exaltó—. ¡Los amorfos!, ¿¡Que pasó con ellos!?

    —No lo sabemos, te encontramos muy enferma he inconsciente a las afueras de tu ciudad.

    —Debo de volver o mis padres se preocuparan mucho por mí.

    Masuch se retiró la capucha dejando ver un rostro con una cicatriz que empezaba en su labio y terminaba en la frente, pasando por la nariz. Su pelo negro contrastaba con sus ojos verdes, su rostro ya dejaba ver algunas arrugas.

    Se sentó junto a Dramela.

    —Hay algo que debes saber, has estado aquí por cinco días, eres la única sobreviviente de la ciudad. Todos fueron asesinados, incluso Dramos y su esposa.

    Dramela se quedó atónita al escuchar eso, pero para sorpresa de los presentes no lloro, solo agacho la cabeza. Su cara estaba completamente hundida en tristeza, todo el mundo que ella conoció ya no existía.

    —Puedes llorar si lo deseas —dijo Masuch.

    —No… No lo haré —una lagrima se escurrió por su mejilla—. Un vampiro no debe llorar…

    — ¡Ustedes dos, largo de aquí! — gritó Masuch.

    Ambos doctores salieron inmediatamente. Dramela dejó escapar algunas lágrimas más, pero seguía intentando contenerse.

    —Te diré una cosa, sé que esos amorfos vendrán aquí —afirmo Masuch—. Intentaran destruirnos, mis soldados han recabado mucha información de un prisionero, aunque se negó a hablar de detalles. Así que podrás vengarte de ellos. Solo debemos prepararnos para ese día.

    Dramela no respondió, solo limpio las solitarias lágrimas de sus mejillas y lo miró a los ojos.

    Luego de unos segundos de silencio, Dramela asintió con la cabeza.

    —Solo debes prometerme que cuando llegue el día, obedecerás mis órdenes Dramela.

    La vampiresa asintió de nuevo, no dejaría que esos amorfos continuaran con vida, aunque eso le costara la propia.





    Dramela contaba con una semana en la ciudad sin nombre. Los ataques de amorfos a las personas que se encontraban a las afueras de la entrada a la ciudad eran cada vez más comunes, siguiendo el mismo patrón que en la ciudad de los vampiros y por ende, la invasión de los amorfos se acercaba.

    Masuch había decidido entrenar a Dramela, todo sería muy básico ya que no contaban con tiempo, ambos se encontraban en una espacio creada por él. Los magos supremos podían crear con sus poderes espacios temporales, y este se encontraba vació y completamente azul. Dramela cayó de rodillas respirando pesadamente, con la ropa sucia y dañada, mientras Masuch la veía con unos fríos ojos.

    — ¿Con eso piensas vengar a tu familia? No me hagas reír Dramela, creí que serias más fuerte al ser hija de Dramos.

    —Ya te lo dije… desde que bebí la sangre de amorfo no eh podido recuperar toda mi fuerza.

    —Entonces debiste absorber sus poderes.

    —Solo conseguí envenenarme con ella…

    Una llamarada salió del brazo de Masuch, la cual roso la cara de Dramela.

    —No me gustan las excusas —habló con firmeza—. Así que ¡Atácame!

    Dramela se le quedo viendo unos momentos, su cuerpo ya no le respondía completamente y sentía dolor en todos sus músculos, pero era mejor obedecerlo que hacerlo enojar. Con sus últimas fuerzas se abalanzo corriendo y lanzándole un golpe a la cara. Él lo detuvo sujetándola por el puño.

    —Entonces aprenderás por las malas —dijo Masuch un poco decepcionado—. ¡Fuerza!

    Masuch uso el hechizo para aumentar su fuerza física. Al girar su brazo quebró por completo el de Dramela hasta el punto que una astilla del mismo atravesó la piel, ella cayó al suelo retorciéndose de dolor.

    — ¡Vamos Dramela, ódiame! ¡Ódiame tanto como a los amorfos!

    La piel de Dramela se tornó negra y escamosa mientras de su boca salió vapor.

    Masuch ya lo había visto antes. Cuando volvía a su ciudad se encontraron con unos amorfos los cuales cambiaron su color de piel a un tono amarillento para transformarse en inmensos monstruos, al parecer Dramela si absorbió el poder de los amorfos, pero este aun necesitaba mejorarse ya que lo único que logro fue cambiar su color de piel y una pequeña ala salió de su espalda.

    — ¡Eso es, enfádate más!

    Dramela se levantó temblorosamente pero casi de inmediato se desplomo inconsciente al suelo perdiendo la transformación.

    —La eh forzado más allá de su límite, pero descubrí algo interesante.


    Dramela al abrir sus ojos, se encontraba en una cama de la enfermería, mientras Masuch descansaba en una silla justo a su lado.

    — ¿Qué pasó…? Mi brazo… —dijo Dramela observándose el brazo.

    —Ya lo eh curado, las heridas físicas son fáciles —le respondió Masuch—. Lo hiciste bien, lograste transformarte… pero solo un poco.

    — ¿En serio? No… No lo recuerdo bien… después de que me rompiste el brazo, recuerdo que en lo único que pensaba era en matarte…

    —Exacto, al parecer esa es la motivación de los amorfos, y por ende la clave para usar sus poderes, aunque —hizo una pausa mientras la miraba a los ojos. —Hay algo que me preocupa.

    — ¿Qué es?

    —Desde el día en que despertaste ha rondado en mi cabeza una cosa: Tu nula reacción al beber de mi sangre. Cualquier vampiro al beber la sangre de su propia raza, mi raza o un materialista siempre reacciona igual, todo su cuerpo se llena de manchas rojas, esa es la reacción de su cuerpo al intentar absorber el poder de esa sangre, pero tú no la tuviste… tal vez al absorber la sangre de amorfo perdiste tu poder para asimilar.

    —Eso sería terrible —dijo preocupada.

    —Por eso debes de dominar por completo el poder amorfo, ya que es probable que sea el único que podrás asimilar por el resto de tu vida.

