Harry Potter Días de abecedario en HP

Tema en 'Fanfics sobre Libros' iniciado por Fernandha, 19 Julio 2015.

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    Fernandha

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    ————————————————————————

    En una realidad en donde Potter jamás rompió la varita de sauco ni perdió la piedra de la resurrección, las cosas pueden cambiar, convirtiéndose él en el maestro de estas reliquias debe ahora tomar la responsabilidad que estas conllevan… pues La Muerte, señores, decidió que él sería el indicado para reemplazarla.

    UNIVERSO ALTERNO.

    -Historia realizada especialmente para la actividad: "Días de abecedario" realizada por la usuaria @Shani
    ——————————————————

    A.- de Asfixiante

    Tú sabes, cuando tu mano se comienza a mostrar más pálida de lo normal la primera mañana del tercer mes después de la guerra, que algo malo está pasando a tu alrededor. Pero ni tu alerta constante, producto de la guerra, puede descubrir qué es en realidad.

    No es hasta que una maldición, de la redada que habías ido a detener aquella tarde, te da de lleno en el pecho que te das cuenta del peligro real pues, entre las penumbras de aquél bosque, La Muerte te observa de una manera tétrica.

    Nadie la ve al parecer, sólo tú. Y, al caer tu cuerpo laxo, te das cuenta de algo.

    Tú estás terrenalmente muerto pero tu mente y espíritu siguen viendo lo que ocurre alrededor; escuchas sollozos y miras como alguien te toma entre sus brazos pero no lo sientes y te desesperas pues ni moverte puedes. No es hasta que La Muerte se acerca y te toca que puedes hacerlo pero quieres gritar… porque todo es tan asfixiante que duele.

    Sientes que pierdes algo pero ganas otra cosa y eso te hace sentir enfermo de alguna manera, tu mirada termina por enfocarse y cuando ves a la causante de todo tenderte una túnica polvorienta es que te das cuenta de la verdad: tu cuerpo yace en el suelo siendo protegido por Ron mientras tú, ¿el alma?, está parado a su lado.

    —Es tu turno —dice La Muerte—. Eres el nuevo maestro de todo, al fin.

    Quieres reclamar y pensar que todo es un chiste de mal gusto, pero cuando aquella esencia podrida desaparece y la túnica sigue en tus manos, lo único que puedes llegar a hacer es llorar.

    Porque tú, Harry, siendo el maestro de las reliquias de la muerte, eres irónicamente quien va a condenar desde ahora las almas que alguna vez salvaste.

    Tomas la túnica, te la pones y comienzas a caminar hacia la salida del bosque.

    No hay más nada por hacer, piensas, no tienes trabajo ahí ya que eras tú el único caído de una batalla sin sentido.

    Llegaste al bosque siendo el chico-que-vivió-dos-veces, piensas, y sales de él siendo La nueva Muerte.
     
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    B.- de Baile

    Apareces sin aparecer en realidad.

    Sabes que estás ahí pero nadie capta tu presencia, lo cual hasta cierto punto te tranquiliza; han pasado cuatro años desde aquél extraño suceso en el bosque y ni así puedes figurarte a tu cuerpo tres metros bajo tierra mientras vas y vienes a un sinfín de lugares.

    Es algo enfermo. Enfermo y tenebroso específicamente.

    Todos caminan de un lado a otro.

    Es una fiesta en el Ministerio, te recuerdas. Y chicos con los que alguna vez conviviste se están divirtiendo, unos más que otros; la música suena en la pista de baile y las luces de las velas comienzan a parpadear para crear un mejor ambiente.

    Observas a Ron, uno más maduro a causa de la guerra y tu pronta muerte, abrazar a Hermione, quien parece haber afinado un poco más sus facciones en ese año, mientras se mueven al ritmo de lo que suena.

    —Algo hermoso —dice Luna a un costado tuyo.

    Sabes que no necesitas voltear para saber que te habla a ti; tu amiga siempre fue especial y no te sorprende realmente mucho el que hable con algo que no puede ver pero sí sentir. Sigues observando, consciente de que no puedes darle una respuesta.

    —Está en la parte de arriba —menciona al cabo de un rato sin especificar el lugar—. Se alegrará de verte pese a lo que piensas, Harry —concluye ella al tiempo en el que camina hacia la mesa de bocadillos.

    Sonríes.

    Subes las escaleras del gran salón para tener una mejor vista de todo lo que ocurre y satisfecho desapareces de aquél bullicioso recinto para aparecerte en el segundo piso del ala oeste de San Mungo. Caminas por un pequeño pasillo e ingresas a la penúltima habitación.

    Y ahí, acostada con la frente perlada por el sudor, está la que alguna vez fue la Cazadora de tu casa: Katie Bell.

    Oliver toma su mano mientras tú simplemente puedes soltar un suspiro sabiendo lo que estaba por ocurrir al tiempo en el cual ves a una enfermera ingresar a la habitación para avisarle a Wood que debe firmar unos papeles.

    Esta era una de las partes que más odiabas, Harry, pues cuando Wood se levanta y besa la frente su esposa tú sólo puedes mirarlo con lástima. La puerta se cierra y Katie abre los ojos mientras comienza a llorar.

    —Al menos esperaste a que conociera a mi hija. ¿No, Harry? —ríe ella sin ganas mientras realiza lentas respiraciones debido al calor sofocante que la comienza a abrumar.

    —Tienes una hermosa hija, Katie —le dijiste, consciente de que tu antigua Cazadora podía verte debido a la situación.

    —Gracias… por todo —es lo último que dice antes de que te acerques a tocar su cabeza para realizar un pequeño trazo en medio de la frente con la yema de tus dedos. Una runa que hasta ahora habías utilizado más de lo que desearías.

