Demolition Lovers [Amantes Demolidos]

Demolition Lovers [Amantes Demolidos]

Se escuchó el disparo. ¿Pero a alguien le importa? Y caíste... ¿Pero alguien se da cuenta? Y dijiste eso... ¿Debería estar preocupado por lo último que dijiste?... Antes de apretar el gatillo…

¿Pero alguien se da cuenta de que hay un cadáver en ésta cama?





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Hace ya bastante tiempo que no me pasaba por esta sección de FanFics. Últimamente me la he vagabundeado por todo CemZoo menos por aquí, que era el lugar en donde más solía pasar. Bueno, la cosa es que he vuelto... con un fic "nuevo". Nuevo entre comillas, pues he decidido hacer una pequeña modificación. Aquellas personas que hayan leído antes mi FanFic "Demolition Lovers"... les puedo decir que es una versión nueva y mejorada.


Por ahora les dejo la introducción y nos leemos al final...

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Demolition Lovers
Sueños rotos... Amantes Demolidos
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Introducción:
Alas rotas.

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La suave brisa de otoño acarició su rostro. Sintió un beso ausente. Comenzó a sollozar en silencio. Se dejó llevar por el crujir de las hojas secas. Observó el cielo ocaso, el sol se comenzaba a ir, como siempre. Todo era normal. El mundo seguía girando sin saber que para él, había dejado de hacerlo. ¿Cómo todo podía seguir igual? ¿Por qué, maldita sea? ¿Por qué nada ha cambiado? Para él… para él todo había cambiado, sin excepción. Ya el ritmo de la vida le parecía mal. La gente siempre era la misma.

Nada había cambiado.

Chasqueó la lengua y limpió el rastro de sus lágrimas con el dorso de su mano. Nadie debía verlo llorar. Él era fuerte. Ella quería que él fuera fuerte.


Dio una ojeada a su alrededor, sin saber en dónde fijar la mirada. Las tardes eran siempre las mismas… Se levantó del suelo, dispuesto a volver a ingresar a su hogar, sin saber por qué. Ya no sabía nada. De lo único que estaba seguro era que ella le hacía falta. Al entrar por la cocina, apreció el desorden de la misma. Platos sin lavar, comida sin terminar, el refrigerador vacío, las sillas desubicadas…, caos.

Suspiró.

Toda la casa luciría igual, siempre era lo mismo. No había motivos para limpiar, ni para ordenar. Nunca tenía visitas, ni familiares, ni amigos. Sólo era ella quien conocía el mundo en el cual él había estado encerrado tanto tiempo. Lo llevó a la luz para después volver a encerrarlo, cruel destino.

Entró al baño con deseos de darse una ducha, pero en cuanto pasó por el espejo no pudo evitar el mirar su reflejo. No, ese no era él. Ése era el reflejo de nadie. Estaba tan diferente, todo era diferente para él, ya nada volvería a ser igual. Se ahogaba en un mundo monótono, donde no había nadie.
Donde hablaba y no obtenía ninguna respuesta. Estaba sólo…, sin nadie.

¿Pero alguien se daba cuenta? ¿Pero a alguien le importaba?

La gente siempre se encerró en su mundo sin mirar al lado; así los miraba él a todos. Cada uno de los habitantes de esa maldita ciudad se encerraban en sus vidas sin preocuparse de los demás. Nunca se extendía una mano para el necesitado, nunca se mencionaba la palabra: ayuda. Nadie extendía una mano al otro. Sólo perdían el tiempo… nada más. ¿Tiempo? No, tampoco existía el tiempo, o tal vez… éste corría lento, muy lento…

Cerró sus ojos y suspiró.

—Todo sigue igual… — Susurró para sí, dando un acento molesto a la palabra “igual”— Como si nunca te hubieras ido.

Alzó la mirada nuevamente, observando ese “reflejo de nadie”. Lucía despeinado, no habían razones para arreglarse; con horribles ojeras bajo sus ojos, producidas por las noches en las cuales no podía dormir, los fantasmales recuerdos se apoderaban de su mente sin permitirle conciliar el sueño… sin descansar. Su camisa yacía abierta y su pantalón desabrochado, sólo lo sostenía su cintura…, era el aspecto de un sábado por la noche. No había nada que hacer. No había dónde ir. Todo era aburrido y sin sentido.

