D. Gray Man [One Shot] Decorum [Allen&Link] [Traducción]

Tema en 'Fanfics de Anime y Manga' iniciado por Kyouko Kiryuu, 19 Mayo 2016.

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    Kyouko Kiryuu

    Kyouko Kiryuu Adicto

    Sagitario
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    Escritor
    Título:
    [One Shot] Decorum [Allen&Link] [Traducción]
    Clasificación:
    Para adolescentes. 13 años y mayores
    Género:
    Romance/Amor
    Total de capítulos:
    1
     
    Palabras:
    4334
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    Fanfic: Decorum
    Autor: liketolaugh
    Sitios del autor: liketolaugh
    liketolaugh
    Capítulos:
    Uno [Finalizado]
    Fandom: D. Gray-man. (Anime)
    Géneros: Romance
    Resumen: Link y Allen van a una misión juntos en un evento formal. O, la historia de cómo Link finalmente se confesó.
    Advertencia y/o notas: No es Yaoi, cae en la categoría de Shonen ai.
    Colaboradores:
    Traductores:
    @Amane
    @Ichiinou
    @Kyland

    Correctores:
    @Ichiinou
    @Kyouko Kiryuu
    @Pire

    Créditos de la imagen a: @Melody cleary

    Decorum~

    La habitación era significativamente más agradable que las usualmente asignadas a los exorcistas en sus misiones.

    Link no estaba prestándole atención a eso en el momento, sin embargo. En cambio, él estaba estirando su chaleco obsesivamente, deseando que el collar de su camisa no estuviera tan apretado. ¿Quizás si aflojara el lazo…?

    Sacudió su cabeza bruscamente. Él y Allen estaban aquí porque eran capaces de lucir respetables, y maldición, lo harían.

    Con un suspiró se levantó y llegó a la puerta del baño, donde Allen estaba cambiándose. La tocó bruscamente, esperó un segundo y llamó.

    —Walker, ¿ya casi terminas?

    —Ah, sí. Solo un momento.

    Link asintió, a pesar de que Allen no pudiese verlo y luego retrocedió, esperando expectante. Un momento después, la puerta se abrió y Allen salió, todavía jugando nerviosamente con los botones de su abrigo.

    Sus largos dedos, vestidos en sus comunes guantes blancos, danzaron nerviosamente sobre la apertura del abrigo, rápidamente sellándola con movimientos hábiles, hechos por años de póker. El sólido, ordenado y negro chaleco de vestir sólo servía para hacer su aparición más sorprendente, y mientras el lazo de cuello rojo destacaba más su cicatriz, sus ojos, enfocados hacia abajo en los defectos percibidos de su traje, eran, como siempre, los más notables de sus características, un impresionante color plateado siempre lleno de alguna emoción vívida.

    Allen pareció satisfecho con el estado de su chaleco y subió la mirada, la incertidumbre y nerviosismo en sus ojos se transformó en confusión y preocupación. —¿Link...?

    Link se dio cuenta de que no estaba respirando y tragó, apartando la vista, un ligero sonrojo cubrió su rostro mientras se reprendía a sí mismo por su comportamiento poco profesional.

    El entendimiento de que estaba enamorado de este joven antes que él no era nuevo, pero se lo recordaba cada día, por el millón de pequeñas cosas que Allen hacía fuera de lo habitual. Cada comprensión era tan fuerte y abrumadora como la última, y él pidió a Dios que nunca tuviera que elegir entre Allen y sus deberes, porque él no estaba del todo seguro, no más, de que sería capaz de dañarlo.

    Cuando Link volvió a mirar, fue para encontrar que Allen también lo observaba, con una pequeña, casi tímida sonrisa en su cara, la lenta marcha de su mirada dejando claro que estaba revisando el conjunto de Link -un chaleco marrón oscuro puesto encima de una camisa formal blanca, con vaqueros para combinar, una corbata negra y un reloj de muñeca dorado– también.

    En el momento en que los ojos de Allen finalmente se encontraron con los de Link de nuevo, bastante tiempo después de que dejara el baño, sonrió cálidamente.