    Cuando el corazón de Bell deja de latir y la runa de vida con la de naturaleza que habías trazado desaparecen tú sólo asientes, sin saber si se debía conformidad o monotonía, y ves el alma de Katie salir de su cuerpo antes de caminar hacia un pequeña luz y desaparecer.

    Cuando Wood entra puedes ver ese pequeño baile de agonía y aceptación grabado en sus ojos al comprender que su esposa está muerta. Tú sabes, Harry, porque fue tu capitán en tiempos de escuela, que Oliver no caerá tan fácilmente debido a su linda y recién nacida hija.

    Observas sus iris contraerse antes de comenzar a llorar con un baile grabado a fuego en su esencia, un baile que no dejará a la agonía y a la aceptación culminar hasta el último de sus días.

    Para ti, ese baile sólo te hace recordar una cosa.

    Hay otra persona en el ala Este que también está muriendo.

    Y así como llegas, te vas.

    La Muerte nunca descansa, piensas.
     
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    C.- de Comprensión

    Es al quinto año de tu trabajo cuando tu mano comienza a cambiar: la piel y la carne comienzan a desaparecer con parsimonia lentitud.

    Ajustando tu túnica con la capa de la invisibilidad amarrada a tu espalda, colocándote la piedra en forma de anillo en tu mano afectada mientras colocas tu varita a la cintura y levantando la capucha para cubrirte el rostro sigues tu camino hacia una pequeña casa en Hogsmeade.

    La comprensión brilla en tus verdes ojos:

    Te estás convirtiendo realmente en La Muerte.

    Y no sabes qué da más miedo… si el hecho de que esté ocurriendo o la sensación de que esto siempre debió haber sido así.
     
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    D.- de Decepción

    Niegas inconforme ante lo que tus ojos observan en la lejanía; árboles quemados por hechizos fallidos que poseían más fuerza de la debida en cada uno, palabras altisonantes que sólo te provocan negar antes de soltar risas sarcásticas pensando en un pasado donde tú dijiste una o dos más que los presentes.

    Tu mano, siendo hueso en su totalidad y extendiéndose hasta el inicio de tu hombro, se mueve repiqueteando entre las cortezas de los árboles sobrevivientes antes de detenerse delante del cuerpo de un antiguo compañero caído ahora en batalla; no recuerdas realmente el nombre pero reconoces perfectamente su rostro. Te hace sentir mal el hecho mas no niegas tampoco que culpa tuya no puede ser debido al tiempo que tuvieron para convivir.

    Cierras sus ojos y trazas las runas correspondientes antes de ver, por décima ocasión en menos de dos horas, a un alma caminar directo al sendero de la luz.

    Batallas que van y vienen donde lo único que ocasiona son muertes que no debieron de haberse cometido en primer lugar, piensas resignadamente, muertes donde el bando de lucha se te es irrelevante.

    Al momento de proseguir con el polvoriento camino las luces se presentan ante ti como una exótica y hermosa danza mortal donde cada hechizo parece bailar a su propio ritmo, de una manera tan descontrolada que provoca una bella unión con los demás.

    El resplandor de una Bombarda hace que tus ojos brillen con decepción, pues pese ha haber pasado ya casi ocho años de tu muerte las cosas en cuestión de guerra no han cambiado realmente nada.

    Sólo dos grupos con ideales diferentes, ideales que si bien no aceptas del todo tampoco puedes negar… y es ahí donde te das cuenta, Harry, que una vez más este trabajo está realmente teniendo una gran repercusión en tu existencia espiritual ya que, al parecer, ya ni tú sabes con franqueza si alguna persona en aquél campo es realmente mala. Ya no puedes opinar libremente de cada uno cuando al morir puedes ver lo que fueron en totalidad y sus razones de peso para estar aquí en de un lado o del otro en la batalla.

    Pero tú eres la muerte, te dices, tu trabajo no es reprochar su vida entera. Tu trabajo es encaminar a su alma por un solo camino del cual retorno real no habrá.

    Tú no condenas, tú liberas.

    Y sonríes. Porque tal vez tu profesión no sea tan mala, sino algo abstracta en cuestión de moral para algunos ya que sigues haciendo lo que en vida terrenal hacías: un salvador que tiene como misión el ayudar a las personas a conseguir la paz.
     
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    E.- de Enferma

    Por alguna razón algo en tu esencia te hace sentir feliz en ese momento. Feliz más bien en el sentido de que esto debió de haberte ocurrido hace ya un tiempo y que, por obstáculos que el destino se empeñó en ponerte, no sucedió así y te hace sentir un poco mal… casi resignado.

    Una felicidad mentirosa que sólo cubre a una latente melancolía.

    Pero ahora, con la sonrisa temblorosa en tus labios, levantas tu esquelética mano para acariciar la canosa cabellera de la que alguna vez fue la mejor medimaga del mundo mágico. Sanadora cualificada durante varios años en el colegio de Hogwarts. Mujer que te cuidó, de manera brusca algunas veces, en cada ocasión al caer en su enfermería.

    Sabías, Harry, que debiste de haber ido por ella hace dos años cuando cayó enferma pero su sonrisa y ganas de vivir te hicieron flaquear y, sabiendo que miedo real ella no sentía por ti, lo permitiste; le dejaste luchar un poco más… casi como un favor personal y egoísta.

    Pero lo inevitable había llegado, Harry. Un poco tarde, sí, pero había llegado.

    La Muerte también puede jugar entre decidir a quién dejar vivir y a quién morir, te dices, La Muerte aún tiene corazón…

    Arrodillándote a un costado de la cama en donde Madame Pomfrey yacía recostada hiciste lo que desde hace diez años no podías: llorar.

