One-shot de Inuyasha - Discretamente

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Lo prometido es deuda. Mi regalo de navidad Misuzu Espero te guste y perdona si es muy raro pero se me ocurrió esto y me gustó. Además es en un universo alterno xD Puede contener un poco de Ooc y ser bastante raro pero es con todo mi cariño. Felices fiestas :omg<3:

La discreción parecía ser inaplicable para esa joven de cabello rebelde y sonrisa floja. Mucho menos si se le observaba con atención y se advertía (con una gran molestia) el tono agudo en su voz cuando gritaba porque (según ella) se cometía un injusticia. Por ello, Sesshomaru no era capaz de entender como es que Kagome se metió en su vida como si se tratara de la humedad. Y ya estaba tan arraigada en ella que ni el mejor limpiador quita manchas podría arrancarla de ahí. Porque su presencia se había filtrado hasta sus huesos, haciéndose parte de él.


Una sonrisa hizo amago de tirar sus labios hacia arriba al pensar en ella. Enfadado mantuvo el gesto impasible aunque por dentro quisiera fruncir el ceño y arrancarse el corazón por ser tan patético al experimentar ese extraño cosquilleo. Colocó las manos en la espalda (rompiendo así su perfecta postura) y cerró las manos en puños. No quería… enamorarse de ella. No obstante, parecía más fácil lograr que la tierra dejara de girar a dejarla de mirar.


Porque esa chiquilla tenía la facultad de hechizar con sus pasos (aunque estos carecieran de gracia) y esa atención que fácilmente prodigaba. Porque el albino sospechaba que era esa sensación de seguridad y familiaridad lo que logró que (absurdamente) quedará prendado de ella. Y eso se debía, principalmente, a su constante presencia en casa. Ya que lo primero que veía al llegar a esa fría mansión era esa sonrisa que gritaba bienvenido, que bueno que estés en casa. Y, aunque lo negara constantemente (ante él y los demás) esos ojos achocolatados eran capaces de llenarle el cuerpo de miel y derretir el hielo que (los años de abandono) habían instalado en sus venas.


Porque (aunque quisiera evitarlo) ese afable gesto hacia que miles de burbujas fueran trasportadas por sus venas y explotaran en su pecho. Haciendo fiesta y festejando con fuegos artificiales que ella se encontraba cerca. Y eso era lo que más lo enervaba. Ese poder que discretamente Kagome había adquirido sobre él. Porque había ocasiones en las que la observaba y no podía evitar pensar que esa sonrisa valía el mundo. Sonrieme así y te daré la luna. Mirame sólo a mí…



Había ocasiones (como esa) en la que no podía evitar mantener los ojos fijos en ella y experimentar el vehemente deseo de tocarla, de enterrar los dedos en ese rebelde cabello que corría en diferente dirección y de morderle la boca al igual que esa manzana que invitaba a la perdición. Tantos eran los porqués que bailaban en su lengua respecto a la azabache que era difícil decidirse por donde empezar. Sin embargo, con el paso de los días (y al ver el creciente interés de su medio hermano por ella) llegó a tomar una resolución.


Se puso en pie y rodeó la mesa. La cena no era importante. Vio la estupefacción reflejada en el rostro de los integrantes de esa pseudo familia. Casi en todos. Sólo había uno que lo miraba con una cínica sonrisa que parecía gritarle ¡vaya, hasta que te has decidido! Bufó casi imperceptiblemente. A su padre jamás se le quitaría lo cotilla. La tomó del brazo. Escuchó una leve protesta. No le importó. La llevó (casi a rastras) al jardín. ¡Pero que cliché! No obstante, no iba a disuadirse ahora.


—¿Se puede saber que demonios te pasa? —Inquirió gritando al deshacerse del agarre. —¡Dijiste que no me querías cerca!



Si, eso había dicho pero con el paso de los días y al verla tan alejada de él se dio cuenta de algo. En algún punto llegaría alguien, tal vez no hoy, ni mañana y tal vez no en un par de meses…. Pero en algún momento habría un desconocido al que le diría que sí. Al que le pertenecería esa sonrisa, esa mirada, esas caricias y esa estridente risa. Y no quería… porque Kagome era suya.


Acortó la distancia antes de que se pusiera a gritar. Enterró la mano en su cabello. Fue suave, casi como acariciar la noche. No pudo evitar sonreír antes de devorarle la boca. Se bebió su aliento y su saliva con sabor a ambrosía. La respiración trastabilló en sus labios cuando se separó. La vio sonrojada. La vio vulnerable. Quiso hacerla suya.


—¿Qué significa esto? —Preguntó insegura. Sesshomaru sonrió al verla tan perdida.


—Que te quiero para mí por lo que me queda de vida. —Aseveró sintiendo que el corazón se le saldría del pecho.


Enmudecida, ella asintió y se lanzó a sus brazos. Sellaron el pacto con un beso. Un beso que supo a cielo.