One-shot De relatos y aniversarios olvidados [Niza | Pokémon Rol]

Tema en 'Mesa de Fanfics' iniciado por Hygge, 21 Agosto 2020.

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    Hygge

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    Título:
    De relatos y aniversarios olvidados [Niza | Pokémon Rol]
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    Género:
    Comedia
    Total de capítulos:
    1
     
    Palabras:
    1824
    Título: De relatos y aniversarios olvidados
    Personajes: Nikolah Cruz, Liza White y los trillizos.
    N/A: Para el concurso "Un aniversario improvisado". No me di cuenta de lo que echaba de menos escribir Nizas hasta que me puse con esto, woah. Hace bastante tiempo Tom y yo estuvimos hablando de los hijos de estos dos y no pude contenerme, son diabetes pura y dura. No u otra alerta más pa la colección owo7 ♡

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    El hogar de los Cruz desprendía una calidez reconfortante a través de las luces de las ventanas. La noche había caído ya cuando varias siluetas, pequeñas y menudas, se deslizaron como un juego de luces y sombras, correteando y gritando en mitad del salón. Siempre era así cuando el único responsable de cuidar de los pequeños trillizos era, pues, un niño más, solo que atrapado en el cuerpo de un adulto.

    Nikolah amaba pasar las noches en las que su mujer no estaba jugando a las escondidas por toda la casa. Aprovechaba que con su ausencia no podía prohibirle ciertos escondites, como el cesto de la ropa sucia, los muebles con las sábanas dobladas o el hueco en el armario de la despensa, pero su racha de derrotas no hacía más que aumentar. No era fácil ocultar a un hombre que superaba el metro ochenta con un par de mantas. Sin contar que sus hijos, a su corta edad, ya eran más avispados de lo que podía considerarse a sí mismo. Sospechó que habían heredado eso de su madre.

    Suspiró, apoyándose en el cesto de la colada, tras haber recorrido el hogar en su totalidad más de tres veces. Por el rabillo del ojo notó cierta cabellera rubia brillar entre la ropa, y se asomó con cuidado, conteniendo el aliento.

    El menor de los trillizos había vuelto a quedarse dormido en su escondite, y la imagen le arrancó una sonrisa repleta de ternura.

    —Nunca me decepcionas, hijo mío —susurró, tomando entre sus brazos al pequeño, mientras este se acomodaba entre sus brazos para seguir dormitando.

    Quizás no todos habían salido a Liza como pensaba.

    A veces, cuando la ronda de juegos terminaba, ya fuera por el cansancio de los niños o por alguna riña inesperada, tenían la costumbre de hacer una acampada improvisada en la sala de estar. Unían sillas, cubrían unas con otras con las sábanas, y colocaban una alfombra en su interior, donde se tumbaban para escuchar cuentos y anécdotas de cuando sus padres eran más jóvenes, y recorrían el mundo con su equipo pokémon.

    Pupper, el Arcanine de Niko, le dirigió una mirada de circunstancias a su entrenador, con los trillizos subidos sobre él, tirando de sus bigotes y de su pelaje con entusiasmo. Este siempre se encogía de hombros desde su lugar, fingiendo una impotencia que no sentía.

    "No es mi culpa que los niños te adoren. ¡Y no seas tan gruñón, que te saldrán canas!"

    —Papá —Su única hija y su ojito derecho, Auri, llamó su atención. Ver su cabello rubio recogido en dos pequeñas coletas le recordó a su tía Talía—. Liam dice que le cuentes la historia de cómo se te olvidó el aniversario de mamá.

    —¡Yo no he dicho eso! —Liam protestó, señalando a su hermana con las mejillas enrojecidas adornadas de pecas. Se ajustó sus gafitas, haciendo un mohín en el proceso—. P-Pero tampoco me importaría escucharlo...

    Nikolah se acomodó, aceptando la propuesta con entusiasmo.

