Miraculous: Ladybug DÉJÀ VU | ‹Bridgette x Félix›

Tema en 'Fanfics sobre TV, Cine y Comics' iniciado por Rashel Vandald, 23 Enero 2019.

  1.  
    Rashel Vandald

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    Escritora
    Título:
    DÉJÀ VU | ‹Bridgette x Félix›
    Clasificación:
    Para adolescentes maduros. 16 años y mayores
    Género:
    Acción/Épica
    Total de capítulos:
    1
     
    Palabras:
    2876
    Dark-Fic
    ______________________________

    DÉJÀ VU


    —Félix A. & D-C. Bridgette―

    De un futuro donde Papillon vence sobre el bien y transforma el planeta entero en un verdadero infierno es de donde viene Félix Agreste. Después de derrotarlo, él retrocede 4 años y medio en el tiempo todo con el único objetivo de cambiar ese atroz destino.

    Disclaimer:

    Miraculous: Tales of Ladybug & Cat Noir © Thomas Astruc
    Déjà Vu © Adilay Fanficker

    Advertencias: OOC. | Uso de la versión PV. | Muerte grafica de personajes. | Violencia explícita. | Lenguaje ofensivo. | Violación, tortura (física y psicológica), entre otros temas fuertes.

    Portadas:

    1.-

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    2.-

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    Notas:

    Me encanta este fic. Es crudo; salvaje; y cruel. Justo como me gustan.

    La miseria es un punto clave en esta historia y aunque no se haya revelado nada en concreto sobre las intenciones reales de Gabriel Agreste de forma oficial (ni mucho menos del viejo de la versión PV) quiero recalcar que esto es en base a mi imaginación y lo que yo me he imaginado que podría ocurrir si se usan los Miraculous para el mal. Por un deseo egoísta llevado de la mano por la negación a dejar ir.

    Otra cosa que aviso es que no se sabe mucho de Félix y Bridgette tal cual pero reitero, los quería a ellos como piezas fundamentales de esta historia; siento que un cambio en Félix, quien es mucho más gris que Adrien, puede ser más interesante. Parte de la trama está basada del vídeo PV que ya muchos conocemos.

    Dado a que no se sabe mucho de Félix, decreto que esta versión que marco aquí está completamente trastornada. Llena de odio y le costará trabajo pelear contra eso.

    El fic será duro, quedan avisados.



    ______________________________

    PRÓLOGO

    El Error que Cometió

    Entre el humo, el polvo, la sangre y la destrucción, sólo uno de la larga lista de combatientes quedó de pie. Sin embargo, ese alguien no se consideraba afortunado por eso. No, claro que no. Todo lo contrario; se sentía desecho, como una basura a la que no debían tirar, sino quemar hasta que el viento arrastrase las cenizas.

    La realidad es que… Félix Agreste estaba destruido.

    Físicamente…

    Psicológicamente…

    Y si se podía… también sentimentalmente.

    —¿Por qué? ¿Por qué…? ¿Pa-padre…? —arrastrando los pies lento; con sangre escurriéndole de la boca. Y ojos rojos por el llanto que todavía no cesaba, el joven rubio se movilizó entre las piedras y los vidrios; arrastrando sus descalzos pies se movilizó hasta quedar en medio de los escombros que alguna vez conformaron una galante mansión.

    Con la frente empapada de sudor, Félix parpadeó aún mareado. Más lágrimas bajaron de sus ojos grises y se preguntó si algún día iban a parar de salir. Lo curioso de la situación, es que esas lágrimas no eran dedicadas al monstruo que había ocasionado todo esto, sino a todo lo que arrasó consigo.

    Sin dejar de andar, ya no pudo soportar el peso en sus manos así que las bajó; el sonido hueco que hizo la pistola P99 fue estruendoso, lo suficiente como para que el chico saliese de su trance y soltase un fuerte grito que se hizo eco en el cielo.

    Si los dioses de la ira y la venganza existían, seguramente lo habrían oído.

    Cayendo de rodillas y temblando con furia, Félix llegó hasta donde había quiso, tomando entre sus lastimadas manos la cara en blanco muerta llena de sangre entre sus dedos sucios, sintiendo un fuerte deseo por apretarla hasta hacerla puré.

    —No tenías derecho… —apretó fuerte. En sus manos con cicatrices no estaba el anillo de Chat Noir—. ¡No tenías el derecho! ¡No tenías ningún maldito derecho! —olvidando lo que ese cuerpo algún día había significado para él, Félix con rabia azotó la cabeza fría de su progenitor a los escombros, una y otra vez hasta que se cansó—. ¡Si tanto me odiabas! ¡Debiste matarme! —azotó y azotó—. ¡Matarme a mí en vez de a ella! ¡Usar a todos mis amigos! ¡Matar a tanta gente! ¡Maldito seas! ¡Maldito! ¡Maldito!

