de Inuyasha - Deseo de Tinieblas

Tema en 'Inuyasha, Ranma y Rinne' iniciado por Dark Kagome, 18 Junio 2009.

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    Dark Kagome

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    Deseo de Tinieblas
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    Deseo de Tinieblas

    Black Cherry. Cereza oscura y deliciosa que me das de tu boca.
    Acides divina que me embriaga y me embeleza
    Vino de unas verdes que incitan a lo acido y dulce de tu cosecha de prohibido color.
    Licor de néctar divino y sangrado que corre por mis labios una y otra ves.

    Mira ese color, color pasión, color de tentación, ese es el color que me regalas.
    De tus ojos he de beber ese néctar delicioso y de tu boca el veneno que me embriaga una y otra vez, ese veneno que me da la vida y me da la muerte.
    Vino espumoso de cereza oscura.

    Plumas revolotean por la penumbra de una habitación.
    Dos cuerpos en una cama están.
    Movimiento y movimiento sin cesar, ¿Qué harán?
    Pregunta inocente y entupida a la vez, cuerpos hundidos en sudor y deseo de canela.

    ‘Mía eres y tuyo soy’ de un gemido masculino escapo. Adolorido y deseoso se escuchaba, agitado a la vez parecía. Melodía bañada en sudor de un cuerpo esculpido y tallada cuidadosamente por un Dios o Demonio. De melena inigualable color platinado.
    Orbes fuego mezclado con zafiro divino y sagrado. Sonrisa mezquina y picara y piel blanca pálida de ceniza estaba teñida.

    ‘Hoy y siempre… Mió eres y tuya soy’ voz de mujer endemoniada y agitada, enredada en el deseo y en el fulgor de cuerpos hundidos en un mismo pensar. Una posesión, mió y nada mas en sus mentes estaba, “mió” “mía” marcaban con el pensamiento al otro con esas palabras que en claro denoto de celos incluso a sus sombras daban.
    Mujer de hebras negras y lacias, de piel blanca pálida deliciosa y aterciopelada. De orbes en fino y llameante magmar escarlata, de cuerpo hecho de rosas y diamantes. La perfección misma le quedaba corta al arte de su cuerpo y orbes en combinación con su melena negrusca.

    Un vaivén de deseo sin fin en torno al deseo y placer carnal.
    De un beso la boca del opuesto era comida y en respuesta del otro la boca era devorada, que mejor deleite de cuerpos amantes del placer genuinos fundidos en el vals del placer, que mejor vestido de gala que la desnudes pura de sus cuerpos perfectos.

    Toque tras toque de deleite y de deseo. Mar de fuego en cama de plumas era.
    Fuego y pasión, a ellos nadie más les importaba. Que importaba si era el mismo fin del mundo, aun para ellos en la eternidad de su lecho el tiempo detenido estaba entre sabanas blancas. Tormenta de caricias, gemidos y besos era lo que en el lecho de plumas reflejaba.

    Cuerpos unidos, dos cuerpos unidos en uno. El dentro de ella.
    Salida y entrada de aquel sendero que tanto le pertenecía a el, ese camino de perdición y de guía al éxtasis y deseo.
    Quien seria en este compás de dos la lluvia y la tempestad. Quien es guía y quien el que sigue… A quien le ha de interesar eso, ni a ellos mismo les importa si se doman el uno al otro. Todo esta entre sabanas y sudores de deleite total.

    ‘Tócame, siénteme, siente como mi cuerpo adentra mas y mas en ti, mujer de mi locura’
    Exclamación ahogada que dejo salir el que posado debajo de ella estaba, arrimaba a esta mas y mas a el. En su interior estaba y de el jamás querría ser alejado. Demonia de mi cama que has de júrame el clamor de tu gemidos y de tu tinte carmín sobre tu piel de terciopelo. Clavas tus garras en mi pecho y me marcas más así como tuyo. Mujer de mi locura, amazona de mi perdición. De mi te he dado días y noches, pensares y suspiros, de ti he robado suspiros, jadeos y gemidos. Mía eres, mía hoy, mía ayer, mía eternamente.

    ‘Dame de tu boca, dame de tu ardor, lléname con aquello que es tuyo y que es mió’
    Serafín del averno que ha venido a mi en pose de tirano embravecido, te he de domar entre mis brazos. Mira, siénteme, tócame. Estoy al borde del precipicio de la locura por tu culpa oh Demonio mío, pinta con tu boca mi mar de pecho endurecido por ti. Una y otra vez de ti he de apoyarme y cual amazona en caza de su presa, cabalgar en sobre ti, que eres mi potro indomable. Laberinto de mi cuerpo conoces mejor que ninguno oh demonio mió, rápido y lento, lento y rápido, una y otra vez. Más y más, casi un fin del comienzo me separa del límite de mis fuerzas.

    Guerrea y amazona de mi selva, Diosa y Demonio de mi templo. De he culminar ya no resisto mas entre sus garra de diabla mezquina y quisquillosa. Tómame ahora y siempre como tuyo mi veneno de cobra dorada. Un vaivén mas rápido has de darme, Demonia infernal, Deidad del fuego que me invade por dentro. Eres la culpable de esto que ahora siento. Un cúmulo deseo casi acabados, mujer de selva inexplorada.

    Labios y bocas unidas en un beso mas que en llamas y canela de fuego estaban ahora, un suplico y una grito endemoniado al unísono invadió el espacio en donde en el lecho de plumas se yacía en ahora calma. Silencio de aquellos gemidos y jadeos quedo la habitación, solo el goteo de sudor, el rápido palpitar de pechos incontrolados y la respiración de que las fosas nasales y de los labios unidos se escapaban. Ese beso no parecía tener fin. Aquel beso que dio inicio al incendio de la pasión misma de dos demonios. Clamor por no terminar jamás en cuerpos de los dos, en las mentes de ellos resonaba y volvía a resonar. “eres mió” “eres mía”. Posesión de ellos ambos eran.
    Suave y lento ese beso fue separándose poco a poco, y un hilo fino de cristal líquido era lo que las mantenía unidas. Cosa que gracia a ambos les acuito. Un fino hilar de néctar mezclado se negaba separar los cuerpos.
    El le miro con esa picardía y malicia, a la vez que con esa mirada de hielo la quemaba. Y posando sus brazos alrededor de su estrecha y sudada cintura este se incorporo, quedando sentado con ella sobre el.
    Ella, coqueta y picara, así como ambiciosa y posesiva, poso sus brazos por el cuello de este y pegando sus pecho al pecho esculpido de este. Clavo su mirar de Ninfa endemoniada en los orbes de su Serafín y Demonio.
    Traviesa sonrisa en ambos labios se posaron. La mirada bastaba, un “Bésame” un “Tómame otra vez” era o que reflejaban en esos orbes vidriosos.
    Cansados de cuerpo pero deseosos en mente, nuevas energías esperaban para saciar las llamas que jamás se extinguiría.
    Un nuevo beso se dio a conocer y nuevas caricia se formaron ahora en pieles sensibles, ahora un nuevo goce de sensaciones y un nuevo deleite de ambos, más allá de lo cotidiano y mas allá de lo pensado. Solo ellos conocían el “un dos tres” del vals sagrado y prohibido que han de danzar eternamente entre el lecho de plumas, en el deseo de tinieblas.



    Gracias a todas las que leen mis escritos.
     
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