~ Dos mundos se conectaron ~

Tema en 'Prince of Tennis' iniciado por Meey, 29 Noviembre 2016.

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    Meey

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    22 Noviembre 2016
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    Escritora
    Título:
    ~ Dos mundos se conectaron ~
    Clasificación:
    Para adolescentes maduros. 16 años y mayores
    Género:
    Romance/Amor
    Total de capítulos:
    1
     
    Palabras:
    3929
    Capítulo 1: Fragancia


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    Era un día común y corriente en la ciudad de Tokyo, muchas personas se preparaban para ir a sus respectivos trabajos y escuelas. La gente de Japón en los días de semana siempre estaba uniformada, con sus bolsos y maletines preparados para un nuevo día laboral o para dar la lucha ante los estudios. Incluso había ciertos chicos que llevaban sus bolsos deportivos a la escuela, ya que muchos de ellos estaban en las actividades extra programáticas de su instituto. Existían los talleres de deportes, artes, música, entre otros.

    Una chica en especial iba de camino a su escuela, atrasada, corriendo por las calles de Tokyo. Llevaba el uniforme bien planchado, su mochila y un bolso deportivo para su práctica de tenis. Sin darse cuenta, cruzó el semáforo cuando daba la luz roja. Escuchó una fuerte bocina que aturdió sus tímpanos, asustada y con los ojos cerrados se quedó inmóvil frente al shock que la situación le produjo. Cuando creyó que ya no podía salvarse, sintió como una mano la jaló del posible accidente y cayó al piso con ese individuo.

    - Abre los ojos Ryuzaki, ya estás a salvo. Le dijo una voz que reconoció de inmediato.

    - R-Ryoma-kun... Dijo asustada con la respiración y el ritmo cardíaco acelerado.

    - Eres demasiado despistada, ¿acaso no te fijas por dónde vas cuando caminas? Preguntó con un tono sarcástico. – Si no hubiese llegado a tiempo, quizás hubieses sufrido algo peor.

    - G-gracias R-Ryoma-kun, yo... lo siento mucho. – Cabizbaja intentó ocultar un par de lágrimas que salían de sus ojos.

    En ese momento, Ryoma se dio cuenta de que ella era un ser bastante frágil y fácil de quebrar. Se sintió incómodo, y no estaba seguro del sentimiento que le provocaba verla de esa manera, por lo que decidió levantarse, buscó una expendedora de bebidas, y para su suerte frente a ellos había una. Compró dos Ponta's. Una la guardó en su bolsillo y la otra la dejo en una de sus manos, se acercó a la chica que aún estaba en el piso llorando, y dijo:

    - Ryuzaki, ten. Ella levantó su cabeza y vio su mano estirada con una bebida, con delicadeza la tomó y sin quererlo rozó los dedos de Ryoma, a lo que éste con tal roce se sintió algo incómodo.

    - Vamos se nos hace tarde para ir a Seigaku, ¿puedes levantarte? Le dijo mientras le daba la espalda.

    - Am... s-sí, sí puedo R-Ryoma-kun. – Contestó avergonzada. Al intentar ponerse de pie, no logró sostenerse, tambaleó y gritó, fue entonces cuando el príncipe del tenis la agarró con su brazo.

    - R-ryoma-kun. Dijo apenada.

    Se quedaron mirando fijamente. Sakuno tenía un sonrojo notorio en sus mejillas, y el rastro de un camino que dejaron sus lágrimas. Ryoma la observaba con atención intentando descifrar más allá de la mirada de esos ojos carmín.

    - ¡Ahh! L-lo siento R-Ryoma-kun. Intentó liberarse de sus brazos, pero Ryoma la contuvo.

    - Espera, debiste haberte lesionado cuando te empujé anteriormente. Déjame ver tu tobillo.

    - ¿Eh? S-sí.

    - Sostente de mí, Ryuzaki.

    - Mmh. Dijo con sus mejillas sonrosadas.

    Ryoma se agachó a inspeccionar el tobillo de Sakuno, lo presionó un poco y ella gimió.

    - ¡Ah!

    - ¿Duele? Ella sólo asintió mientras presionaba sus ojos haciendo una mueca de dolor.

    - Ya veo, tienes el tobillo inflamado. Debo llevarte al hospital.

    - N-no, R-Ryoma-kun no quiero molestarte, p-puedo caminar sola. Además, ya deben estar por iniciar las clases en el instituto y no quiero hacerte llegar tarde.

