One-shot Demonio Traidor [Devil May Cry] Mundus/Sparda.

Demonio Traidor por Azidahara Himelric​

Fandom: Devil May Cry © Capcom.

Personajes principales: Mundus & Sparda.

Géneros: Drama.

Advertencias: Lenguaje soez.

Aclaración: Este fic participa en el concurso “El Corazón del Villano”.

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La noticia le hizo reír al principio, y es que parecía ser un maldito chiste.


Imposible, para el gran emperador Mundus, creer que, Sparda, su general más fuerte y sanguinario, pudiese compadecerse de los débiles humanos.


¡Sparda no era compasivo! Él era leal, leal a él, su único amo. Mundus lo conocía bien o no le daría la libertad que el maldito infeliz tenía.


De haber mostrado algún indicio antes, de poder siquiera llegar a pensar en traicionarlo, Mundus lo habría reducido a cenizas en poco tiempo. Pero Sparda era un fiel seguidor desde sus inicios, un arma que se blandía ante la voz de su rey. Como prueba, él nunca había dudado en arrasar con todo lo que sea que molestase a su señor, por lo que ahora, se le conocía como su más importante general, además de ser engalanado como el más fuerte de sus siervos.


Sparda tampoco le cuestionaba ninguna de sus órdenes, él entendía bien lo que Mundus deseaba: la conquista absoluta de todo. Y hasta ahora, él jamás le había fallado.


Imposible que se voltease en su contra.


Sparda era un asesino perfecto, era fuerte, inteligente, pero más que nada, eficaz y rápido. Bajo su espada, muchos habían sucumbido al dominio de Mundus sin que él, como el emperador y dueño de Sparda, se hiciese presente. Así que el solo pensamiento de que Sparda podría albergar tal cosa como la piedad, por seres tan insignificantes como los humanos, hasta tal punto de llegar a traicionar a su propio rey, era tan tonto como afirmar que Mundus no era el más fuerte demonio sobre la faz de este y otros universos.


¡Era tan chistoso! Porque tenía que ser mentira.


Hace tan solo unos pocos años, Sparda se había arrodillado frente a él, prometiéndole en poco tiempo la devastación del mundo humano. La frialdad en su voz, le hizo creer a Mundus que no mentía.


¿Entonces cómo…?


Luego de reponerse. De recuperar el aliento después de no haber reído tanto en (tal vez) toda su existencia, Mundus se incorporó en su forma angelical sobre su trono para volver al punto al que quería llegar: “¿Quién era el estúpido insensato bastardo que se atrevía a desafiarlo?”.


Porque claramente, éste tenía que ser un humano. Un maldito humano bastante fuerte, pero un humano al fin de cuentas.


El mensajero, temblando de pies a cabeza, le contradijo otra vez:


»Sp-Sparda, mi señor… Sparda está del lado de los humanos…


Mundus se quedó un rato en silencio, cosa que hizo que el mensajero diese dos pasos hacia atrás con temor.


¿Sparda peleaba en su contra?


Basta de tonterías.


Mundus, en un segundo, tuvo que convencerse.


Buscó por medio de su poder, la esencia demoniaca de Sparda. Esta todavía estaba presente en los despojos, que, alguna vez, habían sido uno de sus más fuertes y concurridos regimientos.


Dos de sus otros generales, anteriormente, habían conquistado ese sitio en su nombre. Tomaron humanos como esclavos y mataron a otros cientos. Ahora no había más que cenizas y restos de demonios inútiles que no pudieron detener a un solo enemigo.


Porque eso es en lo que Sparda se había convertido.


¡Maldito gusano traidor! ¡Desgraciado malnacido! ¡¿Cómo se atrevía?!


Al darse cuenta de la verdad, Mundus enfureció enormemente. Tanto que mató al mensajero en un parpadeo, sin siquiera pestañear.


Maldita sea. ¡Maldita sea!


Sparda se ha rebelado.


¿Por qué carajos? ¡¿Qué era lo que estaba pasando por la cabeza de ese miserable?!


Sparda, era su más leal y fuerte general…


Mundus conocía al demonio bastante bien como para creerse tan fácilmente que, en vez de subyugar a los humanos, llevando su estandarte, como lo había prometido, ahora peleaba en contra de su propio amo. En contra de él.


Esto era algo que tenía que averiguar por sí mismo.

…​

¿Dónde estás?