    Llorar cual niño pequeño. Llorar por todo lo que habías tenido que vivir, llorar al comprender que sigues siendo un hombre joven —a excepción de tu mano— mientras las personas que llegaron a importarte en algún momento comienzan a morir ante ti.

    Existir en un mundo donde todo lo que alguna vez quisiste comienza a morir es tal vez tu castigo, te dices sin saber con certeza qué pecado realizaste que mereciera un pago tan ruin como este.

    Así que sólo continuas llorando en una habitación en donde, sin contar a Luna, nadie puede verte en verdad. Una habitación que te hace dar cuenta que estás más solo que nunca…
     
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    F.- de Fortaleza

    Moviendo la mano con lentitud trazó el contorno de la persona que en la fotografía se presentaba; era quizá algo muy idiota el recordar y añorar algo que en su momento no supo bien apreciar. Tal vez no eran lo más cariñosos, tal vez ni siquiera buenas palabras amorosas salían de sus labios —porque uno no sabía realmente pronunciarlas y otro, en su momento de crecimiento, despreciaba mucho aquellas muestras de debilidad que su padre bien le había dicho no mostrar ante nadie—, tal vez pensar en el hubiera realmente no ayudaba en nada, sin embargo a Draco le gustaba sentarse en su habitación a reflexionar cuestiones que jamás imaginó de niño.


    Recordando perfectamente el momento en el cual su padre había sido trasladado a Azkabán de forma definitiva y cómo él, con el orgullo que aún parecía tener, le había asentido con la cabeza, mirado a los ojos, soltado un lamentoso suspiro antes de decir: "Es un orgullo poder decir que eres mi hijo, Dragón; aprende entonces que mi nombre jamás representará orgullo ante ti. Crece como ahora y vive lo que mis estándares te prohibieron. Finalmente puedo anunciarte que ante tu presencia soy sólo la sombra de lo que alguna vez fui"

    Tan altivo como años atrás, Lucius Malfoy salió de la mansión —junto a algunas pertenencias confiscadas por el ministerio— con paso firme sabiendo que si bien sus ideales no habían cambiado del todo sí admitía realmente sus errores.

    "Porque él cayó muchas veces, hijo —le había dicho su madre—. Cayó y siguió cayendo porque sabía que no estaba ya sólo en todo esto; todos estábamos involucrados ya. Y puede que no lo veas ni ahora ni nunca, puede incluso que te suene fuera de contexto esto que te digo: pero Lucius fue el que sufrió más, cariño. Cometió errores que aún le dan pesadillas, tomó decisiones de las cuales no pudo retractarse y aún así siguió adelante por nosotros. Él admiraba a Severus pese a que nunca quiera realmente admitirlo. Lo admiraba muy a su manera porque Severus fue el guerrero que tu padre quiso ser pero no consiguió... ya que, de alguna manera, Lucius tenía más que perder que lo que tu padrino pudo haber puesto en juego debido a que, queriéndolo o no, él ya había perdido hacía mucho tiempo su única razón real por la cual había luchado."

    Su madre había acariciado quedamente sus mejillas antes de soltar un suspiro lastimero acompañado de lágrimas.

    "Y Lucius tenía miedo a eso, porque tal vez sabía que él no podría reponerse como tu padrino lo hizo. Él no tenía esa fortaleza. Nadie puede entenderlo, nadie lo hará jamás puedo jurar. Pero yo lo amo, Dragón y sé que pese a haber tenido la oportunidad de morir en varias ocasiones para acabar al menos con todo su sufrimiento nunca lo hizo pues lo sabía, hijo, que si cometía aquello sería realizar otra mala decisión que lo haría penar: tu padre jamás deseó que vivieras lo que viviste. Y puedes odiarlo pues no lo niego, puedes no perdonarlo ni entenderlo pero quiero que lo veas, Draco, que muy en el fondo él es ese padre que no supo ser como tal. Es mi esposo y lo amo pero jamás impondré nada ante ti; piensa lo que quieras de él pero no niegues nunca una segunda oportunidad a nadie, ¿de acuerdo? Sé lo que tu padre ni tu padrino pudieron ser y vive, hijo. No por ellos sino por ti."

    Volviendo a la realidad, Draco regresó la mirada a la fotografía de quien fuera su padrino en vida.

    Severus Snape, con su permanente semblante de seriedad le dedicaba una pequeña sonrisa —que rayaba incluso en lo invisible— al Draco de tres años situado en una silla pequeña a su costado izquierdo.

    Sonriendo, el primogénito de Lucius comenzó a llorar.

    Porque si bien él amaba a su familia de una manera muy diferente: a su padre que estaba en Azkabán y a su madre, quien cada día sonreía con menos lucidez encerrada en la mansión... era Severus quien había tomado el rol familiar en lo más importante de su vida. Y a él, Draco lo amaba más que nadie. Porque su padrino fue más familia que lo que alguna vez Narcissa y Lucius pudieron llegar a ser.

    Fueron sus padres quienes estuvieron con él durante sus primeros once años de manera más visible y tal vez un poco en los años siguientes pero fue Snape quien, a pesar de ser también una constante durante aquellos primeros años, relució más en los siete años posteriores.

    Ya que el Dragón más pequeño de los Malfoys lo sabía.

    Aún pasados ya algunos años desde su muerte Severus era un héroe para él. Un héroe lleno de heridas debido a batallas perdidas y ganadas. Nadie podía cambiar eso.

    Llorando, Draco se fue a sentar en su cama para luego acostarse.

