Undertale 2.0 Cuevas Rebeldes

Thomas

Avanzó en completo silencio por las cuevas, siguiendo los pasos del resto de humanos casi por inercia. Sus ojos, cuya mirada se encontraba puesta de forma permanente en la figura de Stizard, mostraban un fulgor extraño. Aquellos ojos grises y apagados comenzaban a brillar, pero el brillo que los envolvía en aquel mismo instante... no infundían buenas vibraciones.

Es un monstruo.

Había dejado de prestar atención a su entorno. Ni siquiera era consciente de la velocidad que comenzaron a tomar sus pasos, dejando muy atrás el último lugar de la caminata. Se abrió paso entre el resto de niños, avanzando de forma natural entre ellos, encabezando la caminata finalmente junto a Stizard.

Los monstruos son malos.

Estiró su mano lentamente, sin dejar de observar cada movimiento de aquel extraño ser. Se encontraba de espaldas a él, por lo que Thomas podía ver con sus propios ojos la increíble forma de aquellas armas que portaba con tanto recelo junto a su armadura. Rozó con su pálida mano la superficie del metal, sintiendo un ligero estremecimiento ante el contacto.

Mamá decía que los monstruos eran productos de mi imaginación.

Él no debería estar aquí.

Stizard frenó entonces, y con él el grupo entero, imitando sus pasos. Abrió los ojos de par en par, saliendo de su repentino trance, y notó entonces que se encontraba bastante alejado de donde se encontraba anteriormente. Parpadeó, desorientado, y alzó la cabeza para ver como Stizard se encontraba no muy lejos de allí, observándoles con detenimiento. Casi le pareció notar como si le mirase con mala cara por unos instantes. Qué extraño, ¿habría hecho algo mal?

Se alejó un par de pasos, y decidió explorar un poco el nuevo lugar en el que se encontraban. Antorchas iluminaban escasamente la cueva, y ya no había plantas por ningún lado, solo rocas. Caminó lentamente hasta toparse con una de aquellas banderas con extraños dibujos que le habían llamado tanto la atención, observándola detenidamente. ¿Qué representarían exactamente?

 

Celia

Al desplazarse la roca y aparecer Stizard entramos por la oquedad a unas cuevas muy extrañas. Madre mía, lo que había que ver. ¿Pero íbamos a poder salir de aquí de una vez por todas o qué? ¡Al menos que nos diesen comida, que nos íbamos a morir aquí!

Pero no, teníamos que seguir a la lagartija esa por donde nos decía. Thomas, el séptimo humano se adelantó algo más. Por un momento, me pareció que su mirada quedaba clavada en las hachas... Qué tío más raro. No me convenía acercarme a él. O quizá podría defenderme... Hum, tenía que pensarlo.

En las cuevas no había mucho más que un fuerte olor. ¡Qué asco, era como cuando se atascaba el baño de casa! Aunque bueno, había algo... que sí que me llamaba la atención.

Aquellas antorchas. Iluminaban el pasillo por el cual andábamos. Stizard estaba al final, así que no podría reñirme si hacía algo mal, porque tampoco se enteraría. ¡Oye, el fuego es muy peligroso! Pero sería genial contar con una por si las moscas... Me aventuré y cogí una ante la atenta mirada de todos.

 

Felicia

Camino por un buen rato sin pensar en cuales serian las intenciones de este ser. Un monstruo que solo había visto en cuentos que frecuentemente leí.
El lugar ahora se hacia mucho más oscuro al alejarse de la vaga fuente de luz que ofrecía el agujero por donde caímos.

"Supongo que habrá quienes sean menos considerados que este"

Llego a mi mente la idea de un posible encuentro con un monstruo...no sería raro, deben existir monstruos más agresivos, por favor espero que no sea así.

No pare de jugar con mis dedos por un buen rato...para evitar perder la calma me concentre y vi mucho mejor como unas banderas y antorchas adornan el sitio.