—Se fuerte…

Hizo de su mano un puño que se estrelló sobre el espejo del baño. Los pequeños vidrios trisados saltaron a su alrededor. En su mejilla se produjo un corte debido a un roce con uno de los pedazos, de a poco comenzó a sangrar, al igual que su mano. Pero… no sentía dolor. No había dolor físico, no. Para él ya no existía el dolor externo.

Cubrió su mano con papel higiénico, ignorando que la sangre seguía saliendo, sólo miró sus múltiples reflejos en el espejo trisado. Su seño se frunció, echó maldiciones al aire mudo y sintió sus rodillas temblar. Reposó su cabeza sobre sus manos, mientras sus codos se apoyaban en la mesa del lavabo. Quiso gritar, quiso llorar…quiso morir. Tenía las alas rotas, no podía volar.

—No quiero que caigas…

Se levantó de golpe. No iba a flaquear. Cerró sus ojos con calma, inhalando y buscando la tranquilidad de su monótono mundo. Sintió el sueño invadir sus ojos, observó su reloj de muñeca. “¿9 de la noche?”, se preguntó a sí mismo, dudoso de que a aquella hora le hayan dado deseos de descansar. Siempre era más tarde, o era no dormir. Supuso que la carga de su cansancio se apoderaba de él, y sin pensarlo dos veces se dirigió a su habitación. Al cerrar la puerta del baño, una dulce brisa entró por la pequeña ventana junto a la ducha, e inundó el baño de una presencia desconocida. Las toallas danzaron sin razón para luego volver a inmutarse.

—Yo estaré contigo… siempre…

Entró a su habitación, y no le vio la diferencia al caos de la cocina. Ni la cama estaba echa, y la ropa yacía tirada en todas direcciones. Era un desorden total. No se impresionó frente al gran caos que se presentaba frente a sus ojos, sólo caminó tranquilo hasta la cama y se dejó caer. Recostó su cabeza en la almohada, queriendo que las voces del pasado se esfumaran. Pero era imposible. Todo le era imposible. Maldijo su vida y todo a su alrededor.

¿Por qué tuvo que irse ella? ¿Qué hizo ella para merecer eso? ¿Es que acaso no supo amarla como se debía? ¿Qué había echo mal? ¿Fue algo que él hizo? ¿Fue algo que ella dijo?

Cada pregunta sin respuesta. Sólo logró frustrarse más. Se sentó de golpe al sentir una punzada de dolor en su mano, el papel higiénico estaba apegado sobre su piel, teñido de rojo. Quiso volver al baño a lavar la herida y vendar su mano, pero no encontró las fuerzas…, ni las ganas para ir. Simplemente se limitó a cerrar los ojos y dejar sus fuerzas volar. Se sintió demasiado cansado para expulsar ese gemido de dolor que su mano le provocaba.

—Te extraño — Susurró — Quisiera… quiero volver a vivir esos tiempos contigo…

Abrió lentamente los ojos, encontrándose con el techo de la habitación. La lámpara colgaba quieta al centro. Luego observó la ventana, vio como el manto de noche ya había cubierto todo el cielo. Volvió a sus pensamientos. Quería volver a sentirla… pero ya no se podía. Lo hecho, hecho estaba… Ya no habían más oportunidades, ¿verdad?

—Dame una última oportunidad, Kagome… — Susurró antes de caer dormido, sin fuerzas para seguir hablando.

Continuará…​

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Fin Introducción.​

Terminada 04 de Marzo, 2008. 21:06 p.m.

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Espero que les haya gustado. La verdad la historia está un poco cambiada en ciertos puntos de vista, pero la idea principal es la misma. Quizás sea un poco confuso el Fic o quizás no, pero ya todo se irá resolviendo capitulo por capitulo. Prometo tener el capitulo uno pronto, y esta vez JURO terminar este Fic.

Ojalá me dejen sus comentarios. Gracias por leer mi fic.

So long :musica:!

P.D. Agradezco a Morena por betearlo y por ayudarme a escojer un nombre, que bien complicado que se me hizo. Thanks!
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Re: Demolition Lovers [Amantes Demolidos]

Capitulo I:
Nueva vida.

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Despertó. Sintió cómo todas las energías habían sido recuperadas esa noche. Había dormido bien después de todo. No hizo falta que mirara el reloj para darse cuenta de que era muy tarde para llegar al trabajo. El sol brillaba fuertemente a través de las persianas de la habitación. “¿Quién trabaja los Domingos?... Sólo yo”, pensó con fastidio.

Suspiró.

