Ya estoy acostumbrado al dolor. ¿Cuánto tiempo se supone que una persona tiene que sufrir? ¿Cuántas lagrimas debe guardar y cuantas derramar? ¿Por qué a pesar del tiempo transcurrido las heridas nunca terminan de sanar? Caí, y la caída rompió cada pedazo de mi alma, como si fueran pedazos de cristal... Hasta pude escucharlos quebrarse. Y a pesar de estar roto y seguir rompiéndome por dentro, no puedo llorar. No puedo hacerlo frente a las personas y tampoco puedo hacerlos en soledad; mis dolores han quedado tan ocultos que ya no sé dónde están guardados, impidiéndome encontrarlos. Tanto tiempo de ocultar mis enojos, frustraciones y dolores a la gente ahora rinde frutos... La pregunta es, ¿es el árbol correcto el que he plantado? Aun cuando hay muchos otros que planté, unos de los más cuidados es el de mis miedos ocultos. Es el que me protege desde afuera y me destruye desde adentro. Y los frutos productos de aquel árbol cada vez se encuentran más altos, impidiéndome alcanzarlos y llenarme con su dulzura... ¿O tal vez serán agrios? Tal vez, el amor es dulce y la tristeza amarga, una combinación entre ellas es algo, quizá, digno de degustar. Eso explica que te amé y te amo tanto, que duele.
Si el tipo se hubiera suicidado en la parte donde dijo caerse, estoy segura que mi chiste de "lo que se rompió no fue su alma, fueron sus huesos" hubiera quedado genial, pero creo que tengo tanto humor negro dentro mío que el destino tiene que complementarme positivamente, ni modo. El escrito es bastante dramático, tiene algunas metáforas que podrían explotarse más, pero es muy simple, con ese toque de tragedia adolescente, aunque me agrada la honestidad del protagonista, pese a haberme decepcionado un poco que cerrara tratándose de desamor, cuando pudo haber quedado de forma general, resaltando nada más y nada menos que la cobardía humana. En fin.
Como te comenta Bugs más arriba, este relato cae un poco en la 'tragedia adolescente', de sentirse cerrado al amor, de sentirse solo, dolorido, que va a morir, caer en... digamos, la tragedia desmesurada por el amor. Pero bueno, no es que esté mal en si mismo, es decir, está bien. Se digiere bien y se lee y mira, los dos párrafos del final, donde comparas el amor y el odio con sabores, me encantan, ahí sí que le has dado un toque diferente al relato y me gusta. Quizás lo que le falta es más profundidad, el tema es algo como muy... digamos, ya muy visto, quizás debiste darle otro trasfondo, intentar dejarlo un poco a interpretación del lector, quizás. Romper con lo cotidiano es la idea, a mí es lo que me suele llamar más la atención para así poder calificar un escrito de excelente. Aunque este repito, ha estado bien. No he visto ningún fallito, la redacción ha estado bien y el vocabulario es bello pero simple, lo hace hermoso, en sí mismo. Espero seguir leyendo cosas tuyas. ¡Un saludo! :)
Buenas metáforas. En la vida vamos por ahí sembrando semillas que, o marchitamos al no regarlas o permitimos que crezcan hasta que se convierten en algo frondoso, no importa qué sentimiento esté envuelto. Aquí toca el árbol del miedo, cuyos frutos dice no ha probado, pero yo lo enfoco desde otra perspectiva y creo que sí y esos frutos son precisamente la incertidumbre y la desconfianza, de ahí que lo proteja por fuera pues estos mismos hacen que sus ramas levantan un muro protector que serían el temor al fracaso y a la vez destruyéndolo por dentro al probar otro de sus frutos, el de su soledad. Muy buen escrito.