Atraída por ellas me acerque para Observar una de las antorchas, a decir verdad este lugar poco ofrecia para explorar y ya no me apetecía tocar el musgo, es solo una especie de mugre pero hasta a mi me molesta

 

Contenido oculto

¿Genocida yo? No, yo no. Muejejeje (?

Jack

Y al fondo de la comitiva el callado y ausente Jack caminaba algo encogido, con las manos en los bolsillos de su sudadera. El muchacho solo había variado su expresión de fastidio e indiferencia en el momento en que escuchó la voz de aquella niña, la que por algún motivo, acababa de caer del cielo y le preguntó si se encontraba bien. A él. —¿Por qué le hablaba precisamente a él? Había cinco personas más en ese lugar. Chicas. ¿Las chicas se llevaban mejor con las chicas, no?— Después de responder un seco ''estoy bien'', porque estaba todo lo bien que se podía estar en un lugar así, porque eso de caer del cielo debía dejar secuelas aunque no fueran visibles; y tras el extraño asunto de la flor parlante que se derretía, aquella voz siseante se escuchó tras la roca.

Y la verdadera aventura comenzó.

Jack estaba haciendo un gran esfuerzo por creer que aquello era algún tipo de sueño, que no podía ser real. Escéptico como era a pesar de su corta edad, trataba de encontrar una explicación perfectamente racional y lógica.

¿Aquello... aquello que se suponía que era? ¿Qué cosa extraña le había echado Nona a las galletas esa mañana?

Se sentía real, pero onírico al mismo tiempo. No lograba recordar como había llegado, quienes eran aquellas molestias que habían despertado junto a él, ni por qué ahora caían niños del cielo. ¿Niños del cielo? It's raining man... Esa canción podría funcionar ahora; It's raining kids, pensó, con una expresión que divagaba entre la incredulidad y el fastidio. ¿Y ese lagarto antropofórmico acorazado? ¿Qué era, un reptiliano de esos? ¿Acaso iban a tener razón los conspiranoicos e iba a haber una civilización de lagartos ultra avanzada viviendo bajo la tierra?

¡Que locura!

Con ojos cansados, Jack estudió sin detener sus pasos aquellas banderas dentadas que decoraban las paredes de roca escasamente iluminadas por la luz vacilante de las antorchas. Representaban una corona de tres picos, rota por la mitad. Eran estandartes, reconoció enseguida. Los había visto en libros de caballería y en algunos videjuegos basados en la época medieval. La cosa era, ¿si esta era una sociedad de lagartos tan avanzada, por qué usaban métodos tan arcaicos como las banderitas estas?

—Tsk.

Tampoco le importaba demasiado, todo sea dicho. Así que decidió que era mejor no preguntar.

 

Había un estandarte a cada lado del camino, así que no hubo problema en que los dos niños varones examinasen concienzudamente el mismo, sin peleas ni apretujones.

El estandarte terminaba en una punta triangular, y era de un color negruzco mezclado con algo de rojo. En el centro del mismo, una corona dorada, bordada con hijo del mismo color de forma muy minimalista, aparecía rota por la mitad, con una grieta zigzagueante y bastante sencilla. El hilo simulaba varios trozos salpicados por todo el estandarte de aquella corona que se rompía, como si, al quebrarse, varios fragmentos saliesen despedidos en todas direcciones.

Stizard notó que los niños miraban las banderas con interés y decidió intervenir.

—Tché. Es nuestro emblema. El emblema Rebelde. Nos representa a nosotros, los Rebeldes. Como el propio nombre indica, supongo.

>> Es muy largo de explicar, tché. Y tampoco es que tenga por qué daros demasiadas explicaciones, os estoy ayudando desinteresadamente y suficiente tenéis con que no os rebane las cabezas, tché. Pero digamos que... el Rey del Subterráneo, el Rey Liend, sigue unos principios con los que no estamos muy de acuerdo. Y, tal es su tiranía, que nos ha exiliado aquí, a estas cuevas, a todos los que no pensamos como él, tché. Por eso, nos organizamos y vivimos a nuestra manera. Algún día recuperaremos lo que es nuestro.