    Ya mañana sería el orgullo de los Malfoy. Hoy sólo le importaba ser el orgullo de Snape.

    El orgullo de un hombre que ganó menos de lo que merecía y ni así dejó de luchar.

    .

    .

    .

    Dos semanas después, cuando divisó a Potter ingresar a su casa en dirección a la habitación de su madre no pudo evitar soltar un suspiro; caminó por el mismo corredor y se detuvo en la puerta.

    —¿Por qué? —indagó Draco. Harry lo miró un poco sorprendido antes de soltar una risilla.

    Ambos sabían que Malfoy no se refería exactamente a la razón por la cual su madre partía, sino a la razón por la cual se le era posible ver a La Muerte cuando nadie más —a excepción de aquellos que iban a morir— podían.

    —Tal vez está llegando la hora en donde yo estoy aceptando en lo que me estoy convirtiendo.

    El rubio sonrió sin ganas.

    —¿Entonces es eso?, ¿estás aceptando la idea de matar a las personas?

    —No matar, encaminar más bien —el de ojos esmeraldas levantó su esquelética mano en dirección al chico—. Quizás viene siendo la hora en que mi nombre vuelva a sonar, ¿no lo crees? Por más que yo así no lo quiera.

    Draco le miró más detenidamente sin saber cómo interpretar aquello pero, asintiendo, ambos se despidieron.

    Y una semana más tarde cuando escuchó a Pansy hablar de cómo Harry había ingresado a la celda de su padre en Azkabán mientras se encontraba ella ahí, de cómo había trazado algo en su frente para posteriormente ver cómo el alma Lord Parkinson se retiraba de su cuerpo es que Draco lo comprendió.

    Ya no sólo se hablaría de Potter como El Salvador, sino que se referirían a él como La Muerte-Que-Algún-Día-Vivió; tomó su copa de vino y brindó con el aire como si marcara el inicio de algo.
     
    Última edición: 6 Agosto 2015
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    Fernandha

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    G.- de Gabrielle

    Fleur le dijo que tuviera cuidado, como llevaba haciéndolo desde que decidió salir de viaje a una excursión con antiguos compañeros de Beauxbatons. Le repitió hasta el cansancio que si veía a Harry debía retirarse de aquél lugar.

    Pero Gabrielle no entendía bien la razón por la cual debía tenerle miedo a Potter; si bien yacían dos años desde que se filtró la información de El Elegido como La Muerte para ella no representaba nada importante en realidad.

    Fleur podría sentir pánico de perder a su hermana —y eso ella lo entendía, sí—, pero Gabrielle no podría estar más feliz de volver a ver a aquél mago.

    Pues, ¿cómo temerle a quien la había salvado en aquél Torneo de los Tres Magos hace ya varios años?, ¿cómo temerle a quien salvó el mundo?

    ¿Por qué debía tener miedo a La Muerte cuando fue ésta quien le había dado una oportunidad para seguir viviendo?
     
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    H.- de Honor

    Cuando Dolores Umbridge quedó sorda supo que algo bueno saldría de todo esto: ya no tendría que escuchar más aquellas vocecillas repletas de reproche que habían llegado a ella con el paso de los años. Ya no más reclamos que le hicieran perder más la fortaleza que había tenido durante todo ese tiempo encerrada en Azkabán.

    Y recordó, allá por los viejos tiempos donde todo en su vida parecía ir viento en popa y donde su honor no era puesto en duda, a Cornelius Fudge.

    Al salir de sus pensamientos divisó a Potter en el pasillo, mirándole sin ninguna expresión de amabilidad haciendo que ella sólo se concentrara en el movimiento de sus labios.

    "Duerme, Dolores" Parecía decirle; por lo cual, simplemente negó. Porque mirar era lo único que le quedaba para no perderse en este mundo.

    Así que, recargada en la fría pared de la cárcel Dolores miró por entre las rejas. Viendo todo lo que no podía oír al tiempo en el cual recordaba a Cornelius detrás de su escritorio escuchando todo lo que no quería ver.

    Dejando su cuerpo descansar para siempre en aquella celda, Umbridge no cerró los ojos aún después de muerta.

     
    Última edición: 23 Julio 2015
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    I.- de Inocencia

    Es al noveno año de tu trabajo cuando decides visitar por primera vez a Ron y Hermione en su casa, sabiendo que posiblemente sus hijos no sepan nada de ti y se comiencen a asustar al presenciar a La Muerte. Decides ignorar ese pánico e ingresar.

    Sientes cómo Hermione salta en el sofá mientras Ron le acaricia la mano con el corazón latiendo erráticamente.

    La niña sentada en el suelo te mira con curiosidad mientras el pequeño a su lado ladea la cabeza con su boca llena de dulces antes de volver su vista a Ron.

    Dispuesto a presentarte ante los infantes te agachas levemente. Ves a Hermione asentir y antes de poder decir algo el pequeño de la familia se levanta y corre a abrazar tu pierna.

    —Tío Haggy —te dice aún con los dulces en su boca.

    Por segunda ocasión crees que vas a llorar al sentir cómo el pánico con el que ingresaste comienza a disminuir… porque sabes que tus amigos les hablaron a sus hijos de ti.

    —Tu mano es genial —sonríe la niña desde el suelo mientras comienza a levantarse.

    Es la inocencia y sinceridad de los infantes lo que finalmente provoca que llores, Harry, porque el temor de haber perdido a las únicas personas que considerabas familia en estos nueve años desaparece justo en el momento en el cual Ron, Hermione y su hija se acercan a ti para abrazarte, al igual que el menor situado en tu pierna, como si volvieses de un largo viaje.