Quiso levantarse a comer algo, el hambre lo devoraba por dentro. Pero cuando iba a levantarse algo se lo impidió, un cuerpo a su lado dormitaba en silencio abrazado a su brazo. Específicamente el cuerpo de una muchacha. Él la miró con los ojos muy abiertos de la sorpresa. ¿Qué hacía una chica durmiendo con él? ¿En la misma habitación? ¿En la misma cama? ¿Abrazada a él?

Las cosas más sucias se le vinieron a la mente, y como reacción enrojecieron sus mejillas. Frunció el ceño cubrió su rostro con la mano derecha. “¿Lo hicimos?”, se preguntó con vergüenza, mirándola. Negó fuertemente con su rostro. ¿Qué estaba pensando? Tenía que haber alguna explicación razonable para eso, ¿verdad? O… simplemente no recordaba lo que pasaba. ¿Se emborrachó antes de dormirse? No, no… qué tonto.

Antes de que siguiera con sus ideas de una noche alocada con aquella desconocida, la muchacha comenzó a moverse entre sus sueños. Él la observó con calma, sin moverse, no quería despertarla y formar un alboroto; pero quería saber qué hacía ella allí.

—¿Por qué te has despertado tan temprano, InuYasha? — Preguntó la muchacha mientras soltaba su agarre —

InuYasha abrió la boca para decir algo, mas nada salió de sus labios. ¿Cómo sabía su nombre? La chica tomó asiento a su lado, y el pelinegro pudo verla con claridad. Observó su reflejo en los achocolatados ojos de ella, pudo sentir nuevamente el sonrojo sobre sus mejillas. La desconocida se acercó lentamente para quitar los mechones negros del rostro de InuYasha, él se dejó hacer.

—¿Sucede algo, amor?

¿Amor? ¡¿Amor?!
Ahora sí dio un salto de la cama, observando a todos lados. Esa no era su habitación, lo sabía porque todo estaba en perfecto orden y porque los amueblados no eran suyos. ¿Dónde estaba?

Dio un par de pasos hacia atrás, encontrándose con la pared, se recostó sobre ésta, cerrando sus ojos y queriendo que todo fuera un sueño. Porque eso tenía que ser. Comenzó a sudar frío y su respiración parecían jadeos. Temblaba.

—InuYasha… — Le llamó ella — ¿Estás bien? Te noto pálido.

—Estoy bien, Kikyô.

Todo se detuvo por unos instantes… y ahora el preocupado era él. ¿Cómo supo el nombre de ella? ¿Qué estaba pasando, mierda? Tenía la mente en blanco. A lo único que atinó en ese momento, era a correr y salir de ahí. Cerró con un portazo y se recostó en la puerta. Sintió los golpes, probablemente realizados por Kikyô, lo confirmó hasta que escuchó su voz desde la habitación: “¡InuYasha, InuYasha!”, le gritaba del otro lado, pero él no hizo caso, estaba demasiado perdido en sus pensamientos como para prestarle atención a los griteríos de Kikyô.

Se sentía frustrado, por más que lo intentaba no podía dar con el pasado de esto, sólo apareció un día y ya; no recordaba nada antes que este día, a nadie… ¿Pero cómo supo el nombre de la pelinegra? Y aún se preguntaba el por qué amaneció dormitando a su lado. Su respuesta se dio unos minutos después de vagar en su mente.

Un anillo. En su dedo anular yacía, brillante y bello, un fino anillo de matrimonio.

—¿Qué es esto? — Exclamó sacándose el anillo de su dedo y observándolo fijamente —

En el interior estaba grabada la fecha: “30 – 11 – 2005”.

Ahora sí que ya no tenía ni la más mínima idea de lo que estaba pasando. Tenía deseos de pedirle explicaciones a Kikyô, pero en cierta forma, pensó que eso complicaría aún más las cosas.

Se sentía tan perdido frente a todo esto. Perdido e impotente ante la situación. Aún no comprendía qué había pasado con su verdadera vida. Ahora nada era normal. ¿Estaba perdido en un mundo paralelo? No, no. Imposible, qué imaginación.

—¿Qué está pasando? — Cuestionó para la nada en un suspiro —

Entre su silencio, la voz de Kikyô lo sacó de sus pensamientos. Había cedido la fuerza en la puerta y ella la había abierto.

—InuYasha…

Él la observó sin decir nada.

—Debemos hablar, ¿no crees?

Asintió en silencio.