>> Y venga, haced lo que tengáis que hacer. Que no tengo todo el día.

También había dos antorchas. Bueno, había más más adelante, pero, si quitaban muchas más, acabaría por quedar todo a oscuras para posibles nuevos visitantes, así que, ¡demonios!, mejor sería que nadie más tocase las antorchas. En cualquier caso, ¿por qué no? Siempre venía bien tener a mano una de esas... el fuego podía dar luz y espantar a los bichos que hubiese por el lugar, si es que había.

Que seguro que sí, porque había hasta lagartos gigantes parlanchines.

—Eh —dijo Stizard, de pronto—. Ni se os ocurra coger ninguna antorcha más. Vais a dejar esto sin iluminación, tche.

Hey, mejor hacerle caso... tiene hachas.
En cualquier caso, Felicia y Celia agarraron sus antorchas. Con dos era suficiente, sí.

Contenido oculto

Celia y Felicia obtienen una antorcha.

Podéis equipar objetos y usarlos para curaros en cualquier momento, tanto dentro de las batallas (consumiendo vuestro turno, como se explicará en la primera batalla) como fuera de éste, en el avance por el mundo. Para ello, sólo debéis indicarlo en negrita, como si examinaseis algo.
Pensad, además, que los objetos pueden usarse no sólo para pelear o para curarse... puede que sirvan para usarlos en ciertas ocasiones durante el avance por los territorios.

En cualquier caso, equiparé automáticamente cualquier arma o armadura que encontréis si no tenéis ya una equipada. Sólo podéis tener equipadas una pieza de cada una, y en el inventario sólo caben 10 objetos. Así que amortizad bien los recursos, puede que escaseen

 

Celia

Fuego en mis manos... ¡Oh, sí, ahora tenía mucho más poder! Y aunque Stizard se hubiera dado cuenta y me hubiera reñido... Bah, a nadie le importaba. Ya no tenía miedo de esas hachas porque yo también tenía peligro con mi antorcha.

Por otro lado, los dos chicos se quedaron observando fijamente las banderas. ¿Qué les llamaba tanto la atención? No eran más que unos trozos de tela sin importancia. Tenían dibujada una corona... ¿y qué? Eran mucho más importante las armas, así no sobrevivirían mucho...

—Oye, Stizard. ¿Adónde se supone que vamos y por qué? ¿Vamos a tardar mucho en salir de aquí? ¡Que huele fatal, hombre! —me quejé ante el lagarto para ver si nos sacaba de aquí ya al ver a una dama en apuros...—. ¿A que nos vas a llevar fuera, eh?

Pasé una mano por mi pelo, haciendo rizos con mi dedo índice. No sabía muy bien qué nos esperaba, pero si Stizard decía que era tan importante como para no poder olvidar su nombre sabría sacarnos de allí.

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Ehm, interactúo ya con Stizard, pero no sé bien cómo indicarlo. Supongo que así estará bien (?

 

Stizard, con sus grandes ojos, miró a Celia desde su altura, que era mucho mayor a la de la joven... aún con tacones. Sacó su lengua finísima y la volvió a introducir en la boca a una velocidad abrumadora, como un gesto de serpiente. Y, al instante, volvió la vista y dijo un sonoro:

—Tché.

Pero luego, tras cruzarse de brazos, miró de nuevo a Celia y a todos los chicos que había tras ella. Y comenzó a hablar.

—Está bien, si estáis preparados, vamos todos a... oh, espera —contó, señalando con uno de sus enormes dedos, a los niños allí presentes—. Aquí faltan varias niñas. Deberíamos esperarlas, no pienso dar la vuelta luego en busca de las rezagadas, tché. Si quieres, niña, vete tú sola, allá tú. El camino es algo laberíntico, pero te toparás con callejones sin salida tarde o temprano si es que no sigues el sendero correcto. Así que tú misma, tché. A mí no vengas con impaciencias e impertinencias. Después de todo, has mangado una antorcha, allá tú, si te crees lo bastante fuerte como para ir sola. O ve acompañada, me da igual, tché.

