Descansa

Tema en 'Relatos' iniciado por Circe, 11 Agosto 2012.

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    Circe

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    Este es un song-fic basado en una de las canciones de Vocaloid: Los 7 Pecados Capitales. Lo hice para un concurso que lamentablemente no llegó a cumplir el mínimo (cinco entregas) y bueno, acá lo publico. Está basado en la canción:
    Gift from the princess who brought sleep, espero que les guste.​


    “Es hora de que duermas”

    Con las manos, la ropa y la cara ensangrentadas salgo de mi casa. La poca gente que todavía sale a la calle me sonríe sin notar nada extraño en mí, no pueden ver la sangre que me cubre de pies a cabeza. Me desespero, me baño y me limpio con insistencia pero ese líquido vital sigue sobre mí, dominándome y atormentando.

    La primera manchita roja aparece cuando le entregué a mi marido la medicina para dormir, no entiendo por qué. Él lo necesitaba, estaba demasiado agobiado por el estrés de las deudas de juego, por las presiones de sus amantes (como si no supiera que las tenía, desde el principio lo supe y nunca me importó) y por sus excentricidades, solo lo hice por su bien, por que cuando uno duerme no tiene ninguna preocupación y es feliz.


    Por favor, duerme con este regalo,
    dormirás muy bien con este regalo mío.
    Si, soy la princesa que te hará dormir,
    por el bien de tu felicidad.
    Me casé por conveniencia,
    pero aún así yo te amé.
    Mujeriego ineficiente que se ahogan en la codicia,
    sin embargo yo siempre lo he amado.
    Su objetivo sólo eran las riquezas de la hija de un médico
    pero no me importaba, yo era feliz.
    Olvidaste esa promesa hecha cuando éramos niños
    Si así puedo quedarme a tu lado, está bien.
    Ya no puedo soportar más verte estresado todos los días
    así que déjame darte un medicamento muy bueno.
    Te hará tener dulces sueños y recuperará tu cuerpo cansado.
    Es un regalo de mi parte.
    Por favor, duerme con esta medicina,
    dormirás muy bien con este regalo mío.
    Si, soy la princesa que te hará dormir
    Por el bien de tu felicidad.


    No tendría que haberme casado con él por conveniencia pero no pude evitarlo, siempre lo amé y aún lo hago. Tantas promesas que me hizo en vano y tantas mentiras me dijo, todos sus errores los ignoré por amor y, ¿para qué?, ¿para qué me engañe con cualquiera que se le cruce o para que despilfarre todo el dinero de mi padre en estúpidas apuestas y malos negocios y encima me trate mal?

    Sólo se interesó en mí por interés, para tener el dinero de mi padre y poder hacer lo que quiere con él. Y eso se lo perdoné, no me molestó ya que yo solo quería estar con él. Tampoco me enojé por sus constantes infidelidades ni por tirar el dinero en idioteces. Pero no podía soportar verlo tan estresado y preocupado todos los días, con esa clara expresión de dolor que me lastimaba a mi también. Simplemente no podía soportarlo. Por eso tuve que darle esa medicina para hacerlo dormir, para hacerlo feliz. Pero primero tenía que conseguirla o fabricarla.

    Me metí en una organización clandestina, necesitaba encontrar el regalo perfecto para mi marido y la ley no me permitía encontrarlo o crearlo. Tuve que recurrir a delincuentes, a un mercado negro donde encontré una especie de mafia que contrabandeaban drogas. Un hombre amable accedió a intervenir por mí luego de escuchar mi pedido y hasta me enseñó a crear el somnífero más eficaz que podría existir, tanto que uno nunca despierta de ese sueño.

    Un día en el que mi esposo Max estaba particularmente preocupado (aparentemente las deudas lo estaban sobrepasando, no las podía controlar y, además, una mujer de la que ya se había aburrido, una casada con un juez lo estaba extorsionando, lo amenazaba diciendo que sino se seguían viendo ella lo denunciaría ante la justicia diciendo que la había forzado) me vi obligada a darle mi remedio casero como regalo.

    Con una sonrisa, contoneándome, le llevé en una bandeja de plata un frasquito con el oscuro somnífero. Él estaba recostado en la cama, masajeándose la cabeza e intentando encontrar una solución. Al verme entrar se enfureció y me insultó, yo no le dije nada, solo le sonreí y le ofrecí el medicamento, explicándole que lo ayudaría a dormir y relajarse.