    A Dramela no le gustaba lo que escuchaba, ya que la superioridad de los vampiros dependía de su poder de asimilación. Jamás se había sabido de un vampiro que no pudiera absorber poderes, sería el hazme reír del resto de su raza y una deshonra para su familia.

    —Masuch…

    Dramela fue interrumpida por la inesperada entrada de un guardia.

    — ¡Señor, los amorfos entraron a la ciudad!

    —Un poco antes de lo que esperaba —dijo Masuch con toda tranquilidad y se colocó la capucha además de levantarse de la silla.

    Dramela se levantó de golpe corriendo hacia la salida pero fue inmediatamente sujetada del brazo por Masuch.

    —Sé que quieres vengarte pero aún no está lista, no quiero que digas absolutamente nada, lo único que quiero es que salgas de aquí. Justo al final del pasillo hay una pared falsa, derrúmbala y sigue por la cueva hasta la superficie, debes ir a tu ciudad, sé que ahí lograras controlar tu poder y enorgullecerás a tu raza.

    Masuch salió tranquilamente de la habitación ante la mirada de Dramela.

    —Supongo que tiene razón —dijo resignada.

    Dramela camino deprisa por el pasillo, un poco indecisa por el abandonar a quienes la ayudaron, pero aprendió en poco tiempo en confiar en Masuch.

    Ocasionalmente se encontró a algunos magos que corrían en dirección contraria a ella, los cuales la ignoraban tanto por la situación como por no ser de la misma raza. Llegó a un callejón sin salida done era notorio que hace unos minutos alguien había movido las piedras de la pared, probablemente obra de otros que escaparon. Pasó su mano por la pared y sintió una pequeña brisa procedente de ella, Con sus manos empujo la pared la cual cedió fácilmente.

    Una cueva se encontraba escondida detrás y sin perder más tiempo Dramela entro por ella.

    Luego de varios minutos encontró la salida.

    El sol se encontraba en lo más alto mientras el viento soplaba con fuerza, de repente se escuchó un gran estruendo seguido por un corto temblor. Media montaña se vino abajo sepultando por completo la ciudad sin nombre. Masuch y su gente no pudieron contener a los amorfos por lo cual decidió enterrarlos junto con la ciudad como último recurso.

    Si morían, se llevarían consigo sus secretos y enemigos.

    Dramela decidió no mirar atrás eh irse inmediatamente a su ciudad como Masuch se lo ordenó, después de todo ella quería ir a pesar de saber que no encontraría a nadie ahí.

    Le esperaban dos días y una noche de camino así que comenzó a correr inmediatamente.


    Dramela se encontraba exhausta, no había comido ni una sola vez desde que abandonó la ciudad sin nombre, ni siquiera se encontró algún humano del cual alimentarse en todo su camino.

    La ciudad de Pirohu se encontraba muy cerca. Dramela entró al bosque que la rodeaba. Al caminar unos minutos más por fin llegó, para su desgracia la vista que tenía era horrible.

    El gran muro construido para protegerlos ahora era una abominable figura, en sus altas paredes se encontraban las cabezas cercenadas y putrefactas de sus ciudadanos incrustadas en las puntas de las lanzas sirviendo como alimento de los buitres.

    Dramela estaba aterrorizada al ver esa escena.

    Al continuar llegó a la puerta principal la cual se encontraba completamente destrozada, al avanzar hacia el palacio se encontró con cientos de cadáveres mutilados y en estado de descomposición llenos de moscas y gusanos, su amada ciudad se había convertido en un agujero de muerte y destrucción. Las casas de madera presentaban daños por fuego y paredes astilladas, eh incluso cadáveres incrustados en las paredes cuyos huesos sobresalían de la carne chamuscada.

    Dramela evito vomitar, no podía creer que hace apenas unos días todos esos humanos y vampiros vivieran en paz, y ahora solo eran un montón de carne y huesos regados por todos lados. Temía por la horrible escena que se encontraría al entrar al palacio.

    Al llegar a este, las gruesas puertas de madera estaban destrozadas, en su interior las paredes manchadas de sangre, pero sorpresivamente libre de cadáveres. Dramela camino por el pasillo principal y entró en el cuarto del trono. Lo primero que notó fue el cadáver de su madre tendido en el piso.

    — ¡Mamá!

    Rápidamente se acercó a ella. La garganta de su madre había sido completamente desgarrada destrozando la tráquea, siendo esta la causa de su muerte.

    Dramela no pudo contener más las lágrimas al levantar su mirada y ver a su padre sentado en su trono, pero solo la mitad cuyas entrañas colgaban del asiento hasta llegar a la parte inferior del cuerpo que descansaba en el suelo.

    —Mamá… Papá…

    Dramela se lanzó llorando al suelo, ya no le importaba si un vampiro debía de llorar o no, simplemente no soportaba el dolor que aquella matanza le provocaba.

    —Voy a vengar a mi familia —dijo entre el llanto—. A mi pueblo… ¡LO JURO!

    Habló completamente furiosa mientras su boca comenzaba a lanzar vapor y su piel se tornaba negra. Nuevamente su cuerpo reaccionó ante la ira transformándose, pero esta vez su cuerpo se deformaba mientras crecía, todo su cuerpo cambio convirtiéndose en un enorme monstruo negro de piel escamosa de cinco metros de alto con enormes alas y larga cola, sus ojos amarillos brillaban mientras rugía con furia, un monstruo que después sería conocido como "dragón".
     
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    Me gusto este segundo capitulo, aunque la destrucción de la ciudad sin nombre y el entrenamiento con Masuch para mi fueron cortos pero reveladores, mostrando que Dramela absorvio parte de los poderes de los amorfos.Que triste ademas ,la masacre que sufrió la población de su ciudad incluyendo a sus padres , también es interesante que ella se haya transformada y convertido en el primer "dragón" ¿son los dragones entonces en el mundo de la historia un aspecto de los seres cambiaforma y no una especie de animal mágico?.
     
    Última edición: 15 Octubre 2016
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    Así es, los dragones no tienen nada de mágico en este mundo, solo son una consecuencia de lo que le paso a Dramela.
     