>> La cosa es que yo no me moveré de aquí hasta que todos estéis aquí.

Luego, apartó la mirada otra vez, aún con los brazos cruzados. Pero en seguida giró el cuello para dirigirle unas sombrías palabras a Celia.

—Si te aventuras en las Cuevas y te topas con algún monstruo, no se te ocurra hacerle daño. Está bien que te defiendas, pero si yo os he perdonado y no os he matado... no se os ocurra hacer vosotros lo contrario con mis camaradas. Y este aviso va para todos. Tché.

 

Stizard miró a Serena de brazos cruzados, desde su enorme e imponente altura. Su lengua se mostró varias veces, en un gesto reptiliano bastante desagradable. Cualquiera pensaría que de un momento a otro cazaría alguna mosca.

Si es que en aquel sitio había moscas, claro.

—Tché —dijo, por toda respuesta—. Niñita, son asuntos demasiado complejos para que los entiendas. Digamos que el Rey Liend ha acabado con nuestro modo de vida habitual y ahora quiere imponer nuevas formas de pensar con las que un enorme grupo no estamos de acuerdo, sin atender a razones. Quiere anular la esencia de los monstruos, aquello por lo que luchamos. Nosotros sólo queremos ser libres, tché. Salir de este lugar. Y ese Rey que tenemos nos lo impide.

La voz de Stizard sonó tan áspera que uno podía notar su desagrado con bastante facilidad. Como si hablar de aquello le hiciese enojar más de lo común. Como si tuviese algún tipo de trasfondo oculto en sus palabras. Algo mucho más grave para él.

 

Alzó la mirada y apretó los dientes. Esta vez, ni siquiera se dignó a mirarla a los ojos.

—Con siete ya tenemos suficientes, tché. ¿Acaso quieres que haya más? No, no hay un solo humano más, aquí sólo vivimos los monstruos. Esto es el Subterráneo, niña. Métetelo en la cabeza; los humanos no deberían estar aquí, para empezar. Que te quede clarito.

Se había irritado bastante con el tema, o eso parecía...

 

Camila

El camino que habíamos comenzado a cruzar no tenía mucha iluminación, pero era la suficiente para todos, y unos dibujos bastante curiosos por ahí. Se podía sentir el olor a humedad, y no era agradable.

No hice mucho más que caminar, ganas de explorar no tenía por el momento, podría pasar algo raro como el encuentro anterior con esa flor...o eso parecía.

—...Tal vez sea un híbrido—murmuré de repente, esperando no ser escuchada por ninguno de los presentes en el lugar, aún no había dicho palabra hacia alguien más, y...bueno, solo eso.

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Creatividad muerta y humor caído... u-u

 

Felicia

El modo en que reacciono Stizard me dio a entender que tomar la antorcha no fue muy buena idea, aunque pudo ser peor.

—d-de acuerdo,no tomare más— me disculpe mientras bajo un poco la mirada, tal parece que aun faltan para emprender el viaje más alla de este lugar, según menciono el lagarto debíamos evitar dañar a sus camaradas...se que hasta ahora el hizo un esfuerzo por mostrar piedad, lo que me recuerda que estoy dando una mala impresión al escuchar su regaño.

Y vaya sorpresa, aunque por el nombre no era para sorprenderse, estamos por ser guiados a una base de rebeldes que luchan por un ideal. Tomo una bocanada de aire y suspiro ante la surreal situación que atravesamos.

—mmmm...¿Disponen de habilidades mágicas? — Pregunte al guerrero reptil no pude evitar sentir cierta emoción, siempre me atrajeron los temas relacionados a la magia por tantos cuentos de hadas, y ahora en un lugar así no estaría de más que existiese la magia.

 

—Tché —dijo Stizard, hastiado—. Pero claro. ¿Quién, hoy en día, no dispone de alguna habilidad mágica? Sería absurdo plantearse lo contrario.

En su caso, el lagarto bípedo alzó su mano derecha y mostró que de ella podían brotar rayos de un extraño color morado.