    Sólo se detuvo cuando sus ensangrentados dedos resbalaron y chocaron contra una de las orejas de quien fue una vez el gran magnate Agreste. La otra había sido cortada por él mismo hace unos momentos… más por suerte que por de verdad había sido lo suficientemente fuerte.

    ¡Ahí está!

    Su cabeza tardó mucho pero al fin recordó lo que debía hacer.

    —Aún puedo —musitó limpiándose la sangre en su propia ropa sucia y rota. Luego se apresuró para tomar uno de los aretes que perteneció a Ladybug—. Aún puedo… remediarlo.

    ¿Dónde está el otro?

    Antes de buscarlo, con furia arrancó el anillo de Chat Noir de la mano fría de su propio padre. Padre al que tuvo que matar de un tiro certero a su corazón luego de una lucha inhumana que tardó casi un año lleno de calvarios lograr terminar.

    —Félix —musitó Plagg viéndolo remover escombro tras escombro aún si sus uñas se desprendían de la carne y de vez en cuando se arrancaba el cabello para quitarlo de su frente.

    Verlo en ese estado le dolió mucho al Kwami.

    —¡Ayúdame a buscar! —gritó fuera de sí mismo.

    Plagg estaba seguro de que por el cielo oscurecido no deberían ser más de las 3:00am. ¿Cómo buscarían entre tanta oscuridad en medio de una cegadora ira?

    El pequeño espíritu sólo tuvo que apartar la vista del muchacho y ver un objeto brillante a lo lejos. Un arete sujeto a una oreja cercenada todavía sangrante.

    «¿Sería lo correcto? ¿Qué piensas hacer con ambos Miraculous, Félix?» voló lento hasta el segundo arete de Ladybug. Si lo tomaba y se lo daba a Félix quien no cesaba en su inútil y desesperada búsqueda; ¿qué haría el chico? ¿Le devolvería la vida a ella o cometería el mismo error que su padre? Dejándose llevar por el inmenso poder que caería sobre sus manos llenas de sangre y cenizas.

    Tomando el tesoro entre sus patitas y alzándose en vuelo otra vez, Plagg inhaló profundo recordándose que esta locura había llegado demasiado lejos. Muchas vidas se fueron. Demasiadas cegadas por su propio poder y el de Tikki juntos.

    Amarrados del mismo modo que Nooroo, ambos Kwamis habían contribuido a este desastre.

    —Félix.
    —¡Déjame en paz! ¡Sigue buscando!
    —¿Qué quieres hacer?
    —¡No hay tiempo!
    —¡Félix!
    —¡¿Qué?! —rugió como una bestia. Sin embargo borró parte de ese gesto iracundo cuando vio a Plagg a unos centímetros de su cara con el otro arete de Ladybug.

    El Kwami lo vio fijamente.

    —¿Qué piensas hacer?

    Inhalando profundo, Félix respondió:

    —¿Acaso no te lo imaginas? Evitaré que esto pase —gruñó tratando de aferrarse a la poca cordura que le quedaba—. ¡No quiero que tantos se queden muertos! ¡Por mi culpa! ¡Sólo la mía! —se pegó en el pecho con la mano ensangrentada que tenía el anillo en el dedo medio, y el arete adentro de su puño—. ¡Te lo suplico! ¡Déjame remediar mi error!

    Plagg en verdad se compadeció de su amo. Se veía tan, pero tan miserable, que no pudo evitar advertírselo.

    —Tú padre también quería remediar su error. Y mira esto. Quiero que te calmes y trates de pensar bien.

    Félix se limpió las lágrimas con los dorsos de sus brazos, las manos estaban demasiado sucias. Inhaló profundo otra vez, el aroma a desdicha y muerte lo aturdieron un poco. Félix cayó en cuenta de que en efecto, su padre había cometido un error tras otro porque quería remediar uno de los peores de toda su vida.

    ¿Podría él con la misma carga?

    »¡Félix! —una voz dulce lo adormeció—. ¿Quieres venir conmigo al cine?

    Con una mirada más que muerta, miró a Plagg directamente a los ojos.