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    Ah ya me parecia los Dragònes surgieron de ella.
     
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    Dramela: Reina de los vampiros.
    Clasificación:
    Para adolescentes maduros. 16 años y mayores
    Género:
    Acción/Épica
    Total de capítulos:
    5
     
    Palabras:
    3453
    Capitulo 3: En busca de venganza

    Después de aquella dramática situación en su ciudad, Dramela por fin logró controlar su nuevo poder de amorfo, pero no antes de pasar dos días practicando su nueva habilidad. Para su desgracia no contaba con alimento ya que las reservas de sangre habían sido destruidas mientras los alimentos comunes saqueados, viéndose obligada a alimentarse de los cuerpos putrefactos de los humanos.

    Para vengar a su familia y pueblo debía encontrar primero a los amorfos, suponiendo que estos continuaran con lo que empezaron era muy probable que su nuevo objetivo fuera la ciudad de acero, hogar de los materialistas. Tal ciudad se encontraba muy lejos de ahí, con paso veloz tardaría dos semanas en llegar, podría descansar en las aldeas que se encontrara por el camino además de alimentarse, de hecho a un día de distancia se encontraba una pequeña aldea llena de humanos por la cual tendría que pasar.

    Preparo mucha ropa para su viaje, consciente de que cada vez que se transformara forzosamente la rompería, la colocó en una de las finas sabanas de la cama de su madre amarrando las cuatro esquinas en un solo nudo formando una mochila improvisada que levantó para dejar atrás su ciudad natal, pero antes de ello entro una última vez al cuarto del trono, donde arranco un medallón del trono, tal medallón no era más que un ojo amarillo y rasgado como los de ella misma hecho de oro, el símbolo de su ciudad, con una cuerda lo sujeto pegado a su cuello.

    Salió hacia el patio trasero donde dos tumbas improvisadas habían sido tapadas recientemente.

    —Padre… madre… los vengare, matare a los amorfos y a Leviatán con mis propias manos.

    Se dio la vuelta pero al dar unos pasos le llego un repentino dolor en el estómago, causado por la sangre putrefacta de los humanos que consumió.

    —Solo espero no morir antes de alimentarme como es debido.

    Sin más, salió a las afueras de la ciudad, contemplando el cielo de la mañana pensativa, ¿Sí encontrara a Leviatán podría derrotarlo?, era la pregunta que rondaba su cabeza, ya que aquel monstruo asesinó a Dramos, el vampiro más fuerte de Pirohu. Dramela sacudió la cabeza, no tenía tiempo que desperdiciar, no sin antes alimentarse.

    Dramela emprendió el viaje.



    La noche cayó cuando por fin llego a la pequeña aldea llena de humanos donde estos vivían humildemente en casas de madera y se alimentaban de la cosecha y algunos cuantos animales de corral que cuidaban en sus granjas.

    Dramela sonreía mientras avanzaba a pesar de lo exhausta que se encontraba por el viaje, pero olor a sangre fresca le invitaba a continuar.

    Un aldeano pasó junto a ella dándole las buenas noches. Dramela no respondió.

    —Que mal educada —dijo un poco molesto el hombre.

    Dramela se dio rápidamente la vuelta mientras soltaba toda su ropa. Con su mano atravesó el pecho del aldeano sin dejar de sonreír, este no pudo gritar al morir instantáneamente con los pulmones colapsados y el agujero de lado a lado que sangraba a chorros.

    La vampiresa lo acercó su boca al cuello del pobre hombre propinándole una gran mordida comenzando a alimentarse.

    Dramela lo dejo caer al suelo.

    —Sangre fresca… qué bien sabe —su rostro se llenó de una inmensa y sádica sonrisa—. ¡Pondré en su lugar a todos los humanos de esta aldea, para que todos sepan que son seres inferiores… solo comida!

    La mente de Dramela se había distraído de la venganza, entrando a un frenesí segada por su hambre y desprecio por los humanos.

    Se acercó a la puerta de la primera casa que encontró, derrumbando la puerta de un golpe. Sus habitantes se alarmaron. Mientras las mujeres gritaban, uno de los hombres al intentar proteger a su familia se acercó lanzando un golpe a la intrusa, pero esta lo golpeo en la cara con su puño destrozándole el cráneo; Los amarillentos ojos de Dramela parecían brillar en la noche mientras su sonrisa se hacía más grande cada vez, lo estaba disfrutando, gritos, desesperación y sangre, todo provocado por ella misma.

    Toda la aldea se encontraba alarmada al escuchar los desgarradores gritos de mujeres, los hombres rodearon las afueras de la casa armados con lanzas y rocas mientras todos los niños y mujeres se escondían al fondo de la aldea en un granero donde guardaban sus alimentos.

    Dramela salió de la casa lamiendo la sangre de uno de los brazos de sus víctimas, el cual había arrancado.

    Los aldeanos estaban horrorizados ante aquella vista.

    Las lanzas y piedras volaron hacia la vampiresa pero ninguna dio en el blanco ya que era muy rápida.

    Uno a uno los aldeanos caían muertos ante los golpes y mordidas, ninguno de los cuerpos se encontraba completo ya que a Dramela encontró placer al desmembrar mientras sus víctimas cuando aún se encontraban vivas y rogando piedad inútilmente.

    Las mujeres y niños esperaban en una esquina de la construcción mientras escuchaban los gritos de sus esposos y padres, de repente todo quedo en silencio.

    La puerta hecha de madera se abrió lentamente dejando ver a Dramela, su cara y ropas se hallaban completamente manchadas de sangre mientras sonreía viendo a sus próximas víctimas, el miedo de las mujeres y niños era demasiado para siquiera llorar o gritar.

    —Así conocerán su lugar, humanos.

    Dramela cerró la puerta tras de sí.

    —Saben, mi padre siempre me dijo que los humanos son admirables, han logrado sobrevivir al resto de las razas, construido ciudades y aldeas, sin mencionar sus grandes sabios y pensadores… pero yo pienso muy distinto a él… unos seres sin poder alguno deberían de estar bajo el yugo de la raza más poderosa: los vampiros. Como esclavos y alimento, por desgracia no necesito esclavos en este momento, y me encuentro satisfecha… pero el monstruo aún no se ha alimentado.