—Tché, tché. Menudas preguntas hacéis. ¿Acaso allá arriba no existe la magia? ¿Cómo vivís sin ella? ¡Vosotros, los humanos, sois tan d...!

De pronto, calló. Se cruzó de brazos una vez más, y volvió a apartar la vista. Parecía estar esforzándose por reprimir palabras.

—Dejadme en paz, ¿queréis? —bufó, molesto—. ¿Qué diantres hace la chica que falta? A este ritmo, nos acabaremos yendo sin ella.

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@Asahi aún esperamos a Karrine, es la única que queda

 

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Lo siento, lo siento. Ya estoy aquí T-T

Karrine.

No sé muy bien cómo es que las cosas se han desarrollado así. Atrás de la roca apareció un ser que nunca antes he visto, muy extraño. Parece despreciarnos pero extrañamente nos esta guiando a través de este lugar, no sé que intenciones tenga. ¿Nos estará guiando a una trampa o en realidad no planea nada en contra de nosotros? No puedo decir con certeza que sucederá si permanezco junto a él, pero si los demás deciden seguirlo yo también lo haré.

"¿Qué diantres hace la chica que falta? A este ritmo, nos acabaremos yendo sin ella."

—¿Eh?— ¿A quién le hablaba? Volteo a para ver a quien se refiere, ¿será a mi? ¿En serio me sumergí tanto en mis pensamientos?—¡Ah, lo siento. Ya voy!— Apresuro el paso para alcanzarlos. Dios Karrine, mantente más atenta a la realidad.

Llegando al lugar donde estaban todos reunidos esperándome puedo sentir la mirada penetrante de aquel ser que se hace llamar Stizard. Al parece me estaba juzgando de una manera no muy disimulada. ¿En serio podía confiar en él? ¿Cuál era su obligación en guiarnos?

—S-señor Stizard.— Trato de sonar lo más amable posible, tampoco es que me quisiera meter con él. —¿Por qué nos esta guiando a través de este lugar?

 

Thomas

"Veamos. Tú, el niño con cara de susto."

Thomas pegó un respingo al comprobar que, tras salir de otro de sus habituales ensimismamientos, el gran lagarto guerrero le estaba señalando. Palideció, comenzando a sentir gotas de sudor frío recorrer su rostro lentamente, y se irguió firme esperando con temor sus siguientes palabras.

¿Qué he hecho yo ahora? ¿Se habrá dado cuenta de que toqué su hacha sin permiso acaso?

En ningún momento dejó de sentir todas aquellas miradas puestas en él. Toda esa atención le estaba abochornando, y el niño tan solo podía limitarse a agachar la cabeza esperando que aquel mal rato acabase.

"Irás con la impertinente de la antorcha, Celia, o como se llame."

—¿E-eh...? —parpadeó, confuso. Recorrió con la mirada a cada uno de los presentes sin comprender del todo lo que ocurría a su alrededor, y fue entonces cuando se topó con la expresión escéptica de aquella chica de antes. Tragó saliva con fuerza.

Sería un viaje muy divertido, sin lugar a dudas.

Cuando Stizard dio luz verde a que comenzasen a recorrer aquel laberíntico lugar con los respectivos grupos asignados (ahí fue cuando comprendió todo aquel asunto) comenzó a caminar lenta y torpemente, girando de vez en cuando la cabeza "disimuladamente" para ver si la chica le estaba siguiendo o no.

Se preguntaba en su fuero interno si acaso sería en el fondo una buena chica, y quizás la había prejuzgado demasiado rápido. Por lo que, cuando se posicionó a su lado, esbozó una pequeña sonrisa tímida, mas no fue capaz de añadir algo más.

Supuso que quizás... así estaba bien.

[1/5]

 

Jack

No mostraban gran cosa, aquellas banderas no eran más que eso... banderas. Estandartes. Jack supuso que si la corona estaba rota y los pedazos se desperdigaban por todas partes, debía de tratarse de algún tipo de estandarte revolucionario. Con cierto interés, el muchacho observó cuidadosamente las puntadas de la bandera, y siguió con la mirada, la zizagueante grieta cosida en la corona. Obviamente la monarquía no era algo que apoyase precisamente la civilización del subterráneo.