— * —

El olor a café inundó la cocina de la casa. InuYasha estaba sentado en la mesa con la mirada perdida, mientras Kikyô servía dos tazas de un delicioso café matutino. Caminó tranquila, dejó una de las tazas frente al chico y se sentó frente a la suya. Entonces un silencio muy incómodo se produjo entre ambos, Kikyô se atrevió a romperlo.

—¿Qué te está pasando? — Le preguntó con un tono de tristeza.

—No lo sé.

InuYasha bebió un sorbo de café para no seguir hablando, tenía miedo; lo malo era que no sabía a qué le temía. Kikyô le observó sin palabras, e imitó su acto.

—Está bueno. —Dijo sin mirarla a la cara.

Ante esto, Kikyô no aguantó más. Dio un golpe con su puño cerrado sobre la mesa, lo cual tomó desprevenido a InuYasha, quien dio un pequeño salto de la sorpresa. El pelinegro pudo observar en los ojos de su “esposa” la desesperación y la tristeza.

—¿Qué mierda te está pasando? — Le gritó —

InuYasha se limitó a bajar la mirada.

—¡Mírame cuando te hablo, InuYasha Taisho! — Dijo dando otro golpe en la mesa y levantándose de la silla —

Él la miró con temor, sujetó con fuerza la taza de café, ignorando que su mano se quemaba a cada segundo que la presionaba más.

—¡Siempre todo era perfecto…! ¡Hasta hoy! ¿Qué te pasó? ¿No me reconoces? ¡Ésta es tu vida! — Le gritó señalándolo —

—Mi… ¿vida?

—¡Sí, tu vida! — Le repitió recargando la palabra “tu” — ¿No te das cuenta? ¿Acaso ya no me quieres? ¡Respóndeme, InuYasha!

Al no obtener respuesta alguna proveniente de InuYasha, Kikyô salió de ahí lo más rápido que pudo. InuYasha la escuchó llorar antes de dar un portazo a su habitación. El pelinegro bajó la vista. Observó el líquido oscuro en su taza, la levantó para beberla, pero a pocos centímetros de sus labios la dejó caer a al piso, destrozándola en docenas de pedazos, el café se esparció sobre la alfombra y el estruendo reemplazó el silencio, pero él no se inmutó.

Otra vez, comenzó a sollozar en silencio. Sin que nadie lo oyera. ¿Por qué se sentía tan desgraciado? Sólo con ver llorar a Kikyô se le fueron las fuerzas que ahuyentarían el llanto. Ocultó su rostro con sus manos y mordió su labio inferior.

Y es que InuYasha Taisho no se daba cuenta, de que ésa siempre fue su vida…

Continuará…​

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Fin Capitulo I
Terminado el 08 de Marzo.

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Aquí les dejo el primer capitulo. Seguro ahora se les hizo un poco confuso. Lo sé, es la idea. <inserte_risa_malvada> Bueno, no les adelantaré nada, ni una pista de lo que pasa, nothing. Sólo que ya tengo todo planeado para éste fic y las cosas se irán dando a medida que avancen los capitulos.

Se preguntarán: "¿Dónde está Kagome?" "¿Es un InuYasha x Kikyô?". No, es un InuKag y Kagome aparecerá en el próximo capitulo, si mis cálculos no me fallan. :D

Espero que les haya gustado y que me dejen un comentario. Críticas bienvenidas sean. (?)

So long :musica:!
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Re: Demolition Lovers [Amantes Demolidos]

Muchas gracias a todas por sus post. Lamentablemente no creo poder poner el capitulo hasta más o menos el viernes, tal vez, si Dios quiere, mañana. Es que últimamente el colegio me apuñala por atrás y por delante.

Nuevamente gracias por sus post. Me alegra que el capitulo uno les haya gustado. Sólo les puedo adelantar que está confirmado que Kagome aparece en el capitulo 2; y con esto vienen MUCHAS sorpresas que ahora no mencionaré. :o

So long :musica:!

 

Re: Demolition Lovers [Amantes Demolidos]

Capitulo II:
Dulce Error [Primera Parte]

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Cerró la puerta a sus espaldas, despacio, muy despacio. No quería ser descubierto por Kikyô, aunque lo dudaba, ella tomaba un baño y, y él aprovecharía la oportunidad para salir un rato a despejar la mente, pues todo estaba tan confuso como antes. No tenía sus ideas aún claras; parecía que el mundo giraba sin que él se diera cuenta. Estaba encerrado en preguntas que, quizás, no tenían respuesta.