    —Bienvenido, tío Harry —te dicen los niños.

    Y por primera vez en tanto tiempo sabes que finalmente encuentras un lugar donde La Muerte puede dejar de ser quien es para convertirse simplemente en Harry, el-chico-que-un-día-vivió-y-ahora-es-tío.
     
    Última edición: 23 Julio 2015
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    J.- de Jamás

    —Te pareces tanto a James, Harry —la señora Weasley te sonríe antes de pararse del roto sofá.

    Sabes que no debes tomarte a mal el comentario que Molly hace respecto a tu padre, pero no puedes realmente evitarlo pues sabes que pese poder ver a aquellos que murieron de una manera no muy constante gracias a que eres La Muerte, no es lo mismo a desear estar con ellos.

    Entonces piensas, Harry, que en algún momento todos los que están aquí también se irán y tú no podrás ir jamás con ellos.
     
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    K.- de Karma

    Cuando Malfoy ve a Harry pasar una vez más por el callejón Diagon no puede evitar pensar en aquél día en donde todo realmente comenzó para San Potter. Tomando la mano de su hijo, Draco avanza sin hacer caso a algunas miradas que la gente le propina: él bien sabe que cometió errores, pero nadie más que su familia tiene el derecho necesario para echárselos en cara, simplemente gente que no lo conoce no tiene derecho a juzgar; piensa.

    Astoria, su esposa, le sonríe quedamente mientras sigue hablando con Scorpius, su hijo. Finalmente los tres se acercan a donde Potter, quien había detenido su caminar al percibir las intenciones del rubio.

    El trío y Harry se saludan, sin grandes demostraciones en realidad; es cuando Astoria y Harry comienzan a hablar de lo grande que está Scorpius cuando Draco se da cuenta que los murmullos han aumentado a su alrededor y no necesariamente porque un mortífago esté hablando con El Salvador, sino porque La Muerte está ahí.

    Quiere reír por la ironía de la situación.

    ¿Esos idiotas realmente le tenían miedo a Potter?, piensa.

    La gente podía ser muy volátil y Draco más que nadie lo sabía bien. Aún así no puede evitar pensar, como en un inicio, que Potter sigue siendo lo que es por más Muerte que digan que es, por muy redundante y confuso que esto resultase.

    Él los salvó y aún ahora intenta seguir ayudando a las almas de quienes lo necesitan… pero claro, una persona viva que simplemente lo que quiere es seguir en el plano terrenal tal y como ahora no opina lo mismo. Para ellos El Elegido había venido a llevarse a quienes más querían.

    Malfoy no podía esperar a ver cómo el karma les haría pagar de alguna forma a todas aquellas personas de doble moral; ya que si hasta él, siendo Draco quien es, sabía apreciar los sacrificios del hombre parado frente a él los demás debían reconsiderar lo que habían estado pensando en todos estos años.

    Asintiendo, Draco y compañía se despidieron de Potter. Él les sonrió y agitó su esquelética mano en son de despedida para Scorpius.

    —Papá —le llamó el pequeño a Malfoy minutos después. Éste asintió en reconocimiento para que su hijo prosiguiera—. ¿Morir es malo?, ¿por eso la gente le tiene miedo al Señor Potter?

    Astoria se tensó a su lado y él realmente no supo qué decir.

    —Morir no es malo… —comenzó él sólo que no supo cómo continuar.

    —Morir no es malo —retomó su esposa—, depende más bien de las circunstancias de la muerte de una persona lo que les hace tener miedo a los demás, cariño —siguió—. El Señor Potter no es malo, sigue siendo nuestro Salvador; incluso ahora. Nadie entiende realmente que él ha sacrificado demasiado, Scorp.

    Scorpius sonrió y miró a su padre, Malfoy asintió sin poder agregar nada más.

    Porque sí. Todos podían pensar que habían sacrificado mucho a lo largo de su vida, pero nadie jamás comprendería que Harry Potter seguiría sacrificándose aún después de muerto.

    Quizá ser un héroe no era realmente lo mejor del mundo.

    Y girando la cabeza levemente para ver el lugar en donde Potter estuvo parado confirmó lo pensado al ver cómo seguía caminando mientras algunas personas comenzaban a alejarse del camino de La Muerte.

    Todos ellos eran, francamente, unos hipócritas.
     
    Última edición: 29 Julio 2015
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    Fernandha

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    L.- de Luna

    —¿Cómo puedes seguir siendo amigo de él? —viste a Luna levantar la mirada para ver a la muchacha que la observaba en su área de trabajo.

    —¿Por qué no habría de hacerlo? —sonrió ella.

    —Porque puede matarme —obvió la muchacha.

    —La Muerte no mata —regañó Luna—. La Muerte encamina; son los seres vivos quienes se mueren simplemente por sus acciones.

    Y tú, Harry, no pudiste evitar pensar que sí: tu amiga hacia honor a su nombre. Una luna brillando entre la negrura de la noche acompañada de fieles estrellas que eran sus amigos.

    Una luna que jamás dejaría de alumbrarte un poco el camino que debías tomar.
     
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    Fernandha

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    M.- de Mamá

    No es hasta que Hermione toca tu hombro que sabes que estás inmóvil viendo el cuerpo de la matriarca de los Weasley en la cama. Porque por más trabajo que esto representase tú nunca te sentirías lo suficientemente listo para aceptar que alguien más cercano a ti acababa de fallecer.

    Observaste a un Arthur más viejo tomar la mano de su esposa mientras sonreía entre lágrimas y le deseaba un buen viaje.

    —Ella te consideraba un hijo, Harry —le recordó Hermione cuando vio tu disposición para reprimirte.

