One-shot Disonancia [BTOOOM!]

Tema en 'Mesa de Fanfics' iniciado por Zireael, 23 Abril 2019.

  1.  
    Zireael

    Zireael Equipo administrativo Comentarista empedernido

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    Título:
    Disonancia [BTOOOM!]
    Clasificación:
    Para adolescentes. 13 años y mayores
    Género:
    Drama
    Total de capítulos:
    1
     
    Palabras:
    1295
    'cause why not.
    Es una suerte de "What if?". (?)
    Personajes: Katrina Akaisa, Alexander Purchinov, Rachel Gardner.
    Breve aparición implícita de nuestro anfitrión que nos caga la vida porque quiere que el Battle Royale sea una novela colombiana. (????)
    Dizque iba a ser un drabble y me aventé un one-shot.
    Y como siempre escribo con música, pues:


    Siéntete libre de juzgarme, si concluyes que soy una malcriada.
    Siéntete libre de exponerme en este mundo que llega a su final.
    [...]
    Al robar lo que ha sido robado, no hay ley de condena para mi crimen.



    Disonancia





    Una sola mirada, un apretón de manos en medio del maldito bosque y una muchachilla menor de edad que quería ser asesinada de una forma extrañamente poética. Eso era lo único que los unía.

    Giró la esfera en su mano con los dedos. La luz de la luna llena le arrancó reflejos al metal. Metros más allá, a la orilla de la cascada, se encontraba el grandulón. Lavaba su ropa en silencio, su gema verde brillaba en el dorso de su mano. Aquel destello le recordó a los ojos de un gato en la oscuridad.

    Bufó para sí misma.

    Si se ponía a pensarlo, no podían ser realmente tan diferentes. De hecho, ese gran hombre caucásico podría incluso parecerse a su padre unos diez años atrás. El cabello y la piel claros, aquel aspecto tosco y hasta temible, los extraños arranques de agresividad.
    Sí, de no ser por el cabello teñido de negro y rojo, si no parecía hija del grandulón, como mínimo parecería su hermana menor.

    Otra gota oscura resbaló de su cabellera.
    Cuando el sol se alzara a través de los árboles notaría que los colores de su cabello habían perdido fuerza.

    Aún así, a pesar de sus similitudes físicas y de que veía en él a un igual, las diferencias psicológicas saltaban a la vista. Cada vez que él la miraba había hartazgo en sus ojos, exceptuando cuando había topado con ella, aterrada, en medio del estúpido bosque.

    Apoyó la espalda en el tronco del árbol como había hecho hace unas horas, antes de que la chiquilla partiera a una muerte prácticamente segura.
    Las botas se le hundieron en la tierra húmeda una vez más.

    Si no le era sumisa, lo sacaba de sus casillas y Katrina Akaisa había dejado de seguir las reglas de casi cualquiera desde que había entrado a la secundaria.
    Le era obediente únicamente a su madre, quien pocas veces era exigente con ella y a su padre ausente, poco amoroso y desinteresado de su vida mientras mantuviera aquella maldita excelencia académica de la que hacía alarde.
    No importaba si bebía hasta la inconsciencia las noches de fiesta con los muchachos de su calle, si era atrapada fumando, si decían que se había revolcado con alguno de sus compañeros y había sido atrapada por algún conocido.

    Era una simple fase.

    Vaya chiste.

    Es cierto, Katrina no era una mujer en todas las de la ley. Había dejado atrás la sumisión atada a su género, las prohibiciones interiorizadas, las exigencias estéticas. No quería ser nada de eso.

    Era brusca, dominante, volátil, imprudente y demandante. Prefería sacrificar a los otros que poner en riesgo su burbuja, había aprendido a que así era más difícil salir herida.

    Un combo que ponía de los nervios a Alexander Purchinov, quien no tenía ánimos de estar aguantando a la que hasta hace poco no era más que una adolescente impertinente.
    Aunque lo cierto es que ninguno de los dos estaba allí para hacer vida social. Sus personalidades generaban una corriente eléctrica que continuamente amenazaba con generar un corto circuito y dificultaba muchísimo la alianza que mantenían.
    Parecía que la niña era la única que, sin siquiera parecer consciente de ello, impedía que se mataran entre sí.

    La observaba con el rabillo del ojo girar su granada, Katrina actuaba como un perro que observa un plato de comida vacío, a pesar de que el resto de su carácter recordaba al de un gato silvestre.

    Su compañera estaba deseosa de explotar algo con una de esas dichosas BIMs, que acababa de notar eran idénticas a las de Rachel.

    La chica de mirada heterocroma giró una vez más la bomba con sus dedos y clavó la vista en la luz que intuyó permitía activarla.


    —Lanzarme una granada no sería la mejor de tus decisiones y lo sabes, niña. —Le llegó la voz de Alexander a través del ruido de la cascada—. No durarías ni cinco minutos.


    Detuvo en seco el movimiento ansioso que realizaba con su BIM y frunció el ceño, regresando la esfera a su riñonera.


    —¿Acaso me crees estúpida? —masculló de inmediato, con la brusquedad habitual. Bufó una vez más—. Además, no pienso asegurar mi muerte aún ni dejarte solo con la niña.


    Algo en Rachel Gardner tocaba los más finos hilos de la moral de Katrina, como había sucedido cuando el grandulón le ofreció parte de uno de los platos de arroz con vegetales; porque algo sobrevivía de la niña recatada y educada que alguna vez fue.
    Gardner había confundido a la mayor desde que los sorprendió frente a las tablas en la habitación de aquel edificio y chocó con sus brillantes ojos azules.