Comenzó a caminar lentamente sin saber hacia dónde ir. Pero eso en cierto punto no le interesaba, sólo quería salir de esa casa por un par de horas, después de todo era domingo y no tendría que trabajar, según le dijo Kikyô. Parecía que ella sabía más de su vida que él, era algo irónico. Se preocupaba tanto de lo que no sabía como de lo que sí sabía, pero no tenía idea de que lo sabía y… ¡Ag! Todo se mezclaba en su mente. Le daba rabia todo lo que le confundía el asunto.

Se acercaba al parque, aunque su mente yacía en otro lado. No se daba cuenta de dónde estaba, la verdad… no le importaba.

Cuando ya había cruzado la calle, sintió que algo golpeó sus rodillas, agachó la mirada y observó a una pequeña niña, seguramente no superaba los seis años. InuYasha le miró confuso, pues no había ningún adulto a su alrededor. ¿Qué hacía esta pequeña aquí?

—¿Qué te pasó? — Se atrevió a preguntar el pelinegro —

—Estoy perdida. — Contestó la pequeña con cierta vergüenza mientras rozaba su labio inferior con su dedo índice —

Observó a su alrededor queriendo encontrar a algún mayor con la mirada, alguien que viniera buscando a la chica, pero nadie se fijaba en él, nadie le prestaba atención. Así era el mundo: a nadie le importaba.

—¿Y tu madre?

La pequeña simplemente negó con su mirada. Inspeccionó una y otra vez el parque, pero no encontró a la persona que buscaba.

—No está.

—Demonios — Exhaló en un suspiro.

InuYasha cogió la mano de la pequeña para ir en busca de su madre. ¿A qué mujer se le desaparece una niña? “Despistada, despistada, despistada”, se repetía una y otra vez en la cabeza, dándole su desaprobación a un ser anónimo. Seguro que cuando la viera le daría un buen regaño por perder a su pequeña. ¿Qué clase de mujer…? ¡No! Y hay empezábamos de nuevo; de verdad que no tenía idea de qué le estaba pasando, no podía pensar las cosas con claridad y todo se le confundía. Su mente era un completo alboroto.

—No la veo — Le decía la pequeña.

“¿Por qué a mí?”, pensaba lamentándose. Pero tampoco dejaría a aquella pequeña allí. “Madre irresponsable”, insultaba a la mujer.

—¿Cómo es tu mamá?

La pequeña acarició su labio inferior con su índice y meditó unos segundos.

—Es muy, muy linda y simpática, alegre y la pasta le queda excelente.

InuYasha cerró sus ojos queriendo que esto no estuviera pasando. Dios mío, los pequeños son tan ignorantes.

—No, no. — Le dijo él — Su físico, cómo es ella… Dijiste que era linda, ¿por qué?

La pequeña dudó unos segundos, no entendía la pregunta. ¿Pero qué le pasaba? Hablaba con una niña de unos, ¿cuántos?, seis o cinco años. Okey, tenía claro, la vería, la regañaría a aquella mujer y… y… ¿qué más? ¡Dios! Ahora estaba más desesperado que antes: tenía una pequeña perdida y no encontraba a la madre, además del problema que hubo en la mañana, no quería recordar ello… era mejor ayudar a la pequeña… ¿cierto?

—¡Ahí está! — Exclamó la niña señalando una muchacha que caminaba, o mejor dicho corría hacia ellos —

—¡Lin! — Exclamó la chica — ¿Qué haces con éste hombre?

Al escuchar esto, InuYasha no pudo contenerse y estaba decidido a darle el regaño que le tenía preparado, pero entonces la vio… ¿esa era su madre? ¿No sería su hermana?

—¿Ésta es tu madre? —Le preguntó a la niña —
La pequeña simplemente asintió y soltó la mano del pelinegro para correr a los brazos de aquella mujer. El chico presenció esta escena con algo de melancolía… ¿lo abría abrazado de aquella manera su madre, también, cuando pequeño? Bueno, eso ya no importaba…

InuYasha le explicó a la chica que la niñita se había perdido y por casualidad él había dado con ella, estuvieron buscándola unos minutos hasta que la encontraron, la chica suspiró aliviada y le confesó al pelinegro que al principio lo había catalogado mal, él comprendía; InuYasha le dijo que no se preocupara, cualquiera pensaría esas cosas si ve a su hija con un extraño, aunque el muchacho no estaba muy convencido de que fuera la madre… ¿no era muy joven?

