Diosa guerrera

Tema en 'Otros Fanfiction' iniciado por Ela McDowell, 18 Junio 2014.

  1.  
    Ela McDowell

    Ela McDowell Entusiasta

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    Diosa guerrera
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    Drama
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    DIOSA GUERRERA
    Había olvidado cuán oscura se había vuelto esa parte del mundo. Una ciudad tenebrosa, pintada sobre un lienzo gris con monótonos colores, que pisoteaba la eterna piedra en la que fue erigida. Ya poco o nada quedaba de los cimientos en los que alguna vez se alzaron templos en su nombre y en el de sus hermanos y hermanas; ancestrales recuerdos que fueron exiliados al olvidado cuando los primeros hombres comenzaron a dudar de su existencia, rechazando su culto y tomándolos por simples inventos fantasiosos de pretéritas eras.

    A pesar de que los llamaron “mitos”, nunca en su corazón albergó el mínimo rencor.

    Ella en sepulcral silencio los observó durante milenarias épocas. Los siglos pasaban y los labios mortales nunca volvieron a llamarla, a invocarla con una susurrante oración o plegaria. Aun así, siguió esperando el momento en el que aquellos seres perecederos necesitaran de su divina protección. Pero, incluso llegados a dicho punto, ninguno pidió su ayuda. Nadie acudió en su búsqueda, sin importar las desdichadas circunstancias.

    «Tal vez mañana. O el día que le siga», se repetía cada vez que el último halo dorado era tragado por el poniente, dando paso a una ilusoria luna, astro cuya luz no era más que un mero espejismo de lo real.

    Año 2135 d.C. Finalmente, luego de un insoportable letargo, el juicio se llevó a cabo. Zeus, su lúcido padre, había decidido el castigo que debía ser impuesto a la ingrata raza que antaño creó. La joven doncella imploró el perdón de los humanos en nombre de la misericordiosa figura del rey de todo y de todos, empero sus súplicas fueron vanas cuando la guerra estalló. ¿Cómo imaginar que los destruirían con sus propias armas? El mecánico ejército, comandado por Ares, comenzó por desatar su furia en el oriente, la tierra que los vio nacer. Incluso Hades y Poseidón contribuían con infaustos acontecimientos hasta los confines del mundo.

    Atenea abandonó sus aposentos en el Olimpo, y con ello su título entre los doce grandes. Mas por ello debió pagar con la inmortalidad que por mucho tiempo poseyó, convirtiéndola en sólo otra mortal que sucumbiría ante la potestad de los cielos. Pero ni siquiera el perder la única vida que había conocido la hizo dudar de la posición que eligió defender.

    Mientras las monstruosas máquinas de acero y metal bajaban sus largos tentáculos, con la misión de detectar cualquier rezago de vida mortal y proceder con la exterminación, la mujer envainó la espada que solemnemente portaba en la espalda. Con sumo cuidado se camufló entre las sombras, recorriendo el empedrado camino con silentes pasos, escabulléndose así de Los Rastreadores, como les llamaban los supervivientes que permanecían ocultos en el subsuelo de la capital griega.

    —Así que has venido —una gélida voz la retuvo en su andar. Dándose media vuelta, observó al hombre de incipiente barba cana y cristalinos orbes que adquirían los mismos tonos azules del insondable océano, los cuales reflejaban la tempestad que producía el lóbrego reencuentro en el interior de su alma.

    —Tío —fueron las únicas palabras que le dedicó Atenea al dios de los mares. Bien podrían haber cortado en dos la tensión en el ambiente de haberlo querido.

    —Debiste quedarte en lo alto de la montaña, demostrando tu lealtad a Zeus al igual que lo hicieron el resto de tus hermanos. Ahora no importa el pasado —ella no respondió—. ¡Eres una desgracia para los tuyos! El destino que te espera será el mismo que el de los bastardos a los que decidiste proteger.

    Poseidón fue quien dio el primer golpe con su largo tridente. Atenea a duras penas logró bloquearlo con la gélida arma que ahora cargaba entre sus firmes manos. La diferencia de poder era abrumadora, y de antemano había sabido que así sería. ¿Qué posibilidad tenía una exiliada en contra de uno de los más poderosos dioses? Aunque a ella poco le importaban las probabilidades. Esquivaría, bloquearía y arremetería depositando sus esperanzas en la razón que la impulsaba a seguir adelante.

    —En tus días fuiste la mejor guerrera que jamás existió —la sorprendió la deidad con su confesión—. Pero ni el hombre más bravo puede luchar más allá de lo que le permiten sus fuerzas.

    Atenea sonrió.

    —Homero.

    —Lo siento, mi niña.

    Las gruesas y afiladas puntas del instrumento mecánico atravesaron su abdomen en un corte limpio. De las heridas manó un manantial carmesí que se negaba a cesar su furioso fluir, arrebatando de ella la escasa energía que su débil cuerpo albergaba. Su último hálito escapó por sus labios, ligeramente curvados hacia arriba, antes de desplomarse sobre el suelo de granito.

    Esa noche... Grecia recordó.

    Este es un breve escrito que hago como reto que me colocó @Alex Beckhamm. Espero que les haya gustado, pues es mi primera mini-historia de este género. Perdón por lo corto y nada imaginativo. Piensen que es una especie de apocalipsis de máquinas con los antiguos dioses griegos como protagonistas, quizá un tipo de Matrix. (?)
     
    Última edición: 9 Enero 2015
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    Dororo

    Dororo Entusiasta

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    Plas, plas, plas... Bato las palmas por tu historia. Sobra decir que me gustó mucho, muchísimo, tanto que incluso me resulta difícil escribir un comentario que le haga justicia a este fic.

    Al principio, me desorienté un poco y creí estar leyendo, como otras veces, los lamentos de una diosa olvidada por el paso del tiempo y la incredulidad de los hombres. Aunque la narrativa enseguida te atrapa y me gusta tanto la mitología que no me importó. ¡Oh! Pero cuando las cosas tomaron un rumbo tan inesperado y fui consciente de lo que en realidad estaba leyendo, apenas podía creerlo. Agradecí profundamente no haberme percatado del comentario oculto hasta el final, hubiera arruinado la sorpresa. ¿Nada imaginativo? No puedo creer que en realidad pienses eso.

    Aunque es algo muy personal, me hubiera gustado, eso sí, un final como: Y esa noche... Grecia recordó, eso lo habría enlazado perfectamente con el principio que tenía en mi cabeza, pero a decir verdad, supongo que la idea ya está implícita en el final que elegiste: Y esa noche... Grecia lloró.

    Bien, nada que acerca de la ortografía, gramática y demás, todo perfecto. Apenas, y esto porque soy muy quisquillosa, un "dedazo": "olvidado" por "olvido". También tengo una duda con la palabra insipiente, e incluso tuve que buscar su significado para asegurarme, porque no sé si yo consideraría a Poseidón, o su barba, un hombre falto de juicio o ciencia, aunque supongo que para Atenea, él había perdido la razón.

    Poco más que decir salvo que fue un soplo de aire fresco y un verdadero placer leerte. Ojalá pueda hacerlo de nuevo en este "olvidado", como los dioses de tu fic, foro.
     
    Última edición: 23 Junio 2014
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    Tarsis

    Tarsis Usuario VIP Comentarista supremo Escritora Modelo

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    Porque el tiempo pasa, no sé, ese es el mensaje que me deja tu historia. Las ciudades sangran, y las personas recuerdan. Y un verdadero héroe, perdura en la memoria de la gente, pero aún así... para ellos también el tiempo pasa.
     
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