    —Hmmm, la historia del aniversario, ¿decís? —se llevó una mano al mentón, reflexivo—. ¡Pero de esos hubieron muchos! ¿Os referís al del aniversario donde el regalo se me cayó al inodoro? ¿El aniversario donde intenté hacer un postre y casi prendo la cocina? ¿O donde salí a comprarlo en pijama?

    —¿Pero cuántos aniversarios improvisaste? —rieron los niños, a los que poco después se les unió su padre. Fue Auri quien alzó la mano, animada—. ¡El del pijama, el del pijama!

    El castaño no tuvo objeciones, y asintió ante su propuesta. Así, Niko tomó una linterna, colocándola bajo su rostro, y comenzó a relatar la historia con una teatralidad y una soltura encantadoras. Los niños se acomodaron, atentos, mientras el tercero se llevaba el pulgar a la boca y volvía a retomar el sueño junto a Pupper.

    —Érase una vez, en un lugar de Galeia de cuyo nombre no quiero acordarme, no ha mucho tiempo que vivía un joven entrenador de los de cabello alborotado, sueños inquietos y un Pupper corredor...


    *
    *
    *

    Aquella noche, bajando alegre las escaleras del hotel al que habían ido a pasar las vacaciones, jamás hubiera imaginado que se le estaba pasando un detalle tan importante. Liza le esperaba en el recibidor, con un precioso vestido tan azul como sus ojos, y le arrancó una sonrisa boba del rostro. Había visto muchas veces a su novia así, vestida para alguna ocasión especial, pero ni ese detalle pareció despertarle las alarmas.

    Tampoco lo hizo el ramo de flores que les aguardaba en la mesa reservada del comedor. Ni la felicitación del camarero. La velada no pareció fuera de lo común, aunque el detalle de los músicos era nuevo.

    El regalo que Liza sacó de su mesita de noche una vez regresaron a la habitación se veía un pelín sospechoso, pero...

    —Feliz primer aniversario, Niko —sonrió, dulce, dejando sobre sus manos con cuidado una cajita plateada. El chico soltó una exclamación ahogada, ilusionado por el regalo, pero antes siquiera de abrir la cajita las alarmas destellaron en su cabeza.

    Feliz Aniversario.

    Aniversario.

    El primero.


    Se detuvo, estaqueado en el sitio, todos los músculos de su cuerpo tensados. Movió los ojos a un lado. Luego al otro. Era de madrugada, los comercios habían cerrado y, bueno... estaba en pijama.

    No necesitó ver su rostro pálido y atemorizado, pues pronto se reflejó en la mirada azul de su acompañante, preocupada por el repentino cambio en su semblante.

    —Cariño, ¿te encuentras bien? —posó una mano sobre la suya, temiendo lo peor—. ¿No te gusta? Podemos descambiarlo si...

    —¡Sí! ¡Quiero decir, no! ¡Es decir! —exclamó, tan nervioso que fue incapaz de formar las palabras en su cabeza. Mierda, estaba sudando. ¿Las manos podían sudar de esa forma? ¿¡Y por qué hacía tanta calor de repente!?—. Es precioso. Me encanta. En serio. Solo necesito ir al baño. Ahora mismo vengo. No tardo.

    El aluvión de palabras dejó a la castaña algo aturdida, pero dejó al chico marcharse, negando poco después con la cabeza en silencio. Nunca cambiaría, ¿cierto?

    Pero ella lo quería así, después de todo.

    Bendito hotel que incluía una bendita salida de emergencias que conectaba con la ventana del baño. Ver descender a un tipo con un pijama de Arcanine a las dos de la mañana por las escaleras anti-incendios fue un shock para algunos residentes, que lo confundieron con un ladrón e intentaron detenerlo o llamar a seguridad. Ahora ya no solo tenía que salvar su relación con Liza, si no escapar también de una turba gente insomne.