    Max me miró dudando, tal vez pensando que ese remedio le causaría dolor. No comprendía que yo nunca le haría daño, solo lo quería ver feliz y tranquilo. Le sonreí, asegurándole que le haría bien, que tendrá dulce sueños y podrá descansar en paz, todo lo cual era verdad. Max se encogió de hombros y se tomó de un trago el líquido negro. Luego me dio la espalda y me ordenó que me marchase y lo dejase dormir tranquilo, lo obedecí como siempre. Salí de la habitación con una gran sonrisa, casi podía sentir como el medicamento le recorría la sangre y pronto lo haría dormir, pronto sería feliz para siempre.


    Todo el mundo tiene algún tipo de preocupación
    Incluyendo a mi padre, a mi madre y todas las personas de la ciudad
    No dormiré en toda la noche, por la felicidad de todos,
    mientras sigo haciendo mi medicina para el sueño como regalo para ellos.
    La realidad desagradable, tus verdaderos sentimientos,
    en tus sueños podrás olvidarlo todo.
    En tu cuna, igual que un bebé
    cierra tus ojos y abandónate a ti mismo.
    Todos después de beber mi regalo,
    se volvieron felices, cada uno de ellos.
    Yo soy la única que no duerme,
    pero a cambio he obtenido libertad y riquezas.


    Sentada sola en la sala esa noche, entendí que debía hacer lo mismo por todos los habitantes de mi ciudad. Ellos también se merecían dormir felices y en paz para siempre, debía ayudarlos a que olviden todos sus problemas y preocupaciones.

    Toda esa noche preparé grandes cantidades del somnífero oscuro, preparada para distribuirla al día siguiente. No estaba cansada, la única preocupación que tenía era hacer felices a todos y que duerma felizmente. Me sentía bien, finalmente serían felices y yo sería libre.

    Esa mañana pasé pasa por casa otorgándoles té a los habitantes, asegurándoles que los haría descansar plácidamente. Todos me agradecieron, todos tenían problemas de los que querían olvidarse y yo los ayudé.

    Durante una semana todos durmieron, como la Bella Durmiente lo hace en los cuentos. Nadie comía, trabajaba, salía o hablaba siquiera, solamente descansaban con una gran sonrisa. Yo, la única que estaba despierta, los visitaba todos los días, para ver como andaban. Algunos llegaban al sueño eterno al segundo día mientras que otros querían despertarse. Por suerte, al ser la hija de un médico, siempre me llamaban a mí primero para que los ayude ya que el resto de la gente estaba muy enferma, durmiendo o en el sueño eterno. Y entonces les volvía a dar el remedio y volvían a dormir y a ser felices. Nadie quedaba afuera, todos dormían.

    La ciudad estaba siempre en completo silencio constantemente. Ya no se oía el ruido de los autos, discusiones, charlas o quejas. Todos eran felices en su sueño, mi ciudad ya no tenía problemas ni preocupaciones, no había nadie estresado, enojado o triste, todos estaban en un trance donde sólo había paz.

    Y yo era libre, nadie me ordenaba nada ni me trataba mal y mucho menos me ignoraban. Además, era la dueña de grandes riquezas, la herencia de mis padres y de la familia de mi esposo, ya ni siquiera tenía deudas ya que los cobradores también dormían. Por primera vez en mi vida era feliz, realmente lo era.


    Por favor, duerme con esta medicina,
    dormirás muy bien con este regalo mío.
    Si, soy la princesa que te hará dormir.
    La mujer que después de tanto busca esperanza.


    Sin embargo, estaba sola. La esperanza de a poco se iba apagando y yo me aburría, casi no había gente a la que ayudar a dormir. No tenía nada que hacer, estaba todo el tiempo yendo de casa en casa, intentando asegurarme de que todos estuvieran en un profundo sueño pero eso no me satisfacía ya que la mayoría dormía y, los que no, no querían sucumbir a la pereza de ningún modo. No tenía nada que hacer.

    Mi gran mansión estaba completamente vacía. Mi amado esposo Max había sido uno de los primeros en dormir eternamente pero eso no significaba que me haya desasido de él, no, Max todavía dormía en su cama, con una belleza que se iba pudriendo de a poco. Sin embargo, no me atrevía a moverlo o tocarlo, solo iba cada día a observarlo.