    El cuerpo de Dramela se tornó negro mientras reía con fuerza, comenzando a cambiar hasta convertirse en la criatura que ella misma llamaba dragón, pero esta vez había una pequeña diferencia en él, el medallón aún se encontraba en su cuello. Con su enorme hocico lleno de afilados dientes inicio la masacre, uno a uno eran despedazados por las garras y dientes mientras otros morían calcinados por las llamas del hocico del monstruo.

    Una pequeña niña había conseguido escabullirse entre las cajas de alimento y corrió con todas sus fuerzas hacia la salida, pero Dramela lo noto. Esta se dio la vuelta golpeando al infante con la cola, mandándola contra la pared donde se estrelló quebrándose la espalda, el dragón se le acercó dándose cuenta que aun respiraba, por lo cual levanto su pata y la dejo caer sobre la niña, dejando solo una mancha de sangre y carne molida en el suelo.

    La aldea entera había sido asesinada por Dramela la cual después de terminar con mujeres y niños, regresó a su forma de vampiro acostándose en la paja del establo rodeada de los restos de sus víctimas mutiladas.

    El transformarse le cansaba demasiado.


    El día llego mientras despertaba completamente descansada y contenta aun por lo sucedido, pero un pensamiento le llego de golpe, acababa de hacer lo mismo que los amorfos habían hecho con su pueblo.

    —No, estos solo son humanos, sus muertes no significan nada para nadie.

    Al levantarse se dirigió hacia afuera donde vio una pequeña tina llena de agua, con ella limpió toda la sangre de su cuerpo para después encaminarse a las afueras de la aldea donde se encontraba su ropa, de camino hacia ahí le quito las sandalias a un cadáver. Esta vez se colocó una falda larga de color café y un suéter blanco. Giró su cabeza en dirección a la aldea, contemplo toda la destrucción y muerte que había provocado.

    —No entiendo por qué mis padres me prohibían hacer todo esto, es muy divertido y satisfactorio —habló para sí misma, convenciéndose de que estaba bien siempre y cuando no fueran de su propia raza.

    En la cara de Dramela apareció una gran sonrisa mientras abandonaba la aldea siguiendo con su camino hacia la ciudad de los materialistas.



    Faltaban pocos minutos para el anochecer. Leviatán y su pequeño ejército de amorfos se escondían tras una colina que los ocultaba de la vista de los guardias de las torres, invadir la ciudad de acero hogar de los materialistas no sería tan fácil como las otras dos.

    A pesar de que Masuch los había enterrado vivos bajo la montaña, solo quince amorfos normales habían muerto, pero fuera de eso todo fue fácil, dejándoles solo una invasión más antes de empezar con algo mas grande.

    Para su ventaja, los amorfos podían romper cualquier cosa hecha por los materialistas como si estas simplemente fueran papel, pero eso no significaba el no ser dañado por sus armas.

    Los materialistas tenían la manía de crear armas extrañas y afiladas las cuales eran muy peligrosas y podían partir a un amorfo por la mitad sin problemas, así que había que tener especial cuidado al atacar.

    Su plan era simple, todos se transformarían antes de entrar mientras Leviatán conservaría su forma humana para tratar de pasar desapercibido hasta el lugar donde se escondía el líder materialista, que era un tipo extraño a opinión de Leviatán, o al menos eso le parecía por los raros rumores que se escuchaban sobre él y su hábito de coleccionar figuras de madera hechas por los cuchillos creados por los niños de su raza que apenas aprendían a controlar su poder

    — ¿Listo para empezar Deso? —preguntó Leviatán.

    —Cuando usted lo ordene.

    —Entonces iniciemos, voy a rodear la ciudad, y justo cuando el sol se ponga, ustedes se transforman para atacar la ciudad mientras aprovecho la confusión para entrar.

    —Entendido.

    Leviatán se echó a correr mientras su ejército se preparaba.

    Para su suerte los guardias parecía que no ponían mucha atención, de cualquier manera aprovecho los árboles y arbustos para esconderse.

    Toda la ciudad se encontraba rodeada de un bosque, no era tan frondoso ni espectacular como el de la ciudad de los vampiros, pero le serviría.

    Esa ciudad siempre le pareció extraña, los materialistas en lugar de usar madera, piedras o simple paja para construir sus casas, las construían de metal, aunque era algo lógico, después de todo ellos podían crear el metal de la nada y eso les proveía un material ilimitado.

    El sol se apagó en el horizonte, provocando que a lo lejos se escucharan los rugidos y chillidos del ejército amorfo al transformarse. Leviatán decidió esperar un poco mientras las defensas de la ciudad dejaban sus puestos dirigiéndose directo hacia sus compañeros amorfos.

    Al ver que las calles se vaciaban, Leviatán comenzó a correr hacia el centro de la ciudad ya que ahí se encontraba una inmensa construcción de metal, se trataba del palacio del líder materialista, pero algo no le agradaba, las calles estaban demasiado vacías y entre todos los materialistas solo había visto guardias, ningún solo hombre común, mujeres o niños.

    Al estar cerca del lugar, unas enormes escaleras lo separaban de la puerta principal, al subir por ellas encontró dos guardias desarmados.

    —Buenas noches caballeros, ¿Se encuentra su líder? —dijo Leviatán educadamente.

    Ninguno respondió, simplemente en las manos de ambos comenzó a materializarse espadas, Leviatán podía ver como si un polvo metálico saliera de la mano de los guardias dándole la forma a las espadas.

    —Lo tomare como un sí.

    Materialización, el poder de un materialista, el poder de crear metal de la nada, ya sea en forma de arma o cualquier cosa que ellos imaginen, dependiendo de la habilidad de cada uno.