    —Luces muy bien, Link.

    ¿Cómo hace sonar eso tan natural? —se preguntó Link.

    A diferencia de Allen, Link tuvo que aclarar su garganta dos veces antes de decir firme, cuidadosamente y tratando de cuidar el tono de su voz, con un mucho menos controlado sonrojo sobre su cara.

    —Te ves bastante bien, Walker.

    Allen le sonrió. El sonrojo de Link se profundizó y tuvo que apartar la mirada antes de hacer algo claramente imprudente, y después de un eterno momento, dijo súbitamente: —Tenemos que salir. Si el carruaje no está aquí aún, pronto lo estará.

    La expresión de Allen se tornó más sombría y asintió. Sin ninguna palabra, ambos empezaron a salir, donde el carruaje estaba ya esperándolos.

    Allen dio al conductor un educado asentimiento y una sonrisa antes de subirse, Link lo siguió poco después, lanzando su mirada alrededor antes de instalarse, ahora tenso y formal, sus pensamientos empujados a un lado a favor del trabajo.

    —Walker, ¿recuerdas dónde está la Inocencia? —preguntó en voz baja, manteniéndolo fuera del rango de habilidad de escucha del conductor.

    Allen asintió, sus ojos grises serios.

    Ambos fueron enviados a un evento formal para coleccionar una Inocencia, que estaba contenida dentro de un artefacto que sería expuesto en el evento. Sorprendentemente, ellos realmente no necesitaron infiltrarse - el nombre de la Orden Negra fue suficiente para dejarlos entrar, y "arreglos aptos" fueron hechos, la posada era más agradable de lo usual y el carruaje, todo en nombre de la apariencia.

    Link podía haberse preguntado su elección de exorcista. Allen era apenas el exorcista más discreto en la Orden, después de todo, si Komui se lo hubiese dicho, bastante franco, que aparte quizás de Lenalee; ellos dos eran los más probables de ser capaces de tirar "respetable", lo que Allen encontró horriblemente irónico, y en privado, Link también.

    —¿Dentro y fuera, cierto? —Allen preguntó, sonando un poco esperanzado. Link sonrió con actitud fría.

    —Desearías. Tendremos que quedarnos lo suficiente como para proteger a la gente de ponerse la cosa fea. Además, pasará algo de tiempo hasta que la pintura, "-el artefacto pensado para contener la Inocencia-" sea traída fuera. Estaremos allí algo de tiempo.

    Allen suspiró pero asintió resignado, Link se permitió una suave risita antes de regresar su atención a las calles, manteniéndose alerta de los problemas a pesar de saber que Allen lo vería mucho antes que él.

    El evento se celebraba en el señorío de alguien - Link no recordaba ni le importaba a quién pertenecía. El hall de entrada donde tuvieron que esperar a ser anunciados y admitidos era grande, con una elegante escalera pegada a la pared, y un gran conjunto de puertas que seguramente llevaban a una sala más grandiosa en otro lugar.

    Una pesadilla seguramente, si no estuviese allí con Allen.

    Link salió de sus pensamientos por la voz de un hombre gritando sus nombres.

    —Howard Link y Allen Walker, en representación de una organización humanitaria.

    Link tuvo que reprimir el impulso para inhalar, y junto a él, Allen tosió, probablemente estaba pensando lo mismo que Link. Humanitaria, de hecho.

    Para completo asombro de Link, la mayoría de los nobles se volvieron al instante a verlos. Con un suspiro, le dio un codazo a Allen hacia adelante, en dirección a las puertas de la sala principal, con la cabeza en alto y la espalda rígida y recta, pretendiendo, actuar así de forma correcta, tal y como debía ser.

    Era muy consciente de que aquello era una mentira.