—Tché. Es nuestro emblema— oyó entonces la voz del lagarto antropomórfico acorazado. Stizard, se había autonombrado—. El emblema Rebelde. Nos representa a nosotros, los Rebeldes. Como el propio nombre indica, supongo.

— Seh— respondió Jack, encogiéndose vagamente de hombros— Lo supuse.

Rebeldes, ¿huh? Justo en el clavo. El resto de lagartos antromofórmicos que vivían allí se oponían a su rey, al que, escuchó poco después de boca de la niñita callada, se llamaba Liend. Pero, ¿por qué lo hacían? ¿Se trataba de algún tipo de desacuerdo político? ¿Los monstruos de acá no sabían lo que era la democracia? ¿Qué significaba exactamente ''anular'' la esencia de los monstruos? Por algún motivo, Stizard se veía bastante reacio a hablar del tema. La verdad es que por dios sabía qué, todo ese asunto causaba una gran curiosidad en él.

Pero eso fue lo único que dijo, lo único que salió de los labios de Jack. Cuando Stizard avisó de los peligros de las grutas e hizo los grupos sin preguntar, un chasquido de su lengua y algunas palabras entre dientes que no se entenderieron fue lo único, de nuevo, que el muchacho pudo aportar. No parecía gustarle la idea, pero tampoco se oponía a ella abiertamente.

—Vamos, seguidme, tché. No tengo todo el día.

***

Desembocaron, pues, tras un largo y estrecho camino, casi claustrofóbico, en una abertura pequeña, angosta. El lugar estaba iluminado vagamente por las mismas antorchas; y las paredes de roca las cubrían aquellos extraño estandartes revolucionarios. Pero, si había algo que llamó la atención del niño, eso fueron las monedas sobre la mesa. A pesar de las advertencias de Stizard, logró salir del grupo y acercarse hasta ellas.

—Lagartija— llamó, pero no hizo ademán alguno de tocar nada—. Estas monedas... ¿son de verdad?

 

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Una rana apareció entonces. Su mirada perdida y su movimiento de cabeza era hipnótico, y casi parecía que su mente estaba en un mundo totalmente distinto al nuestro. Probablemente, era cierto.

—Tché. ¡Froggit! No molestes a los chicos Vete con tus hermanos.

Pero Froggit hizo caso omiso de las palabras de Stizard, y se colocó en medio del camino de Celia y Thomas. Pronunció entonces unas sencillas, pero profundas palabras. Probablemente, nadie entendería el trasfondo filosófico que éstas encerraban. Expresaban mucho más de lo que parecían; expresaban sentimientos, emociones, preocupaciones muy profundas. Expresaban todo su ser:

—Ribbit, Ribbit.

Stizard, hastiado suspiró. Dirigió una rápida mirada a Jack, en cualquier caso, y le contestó con palabras contundentes antes de volver a centrar su atención en Froggit y su danza cabezuda.

—Sí, tché, son monedas de verdad. Pero no las toques. El que las toca, paga —centró su mirada en Celia y Thomas, que parecían debatirse en un duelo mental con aquella filosófica rana—. Venga, hombre. Este tipo no se va a quitar de ahí hasta que no le prestéis atención. Estos Froggit, tché...

>> En cualquier caso, podéis Luchar, pero... Froggit es casi inofensivo. Bastará con que Actuéis un poco, le deis conversación, no sé, tché, no soy una enciclopedia con patas y cola. Vosotros allá, contadle algo, qué se yo. Los Froggit son muy impresionables... la cuestión es que cuando veáis que Froggit ya está tranquilo podréis Perdonarle. Huir también es una buena idea, pero, meh, ¿quién necesita escapar de Froggit? Tché.


*¡Froggit aparece en el camino!


FROGGIT
Salud: 100%
Resistencia: ???
Daño mínimo: ???
Ataques: ???

