Microrrelato De un día soleado..., a un día nublado.

Género: Tragedia / Romance / Reflexión de la vida.
Advertencias: Creo que ninguna.

De un día soleado..., a un día nublado.​

Tomé tu mano aún llorando, realmente dolía verte en éste estado, ¿por qué la vida quería ahora separarnos?, ¿qué acaso no había sido hace poco el día en el que por fin aceptaste contraer nupcias conmigo?

Acaricié tu mejilla levemente y tú suspiraste, sonreíste con dificultad y a duras penas me correspondiste el agarre de mano. Te veías tan débil, me daba miedo tocarte. Las mejillas que un día fueron rosadas ahora estaban pálidas, esos ojos que irradiaban vida se iban apagando cada segundo, la sonrisa de felicidad fue cambiada por una melancólica.

¿Qué había ocurrido?, ¿cómo había ocurrido?, ¿por qué había ocurrido?

—Tranquilo, sabíamos de antemano que esto sucedería tarde o temprano—dijiste—, no había curación alguna ya. Hiciste lo que pudiste y yo también, pero nada fue suficiente…—la voz se le cortó, trató de respirar. Cerró los ojos y luego continuó—. Hay situaciones en las cuales es imposible hacer algo—, abrió los ojos lentamente—. Fuiste alguien maravilloso en mi vida…, sólo te pido que seas feliz, no quiero que tú…

—¡No te atrevas a decirlo! —La interrumpí temblando, estaba enojado conmigo mismo, enfurecido por mi impotencia—. N-no me pidas algo que no cumpliré—añadí—, para olvidarte tardaría toda mi vida, así que no podría mi vida rehacer.

Me apretó la mano, fue tan débil su agarré que hasta dudé de que en verdad lo estuviera haciendo.

—Sé feliz, prométemelo por favor—musitó con lágrimas en los ojos—, ¿sí?, prométemelo.

—Y-yo…

—Te lo suplico…—su voz cada vez era más débil y rasposa.

—T-te prometo que lo intentaré—suspiré al fin.

Fue en ese instante en donde cerró sus ojos, ladeó la cabeza y su mano perdió la poca fuerza, las lágrimas brotaron cada vez más. Miré el reloj de muñeca, con dificultad, que tenía.

—Hora de muerte—susurré—medio día…

Sin fuerzas dejé caer mi peso en su cuerpo, temblando, maldiciendo, aferrándome, gruñendo, y llorando con todo mí ser me despedí de ella, le dí la imagen de impotencia absoluta, le abrí completamente mi corazón bastante tarde.

—Te amo—le dije.

Fue así como comprendí que no importaba lo que hagas, si la enfermedad deja a la víctima desahuciada no hay poder en el mundo que pueda dictar lo contrario, ahora veo que por mi estúpido egoísmo e incomprensión perdí lo más valioso para mí.

Sí le hubiera insistido su revisión en el doctor nada de esto hubiera pasado, el cáncer pudo haber sido detectado y controlado a tiempo, empero de la forma más dolorosa comprendí que, así como el día se convierte en noche y el agua en hielo, de un día soleado…a un día nublado todo puede cambiar…