Drabble Deseos (Desafíos Mágicos)

Actividad: Desafíos mágicos.
Recurso: Imagen.

Contenido oculto: Imagen dada

Extensión: 489 palabras.
Notas: Sin seguir ninguna de las líneas de tiempo aparente.

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Deseos
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Son sus labios saboreando la tersa piel, son sus manos masajeando con delicadeza los huesos de la cadera, son sus ojos los que admiran la belleza de la mujer ante él. Es su todo, entregándose por completo; como un baile ya planeado, donde por cada avance que ella da, él maneja el ritmo del movimiento siguiente.

Es el sonrojo de Erza, lo que hace a Jellal sonreír; es su rostro enfadado por la vergüenza lo que lo motiva a nunca irse de ahí. Es toda ella lo que le hace recordar el tiempo que perdió, el tiempo en donde en vez de amarla fingió un odio que la hirió.

La escucha jadear y sonríe, recibiendo a cambio un golpe demasiado fuerte en su hombro. Entonces muerde su hombro y la escucha chillar, más con enfado juguetón que con lujuria reprimida.

Jellal la gira, dándole la oportunidad de escapar, negándose a someterla ante sus deseos; pero es atraído al presente una vez más por un beso que le roba el aliento. Es la sonrisa de Erza en medio del acto lo que le provoca alzar sus manos para tocarla, guardando así en la memoria la figura de la mujer que ama.

La siente tomar su rostro mientras se vuelve a acercar, le sonríe. Con tanta naturalidad que le hace temblar por lo maravillosa que es la acción, la cantidad de confianza que refleja... el cariño. Entonces no se resiste, jamás con ella... nunca con ella... y la besa.

Succiona con delicadeza el sabor de sus labios mientras la escucha suspirar.

—Jellal...

Intercambia las posiciones, queriendo probar más de ese sabor particular que le recuerda a Erza.

—Jellal...

La besa, la prueba. Se alimenta de cada gemido mientras libera los propios. Y todo lo que puede pensar es que es Erza, Erza, Erza... Erza.

Es cuando está dispuesto a bajar una cadena de caricias que se da cuenta del gemido repetitivo de la pelirroja e intenta mirar su rostro, sin embargo, se da cuenta de que sus ojos están cerrados y... ¿cuándo demonios los cerró?

—¡Despierta de una buena vez! —gritan en su oído. Provocando no sólo el repentino estallido de realidad, sino una buena caída hacia atrás.

Gruñe, sobándose el golpe en su cabeza y levanta la mirada, sólo para darse cuenta de que es Erza quien lo mira a unos pasos de la cama. Erza, quien está vestida con la pijama de siempre y le observa algo enfadada.

—El desayuno está listo, ¿quieres bajara de una buena vez?

Y es Jellal sonrojándose en la habitación lo que hace que Erza le mire bien, sólo para darse cuenta de lo que ocurre, bufando al tiempo en que su cara se sonroja mientras huye de la habitación con dirección a la cocina. Mascullando obsenidades.

Ocultando el rostro entre sus manos, con la piel quemándose de la vergüenza, Jellal suspira. Deseando que su sueño pueda convertirse en realidad esa misma noche.