    Música delicada llenaba el aire con sonidos de violines, flautas y voces sin palabras. Una larga mesa llena de vasos de alcohol, agua y zumo (principalmente el primero) estaba montada contra la pared trasera. Unas pocas personas, mujeres en vestidos con volantes, hombres de traje un poco menos decorados que un árbol de Navidad, bailaban en un área despejada en el centro de la habitación. Otros estaban ahí con caras serias, discutiendo cosas que se perdieron en un mes o dos en la historia.

    —No es exactamente nuestro lugar, ¿verdad? —le dijo Allen al oído. Para sorpresa de Link, cuando se volvió a mirar, había una sonrisa en el rostro del chico más joven, ojos plateados que brillaban con diversión. Link se relajó un poco y le dedicó a cambio una pequeña sonrisa irónica.

    —No del todo, no —murmuró de nuevo, mientras se abrían paso entre la multitud. Le habló en un tono más serio—, recuerda, la pintura tuvo lugar a las nueve y media. Tenemos una hora y media hasta entonces.

    —Recuerdo —Allen le aseguró, una diversión ardiente se notaba en su voz—. ¿Qué debemos hacer hasta entonces?

    Link miró a su alrededor e hizo una mueca. —¿Por qué no me lo dijiste?

    Allen no dijo nada, y cuando Link le echó una mirada, parecía sorprendido. Link se sorprendió, también.

    A Link le habían enseñado cuidadosos modales en el Vaticano, poco después de haber comenzado a ayudarle a él y a sus amigos. Lo había practicado durante tanto tiempo que se había convertido ya en costumbre, pero todavía no lo sentía natural.

    Por el contrario, a Allen se le hacía tan natural, que Link había asumido que había sido levantado por ellos -el comienzo de su misterioso pasado-. No se le había ocurrido que nunca había recibido una confirmación real de este sobre esto.

    Fue solo en una inspección más cercana que Link notó la tensión en los hombros de Allen, como torcía nerviosamente su boca. Se preguntó, en la distancia, cuándo se habría vuelto tan complaciente. Hace meses, se habría dado cuenta de eso inmediatamente, en vez de permitir ser distraído por ello.

    Link apartó sus pensamientos de los brillantes ojos grises y de aquella cálida y tierna sonrisa, antes de volver a distraerse.

    Pero, nuevamente, Link no era un tonto. No era el hombre que había sido hace unos meses; era excitante y aterrador a la vez.

    —Sr. Link. Sr. Walker.

    El tono cuidadosamente cortés atrajo su atención al orador, una mujer gentil un par de años mayor que Link, vestida en un vestido color crema que probablemente costó más que el presupuesto mensual de alimentos de La Orden. La mirada en sus ojos volvió a Link cauteloso en una forma distinta que un Akuma.

    Antes de que Link pudiera tomar una decisión, Allen dio un paso adelante con una encantadora sonrisa, una que Link había descubierto, era tan falsa como las promesas de Komui de trabajar.

    —Buenas noches, señorira Linton. ¿Cómo está usted?

    —¿Cómo está usted? —Ella devolvió, y sin esperar por una respuesta, continuó—, entiendo que ambos trabajan para una organización humanitaria. ¿Puedo preguntar en cuál? Verán, mi padre es un filántropo.

    Allen sonrió, excusándose.

    —Es pequeña y privada. Me temo que no podemos decirle.

    Las cejas de la señorita Linton se elevaron casi fuera de su rostro.

    —¿Oh? ¿Cómo reciben contribuciones, entonces?

    —A partir de una cantidad de donantes personalmente involucrados. —Allen explicó. Link estaba dividido entre admirar la facilidad con la que evadía las preguntas mundanas, y estar horrorizado por ello.

    —Ya… veo —La señorita Linton dijo vacilantemente. Link podía ver el discernimiento floreciendo en sus ojos—. Bueno, fue muy agradable hablar con usted, Sr. Walker —su mirada se desvió deliberadamente a Link. Éste, observó a Allen en vez de a ella, podía ver los ojos del chico oscurecerse a un gris nublado ante su pinchazo poco sutil, teniendo que luchar para no reaccionar ante ello—. Pero me temo que debo retirarme. Buen día para usted.