    - Ryuzaki no puedes caminar así.

    - P-pero...

    - Sube.

    - ¿Eh? ¿A-a qué te refieres Ryoma-kun? Ryoma se agachó dándole la espalda, esperando para que Sakuno subiera a ella.

    - Sube y démonos prisa.

    - S-sí.

    La dulce chica de ojos carmín iba muy sonrojada, estaba avergonzada por todo lo que causó. Siempre sentía que era un estorbo para él, y ahora lo seguía siendo.

    - L-lo siento Ryoma-kun. Dijo apenada.

    - ¿Por qué? Preguntó el ambarino.

    - No quería causar todo este problema. Buscó refugio en la espalda del príncipe.

    - Ryuzaki, no sabías lo que iba a ocurrir.

    - P-pero de todas formas, te estoy estorbando.

    - Ryuzaki...

    - ¿S-si?

    - Hablas demasiado. Contestó fríamente.

    - L-lo siento Ryoma-kun.

    - ¿Por qué siempre te disculpas? ¿Es una costumbre tuya hacerlo? Dijo sin tacto alguno en sus palabras.

    - E-eh, yo... La chica estaba más que nerviosa, incómoda. No sabía qué decir, el ambarino con cada frase la hacía estremecer por lo que decidió guardar silencio.

    Así se fueron caminando al hospital más cercano donde atendieron a Ryuzaki de inmediato, para su sorpresa era más que un tobillo inflamado, tenía un esguince y era grado dos. El médico le recetó que debía cuidarse la próxima vez y aún más si quería seguir practicando tenis. Le dio una crema para la inflamación y licencia por tres días.

    - Mi abuela me regañará por esto. Señaló cabizbaja su tobillo vendado.

    - No te preocupes por eso ahora, debes guardar reposo como lo indicó el médico.

    - S-sí. Su rostro lucía bastante triste y decepcionada por lo torpe que solía ser. Ryoma mientras la observaba se le ocurrió una idea para animarla. Le dio la espalda nuevamente para que subiera a ella.

    - Vamos.

    - ¿A-adónde?

    - Ya verás.

    - P-pero, ¿y las clases?

    - No podemos ingresar al instituto ahora, de seguro nos regañarán.

    - Y ¿q-qué haremos R-Ryoma-kun?

    - No lo sé. Despreocupadamente siguió el camino sin emitir otra palabra.

    Los jóvenes iban por el parque que estaba frente al río, ambos en silencio y sólo disfrutando del paisaje. Entonces el estómago de Ryoma rugió, cosa que era bastante normal ya que se aproximaba el mediodía, es decir, la hora del almuerzo en Seigaku. La chica preguntó con un deje de curiosidad en su voz:

    - R-Ryoma-kun, ¿tienes hambre?

    - Bastante, y ¿tú?

    - Algo, si quieres puedes bajarme.

    - ¿Para qué?

    - Podríamos sentarnos a comer, traje mi obento. Terminó de decir con una voz muy suave.

    - Okey.

    Se sentaron frente al río, Ryoma la depositó con cuidado y se percató de que el pasto estaba bastante húmedo para ella, por lo que se quitó su chaqueta del instituto y la puso en el suelo.

    - Siéntate aquí Ryuzaki. Le ordenó.

    - P-pero tu chaqueta se mojará. Habló con nerviosismo y preocupación en sus palabras.

    - Ryuzaki hablas demasiado. Sentenció fríamente.

    - L-lo siento Ryoma-kun. Cabizbaja le obedeció al ambarino y se sentó.

    Sakuno se apresuró y buscó en su bolso dos obentos que había preparado la noche anterior. Uno venía en un color de pote rosa con flores de cerezo y el otro era de color azul celeste con unos dibujos de ositos al costado, tomó éste último junto con los palillos y se los extendió a Ryoma. Él la observaba en cada detalle y gesto que hacía, luego miró el obento y sonrió para sí.

    - Ten Ryoma-kun, espero que te guste. Lo preparé anoche, aunque tal vez no esté tan delicioso como parece, pero me esforcé para que... Fue interrumpida por el ambarino que ya se había llevado a la boca un gran bocado de este.

    - Está delicioso Ryuzaki, thank you. Dijo con un tono amable. Sakuno lo observó y sonrió cálidamente, gesto que no pasó desapercibido para el chico de cabello verde oscuro.

    - R-ryoma-kun...