    Asintiendo te sientas un momento en el suelo para procesar lo ocurrido, recordando cómo Molly te había sonreído y dicho un “Llegas tarde a casa otra vez, Harry” antes de besarte las mejillas y agradecerte por tantas cosas que no recordabas mientras te abrazaba todo lo que su rechoncho y desgastado cuerpo le permitía antes de despedirse y cerrar los ojos para que tú continuaras con lo que debías hacer.

    Y yo a ella la consideraba una mamá, piensas pero no lo dices.
     
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    Fernandha

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    N.- de Neville

    Asientes en reconocimiento a las enfermeras que te veían caminar con lentitud hacia el ala de cuidados intensivos; ninguna dijo nada, presintiendo tal vez lo que sucedería, otras te saludaron con amables sonrisas mientras las restantes se limitaban a seguir con su trabajo después de asentir de igual modo ante tu presencia.

    Sin importar el tiempo… o siquiera si estés vivo o muerto, piensas, seguirás siendo el centro de atención.

    Te detienes frente a la habitación donde el flujo de magia es más grande e ingresas.

    Una parte de ti, al ver a aquella pareja de piel ya un poco arrugada, rememora un pasado crudo repleto de llantos, risas, heridas, juegos, diversiones, traumas y demás. No eres consciente realmente del tiempo que pasaste observando a la pareja pensando en lo que un día fue pero ya no lo era más hoy en día.

    Sabes que nadie te interrumpirá hasta que salgas de la habitación, lo cual agradeces enormemente, por lo tanto te dispones a realizar las runas correspondientes para culminar tu trabajo.

    Observando a Alice puedes apreciar realmente el parecido que hay entre su hijo y ella mientras Frank parece ser el de los detalles más fuertes; facciones que sin lugar a dudas se aferraron más a su primogénito hasta la fecha, facciones que seguirán cambiando hasta volverse lo que Frank es ahora.

    Sin necesidad de cerrar los ojos sigues recordando, con una imagen de tu amigo flotando en una parte de tu mente. Fue torpe desde sus comienzos en el colegio de magia y hechicería, mucho antes de ingresar a éste inclusive, pero no era tonto, porque sí, era descuidado con lo que hacía y muchas veces tenía miedo de equivocarse pero jamás en la vida fue un idiota, él tenía conocimientos como cualquier persona que, con los años, fue acrecentando.

    Lo único que le faltaba era valentía... Empero ese rasgo que se le fue inculcado con el tiempo gracias a las lecciones que continuamente fue aprendiendo. El tiempo le enseñó que la torpeza no viene siempre acompañada de la tontería o estupidez.

    Luchó. Lloró. Se hirió y ni aún así se rindió.

    Mató a Nagini y siguió creyendo fervientemente en ti, Harry. Creyendo como tus amigos, tus conocidos, la orden… Él la representación de una creencia que ni tú tenías y fue ahí donde comprendiste que, de los dos, tal vez Nev siempre fue el más valiente de todos.

    Ese fue, era y sería siempre Neville, piensas, un sigiloso león esperando el momento para atacar.

    Suspirando te yergues y caminas a la puerta mientras piensas en cómo hubiese sido todo si tus padres no hubiesen muerto y los de Neville entrado a coma por mente inestable.

    ¿Cómo serían ustedes dos?
     
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    Ñ.- de Ñañaras

    Inconforme vuelves a acomodar tu cabello y gruñes en frustración tan decentemente como puedes; haces caras frente al espejo y bufas divertido. Vuelves a probar un nuevo peinado y ríes.

    No sabes cuánto tiempo llevas ahí, ni siquiera cómo es que fuiste a parar a ahí; todos hablan con palabras que difícilmente entiendes y te preguntas si es que hasta olvidaste el idioma de donde vivías… o vives en realidad.

    Sumes los hombros y le restas importancia mientras vuelves a jugar con tu cabello.

    Levantas la mirada al espejo y ves unos ojos verdes reflejados, giras y no hay nada.

    Tal vez estás comenzando a alucinar, te dices.

    Pero la sensación sigue ahí y te produce ñañaras. Cuando la enfermera en turno ingresa saludándote tan cordialmente como siempre le comentas esa insignificancia antes de volver a tomar tu cabello y juguetear cuan niño.

    Ella llama tu atención y te sonríe.

    —Es un viejo amigo —te dice.

    —¿Viejo amigo? —cuestionas. En todo ese tiempo creías no haber tenido amigos. O tal vez sí los tuviste, vinieron y los despachaste como si nada…

    Realmente no sabías qué pensar porque en tu mente la laguna del olvido sigue creciendo, según las enfermeras, y hasta llegas a olvidar lo que hiciste el día anterior; por lo cual confías en ella y sonríes.

    —Tal vez es momento de que descanse, señor —te recomienda.

    Tú sólo asientes y te recuestas en la cama mientras sientes la mirada volver; no te mueves pues una persona entra en tu campo de visión.

    —Hola —saludas.

    —Hola —responde.

    —¿Quién eres?

    La persona sonríe cálidamente.

    —Un viejo conocido; ya sabes. Desde antes del accidente con tu memoria.

    Tus ojos brillan, o eso es lo que sientes al menos. El individuo ríe y tú acompañas su risa.

    —¿Deseas que te cuente? —tú asientes—. Será como un cuento para dormir, entonces, relájate y trata de visualizar la historia en tu cabeza; no entraré en detalles porque realmente desconozco mucho de tu vida antes de… bueno, conocernos —le miras fruncir el ceño ante lo último antes de volver a sonreír— pero espero poder darte un buen recuerdo.

    —¿Cómo te llamas? —preguntas sonriéndole.