    Tan pronto como ella se hubo ido, Allen dejó escapar un largo y siseante bufido y se volteó hacia Link.

    —Lo siento —se disculpó, estremeciéndose—. No pensé que ella se marcharía así.

    Link se encogió de hombros. —Creo que sobreviviré. —Dijo secamente.

    Allen no lucía satisfecho; de hecho, lucía más afligido. —Eso fue realmente grosero de su parte.

    La mirada ansiosa de Allen ocasionó que Link jadeara, algo que fácilmente podría haberse considerado una risa, y él le lanzó a Allen una pequeña, cariñosa sonrisa.

    —Te lo aseguro, ella no me proporcionó ningún tipo de lesión, emocional o de otra índole.

    Allen se sonrojó ligeramente, pero finalmente lo dejó ir.

    —¿Deberíamos conseguir algo de beber? Si parecemos ocupados, tal vez nos dejen en paz.

    Link se encogió de hombros, era tan buena sugerencia como cualquier otra.

    Aun estando pegados deliberadamente, de hecho, como si Link estuviera seguro que Allen se perdería fácilmente si Link se atrevía a dejarlo solo; se encaminaron a la mesa de beber, cada uno cogió un vaso y luego lucharon de nuevo por un lugar libre.

    Link miró la elección de Allen y elevó sus cejas.

    —¿Zumo?

    Allen se encogió de hombros, sin remordimientos.

    —No bebo.

    Del aprendiz de Cross Marian, eso era comprensible. De hecho... frunció el ceño, repentinamente preocupado.

    —¿No te importa si bebo, verdad?

    Brevemente, Allen parecía sorprendido, y con retraso, Link se dio cuenta que eso fue una pregunta bastante rara de alguien que profesaba ser un mero perro guardián, no un amigo, y definitivamente no un amante.

    Después Allen sonrió y Link olvidó todo al respecto.

    No, no realmente. Soy un antipático borracho; esa es la principal razón por la que no bebo.

    Link parpadeó. Encontraba muy difícil imaginar a Allen como algo parecido a "antipático".

    Allen sonrió incómodamente hacia la sorprendida mirada de Link, y éste tosió, volviendo a mirar el vino de su mano, del cuál él tomó un pequeño sorbo.

    —Tengo que controlarme —admitió, mirando como la incomodidad de Allen pasó a curiosidad—. Tengo poca tolerancia con el alcohol, pero puede parecer raro si ninguno de los dos está bebiendo.

    Allen estuvo de acuerdo y asintió.

    Veía la bebida de forma absorta, resultó en que apenas se los impidió del todo; Allen le respondió a la mayoría con su característica sonrisa educada, pero Link podía ver el desagrado que retenía para la situación, incluso si nadie más podía.

    —Normalmente me gusta hablar con extraños —Allen le admitió a Link silenciosamente, mientras el otro se iba arrogantemente, éste era un hombre en un traje muy parecido al que vestía Allen—. Pero, normalmente no pasan la conversación entera buscando por la debilidad de cualquiera.

    Así que Allen había notado eso también. Por supuesto que lo hizo.

    —No puedo decir que no esté de acuerdo —Link murmuró, dejando el vaso. Su cabeza se sentía caliente; así que decidió que era suficiente licor. Al levantar la vista, notó a otro miembro de la alta sociedad y frunció el ceño.

    Allen siguió su mirada y Link pudo ver el preciso momento en el que aguantó una mueca de dolor. Impulsivamente, Link le ofreció algo que ni siquiera el otro chico se esperaba.

    —Podríamos bailar.

    Allen lo miró, sorprendido.

    —¿Podríamos... qué? —cuestionó incrédulo aquel muchacho de cabello plateado.

    Link apartó la mirada y un incómodo rubor acaparó sus mejillas.

    —Podríamos bailar… —repitió firmemente—. De esa manera no seríamos molestados.

    Allen lo miró fijamente, sorprendido y después sonrió levemente. Por alguna razón, aquella sonrisa -una genuina después de tanta falsas aquella noche- hizo el sonrojo de Link un poco más profundo.