    A lomos de su Arcanine, decidió recorrerse toda la ciudad en busca de tiendas en las que poder comprar algo decente. Podría esperar al día siguiente, era lo más lógico, pero era incapaz de dejarla dormir sin su regalo. Ella siempre ponía mucho cariño y esmero en sus regalos... no era justo. Mientras buscaban entre los barrios, sin embargo, se percató de otra fatalidad: no llevaba la cartera encima. ¡Su pijama ni siquiera tenía bolsillos dondr guardarla!

    Fue entonces cuando se encontró con el que le salvaría la noche, su nuevo mejor amigo: el vagabundo que le ofreció su armónica a cambio de darle el más de la mitad de las ganancias. Amaba tocar ese instrumento, lograba abstraerle y alejarle de su preocupaciones durante un pequeño espacio de tiempo que atesoraba con todo su corazón. Quizás, solo por tener la oportunidad de desvanecer la angustia de su pecho al menos un instante, aceptó.

    Y pronto supo que no se había equivocado.

    La música inundó las calles, atrayendo a algunas parejas que regresaban de dar un paseo, o grupos de jóvenes que se divertían o regresaban a casa. Algunos pokémon se acercaron también, atraídos por la alegre melodía, danzando alrededor de Nikolah en un intento por seguir el ritmo. La repentina atmósfera de paz canalizó las emociones del entrenador, y al finalizar los aplausos reconocieron el hermoso espectáculo que acababa de ofrecer.

    Niko hizo una reverencia sincera, recuperando la sonrisa en el rostro, y se volvió hacia el propietario de la armónica, quien le observaba sorprendido al descubrir su habilidad. Pudo sentir cómo incluso Pupper suavizaba su expresión, siempre hosca, y hacía de aquella atmósfera una mágica.

    Nadie se cuestionó la historia detrás del misterioso chico en pijama y su desgastada armónica.

    Apenas un par de monedas descansaban en la palma de su mano cuando se adentró en la tienda de conveniencia. Se había merecido mucho más, pero un trato era un trato. Su nuevo amigo lo necesitaba más. Un objeto llamó su atención, un collar con una piedra preciosa colgando del mismo. Le recordó a los ojos de Liza, su hermoso vestido y el mar que dejarían al día siguiente. Quizás no fuera mucho, pero... Esperaba que le ayudase a recordar aquel día. Lo que celebraban. La nueva etapa que iniciaban juntos.

    Él no lo olvidaría jamas.


    *
    *
    *​


    —Como no encontré nada con lo que envolverlo tuve que agarrar unos calcetines de la cómoda y... —Su voz se desvaneció al notar que sus hijos habían caído rendidos sobre los brazos de Morfeo. Suspiró, rascándose el cabello, y estiró las piernas con dificultad. Ya les enseñaría cómo envolver regalos con calcetines más tarde.

    Contar historias le dejaba la garganta seca. Pero se sentía hermoso revivir los recuerdos de esa forma.

    Liza no tardó en llegar. Sobre su pecho descansaba una piedra azul, reluciente, junto al collar que le regaló su mejor amiga años atrás. Nikolah abandonó con cuidado el búnker improvisado, llevándose un dedo a los labios cuando la mujer lo vio, y dejó un beso sobre su frente a modo de saludo.

    —¿Qué tal lo pasaste? ¿Le diste recuerdos a las chicas de mi parte?

    —Hm-hm —susurró, dejando a un lado el bolso con un suspiro cansado—. Quizás vengan de visita en un par de días, traerán a los niños.

    El chico pareció feliz con la idea, pero antes de encargarse de llevar a sus hijos a la cama la castaña le sorprendió tocando su espalda. Al girarse, la vio extender algo entre sus manos, alzando sus cejas, expectante.

    —Feliz aniversario, cielo~ —canturreó. No había que ser un lince para notar que conocía de sobra lo que estaba por decir.

    El color desapareció una vez más del rostro de Nikolah.

    —Espera, ¿qué?
     