    La traidora, pero no era más que una niña.
    Como lo eran las chicas que se habían dicho amigas suyas.

    Pero aquellos ojos vacíos, aquel deseo por ser asesinada, despertaban en ella un instinto protector que disonaba con su necesidad de enviarla a morir con tal de seguir con vida, a pesar de que habían hecho una promesa. Su lealtad la obligaba a asegurar que se cumpliera, sin importar lo torcida que fuese, pero parecía mejor romper la promesa que acudir a morir por el jodido maletín.
    No importaba si no recibía nada como retribución, no importaba si se lo agradecía o no, si le reprochaba por no dejarla morir. Nada de eso importaba. No quería enviarla pero lo había hecho, ya era tarde para su ridícula necesidad de protegerla con tal de saldar la promesa o lo que fuese.

    Nuevamente tiró de la piel alrededor de sus uñas.
    Una, dos, tres.

    ¿Cómo era capaz de enviarla a morir sin chistar?

    Cuatro, cinco, seis.

    ¿Tanto temía ser traicionada?

    Siete, ocho, nueve. Sintió el tirón de una herida más profunda y la calidez de una gota de sangre.

    La detonación de varias bombas detuvo su ritual. El corazón se le paralizó en el pecho y sintió que el estómago se le volvía al revés.

    Muerta.

    La promesa nunca sería saldada.


    Se precipitó hacia el bosque que rodeaba el edificio médico, mientras volvía a sacar la desgraciada bomba de su riñonera.
    Le pareció escuchar que le seguían los pasos.

    ¿Ya alguien se habría hecho con el maletín? Qué importaba.

    Corrió hasta que observó el humo elevarse desde detrás del edificio. La luz de la luna apenas y dejaba ver algo. Se acercó y pudo observar una silueta a través del humo.
    No era capaz de reconocer si la chiquilla seguía allí con vida.
    Respiraba rápida y dolorosamente, su desesperada carrera le había dejado ardiendo los músculos de las piernas.

    Por un motivo que no logró descifrar, las lágrimas brotaron de sus ojos.

    Hartazgo. Ira. Asco.

    Fue enviada a morir por ella y su compañero.

    Sonrió, fuera de sí, y activó la BIM para luego arrojarla entre el humo.

    Control.

    La explosión iluminó todo. Sus ojos dispares, cristalinos por las lágrimas, refulgieron ante las llamas de su granada.


    Katrina, querida, la imprudencia va a empezar a costarte muy caro.
     
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    Tarsis

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    PFFF. Puras joyas, de verdad, me compraste con esa frase, desde ese momento la sonrisa en mis labios fue cayendo, por lo que siente... por ese hilo de moral allí pese a que quiere ser fuerte. Porque están varados en esa condenada isla, tratando de matarse unos a otros como si fuesen asesinos, pero la verdad es que la mayoría no lo son, sólo personas desafortunadas atrapadas en ese juego enfermo.
     
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    Gigi Blanche

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    i fuckin love Katrina <3 Leer esto me hizo apreciarla mucho más, va mucho más hondo, más al hueso, más allá de lo que muestra su irreverencia. Ciertos pasajes me recordaron a Morgan, la verdad. Siento que ambas desconfían del mundo y se cerraron hacia él, porque la vida les dolió demasiado y ya no quieren ser heridas por nada ni nadie. Morgan vive porque tiene algo que proteger, Katrina quizá se aferre más a ella misma; pero, en definitiva, se sienten solas frente al mundo. Porque aunque Morgan tenga a su hermana, no puede contar con ella para aliviar un poco el peso que lleva encima.

    me encantó el final, carajo. esa sonrisa, esa puta sonrisa. en serio, me encantó.

    gracias por escribirlo <3
     
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    Hygge

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    Yo: me voy a poner a comentarle a esta gente.
    La mesa de fanfics: nueve fanfics de btoom.


    *Inserte pikameme* (Pero es feliz porque la están llenando de vida again).

    Me encanta como todos le habéis dado ese enfoque a vuestros personajes en estas historias, de tal forma que se entienda mejor a qué normas morales se ciñen, por qué se comportan como lo hacen, aunque sea muy brevemente en este caso. Y me gusta, porque no has relatado la backstory del todo si no que nos has hecho ver qué pasa por la cabeza de Katrina de una forma más profunda, más realista de lo que el rol te permite. Y eso siempre está bien, porque moldea a tu personaje todavía más, y todos amamos a los personajes que están bien hechos, como es tu caso.

    Amo que Katrina sea todo lo contrario a Rachel, porque todo lo que suele pensar acerca de su docilidad es lo que pienso yo mientras la narro xDD Es una mujer fuerte, independiente, segura de sí misma, y eso es lo importante. Obvio que sus defectos la hacen más humana, como es su brusquedad, pero en el grupo al que se ha ido a juntar incluso ese detalle hace una mecánica más divertida, juntándola con el personaje del calabazo xDD Adoré esa escena con la bomba en las manos, y el otro siempre vigilándola y aparentando que no le importa que pueda atacarla, porque piensa que no lo hará. Pero, ¿y si...? Nunca se sabe qué puede pasar, señor Puchinov o como se escriba, no se confíe. (?)

    Me dio en los feels verla afectada por la muerte de la loli, la verdad. Lo sentí como cuando en un juego sacas el final malo, y vuelves al punto de antes, que vendría siendo el rol en la actualidad. Esperemos que no saquemos de nuevo ese final, porque me daría mucha pena. El Talco's Crew aún tiene mucho que ofrecer >:(

    Asdfghh sigue escribiendo por aquí, que yo siempre te leeré encantada, ya sabes <3
     
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