    —Eso sería genial.

    Link tendió de forma silenciosa su mano, su corazón comenzó a acelerarse por ninguna buena razón, no del todo, y Allen la agarró, gentil pero firme.

    Link no podía recordar cuándo, por qué o cómo había aprendido a bailar. Debía haber sido para una misión parecida a esa o a lo mejor un favor de algún civil que salvó, inclusive un antojo propio, no como aquello. Ahora estaba feliz, de que gracias a aquello que lo había hecho aprender a bailar, hoy estaba en ese lugar sosteniendo la mano de su compañero de misión; no había nada más que pudiese pensar que le diese la excusa para estar cerca de Allen.

    Se preguntó cómo se permitió convertirlo en algo tan importante para él.

    Allen tomó el rol femenino sin quejas, dejando a Link guiarlo a través del suelo, y éste se preguntó si conocía ese baile o simplemente era algo fuera de lo común, elegante sería la palabra adecuada. Brevemente, le pasó por la mente que la mayoría de las personas que los rodeaban encontrarían aquello extraño, dos hombres bailando juntos, incluso escandaloso.

    Sus ojos marrones encontraron los levemente plateados de Allen y terminó por ser importante.

    —No puedo imaginar que haría Bakanda en un lugar como este. —Allen comentó silenciosamente, una pequeña sonrisa de diversión se asomó en su rostro, aquellos ojos plateados se fijaron directamente en los de Link.

    La imagen distrajo a Link lo suficiente como para casi hacerlo bufar, pero no lo suficiente como para hacerlo fallar un paso. Una pequeña sonrisa de suficiencia apareció en su rostro.

    —Bueno, es por eso que fuimos escogidos para esto. Lo más probable es que hubiera intentado algún asesinato.

    Allen rió en silencio, aunque para Link resaltó en medio del escándalo de la sala.

    —No creo que haya un "lo más probable" sobre eso. —Después de un momento de consideración—, aún así a Lenalee le hubiese gustado.

    —A lo mejor —Link estuvo de acuerdo. Continuó moviéndose hábilmente alrededor de otra pareja y girando, así que Allen estaba fuera de sus no sutiles miradas—. Komui Lee hubiera reaccionado mal, creo. —Sonrió al resoplido de Allen.

    —Eso es una sutileza.

    Una hora y media pasó así, una hora y media que Link no creía poder olvidar aunque lo intentase. Su conversación iba desde otros exorcistas hasta las personas que los rodeaban, después pasaron a las decoraciones, la comida, la panadería y de ahí a London, a sus respectivos viajes que llegaron a realizar.

    Y después de todo aquello Allen hizo una mueca de dolor, su ojo maldito comenzó a activarse en una espiral de tintineantes engranajes y fue entonces que la conversación se acabó

    Inmediatamente, Link giró para que Allen no encarara a la mayoría del salón, moviéndose más cerca de él -casi inapropiadamente cerca- para ayudar a esconder la anormalidad de su vista.

    —¿Dónde? —murmuró, incapaz de esconder su repentina tensión.

    —Todavía no está en el salón —Allen farfulló de vuelta, el dolor sacudió sutilmente su rostro, lo que habría preocupado a Link si no fuese tan normal—. ¿Puedes girarte? Necesito ver la entrada.

    Link asintió y los giró un poco, de esa manera estaba dentro de la línea de visión de Allen y sin exponerlo demasiado.

    En ese instante, en el peor momento posible, se anunció que la pintura sería traída en tan solo un minuto. Link maldijo en silencio y Allen gesticuló asintiendo.

    —Ahí —le murmuró, señalando de forma disimulada. Link miró lo más discretamente posible.

    Era una mujer que acababa de entrar, sola, con un vestido amarillo brillante pautado con blanquecino. Cabello marrón, ojos del mismo color y largos guantes blancos. Parecía, en otras palabras, solo una persona como cualquier otra.
    Link nunca se acostumbraría a eso.

    —Ella es un nivel uno —añadió Allen mientras esquivaban otra pareja—. No creo que estuviesen esperándonos.