    Dentro del palacio de acero, el líder materialista se hallaba sentado en un trono de acero forrado con telas de ceda, mirando la puerta principal. A diferencia de los otros dos líderes de las razas superiores, este era bastante joven, de pelo largo y rubio con ojos verdes y un cuerpo muy delgado, solo vestido con una bata negra. Él sabía que sus guardias no podrían con la amenaza de los seres que los invadían, solo era cuestión de tiempo para que llegaran hasta ahí, pero no les temía.

    Bebió un poco de vino de la copa que tenía a su lado.

    Junto a él se encontraba una hermosa mujer de pelo castaño y largo hasta los hombros, de ojos cafés y piel morena, su guardia personal y consejera de mayor confianza, que a pesar de la orden de escapar, había decidido quedarse a protegerlo.

    —Señor Dreyfus, fue buena idea evacuar la ciudad antes de que ellos llegaran, la información del mensajero de los magos supremos fue cierta, pero… Debería escapar junto con su esposa eh hijos —dijo la mujer.

    —Sí mi ejercito muere, yo moriré con él, después de todo, las personas que amo ya han escapado… con excepción de ti Natsu.

    —Mi deber es protegerlo, sí usted se queda yo también lo haré.

    Las puertas de acero se abrieron de golpe mientras por ella entraban rodando los cadáveres de los guardias. Leviatán entro mirando a los ojos de Dreyfus de forma retadora.

    — ¿Qué es lo que quieres? —Se levantó Dreyfus un poco exaltado al verle entrar— ¿Por qué atacas a las razas superiores?

    —Es simple —dijo Leviatán—. Quiero la extinción de las tres razas superiores, está en mi naturaleza. Los amorfos fuimos creados por Celoz para destruirlos.

    —Celoz… el primer ser con poderes, el dios de las razas… Él no era más que una desgracia para los seres con poderes, ninguna raza debiera de intentar dominar el mundo solo por ser más poderosa que las demás.

    —Podría ser, pero nuestro odio hacia ustedes no desaparecerá hasta que dejen de existir.

    —Idiotas como tú solo traen desgracias a este mundo, solo siguiendo las órdenes de alguien que murió hace miles de años.

    Leviatán se abalanzo hacia Dreyfus pero se detuvo inmediatamente cuando una cadena llena de picos golpeo el piso frente a él, Natsu había materializado un látigo hecho de eslabones de los cuales salían afiladas cuchillas.

    —Nadie puede tocar Dreyfus sin hablar primero conmigo —dijo Natsu molesta.

    De un tirón jaló la cadena para luego lanzarla de nuevo a Leviatán, el amorfo no esquivo el ataque provocando que el látigo se enredara en su brazo derecho y sus navajas le atravesaran la carne.

    — ¿Eso es todo lo que un materialista puede hacer?

    Leviatán tomó la cadena con su mano izquierda, apretándola y rompiéndola con facilidad.

    —El rumor es cierto —exclamó Natsu—. Pueden romper nuestro metal…

    —Así es, y una herida como esta no significa nada para un miembro de la familia Leviatán.

    —Suficiente —dijo Dreyfus—. Reconozco que tu raza es digna de tener en cuenta, así que yo me haré cargo —dio unos pasos y quedo justo enfrente de Natsu—. Me asegurare que solo uno de nosotros quede con vida, y esa será Natsu.

    — ¡Pero señor! —reprochó ella.

    Dreyfus tomó a Natsu de la camisa, arrojándola contra el trono en el cual cayó sentada. Antes de poder reaccionar, una pared de metal fue materializada y obstruyó cualquier intento de Natsu para volver a la batalla.

    Natsu golpeaba la pared de metal pero era inútil, el metal de su señor era mucho más resistente de lo que ella podría atravesar.

    —Señor —dijo ella mientras se sentía impotente.

    Se levantó del trono dirigiéndose a la pared del fondo pateando una placa de metal falsa de la cual dejo a la vista un pasadizo de escape, no le quedaba otra cosa que huir y reunirse con la familia de su señor.

    Miró de nuevo la pared con los ojos llorosos, no quería abandonarlo, pero no podía hacer nada para remediarlo.

    — ¿Sabes que no la dejare escapar verdad? —Dijo Leviatán—. Pronto la matare.

    —No podrás hacerlo.

    —Simplemente me transformare y destruiré todo a mi pasó —se le dibujo una sonrisa arrogante.

    —Eh escuchado que no tienes suficiente espacio en este lugar para transformarte, quedarías aplastado bajo el metal.

    — ¿Aun no te das cuenta?, Los amorfos podemos romper con absoluta facilidad el metal creado por ustedes.

    —Lo sé, los eh investigado desde la caída de Pirohu, pero este palacio no está hecho de metal de los materialistas, fue construido por metal natural, forjado por miembros de la raza elementistas. El grosor de las paredes es de un metro, jamás lo romperás.

    — ¿¡Qué!?

    Rápidamente Leviatán se acercó a una de las paredes lanzándole un golpe, la pared de acero no sufrió ni siquiera un rasguño. Dreyfus decía la verdad.

    —Te has condenado al entrar aquí.

    —Eso parece… pero aun sin transformarme puedo matarte.

    —Te enseñare porque soy el que gobierna a los materialistas.

    Dreyfus dejó caer su bata dejando su cuerpo desnudo al aire al tiempo que estiro ambos brazos hacia los lados mientras a su alrededor se materializaban pequeñas placas de metal que se incrustaban en su cuerpo, su piel fue reemplazada por una capa de metal mientras crecía hasta los dos metros. Dreyfus se convirtió en una estatua de metal con una navaja en lugar de mano izquierda, el ser metálico no era nada impresionante pero su fuerza si lo era.

    Dreyfus cortó un círculo en el suelo levantándolo con su mano derecha y se lo arrojo a Leviatán. El amorfo no tuvo problemas para esquivarlo, pero observo sorprendido como ese círculo de metal impactaba con la puerta de acero y la derribaba.

    —Si lo que quieres es luchar con solo fuerza bruta, estás acabado —dijo Dreyfus.

