Tokyo Revengers Decisiones.

Tema en 'Fanfics de Anime y Manga' iniciado por Temarii Juuzou, 15 Febrero 2023.

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    Temarii Juuzou

    Temarii Juuzou Maestre

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    Escritor
    Título:
    Decisiones.
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    Para adolescentes maduros. 16 años y mayores
    Género:
    Drama
    Total de capítulos:
    1
     
    Palabras:
    2370
    Decisiones.

    Capítulo 1.

    Draken estaba muriendo. No era premonición, mucho menos era algo que sentía en ese momento; era un hecho y le parecía uno de lo más surrealista. Hacía apenas unas horas el mismísimo Draken le había pedido que no se sobre esforzará, que aún tenían tiempo para acabar con el motor de aquella Honda. Ambos planeaban irse, era tarde y parecía que pronto llovería y el camino hacia sus respectivos hogares se complicaba conforme pasaban las horas. Aun así, ahí se encontraba, con sus manos enguantadas metidas dentro del vehículo, terminando un trabajo tan simple que le provocó una pequeña risa el deseo que había tenido de dejarlo para el día siguiente. Una tarea menos le daba más tiempo para dormir...

    Pero aquel mensaje en su celular no lo dejaría dormir esa noche como tenía planeado.

    Hacía unas horas, Draken le pidió que cerrara por él, justo después de recibir una llamada. No pregunto, llevaban varios días en los que ambos chicos no hablaban más que para lo importante y si podían evitar dirigirse la palabra, lo hacían. Ahora se arrepentía de eso. Draken moría y lo último que le dijo fue que se llevara una sombrilla, lo cual, no hizo.

    De pronto pareció que todo a su alrededor comenzaba a desaparecer. La luz del taller comenzaba a oscurecerse, como si el foco comenzara a perder brillo. La música proveniente de su celular comenzó a apagarse, como si estuviese saliendo de la radio de un auto que se alejaba poco a poco. Miró la pantalla bloqueada de su celular una vez más, solo para confirmar que su cabeza no lo había inventado.

    Sus ojos miraron todo en la pantalla, su imagen de bloqueo de un perro que suele alimentar en las mañanas camino al trabajo. La hora, 11 y media de la noche; 40% de pila y la canción I Kissed a Girl sonando en un susurro alegre que volvía cómica toda la situación del momento. No hizo el intento de apagarlo, no le molestaba y, si era sincero, le asustaba más el quedarse en silencio que el tener a Katy Perry cantando a su alrededor.

    Wakasa Imaushi le había enviado aquel mensaje, junto a la dirección del hospital al que se estaban llevando al rubio. Lo miro y releyó tanto, que los segundos se hicieron horas y el tiempo parecía ir cada vez más lento. Cuando sintió que la fuerza de sus piernas regresaba, se acercó al perchero donde tomo la sudadera del contrario, por error o por inconsciente, se la puso y corrió a tropezones hacia la puerta trasera — ya había cerrado la persiana de la entrada principal y abrirla le quitaría tiempo valioso— cuando escucho una voz que le hizo detenerse.

    Estaban pasando demasiadas cosas cuando el único deseo de Seishu era tirarse en su cama con alguna botana para picar mientras su televisor reproducía cualquier programa que pudiese entretenerle hasta hacerlo dormir.

    Fue algo que ni él mismo entendía. Tenía prisa por ir a donde Draken, demostrarle que, sin importar la incomodidad de los últimos días entre ellos, le quería y le apoyaría, porque eran amigos, socios... Pero todos eso sentimientos de tengo que verlo antes de... se esfumaron en cuanto la voz de Kokonoi se escuchó justo fuera del local.

    Llevaban dos años sin hablar, ni un mensaje, ni pista de su paradero. Debería estar molesto, ignorarle y simplemente huir como cobarde por la puerta trasera, pero su corazón retumbo desde su pecho hasta sus oídos, creando un pequeño efecto de tapón, un tapón que se expulsaba con cada latido hasta que el pitido en su cabeza volvía a convertirse en la música que solía escuchar a solas, por mera vergüenza.

    Lo apago y abrió la persiana, porque Hajime no dejaba de gritar su nombre y eso solo hacía crecer más la emoción del rubio, emoción por tomarlo de las mejillas y besarle, justo como habían hecho tantas veces en el pasado.

    Ya estaba lloviendo y pensó en hacerle entrar, justo después de pensar en lo inconsciente que fue Draken en dejar aquella sombrilla... Lo que lo llevó a recordar aquel mensaje y a verdadera razón por la que su corazón palpitaba con tanta fuerza... ¿O no?

    —Koko...