Pero lo más extraño de todo, era que la muchacha se le era familiar, de alguna parte.

—¿Nos hemos visto antes? — Cuestionó InuYasha.

—Creo que no… — Contestó la chica mientras acariciaba la cabeza de Lin —

La brisa de la tarde era agradable, la chica dejó que la pequeña fuera a los juegos del parque a jugar, InuYasha se quedó con la muchacha hablando de la vida, ya en unos minutos parecían demasiado amigos, extrañamente había una confianza que no comprendían entre ambos. Sólo comenzó con una charla y terminaron contándose la vida entera. Sin embargo InuYasha había algo que corroía la curiosidad de InuYasha, aunque no se atreviera a formular la pregunta.

Él observaba a Lin, mientras la niña se balanceaba en el columpio, luego miraba de reojo a la chica, y por unos momentos se perdió en sus ojos chocolates, eran cálidos… algo que no había visto. Lin tenía esos mismos ojos… acogedores.

—¿De verdad es tu hija? — Se atrevió a preguntar —

—Así es. — Respondió ella en un suspiro —

—Pero… disculpa la intromisión, ¿qué edad tienes?

La chica echó una vista al cielo, y sonrió para sus adentros, eso era típico.

—Tengo veintiún años, y Lin tiene seis. — Le respondió con una sonrisa mientras observaba el rostro estupefacto del chico por la respuesta —

—Pero… ¿no eres muy joven?, digo… perfectamente podrías ser la hermana de Lin.

—A veces… cometemos errores, pero hay algunos que después de hechos, extrañamente, no te arrepientes… dulce error…

InuYasha no comprendía muy bien a lo que la chica se refería, pero ya no importaba, dejaría de ser un entrometido, pensó.

La tarde pasó rápido, Lin cayó dormida en los brazos de la muchacha, quien ya le tenía en sus brazos mientras la pequeña roncaba con fuerza, InuYasha y la de mirada achocolatada no pudieron evitar reír ante esto.

—Fue agradable conocerte. — Dijo la chica —

—Lo mismo digo. — Confesó mientras rascaba su nuca con algo de vergüenza —

—Otra vez, gracias por encontrar a mi hi… a Lin. — Agradeció mientras acariciaba la espalda de la niña, que de tanto jugar sus energías habían volado —

—Sería agradable volverte a ver.

—Quizás, ojalá… si Dios quiere.

InuYasha se sorprendió ante tal respuesta, proveniente de la chica.

—¿Crees en Dios?

—Sí, ¿Tú no? — Respondió con júbilo —

El silencio reinó unos momentos, la verdad nunca se preguntó aquello, simplemente no creía cosas así como que existiera un ser Todopoderoso, el rezo o algo así, eran cosas que simplemente nunca fueron con él, nada iba con él…

—Oh, creo que ya tengo que irme. — Dijo ella —

—Claro, pero me he dado cuenta de algo.

—¿Qué cosa?

—No sé tu nombre.

La chica rió con ganas, después de tanto que habían conversado, de tanto que sabían el uno del otro, se les había olvidado preguntar el nombre de cada uno, ¿pero qué clase de amigos son esos?

—Soy InuYasha. — Se presentó primero él —

—Yo Kagome.

—¿Ka… gome?

La mente de InuYasha volvió a quedar en blanco, ¿de dónde le sonaba éste nombre? Le era demasiado familiar, y una extraña sensación inundó su interior, dejándolo estupefacto. No se dio cuenta cuando ya Kagome se había marchado del lugar, con Lin en sus brazos. Apreció su silueta ante el sol ocaso. Se quedó mirándole hasta que desapareció de su vista, y por alguna extraña razón ya ansiaba volverla a ver…

Continuará...

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Creo que esta vez me tarde DEMASIADO, pueden enojarse conmigo todo lo que quieran, lo acepto, he sido MUY floja.

Bien, como aquí pudieron apresiar, ya apareció Kagome, como les dije, cumplí con ésto. Advierto que aún el romance entre Inu y Kag no aparecerá dentro de un par de capitulos más, tienen muchas cosas que pasar antes de eso.

Espero que les haya gustado, y me alegra mucho que más gente haya entrado a leer el fic, y como leí en muchos post que quedaron con intriga y ganas de leer más, me han inspirado ya para el tercer capitulo; las dudas se irán resolviendo de a poco, ya lo verán...

¡Saludos!

So long :musica:!
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