    Leviatán se lanzó sobre Dreyfus, el cual lo esperaba con su navaja de frente, el amorfo salto lanzándole una patada que lo golpeo en la cara y le destrozo la cabeza, ya que el metal con el que se encontraba hecho era fácilmente rompible para un amorfo. Leviatán atravesó con su puño el vientre del materialista, sacándolo por un costado del cuerpo metálico, pero algo no se encontraba bien, a pesar del gran daño no hubo ni siquiera una gota de sangre.

    — ¿Sorprendido? Ahora soy uno con el metal.

    Rápidamente el metal se regenero dejando al ser metálico como si nada hubiera pasado.

    Con su enorme mano sujeto a Leviatán, levantándolo y azotándolo contra el piso varias veces hasta que este le golpeo la mano rompiéndola, Leviatán cayó al suelo, levantándose mientras retrocedía. La mano del materialista se regenero.

    —Ya te has dado cuenta, no puedes derrotarme —presumió Dreyfus.

    —De hecho puedo hacerlo, solo debo de transformarme.

    — ¿Y morir aplastado?

    —No soy imprescindible para nuestros planes, al morir, mis hijos se encargaran del resto —Leviatán sonrió—. Mi trabajo termina cuando las tres grandes ciudades mueran, después solo será cuestión de tiempo para cazar a todos los miembros de las razas superiores que vivan alrededor del mundo.

    —Tu raza está completamente loca.

    —Tal vez… pero solo seguimos las órdenes dejadas por Celoz al primer amorfo…


    Fuera del palacio, el ejército materialista fue derrotado, pero a diferencia de las otras dos ciudades, varios amorfos terminaron muertos o heridos, además de que muchos materialistas lograron escapar.

    Deso y los amorfos sobrevivientes se colocaban las ropas nuevas que una amorfa llevaba para sus compañeros después de la lucha, lo único que faltaba era que se reunirán con Leviatán en el palacio, el cual ya debería de haber terminado con el Dreyfus.

    —Bien —dijo Deso—. Regresemos con Leviatán.

    Al llegar al palacio oyeron un gran chillido.

    Se trataba del sonido que hacia el metal al retorcerse y quebrarse. Luego de eso un gran silencio inundo la ciudad. Todos entraron corriendo al palacio encontrando el cadáver de Dreyfus que ya era de carne y hueso de nuevo, aplastado contra la gruesa pared de metal, y no solo eso, el maltrecho cuerpo de Leviatán sentado junto a una pared con todos los huesos de su cuerpo rotos mientras sangraba por unas enormes heridas alrededor de su cuerpo.

    — ¡Señor Leviatán! —Gritó Deso mientras corría y se arrodillaba junto a él—. ¿¡Qué pasó!?

    Leviatán no abrió los ojos pero contesto con una débil voz.

    —No tuve… opción… me transforme aquí adentro… lo aplaste…

    —Pero Leviatán… Aquí no hay espacio para usted.

    —Lo… lo sé… pero cumplí con la misión…

    Leviatán se había quedado en silencio, todo su cuerpo sufrió heridas mortales al quedar aplastado por las fuertes paredes de metal, a pesar de su muerte logro su objetivo, asesinar a los tres reyes de las razas superiores.

    —Leviatán —Deso se levantó y le dio la espalda al cadáver—. Nos vamos de aquí, todo acabo… ahora todo dependerá del pequeño Leviatán IV y sus hermanos.

    Deso se sentía triste, no solo había perdido a su líder, si no a su mejor amigo también, pero debían continuar.

    Con la caída de las tres ciudades, el resto de los pertenecientes a las razas superiores temerían a los amorfos, nadie se interpondría en su misión de ser la nueva raza superior tal como Celoz lo quería.
     
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    ¡Que sádica es Dramela! pobres los habitantes de esa aldea , ella sin duda es un antihéroe , pues quiere vengar a sus padres y su pueblo lo que muchos consideraríamos noble, más su desprecio por los humanos y el placer que les produce matarlos la alejan bastante ser un personaje justo .También me gusto la cuidad de los materialistas , qué listo fue el rey al evacuar la ciudad antes , y las habilidades de materializar metales eran muy interesantes, pudimos saber más de los Amorfos , quien lo diria hacen todo siguiendo las órdenes de Celoz el primer miembro de su raza, dispuestos incluso a sacrificarse como hizo Leviatan , por este plan, que nos permite plantearnos hasta qué punto uno puede hacer todo para seguir un ideal, aunque ese ideal sea extremista y genocida.
     
    Última edición: 28 Octubre 2016
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    Título:
    Dramela: Reina de los vampiros.
    Clasificación:
    Para adolescentes maduros. 16 años y mayores
    Género:
    Acción/Épica
    Total de capítulos:
    5
     
    Palabras:
    1408
    Capitulo 4 la venganza negada


    Frente a la ciudad de acero se encontraba Dramela luego de su largo viaje.


    Había destruido tres aldeas más, dejando algunos sobrevivientes para que estos esparcieran su nombre, si ya no podía ser reina de su ciudad natal, entonces se conformaría con que su nombre se conociera por todo el mundo, deseaba ser el terror de los humanos

    —Llegue muy tarde… los amorfos han destruido la ciudad.

    Todo lo que podía ver no era más que metal retorcido y cadáveres, aun así decidió dirigirse al palacio, con la esperanza de que el líder materialista se encontrara con vida.

    A su paso todo era lo mismo, solo muerte y destrucción, pero algo llamaba su atención, cadáveres sin ropa los cuales seguramente pertenecían a los amorfos.

    La sangre del suelo aún se encontraba fresca, no podía haber pasado más de una hora desde la lucha por lo cual Dramela se maldijo a si misma por haber perdido tanto tiempo en la última aldea.

    Solo tardo unos minutos en legar al centro de la ciudad donde se levantaba el palacio sin ningún daño aparente. Con lentitud subió las largas escaleras, no tenía sentido apresurarse si los amorfos ya no se encontraban ahí, una de las puertas metálicas de la entrada al palacio se hallaba retorcida y tirada en el suelo mientras a su lado descansaba una placa metálica de gran tamaño, era obvio que tal cosa había derrumbado la puerta, Dramela se preguntó qué clase de ser podría levantar esa placa y arrojarla con tal fuerza que destrozaría la puerta, tal vez Leviatán era mucho más fuerte de lo que ella creía.