    - ¿Mmh? Cabizbaja le agradeció. – G-gracias por ayudarme, si no hubieses jalado de mi brazo no sé lo que podría haber ocurrido.

    - No fue nada Ryuzaki.

    La brisa que había en el parque hacía que los cabellos de Ryoma se desordenaran, Sakuno los contemplaba jugar y sonreía a la vez que esto sucedía. Ryoma se dio cuenta de que ella lo observaba, por lo que se giró a verla fijamente, la chica se sonrojó tanto que agachó la cabeza y juntó ambas manos arrugando su falda escolar. Ryoma sonrió victorioso y no pudo evitar decir su memorable frase.

    - Mada mada dane, Ryuzaki.

    Había pasado un largo rato desde que comieron, Ryoma se acostó en el pasto sin darse cuenta, estaba muy cansado después de llevar a Ryuzaki en su espalda, por lo que una pequeña siesta se vio venir. Sakuno lo miraba con ternura, y decidió buscar en su bolso deportivo una playera con la que solía jugar tenis, la dobló y tomó con sumo cuidado la cabeza del ambarino, depositó la playera bajo él y lo recostó nuevamente. Ryoma sólo se movió un poco y continuó durmiendo. Sin embargo mientras éste dormía profundamente, el aroma de la playera de Sakuno inundó sus fosas nasales y tuvo participación en el sueño que tenía.

    Estaba en el torneo nacional de tenis con sus sempais, él estaba jugando contra un chico al que no conocía del todo, pero se sentía agotado y éste era sumamente fuerte. El calor asechaba contra su juego y hacía que se le dificultara reaccionar con rapidez, no lo entendía, él siempre era veloz en la cancha, incluso Eiji-sempai le decía que era bastante ágil y rápido para devolver el servicio del contrincante que tuviera en frente. ¿Qué estaba ocurriendo? Algo le faltaba, y no entendía bien qué era. Al pensar en esto sintió una dulce fragancia de flores y vainilla, cerró por un segundo sus ojos y lo disfrutó, - ¿de dónde proviene? Se preguntó. Su rival aprovechó la instancia al ver que estaba distraído y lanzó una pelota con efecto, haciendo que al ambarino el regreso de ésta.

    30-0 marcó el árbitro.

    El marcador no parecía beneficiarlo, y sentía que ni siquiera podía escuchar la ovación de ánimo que le gritaban los de Seigaku. – ¿Qué me pasa? ¿Por qué estoy jugando de esta forma? Hay algo... algo me molesta, ¿es mi rival? No. ¿Es mi juego? No.

    Se encontró observando la cancha, intentando buscar la respuesta a su falta de concentración. ¿Era el clima? Bien sabía el ambarino que había jugado cientos de veces con un clima no favorable para su juego, y aun así ganaba cualquier enfrentamiento. Entonces, ¿qué podía ser? Observó detenidamente las gradas, estaban sus Sempais, sus compañeros de clase, la entrenadora, esa niña gritona que siempre lo dejaba sordo, y... un momento, ¿dónde está? Ella debería estar aquí.

    Sakuno notó que Ryoma estaba sudando mucho y su respiración se volvía pesada, los párpados y la frente del chico estaban arrugándose cada vez más.

    - R-ryoma-kun... lo mecía suavemente, no quería asustarlo.

    - R-ryoma-kun, despierta...

    Se veía exhausto, como si estuviera luchando con una gran pesadilla y de la que no podía despertar solo.

    - Ryoma-kun, despierta...

    Entonces notó que la llamaba entre balbuceos y susurros.

    - Ry...Ryuzaki.

    Cosa que sorprendió a Sakuno, algo le estaba ocurriendo a su príncipe y tenía que ver con ella, pero ¿qué podía ser?

    - Ryoma-kun... t-tranquilo, estoy aquí. Decía suavemente.

    Aún en el sueño escuchaba su voz, pero ¿por qué? Ella no está aquí, y estoy escuchando que me llama, se dijo para sí mismo. Sin darse cuenta soltó su raqueta buscándola mientras daba torpes pasos girando en busca de aquella dulce voz. – Ryuzaki, ¿dónde estás? Ryuzaki, ¡contéstame! ¡¿Dónde estás?! Ryuzaki, ¡Ryuzaki! Fue entonces cuando despertó exaltado. Sakuno se asustó con su reacción, y sólo lo miraba preocupada.

    - R-Ryoma-kun, ¿te encuentras bien? Preguntó la dulce chica.