Actuar:
-Analizar.
-Divagar.
-Insultar.
-Asustar.

Contenido oculto

Atended todos.
Esta es la primera batalla de todo el rol.
Sabéis ya, como explicamos en las inscripciones, el mecanismo básico: es idéntico a los juegos. Tendréis la opción de Luchar para herir y matar al monstruo. Todo monstruo tiene un margen de daño mínimo, esto es, por mucho que vuestra fuerza no supere su resistencia, el enemigo recibirá, al menos, esa cantidad de daño con cada ataque, que puede sumarse, claro, al resultado de restar vuestra fuerza y su resistencia. En todo caso, los rivales no tendrán una fuerza como tal, sino que cada ataque tendrá una fuerza. Veremos cómo esquivar los ataques en cuanto ataque Froggit. Además, disponéis de la opción de usar Objetos, para curaros o, qué sé yo, investigad con ellos. Todo se puede intentar en este rol. En cualquier caso, lo más sensato, lo más... ehm, humano, es Perdonar a los monstruos, aunque siempre puedes huir, claro. No obstante, usualmente perdonar como un loco no tendrá efecto alguno. Por ello, no debéis mostrar Piedad tan pronto; en cuanto el nombre del monstruo aparezca en naranja, eso querrá decir que podrá ser perdonado.
¿Cómo hacer que el nombre cambie? Mediante los comandos con los que podéis Actuar, distintos para cada monstruo. Siempre aparecerá el comando Analizar, en cualquier caso. ¿Veis que no podéis conocer ninguno de los datos de Froggit? Usualmente, no sabréis nada de los monstruos a los que no conocéis, pero si los analizáis, probablemente averigüéis todos esos datos. Siempre es una buena idea.
¿Cómo actuar? Bueno, debéis indicarme claramente el nombre textual de la opción que usáis en negrita. Es decir, si Divagáis, debéis decir en algún punto del post divagar, divago, divagué, o derivados. Ahora bien, el qué digáis o hagáis depende de vosotros. Ahí pone "Divagar", "Insultar" y "Asustar", sí, ¿pero sobre qué divaréis? ¿Qué insultos diréis? ¿Cómo asustaréis a Froggit? Eso depende de vosotros. Y no siempre funcionará, aunque uséis un comando correcto, si no sabéis bien cómo enfocarlo. Por eso, normalmente, cuando usáis el comando correcto pero no enfocáis bien la manera de desarrollarlo haciendo rol, en el próximo turno, la ficha del monstruo mostrará los comandos Actuar con algo más de desarrollo. Esto es, por ejemplo, aparecerá Asustar. ¡Grita fuerte a Froggit!. De manera que será mucho más fácil saber lo que debéis hacer.

Y eso, en términos generales, es todo cuanto podéis hacer en una batalla. En cualquier caso, será por turno, y casi siempre empezaréis atacando vosotros. El primero en intervenir será el que haya encontrado al monstruo, o el que yo indique en caso de que no se pueda determinar de ese modo. Y el resto de turnos, si sois tres, será como gustéis; intervendrá en segundo lugar el que llegue antes, y ya está; no es necesario poner lista. Mucho menos es necesario si sólo sois dos, por razones obvias. En cualquier caso, atacaréis o actuaréis siempre o casi siempre uno a uno. De modo que, por ejemplo, en este caso, ahora intervendrá Thomas, luego Froggit, luego Celia, luego Froggit, y así. Puede parecer que eso hace, entonces, que ir en grupo no resulte ventajoso, pero nada más lejos de la realidad. Contar con apoyo siempre es más positivo, ya que el aliado puede ayudaros, bien sea usando objetos sobre vosotros cuando estéis débiles, bien sea por el mero hecho de que, al haber más de un objetivo que los monstruos puedan atacar, será más difícil derrotaros que siendo sólo uno. En cualquier caso, siempre es mejor mantener vuestras ALMAS unidas.

Sin más, creo que es suficiente por ahora como para que Thomas realice el primer movimiento.

¡Suerte!