    —Harry Potter, hoy he venido por ti.

    —¿Por mí?

    Él asiente.

    —Después de la historia y la siesta tú vendrás conmigo, Gilderoy.

    Lo piensas antes de volver a sonreír.

    —Me parece bien.

    —De acuerdo, comencemos… La primera vez que nos conocimos-

    —¡Espera! —le interrumpes, él te mira—. ¿Cómo se llama la historia?

    —¿Qué tal “Las aventuras de Gil”?

    —Me gusta.

    Aunque te das cuenta de que las ñañaras nunca desaparecen decides cerrar los ojos y dejarte guiar por aquella cálida voz que, de alguna manera, se te hace tan conocida.

    —Como iba diciendo —retoma él—. La primera vez que nos conocimos yo sólo era un estudiante y tú un gran escritor, uno que contaba cada una de sus vivencias y las compartía con el mundo. El gran G. Lockhart…

    Suspirando una última vez comienzas a soñar con cada una de las historias que salen de sus labios; sueñas hasta que te dan ganas de dormir.

    Y esa laguna de alguna forma comienza a desaparecer, dejando tras de sí una estela de imágenes que supones serán tus recuerdos.

    No sabes por qué pero, francamente, sientes que ese señor —Harry, te recuerdas— está siendo más bueno contigo de lo que podrías llegar a merecer, y un poco de culpa te inunda aunque no sabes por qué.

    Tal vez seguías teniendo escalofríos.

    Sí, tal vez era eso.

    Sientes sus manos tocar tu frente, sonríes ante la calidez una vez más y suspiras.

    De alguna manera supones que esto no es un adiós sino un hasta luego.

    Te maravilla la idea.

    Quizás era tu turno de comenzar una aventura como esas que te contó Harry.

    Tal vez podrías ser como ese tal Lockhart algún día.

    Tal vez…
    _
    _
    _
    :
    :
    :
    :
    N/A: Para quien no le quede claro: Sí, el que lo narra es Gilderoy Lockhart :3
     
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    Fernandha

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    242
    O.- de Orgullo

    Te espantas ante el repentino grito de Ron antes de reír por su arrebato.

    Al parecer el ya no tan pequeño Hugo de once años había recibido su carta para Hogwarts y podías leer en sus ojos el brillo de orgullo que tenía para con su hijo.

    —Oh, pero eso sí —le escuchaste decir—. Si quedas en Slytherin te desheredo.

    Y ríes, Harry, porque no sabes realmente qué es más cómico. El que Ron diga eso dejando ver que su rivalidad para con la casa de verde y plata no se había ido, la cara de disgusto de Hermione ante lo dicho o el grito de Rose recordándole que Scorpius —quien es un Slytherin con corazón de Hufflepuff, piensas— es su novio y ella no ha sido desheredada por eso.

    De alguna manera, Potter, tú te sientes más orgulloso de esa familia que nadie. Y te recuerdas, por tercera vez en aquella semana, de ir a ver a Ginny jugar para las Avispas el sábado en la noche. Dean, tu amigo y su esposo, estará ahí junto a sus hijos para hacerte compañía.

    Ríes una vez más, no sólo por la escena, sino por haberte dado cuenta que, pese a haber muerto, la vida seguía y tú sólo podías observar.

    Dolía pero era algo que podías soportar.

    Todo con tal de verlos felices.
     
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    Fernandha

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    P.- de Progreso

    Scorpius llegó a su casa en la tarde. Draco desde su posición sólo puede pensar fácilmente en dos cosas: las vacaciones al fin habían llegado y que era hora de hablar con su hijo sobre esa “supuesta” novia que no les quería contar.

    Pasadas las bienvenidas, recibimientos un poco calurosos y pequeños recuentos de ese año la familia se dirige al comedor. Iniciada la cena resalta la gran cuestión sobre aquella dulce novia de la cual no se dignaba a hablar en su totalidad, así mismo es en ese momento donde se descubre que el hijo único de Malfoy tiene miedo a la reacción de su padre, Astoria simplemente sonríe y motiva a su hijo a hablarles de ella; al finalizar el relato es el nombre de la chica lo que crea el silencio.

    —Está bien —comienza Draco—. Esperamos conocerla apropiadamente un día.

    Scorpius sonríe pues esperaba una peor reacción de sus progenitores al enterarse de que salía con la hija de Ronald Weasley, debido a que no fue tan mal —omitiendo el incómodo silencio anterior— se dispone a seguir comiendo.

    Astoria mira a su esposo, quien toma una copa de vino, y se siente de alguna forma orgullosa pues si bien es difícil para ellos adaptarse a toda esa vida de… bueno “buenas personas”, ve al menos a Draco intentarlo. Y el que acepte al auror Weasley —enemigo declarado una categoría más baja que Potter— como un posible familiar es un gran avance viniendo del antiguo rey de Slytherin.

    —Ella es grandiosa —admite Scorp ante las preguntas que su madre suelta unos minutos después—; me riñe pero al mismo tiempo me demuestra que su cariño sigue intacto. No somos adolescentes completamente hormonales que viven de cursilerías pero, de alguna manera, ella me entiende.

    Astoria sonríe.

    —Me contaron el pasado y me advirtieron qué esperar —Scorpius mira a su padre—, pero ella dijo que no tenía que esperar nada de nadie que realmente no confiaba en que iba a seguir adelante. Ella no me vio como el hijo de Malfoy —ambos padres saben a lo que se refería—, me vio como Scorpius y eso me gustó.

    Draco asiente conforme.

    :
    :
    :
    :
    Es cuando Scorpius pasa a tercer año que decide invitar a Rose a cenar.

