La pequeña alma perdida, apresada por su dolor, rememoró todas sus malicias, arrepintiéndose con pavor. Su nombre ya no tenía sentido, su significado ya lo perdió. La confusión reinó sobre su cuerpo. Su conciencia no lo permitió. Las penurias de todas sus víctimas se arremolinaban en sus oídos. Su corazón flaqueó después de ignorar tanto a sus amigos. Y todo eso fue el motor de su terrible cometido. La muerte del gran hombre protegiendo a sus seres queridos.