    —¿Crees que pueda fallar?
    —¿Estás pensando en hacer lo que creo que harás?
    —No hay otro modo —alzó los brazos—, mira esto. ¿Por dónde puedo iniciar para acomodar este descomunal desorden? ¿Quieres que inicie aquí? ¿O en Paris? ¿O en otros sitios que mi padre tuvo condenando sin descanso, otras vidas inocentes?
    —Félix. Lo que tú no entiendes es que deseas hacer algo que va en contra de las leyes naturales. Si todos pudiésemos tener el poder deshacer nuestros errores, ¿qué caso tendría aprender de ellos?
    —¿Y crees que no he aprendido ya demasiado? —gruñó entre dientes, inhaló fuerte—, ¿qué no he sangrado lo suficiente? ¿Qué no vendería mi alma al diablo para evitarles este dolor a otros? ¡Plagg! Por favor… te lo suplico…
    —¿Y si fallas? ¿Qué harás?

    Las posibilidades de causar un desastre peor. Eso era lo que Plagg estaba advirtiendo. Félix lo pensó bajando los brazos, alzando la cabeza al cielo estrellado. ¿Las cosas podían ser peores de lo que ya eran? Claro que sí, la vida se encargó de hacerle ver que siempre había algo peor esperando a la vuelta de la esquina.

    Félix a través de 3 años viviendo en el verdadero infierno lo sabía muy bien. Por eso mismo se negaba a sí mismo a fallar.

    Tenía miedo. Mucho miedo porque sabía a lo que se estaba ateniendo. Lo que estaba a punto de poner en riesgo.

    —Plagg… te juro que no fallaré —volvió a enfrentar al sabio Kwami—. Te lo juro por la memoria de mi madre.

    Plagg cerró sus ojos para meditar en lo que estaba a punto de ocasionar. Si el Maestro Fu siguiese vivo le diría que estaban cometiendo un error, qué las cosas no debían ser así pues jugar con el tiempo; con el destino; era empuñar un arma de doble filo. Y no siempre se obtenía nada sin derramar grandes litros de sangre.

    En verdad, ¿Félix pagaría el precio?

    ¿Qué diablos? Él no era Wayzz… y Plagg en verdad quería volver a ver a sus amigos. Tampoco quería que el sacrificio de Nooroo fuese en vano. Ni mucho menos ansiaba ver la cara muerta de su querida Terroncito luego de tal genocidio.

    Quería verlos felices; libres otra vez.

    En Félix vio la oportunidad de ello.

    —Niño, tú y yo vamos a pagar muy caro por esto. ¿Estás consciente de ello?

    Asintiendo, el chico rubio tomó el segundo arete de Ladybug poniéndoselo en su oreja izquierda, luego se puso el que ya tenía en la derecha. Cuando eso pasó, Tikki alarmada se hizo presente.

    —¡No! ¡No lo hagas! ¡Es peligroso! ¡Es una magia con la que los humanos no deben jugar!

    Parándose, Félix ignoró los gritos histéricos de Tikki.

    —Para tu información —masculló—, todo esto lo inició un humano al crearlos a ustedes.
    —¡El creador no nos…!
    —¡Los creó para hacer el bien pero no se le pasó por la cabeza que los humanos a veces también podemos crear mucho mal! —le gritó parándola en seco—. ¡Así que tú eliges! ¡¿Quieres vivir aquí?! ¡¿Quieres que este desastre se quede como está?! ¡¿Estás dispuesta a existir con esto en tu conciencia?! ¡Porque yo no! ¡No lo puedo soportar! ¡No puedo seguir respirando sabiendo que si hubiese tomado la decisión correcta mis amigos no habrían muerto! ¡Tikki! ¡Te lo imploro! ¡Déjame cambiarlo!

    Llorando como él, Tikki miró a Plagg buscando en él una respuesta.

    —Los hijos pagando por los pecados del padre. ¿No crees que es un destino muy injusto, Terroncito?
    —Ya te dije que no me llames así —gimió entre lágrimas—. ¿Confías?
    —Conozco a este chico. Míralo, está tan asustado como nosotros.

    Félix no quería reconocerlo abiertamente pero lo estaba. Tan asustado como para mearse en los pantalones; claro si tan solo hubiese bebido algo en los últimos días.

    —Los humanos cometemos errores y pagamos por ellos —Félix tembló ante la imagen de su padre muerto a unos metros de él—. La magia no siempre debe ser la solución a todos los males que nosotros infringimos, eso lo sé bien. Pero si este caos lo ocasionó la magia, la magia debe curarlo.

    Tikki aceptó que Plagg la tomase del hombrito.

    —De acuerdo. Pero tengo que advertírtelo, Félix Agreste, en cuanto uses el poder de ambos…
    —Lo sé. Sé lo que puede pasar; ya lo he visto.
    —Qué los dioses siempre te acompañen.
    —Los tengo a ustedes —Félix cerró los ojos sintiendo el poder de ambos Miraculous llamándose entre ellos—. Y la tendré a ella para eso.