    —Tu hermano ingresara este año, ¿no es así? —le pregunta Astoria.

    —Así es, señora Malfoy —sonríe la pelirroja—. Hugo está completamente emocionado por ver el colegio desde el interior.

    —Más que nada por dónde será sorteado, madre —añade Scorp.

    —Puedo imaginarlo —ríe Astoria.

    —Posiblemente quede en Gryffindor, como su padre —se anima a decir Draco.

    Rose sonríe y piensa antes de elegir sus palabras.

    —Mi padre me enseñó que ni todos los Hufflepuff son débiles ni todos los Ravenclaw son estirados, ni todos los Slytherin son unos desalmados y ni mucho menos que todos los Gryffindor son valientes. Nos enseñó a Hugo y a mí que no todo es lo que parece.

    Draco guardó silencio.

    —¿No querrás decir tu madre? —interrogó él.

    Rose sonrió y negó.

    —Papá dijo que él vivió con muchos prejuicios que hicieron de su amistad con tío Harry un caos total en muchos casos y, aunque él aún viva con ciertos prejuicios, no quiere que ni Hugo ni yo suframos por eso. No todos somos nuestros padres, señor Malfoy. Mi padre dijo que decidiera las cosas bajo mi propia mentalidad.

    Scorpius miró orgulloso a su novia.

    — El hombre razonable se adapta al mundo; el irrazonable intenta adaptar el mundo a sí mismo —siguió—, me enseñaron que el camino del progreso no es ni rápido ni fácil; así que pues, el mundo dependía de aquel hombre irrazonable que buscaba el cambio. Mamá dijo que esta generación debería ser la demostración de un cambio más productivo y no un repliegue, dijo que nosotros debíamos ser aquellos irrazonables que simplemente buscaban algo mejor.

    Draco asintió a lo dicho y bebió un poco de vino.

    Astoria sonrió y comenzó otra conversación con Rose.

    Scorpius miró a su padre y, sonriendo, le guiñó un ojo en una clara muestra de: esta chica es especial, padre.

    Lord Malfoy no pudo estar más de acuerdo con eso.
     
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    Palabras:
    227
    Q.- de Quebrado

    Mirando a la nada Vernon yace recostado en su cama recordando su vieja casa en Little Whinging donde con descuidos y malos tratos hizo crecer al sobrino de su esposa. Recuerda las lágrimas, los gritos, las imploraciones y las horas de llanto amortiguado en aquella alacena… pero Vernon jamás puede recordar algún momento en donde aquél fenómeno se haya quebrado.

    —Lo siento —dice finalmente sin moverse con una voz cansada—. Lamento todo, lamento no haberlo dicho antes, simplemente lo lamento —finaliza.

    Cierra los ojos y de pronto deja de sentir.

    Desde una esquina Harry sólo observa cómo su tía ingresa al cuarto con una bandeja de comida y comienza a llorar al comprobar el deceso de su marido cuando éste no reacciona. Ve a un Dudley más maduro entrar unos minutos después.

    Ambos asienten en reconocimiento del otro pero no dicen nada. Dudley deja a su madre llorar un poco más antes de decidir que es suficiente y llama a su esposa para que la saque la habitación.

    —Gracias —dice el hombre sin mirarle cuando están solos.

    Harry no dice nada pero acepta la gratitud y la frase implícita.

    Gracias por no hacerlo sufrir aún cuando sabías que lo merecía.
     
  19.  
    Fernandha

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    R.- de Rememorar

    Ginny se detiene a descansar, toma agua y decide seguir moviendo su cuerpo un momento más antes de que se arrepienta por no poder sentirlo después; mira a las Avispas hablar animadamente en dirección a las botellas de agua y a Dean acercarse con sus tres hijos.

    No puede evitar rememorar todo aquél plan que de niña diseñó para su vida futura y compararlo con el plan que vivía ahora; la mayoría de las cosas estaban en orden excepto una…

    Harry.

    —Muy buena jugada —le guiña un ojo su esposo.

    Pero, piensa ella, el plan nuevo no está tan mal.

    —No puedo permitirme fallar frente a mi familia —le dice sonriendo.

    Aunque sigue extrañando a Harry más que nada se da cuenta de que, tal vez, la catastrófica vida que imaginaba si no se casaba con Potter no era tan mala.

    Tenía a Dean. A ese león que supo esperar y soportar mucho más que nadie por su regreso y, aún por más que le doliese, lo más importante era que Dean estaba vivo mientras que Harry no.
     
  20.  
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    27
     
    Palabras:
    191
    S.- de Sinceridad

    Cuando tu cuerpo comienza a cambiar otra vez te das cuenta que lo único humano que queda en ti, aparte de tus ideales y sentires, es tu rostro… ya que lo demás se estaba volviendo hueso como tu mano.

    Con el miedo inundándote desapareces durante seis meses, te alejas de tus seres queridos y sigues haciendo tu trabajo desde la lejanía… y es en una visita en Hogsmeade cuando, sin poder evitarlo, te encuentras a Hermione.

    Ella te mira y la ves ahogar un grito, pero sus ojos brillan con sinceridad.

    Le teme a tu nuevo aspecto.

    Ajustando más aquella túnica rota estás dispuesto a irte, pero sientes a tu amiga abrazarte y comenzar a llorar.

    —¿Por qué…? —te dice.

    ¿Por qué tienes que ser esto tú, Harry?, completas en tu mente.

    La abrazas aún incómodo —porque realmente lo era— pero no sabes qué responder ya que tú tienes la misma duda.

    ¿Por qué no podías ser libre por una vez en tu vida?
     
    Última edición: 6 Agosto 2015
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