    - Ryuzaki... estás aquí. Le dijo torpemente mientras respiraba agitado.

    - S-sí, a-aquí estoy. Dijo ella confundida y con preocupación.

    Ryoma la miraba sin dejar de observar cada detalle de su rostro mientras intentaba controlar su respiración y el ritmo cardíaco.

    - ¿O-ocurre algo malo R-Ryoma-kun? Dijo con nerviosismo.

    - No, sólo fue una pesadilla. ¿Qué hora es? Intentó decir fríamente para desviar la atención de Sakuno.

    - Son las seis de la tarde, pronto va a oscurecer.

    - Dormí bastante. Sentenció observando el cielo detenidamente.

    - S-sí, l-lo siento no quería despertarte. Parecía que estabas teniendo un buen sueño, pero luego comenzaste a sudar, fue entonces que decidí moverte un poco para que despertaras.

    Ryoma la observó y recordó el sueño, pero mayormente una fragancia peculiar que lo había hecho casi perder el juicio en aquel enfrentamiento. Buscó con su mirada alguna flor cercana a ellos, pero no había ninguna. Sólo tenían cerca dientes de león y el abundante pasto que los sumergía. Entonces se percató de que atrás de él había una playera bien doblada blanca con cuello y líneas rosas. La tomó entre sus manos y la olfateó. Esa fragancia... Pensó.

    - Ryuzaki, ¿es tuya? Le preguntó seriamente.

    - A-ah, sí. L-lo siento vi que estabas dormido en una posición algo incómoda y quise ayudarte, es mía. La puse debajo de tu cabeza para que durmieras mejor. Avergonzada bajó su cabeza.

    Ryoma la miraba atentamente, su playera había hecho que se desconcentrara del juego. ¿Ella tenía ese poder sobre él? ¿Lo había hecho apropósito? No, claro que no. Sólo quiso ayudarlo a tener un mejor sueño, pero éste se transformó en algo completamente distinto. Uno en el que el samurái junior no tenía el control ni siquiera de sí mismo. Lo hizo volverse torpe, tan torpe que no podía si quiera responder frente al contrincante. ¿Por qué? ¿Cómo es que al sentir su fragancia perdía el juicio? ¿Por qué al no verla ahí flaquearon sus fuerzas? Por primera vez Ryoma sintió que era débil frente a algo o mejor dicho... a alguien.

    Se levantó del pasto, y dijo:

    - Vamos Ryuzaki, ya se hace tarde. Sakuno lo miró y se dio cuenta que el rostro seguro de Ryoma ya no era el mismo. Su mirada mostraba confusión, por lo que se preocupó ante aquello. Creyó en un principio que se debía a su pesadilla, pero luego pensó que había algo más que no lograba descifrar.

    - R-Ryoma-kun. Dijo con nerviosismo, pero decidida para hablar.

    - ¿Qué sucede? Descendió su mirada a ella.

    - Lo siento.

    - ¿Eh?

    - R-Ryoma-kun de seguro estás enfadado conmigo, yo... lo siento mucho. No quería ser un estorbo, p-pero lo terminé siendo de todas formas, si estás enojado conmigo, l-lo entenderé, y n-no te preocupes por llevarme o-otra vez, me esforzaré para caminar, d-daré lo mejor de mí y... y yo... No terminó sus palabras, ya que fue interrumpida por el ambarino.

    - Ryuzaki no me estorbas.

    - ¿E-eh? Ryoma se puso a la altura de Sakuno, la miró fijamente y repitió:

    - No me estorbas, Ryuzaki.

    Sakuno tapó su boca con ambas manos, indicando lo sorprendida que estaba frente a las palabras del ambarino. No quería llorar, pero las lágrimas amenazaban con salir pronto, y sus mejillas estaban de un color rosado. Ryoma la miraba con ternura y sonrió, por primera vez le sonreía de forma directa, sincera y sin una gota de ironía y sarcasmo.

    - Mada mada dane, Ryuzaki.

    No le importó que esta vez le dijera que le faltaba mucho todo eso fue secundario para ella, por primera vez le dedicaba una sonrisa sincera. Creía que iba a desmayarse en cualquier momento debido a la presión que subía y se alojaba en sus pómulos, ¿tan afortunada lograba ser una chica común como Sakuno Ryuzaki que podía contemplar la sonrisa del chico más admirado del instituto, el príncipe del tenis?

