One-shot Devil's advocate [Gakkou Roleplay | Joey & Alisha]

N/A: oneshot escrito para el concurso Aniversario improvisado. Realmente no podía imaginar escenario alguno donde Joey le regalara unos calzones usados a Jez JAJAJA, y algo tan bizarro como eso me calzaba mucho más con Ali so... here we go, es el primer fic que escribo con ellos and i loved it uwu Amane te etiqueto porque quiero y porque puedo JUM. Also canción de los vecinitos pa ambientar que salió aYER and im living

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i'm the devil's advocate
you don't know the half of it
good luck tryna manage it
if a God is a dog, and a man is a fraud, then i'm a lost cause​

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Devil's advocate
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Joey seguía bailando al ritmo de alguna música aleatoria mientras caminaban en medio de la noche. Se deslizaba de costado, hacía palmas, se subía a las paredillas de las casas, a los bancos de las plazas, bajaba al pavimento y volvía al cordón de la vereda. Alisha simplemente reía con cada estupidez que lo veía hacer; aún acostumbrada a ser testigo del chico haciendo el ridículo, nunca fallaba en alegrarla. Menos con el alcohol encima y las tripas flojas de tanta risa. Cuando Joey saltó sobre un pie e intentó usar un poste de alumbrado para girar alrededor como bailarina de club nocturno, Alisha no pudo más y se agarró el estómago con ambas manos, doblándose en dos.

—¡Para, idiota! —se las arregló para pedirle, casi sin aire—. ¡Me hago pis!

Joey colocó expresión de circunstancia y se detuvo frente a ella, de cara al frente, ligeramente agachado. Alisha lo observó un poco confundida y el muchacho la apremió con ambas manos.

—¡Vamos, arriba! ¡Es una emergencia!

Se suponía que dejara de reír, ¿no? Bueno, no lo estaba logrando. Con el cuerpo aún flojo se las arregló para subir a la espalda de Joey y el muchacho empezó a correr a una velocidad increíble. La rubia ocultó el rostro detrás de su cabello y cerró los ojos, soltando gritos divertidos entre las risas. El viento le pegaba frío contra la piel desnuda, pero las manos de Joey eran cálidas y firmes alrededor de sus piernas, y su espalda también. Además… allí… olía a colonia.

Se fue calmando poco a poco, hasta que Wickham se detuvo y la dejó bajarse. Sacó las llaves del bolsillo y le indicó con un dedo que se moviera silenciosamente. Alisha no necesitó más indicaciones, su hermano debía estar durmiendo y Joey adoraba a su hermano. ¡Aún recordaba esa vez que se le había caído un tenedor en la cocina! Joder, pensó que Joey iba a matarla. El muchacho también podía ser quisquilloso con ciertas cosas aunque no lo pareciera, ¿eh? En cierta forma, le alegraba ir conociendo más y más facetas suyas.

Alisha se quitó los tacones y los enganchó en una mano al entrar en el apartamento donde Joey vivía, mientras el muchacho cerraba la puerta con un sigilo digno de James Bond. Le sonrió al notar que lo estaba esperando y le dio un beso en la mejilla, alcanzando su mano libre para conducirla hasta su habitación. Esa noche tendrían que cuidar el ruido, ¿eh? Qué aburrido~

Dejó los tacones junto a la puerta y no se preocupó por encender la luz, sólo se quitó la chaqueta y se sentó al borde del colchón, de piernas cruzadas, frente a Joey. El muchacho se quedó de pie frente a ella, observándola, y una sonrisa juguetona estiró más y más sus labios. Ya lo conocía lo suficiente como para predecir cuál ruta era su favorita. Solía arrancar desde la punta de los pies, detallando la silueta de sus piernas largas y delgadas, usualmente desnudas, pues Alisha no acostumbraba llevar medias de red o calcetines; repararía en la curva acentuada de su cintura, entonces, para subir hasta sus pechos, el contorno del cuello, el color que llevara esa noche en los labios. Alisha, entonces, se soltaba el cabello si lo llevaba atado, la cascada rubia se agitaba lentamente, y para ese instante Joey se movía sobre ella con la suavidad de un felino.

Esa noche, sin embargo, sólo se quedó de pie. Welsh arrugó el ceño, confundida.

—¿Ocurre algo? —cuestionó en un susurro.

Joey meneó lento la cabeza, su coleta oscura se agitó detrás suyo.

—Te tengo un regalo, Ali-chan. —La expresión de la rubia mutó en completa alegría y Joey soltó una risa silenciosa—. Es bastante tarde, pensé que volveríamos antes y bueno. Espero no te moleste~

Welsh se incorporó de un brinco, tapándose la boca con ambas manos para no hacer ruido, y dio un par de saltitos en su lugar. No necesitaba decirlo, lo tenía impreso en toda la cara. ¡Anda, Joey, ya suelta la pasta! El muchacho se sonrió, algo más juguetón, y estiró los brazos.