    —Bien —dijo Link decidido—. Eso hará esto mucho más fácil.

    Después hubo un pequeño momento de caos cuando la famosa pintura fue finalmente revelada y la mayoría de los asistentes se dirigieron en esa dirección, incluyendo, por supuesto, al demonio. Link y Allen se separaron, para el leve arrepentimiento de Link; se adentraron entre la multitud con el objetivo de alcanzar la pintura antes que el demonio.

    El preciso instante en que todo fue mal, Link pensó que por supuesto, el santiamén en el que le demonio se transformó.

    Como era normal, la apariencia del enorme demonio con forma de globo, armado, causó pánico en la gente y una realmente extraña reacción, empeorando la situación en un revoltijo de vestidos de casón y elegantes casacas.

    Link y Allen se separaron mientras luchaban contra la multitud. Link estaba arrepintiéndose del vino que había bebido, si hubiese sido menos lo que tomó, la diferencia sería notoria en el calor de la batalla.

    Allen estaba teniendo un poco más de problemas con la multitud que Link, y por ende más lejos del demonio, el cual flotaba ominosamente sobre todos, sólo para poco después empezar a arder.

    Instintivamente, Link se agachó, esquivando y ondeando lo mejor que podía. Ayudó que el demonio no estuviera apuntando específicamente hacia él, pero fue rápidamente cubierto por el polvo que quedaba de los nobles y personas de alta sociedad. A pesar de que les desagradaba, sintió una punzada de arrepentimiento.

    Afortunadamente para ellos, la pintura fue abandonada, olvidada por el pánico causado. Link se dirigió a ella, confiando en que Allen cuidaría que la demonio no se acercara.

    Más tarde, se preguntó cómo podía haber olvidado tan rápido que Allen estaba lo suficiente lejos como para tardar algo de tiempo en alcanzarlo.

    Link alcanzó la pintura y brevemente consideró intentar sacar la Inocencia de ahí, así sería más fácil de llevar.

    —¡Link!

    Link se giró al mismo tiempo que escuchó su nombre, pudo vislumbrar a Allen aparecer entre él y el demonio, su corazón latió por una razón diferente. Era un nivel uno, ¿qué era aquello que hizo sonar a Allen tan asustado?

    Allen estaba entre Link y el demonio, él salió junto a su blanca capa surgió hacia delante como las alas de un ángel y sus terribles garras de color negro se deslizaron a través del demonio como un cuchillo partiendo la mantequilla.

    En un instante su Inocencia se desactivó, cayó en el suelo, se desplomó en un montón de negras estrellas, extendiéndose por su cuello y cara. El corazón de Link se detuvo.

    En el tiempo que trabajó como CROW, había perdido muchos compañeros, por el virus de demonio. Se había acostumbrado a ello como un hecho de la vida o pensaba que lo había hecho.
    Era sólo un nivel uno, ¿cómo pudo haber pasado eso?

    Sin pensarlo, soltó la pintura y corrió hacia Allen, su corazón latía a mil por hora. Todo el mundo se había ido hace mucho, probablemente tomaría algo de tiempo antes de que se atreviesen a volver.

    En medio del gas de demonio acumulado, Allen se desplomó en el suelo, temblando. Su cara se había tornado negra a esa altura y Link dejó que sus rodillas golpearan el suelo junto a él, sus ojos se fijaban en el rostro arrugado de Allen.

    —¡Maldita sea, Walker! —gritó, frustrado. Empezó a echarle una mano pero paró, golpeando su apretado puño energéticamente contra el suelo—. ¿Qué ha pasado? —Allen no era un novato, ¿cómo pudo un nivel uno haberlo desmontado?

    Allen no parecía haberlo escuchado, y Link apretó los dientes mientras Allen tomaba una temblorosa inhalación más, y otra, ¿tomaba normalmente tanto tiempo para que sus camaradas pasaran a polvo?