    - Vamos Ryuzaki, sube. Te llevaré a tu casa. Dijo amablemente. Sakuno sentía que estaba en un sueño, nunca había visto tanta amabilidad de parte del ambarino, aunque sabía bien que incluso cuando él no lo demostraba, sí se preocupaba por el resto y era un gran chico. Algo terco, arrogante, indiferente y frío con sus palabras, pero sólo le costaba expresarse, ella lo entendía.

    - Sí, g-gracias Ryoma-kun. Sonrió feliz de haber tenido un día así. A pesar de la caída, y el dolor que sentía en su tobillo se sentía completa, después de todo estaba con la persona que siempre admiraba y que llenaba sus días cada vez que le observaba jugar o practicar lo que amaba, detrás de una reja donde se sentía invisible muchas veces, pero que disfrutaba de hacerlo con el fin de animarlo en su deleite. Y susurró por lo bajo: - Lo seguiré haciendo Ryoma-kun. Ocultó su cabeza en la espalda del chico de cabello negro verdoso mientras sonreía. Ryoma sintió su apoyo en la espalda, y sonrió para continuar su camino.

    - Ryuzaki. Le llamó una vez más.

    - ¿S-sí R-ryoma-kun? Nerviosa contestó.

    - Toma mi chaqueta, está haciendo frío. Cúbrete.

    - Gracias Ryoma-kun.

    Estaban por llegar a la casa de Sakuno cuando ya había anochecido, Ryoma se fue meditando lo que el sueño le había mostrado. Estaba inquieto, se percató de que no tenía el mismo sentimiento que en el sueño. Mientras él se preguntaba sobre lo ocurrido, Sakuno se había quedado dormida sobre su espalda estando cubierta por la chaqueta que él le había dado, la cual obviamente tenía su fragancia, Ryoma no quería despertarla ya que lucía bastante cansada. Decidió tocar la puerta, Sumire estaba adentro y abrió.

    - ¡Ryoma! ¿Qué haces aquí? Por cierto, no viniste al entrenamiento de hoy.

    - Hola entrenadora. Se giró para que viera el bulto que llevaba en su espalda.

    - ¡Sakuno! Dijo sorprendida. - ¡¿Qué pasó?! Estuve todo el día en mi oficina, Tezuka me dijo que no habías asistido, pero nunca me imaginé que era porque estabas con Sakuno, creí que había ido a sus clases.

    - Le contaré todo, pero ¿puedo entrar? Ryuzaki está durmiendo.

    - ¡Claro, claro pasa!

    Al entrar depositó a Sakuno en el sofá, y se sentó a contarle todo a la entrenadora. Luego de la charla, Sumire comprendió todo lo que tuvieron que pasar los dos jóvenes.

    - Parece que Sakuno estaba muy cansada, aún no despierta. Ambos miraban a la joven que dormía plácidamente.

    - Ryoma, sé que has pasado por mucho debido a mi nieta, pero necesito pedirte un favor. El ambarino sólo le dedicó una mirada seria.

    - ¿Qué sucede?

    - ¿Podrías subirla a su cuarto? Yo no puedo por mi espalda, no se lo pediría a nadie ya que no confío en los muchachos, pero tú eres un buen chico, aunque tu padre sea un pervertido supongo que no eres igual que él. Ryoma la miró asqueado y contestó:

    - No soy igual que ese viejo. Sumiré soltó una pequeña risita.

    - Ajá, sí lo sé. Por eso te pido este favor. Yo iré a darme un baño, ya que los dolores de mi espalda me piden urgente un descanso.

    - Está bien, la llevaré.

    - Muchas gracias, nos vemos mañana Ryoma. Sumire desapareció por el pasillo para sumergirse en las aguas de la tina. Ryoma observaba a la chica.

    - Sí que me has traído problemas hoy eh, Ryuzaki, supongo que está en tu naturaleza. Mada mada dane. Sonrió. –Te llevaré a tu habitación.

    Cargo a Sakuno en sus brazos, el contacto de sus dedos con la suave piel de sus piernas lo hizo sonrojar, pero nadie lo estaba viendo por lo que no necesitaba la ayuda de su fiel gorra, gorra que por cierto no llevaba puesta. Subió las escaleras cargando a la dulce muchacha, mientras la observaba. Lucía tan frágil y delicada, creyó que en cualquier momento podía quebrarse. No sabía cuál era su habitación, ya que la vieja entrenadora no le indicó nada. Había tres habitaciones, sin embargo, una puerta le llamó la atención. Estaba decorada con unos dibujos de las flores de cerezo por fuera y tenía un letrero colgado que decía el nombre de la bella chica.