    Al entrar al palacio vio algo que jamás espero, se trataba del cadáver de Leviatán. Toda esperanza de vengar a su familia por si misma ya no existía, su enemigo, el asesino de su pueblo estaba muerto quitándole toda oportunidad de satisfacer su deseo de matarlo.

    —No… No… Yo debía ser quien te matara ¡MALDICIÓN!

    Dramela golpeo una de las paredes con fuerza provocándole una abolladura mientras su puño sangraba y derramaba una solitaria lágrima por la furia eh impotencia que sentía ante los hechos.

    Repentinamente el llanto de una mujer la distrajo, el sonido apenas audible provenía de una puerta cercana por la cual un rastro de sangre entraba.

    — ¿Hay alguien ahí? —preguntó Dramela mientras se acercaba a la puerta.

    No hubo respuesta, solo el llanto se desvaneció en el silencio. Dramela entro por ella con lentitud, ahí se encontraba una mujer de pelo castaño bañada en lágrimas, abrasando un cadáver bastante mal trecho, la mujer se puso de pie materializando un látigo con cadenas.

    — ¿Quién eres? —preguntó la mujer castaña mientras empuñaba con fuerza el látigo.

    —Soy Dramela…

    — ¿Dramela? —se sorprendió—. Ojos de vampiro… cabello rojo… no hay duda de que eres hija de Dramos… soy Natsu, la consejera de Dreyfus —Natsu desvió la mirada al cadáver de Dreyfus.

    — ¿Es él? —dijo Dramela con tristeza en la voz.

    —Sí… mi querido rey, el señor materialista Dreyfus, Leviatán lo asesino sacrificándose a sí mismo… dime Dramela, ¿A qué has venido hasta aquí?

    —A vengar a mí pueblo, a matar a Leviatán.

    —Como te habrás dado cuenta eso ya no es posible, has venido en vano hasta aquí.

    —Pero aún no ha terminado, tengo que detener al ejército de los amorfos.

    — ¿Detenerlos dices? Un solo vampiro no podría contra ellos, solo mira lo que han hecho con las tres ciudades de las razas superiores, es simplemente imposible.

    —No me importa, quiero detenerlos y vengar a mi pueblo.

    Natsu soltó el látigo.

    —No tengo mucho tiempo para hablar sobre esto, quisiera despedir como es debido a Dreyfus antes de que su familia vuelva a la ciudad.

    Natsu levanto en brazos los restos de Dreyfus.

    —Pero si lo deseas podemos hablar por el camino.

    Dramela asintió. Natsu comenzó a caminar mientras era seguida de cerca por Dramela, ambas se dirigían aún más al fondo del palacio hasta llegar a unas largas escaleras por las cuales descendieron.

    — ¿Cómo sobreviviste al ataque de los amorfos?

    —El señor Dreyfus me salvo, debería de haber huido, pero regrese cuando escuche un gran estruendo… Dime Dramela, sí deseas la venganza ¿Por qué no has buscado ayuda en vez de intentarlo sola?

    Dramela se quedó en silencio unos momentos, esa era una idea que jamás pasó por su cabeza.

    —No lo sé… —respondió al fin.

    —Tu sola no puedes contra los amorfos, en especial si los rumores que llegaron a nuestro rey son ciertos.

    — ¿Qué rumores?

    —Los amorfos no son solo un ejército, sino una ciudad completa, una ciudad que se encuentra escondida.

    — ¿Cómo sabes eso?

    —Es un rumor que llego junto con el mensajero del señor Masuch —Natsu se detuvo frente a una vieja puerta de madera—. Aquí es donde descansan los antepasados de mi señor Dreyfus, ¿Podrías abrir la puerta por mí?

    Dramela empujo la puerta dejando ver un cuarto de madera de unos mil metros cuadrados, iluminado por antorchas y a lo largo de este, decenas de ataúdes metálicos se extendían por las paredes. El ataúd más cercano se hallaba abierto, recubierto por sabanas rojas de seda.

    —Este es el ataúd de mi señor.

    — ¿Ya se encontraba todo preparado? —preguntó Dramela sorprendida.

    —Mi señor se encontraba preparado para morir…

    Finalmente Natsu coloco a Dreyfus en el ataúd, comenzando a derramar lágrimas de nuevo. Dramela se la acerco colocándole la mano sobre el hombro tratando de consolarla, cuando de repente un brillo apareció en el pecho de Natsu.

    — ¿Qué es eso? —preguntó Dramela.

    —No se asuste Dramela, solo es un collar de roca de la luna —Natsu saco de entre sus ropas un collar idéntico al que Masuch había recibido como regalo de Dreyfus—. Esta roca brilla cuando un trozo dela misma roca se encuentra cerca ¿Llevas contigo alguna roca de la luna?

    —No.

    —Es extraño, esa es la única forma en que emite brillo.

    Natsu se alejó un poco de Dramela, provocando que el collar dejara de brillar. De nuevo se le acerco a la vampiresa y el collar brillo de nuevo.

    —La última vez que vi roca de la luna fue en la daga que Masuch utilizo para curarme.

    Natsu se exalto.

    — ¿Esa daga entro a tú cuerpo?

    —Sí.

    —Deberías de estar muerta, la roca de la luna es muy venenosa cuando entra en contacto con la sangre.

    —Pero con ella me curaron del envenenamiento que causo la sangre de amorfo.

    — ¿Envenenamiento por sangre de amorfo?

    —La sangre de amorfo es venenosa para los vampiros —dijo Dramela avergonzada por haber aceptado que existía una sangre imposible de beber para un vampiro.

    — ¡Sorprendente! Una sangre que un vampiro muere al beber…

    Natsu se quedó pensativa por unos instantes.

    —Lo único que se me ocurre es que dentro de tu cuerpo se encuentran fragmentos de la roca… y que ambos venenos se hayan neutralizado uno al otro.