    Ayer, un día como cualquier otro, uno de esos en los que como siempre no había nada que hacer, fui al cuarto de mi marido a observarlo. Sus preciosos rasgos ya casi no se distinguían, el olor a putrefacción, las moscas y otros bichos abundaban pero a mi no me importaba, seguía siendo hermoso. Ayer me acosté a su lado como hacia tiempo no hacía, ni siquiera cuando estaba vivo. Le acaricié el cabello y rostro, lo besé tiernamente, le hablé y le expliqué por qué había hecho todo pero él no me respondió ni me agradeció. Eso me enfureció.

    Me hizo recordar que, en vida, el hacía lo mismo conmigo. Cada vez que le hablaba, le contaba algo o le ofrecía alguna cosa, Max siempre me había despreciado, insultado y tratado mal. Ni siquiera me tocaba en la cama, cuando dormíamos juntos; tampoco me besaba o acariciaba al menos. Me ignoraba, sólo me utilizaba. Siempre había hecho lo mismo, siempre lo supe. Sus falsas y vacias promesas me ilusionaban en la superficie, yo quería creerlo pero estaba segura de que él nunca cambiaría, nunca me querría.

    El me rompió, si, pero también lo hicieron otros. Mi padre, por ejemplo, me veía como un objeto, como una propiedad y hacía lo que quería conmigo, sin que nadie lo detuviese, ni mi madre que conocía cada una de sus perversiones y secretos. La gente de la ciudad hablaba a mis espaldas y me miraba mal, nunca tuve un verdadero amigo y las amigas que creía tener se acostaron todas con Max, traicionándome. No tenía a nadie en el mundo, nunca lo había tenido. Se merecían que lo hubiera envenenado.


    Sólo era utilizada todos los días,
    como una muñeca de adorno.
    Hace mucho que me habían roto,
    así que ahora sólo quiero destruirlo todo.


    Pero la verdad es que los extraño, ya ni siquiera tengo algo que destruir por que ya no queda nada. Sólo estoy yo, rota, vacía y abandonada, cubierta de su sangre imborrable. Hasta me parece escuchar sus voces… pero no me agradecen, no, me insultan, me condenan, me maltratan… yo que sólo los quería ayudar.

    Entonces decidí que yo también debería dormir. ¿Por qué no? No tengo nada que hacer en este mundo, ya no hay nadie que pueda lastimarme o usarme y creo que debería poder estar en paz eternamente, rendirme ante la pereza.

    Caminando hacia el río, pienso en lo bella que es el agua, en el frío de su abrazo y en la felicidad de descansar allí por siempre. Me tomo el líquido oscuro, el mejor somnífero de la historia, y me lanzo al río con una sonrisa final. Tal vez la sangre que cubre mi cuerpo finalmente sea lavada, no lo sé pero no me importa. Finalmente voy a dormir y soñar.


    Esta medicina es muy poderosa,
    tanto que te hará dormir para siempre.
    Ahora, por fin puedo dormir;
    ahora cambiaré de la Princesa de los Sueños a la Bella Durmiente.
     
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    cuki

    cuki Entusiasta

    Cáncer
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    Antes de nada, decirte que la historia me ha encantado, tanto por cómo está narrada como por la historia en sí.
    Respecto a los fallos, he visto alguno en acentuación (creo que solo ha sido uno) y en verbos.
    El primero cuando dices: dominándome y atormentando, fíjate que utilizas tiempos distintos, lo correcto sería: dominándome y atormentándome.
    Lo mismo sucede un poco más abajo: `` La primera manchita roja aparece cuando le entregué ´´ ese aparece, sería apareció.
    Él lo necesitaba, sería la necesitaba.
    Mujeriego ineficiente que se ahogan, sería ahoga, ya que estás hablando en singular.
    Engañe, engañé
    Asegurándole que le haría bien, que tendrá dulces sueños y podrá descansar en paz, todo lo cual...
    El tendrá y el podrá, tendrían que ser tendría y podría, mientras que la palabra todo sobra.
    Hacer felices a todos y que duerma felizmente, sería duerman, el resto de la frase la has hecho en plural.
    Que me haya desasido, sería me haya desecho.
    Se merecían que lo hubiera, sería los.

    Pues nada, como ya he dicho me ha encantado la historia, a la espera de más, nos vemos.
     
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  1. Anh Peárys
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