    Su voz se rompió. No pudo ni terminar el nombre completo del chico parado frente a él. Tenía un pequeño golpe en la mejilla, su hermoso delineado se le corría —quizá no por el agua, Hajime Kokonoi jamás usaría un maquillaje tan barato que se corriese con el agua de lluvia, parecía más bien que le habían pasado los dedos por encima — y a su espalda estaba Takemichi, inconsciente, sangrante. Ambos goteaban de sus rostros y sus ropas, Koko dejando caer perlas perfectas de agua transparente por la orilla de su gabardina y las puntas de su cabello; Takemichi tirando la perfecta combinación de agua y sangre de la punta de sus dedos, dejando bajo ambos un charco con tono rosáceo.

    Había sido Mikey, Mikey quien hacía dos años había dejado mal herido a sus amigos, quien había desaparecido sin dar razón, quien había destrozado el corazón de Draken en su último encuentro al decirle que, al igual que él, moriría triste y solo si no dejaba ir a Emma, pero a la vez parecía rogarle con la mirada que no la dejase ir.

    Seishu no estaba seguro de entender. Koko hablaba mientras acomodaban a Takemichi en el asiento trasero de su camioneta, hablaba mientras el rubio conducía camino al mismo hospital donde se encontraba Draken. Draken, a quien le habían disparado tres veces. El moreno siguió hablando, de cómo las tres deidades se enfrentaron, el cómo Senju había perdido contra South, quien, a su vez, fue asesinado a golpes por Mikey.

    Era demasiado para procesar, ni siquiera estaba seguro de entender bien la situación, sobre todo, de donde entraba Takemichi en la historia. Para empezar ¿Qué hacía con la princesa de Braham? Recordaba que tanto él como Draken habían prometido mantener al rubio alejado de cualquier cosa que involucrase a Mikey, porque Hanagaki merecía poder llegar a ese futuro feliz con Hinata. O eso fue lo que Draken dijo, también fue una de las razones por la que le pidió rechazar la oferta de Wakasa de unirse a Braham, a la cual accedió. “Si las cosas no salen bien, Takemichi necesitará un amigo”. ¿A esto se referiría Draken?

    Estacionó en el hospital y con ayuda de Kokonoi, Takemichi fue ingresado en una buena habitación —la cual el moreno pagó, sin pestañear dejo la paga de una semana— y se fue, con un Inui tras de él. No debería siquiera seguirlo ¿Cuándo habían invertido los papeles? Era Hajime quien le seguía a todos y cada uno de sus estúpidos planes y ahora... ¿Qué?

    —Esto no termina aquí. —Habló Kokonoi.

    No era una amenaza ni tampoco era una advertencia, era una afirmación de algo inevitable.

    —Escogiste a un buen chico.

    Y hablaron un poco más antes de que Kokonoi se fuera, pero, por alguna extraña razón, aquella frase resonó en su cabeza. Seishu le había entregado su vida a Hanagaki justo antes de la pelea contra Tenjiku, incluso después de que su amigo de infancia se sacrificará por ambos, Inui le dio la espalda porque tenía una nueva persona a quien seguir. “El ciclo se repite ¿No es así?” las últimas palabras que Hajime le otorgó antes de dar por terminada su relación y que ambos siguieran caminos diferentes.

    ¿Sería así ahora? Hajime Kokonoi se volvía a alejar, manos metidas en los bolsillos y un andar elegante, lleno de arrogancia. Se iba y no parecía que Inui fuese a acercarse, pedirle que no pelearan, no entre ellos. Pero las piernas del rubio parecían no reaccionar...

    Kokonoi jamás lo admitiría, pero en verdad hubiese deseado que Seishu lo detuviese.



    Takemichi tardó más que Draken en despertar, cuando lo hizo, el primero al que vio fue a Chifuyu. Matsuno tenía ojeras, había pasado la mayor parte de su tiempo libre velando por su mejor amigo, por lo que no solo había bajado su rendimiento escolar, también había bajado unos cuantos kilos. Takemichi lloró, tenía miedo, estuvo a punto de darle fin al futuro de Draken y ya no tenía más opción más que la de luchar. ¿Contra quién? ¿La Kanto Manji? ¿Mikey?

    Su única opción para volver al futuro sin temor a arruinar las cosas sería si lograba tomar la mano del rubio, pero era un plan de locos, arriesgado y estúpido. Mikey estuvo a punto de matarlo a golpes, lo había dejado por semanas en un coma del que apenas pudo despertar... Volver, escapar al futuro... ¿Qué no todo por lo que había estado luchando era un recordatorio de no luchar? Tampoco quería abandonar a Mikey a su suerte.

    —Cierro los ojos y aún lo veo, Chifuyu... esa mirada.

    Los ojos sin vida de Mikey, un arma apuntándole al pecho. Las lágrimas, la suave voz de Sano pidiéndole que le ayudara, pidiéndole que no lo dejara morir... No podía volver. Volver sería morir, morir junto a Mikey sin haber cumplido su promesa.