    —Eso parece…

    —Muchos han intentado tener fragmentos dentro de su cuerpo pero todos han muerto.

    — ¿Por qué alguien haría eso?

    —Existe una leyenda sobre la roca de la luna, se dice que cualquiera que logre superar el veneno lograra vivir mucho más tiempo de lo debido, también se dice que un humano lo logro y vivió por casi quinientos años, cinco veces más de lo que un humano longevo logra vivir.

    —Vivir cinco veces más de lo normal…

    —Pero solo es una leyenda.

    Ambas se quedaron en silencio unos instantes.

    —Me retiro, tengo que buscar a los amorfos.

    —Entiendo, pero ¿No quieres quedarte y descansar?

    —No tengo tiempo para ello, además de los amorfos también tengo otras cosas que hacer —en el rostro de Dramela se dibujó una sonrisa que le dio desconfianza a Natsu.

    Sin más, Dramela le dio la espalda a Natsu dirigiéndose a la salida, dos cosas rondaban por su cabeza, la primera tenía que ver con Natsu y la despedida de Dreyfus, se sentía triste al no haber hecho eso por sus padres ya que en su lugar solo los dejo pudriéndose en el lugar donde murieron. La segunda cosa también tenía que ver con Natsu, para ser más preciso, sus palabras sobre conseguir ayuda.

    Dramela sabía que existían más vampiros además de los que habitaban la extinta ciudad de Pirohu, pero tenía un problema con ello, no creía posible que el resto de los vampiros la apoyaran con los planes que tenía para los humanos, no le importaba continuar sola, pero estaba consiente que la ayuda le vendría bien.
     
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    La venganza de Dramela se vio truncada , aun asi la guerra contra los Amorfos continua y ahora se ha dado cuenta que no puede pelear sola , será interesante ver las demás ciudades habitadas por Vampiros.

    ¡Saludos!
     
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    Dramela: Reina de los vampiros.
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    Capítulo 5: Fragmento del libro antiguo de los amorfos.


    Se dice que los amorfos fueron creados por el alma de Celoz con la única razón de destruir a las razas superiores, como venganza contra estas.


    El primer amorfo que existió tenía que vivir con la pesada carga del rencor que tenía su creador, pero este no podría lograr la extinción de las otras razas estando solo, por lo cual no le quedaba más que esperar. Poco a poco los amorfos fueron creciendo en número hasta que el más poderoso de ellos llamado Leviatán decidió fundar una ciudad escondida del resto del mundo donde solo vivirían amorfos. Leviatán se convirtió en su líder.

    No fue sino hasta Leviatán III que todo inicio; junto con un pequeño ejército elimino a los líderes de las razas superiores, aunque ello le costó la vida.

    El primer error que cometieron los amorfos en su lucha fue esperar a que Leviatán IV, hijo mayor de Leviatán III, cumpliera la mayoría de edad convirtiéndose en el nuevo líder de los amorfos. Esto dio como resultado que el plan de los amorfos alertara a las otras razas, no solo las razas superiores repudiaron a los amorfos sino además razas como los sensoriales, los cuales son muy apegados a los materialistas. Estos al ser una de las razas más poderosas después de las superiores, redujeron considerablemente el tamaño del ejército de los amorfos, principalmente al no tener una desventaja contra ellos.


    Pasaron muchos años hasta que un gran problema recayó sobre los hombros de Leviatán IX. Con los años el ejército era cada vez menor ya que los habitantes de la ciudad comenzaban a creer que su objetivo de eliminar a las razas superiores no eran más que tonterías y pérdida de amigos y familiares. Leviatán IX creo una nueva regla con la esperanza de que su pueblo retomara su razón de existir: Ningún amorfo podría quedarse en la ciudad si no estaba dispuesto a perder la vida por el destino de su raza, cualquiera que no se uniera al ejército tendría que abandonar la ciudad para siempre. Tal regla provoco que la mitad de los amorfos se exiliaran.


    Algunas generaciones después, cuando el nombre Leviatán comenzó a utilizarse como apellido, Flamma Leviatán dio fin a los ataques, ya que a pesar de tener poco más de un milenio intentando cumplir su objetivo, no lograban hacerlo.


    El otro gran error de los amorfos sucedió al principio de todo, aunque no se dieron cuenta de él, hasta que ya era muy tarde: Leviatán III no se aseguró de que la hija de Dramos, Dramela, se encontrara muerta. La única vampiresa capaz de haber absorbido los poderes de un amorfo. Al principio esta atacaba a pequeños grupos de amorfos, pero con el tiempo el poder de la vampiresa creció tanto que era preferible evitarla que luchar con ella, ningún amorfo podía derrotarla. Lo más extraño de todo era que a pesar de que habían pasado casi tres mil años, Dramela aún continuaba con vida, no solo matando amorfos y humanos, si no a cualquiera que se le interpusiera en su camino, incluso a amorfos que no tenían nada que ver con la cacería de las razas superiores, pero por suerte, Dramela no había localizado la ciudad de los amorfos.


    Poco a poco los amorfos fueron hartándose de los ataques de Dramela a pesar de saber que ellos lo iniciaron, ya no podían soportarlo más, pero lo que termino con la paciencia amorfa fue el asesinato de Jasim Leviatán en el año mil ochocientos ochenta y cinco de la nueva era después del primer ángel. Los amorfos retomaron la idea, pero esta vez solo tratarían de destruir a los vampiros, dando inicio a la peor guerra de todos los tiempos, la guerra negra.
     
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    Un comentario muy tardío lo se , pero es que estuve bastante ocupado.En fin me gusto este "mini-capitulo" que explica el origen de los Amorfos , quienes fueron creados por una razón egoísta como ejecutar una venganza sufriendo muchas perdidas por tratar de cumplir ese objetivo , demostrando que no todos ellos eran unos crueles asesinos de otras razas .Dramela también con el tiempo logro volverse una verdadera amenaza para ellos , hasta el punto de generar un nuevo conflicto , estoy interesado en saber como se desarrollo la guerra negra.
     
    Última edición: 16 Febrero 2017

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