    - Así que aquí es... eh- Sonrió ladinamente.

    Giró la manilla y entró. Se notaba que ese era su cuarto, por todas partes podía ver la esencia de la joven. Observó su cama, estaba decorada con peluches sobre ella, el cubrecamas era rosa y combinaba con las paredes color crema. Tenía un velador que era del mismo color de las paredes con detalles dorados al costado derecho, sobre ella había una lámpara de conejo y un despertador color rojo. Depositó con cuidado a Sakuno, pero no se había dado cuenta que los brazos de esta lo sujetaban del cuello. Se preguntaba en qué minuto ocurrió, debió haberse distraído cuando buscaba la habitación. Al parecer la joven no quería soltarlo, porque no lograba quitársela de encima. Por poco y casi cae encima de ella, fue entonces cuando la escuchó susurrar.

    - Ryoma-kun...

    Ryoma la miró con atención. El rostro de la chica parecía de porcelana, demasiado frágil y delicado. Sus facciones la hacían lucir como una muñeca, cuando pensó en esto último se dio cuenta de que nunca la había visto detenidamente, se sorprendió a sí mismo con este pensamiento, y sonrojado buscó una manta para taparla. Había una de color morado a los pies de la cama, la cubrió y decidió dar un vistazo por la habitación. Todo estaba ordenado, y en las paredes había algunos cuadros, se acercó a uno que le llamó la atención. En él se encontraba la pequeña Sakuno junto a sus padres. Recordó que Horio una vez hablaba sobre lo que les había sucedido.

    Flashback

    - A pesar de que ella siempre se esfuerza por hacer las cosas bien, le siguen saliendo mal.

    - Sí, tal vez algún día mejore su tenis, se esfuerza bastante. Dijo Katsuo.

    - Lo logrará, estoy seguro. Ella es una persona muy fuerte. Sentenció.

    - Tienes razón Katchiro, es una chica muy fuerte. No entiendo cómo es que a pesar de la muerte de sus padres puede seguir sonriendo y siendo una persona tan buena. Fue entonces que Ryoma prestó atención a lo que hablaban.

    - ¿A qué te refieres?

    - ¿Acaso no lo sabes Echizen? Dijo Horio.

    - No.

    - Ryoma, los padres de Sakuno murieron cuando ella tenía tan solo cinco años. Habló Katchiro.

    - ¿Qué?

    - Así es Echizen, ella no suele hablar de eso ya que es algo muy doloroso. Tomoka nos contó sobre esto, además nos dijo cada que ella habla sobre el tema no puede evitar llorar.

    - Y ¿cómo fue que murieron? Preguntó Katsuo.

    - No lo sé, Tomoka no quiso contarnos sobre eso. Supongo que es un misterio, lo único que sabemos con Katchiro es que ella sigue recordándolo, supongo que por eso practica tenis.

    Fin del Flashback

    Ryoma observó nuevamente la fotografía y dirigió su mirada a la pequeña Ryuzaki. Se veía feliz jugando en un columpio con sus padres. Su cabello era igual al de su madre, pero sus ojos se parecían a los de su papá. Sonrió.

    - Ryuzaki, eres una caja de sorpresas. Caminó hacia ella y escuchó susurrar nuevamente.

    - Ryoma-kun... Ryoma-kun... - Ryoma se acercó un poco más para escuchar lo que susurraba.

    - Ryoma-kun... y-yo creo... en ti, s-sé... que puedes... ganar. Balbuceó.

    El ambarino se sonrojó y recordó el sueño que había tenido. Decidió marcharse, ya había estado bastante tiempo en ese lugar con aquella joven que lo hacía sentir incómodo y débil. Sin embargo, antes de salir escuchó su nombre por última vez. Se giró y vio que Ryuzaki seguía balbuceando. Le parecía algo divertido y a la vez raro, la arropó y le dio un beso en su frente. Luego de ello, la chica sonrió inconscientemente dejando de susurrar para sumergirse por completo en el dulce sueño que estaba teniendo.

    Continuará...
     
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    Samantha

    Samantha Saa Comentarista Top

    Piscis
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    Me ha gustado la manera en que estás desarrollando la historias, sobre todo en como describes la trama. ¿No lo continuarás?, me gustaría saber que pasa en el siguiente capitulo. :shame:
     

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