    Derramando dos gruesas lágrimas, Tikki asintió. Plagg y ella fueron conjurados por el muchacho que al tenerlos juntos, inhaló una fuerte sensación de poder destruir el mundo. Cambiarlo a su modo. Crear y destruir.

    Su ropa andrajosa desapareció; no lucía como Chat Noir; tampoco como Ladybug. Mucho menos como su padre. De hecho el atuendo que llevaba se asemejaba al de un monje cristiano de la guerra, botas de metal negro, una túnica azul marino, una capa negra azabache y sobre su mano derecha se formó un báculo de 2 metros de frío metal oscuro carmesí con una gema verde esmeralda brillando.

    Esto era… embriagador.

    No, no. ¡Concéntrate!

    Acumula el poder. Céntrate en lo que deseas hacer. ¡Y deja que la magia funcione!

    —Espero que sepas lo que haces —oyó adentro de su cabeza. No a Tikki; no a Plagg. Esa era la voz de un hombre que aunque nunca en su vida había visto, sabía quién era y lo que significaba su advertencia ahora que poseía ambos Miraculous en su poder—. Más vale que cumplas con tu palabra; Felexie Agresius —¿cómo acababa de llamarlo?

    Daba igual.

    Golpeando los escombros con el báculo, Félix se alzó en aire mientras el descomunal poder salía de sí mismo. Ahora sólo podía concentrarse en lo que debía hacer. Era tan difícil de controlar; era demasiado para una sola persona.

    Esto era algo terrorífico como asombroso. Era un poder que seducía. Que pedía a gritos ser expulsado para hacer y deshacer a voluntad. Pero Félix no era tan débil ante sus deseos; sólo una vez cedió a ellos y le costó todo, hasta su propia cordura.

    Félix hace mucho decidió no ser como su padre; jamás seguir sus pasos. Ser él y nadie más que él mismo. No iba a volver a fallar. ¡No iba a volver a ocasionar un desastre como este!

    —¡Rexaress etu rakaraá! —regresa y repara. Desconoció su propia voz y el idioma en el que hablaba pero comprendió que era normal si conjuraba una magia poderosa así que no se asustó ni perdió tiempo rogando por no equivocarse, supo lo que debía decir—. ¡Thémere etu Espiexenné! —Tiempo y espacio.

    Llamando toda la energía mágica en él, Félix se dejó envolver por una esfera cristalina de terribles vientos con olor a sándalo, no supo por qué de ese aroma. No perdió el tiempo. Alzó ambas manos hacia arriba dejando que el poder saliera y se expandiera por el cielo como fuegos artificiales.

    De pronto lo que una vez fue oscuro se aclaró, luego se oscureció de nuevo. Las lunas iban y venían; estrellas parpadeaban y nubes blancas formaban cientos de figuras interesantes. Luego amaneció, luego anocheció. Los escombros a la redonda (y la mansión) se arremolinaron para volver a estructurarse. Tormentas de nieve iban y venían; lluvias ligeras o recias también lo hacían; incluso los vientos poderosos se dejaron notar también. Rápido, más rápido, mucho más rápido hasta que Félix, agotado, casi sintiéndose a punto de morir bajó sus brazos rompiendo la conexión de luz debido al esfuerzo descomunal que supo, pudo haberle costado el alma misma.

    Exhalando realmente agotado, confió en haber retrocedido lo suficiente.

    ¿En serio lo había logrado?

    Cayendo lento como una pluma, sus manos automáticamente arrancaron los aretes de Ladybug… estos se desvanecieron en el aire y su espalda pronto fue bien recibida por una suave y cálida sensación que sólo se vio interrumpida cuando un despertador sonó.

    No pudo alzar los brazos para apagar ese escándalo que tanto había extrañado.

    —Félix… creo que lo lograste —oyó a Plagg musitar a lo lejos—. ¿Me oyes?

    No.

    Él estaba tan cansado que lo único que quería era morir. Pero sabía que no había acabado; tenía mucho por hacer.

    CONTINUARÁ...

    ______________________________

    Eh... lamentablemente los capítulos de este fic son demasiado largos (mínimo 9.000 palabras c/u), por lo que iré dividiéndolos en dos, aunque aún así salgan demasiado extensos. Siendo honesta no planeaba que fuese una historia con tanto material pero bueno jejeje. Aquí lo tienen. ;)

    ¡Espero les guste!

    ¡Saludos!
     

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