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    La historia es suuuuuper tierna. No conozco a ninguno de los personajes, menos a ti misma claro, pero me he enamorado de todos ellos. Me encanta esa mezcla de ambientes y saltos en el tiempo, rememorando una historia de forma tan dulce. La primera escena de Nikolah jugando al escondite con los niños ha sido preciosa. La imagen de hacer un fuerte con sillas y sábanas me ha recordado a mi infancia como no te puedes imaginar. La expectación de los niños por la historia es contagiosa y, en general, todas las escenas que involucran a los pequeños son adorables. He estado sonriendo todo el rato. La parte en la que no sabe a qué aniversario improvisado se refieren ha sido genial, la lista que enumera es muy divertida y me he quedado con ganas de escuchar cada una de ellas.

    Una cosa que me ha chocado de la celebración, la cena con la música, ha sido que de repente él estaría en pijama. ¿Ha ido a la cena en dicho atuendo o es que el regalo se lo da después cenar una vez que están en la habitación? Imaginarme la cara de pánico ha sido chistoso y la carrera que se pega para conseguir algo... me hubiera gustado poder escucharle tocar la armónica y me he quedado con ganas de ver la reacción de Liza frente al regalo envuelto en calcetines. ¡Calcetines! jajaja
    ¿No podrías despertar a los niños 5 minutos más para terminar de escuchar la historia?

    El broche final me parece brillante, un giro de tuerca interesante que une todas las historias. Nuevamente están en su día del aniversario y, como no podía ser de otra forma, se le ha vuelto a olvidar. De nuevo empieza el bucle.

    La narración es excelente y la historia entrañable, dulce y muy tierna. He disfrutado mucho leyéndola, gracias.
     
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    Reual Nathan Onyrian

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    No sabés lo lindo que es volver al foro y encontrarte que te esperaba tan linda sorpresa. Estuvo suuuper precioso y super tierno todo Andy. ¡Al fin pudiste usar a los trillizos en una historia! Y te quedaron excelentes, dejame decir. Leer las interacciones que tienen con Nikolah, que obviamente es un niño más, fue genial, y todo transcurrió tal cual lo hubiera imaginado. Y Pupper siempre presente, aguantando ahora las travesuras de no uno, sino cuatro niños. Habría que darle un premio a la paciencia a ese pobre pokémon. Es demasiado bueno para este mundo. Y pobre, no le da el cuerpo para jugar a las escondidas. Medir cerca de un metro noventa tiene sus desventajas.

    La anécdota que el rubio cuenta también me encantó, es muy ellos. Como dijo Its, no me había quedado muy en claro si había bajado a cenar en piyama, o fue eso algo posterior, aunque teniendo en cuenta a Nikolah, seguramente fue la primera opción. Y el piyama de Nikolah es obviamente un enterito, como el que usan los bebés, solo que fue confeccionado a medida por él, don't @ me. Y seguro fue un regalo de Liza también, y el tonto ni con eso se dio cuenta de que era su aniversario. Lo que tiene que aguantar la pobre castaña. Otro premio a la paciencia por ella. Y estoy también más que seguro que ella ya sabía que probablemente se había olvidado el regalo, y también que saldría corriendo a la calle en piyamas para conseguir algo. Ah, y envolver un regalo con medias. Por qué me suena a algo que yo haría que el rubio haría sin pensarlo. No será muy inteligente, pero se da maña.

    Y ese final. Nikolah se va a tener que escribir en los párpados la fecha del aniversario. Te diría que incluso debería comprar regalos de antemano, para tenerlos listos, pero todos sabemos que el rubio es alguien que vive del día a día, y tanta previsión le es imposible. Pero bueno, reconforta saber que incluso a pesar de estar tantos años juntos, y a pesar de que él se olvida siempre de la fecha, los dos siguen igual de felices juntos. Están hechos el uno para el otro. No lo digo yo. Lo dice la ciencia.

    Pero bueno, como dijo también Its, una muy linda narración y un relato super tierno que se te pasa volando. Fue muy lindo leer esto como bienvenida al regresar.
     
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