    Takemichi le relato a detalle a Chifuyu todo. Todos y cada uno de los futuros, dando énfasis en el último, el que todos podrían denominar como el buen final, el Matsuno escuchó sin decir nada, aguantando las ganas de mandarlo a la mierda por haberse arriesgado y, con ello, arriesgar a todos. Draken pudo haber muerto, eso perjudicaría a todos, arruinaría la posibilidad de un buen futuro. Pero sería completamente egoísta si le decía aquello cuando el chico apenas había despertado. Se alegró de que Hinata hubiese llegado, normalmente se turnaban entre los dos para cuidar del pobre Hanagaki, así que en cuanto este había abierto los ojos y podido comenzar a hablar, Chifuyu aviso a la preocupada chica de que su novio ya estaba despertando.

    Los dejó solos. Salió de la habitación dando un largo suspiro y sus ojos cruzaron con los verdes de Inui. Ambos llevaban ahí semanas, velando por Takemichi y Draken, pero las ojeras eran mucho más notables en Seishu, quien no asistía a la escuela, pero si abría el local de motocicletas y pasaba todo el tiempo libre en el hospital. Día y noche. Si no había trabajo importante o no le llevaban inventario, no había motivo para volver al local, estar solo lo volvía loco y ni toda la música del mundo, podía hacerle sentir mejor.

    Draken había despertado poco después de ser ingresado. Las cirugías habían sido pequeños infartos para el Inui, quien incluso dejo de comer por semanas, sintiendo que moriría si algo le pasaba a Draken. No era su culpa, pero no podía evitar sentir que lo era: él le había presentado a Benkei y Wakasa, ellos habían decidido que unir a ambos a Braham era una de las mejores estrategias y Seishu no había hecho mucho, tan solo aceptar no ser miembro oficial “por si acaso” como Draken le había ordenado.

    Porque había sido una orden.

    En el momento en que Draken había abierto los ojos, Inui sintió que podría volver a respirar con tranquilidad. No quedaría del todo bien, tendría secuelas que le recordarían aquella noche lluviosa por el resto de su vida, pero al menos no estaba muerto.

    —Emma… vi a Emma.

    Desde que había despertado, Draken no había dicho absolutamente nada. Escuchó al doctor que no paraba de felicitarlo, era afortunado al haber sobrevivido, comió y se dejó duchar, pero no hablo durante dos días enteros. Aquello fue lo primero que dijo, Inui y Mitsuya se encontraban en la habitación, cada uno metido en su propio mundo —Draken se dedicaba a mirar un punto en específico por horas o simplemente dormir —.

    — ¿Cómo dices?

    Mitsuya le miro. Si, Draken estuvo a punto de morir, pero el rubio jamás había creído en otras vidas, en el cielo, infierno ni absolutamente nada más allá de la muerte. Solía decir que después de la muerte solo vendría un descanso eterno, la paz que todo mundo está buscando, así que el hecho de que afirmara haber visto a la chica que amo durante gran parte de su infancia, era de lo más extraño.

    —La vi. Intenté tomar su mano... al principio pensé que soñaba, pero la sentí. Cálida y suave.

    Inui escuchó en silencio, sintiendo una pequeña punzada en el pecho ¿Acaso estaba celoso? Hacia unas semanas se habían molestado y discutido por un pequeño beso. Podía recordar todo de aquel día: ambos bailando una balada que sonaba en la radio, riendo como dos niños tontos y de repente... los labios de Draken impactando en los propios. Molesto, así es como se había sentido, porque hacía dos años Emma había muerto y si Draken la hubiese amado como decía, debería guardarle aún más respeto ¿No? Hacía casi los mismos días que él había terminado con Koko y no pretendía buscar a nadie más que ocupase su lugar en su corazón.

    Discutieron, pero Seishu jamás dijo por qué. No le dijo que aquello le hacía sentir culpable, que Draken le hacía sentir cosas tan bonitas que simplemente deberían estar mal, tan solo le dijo que no y que jamás lo volviera hacer. Draken solo le miro y suspiro, no dijo nada más allá de un lo siento.

    Así que no tenía derecho alguno de sentir ni una pizca de celos. Era lo correcto, que Draken hablará de Emma. Aun así, fingió que lo que el mayor le relataba a Mitsuya era algo que no le importaba en lo más mínimo, incluso si seguía escuchando por lo bajo.

    Cuidar a Mikey y no tener miedo a vivir. Eso fue lo que Emma le pidió antes de dejarlo ir. Ninguno hizo preguntas.



    Draken fue a visitar a Takemichi unos días después. Estaba en silla de ruedas, tendría que usarla por un largo tiempo. Takemichi sería dado de alta esa misma tarde, así que terminarían de aprovechar aquella gran habitación platicando de que iban a hacer.

    Porque tenían que hacer algo ¿No? Takemichi había vuelto por una razón y Draken le ayudaría, porque Mikey era importante para él y no lo dejaría caer, no si podía ayudarlo.

    Así fue, como la segunda generación de la Tokyo Manji nació.
     
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