Atento al caos que hacía correr a los humanos civiles como hormigas sin rumbo, Mundus se movilizó de forma incorpórea e invisible por la Isla Mallet. Una zona pequeña todavía habitada por humanos que se resistían a su control. Cucarachas idiotas, no sabían que ese sitio era una puerta demoniaca potencial.


Pero más allá de eso, Mundus pudo sentir que una lucha se llevaba a cabo no muy lejos. Eran dos demonios. Uno, indudablemente era Sparda. El otro, el único general que quedaba vivo y que sin duda sabía a quién debía seguir.


Mundus llegó a tiempo para presenciar cómo Sparda, acababa con la existencia del general que le seguía en fuerza. El demonio ni siquiera estaba agotado cuando le cortó la cabeza a su contrincante y pateó su cuerpo a un lado.


«No mereces vivir» manteniéndose al margen, Mundus miró con enfado el cadáver.


Pero más pronto que tarde, el gran rey desplegó su vista hacia algo que le hizo estallar en furia. Los humanos que estaban escondidos, todos ellos, se acercaron a Sparda.


Estaban aliviados, ¡estaban felices! ¡Estaban contentos de ver a Sparda salir victorioso! Cuando lo que deberían estar haciendo era sufrir.


—Supongo que no te habrá resultado difícil acabar con él, ¿eh? —le dijo uno de esos insignificantes seres, palmeándole el hombro—. ¿Te ha herido?


Sparda nunca fue un sujeto muy hablador, así que a Mundus no le pareció raro que él no respondiese. El humano, en lugar de sentirse incómodo u ofenderse, se rio. Se rio como si él y Sparda fuesen amigos de toda una vida.


—¿A quién creo hablarle? Se necesita más que un demonio como ese para dañarte.


Fue suficiente para Mundus.


—Quizás yo pueda cambiar eso —se manifestó con toda su gloria.


Los humanos con armas se pusieron en guardia, los civiles corriendo gritando, pero todos por igual palidecieron al saber él que no era un demonio cualquiera. Pero no así Sparda, él se mantuvo quiero y se limitó a alzar la cara hacia su rey.


¡Alzó la cara! ¡Cuando lo que debería hacer es bajarla hasta el piso mientras pide clemencia!


Se arrepentirá. ¡Se arrepentirá!


—Sparda, me has traicionado —gruñó demasiado ofendido, sintiendo su poder desbordarse—. Has traicionado a tus hermanos. ¡Nuestra causa!

—Te equivocas. Nunca fue mi causa.


Sparda no le hablaba con el respeto que un emperador como Mundus se merecía.


El respeto que Sparda le tenía, también se había ido.


¿Por qué?


¿Qué le habían hecho los humanos? ¿Acaso ellos habían encontrado una forma de controlarlo mentalmente? No, Mundus se habría dado cuenta si así hubiese sido, y Sparda no era tan fácil de controlar ni mucho menos manipular.



»Su grandeza es para lo que lucho, mi señor —había dicho hace poco.


¿Para qué luchaba ahora? ¿Para beneficio propio?


¿Acaso Sparda planeaba quedarse con todo al dominio de ambos mundos al traicionarlo? ¿Las ambiciones de Sparda eran volverse un emperador? Nunca. Mundus no permitiría eso. ¡Él era el único rey y dueño de todo!


Insensato Sparda. Moriría por su insubordinación.


Pagaría con sangre por darle la espalda.


Sufriría por decepcionarlo.


—Si no me sirves, entonces morirás —amenazó dispuesto a darle una última oportunidad.

—Eso no lo decides tú —dijo alzando su espada contra él.


Entonces como el traidor que era, Sparda iba a ser castigado, torturado hasta la locura, antes de desaparecer bajo sus propias manos.


—Has cometido un grave error.


Entonces Mundus usó su poder para abrir puertas demoniacas por todo aquel maldito pueblo humano. Sus peones se harían cargo de debilitar a Sparda. Mientras tanto, Mundus también quería saciar la curiosidad a una pregunta:


¿Sparda se habría encariñado con los humanos?


Si así era, entonces Mundus eliminaría a todas esas pequeñas cucarachas primero.


Aun desde lo lejos, Mundus lo vio pelear hombro con hombro con guerreros humanos. Él les prestó algo de su poder para tener aliados propios. Y no sólo eso, sino para defenderles también sin necesidad de ser el único que pelease.


Bastardo listillo. Se arrepentiría por su traición.

—FIN—
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