    Lenta y meticulosamente, Allen levantó el brazo a su pecho con su desactivada mano izquierda. Un brillo verde emanó de él... y el negro desapareció de la piel de Allen.

    Al instante, Link se sintió al mismo tiempo aliviado e ingenuo. Por supuesto. Allen no era un camarada ordinario, él era un exorcista, sobre todo uno de tipo parásito. Era inmune al veneno de demonio.

    Gracias a Dios.

    Allen tomó un profundo, mucho menos laborioso respiro, dejando escapar en un pequeño gemido y se dio la vuelta, abriendo sus ojos. Tan pronto como notó a Link, se ensancharon un poco, llenos de confusión. —¿Link?

    Link sopló una larga y dura exhalación, mirando a otro lado incómodo. —...No deberías haber hecho eso.

    —No morí —Allen señaló, aún sonaba sin aliento—. Lo hubieras hecho.

    —¿Y qué? —Link casi gritó, pero se paró con el ceño algo fruncido.

    —No importa. No deberías haber comprometido tu propia seguridad así. —Link estaba seguro que su corazón no podía aguantarlo, que era técnicamente irrelevante.

    Allen aún estaba parpadeando hacia él, pero la confusión se estaba convirtiendo en una rara especie de comprensión que eventualmente resultó en una suave sonrisa que hizo al estómago de Link se volteara, incluso mientras Allen se levantó, ayudado por Link tan rápido como lo notó.

    —Estoy bien —Allen repitió. Después, más despacio—, tu vida importa, ya sabes.

    —No tanto como la tuya —Link dijo sin pensar—. No para mí.

    Silencio. Allen lo miró con ojos abiertos y Link casi se maldijo en voz alta, retirando su mano, aun en la espalda de Allen, como si estuviera quemando. Miró a otro lado, no queriendo encontrase con los ojos del exorcista.

    Lentamente y con cuidado, Allen preguntó: —¿Por qué no?

    La respuesta "correcta" era, por supuesto, porque Allen era un exorcista. Su vida importaba para el mundo, porque podía salvarlo, y Link no.

    Él quería decir eso. De verdad quería. Eso no fue, de todas formas, lo que salió de su boca.

    —Porque te quiero.

    ...Nunca había visto esa expresión en el rostro de Allen antes.

    Los ojos de Allen se ampliaron, la boca cayendo algo abierta y con esos ojos plateados que Link parecía no poder dejar de mirar, observó a Link como si fuese un alíen o un ángel. El corazón de Link se contrajo y casi se echó para atrás, no porque no fuese verdad pero porque no sabía qué significaba esa mirada. En su lugar, aguantó la respiración.

    Allen no dijo nada tampoco, solo miró fijamente a Link. Lentamente, sus ojos se llenaron de lágrimas y después, para sorpresa de éste, se tiró hacia él, abrazándolo fuertemente. El joven, sorprendido, lo atrapó y Allen se aferró a él como si nunca lo fuese a dejar ir.

    No lloró, no con ese raro y sollozante lloriqueo que Link sabía que era capaz, pero pudo sentir sus lágrimas mojando su traje.

    —Gracias —Allen susurró al final, sin poder hablar, pero un sincero—: Gracias.

    Link retuvo su lengua, confuso, preocupado y aliviado, todo a la vez; no dejó ir a Allen hasta que éste no lo soltó. Aun cuando lo hizo, Allen se quedó cerca y se inclinó hacia delante para darle a Link un beso, no en la boca, sino en la mejilla y le dijo a Link:

    —Te quiero también.

    Se sentaron juntos, apiñados en medio de la nube del tóxico polvo asentado sobre sus hombros, uno de ellos con lágrimas y el otro sintiéndose en conflicto como nunca se había sentido en su vida; Link se preguntó a sí mismo, “¿cómo esto podía posiblemente acabar bien?”

    En el momento en que Allen se inclinó hacia delante y nuevamente lo besó, esos labios agrietados contra sus labios agrietados, el pensamiento desapareció de su mente.

    Harían que funcionase. Debían hacerlo.
     
    Última edición: 19 Mayo 2016
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