—Tendrás que desenvolverlo tú.

La chica pestañeó, por un segundo confundida, antes de darse cuenta y entender de qué iba el rollo. Se mordió el labio, divertida, y se acercó con movimientos sinuosos hasta alcanzar el pecho de Joey con ambas manos. Estiró las palmas, las presionó suavemente y las deslizó por todo su torso. Llevaba una chaqueta de jean abierta, sudadera y unos vaqueros desgastados. Se mantuvo inmóvil, sin quitarle los ojos de encima, mientras Alisha lo tocaba aquí y allá.

—Bueno, mister gift, si me permites~

Sin despegar las manos de su pecho, alcanzó a colar los dedos dentro de la chaqueta y la fue deslizando por sus brazos poco a poco, mientras recortaba la distancia entre sus cuerpos. La prenda cayó al suelo y Alisha acercó el rostro al cuello del muchacho, aspirando su aroma antes de repartir un par de besos sencillos. Olía, como hace un rato, a colonia. Se sonrió satisfecha y acarició sus hombros, los músculos ligeramente marcados de sus brazos, y se deslizó hasta su espalda baja. Lo mordió apenas al presionar y pegar sus cuerpos, aplastando sus pechos contra el torso masculino y regodeándose en el gruñido bajo que le arrancó a Joey.

—¿Eh? —susurró, sedosa—. ¿Un regalo que habla? Qué cosa curiosa~

Wickham seguía en silencio, sin mover un solo dedo. Alisha decidió seguir desenvolviendo su regalo para ver si, así, conseguía activarlo. ¿Quizá tuviera un interruptor o algo? Soltó una risilla baja mientras besaba su mandíbula y colaba los dedos dentro de la camiseta; su piel era tibia y se contuvo de arrancarle la prenda de golpe. La subió poco a poco, ambas palmas firmes contra el cuerpo del moreno, hasta que la tuvo entre las manos. Retrocedió un paso, apenas un momento, para observarlo y arrojar la sudadera lejos. Había aceptado meterse en aquel juego pero ciertamente su paciencia comenzaba a agotarse, ¿cómo hacía el cabrón para tener tanto autocontrol siempre que quisiera? Qué envidia.

Al parecer no iba a mover un músculo ni abrir la boca, ¿eh? Alisha chasqueó apenas la lengua y volvió a pegarse a él con cierta brusquedad que le arrancó una sonrisa floja; Welsh se emocionó, lo consideró una victoria y volvió a poner sus manos a la obra. Ya se había quitado los borcegos en la entrada, así que condujo sus dedos hasta la bragueta del vaquero y la bajó lentamente mientras danzaba con cierta sorna sobre sus labios. Era extraño ver a Joey tan desvestido y ella con tanta ropa, y la idea le arrancó un mohín algo infantil.

—Anda, pretty boy, ¿dónde coño tienes el interruptor?

Sólo tuvo que escucharse decirlo para comprender que, en definitiva, Joey era un hombre simple. ¿Dónde iba a estar el puñetero interruptor si no en…?

—Ah~ —ronroneó, sedosa, cuando el muchacho soltó un suspiro bajo al sentir su mano allí—. ¿Acaso lo encontré?

Joey se sonrió, y Alisha podría jurar que su mirada le robó el aliento por un segundo; era la jodida expresión de un zorro a punto de cazar a su presa. Lo sabía, y no era la primera vez que lo veía en él.

Lo sabía, y no podía negar cuánto le excitaba.

Cuando por fin se deshizo de los calzoncillos, los agitó victoriosa frente a su rostro y Joey, finalmente, volvió a la vida. Una risa baja vibró fuera de su pecho y su voz sonó ronca.

—Puedes quedártelos, preciosa, de recuerdo.

Welsh se carcajeó.

—¿Para qué mierda quiero tus calzones usados?

Se había olvidado del jodido silencio, la verdad, pero lo recordó de inmediato cuando Joey la asió hasta la cama y se tumbó sobre ella, y gruñó cerca de sus labios y le comió la boca con la desesperación de un animal hambriento. ¿Autocontrol? Qué mierda, el cabrón estaba tan ansioso como ella. Sólo sabía disimularlo.

Alisha lanzó los calzones lejos, bien lejos, mientras separaba las piernas y dejaba que Joey prácticamente le arrancara la ropa. Quizá se los llevara a casa, ¿quién sabe? Era obvio que el idiota de su novio había olvidado comprarle algo como Dios manda y, de todos modos, el regalo que más le interesaba no era ese.

Y Joey lo sabía.